LOS MATERIALES

REVELACIÓN, INSPIRACIÓN, HISTORIA

Hno. Jerónimo Bórmida, ofm.cap.

Semana teológica 1998 ITUMS

Los Materiales Divinos del Espíritu de Dios

La tentación de poner nombres

Yo definiría al hombre[1] como el animal que se pregunta por el nombre de Dios.

Los antropólogos usan diferentes indicadores para determinar cuándo en la escala de la evolución el primate dejó de ser antropoide para convertirse en hombre. El hito más elemental: en los primordios de la hominización aparecen los “artefactos” – la flecha, la lanza, el cuchillo - por lo que el ser emergente modifica la naturaleza a través de su actividad artesanal. La escritura surge en una fase muy superior de la evolución... no quiero abundar, solo intento decir que – a mi entender - en la suprema fase evolutiva, cuando el mono se convierte plenamente en hombre, aparece el culto. El hombre es hombre porque es capaz de reconocer a Dios y adorarlo.

El horizonte ilimitado define a una persona adulta, madura, por más que el hombre convive mal con esta perspectiva insondable y fácilmente se paraliza ante el terror de una historia preñada de un futuro absoluto. El resultado es que, por ingenuidad, comodidad, pragmatismo, o soberbia... o por vocación..., el hombre quiere apoderarse de Dios, quiere eliminar de su horizonte la historia como futuro absoluto para encerrarlo en una definición, en una imagen o un concepto.

Me resulta tierna la ilusión de los patriarcas bíblicos que intentan apoderarse del Nombre de Dios. Parece que es muy arcaica la moderna perspectiva del fin de la historia a través de la posesión, dominio uso y abuso del absoluto innombrable. La respuesta de Dios – habitualmente condescendiente con los honestos - ha sido siempre o evasiva o críptica.

En un pasaje que huele a los sedimentos más arcaicos de la Biblia tropezamos con una lucha cuerpo a cuerpo: Dios pelea con el patriarca Jacob... En el combate Dios no es capaz de vencer al hombre Jacob, por más que éste quede lesionado en la refriega. El relato nos revela que, como Dios es un espíritu nocturno, tiene que implorar a Jacob por su libertad porque se avecina la luz del amanecer. La narración se concluye con un intercambio de nombres: Dios se adueña de Jacob al conocer su nombre y le fija un destino, pero se cierra al pedido del contendiente no vencido. Para Dios, el revelar su nombre hubiera equivalido a pasar a ser una posesión de Jacob.  

Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba.  Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél. Este le dijo: «Suéltame, que ha rayado el alba.» Jacob respondió: «No te suelto hasta que no me hayas bendecido.» Dijo el otro: «¿Cuál es tu nombre?» - «Jacob.» - «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido.» Jacob le preguntó: «Dime por favor tu nombre.» - «¿ Para qué preguntas por mi nombre?» Y le bendijo allí mismo. Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): «He visto a Dios cara a cara, y tengo la vida salva.».[2]

Manóaj y su mujer, padres de Sansón reciben la visita del Ángel de Yahveh. La expresión responde a una etapa más refinada de las teologías del nombre. Dios pasa a actuar, hablar, visitar, mediante intermediarios, pero, a pesar de la manipulación del texto primitivo, es fácil descubrir en la redacción final a un Dios Yahveh que personalmente visita e interviene en la historia de los hombres.

El Angel de Yahveh dijo a Manóaj: «Aunque me obligues a quedarme no probaré tu comida. Pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahveh. » Porque Manóaj no sabía que era el Angel de Yahveh.

Manóaj también siente la pulsión de poseer a Dios, de ser su dueño mediante la apropiación del nombre.  Dios responde con una evasiva: El hombre puede llegar a contemplar el rostro de Dios, pero no puede saber su nombre. La visión de Dios produce la muerte del hombre que es poseído por Dios. Dios nunca se convierte en una de las posesiones del favorecido con la contemplación del rostro divino. Dar a conocer el nombre equivaldría a la “muerte de Dios”..

Manóaj dijo entonces al Angel de Yahveh: «¿Cuál es tu nombre para que, cuando se cumpla tu palabra, te podamos honrar?» El Angel de Yahveh le respondió: «¿Por qué me preguntas el nombre, si es maravilloso?.» Manóaj tomó el cabrito y la oblación y lo ofreció en holocausto, sobre la roca, a Yahveh, que obra maravillas. Manóaj y su mujer estaban mirando. Cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el Angel de Yahveh subía en la llama. Manóaj y su mujer lo estaban viendo y cayeron rostro en tierra. Al desaparecer el Angel de Yahveh de la vista de Manóaj y su mujer, Manóaj se dio cuenta de que era el Angel de Yahveh. Y dijo Manóaj a su mujer: «Seguro que vamos a morir, porque hemos visto a Dios.»[3]

Ante la misión que le es impuesta Moisés urge a Yahveh la revelación de su nombre. Dios le responde con una especie de criptograma.

Respondió: «Yo estaré contigo y esta será para ti la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte. » Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?»  Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que yo soy.» [4] Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros. » Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación. »  «Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: "Se me apareció Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob"[5].

La respuesta divina puede ser entendida de dos modos.

Uno, negativo.       Dios es el-lo que él es y no tiene porqué dar explicaciones a nadie. Nótese que en hebreo se repite idéntico sujeto y predicado de la frase. Yo soy lo que yo soy, yo soy como yo soy. La declaración es un enigma sin respuesta.

Otro, existencial. El verbo hebreo indica más al estar que al ser[6]. Y el tiempo verbal apunta a un presente no acabado. Habría que traducir la expresión como un Yo estoy ahora como estuve con los Padres y como estaré siempre con el pueblo. El nombre de Dios se lo conoce por su actuar en la historia.

Por eso mi pueblo conocerá mi nombre en aquel día y comprenderá que yo soy el que decía: «Aquí estoy. »[7]

No nombrarás

Para entender correctamente y hablar ortodoxamente del actuar del Espíritu Santo tenemos que salvaguardar siempre, sin fisuras y a toda costa, la trascendencia absoluta de su operación divina. Si no queremos frustrar su acción a favor de los hombres, Dios Espíritu Santo tiene que seguir siendo Dios.

¿A quién me podréis asemejar o comparar? ¿A quién me asemejaréis para que seamos parecidos?  Sacan el oro de sus bolsas, pesan la plata en la balanza, y pagan a un orfebre para que les haga un dios, al que adoran y ante el cual se postran.  Se lo cargan al hombro y lo transportan, lo colocan en su sitio y allí se queda. No se mueve de su lugar. Hasta llegan a invocarle, mas no responde, no salva de la angustia.  Recordad esto y sed hombres, tened seso, rebeldes,  recordad lo pasado desde antiguo, pues yo soy Dios y no hay ningún otro, yo soy Dios, no hay otro como yo[8].

