JUVENTUD - TEXTOS

 

1. PASOTISMO/JUVENTUD JUVENTUD/PASOTISMO:
Según las últimas encuestas oficiales a los jóvenes españoles les 
obsesiona el dinero, pasan de política, son adictos a la televisión y 
tomar copas es su principal diversión. (Programa "La sociedad de 
consumo: Consumir es vivir").
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2. JUVENTUD/DISTINTA
UNA JUVENTUD DISTINTA 
Alguien dijo con acierto que la juventud de hoy es más hija de su 
tiempo que de sus propios padres. Los jóvenes de todo el mundo se 
parecen entre sí más que nunca. Y no nos estamos refiriendo a sus 
aficiones, vestidos o música, sino a su distinta forma de percibir y 
valorar la realidad.
Todo -personas, lugares, objetos, costumbres, instituciones o 
ideas- pasa ante sus ojos con una rapidez de vértigo sin dar tiempo a 
depositar valoraciones afectivas que comprometan a la persona. El 
padre tuvo un reloj de bolsillo que le acompañó toda la vida. Tenía 
para él un valor sentimental. Hoy, su hijo lleva un cronómetro de 
pulsera distinto cada semana. Está claro que ese objeto no puede 
significar lo mismo para el uno que para el otro. Cambiemos el reloj 
por cualquiera de las realidades enumeradas al comienzo de este 
párrafo y nos podremos hacer idea de la importancia del dato. Todo 
pasa tan rápidamente que sólo importa el presente y nada el pasado. 
El descompromiso y la pasividad tienen en esto un apoyo nada 
desdeñable.
Continuando con los ejemplos. El padre de ayer sabía cuatro cosas. 
Tres de ellas las había averiguado él mismo y eran importantes; la 
cuarta se la habían ensenado y también tenía su trascendencia. El 
hijo de hoy sabe cien cosas.
De ellas, sólo dos -que además son bastante intrascendentes- son 
experiencia propia. Las noventa y ocho restantes se las han contado. 
La seguridad psicológica del uno y el otro no puede ser la misma.
Además, hemos descubierto que todo es muy complejo y que se 
necesita especialización en cada tema. Se compartimentalizan las 
cosas y surgen varias lógicas distintas (contradictorias, en opinión de 
los mayores). El joven defensor de la ecología y la democracia 
destroza los pupitres de su clase sin notar incoherencia alguna en su 
comportamiento. Falta un sentido que unifique los distintos sentidos.
La enumeración de incidencias ambientales sobre este joven-tipo 
(que, por lo tanto, no existe en ninguna parte en estado puro) podría 
alargarse. Pero bástenos aquí con entender que estamos -nos guste 
o no- ante alguien distinto.
No lo olvidemos a la hora de relacionarnos con nuestros hijos, con 
los chicos de la catequesis e, incluso, con nuestros seminaristas. 
Estudiemos el entorno para poderles comprender mas acertadamente 
a ellos.
El mundo de hoy no es peor que el pasado, pero, efectivamente, es 
muy diferente.
(_EUCA/93/44)
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3. A/JUVENTUD JUVENTUD/A:
No creen en el amor 
Las palabras y el viento 
No se debe maltratar al amor. No es bueno ni sano coger el amor y 
estrujarlo para sacarle sus jugos más delicados dejándolo luego como 
se deja una fruta que ya no da más savia para alimentarnos. El amor 
es una parte de Dios, es una trepidante avenida de ríos, una planicie 
de astros, una floresta de caricias, un pozo de ansiedades, un barco 
que no se cansa de navegar, un lucero fijo, que nos taladra los ojos y 
nos desboca el corazón. ¿Por qué, si no sabe el que ama ir por las 
calles alocadas del amor, mantiene la ilusión en el que sí sabe amar 
alocadamente, y un día cualquiera le deja sólo, roto, tirado en el 
fango del dolor, de la pavorosa angustia del abandono...? No, no se 
debe hacer tanto malo con el amor. Estos muchachos atolondrados, 
estas muchachas vaciadas prematuramente de sus dones, ¿por qué 
van destrozando el amor como si fuera una tierra estéril, como si fuera 
un tejido inservible, si el amor está hecho de sangres y de miembros 
de generaciones y generaciones de generosos amantes hasta la 
muerte? 
Perdonadme, jóvenes incrédulos, jóvenes que os decís sin ganas 
de vivir, que sabéis (¡oh, qué inútil sabiduría!) que «no vamos a 
ninguna parte», sí os reprocho que estáis haciéndole al amor el daño 
más horrible que en los siglos de los siglos se le pudo hacer: no creer 
en él; no creer que cuando lo pisoteáis estáis devorándoos a vosotros 
mismos para NADA.
·Conde-Carmen.
De la Real Academia Española
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4. CR/JUVENTUD:
"Somos jóvenes,
somos un pueblo nuevo,
muy diferente al pueblo antiguo:
se nos ha enseñado el bien totalmente nuevo.
Para nosotros:
la fecundidad de la juventud,
el ardor de conocer siempre más.
Somos siempre jóvenes, siempre nuevos.
Es preciso que seamos nuevos nosotros,
que tenemos parte de la verdad del Verbo.
Los que participan de lo eterno,
deben parecerse a algo incorruptible.
Se nos llama adolescentes.
Toda nuestra vida es primavera,
porque tenemos en nosotros
la verdad que no envejece;
y porque esa Verdad anima nuestra vida ".
(·CLEMENTE-A-SAN.Clemente de Alejandria. Primeros años del s. 
III)
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5. PAPA/JÓVENES
En su mensaje para la Jornada de la Juventud de 1998 que se 
celebra el domingo de Ramos:

