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1.-
El pecado y la concepción legalista de las relaciones
Un
primer acercamiento bíblico en torno al tema del ‘pecado’ puede asustar a
cualquiera, no tanto por el tema en sí, sino por el enorme campo semántico
que gira en torno a lo que nosotros traducimos por ‘pecado’
[1] . El
Antiguo Testamento hebreo no tiene un único término para referirse a lo que
llamamos pecado, el concepto fue teniendo una elaboración progresiva;
los vocablos que luego serían traducidos por ‘pecado’ parten
naturalmente del lenguaje secular y muchas veces resultará difícil
distinguir el sentido puramente secular del sentido propiamente religioso.
La
raíz hebrea ht'
[2] y sus
derivados es la palabra más frecuente para ‘pecado’
[3] .
La raíz es básicamente metafórica, y quienes la usaban y oían debían
ser conscientes de ello. En su
acepción secular tiene el sentido de un verbo de movimiento indicando
‘errar la dirección justa’ [4]
es decir,
aquéllos que aún con las mejores intenciones están en dificultades.
Esto indica que en hebreo,
ht' nunca
perdió su sentido de acción errónea, y entonces, la palabra hebrea más común
para indicar ‘pecado’ no tenía predominantemente un énfasis religioso.
Este
aspecto limitado del uso de ht' es
fundamental para comprender el sentido religioso del término, y en esencia,
de todo el pensamiento de pecado en el AT.
También las otras raíces partieron
de un proceso desde el campo secular de las interrelaciones y la ley hacia el
campo religioso. Este
traspaso desde el ámbito secular a la vida religiosa es de particular interés
ya que presupone una idea de la vida religiosa como ordenada por normas o
reglas vinculantes. Si el
principio básico de la relación del hombre con Dios es que
debe seguir una forma determinada y no otra, ésta es una consideración
teológica específica
[5] .
Esta reflexión no se aplica tanto a raíces como ps&
'
(rebelarse) que no son meramente formales como , ht' sino
que expresan voluntad humana.
Si
la religión de Israel reconocía la voluntad de Dios como la ley suprema que
determina a cada creatura, entonces, tenía que expresar la apostasía del
hombre en relación a Dios en conceptos que manifestaran su clamor por la
validez del vínculo, indicando las líneas por las que la vida del hombre debía
moverse. Esta indicación
está dada por el verbo de movimiento ht'
o en 'wh en
el pensamiento de error, o en la concepción legal que subraya ps&
.
El
presente estudio tiene como finalidad ver algunos aspectos del pecado en Juan,
tomando en cuenta que la concepción veterotestamentaria de ‘pecado’ se ve
reflejada no solamente en lo que la koiné traduce por la raíz hamartanô
[6]
, sino
también por otras actitudes (no siempre señaladas como hamartia) que
retoman aspectos del pecado del AT.
Para
acceder al sentido que Juan da al ‘pecado’, hay que tener en cuenta, en
primer lugar, que Jesús no quiso dar una doctrina estructurada sobre el
pecado; era consciente de su realidad y, era consciente sobre todo que él era
vencedor sobre el pecado. Una de
las misiones de Cristo en Juan es la liberación del
pecado [7]
.
En
segundo lugar, para comprender el sentido del pecado en Juan, partiremos de
que la dimensión parenética en Juan gira en torno a dos mandamientos: el
mandamiento del Padre: “Que creáis en quien él (Dios) ha enviado” Jn
8,29 [8]
y el
mandamiento de Jesús: “Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los
otros como yo los he amado”.Jn 15,12
Mandamiento
del Padre |
Fe
en el Hijo |
Mandamiento
del Hijo |
Amor
mutuo |
Teniendo
en cuenta estos dos focos: la Fe en el Enviado del Padre, Hijo y el amor
mutuo, que estructuran el mensaje de Jesús a sus discípulos, veremos que ,
siguiendo la línea veterotestamentaria que enmarca la las relaciones entre
Dios y su pueblo con normas o leyes que los ligan, el pecado atenta de modo
particular contra estos centros focales.
Al
recorrer el evangelio de Juan tomando en cuenta hamartia, hamartanô,
hamartôlos vemos que a Juan
no le interesan las listas de pecados -como encontramos en Pablo (Gal 5,19-21;
Col 3,5); simplemente habla de hamartia con una predilección neta por
el singular. De las 21 veces que
aparece la raíz hamartanô en el evangelio, más de la mitad, se
concentran en los cap 8 y 9. En la discusión del cap 8, Jesús acusa a los
judíos de ser esclavos del pecado (8,34), y en el 9, - la narración del
ciego de nacimiento-, afirma que el pecado de los fariseos ‘permanece’
(9,41).
[9] Nos
detendremos en un análisis más detallado de algunos aspectos de los capítulos
8 y 9 que nos ayuden a comprender mejor el sentido del pecado.
