«La enseñanza del islam no garantiza el respeto a los derechos humanos»

La Razón / Serafín Fanjul, arabista

Con «Al-Andalus contra España» contribuyó a desmitificar la idealización de la feliz convivencia de religiones en la España islámica. Sus conocimientos del islam y su libertad le convierte en una de las voces más juiciosas para comprender esta religión

Dice Serafín Fanjul que, desde que decidió desmitificar el mundo islámico, se encontró con «una muralla de gente atemorizada» y la recomendación de muchos colegas de que no siguiera por esa línea. Es catedrático de Literatura Árabe de la Universidad Autónoma de Madrid y ha publicado recientemente su ensayo «La quimera de al-Andalus».
  

–¿Qué le parece la iniciativa de impartir clases de religión islámica en los colegios españoles?

–No veo ninguna garantía de que los profesores que vayan a impartir esa asignatura estén imbuidos del espíritu constitucional y del respeto a los derechos humanos. Digo que no hay garantía, no digo que no lo sean. Van a designar a quienes les parezca y en los términos que les parezca. No sé cómo se va a garantizar que esas personas tenga unos mínimos de convivencia, respecto a la mujer o a nuestra historia, nuestras costumbres, nuestra organización social.

–¿Enseñar el Corán en las escuelas puede suponer que algunos de sus planteamientos choquen con nuestra Constitución, como en el caso de la situación de la mujer en la cultura islámica?

–En efecto. Es indiscutible que, en el islam, la mujer tiene una posición de inferioridad muy notoria. El Gobierno actual intenta proponer una ley de discriminación positiva y, por otro lado, favorece las enseñanzas del islam. Pues en el Corán, explícitamente, se dice: «Cuando tu mujer no te obedezca, o se manifieste levantisca, apartate de ella en el lecho y golpéala». No sé cómo se justifica esto.

–Algunos dicen que ya no se puede interpretar el Corán al pie de la letra.
–Están argumentando desde la imagen que ellos tienen de la Biblia, como, más o menos, papel mojado. Pero para un musulmán sincero, el Corán es literal, y usted no le va a discutir la veracidad y la justicia de lo que en él está contenido. El Corán es la palabra de Dios eterna e increada.

–Otro problema que se plantea es la dificultad de separar la religión y Estado.
–Los islamistas pretenden volver a una edad de oro del islam primigenio, una época que de hecho no existió nunca, aquella sociedad perfecta regida por el profeta en Medina. Pero este modelo implica aplastar a las minorías no musulmanas. Y eso es lo que se está tratando de vender como un modelo multicultural perfecto. A mí la confrontación religiosa me parece la más dura. Sobre todo cuando la religión, como es el caso de islam, es el todo, y no hay separación entre Iglesia y Estado, no hay separación de vida cotidiana y de vida religiosa. Según el Corán la Uma es un grupo humano, aparte de la gente, aparte del resto del género humano. Es la idea de grupo elegido no por nacimiento pero sí por adhesión. Lo que pretenden los islamistas es establecer un régimen islámico a escala mundial.

–¿Por qué cree que se no se afronta esta realidad?

–Porque asumirla obliga tomar posturas y actuar. Los europeos poco, y los españoles menos, estamos dispuestos a definirnos y actuar en consecuencia.

–Hemos visto como la semana pasada Zapatero y Aznar presentaban dos modelos bien distintos de relación con el mundo islámico. ¿Cómo cree que debería ser la política institucional en este aspecto?

–La política española debe ser de respeto, de intentar mantener buenas relaciones, pero no a cualquier precio. Y ser muy conscientes que la recuperación de Al-Andalus que hace 20 años la podríamos contemplar como algo utópico, hoy en día ya lo están viendo como una realidad posible. Aznar exageró al decir que nuestro problema con Al-qaeda comenzó en el 711. Pero, efectivamente, nuestro conflicto es el de un país fronterizo entre dos concepciones de la vida muy diferentes, a veces diametralmente opuestas. Eso provoca choques y fricciones, y lo que hay que tratar es que sean lo más pacíficas posibles pero no a cualquier a precio, no a base de ceder en todo.

–¿Ve viable la propuesta que Zapatero presentó en la ONU?

–La alianza de civilizaciones de Zapatero, aparte de una frase bastante cursi, no tiene ni pies ni cabeza. ¿Qué vamos a aliar? ¿El aceptar que se pueda decapitar a los apóstatas o lapidar adúlteras? ¿O es que realmente piensa que, a base de poner la otra mejilla, va a convencerles para que sean de otra forma? España debe tener una política firme, saber que es un país occidental, de cultura latina, de base social histórica y cristiana sin la más mínima discusión. Y debemos reafirmarnos en esas cosas.

–En sus libros presenta argumentos que demuestran que al-Andalus no fue precisamente un modelo de convivencia de las culturas. ¿De dónde viene ese mito?

–Ha sido una reacción bastante acomplejada y bastante estúpida, no tanto de historiadores como de divulgadores y como de fabricantes de libros de textos y de las intervenciones de los políticos autonómicos, que para reaccionar con la historiografía nacional católica, reaccionan inventándose una realidad de convivencia, de armonía de maravillas que no fue así. Le podré un ejemplo: el judío de Córdoba que pone el ministro Moratinos como modelo de convivencia de las tres culturas. A Maimónides le obligaron a hacerse musulmán. Tuvo que salir exiliado de al-Andalus y, en El Cairo, le procesaron por que había vuelto al judaísmo. Salvó la vida gracias a que le juzgó el cadi al-Fadil, un amigo suyo. No volvió nunca a España.

–Hemos oído hablar del voto de los inmigrantes. ¿Qué ocurriría en este caso con los de origen musulmán?

–Me pongo a temblar pensando, sobre todo, en los lugares donde los inmigrantes musulmanes son una minoría significativa. La izquierda está cometiendo un error gordísimo al creerse que estos son el proletariado que ya no tienen. Los inmigrantes musulmanes lo que van a hacer es promover su propio partido religioso como ocurre en Ceuta y Melilla. Esto me parece demencial. ¿Qué dirían si la Iglesia católica promoviera una opción política determinada y hubiera un partido católico al que votar? La Edad Media, la vuelta a la locura. Pues eso exactamente es lo que están haciendo los musulmanes.

–¿Sería posible la reciprocidad de los países musulmanes en relación a los derechos reconocidos aquí a sus ciudadanos?

–Se tropieza con un problema de base, y es que en los estados musulmanes de donde provienen los inmigrantes, les importa un comino lo que ocurra con estas personas. Su bienestar, sus beneficios... Lo único que les importa es que envíen divisas. Sólo tenemos la fuerza de presión que ellos quieran aceptar.