LA IGLESIA, TEMPLO DEL

ESPÍRITU SANTO

 

RL/TEMPLO TEMPLO/RELIGION: 
EL TEMPLO DE JERUSALÉN
En todas las religiones el Templo desempeña un papel 
preponderante. El hombre que busca la salvación, estando como está 
sumergido en un mundo profano, busca los caminos de la 
comunicación con el mundo de lo divino. El itinerario por excelencia 
que le conduce a ello se lo ofrecen las múltiples celebraciones 
litúrgicas que van jalonando su existencia. Pero una liturgia no se 
puede celebrar en cualquier sitio, ya que su eficacia depende de su 
relación con un espacio que escapa a los caracteres del mundo 
profano y que comunica de una manera misteriosa con las energías del 
mundo de los dioses. En estos espacios sagrados -una montaña, una 
fuente, etc.- se levantan los santuarios donde se da culto válido a las 
divinidades. La concepción espontánea que el hombre pagano se forja 
del templo es significativa de su búsqueda religiosa. Este hombre 
espera la salvación de lo que es estable y sólido, de lo que no está 
sometido a los imprevistos de la historia.
Hay que llegar a la época del rey Salomón para que Israel tenga su 
templo en el monte Sión, que era la capital del reino. Hubo algunas 
resistencias. Algunos temían que la existencia de un templo de piedra 
favorecería la asimilación de la religión de la Alianza a las religiones 
paganas. Hasta entonces Israel no disponía más que de un santuario 
portátil, en torno al cual se reunía el pueblo en las grandes ocasiones. 
Destruido en el momento de la toma de Jerusalén, el templo de 
Salomón fue reconstruido al volver del exilio y se convirtió en el centro 
religioso del judaísmo.
No se puede comprender el significado del templo en Israel, sin 
recurrir a las reacciones de los profetas. Ahora bien: para ellos está 
muy claro que Dios no está ligado a su Templo. Si el culto que en él se 
le da es formalista, Yahvé está ausente de él, porque lo que quiere 
Yahvé es un culto arraigado en el corazón del hombre. Como el pueblo 
es infiel a su Dios, hay que esperar del futuro mesiánico la vuelta de 
Yahvé a un Templo nuevo. El culto antiguo será condenado, para dar 
paso al culto definitivo de los últimos tiempos. En esta nueva casa de 
Dios hasta las naciones tendrán acceso.
Entre tanto, ciertas corrientes importantes como el esenismo se 
pronunciaron en contra del Templo de Jerusalén, su culto y sus 
peregrinaciones, manifestando a su manera el carácter facultativo de 
esta institución.

EL CUERPO DE CRISTO, TEMPLO DEFINITIVO J/TEMPLO
El Templo de Jerusalén ocupa un lugar importante en la vida de 
Jesús de Nazaret. María, su Madre, le presentó en él pocas semanas 
después de su nacimiento. Allí le volvemos a encontrar a la edad de 
doce años, enseñando en medio de los doctores. Durante toda su vida 
pública fue a él regularmente en peregrinación, para orar allí y predicar 
la Buena Nueva.
Por tanto, Cristo sigue la tradición de su pueblo, procurando 
encarnar el ideal del judío piadoso para quien el Templo de Jerusalén 
había sido ocasión de las más auténticas efusiones espirituales 
(véanse los salmos). Pero al mismo tiempo que sigue esta tradición 
viva, condena todo lo que se opone al culto verdadero, separando lo 
puro de lo impuro. Por eso no deja de tener razón San Juan cuando 
coloca el episodio de Cristo arrojando a los vendedores del Templo, 
después de su primera subida a Jerusalén. Jesús no puede entrar en 
el Templo, sin antes haberle restituido a la verdad. El Templo es una 
casa de oración y no una casa de comercio.
Pero en este primer gesto de Cristo referente al Templo, San Juan 
ve en seguida la condenación del propio Templo, ya que el verdadero 
Templo de la Nueva Alianza es el cuerpo de Cristo, y para confirmarlo, 
el signo que de él dará Cristo es su propia pasión.
En efecto, con la intervención del Hombre-Dios se produjo un cambio 
radical. Solo El es capaz de dar a Dios un culto que le sea agradable: 
el culto de la obediencia del corazón, que llega hasta la muerte y 
muerte de cruz. Así, en su pasión, su cuerpo se convierte en el único 
Templo en el que se puede ofrecer un sacrificio digno de este nombre, 
la única realidad visible que debe ser reconocida como sagrada. Con la 
pasión de Cristo el Templo de Jerusalén se desacraliza y entonces es 
cuando se aprecia su caducidad. No hay espacios sagrados, ni 
siquiera el monte Sión. El culto verdadero es el culto en espíritu y en 
verdad. Solamente Cristo es en él Sacerdote y Hostia. Todo 
particularismo ha sido barrido. En Cristo muerto y resucitado todos 
tienen acceso al culto verdadero, pero únicamente en El.

LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO, TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO
I/CUERPO-DE-CRISTO
Como la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, ella es en este mundo el 
único templo donde se celebra un culto agradable a Dios. Cristo 
continúa en ella ofreciendo el único sacrificio de la Nueva Alianza; en 
ella el Espíritu obra en cada uno de los miembros de su Cuerpo, para 
que de ellos salga esta oración filial: "Padre, hágase tu voluntad".
Así, pues, el Templo de la Nueva Alianza está hecho de piedras 
vivas: "Hermanos, por la misericordia de Dios, yo os exhorto para que 
ofrezcáis vuestras personas como hostias vivas, santas, agradables a 
Dios. Este es el culto espiritual que habéis de practicar" (/Rm/12/01).
La Iglesia de Cristo no tiene ninguna institución comparable al 
Templo de Jerusalén, porque no es posible que la tenga. La Iglesia es, 
ante todo, las personas que la componen. Estaría muy bien que los 
cristianos tomaran la costumbre de considerarla así.
Con demasiada frecuencia, cuando piensan en la "Iglesia" piensan 
en la "institución". Esto es grave para la comprensión del misterio 
eclesial. Y es muy difícil dar este cambio, porque incluso donde no se 
olvidan de las personas, sucede algunas veces que no se las 
considera más que cuando están reunidas efectivamente por la Iglesia. 
¡Como si la Iglesia no existiera más que en el momento en que celebra 
sus reuniones! En esto existe una deformación, muy propia del clero, 
que hay que superar, y que nos ayudarán a superar los recientes 
trabajos conciliares. La Iglesia es el pueblo de Dios. Se desenvuelve en 
una institución, pero no se reduce a eso. En cualquier parte donde se 
encuentre uno de sus miembros existe la Iglesia, porque ante todo 
existe en sus miembros. Tiene que tomar un aspecto institucional, 
cuando reúne a sus miembros para celebrar la Eucaristía, pero cuando 
no los reúne y sus miembros se encuentran dispersos entre los demás 
hombres, la Iglesia debe existir como la levadura en la masa, debe 
levantarse como la luz del mundo, debe proporcionar a los hombres el 
signo de la salvación que de una vez para siempre nos ganó 
Jesucristo.
Dicho esto, solo falta añadir que la misión de la Iglesia-institución la 
obliga a construir iglesias de piedra -el culto verdadero debe tener 
necesariamente una dimensión litúrgica-, pero el significado de estos 
edificios, su concepción y hasta la manera de estar repartidos 
dependen por completo de las exigencias del culto espiritual, accesible 
a todos.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969.Pág. 198

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