En
este capítulo, mientras Jesús ahonda la revelación de sí mismo (dos egô
eimi absolutos en los
vv. 24.28 y uno relativo en el v.12) en su íntima relación con el Padre
(v.26.29), se hace más manifiesta la oposición e incomprensión de los
fariseos (v.13) y judíos (v.22).
Ante
esta oposición de los fariseos, Jesús les dirige una fuerte advertencia:
‘moriréis en vuestro pecado’ (8,21). Estas palabras manifiestan una
obstinación de parte de los fariseos que parece definitiva, y hacen relación
a la afirmación anterior de Jesús en el v. 12: “Yo soy la luz del mundo,
el que me siga, no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida”. Así se van delineando
los conceptos de “pecado” y “muerte”: “pecado” es caminar en las
tinieblas, en la región de la muerte, y “morir” significa caer
definitivamente en esa región.
[10] Versículos
más adelante Jesús hace una afirmación que aclara un poco de qué pecado se
trata, cuál es ese pecado irreversible:
“Ya
os he dicho que moriréis en vuestros pecados,
porque
si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados” (8,24).
El
pecado que primero estaba expresado en singular, ahora está en plural: el
pecado es uno solo, pero se expresa en formas múltiples. Es siempre, de todos
modos, un no creer en el Yo soy de Jesús y de esa manera, rechazar la
vida misma.
[11]
Más
allá de las discusiones de los exégetas, podemos afirmar que en Jesús el Yo
Soy del Antiguo Testamento encuentra su cumplimiento; Jesús es el ‘lugar’
en el que Dios entra en la historia en el que su presencia se hace visible y
salvífica. En el v. 28 el
evangelista nos da otras claves para interpretar este Yo soy de Jesús:
“Cuando
hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo soy, y que
no hago nada por mi cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es
lo que hablo”.
Comprender
el Yo soy de Jesús es comprender su obediencia: Jesús puede decir “Yo
soy” únicamente porque es la transparencia del Padre: “El que me ha visto
a mí, ha visto al Padre” 14,9; el texto también nos pone en la línea de
la Pascua (hypsôsete el verbo también es utilizado en otros lugares
para referirse a la muerte-resurrección,
[12] (cfr.
3,14; 12,32.34): allí la manifestación de Dios aparece plenamente. Pecado es
el rechazo de Jesús, portador de todos estos valores.
En
el mismo capítulo, un poco más adelante se hace una serie de tres
afirmaciones que siguen ampliándonos la comprensión acerca del pecado y de
la misión de Jesús: permanecer en la Palabra de Jesús hace conocer la
verdad y libera (vv. 31-32) , el que comete pecado
[13] es
esclavo del pecado (v.34); sólo el Hijo puede liberar verdaderamente (v.36).
Estos versículos manifiestan las relaciones que se establecen ante la
aceptación o rechazo de la Palabra Jesús:
aceptar
la Palabra de Jesús= creer |
ð
conocer la verdad |
ð
ser libre |
rechazar
la palabra deJesús= no creer |
ð
pecado |
ð
ser esclavo del
pecado |
Como
se ve en el texto, así como no se trata de cualquier esclavitud sino de la
esclavitud del pecado
[14] ,
tampoco se trata de cualquier tipo de libertad, sino de ‘libertad del
pecado’, que no es otra cosa que la comunión con Dios [15]
, comunión
que se manifiesta en ese conocimiento de la verdad y como consecuencia, vivir
la libertad.
Del
otro lado de la comunión se encuentra el rechazo con que los judíos se
apartan de Jesús, quien en este capítulo describe abundantemente los motivos
del rechazo:
“Vosotros
no conocéis de dónde vengo ni a dónde voy” 8,14
“Vosotros
juzgáis según la carne” 8,15
“No
me conocéis ni a mí ni a mi Padre” 8,19
“Vosotros
sois de abajo, yo soy de arriba,
Vosotros
sois de este mundo, yo no soy de este mundo” 8,23
“Mi
palabra no encuentra lugar en vosotros” 8,37
“Vosotros
hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre” 8,38
“Vosotros
hacéis las obras de vuestro padre” 8,41
“No
podéis escuchar mi Palabra” 8,43
[16]
“Vosotros
sois de vuestro padre, el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro
padre. Este era homicida desde el
principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando
dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de
la mentira” 8,44
“No
me creéis” 8,45
“Vosotros
no escucháis (las palabras de Dios) porque no sois de Dios” 8,47
“Vosotros
me deshonráis” 8,49
“No
le conocéis (a Dios)” 8,55
Los
motivos manifestados en estos textos de alguna manera los podemos
organizar en dos grupos estrechamente ligados entre sí; por un lado una serie
de textos vinculados por la no escucha de la palabra y el no conocimiento
(vv. 14. 19. 37. 43. 47),
por otro, los textos relacionados por la pertenencia (a la carne, abajo, al
mundo, al diablo) y las obras que corresponden a esa pertenencia [17]
(vv. 15.