La Trinidad es el "lugar” exclusivo del actuar divino del Espíritu divino. La obra del Espíritu de Dios... sólo en el seno de Dios. En el seno de Dios, desde toda la eternidad[9], el Padre pronuncia su Palabra divina y al amor que surge entre ambos eternos se llama Espíritu Santo. Como realidad intradivina, posee los mismos atributos de eternidad, omnipotencia, infinitud... del Padre y del Hijo. Este es el  ámbito donde obra de modo pleno y excelente el Espíritu Santo de Dios. 

No podemos aplicar a la acción “exterior del Espíritu Santo de Dios lo que es propio del interactuar de Dios en sí mismo.

La contemplación de la historia de Dios

Pero Dios ha querido, en acto de infinita gratuidad y libertad, pronunciar su palabra “exterior”. Este designio lo realiza en la historia derramando su Espíritu "hacia fuera de si”. Con temor y temblor podemos balbucear alguna palabra vacilante para explicar este actuar divino en la historia de los hombres. No tenemos derecho de trasladar atributos divinos a esta acción "exterior" dé Dios. Si no distinguimos entre el ámbito intradivino y el ámbito extradivino distorsionamos radicalmente la teología del Espíritu.  Una cosa es hablar de la "circulación vital"[10] en el seno de la Trinidad, y otra discernir la acción de Dios en la historia de los hombres.

Dios ha querido revelarse en su historia cósmica: ha acompañado sin pausas y sin prisas la entera evolución del cosmos, por lo cual la totalidad de la creación se nos revela como la trasparencia de Dios[11]:

Sí, vanos por naturaleza todos los hombres en quienes había ignorancia de Dios y no fueron capaces de conocer por las cosas buenas que se ven a Aquél que es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice... Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez caminan desorientados buscando a Dios y queriéndole hallar. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por conocerlas, y se dejan seducir por lo que ven. ¡Tan bellas se presentan a los ojos!... Si llegaron a adquirir tanta ciencia que les capacitó para indagar el mundo, ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?[12]

Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables[13].

MATERIAL CREATURAL DEL ESPÍRITU DE DIOS

Preparación de los Materiales

Por acción del Espíritu Santo entendemos su modo habitual de obrar en la historia de los hombres en el cosmos. De la trinidad inmanente conocemos poco y mal, aunque esto sea de mucho provecho[14]. Solo sabemos algo de Dios al contemplar con ternura, temor y reverencia, la Trinidad Económica.

Con el término "economía" se designa al modo habitual de obrar de Dios, el comportamiento de Dios en su acción histórica. El Espíritu de Dios realiza el proyecto de Dios en la historia. Para ejecutar el plano y construir la casa el Espíritu prepara los materiales: amasa el barro, hace los ladrillos, planta los árboles, corta la madera.

Las sutiles e ingeniosas divisiones escolásticas entre naturaleza y sobrenaturaleza, entre substancia y accidentes son inimaginables en las teologías bíblicas que atraviesan - horizontal o verticalmente - la Sagrada Escritura. El Amor-Espíritu amasa el universo para que – desde siempre y para siempre - sea materia apta para la comunicación de la vida divina a través de toda la historia.

El Espíritu produce las creaturas gratuita y libérrimamente, pero el montaje del edificio creatural está pensado, desde siempre, para que el Espíritu encuentre en cada cosa del universo material apto para poder obrar en y mediante las creaturas. El Espíritu hace la historia para poder obrar de modo histórico.

El Espíritu y las creaturas

Dios, creándolo todo y conservándolo por su Palabra, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas[15].

En el primer relato del Génesis, se nos revela que “en el principio” la Ruah de Dios empolla el huevo primordial de la Creación preparando los materiales para su gran construcción extratrinitaria. Sobre esa empollación primordial Dios diseña su proyecto. El Espíritu divino prepara los materiales para construir en la historia el diseño ideado por la Trinidad.

Dios dice, hace y ve. El proyecto-palabra es hecho en la vitalidad de la ruah, del soplo vital divino. Dios juzga bueno, muy bueno lo producido por su actuar. El poder de su ruah ha forjado en todas y cada una de las creaturas “espejos”, “improntas”, huellas, marcas, rasgos, trazos de su ser trinitario[16]. Todos los existentes tienen como la “etiqueta” del Espíritu, la marca de fábrica imborrable, perenne.

Dado que la palabra[17] pronunciada por Dios sobre la tierra es fecundada por el viento de Dios que empolla el huevo primordial de toda vida[18], toda otra palabra pronunciada por Dios permanece estéril, sin vida, muere y provoca la muerte sin la acción vivificadora del Espíritu[19]. La primera acción del Espíritu es la del discernimiento: se separa Luz de Tiniebla, seco de mojado. La última realización fue el hombre, “imagen y semejanza”. Todos los materiales son hechos aptos, desde el principio, para la obra del Espíritu a lo largo de la evolución del cosmos.

En el segundo relato Yahveh se presenta como un artesano amasando al hombre y a los animales con el mismo polvo de la tierra. Este polvo fermental es vivificado por el Espíritu divino[20] y así se convierte en material apropiado para la revelación de Dios: el mismo “aliento de vida” es insuflado en el hombre[21] y en los animales[22].

Cantaré a mi Dios un cantar nuevo: ¡Tú eres grande, Señor, eres glorioso, admirable en poder e insuperable!  Sírvante a ti las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas, enviaste tu espíritu y las hizo, y nadie puede resistir tu voz[23].

Para el salmista la vida sana, feliz y perdurable, el culto verdadero es producto el Espíritu santo de Dios.

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, un espíritu firme dentro de mí renueva;

no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu.

Vuélveme la alegría de tu salvación, y en espíritu generoso afiánzame;  enseñaré a los rebeldes tus caminos, y los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación, y aclamará mi lengua tu justicia; abre, Señor, mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.

Pues no te agrada el sacrificio, si ofrezco un holocausto no lo aceptas.  El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias[24].

El hombre sabio, que entiende los misterios de Dios y los misterios de las cosas sabe que toda vida depende del Espíritu Dios[25] porque todo lo que existe sin excepción es habitáculo del Espíritu incorruptible de Dios[26]. El hombre necio, por el contrario, desconoce al Artesano que lo modeló y al Espíritu que le fue infundido: 

Escoria es su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más abyecta que la arcilla su vida,  porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma activa y le infundió un espíritu vivificante.  Piensa que la existencia es un juego de niños y la vida, un lucrativo mercado: Es preciso ganar, dice, por todos los medios, aun malos[27].

Cuando Dios terminó su obra creadora, vio cuanto había hecho, y todo estaba muy bien[28]. En la realidad existente no hay nada que sea malo: la bondad de toda creatura pronunciada por el Padre Dios y animada por su Espíritu es uno de los principios básicos de la cosmovisión bíblica.

¡Alma mía, bendice a Yahveh! ¡Yahveh, Dios mío, qué grande eres! Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como de un manto, tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda, levantas sobre las aguas tus altas moradas; haciendo de las nubes carro tuyo, sobre las alas del viento te deslizas; tomas por mensajeros a los vientos, a las llamas del fuego por ministros[29].

Todo lo creado, sin excepción, es material idóneo para convertirse en piedras vivas, para la construcción de un edificio espiritual[30]. Todo ha sido santificado por la efusión primordial del Espíritu de Dios.