El Papa recomienda a los jóvenes que se dejen aconsejar por un 
director espiritual
Juan Pablo II ha hecho público su mensaje para la XIII Jornada 
Mundial de la Juventud, que se celebrará el próximo domingo de 
Ramos, día 5 de abril.
El Papa, que centra su mensaje en la Tercera Persona de la 
Trinidad, explica a los jóvenes que "nuestro tiempo parece 
desorientado y confundido reconoce el Papa en ocasiones da la 
impresión de que ya no comprende la frontera entre el bien y el mal; 
Dios es aparentemente rechazado, pues no se le conoce o se le 
conoce mal". Ante este panorama, Juan Pablo II considera que es 
necesario volver a redescubrir al Espíritu Santo, al que algunos 
autores modernos llaman el "Gran desconocido". 

Guías en el camino de la libertad
Según el Papa, sin Él, el cristianismo se convierte en una especie 
de ley impositiva, en un peso aplastante. Los jóvenes tienen que 
redescubrir al Espíritu para recuperar esa audacia que les permita 
"contemplar la gloria de Dios en la existencia y en el trabajo de cada 
día". Con su inspiración, reconoce, podrán "afrontar los peligros y 
superar las barreras que separan a las culturas para anunciar el 
Evangelio, para trabajar incansablemente por la renovación continua 
de la Iglesia, sin constituirse en jueces de los hermanos".
En su mensaje a los jóvenes, Juan Pablo II se detiene a analizar el 
momento más problemático para la libertad de todo joven: la elección 
de su vocación. En el momento de escoger el camino de su vida, el 
Pontífice aconseja a los muchachos y muchachas de todo el mundo 
que se dejen orientar por un director espiritual, "competente y 
recomendado por la Iglesia". Según él, esta persona "les ayudará a 
discernir las inspiraciones del Espíritu Santo y a progresar en el 
camino de la libertad". 
Se trata de un consejo que da por experiencia, pues en varias 
ocasiones ha confesado que descubrió su vocación gracias a la guía 
de un director espiritual llamado Jan L. Tyranowski, un auténtico 
místico seglar, sastre de profesión y guía de los jóvenes de Cracovia. 
El 8 de marzo de 1962, Karol Wojtyla reveló a los seminaristas de 
Cracovia: "Sería injusto no mencionar a Jan Tyranowski, que sabía 
ejercer una influencia enorme en los jóvenes. No sé si es a él a quien 
debo mi vocación sacerdotal, pero, en todo caso, nació dentro de su 
clima, el clima del misterio de la vida sobrenatural". Este hombre era 
un sastre, comprometido en la pastoral de los jóvenes, que al morir el 
padre de Karol Wojtyla, cuando éste era universitario, se convirtió en 
su guía espiritual. 
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6. ENCUESTA/JUVENTUD 
Encuestas juveniles: los ejemplos arrastran