23. 38. 41. 44. 49. 55). Uno de
los textos que vincula más estrechamente ambos grupos es el del v. 45: “No
me creéis”. Creer es creer en
la Palabra (cfr. 4,50; 2,22)
[18] y
creer también se relaciona con una pertenencia, opuesta, como es natural, a
la pertenencia del no creer. El
que cree es hijo de Dios (1,12) es de la vida, tiene la vida eterna (3,15.16;
5,24; 6,40; 11,26) es de la luz (12,36.46).
Vemos así que el no creer está en la base de la oposición y el
rechazo a Jesús; como dice el v. 24:
“Moriréis
en vuestro pecado, porque a menos que creáis que yo soy, en vuestros pecados
moriréis”.
Con
este elenco de motivos, se ve que la oposición no es exclusivamente entre Jesús
y los judíos, sino que se manifiesta una vez más la predilección joánica
por los pares antitéticos. En la
oposición judíos -><- Jesús se manifiesta también las oposiciones:
luz -><- tinieblas
arriba -><- abajo (este mundo)
Verdad -><- mentira
libertad
-><- esclavitud
vida
-><- muerte
mi Padre -><- vuestro padre
Estas
oposiciones nos manifiestan el ámbito en el que se colocan los judíos, al
rechazar a Jesús. De modo
más profundo aún, rechazando a Jesús, los judíos manifiestan haberse
separado del verdadero conocimiento de Dios (justamente cuando el conocimiento
de Dios era su reivindicación fundamental) y de haberse puesto del
lado del diablo. El pecado es
todo esto
[19] .
Los
pares antitéticos a los que hace alusión el cap 8, continúan en el
siguiente con la gran oposición
luz -><- tinieblas
[20] .
Aquí, el contraste se manifiesta en la curación de un ciego que pasa
de las tinieblas a la luz, mientras que los fariseos, creyendo ver permanecen
en las tinieblas del pecado. Todo
el capítulo está enmarcado como en una inclusión en torno a la ceguera y el
pecado. Los vv. 1-2 abren el capítulo
diciendo:
“Vio
al pasar, a un hombre ciego de nacimiento.
Y le preguntaron sus discípulos:
‘Rabbí,
¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”
Y
al final el v. 41 cierra la sección retomando los mismos temas:
“Si
fuerais ciegos, no tendríais pecado;
pero,
como decís: ‘vemos’, vuestro
pecado permanece.”
Dentro
de este marco, Jesús se manifiesta como Luz:
“Mientras
estoy en el mundo, soy la luz del mundo” 9,5 (cfr 8,12);
y
como Aquél que da la luz, (cfr. v.6).
En
la narración de esta curación, Juan desarrolla de manera exquisita su
habilidad dramática [21]
. El relato
se estructura en un esquema de contraste: de una parte un ciego que es curado,
y de otro lado los fariseos que permanecen en las tinieblas; Jesús
desencadena el contraste al curar un ciego de nacimiento, sin embargo esta
curación es realizada en sábado (v.14), lo que acarrea la oposición de los
judíos y fariseos. Esta oposición se manifiesta progresivamente, primero
quieren negar el hecho (v.18); no creen (v.16. 24.28s); luego niegan la
‘interpretación obvia’ del hecho (vv.30-33); manifiestan su maldad
expulsando al ciego que testimonia el hecho (v.34) y finalmente se cierran en
su obcecación (v.40)
El
comportamiento del ciego es inverso al de los fariseos, haciendo un camino
progresivo hacia la confesión de fe: “ese hombre llamado Jesús” (v.11),
“es un profeta” (v.17), “viene de Dios” (v.33) , y finalmente confiesa
abiertamente: “creo Señor. Y
se postró ante él” (v. 38). Por
esta misma fe es víctima, como Jesús, del rechazo de los judíos (v.34).
La
conclusión de ambos procesos, señala por oposición la relación entre los
frutos generados por la obra de
Jesús: la curación del ciego de nacimiento, en los judíos desencadena por
un lado: la obstinación y el pecado (vv. 40-41) y, por otro,
en el ciego curado la fe (v.38).
El
capítulo se estructura en tres partes
[22] :
vv.
1-7: Introducción: La curación del ciego con indicación de su carácter de
signo.
vv.
8-34: Parte central: discusiones e interrogatorios que evidencian lo
irrefutable del signo y lo inexcusable de la incredulidad.
vv.
35-41: Conclusión teológica: la fe del ciego curado y la ceguera de los
fariseos.
El
relato se desencadena a partir de la pregunta de los discípulos y la
respuesta de Jesús (vv. 2-3).
La
raíz, ‘pecar’ (ya como verbo; como sujeto: pecador; o como resultado de
la obra: pecado) se encuentra a lo largo de todo el capítulo
(v.2.3.16.24.25.31.34.41) En la parte central, se acusa a Jesús de
‘pecador’ (16.24.25) entendiendo que
‘Dios no escucha a los pecadores’ (v.31).
Finalmente, en la conclusión teológica, Jesús hace una afirmación
que da gran luz para la interpretación del pecado.