Pedro... sintió hambre y quiso comer... le sobrevino un éxtasis,  y vio los cielos abiertos y que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas.  Dentro de él había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo.  Y una voz le dijo: «Levántate, Pedro, sacrifica y come.»  Pedro contestó: «De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro.»  La voz le dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.»[31]

El Espíritu y María

El Espíritu prepara a María como material superexcelente para su gran obra maestra. La obra extratrinitaria del Espíritu de Dios a los hombres ...es obra de María y se llama Jesús. Fuera de Jesús no hay otra posible Palabra de Dios a los hombres. Jesús fue la primera y la única palabra en la cual y por la cual se pronuncian y se entienden todas la otras palabras de Dios a los hombres. Jesús es la última palabra, la palabra definitiva, de Dios a los hombres. Esa palabra fue incubada por el Espíritu en el seno de María.

La Palabra del Padre eterno tiene una madre humana, como todas las nuestras. Jesús no solamente es íntegramente "obra" del Espíritu de Dios, sino que es también íntegramente "obra" de María, una mujer. En Jesús todo es obra del Espíritu, todo, sin excepción, obra de María. La mujer es madre de Dios. Lo mismo se afirmará de la Sagrada Escritura: todo es obra del hagiógrafo, todo obra del Espíritu. Lo mismo, análogamente, lo afirmo de la historia.

Para entender toda otra palabra de Dios a los hombres, pronunciada en el poder vivificador del Espíritu, hemos de pensar en Jesús el Hijo de Dios e Hijo de María por el poder del Espíritu.

El relato de la anunciación nos presenta a María visitada por Dios mismo[32]. Dios tiene el nombre de Gabriel , la fuerza o el poder de Dios, que es el Espíritu Santo de Dios[33]. Es este Espíritu quien produce el Gran Hecho, el Acontecimiento Supremo[34], de todas la historia, a la luz del cual tienen que ser interpretados todo el devenir de la evolución:..

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra por eso el Hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios[35].

Así también se lo revela El Ángel de Yahveh a José:

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.

El Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo[36].

Al tratar el tema de la inspiración habitualmente se parte de dos o tres citas bíblicas neotestamentarias, pocas y no suficientes para “probar” la inspiración de la Escritura[37]. Nosotros partimos del Hecho por excelencia: la encarnación de la Palabra divina, obra del Don del Espíritu sobre una mujer. 

La obra del Espíritu sobre María, por la cual se engendra Dios y se hace hombre es la obra de Dios por excelencia, palabra en la cual ha de ser entendida toda otra palabra.

Si queremos entender la inspiración de la Escritura, así como si queremos discernir cualquier otra acción de Dios en la historia, tenemos que partir del hecho Jesús, Palabra de Dios en la cual todo tiene razón de ser.  El axioma que rige todo el tratado de la inspiración de la Sagrada Escritura[38] es: la palabra de Dios se hace carne por obra del Espíritu Santo.

El Espíritu y la historia

El Espíritu hace la historia

La obra del Espíritu de Dios es obra de los hombres y se llama historia. Lo que afirmamos de Jesús, lo hemos de afirmar, analógicamente, de toda otra obra de Dios, de toda otra palabra de Dios a los hombres.  Toda obra de Dios es obra del Poder de Dios, del Espíritu de Dios, Don de Dios a los hombres en Cristo. La historia es la activa operación del Espíritu Humano bajo la luz y el poder del Espíritu Santo.

Desde la creación hasta los sacramentos[39]. Dios Padre, según el beneplácito divino, de acuerdo a su designio eterno, ha ido realizando su obra mediante el envío del Espíritu para hacer presente a Cristo: la historia es un progresivo develar el misterio de Dios[40] y el misterio del hombre, que es Cristo entre nosotros[41].

El envío del Espíritu, según el eterno decreto de Dios, es contemporáneo a todos los sucesos de la historia, pero múltiple y diversificado como la misma historia. 

Este es uno de los datos fundamentales de toda la revelación cristiana.  La Sagrada Escritura no es sino la historia leída, reflexionada y vuelta a vivir a la luz de Dios. Los hagiógrafos entendían la historia del Pueblo, en todas sus dimensiones, como obra de Dios.  Yahveh se define como el conductor y el hacedor de la historia del Pueblo, El Espíritu, el Poder de Dios es el que convoca y libera a su pueblo, el que lo conduce a la tierra prometida, el que le entrega a otros pueblos, el que llena de fuerza a los conductores, a los profetas, a los pobres del pueblo.

Todo lo hace Dios, todo lo hace el hombre

Para explicar el fenómeno de la acción de Dios y de la acción del hombre conjugadas en un mismo hecho (la escritura, los sacramentos... ) la teología ha hecho uso de la filosofía, advirtiendo los diferentes tipos de causas que concurren en la producción de un efecto.

La causa “eficiente", o sea la productora directa del acontecimiento, puede a su vez ser "principal" e "instrumental".  En el ejemplo clásico de la escritura el agente principal es el escritor; el instrumental, la pluma, el lápiz y la máquina de escribir.  Pero el hombre no puede ser considerado "como una pluma en manos de Dios" y menos como una máquina de escribir. El hombre podría en todo caso compararse con el escribiente que sentado en una mesa pasa al papel - usando a su vez de otras causas instrumentales (pluma, máquina) - lo que el escritor le dicta.  El secretario puede también, sin acudir al dictado literal, recibir órdenes del responsable del escrito quien le da simplemente el esquema de la carta, el tono de la misma; y el secretario hace todo lo demás, estilo, redacción.  Al final el responsable pone la firma, asume la carta y es considerado “autor" de la misma.  En este caso un cambio de secretario puede ser muy importante.

Retomemos el caso de la Sda. Escritura.  El hombre no es una máquina.  El hombre no es el secretario que se sienta a pasar por escrito lo que el escritor dicta. Es como el secretario a quien el responsable último del escrito le sugiere las ideas, el plan general, y que luego reviste éste de un determinado estilo Es interesante la respuesta y cautivó a muchos teólogos.

Esta manera de explicar el fenómeno de la inspiración parece dejar a salvo la dignidad del hombre y la última responsabilidad de Dios, usando la causa instrumental de modo muy amplio. Pero en realidad destruye la esencia misma del obrar humano. Pasemos el razonamiento de la Escritura y apliquémoslo a los acontecimientos: Dios sería el último responsable de todo lo que sucede en la historia, dándole el hombre apenas la forma, los estilos. Llevando hasta sus últimas consecuencias esta solución puede convertirse en terrible legitimación de las arbitrariedades humanas.

En una explicación satisfactoria tanto Dios como el hombre tienen que ser plenamente autores, cada cual según su propia naturaleza, dirían los escolásticos. El problema de todos los intentos de explicación es que nos proponen a Dios y a los hombres como concurrentes y opositores en el mismo juego y en la misma cancha.  Dios no es un adversario del hombre.  En María Dios asume total e íntegramente el proceso humano de la gestación de un nuevo ser humano.  En el escritor Dios asume íntegramente el proceso humano de gestación de un nuevo escrito.  En la vida del hombre Dios asume íntegramente el proceso humano de gestación de un mundo nuevo.  Asume, no absorbe, como en el misterio de la encarnación.