El pasado domingo el diario "El Mundo" daba a conocer algunos 
datos de la Encuesta Escolar Iberoamericana que, dirigida por el 
profesor Calvo Buezas, ha sido realizada entre 43.816 escolares 
(5.168 de ellos españoles) de 13 a 19 años, por la Universidad 
Complutense, patrocinada por la Unesco y la Junta de Extremadura. 
En los resultados destaca algo que hace especialmente necesario 
y urgente animar a este importante sector de la población para 
entusiasmarlo con los asuntos públicos, previo propósito de la 
enmienda de los políticos: nos referimos al preocupante absentismo y 
desconfianza que los jóvenes tienen con respecto a la política y a las 
instituciones ya que un 50,7% de ellos dicen que no votarían a ningún 
partido y un 44% no confía en ninguna institución. 
Pero dejando este grave problema para comentarlo en otra 
ocasión, conviene pararse en otros datos importantes que se 
desprende de la encuesta: la Iglesia es la institución que goza de más 
confianza para los jóvenes (40,4% de los españoles, 54% de los 
portugueses y 67% de los latinoamericanos). Pasando a las personas, 
lo religioso vuelve a destacar, ya que la Madre Teresa de Calcuta es 
el personaje más admirado y respetado, aunque los 
hispanoamericanos la eligen en un segundo lugar, precedida por el 
Papa. Detrás vienen Ghandi y Luther King. Todo un elenco de 
testigos de Dios en este final de milenio. 
Estos son datos no para la vanagloria, sino para confirmar y 
recordar, una vez más, lo que dijera hace ya años el inolvidable Pablo 
VI: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan 
testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan es 
porque dan testimonio". O sea que las palabras mueven y los 
ejemplos arrastran.
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7. MONTERO-A/CARTA-JVD

Carta del Arzobispo
La juventud de espíritu

Dentro de la mentalidad y del lenguaje más corrientes, la juventud, 
la madurez y la ancianidad de las personas se miden por los años de 
vida. Es la edad propia la que nos sitúa a cada cual en uno de esos 
tres bloques. Sabiendo, eso sí, que los linderos que los separan no 
son, desde luego, muy precisos.
Cuándo termina la primera infancia para dar paso a la niñez? 
Cuándo desemboca ésta en la adolescencia? Con cuántos años de 
vida podemos hablar ya de una joven o un joven hechos y derechos? 
Y más complicado aún nos resulta definir fronteras entre la juventud y 
la adultez, entre ésta y la edad madura, con su borroso declive entre 
ancianidad y decrepitud.
Tenemos igualmente claras las figuras que se corresponden con 
esas franjas de edad: el tierno bebé, el chiquillo angelical, el 
mozalbete imberbe o la muchachita en flor, el mozo resuelto o la chica 
encantadora, el matrimonio primerizo, la pareja con hijos casaderos, 
las personas mayores y los abuelitos. Paso por alto los rasgos 
distintivos de estos personajes en los sucesivos tramos de la vida. De 
eso se ocupan hoy, en alta competencia y hasta la saciedad, las 
llamadas ciencias del hombre: la fisiología y la sicología evolutiva, la 
sociología diferencial y la antropología individual. No hace falta saber 
tanto para hacerse estas preguntas: Deja uno totalmente de ser niño 
al entrar en la juventud, joven cuando adquiere la madurez, adulto al 
llegar a la ancianidad?