El
v. 41 que concluye el diálogo de Jesús con los judíos responde a la
pregunta de los judíos, si ellos también son ciegos [23]
.
El texto viene presentado en forma de paralelismo antitético:
“Si
fuerais ciegos
no
tendríais pecado;
pero,
como decís: ‘vemos’,
vuestro
pecado permanece”,
De
este versículo, como culminación del capítulo, se pueden extraer varias
afirmaciones en torno al pecado:
1.
Para salir del pecado es necesario admitir la posibilidad de estar en
pecado
2.
La ceguera de los fariseos es culpable
[24] (“como decís...”)
3.
En el relato aparece que el pecado es el rechazo a Jesús: su gesto, su
proveniencia. Sin embargo se puede afirmar también que el pecado es también
la presunción de ver (“vemos”) que es la causa del rechazo.
Por eso Jesús afirma: “vuestro pecado permanece”.
El
v. 41, culmina todo un desarrollo semántico que inicia en
8,12: “yo soy la luz del mundo...”, y se desenvuelve en torno a
pares antitéticos de luz-><- tinieblas y ceguera -><- visión,
venir a la luz. En estos dos capítulos Jesús se revela como luz del mundo
(8,12; 9,5) y no sólo con palabras, sino como los profetas del AT que acompañaban
sus palabras con hechos simbólicos, Jesús da la luz (9,6-7).
Sin embargo esta luz manifiesta más claramente la oscuridad; Jesús
que es la luz y la da al ciego (que es a la vez luz física: visión, y la luz
de la fe que finalmente confiesa el recién curado v.38) manifiesta la
‘oscuridad’ de los fariseos (cfr. v.39). Más aún, la presencia de Jesús,
sus palabras y obras ‘hacen posible que el pecado adquiera toda su gravedad:
un pecado consciente y, en cierto sentido, definitivo.
El verdadero pecado aparece cuando se está frente a la luz de Cristo
(es decir, frente a una luz que no puede ser mayor) y se la rechaza (el pecado
en el ev de Juan es siempre, en último análisis, un rechazo de Cristo).
[25] Esto
está manifestado en los dos versículos paralelos del v.41 que ayudan a
comprender mejor el sentido:
9,41 Si
fuerais ciegos,
no
tendríais pecado; pero
como decís vemos, vuestro
pecado permanece |
15,22 Si
yo no hubiera venido y
no les hubiera hablado no
tendrían pecado, pero
ahora, no
tienen excusa de su pecado |
15,24 Si
no hubiera hecho entre ellos obras que nadie ha hecho, no
tendrían pecado; pero
ahora las han visto, y
nos odian a mí y a mi Padre |
La
estructura de los tres versículos es idéntica: en la prótasis se presenta
un condicional irreal ei , que si se cumpliera su consecuencia sería
que ‘no tendrían pecado’, en
la apódosis se opone un adversativo nun de
con la condición efectiva de la situación
[26] , a la
que sigue la consecuencia: ‘vuestro pecado permanece’, ‘no tienen excusa
de su pecado’, y en 15,24 hace explícita la forma que adquiere el pecado:
‘nos odian a mí y a mi Padre”.
Jesús,
que se ha manifestado en los cap. 8-9 en obras y palabras, a la luz de estos
vv. paralelos de 9,41, manifiesta que el inexcusable pecado de los judíos es
el rechazo de aquel a quien el Padre ha enviado, y es pecado inexcusable
justamente porque habiendo sido enviado por el Padre, vino (16,28) y dijo las
cosas que vio (8,38) y oyó (15,15)donde el Padre. Este rechazo se convierte
en el v.24 en odio que es el pecado
[27] .
En
15,22.24, el sujeto del pecado es ‘el mundo’ del que comienza a hablar en
el v.18. El ‘pecado del mundo’, como lo indica en 16,9 es la incredulidad:
‘cuando
venga (el Paráclito) convencerá al mundo en lo referente al pecado ...
porque no creen en mí’.
Esta
incredulidad se entiende como una actitud irracional, emotiva y amoral, justo
como un ‘pecado’ o, mejor, como el pecado por antonomasia
[28] .
La incredulidad que se echa en cara al mundo, es la misma que
manifiestan los judíos del cap 8 (cfr. v.45).
De hecho, el rechazo de los judíos es una expresión histórica del más
amplio rechazo del mundo
[29] .
En
los textos que hemos analizado, además de ver ciertas características
propias del pecado, se puede percibir cierto desarrollo o cierta evolución
del mismo pecado. El punto de partida es el rechazo de Jesús ya sea en sus
palabras, (8,31-33) o en sus obras (9,16).