La diferencia entre el Verbo Encarnado y el hombre consiste en que la naturaleza humana de Jesús es un "instrumento unido" a la divinidad (unión en la persona misma del Verbo), y la naturaleza humana es un "instrumento separado" de la divinidad.  Tal explicación, que parece buena, ha de tener en cuenta que la separación y la unidad tienen que ser mantenidas siempre: Todo lo obra Dios y todo lo obra el hombre, en acción conjunta, inconfundible e inseparable[42].

No podemos confundir nuestras obras con las de Dios: por eso un "escrito" es directamente obra del hombre, indirectamente de Dios, por ser la escritura un fenómeno típicamente humano. La concepción de un Hombre-Dios es totalmente obra de Dios, pues sólo él puede hacer tal cosa, y totalmente obra de María, pues sólo una mujer (no Dios) puede concebir.  Tal es el plan de Dios, gratuitamente elaborado, y al cual gratuitamente somos invitados.

En nuestro obrar hemos de hacer como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios.  Conscientes de que este obrar del Espíritu del Resucitado conduce infaliblemente a la historia por los caminos de Dios, pero también muy avisados en la consideración de nuestro obrar no identificable con el del Espíritu: somos personas diferentes, y no sólo limitados, sino pecadores.

El Espíritu conduce la historia

El Espíritu del Señor desciende sobre los pastores de Israel, haciendo que éstos guíen al Pueblo por los caminos de la liberación y de la tierra[43]. Llevar la "carga" del pueblo, conducir la historia del pueblo hacia la liberación se hace posible mediante el Espíritu de Dios que obra en los pastores.

Si el Pueblo no camina según Dios, y sus pastores se extravían, conduciéndolo por caminos de esclavitud, entonces el Pueblo se acordará de otros tiempos, clamando por el Señor que apartó todos los obstáculos poniendo en medio del Pueblo su Santo Espíritu: "El Espíritu de Yahveh los pastoreó como a la bestia que se lleva al valle.  Así es como condujiste a tu pueblo, haciéndote un nombre glorioso"[44].   La Liberación del Pueblo en sus situaciones concretas de opresión política, social y económica, es la Obra por excelencia de Dios en el Antiguo Testamento. Es la obra del Espíritu de Yahveh que inunda con su fuerza a los Jueces[45].

El Espíritu conduce toda historia

Lo que afirmamos de la Escritura, analógicamente, lo hemos de afirmar, en Cristo, de toda otra palabra de Dios, porque uno es el Padre, uno el Espíritu. Toda la Historia, íntegra, y cada una de sus partes es obra del Espíritu.

El Espíritu Santo conduce la vida pastoral de Jesús[46], y la de sus apóstoles[47], así como había orientado la historia del Pueblo de Israel y de todos los pueblos de la tierra[48]. El Espíritu libera con poder, encamina las acciones de los gobernantes, provee de todos los servicios necesarios al Antiguo y al Nuevo Pueblo de Dios.

El Espíritu visita

A lo largo de la historia del pueblo, en las buenas y en las malas, Dios baja a visitar a sus hijos montado en las alas del viento del Espíritu[49]. Es el viento de Dios el que hace de nuevo habitable la tierra luego del diluvio[50], el que permite al pueblo el paso del mar rojo[51], el que da comer carne al pueblo en el desierto[52]. El Espíritu de Dios nunca abandona al Pueblo.

Tú, en tu inmensa ternura, no los abandonaste en el desierto: la columna de nube no se apartó de ellos, para guiarles de día por la ruta, ni la columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por donde habían de marchar. Tu Espíritu bueno les diste para instruirles, el maná no retiraste de su boca, y para su sed les diste agua[53].

Cuando el pueblo es oprimido y clama a Yahveh, este envía su Espíritu sobre un libertador que lo salva[54]. A los jueces de Israel Yahveh reviste de fuerza para que puedan cumplir su misión liberadora.[55] El arquetipo de la fuerza del Espíritu de Dios que actúa para liberar es Sansón

El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la mano, Sansón despedazó al león como se despedaza un cabrito...

Luego el espíritu de Yahveh le invadió, bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres,...

el espíritu de Yahveh vino sobre él: los cordeles que sujetaban sus brazos fueron como hilos de lino que se queman al fuego y las ligaduras se deshicieron entre sus manos. Encontró una quijada de asno todavía fresca, alargó la mano, la cogió y mató con ella a mil hombres[56].

El Espíritu de Yahveh conduce al pueblo al lugar de su descanso guiando con brazo fuerte a Moisés, separando con poder las aguar del mar y los hace caminar sobre los abismos[57].

El Espíritu libera

El Señor Yahveh actúa con poder a fin de manifestar su amor por los más débiles:  Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas. El poder de Dios abarca todos los hombres y todos los pueblos y es imprevisible, indomable, ingobernable 

¿Quién midió los mares con el cuenco de la mano, y abarcó con su palmo la dimensión de los cielos, metió en un tercio de medida el polvo de la tierra, pesó con la romana los montes, y los cerros con la balanza? ¿Quién abarcó el espíritu de Yahveh, y como consejero suyo le enseñó?  ¿Con quién se aconsejó, quién le explicó y le enseñó la senda de la justicia, y le enseñó la ciencia, y el camino de la inteligencia le mostró?[58].

El Espíritu pastorea

El Espíritu de Yahveh invade a los ungidos para gobernar al Pueblo. La sabiduría de los Reyes consistirá en hacer un buen gobierno en favor del pueblo siguiendo los dictámenes del Espíritu[59]

Estas son las últimas palabras de David: El espíritu de Yahveh habla por mí, su palabra está en mi lengua.  El Dios de Jacob ha hablado, me ha dicho la Roca de Israel. El justo que gobierna a los hombres, que gobierna en el temor de Dios...[60]

Los reyes tienen que escuchar al Espíritu de Dios que baja sobre los profetas, así como el Faraón escuchó a José, poseedor del Espíritu de Dios. José es capaz de aconsejar al Faraón porque posee el Espíritu de Dios[61]:

Vino el espíritu de Yahveh sobre Yajaziel,. y dijo: ¡Atended vosotros, Judá entero y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat! Así os dice Yahveh: No temáis ni os asustéis ante esa gran muchedumbre; porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios.... No tendréis que pelear en esta ocasión. Apostaos y quedaos quietos, y veréis la salvación de Yahveh que vendrá sobre vosotros, oh Judá y Jerusalén. ¡No temáis ni os asustéis! Salid mañana al encuentro de ellos, pues Yahveh estará con vosotros.[62]

El pueblo sueña con un Rey futuro que gobernará según el Espíritu de Yahveh

Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh.  Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.  Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.[63].

El Espíritu distribuye tareas

El Espíritu Santo guía a su pueblo distribuyéndose a lo largo y ancho de la comunidad de los fieles. Los líderes no poseen en exclusiva el Espíritu, tienen obligación de compartirlo.