Somos lo que fuimos
Los humanos tenemos algo o mucho de árboles, cuyo tronco se va 
engrosando, al paso del tiempo y en síntesis vital, con las cortezas 
superpuestas de sus ciclos anteriores. Somos lo que somos y lo que 
hemos sido. Qué prodigiosa sensación la de experimentar en el fondo 
de uno mismo la propia identidad personal, a través de tantos "yoes" 
sucesivos, desde la primera infancia hasta la cumplida madurez! Ay, 
en cambio, de aquellos otros que han dejado hundirse para siempre 
el niño o la niña que fueron, el proyecto juvenil que interpretaron y el 
modelo de existencia que se fijaron a sí mismos, como personas 
adultas en la familia, la sociedad y la Iglesia! Tampoco entusiasma 
mucho el polo opuesto. A saber: el de los seguidores de la mujer de 
Lot, que se quedaron anclados como estatuas en su inmadurez de 
niños, de adolescentes o de jóvenes alocados. Hojas que nunca 
florecieron, flores que nunca llegaron a granar. Son las 
personalidades inmaduras, que luego van dando tumbos por la vida, 
presas de la ingenuidad, del infantilismo, de los caprichos de la 
infancia. Sujetas a los berrinches, a los desplantes, a los altibajos 
emocionales de la adolescencia. Ancladas en los proyectos 
cambiantes, la vehemencia emocional y la radicalidad, más ideológica 
que idealista, de una cierta juventud.
Líbrenos Dios de menospreciar a nadie, ni de creernos libres de 
todo eso. Quién de nosotros es plenamente adulto? Quién está 
exento de caprichos infantiles, de enfados adolescentes, de 
vehemencias juveniles, de aburrimientos adultos, de desengaños 
seniles? No seré yo el que tire piedras contra nadie.
Ayúdenos El a todos a reordenar nuestro mundo interior y encauzar 
como es debido el rumbo del propio yo, desde la fuente limpia del niño 
que fuimos; desde el caudal de energía que dió vigor y ritmo a 
nuestra juventud; desde el viento misterioso (brisa o huracán según 
los casos) que ha empujado las velas de nuestra nave, en el ecuador 
o el atardecer de nuestro derrotero personal. Sigamos mirando el 
horizonte con ganas de vivir, con voluntad de servir, con coraje para 
luchar, con brío para tirar de otros.

Déficit de empuje juvenil
No será esto un quiero y no puedo, una nostalgia estéril, un tinte 
para las canas, un voluntarismo utópico? Si se me entiende así, tengo 
que aclararme.
Yo lo que defiendo, como reza el título de la carta, es una juventud 
de espíritu. Y no es ésta una receta para viejos, sino para todos. 
Cuántos se quejan hoy de los jóvenes pasotas, sosainas, aburridos, 
vacíos! No digo que nuestros chicos y chicas carezcan todos de 
alegría o sean mayoritariamente unos viejos prematuros. A tanto no 
llego. Pero, sin ejercer de sicólogo, me atrevo a pensar si las baterías 
estruendosas del rock duro, la luminotecnia feroz de las discotecas, el 
alcohol para colocarse, y en no pocos casos las drogas 
convencionales o las de diseño, no serán acaso un recurso crispado 
para recuperar la alegría, como sea y por narices.
A mi no me parece que eso sea un síntoma de energía, de coraje, 
de entusiasmo juvenil. Y a ustedes? Repito, por eso, que el deficit de 
energía no hay que domiciliarlo entre los carrozas, sino que más bien 
se trata de una somnolencia bastante extendida, de una especie de 
gas letal que se cuela en los pulmones de esta sociedad conformista, 
que dificulta su andadura y le impide levantar el vuelo. No se trata, 
pienso, de una plaga fatídica, de un mal sin remedio. Para 
cerciorarme a mi y a ustedes de esa ventana de esperanza, tengo 
que salirme de la sicología barata y pasar al mundo del espíritu, a la 
órbita de la fe.

El espíritu es otra cosa
Al hablar de juventud de espíritu, no me estoy refiriendo a la edad, 
aunque a los jóvenes les cuadre esto de maravilla. En la filosofía 
cristiana, el espíritu, o también el alma, aunque me gusta más el 
primer término, es el elemento más profundo de mi ser, de mi yo, de 
mi conciencia, de mi identidad, de mi dignidad, de mi libertad, de mi 
inmortalidad.