Este rechazo a Jesús que es la verdad (14,6) y que habla la verdad
(8,40.46) está motivado por intereses, por pretensiones
[30] , que
son sustancialmente un comportamiento de mentira (8,55). La mentira aparece
como la raíz del mal. En ella está la auténtica postura antidivina
(8,45-47)
[31] que no
se queda simplemente en palabras sino que va tomando progresivamente un cariz
cada vez más violento; amenazas, injurias (9,28), odio
[32] ,
persecución (9,34), intento de lapidación (8,59) y finalmente impulsa a la
aniquilación de quien proclama la verdad de Dios (8,37.40). De esta manera,
vemos que, el dinamismo del pecado sigue la tendencia que Jesús describe del
diablo:”homicida desde el principio y padre de la mentira”. (8,44)
Podríamos
esquematizar este dinamismo del pecado de la forma siguiente:
padre de la mentira
ì diablo
î
homicida |
vivir
en la mentira
× |
rechazo
a Jesús = pecado
× |
|
violencia
è
odio è
homicidio |
A
este dinamismo del pecado manifiesto en los textos, vemos que en el ev. de
Juan el tratamiento del pecado no deja de tener ciertas paradojas. Como veíamos
al inicio, Jesús vino al mundo para quitar el pecado (1,29) pero paradójicamente,
con su venida hace que el pecado se manifieste en toda su gravedad.
El verdadero pecado sucede cuando se está frente a la luz de Cristo
(es decir, frente a una luz que no puede ser mayor) [33]
(cfr.
15,22.24: “si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado... si no hubiera
hecho entre ellos las obras que nadie ha hecho, no tendrían pecado...) Y
aumentando aún más la paradoja, el mismo pecado es, no causa, pero sí ocasión
para que el sentido de la venida de Jesús -el amor- se acerque más a su
cumbre.
Vamos
a profundizar en esta afirmación. Para ello, nos detenernos en el cap. 13, el
lavatorio de los pies, y particularmente en las figuras de Pedro y de Judas
[34] . Esta
sección del ev. tiene una estructura paralelístico concéntrica
[35]
13,1-5
A
A’
13,31-38
Amor
al extremo
Don del amor
ligado
a la traición
a la salida del traidor
13,6-11
B
B’
13,26b-30
Lo
que Jesús hace
Lo que Judas hace
Incomprensión
de Pedro
Incomprensión de los discípulos
Conocimiento
de Jesús
Salida de Judas
sobre
el traidor
13,12-17
C
C’
13,21-26a
Amén
amén
Amén amén
bienaventuranza
traición
D
13,18-20
Conocimiento
de Jesús
Sobre
sus elegidos
(Incluido
el traidor)
Amén
amén, envío
No
nos detendremos en el contenido cristológico que se desprende de este texto,
bástenos decir que en el lavatorio aparece una anticipación simbólica de la
entrega que Jesús hará al día siguiente en la Cruz
[36] .
Nuestra atención se dirige a lo que la sección nos revela sobre los discípulos
y su relación con el Maestro. En esta pasaje
los sujetos son Jesús y sus discípulos; de éstos tres son nombrados
individualmente: Simón Pedro, Judas, y el discípulo a quien Jesús amaba.
La forma en que este capítulo muestra a los discípulos es muy clara.
Como bien lo expesa el p. Moloney
[37] :
“La eclesiología es el reverso de la profundamente positiva presentación
de Jesús que revela a Dios a través del total don de sí mismo en un amor
desinteresado. Juan 13 está
marcado por una presentación implacable de los discípulos de Jesús, ‘los
suyos’, a quienes ‘amó hasta el extremo’ (13,1) como:
-
traidor (Judas)
-
quien niega (Pedro)
-
ignorantes (todos los demás
[38] )”
Cuando
llega la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús está rodeado de sus
discípulos que son ignorantes, que lo niegan y lo traicionan, y es a éstos a
quienes Jesús ama hasta el extremo.
Jesús manifiesta ese amor eligiendo (v.18) , enviando (v.20) y
alimentando (v.26) a aquéllos que en su ignorancia, negación y traición
siguen siendo discípulos auyos. ‘Ellos
siempre le han fallado, lo han negado, traicionado y siempre lo harán, pero
es precisamente en la inmensidad de su amor por sus discípulos que nunca
falla, que manifiesta que él es la única revelación de un único Dios entre
nosotros’
[39]
Esta relación que se manifiesta entre Jesús y sus discípulos
ilustra la relación constante del Señor con su pueblo, que presenta
la Escritura ya desde el inicio. La
historia sagrada es la historia de un Dios que elige gratuitamente a un pueblo
de por sí inepto: es la historia de la fidelidad de Dios en la
infidelidad de su elegido
[40] .
Estas
afirmaciones no quieren manifestar una visión pesimista sobre la condición
del discípulo; esta realidad del discípulo sirve para dejar más en claro la
grandeza del amor del Maestro que es quien elige, consagra y envía a los discípulos.