Yahveh respondió a Moisés: Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que sabes que son ancianos y escribas del pueblo. Llévalos a la Tienda del Encuentro y que estén allí contigo. Yo bajaré a hablar contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo. ... Bajó Yahveh en la Nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu que había en él y se lo dio a los setenta ancianos. Y en cuanto reposó sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo más. Habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad. Reposó también sobre ellos el espíritu, pues aunque no habían salido a la Tienda, eran de los designados. Y profetizaban en el campamento.  Un muchacho corrió a anunciar a Moisés: Eldad y Medad están profetizando en el campamento. Josué, hijo de Nun, que estaba al servicio de Moisés desde su mocedad, respondió y dijo: Mi señor Moisés, prohíbeselo. Le respondió Moisés: ¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Quién me diera que todo el pueblo de Yahveh profetizara porque Yahveh les daba su espíritu![64]

Tanto Eliseo como Juan el Bautista comparte el mismo Espíritu que Elías[65], pero luego de la resurrección, en el tiempo del Espíritu, ya no hay límite alguno para la acción del Espíritu:

Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu[66].

El espíritu obra con multitud de dones

El Espíritu Santo garantiza no solamente los grandes y espectaculares servicios de gobierno y liberación del pueblo, no actúa sólo en las grandes ocasiones de la historia.

El espíritu de sabiduría inunda a todos los artesanos[67], concediéndoles habilidad, pericia y experiencia en toda clase de trabajos. El Espíritu de Dios actúa en el corazón de todos los hombres infundiéndoles habilidad para que hagan todo lo que Dios quiera de ellos[68]:

Yahveh ha designado a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, y le ha llenado del espíritu de Dios, confiriéndole habilidad, pericia y experiencia en toda clase de trabajos, para concebir y realizar proyectos en oro, plata y bronce, para labrar piedras de engaste, tallar la madera y ejecutar cualquier otra labor de artesanía;  él y Oholiab, hijo de Ajisamak de la tribu de Dan, les ha puesto en el corazón el don de enseñar. Les ha llenado de habilidad para toda clase de labores en talla y bordado, en recamado de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino, y en labores de tejidos. Son capaces de ejecutar toda clase de trabajos y de idear proyectos.[69]

También en el Nuevo Pueblo de Dios hay diversidad de dones del Espíritu para asistir a todas las necesidades de la comunidad, siendo todos los dones fruto del mismo Espíritu y por lo tanto dignos y santos por igual:

Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;  a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo.  Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.  Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso?  Y si el oído dijera: Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato?[70]

El Espíritu y la historia de Jesús

La vida de Jesús

El Espíritu Santo es derramado en el mundo por Jesús: desde la cruz, al morir, dando un fuerte grito, exhaló el espíritu. Al final, como consumación de su misión, entrega el Espíritu que había recibido del Padre. El asesinado da la vida al mundo mediante la efusión del Espíritu[71].

Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís[72].

Desde su concepción toda la vida de Jesús está marcada por el Espíritu Santo: su madre, María se encontró encinta por obra del Espíritu Santo[73], descendió sobre ella y con su poder la cubrió con su sombra: el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios[74].

El que fue bautizado en el Espíritu Santo, también en el Espíritu bautizará: vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él.  Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco[75].

Los personajes que rodean a Jesús están inundados por el Espíritu. Zacarías, movido por el Espíritu, sabe que su hijo actuará en la fuerza del Espíritu[76], y profetiza luego lleno del Espíritu[77]. Su esposa Isabel se llena del Espíritu santo ante la presencia de Jesús[78]. Simeón es un hombre iluminado y conducido por el Espíritu[79].

Luego del Bautismo Jesús comienza su actividad pastoral movido por el Espíritu[80], y a lo largo de su vida lo inunda el gozo y la revelación del Espíritu[81].

Jesús nos enseña que el único regalo a pedir al Padre, que el padre infaliblemente concede, es el don del Espíritu[82] y nos promete el Espíritu que llevará a término su misión[83]. Antes de morir insufla el espíritu sobre los discípulos para darles el poder de perdonar los pecados[84] y nos asegura la presencia del Espíritu en los momentos más difíciles de la vida[85].

Jesús propone un tipo de vida que nace y que vive en el Espíritu de Dios. Quien no nace de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu[86]. Es el Espíritu el que da la vida al agua del bautismo y a las palabras de la celebración y de la predicación. Sin el Espíritu son ritos muertos y palabras sin vida[87].

Un logion curioso, atestiguado por los tres sinópticos: el único pecado que no se perdona es la blasfemia contra el Espíritu Santo[88]. No he encontrado explicaciones convincentes acerca del sentido que Jesús le dio a esta expresión, pero sin duda que con ello puso al Espíritu en el centro de la experiencia cristiana.

En la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su glorificación todo es obra del Espíritu:

Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él.[89]

La iglesia de Jesús

Lo mismo sucede en la Iglesia de Jesús. Luego de haber él, al morir, expirado su espíritu de vida sobre el mundo, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, promete la fuerza del Espíritu Santo, que les posibilitará ser sus testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.[90]

Esto se cumple el día de Pentecostés, cuando se labra el acta fundacional de la Iglesia.

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.  De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse[91].

Todos los bautizados reciben el don del Espíritu santo[92]:

Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo[93].

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Efeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe? Ellos contestaron: Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres[94].

Hablan los apóstoles llenos del Espíritu[95], los ministros son elegidos porque la comunidad los descubre llenos del Espíritu[96], que se derrama generoso en las reuniones de la comunidad, dándole consolación[97], valentía para predicar y coraje para vivir una nueva y admirable vida:

Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía. La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad[98].

El Espíritu santo, que sopla donde y hacia donde quiere[99]. Desciende sobre Saulo el perseguidor de la Iglesia[100] y – sin que la iglesia lo establezca- decide soberanamente descender sobre los paganos, no pertenecientes al pueblo de la promesa de Abraham.

Había empezado yo a hablar cuando cayó sobre ellos el Espíritu Santo, como al principio había caído sobre nosotros.  Me acordé entonces de aquellas palabras que dijo el Señor: Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios? Al oír esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: Así pues, también a los gentiles les ha dado Dios la conversión que lleva a la vida.[101]

El Espíritu Santo fundamenta los discernimientos de la iglesia[102] ; decide quiénes han de ser sus enviados[103], deja paso o impide los viajes apostólicos[104], previene a los apóstoles los sucesos o insucesos de la misión[105].

Mentir a la comunidad[106], y resistirse a la predicación apostólica[107], es mentir y resistirse al Espíritu Santo.

Cuando, en desacuerdo entre sí mismos, ya se marchaban, Pablo dijo esta sola cosa: Con razón habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías: Ve a encontrar a este pueblo y dile: Escucharéis bien, pero no entenderéis, miraréis bien, pero no veréis.[108]

La iglesia postapostólica tiene que continuar la misión encomendada por el Espíritu. El Espíritu guía y asiste a la iglesia de todos los tiempos[109].