Perdón por la retahila.
Mi espíritu constituye con mi cuerpo una persona única irrepetible. 
Pero ese espíritu ni enferma, ni envejece, ni muere con mi cuerpo. 
Padece, sí, sus propias enfermedades: orgullo, egoísmo, 
desesperanza, incredulidad. Puede darse, y se da infinitas veces, un 
espíritu gigante en un cuerpo enfermizo, en una sicología doliente, en 
un fracaso existencial. Y, al revés, se dan personajes de salud de 
roble, complexión atlética, ejecutoria brillante, con tinieblas interiores, 
que más de una vez han desenfocado en el suicidio. Cara y cruz de la 
condición humana.
Cuando me animo a mi y a otros a cultivar la juventud de espíritu, 
no desdeño la buena salud física, el equilibrio anímico, el empuje vital 
de toda la persona. Todo eso propicia también el vuelo espiritual y se 
beneficia en muchos casos de éste. Se compenetran, se completan, 
nos ayudan a explicarnos. Por eso hablamos de juventud del espíritu. 
Pero éste, repito y acabo, es siempre nuevo, va siempre hacia más, 
hacia adelante, hacia mejor. Gana con los años, como el buen vino. Y 
no olvidemos nunca los creyentes que nuestro espíritu vive del 
Espíritu. 
- Verdad, madre Teresa? - Cuál de ellas? - Las tres: la de Avila, la 
de Lisieux, la de Calcuta. 
A cual mas joven!
·MONTERO-ANTONIO
IGLESIA-EN-CAMINO
Semanario "Iglesia en camino"
Archidiócesis de Mérida-Badajoz
No. 193 - Año V - 19 de enero de 1997
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8. 

El lento despegue de los jóvenes europeos

Se prolongan los estudios y se retrasan el empleo y el matrimonio

Mas y mejor formados, tienen sin embargo más dificultades que la 
generación de sus padres para encontrar trabajo. Tranquilos a la 
hora de independizarse, tardan en abandonar la casa paterna y 
retrasan el momento de casarse. Con una esperanza de vida más 
larga, están expuestos, sin embargo, a riesgos peculiares, a causa de 
suicidios y accidentes de tráfico. Más sensibles hacia los grandes 
valores, se declaran dispuestos a dar la cara por el Tercer Mundo, los 
derechos del hombre y el medio ambiente. Estas son, en pocas 
líneas, las conclusiones del informe realizado por Eurostat sobre los 
jóvenes de la Unión Europea: Les jeunes de l'Union Européenne ou 
les âges de transition, Office des Publications Officielles des 
Communautés Européennes, Luxemburgo (1997).Hoy en día, haber 
cumplido los 20 y seguir estudiando es algo bastante normal en la 
Europa de los Quince. El mercado laboral exige hoy trabajadores 
cada vez más cualificados; por otra parte, las dificultades que 
encuentran los jóvenes en la búsqueda del primer empleo llevan a 
que prolonguen sus estudios. El resultado: el tiempo dedicado a la 
formación en Europa se ha multiplicado. Si en 1987, de 100 jóvenes 
europeos de 15 a 24 años, 44 pertenecían a la población activa, 7 
eran inactivos y 49 se estaban formando, ocho años más tarde las 
cifras se han convertido, respectivamente, en 36, 6 y 58.
El fomento de la formación por parte de la UE ha hecho que los 
jóvenes europeos desarrollen una serie de características comunes. 
Por ejemplo, al alargarse el tiempo de formación, lo normal es que la 
gente siga estudiando incluso después de haber cumplido los 30, 
especializándose, variando su trayectoria profesional o incluso 
haciendo compatible el estudio de una licenciatura con el desempeño 
de un rabajo profesional. 