Por otro lado, si salimos del evangelio y nos vamos a la primera carta
de Juan encontramos textos que iluminan nuestra reflexión:
“Si
decimos que no tenemos pecado,
nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Si
confesamos nuestros pecados,
él
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados
y
limpiarnos de toda maldad. (1Jn
1,8-9)
[41]
NOTAS
[1]
Esta variedad de términos no se ve reflejada en la traducción
griega de los LXX ni por el NT que resumen en los vocablos hamartia,
adikia, anomia, asebeia, y sus derivados; ni tampoco por nuestras
traducciones. Por ejemplo,
adikia traduce a 36 términos hebreos y anomia
traduce a 24. (Cfr. G.Quell,
hamartanô en G.Kittel
(ed.) Theological
Dictionary of the New Testament,
TDNT, Vol. I. pp. 267ss, Eerdmans, Michigan, 1993 (reprint)
[2]
Cfr. id. p.271ss. Cfr. También K.
Koch ht' , en J.Botterweck,
H. Ringgren, Theological Dictionary of the Old Testament, Vol
IV, p.309ss., Eerdmans, Michigan, 1990.
[3] Aún con la validez relativa de las estadísticas, vale mencionar que el verbo aparece 239 veces mientras que los sustantivos referidos al verbo se presentan 289 veces. Lo sigue el sustantivo 'wn (x70) cuya traducción más frecuente es ‘culpa, perversidad’; del verbo 'wh cuyo significado secular es ‘doblar, torcer el camino’. Luego viene ps& ' (x43) traducido por ‘rebelarse’. La presencia de los demás verbos que se traducen por pecado tienen una proporción significativamente menor.
[4] Cfr. Prov 19,2 La Biblia de Jerusalén traduce hôte' por extraviarse: “Tampoco es bueno el afán cuando falta la ciencia, el de pies precipitados se extravía”; mientras que Reina Valera prefiere ‘pecar’: “Tampoco es bueno hacer algo sin conocimiento, y peca el que se apresura con sus pies”. Un ejemplo de confusión de sentido lo encontramos en el Sal 25,8 “El Señor es bueno y es recto, enseña su camino a los ‘pecadores’ o ‘perdidos’?” La LXX traduce hamartanontas en hodô el texto masorético de hataim badarek, mientras pueden haber pocas dudas que el salmista sólo tenía en vistas a quienes perdieron su camino.
[5] Cfr. G. Von Rad, Teología del Antiguo Testamento, I, Sígueme, Salamanca, ‘El significado de los mandamientos’, pp. 247-261
[6]
hamartanô en sentido secular significa ‘no acertar, no dar
en el blanco, equivocar, perderse’, es sinónimo de apotunkhanô
y opuesto de tunkhanô =
alcanzar el fin, dar en el blanco, y de allí, obtener, conseguir. cfr Hch
26,22 “Pero habiendo obtenido auxilio de Dios...” cfr. G. Stählin,
hamartanô, en G.Kittel
(ed.) TDNT, Vol.
I. pp. 293ss,
[7] Al inicio del evangelio Juan Bautista presenta a Jesús como el Cordero que quita el pecado del mundo, 1,29; al final, Jesús confía a los apóstoles la misión de perdonar los pecados, 20,23. Cfr. también 1Jn 3,5 “Sabéis que él fue manifestado para quitar los pecados y que en él no hay pecado”.
[8] Juan expresa este mandamiento de creer como ‘la obra de Dios’ . Esta es la respuesta de Jesús a la pregunta de la gente: “¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?” (6,28) Este mandamiento de creer, se ve manifestado también en la finalidad del evangelio que el mismo autor señala: “Estas (señales) han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”. Jn 20,31 En 1 Jn 3,23 en vez de decir ‘obra’ dice justamente ‘mandamiento’: “Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros, como él nos ha mandado”, juntando así en uno las dos ideas manifestadas en el evangelio.
[9] Cfr. Maggioni B., Il peccato in S. Giovanni (Gv et 1Gv), La Scuola Cattolica, 106(1978) 235-252.
[10] Cfr. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan, II, Barcelona, Herder, 1980, 249s.
[11] Cfr. R. Brown, The Gospel According to John, I, (Anchor Bible) New York 1966, p. 350, retomado por Maggioni b., Il peccato ... p. 239. Cfr. también R. Schnackenburg, Juan..., II, 250: “Qué es el pecado en concreto se echa de ver aún más claramente por la sentencia de 8,12 (...) El auténtico pecado, que se expresa en singular es la incredulidad (cf.16,9), la negativa premeditada a seguir al Salvador. Y lo es porque el hombre, que con sus pecados (plural v.24) se encuentra en el terreno de la condenación, excluye la única posibilidad salvífica que Dios le brinda en su amor misericordioso (cf 3,16-18).”
[12] Sin embargo, hay que destacar que solamente aquí el verbo está en activo, haciendo así responsables a los judíos incrédulos de la entrega de Jesús a la muerte.
[13]
“El
‘obrar el pecado’ ha de entenderse en un sentido amplísimo y radical
(cf. 1Jn 3,4.8s): rebeldía contra Dios, rechazo de su oferta salvífica,
endurecimiento en la obstinación humana. No se trata de pecados
particulares (...) sino de ‘el pecado’ en sí, como actitud contraria a
Dios. De allí que para Jn no pueda separarse el fallo moral de la
incredulidad frente al enviado de Dios (Cf. 3,19ss; 8,44ss; 15,22.24)”. R.