LA REVELACIÓN

La revelación: comunicación de la vida divina por obra del Espíritu

La revelación  no es ni solo ni fundamentalmente comunicación de una serie de doctrinas, ideas, teorías, verdades o conocimientos. La fe no consiste en una serie de creencias que el hombre tiene que aceptar con humildad de creatura, sabiendo que Dios, la suprema sabiduría, no se engaña ni puede engañar[110]. La revelación cristiana no consiste en la comunicación de una serie de conceptos que estaban fuera del alcance del hombre y que el hombre no podía alcanzar por sí solo sin la ayuda divina. Dios no se reduce a su Ser-Verdad-Supremo, y su proyecto no se centra en un benigno poner a disposición de la inteligencia creatural algún sistema de verdades esotéricas.

La revelación de Dios consiste en que él, sin ningún otro motivo que su propio beneplácito, quiso autocomunicarse, darse a sí mismo al hombre como amigo y darle a conocer que su proyecto es hacerlo partícipe de su misma naturaleza. La Revelación se define como la autocomunicación gratuita y libre de la vida de Dios al hombre.

Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad[111]: por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina [112].En esta revelación, Dios invisible[113], movido de amor, habla a los hombres como amigos [114], trata con ellos [115], para invitarlos y recibirlos en su compañía. Cristo es mediador y plenitud de toda la revelación[116].

La revelación-vida de Dios[117]  va creciendo a lo largo de todo el proceso evolutivo del cosmos y posteriormente a través de la historia del hombre, y luego en la historia de la Iglesia, que es la semilla[118], la señal y el instrumento[119], de este crecimiento. 

La moción del Espíritu Santo permite a los fieles – si son dóciles al Espíritu - percibir, discernir, reconocer este proceso de autocomunicación divina, uno y diverso, en la historia. Solo que no podemos olvidar que también la docilidad al Espíritu en la fe es  fruto de la asistencia del Espíritu Santo[120].

En primer lugar quiero afirmar nuevamente lo que para mí es el principio de toda salud física, síquica y espiritual. Toda buena ecología interior parte de la conciencia explícita del hecho de que hay una revelación intradivina de la cual apenas podemos  balbucear nada. La Palabra de Dios, (vida de Dios, ser de Dios), que es Dios mismo, sólo se puede dar y recibir, revelar y conocer plenamente en el seno, en la intimidad de Dios.  La interioridad de Dios, la vida intratrinitaria es el lugar de la entrega de La Palabra. Sola y únicamente. Repito lo que afirmaba antes, al  hablar de la acción divina del Espíritu de Dios.

Cuando hablamos de Revelación como obra del Espíritu, nos colocamos en la acción “exterior” de Dios, nos referimos a Dios que ha entregado su vida a los hombres en la vida de Jesús el hijo de María. Jesús, a su vez, ha entregado la vida del Padre a sus hermanos mediante la entrega de su propia vida. La sigue hoy entregando mediante los sacramentos, la palabra y la acción de sus fieles. Esta es la tradición de la palabra-vida de Dios a los hombres.  Toda otra entrega de vida, toda vida sobre la tierra a través de toda la historia de los hombres, adquiere sentido en esta vida del Hijo de Dios que recibió la vida de María. 

La revelación de Dios es la vida de Dios que hace María de lo que ha gestado por obra del Espíritu, en su propio seno, con su propia carne y sangre humanas.

La historia es el material que usa el Espíritu para ir revelando, transmitiendo la vida de Dios a los hombres, por el simple hecho de que la historia es el lugar en el cual los hombres van transmitiendo su vida a otros hombres.  Vida que no es sólo físico-biológica, que implica todo lo que el hombre es y lo que el hombre va gestando.

La tradición de la revelación-palabra-vida de Dios a los hombres en Cristo,  es la entrega de la vida de Cristo a través de la historia del hombre en el cosmos. La revelación cristiana obrada por el Espíritu es la progresiva entrega de la vida de Dios a los hombres en la historia de los hombres.

La historia de los hombres tiene un origen y un fin: La Palabra del Padre y de María por quien y en quien fueron hechas todas las cosas y sin la cual nada ha sido hecho de todo cuanto existe[121]. La humanidad entera integrada al cosmos es el Cristo total, cabeza y miembros[122], y la evolución es - a los ojos de la fe en Cristo - un largo camino de maduración del hombre[123] por el simple hecho que Dios Padre quiso - libre y gratuitamente - hacer residir en la corporeidad de Cristo toda la plenitud humana y divina[124].

Nosotros todos somos sus miembros y caminamos con él hacia nuestra plenitud[125], hasta que todos lleguemos a la mayoría de edad en Cristo[126] y el Padre se haya hecho todo en todos[127]; hasta que la vida entregada en el proceso histórico de autocomunicación de Dios llegue a su plenitud y podamos conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento[128], conformando una sociedad sin discriminaciones de razas, edades y sexos, porque Cristo es todo en todos[129].

La tradición de la vida de Dios fluye no solamente por el alma de los hombres sino por su entera corporeidad y por todo el universo:

Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos  de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo en este devenir hacia la vida plena donde no haya ya más ni dolor ni enfermedad ni muerte[130].

La tradición culmina en la historia cuando “ellos serán su pueblo y él Dios-con-ellos, será su Dios,  y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado[131].

Poner cambio o mutación real en el Logos eterno de Dios tendría que parecernos tan horriblemente blasfemo como poner límites fijos, absolutos, inmutables... a la vida entregada por el Padre en Jesús. La tradición es camino, es tiempo, es espera, es maduración. Hay que dejar que María lo conciba, que lo de a luz cuando llegue el tiempo oportuno; que sea feto en el vientre de su madre los meses necesarios; que nazca, y que se comporte como un recién nacido; que aprenda a hablar y a caminar; que aprenda a rezar, a trabajar... a morir y a resucitar.

El Espíritu Mayeuta[132] interpreta la vida para que sea revelación.

La historia que es obra de Dios se convierte formalmente en "palabra" cuando se hace inteligible, cuando tiene un significado preciso.  No sólo la historia es liberadora por la acción del Espíritu sobre los guías y jefes del pueblo, sino que libera especialmente al ser interpretada y proyectada al futuro por la acción del Espíritu en los profetas. El profeta es el que tiene el don de entender a la luz de Dios la historia de los hombres. "La profecía no fue proferida en tiempos pasados por humana voluntad, antes bien, movidos por el Espíritu Santo hablaron los hombres de Dios[133].

La liberación definitiva de los últimos tiempos estará marcada por el Espíritu del Señor que descenderá sobre el Ungido, el Mesías Liberador[134]. Esta afirmación se cumple en Jesús[135]: no sólo su concepción virginal es obra del Espíritu, sino que toda su vida estará marcada por su acción[136]:

Los Apóstoles  que anunciaban a Jesús como el libertador ya presente en medio del Pueblo lo hacen movidos por el Espíritu Santo[137].  La comunidad cristiana, cuerpo de Cristo,  se sabe de tal manera inundada del Espíritu que no vacila en decir, por medio de sus apóstoles y presbíteros:  "nos pareció al Espíritu y a nosotros"[138]. Jesús había dicho que el Espíritu del Padre conduciría a su comunidad a la plenitud de la Verdad, instruyéndola sobre sus palabras[139]. El Poder de Dios, que es el Espíritu de Dios, así como resucitó a Jesús, así dará nueva vida a nuestros cuerpos mortales.