Lo difícil: encontrar trabajo 
Otro dato común digno de ser tenido en cuenta es que el origen 
social de los padres continúa pesando sobre el recorrido de la 
formación de los jóvenes. Es orientativo el hecho de que, en el total 
de la UE, más del 30% de los hijos de ejecutivos estudian en la 
universidad, mientras que sólo lo hace el 11% de los nacidos en 
familias donde el padre es un obrero no cualificado. 
Eurostat muestra que la entrada de los jóvenes en el mercado 
laboral es, en general, más tardía. Mientras en 1987 la mitad de los 
jóvenes europeos de 18 años trabajaban, al menos a tiempo parcial, 
ahora hay que esperar a los 20 para poder decir lo mismo. Junto a 
esto, la incorporación al mercado laboral se ha convertido en un 
proceso paulatino, en el que es frecuente que los periodos de 
estudio, paro y empleo se alternen. 
De todos modos, no se puede medir a todos los países con el 
mismo rasero. En Francia y Bélgica, por ejemplo, los jóvenes no 
suelen compaginar estudio y trabajo. En Dinamarca, sin embargo, 
cerca del 60% conjuga formación y empleo. Y en el Reino Unido es 
más corriente que los jóvenes de 18 años se dediquen sólo a trabajar. 
En cualquier caso, trabajar media jornada y seguir formándose es 
algo cada vez más frecuente entre los jóvenes de la UE. 
Pero una de las características más paradójicas de los jóvenes 
europeos es que, estando mejor formados que sus mayores, tienen 
más dificultades para encontrar empleo y, además, cobran menos. 
Pero, aunque hoy en día Europa cuente con 5 millones de parados 
menores de 25 años, no están igualmente repartidos. En Austria, por 
ejemplo, la tasa es del 5,6%; y en España, del 42,5%. Los únicos 
países donde el paro juvenil no ha aumentado en los últimos años son 
Dinamarca e Irlanda. 
Para las mujeres la tasa es aún más alta. Por ejemplo, en España el 
paro afecta al 50% de las chicas y sólo al 36% de los chicos, y los 
salarios de ellas siguen siendo un 10% más bajos que los de ellos. En 
definitiva, buscar el primer empleo en Europa, para un joven menor de 
25 años, significa, casi siempre, pasar un tiempo por el paro, aunque, 
por regla general, esta situación no se alargue por mucho tiempo. 

No se van de casa 
Y entramos de lleno en las formas de vida de los jóvenes europeos. 
En las décadas de 1960 a 1980, el número de jóvenes que 
abandonaron la casa paterna para independizarse fue grande, 
especialmente en los países del norte europeo. Sin embargo, en el 
último decenio parece que se han puesto de acuerdo para hacer 
exactamente lo contrario. En términos generales podríamos decir que, 
en la Europa de los Quince, casi la totalidad (90%) de los jóvenes de 
15 a 19 años y el 65% de los de 20 a 24 años viven bajo el techo 
familiar. A partir de los 25 años, la situación cambia según los países: 
mientras en el sur europeo e Irlanda casi la mitad no han dejado 
todavía la casa paterna (cuando lo hacen es para casarse), en el 
norte Alemania o Finlandia la proporción de no independizados es 
mínima, aunque sólo el 10% de ellos viven solos. 
Por otro lado, también hay que señalar que, en la casa paterna, no 
todos los jóvenes europeos viven en el seno de una familia en el 
sentido clásico del término. En 1995, más del 20% de los británicos y 
de los finlandeses de 15 a 24 años tenían una familia monoparental. 
Eso sí, en casi todos los países conviven, además, con otros 
hermanos, salvo en Finlandia y en Alemania, donde un 30% son hijos 
únicos o ya viven por su cuenta. En España y en Irlanda, por el 
contrario, hay mayores proporciones de familias numerosas, aunque 
el descenso de la tasa de natalidad de los últimos años haya causado 
verdaderos estragos. 

Por qué no abandonan el nido?
Por qué se resisten a abandonar el nido? Dos factores entran en 
juego: la prolongación de los estudios universitarios y el paro, que 
impide a muchos contar con los recursos económicos necesarios. 
Además, un convencionalismo social puede estar tomando cartas en 
el asunto: no irse de casa está cada vez mejor visto por jóvenes y 
adultos, especialmente si se pregunta a las madres. En España se 
sigue considerando como algo negativo, mientras los griegos lo ven 
como una opción maravillosa que consolida la unidad familiar. 
Sin embargo, permanecer en la casa paterna no siempre significa 
vivir como un rey: el 14% de los jóvenes europeos comparten con 
alguno de sus padres la situación de paro. Y la situación continúa 
también cuando deciden formar su propio hogar. Entonces la gran 
mayoría alquila un piso porque los medios económicos no dan para 
más, y cuando lo compran, es con la ayuda económica de los 
familiares más cercanos. De lo que no se privan es del coche el 78% 
de las parejas de jóvenes lo tienen y del vídeo y la televisión,poseídos 
por el 69%. 
María F. de Córdova 
_IGLESIA-EN-CAMINO
Número 259. 21 de junio de 1998