Schnackenburg, Juan...,
II, 262.
[14] Si bien el genitivo ‘del pecado’ lo omiten los manuscritos b sys y Clemente, la lectura completa está mejor atestiguada y es de preferir.
[15] En el v. 32 dice “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”, la Verdad que es Jesús mismo (Jn 14,6) a quien conocemos entrando en comunión con él. No es un conocimiento racional sino esencialmente relacional, como lo manifiesta en 10,14-15 “yo conozco a mis ovejas... y doy mi vida por ellas”. “Se habla de la libertad otorgada por Dios, que libera al hombre de la más profunda esclavitud de su existencia y le asegura la participación en la libertad del Espíritu divino y en la gloria de la vida de Dios.” Esta característica de la libertad del pecado como comunión con Dios queda manifiesta también en el v.35: ‘el hijo se queda para siempre’; “propio de la libertada auténtica es la permanencia en la existencia salvífica, cosa que sólo el Hijo, el salvador escatológico, puede garantizar”; R.Schnackenburg, Juan...II, 260. 263
[16] Lo que había adelantado en los vv. 38.41, acerca del padre de los judíos, lo hace ahora más explícito en el v. 44 describiendo cuáles son sus características fundamentales.
[17] Cfr. R. Schnackenburg, Juan..., II, 251. “La procedencia (ek) condiciona la manera de ser”.
[18] Creer se relaciona también estrechamente con conocer; cfr 6,69 “nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios”.cfr. J. Caba, Cristo, Pan de Vida, BAC, 531: “hay, por parte de Pedro, una afirmación de la fe y del conocimiento de los que integran el grupo de los Doce. Por la mención del “creer” se alude a la aceptación de la palabra de Jesús mediante la fe; (...) Al hablar también de “conocer” se subraya que esta palabra de vida de Jesús se ha profundizado, se ha asimilado con el conocimiento como fruto maduro, no sólo del discurso oído, sino sobre todo de la aceptación de la fe de cuanto Jesús ha dicho con sus palabras de vida” p. 418. Ver también Jn 17,8
[19] B. Maggioni , Il peccato ..., p. 241.
[20]
Esta
oposición ya estaba presente en el cap. 8, en la revelación de Jesús como
‘luz del mundo’: “Yo soy la luz del mundo;
el
que me siga no caminará en la oscuridad,
sino que tendrá la luz de la vida” 8,12
[21]
Cfr. R.
Brown , John, I, p.376.
[22] Cfr. R. Schnackenburg, Juan... II, p. 301-302
[23]
La
formulación de la pregunta me
kai hemeis tufloi esmen; espera una respuesta negativa (cfr. M. Zerwick
, A grammatical analysis of the Greek New Testament, PIB, Roma, 1981,
ad.loc.) acentuando la presunción de los judíos de ver. A esta presunción
se refiere al final del v.39: ‘y los que ven se vuelvan ciegos’.
La ceguera en que Jesús piensa, naturalmente no es física, sino que
“se trata de una cerrazón interna del hombre frente a la revelación de
Dios, por orgullo humano y por una falsa autoestima personal: la búsqueda
de la propia gloria. Por eso, en cualquier caso, los ‘ciegos’ son
siempre culpables de su ceguera”. R.
Schnackenburg, Juan...
II, p. 323
[24] Cfr. R. Schnackenburg, Juan... II, p. 301: “En la secuencia de las escenas del interrogatorio se excluye con minuciosidad casi forense cualquier duda sobre la curación, para resaltar la intención del evangelista de presentar la incredulidad como inexcusable (cfr. 15,24)”
[25] B. Maggioni, Il peccato... p.238.
[26] En 15,22 es claro que la condición es la venida y la revelación del Hijo, de manera que debemos entender: ‘pero ahora (que he venido y les he hablado), no tiene excusa...’
[27] Como bien dice R. Schnackenburg: “El ‘pecado’ de los fariseos queda descubierto por su conducta con el ciego de nacimiento: repulsa gratuita, y ajena a toda reflexión, del enviado de Dios, y odio contra él y contra cuantos le confiesen. Este es el pecado, por definición, en el cuarto evangelio.” Juan... II, p.323
[28]
R.
Schnackenburg, Juan...
III, 153.
[29] Cfr. A. Jaubert, Come leggere il Vangelo di Giovanni, Torino, 1978, p.100. Cfr. también J. Ashton, Understanding the Fourth Gospel, Clarendon, Oxford, 1991. p.136: “Se debe observar que cuando él (el autor del ev.) llega a tratar específicamente sobre los enemigos de la comunidad, como lo hace en los discursos de despedida, caps. 14-17, evita la palabra ‘judíos’, substituyéndola por la palabra ko,smoj (mundo) que tiene obviamente una resonancia muy diferente. Ciertamente no hay una distinción rígida entre el significado de los dos términos”
[30]
Los fariseos y los judíos pretendían ser libres, no podían aceptar
ser esclavos: “nunca hemos sido esclavos de nadie” (8,33);
“La conciencia judía de libertad, aunque fundada en motivaciones
religiosas, queda muy lejos de la libertad a que Jesús se refiere.