Dentro de toda esta amplísima gama de obras del Espíritu es que hay que entender la fijación por escrito de la historia del pueblo antiguo y nuevo, interpretada según Dios.  Es cierto que algunos textos señalan que Dios manda escribir[140], pero la acción del Espíritu, lejos de limitarse a la Sagrada Escritura, recubre toda la historia del Pueblo. Por esa razón, por ser obra de un pueblo inspirado es que toda Escritura Santa es también divinamente inspirada[141].

La mediación de Cristo se da mediante la operación del Espíritu. La persona y la obra de Cristo, el ser y la acción de su cuerpo la iglesia, el devenir del hombre en el cosmos, son totalmente incomprensibles fuera de la acción del Espíritu.

LA INSPIRACIÓN

La revelación comunica la vida divina por ser obra del Espíritu Santo. Es él el agente inspirador, vivificador, excitante.

El Vaticano Iº retomando una declaración del Concilio de Trento[142] declara que los libros de la Biblia, todos, íntegros y cada una de sus partes la Iglesia los tiene por sagrados y canónicos, no porque compuestos por sola industria humana, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque contengan la revelación sin error ; sino porque escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido entregados a la misma Iglesia[143].

El Vaticano II° dice que las verdades reveladas por Dios, se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura[144]: Dicho de otro modo, la Sagrada Escritura no es el único “lugar” donde se contiene y manifiesta la revelación de Dios. Las “verdades” de Dios también las encontramos en la historia de la comunidad creyente y están latiendo en las semillas del Verbo inclusive fuera de la revelación bíblica[145].

Tanto los libros como la historia, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Los libros y los acontecimientos, enteros y con todas sus partes, bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales han sido entregados a la misma Iglesia.  Claro que tanto en la redacción de los libros sagrados, como en la ejecución de los hechos de la historia Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos[146], son verdaderos autores de ideas, escritos y acontecimientos, haciendo todo y sólo lo que El quiso y quiere[147].

El cristianismo no es una “religión del libro” y la fuente de la revelación es una y única, la Trinidad Santa. De esta única fuente mana la verdad de Dios de muchos manantiales y fluye luego por múltiples canales. La Escritura “contiene y manifiesta” de modo muy especial estas verdades reveladas por Dios.

La experiencia de fe de la comunidad parte experiencias de encuentro con Dios, de hechos que son primero vividos, después celebrados y en último lugar escritos. Todo el proceso es obra de la acción del Espíritu Santo. En todo este proceso, obra del Espíritu, poco a poco, se va revelando el ser y el querer de Dios. No es lo mismo, pues, “revelación” e  “inspiración”.

En el proceso de fijación escrita de la tradición de la comunidad creyente nos encontramos con una selección lenta y paulatina. De la relativamente abundante elaboración de escritos que han tenido importancia para la comunidad, algunos han sido tenidos como santos. Es interesante recordar que el santo (kadosh $wDfq) en la Biblia es lo separado, lo puesto aparte, lo distinto. Dios es el tres veces santo, el absolutamente diferente. La cualidad de santidad atribuida por la comunidad creyente a algunos escritos, establece la diferencia entre ellos y otros análogos, a veces muy parecidos.

Uno son conservados como “canónicos”, es decir normativos para la fe y la  vida de la comunidad de los fieles. Otros, a veces muy edificantes y bellos, no reciben este calificativo.... En este discernimiento juega el rol determinante la acción del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que hace escribir permite luego reconocer su obra.

Esta acción del Espíritu tiene que ser atribuida tanto a los libros del Nuevo como a los del Antiguo Testamento. No solamente son inspirados algunos de los libros y otros no. No podemos afirmar la inspiración para algunas de las partes y para otras no. Todos los libros, enteros, son frutos de la obra del Espíritu Santo.

No estamos ante un fenómeno selectivo. No son palabra de Dios solamente los pasajes más o menos piadosos o religiosos, los de alta "inspiración" poética o mística. Son palabra de Dios las aburridas genealogías, los "errores" históricos, geográficos, y hasta teológicos. La inspiración abarca todos los libros y cada una de sus partes, sin excepción. Tenemos que aceptar que Dios mismo es el responsable, el "autor" de aquellos pasajes que nos parecen tan poco coherentes con la santidad de Dios. 

Los hombres no son instrumento pasivo o inanimado en manos de Dios, al estilo de un grabador o una hoja en blanco que recibe el mensaje sin  modificarlos profundamente. Si fuera así el instrumento humano apenas ofrecería los condicionamientos propios de un material específico: no es lo mismo una grabación que una hoja escrita. Dos vehículos dan una forma diversa al mismo mensaje.

El hombre es verdadero “autor”, tanto de la obra escrita como del devenir histórico. A pesar de la verdadera corresponsabilidad divino-humana en toda autocomunicación de Dios al hombre, desde la encarnación hasta los escritos sagrados, pasando por los oráculos y gestos proféticos y las gestas libertadoras de Dios en la historia, en todos se realiza “todo y sólo lo que él quiere”.

Análogamente podemos hablar de la historia: En el proceso de “canonización” de algunos hechos que se convierten en mojones interpretativos para toda la historia nos encontramos con una selección lenta y paulatina. De la infinita realidad hay algunas que han tenido importancia para la comunidad, algunos hechos han sido tenidos como santos. Algunos han sido kadosh $wDfq, separados,  distintos. La cualidad de santidad atribuida a algunos hechos, establece la diferencia entre ellos y otros a veces muy parecidos. Uno serán “canónicos”, es decir normativos para la fe y la  vida de la comunidad, otros, con los mismo méritos,  no reconocidos como tales.... En este discernimiento juega el rol determinante la acción del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que hace obrar permite luego reconocer su obra.

Esta acción del Espíritu tiene que ser atribuida tanto a la historia de la iglesia como la de los pueblos – sin distinción de credos o razas. No podemos afirmar una inspiración histórica selectiva.

Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible.  Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina.  En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual[148].

No son palabra de Dios solamente los hechos piadosos o religiosos, lo son también los "errores" históricos: tenemos que aceptar que Dios mismo es el responsable, el "autor" de aquellos pasajes que nos parecen tan poco coherentes con la santidad de Dios.  Porque los hombres no son instrumento pasivo o inanimado en manos de Dios: es verdadero “autor” de la historia. No hay hechos mudos, por más que en gran parte se nos escape su significado. A pesar de todo en la historia se realiza “todo y sólo lo que él quiere”.

Los cristianos reconocemos en unos escritos y hechos humanos una muy rara propiedad. Decimos que son "palabra de Dios", son "escritos o hechos por Dios". Afirmamos una muy peculiar acción de Dios en una serie de escritos y acontecimientos de una increíble variedad y de muy distinto valor literario e histórico y de épocas muy distintas.