Con su orgullo y autocomplacencia, los judíos carecen justamente de
la actitud que les haría accesibles al mensaje de libertad de Jesús” R. Schnackenburg,
Juan... II, 262. No podían tampoco reconocer las tinieblas en las
que se encontraban: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?” (9,40)
[31] Cfr. R. Schnackenburg, Juan... II, 285.
[32]
En 15,24
se identifica, como veíamos, el
pecado con el odio a Jesús y al Padre. El v. tiene una construcción
paralelística:
a.
“si no hubiera hecho entre ellos las obras que nadie ha hecho,
b.
no tendrían pecado,
a’
sin embargo ahora las han visto
b’ y nos odian a mí y a mi Padre”
Si el paralelismo se siguiera estrictamente, b’ debería decir: ‘por eso tienen pecado’ o algo similar. Al escribir en su lugar ‘nos odian a mí y a mi Padre’, se está estableciendo la estrecha relación pecado - odio. Este odio a Jesús y al Padre se extiende también a los discípulos que participan de la suerte de Jesús “si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí primero (...) yo os he elegido del mundo , por eso el mundo os odia” (15,18-19)
[33] B. Maggioni, Il peccato... p.238.
[34] En 19,11 se identifica la ‘entrega’ de Jesús con el pecado: ‘El que me ha entregado a ti tiene mayor pecado’. Este ‘entregar’, en Jn está fundamentalmente referido a Judas (6,64.71; 12,4; 13,2.11.21 etc.) sin embargo, en 19,11 el singular es genérico y se referiría a ‘los judíos’ ; Judas intervino en el arresto a Jesús, pero no tomó parte en la entrega a Pilato. Cfr. R. Schnackenburg, Juan... III, p.323; R. Bultmann, The Gospel of John, Westminster Press, Philadelphia, 1971. p. 662-3. Si bien no se habla explícitamente de la ‘entrega’ de Judas como ‘pecado’, pocas dudas caben de la relación que las une. Además, Judas es puesto en el ev. en el ámbito de lo que vimos como pecado: la incredulidad y el diablo (cfr. Jn 6,64.71)
[35]
En el análisis estructural seguimos a Y. Simoens,
La Gloire d’aimer, structures stylistiques et interprétatives dans le
Discours de la Cène (Jn 13-17), PIB, Rome, 1981. pp. 81-104.
A este lo
sigue F.J. Moloney, ‘Structure
and message of John 13;1-38', Australian Bib Rev 34(1986)1-16.
[36] Cfr. J. Tavares de Lima, “Tu serás chamado KEFAS” Estudo exegético sobre Pedro no quarto evangelho, Analecta Gregoriana, 265, Roma, 1994, p. 138-139; cfr. también, R.Bultmann, John, p.462
[37] Structure... p 12.
[38]
Ni siquiera el discípulo ‘a quien Jesús amaba’ se salva de la
ignorancia. En el v. 28 deja
claro que ‘ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía’.
La incomprensión de los discípulos es parte del modelo que nos
presenta Juan: “Los discípulos no entienden las palabras de Jesús sobre
su cuerpo como templo (2,21s); no entienden el alimento de Jesús (4,32-33);
no entienden la relación del pecado con el sufrimiento (9,2); no entienden
la experiencia de muerte (11,11-15) y no entienden el significado de la
entrada en Jerusalén(12,16). Estas
cosas serán claras para ellos más tarde.
Mientras tanto, la falta de entendimiento, no representa una amenaza
a su discipulado”. R.A.
Culpepper, Anatomy of the
Fourth Gospel, A study in literary design, Fortress, Philadelphia, 1987,
pp.117-118.
[39] F.J. Moloney, Structure... p.7-8; el P. Moloney culmina su artículo con palabras fuertes que iluminan también nuestro trabajo: “En la historia joánica del entonces, y en la proclamación del evangelio del hoy, los discípulos están más frecuentemente que raramente marcados por la falta de conocimiento, negaciones y traiciones... pero continúan siendo discípulos, continúan siendo ‘Iglesia’. (...) Cuanto más ‘la Iglesia’ reconozca a su Señor y Dios (ver 20,28 donde está presente el mismo tema) como el único que realmente ama, y como el que continúa amando frente a la falta de conocimiento, traiciones y negaciones, tanto mejor ‘la Iglesia’ va a ser. O, como lo dice el Jesús joánico: Si saben estas cosas, felices son si las hacen (13,17)
[40] Cfr. Y. Simoens, La gloire... p.86
[41] Sin embargo, entrar en la 1ª carta de Juan, sería tema de otro trabajo.