Si la Biblia fuera una de las obras maestras de la literatura universal no habría ningún problema. Pero, según nuestra fe, la fe de la Iglesia, al final de todo este proceso humano no tenemos palabras de hombres, sino palabra de Dios. Además afirmamos que de la aceptación o rechazo de estos libros depende el futuro feliz del hombre en la tierra y la vida eterna. A este fenómeno original le llamamos inspiración.

Tampoco es motivo determinante la verdad, la santidad, la historicidad del contenido. Podremos encontrar otros libros contemporáneos tan santos y correctos como los elencados[149] y no por eso son inspirados en el sentido estricto del término. El autor de la Biblia es el mismo Dios, quien ha entregado este tesoro a la Iglesia[150]. Las mismas interrogantes – o peores – podemos formular en relación a la historia.

El discernimiento de la obra del Espíritu en la Historia

La lectura atenta de la Sagrada Escritura y la contemplación comprometida de la historia ofrecen un cúmulo tal de dificultades a la doctrina de la inspiración divina que los cristianos no siempre han sabido dar explicaciones convincentes.  Una salida siempre fácil es la de separar las cosas que vienen solamente de Dios y las que pertenecen sólo a los hombres. El dualismo fue y es una solución seductora. Todo se aclara cuando dividimos el mundo en buenos y malos, en blanco y negro, en lo que es de Dios y lo que es contrario. El dualismo tiene la capacidad de dar respuestas claras a preguntas oscuras[151]. El exegeta católico no tiene derecho a hacer cortes ni horizontales ni transversales en la Escritura[152].  Si el camino esta cerrado para cualquier hipótesis dualista, entonces hay que abrir algún sendero por la línea de la integración.

Recuerdo que lo que decimos de la Biblia hemos de afirmarlo también, análogamente, de la historia, de toda la historia.

Dos criterios básicos en el discernimiento de la obra del Espíritu. El primero lo formula Pío XII: la  revelación bíblica solo puede ser entendida con el mismo Espíritu en el cual fue escrita, esto quiere  decir que el único hermeneuta es el Espíritu de Jesús[153].  La Divino Afflante formula la gran regla de toda exégesis Bíblica, el axioma que fundamenta toda la doctrina del Vaticano II, porque es el paradigma fundante de toda vida cristiana. Se  trata del principio de la analogía con el Verbo Encarnado:

A la manera como el Verbo substancial de Dios se hizo en todo semejante a los hombres, menos en el pecado (Heb. 4,15), así las palabras de Dios, expresadas por lenguas humanas, se han hecho en todo semejantes al humano lenguaje, menos en el error.

El segundo criterio es la “Receptio”, el reconocimiento de la obra del Espíritu por el pueblo que guía el Espíritu. Tanto la historia como los libros han sido hecho bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia.... Esto quiere decir que Dios entrega a su iglesia unos libros escritos o uno hechos realizados bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Estos son inspirados no porque obtienen el reconocimiento de la iglesia. Los libros no son inspirados con posterioridad a su admisión en el canon[154]. La iglesia los integra al elenco de libros normativos porque eran inspirados. La inspiración es previa al reconocimiento y la recepción supone la inspiración previa.

La aceptación del pueblo no es lo que produce la inspiración, pero la recepción es un efecto causado por el Espíritu. Si el pueblo no recibe al escrito quiere decir que en él no hay inspiración. Estas afirmaciones se aplican tanto a la acción del Espíritu sobre la Iglesia y en especial sobre la infalibilidad del Papa, como a la praxis histórica.

Las definiciones infalibles del Papa y del Magisterio solemne no son infalibles porque son recibidas y aprobabas por la iglesia. Son irreformables “por sí mismas [155], es decir porque, análogamente a los escritos bíblicos, son fruto de la moción del Espíritu. No se excluye la aprobación del pueblo, sino que se dice que ésta no es la causa de la infalibilidad. Si la declaración del magisterio es obra del Espíritu, el mismo Espíritu hará que el pueblo inspirado las acepte.

La praxis cristiana es obra del Espíritu no porque se la reconoce como tal, pero el reconocimiento de una praxis como espiritual es consecuencia lógica de la acción omniabarcante y omnipresente del Espíritu.

·       El Pueblo inspirado acepta como inspirados los libros escritos, los hechos realizados, las creencias formuladas, bajo la moción del Espíritu.

·       La aceptación del pueblo no es lo que produce la inspiración.

·       El pueblo solo “reconoce”  un efecto causado por el Espíritu.

·       Si el pueblo no reconoce quiere decir que en el escrito, en el hecho o en la creencia,  no hay inspiración.

La sacralidad del escrito, hecho o creencia, no proviene de  una posterior aprobación de la comunidad de los fieles. No son inspirados porque han sido aprobados por la Iglesia: la inspiración no es una cualidad que les adviene a una serie de textos escritos como una consecuencia de la aprobación, lógica y cronológicamente ulterior al proceso de acción-reflexión-escritura. La Iglesia, guiada, iluminada por el mismo Espíritu reconoce sobre una serie de hecho humanos la acción anterior del Espíritu.

Por otra parte, el rol del magisterio del papa y los obispos no proviene de un carisma individual y exclusivo. Ellos también son creyentes en Cristo, quienes, todos y cada uno, han recibido la “unción del Santo”, y por lo tanto poseen el carisma cierto de la infalibilidad en su confesión de fe:

El pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo....  La universalidad de los fieles que tiene la unción del Santo (cf.  1Jn.  2,20 - 17) no puede fallar en su creencia, y ejerce ésta su peculiar propiedad mediante el sentimiento sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando “desde el Obispo hasta los últimos fieles seglares” manifiestan el asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres.

Con ese sentido de la fe que el Espíritu Santo mueve y sostiene, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf.  1Tes.  2,13), se adhiere indefectiblemente a la fe dada de una vez para siempre a los santos (cf.  Jud.  3), penetra profundamente con rectitud de juicio y la aplica más íntegramente en la vida[156].

El Espíritu, paradigma de un nuevo pensar teológico

Cuando el Espíritu se convierte en paradigma del quehacer teológico cambia radicalmente el discurso, no solo los matices. La Revelación deja de ser pensada como una aceptación pasiva de una acción benévola y descendente de la divinidad, para concebirse como un descubrimiento activo del Espíritu Humano bajo la luz del Espíritu Santo[157]. La acción de los hombres que escribieron bajo la moción del Espíritu goza de las mismas garantías de "autonomía" legítima que todas las demás acciones humanas [158]. Un principio hermenéutico que no habrá que olvidar.

Considerada bajo esta luz la inspiración escrituristica deja de ser el carisma de un aislado que trabaja con lo absoluto y vuelca en el papel unas "verdades" que le han sido transmitidas, comunicadas al oído, por "dictado". La inspiración es todo el obrar del Espíritu que llega a un Pueblo para hacerlo Pueblo y para hacerlo Libre que se derrama sobre sus pastores y profetas. La inspiración escrituraria es un momento, privilegiado si se quiere, de un largo impulso del Espíritu, forjador de la aventura divino - humana de un Pueblo.

Esta aventura tiene su origen y su culminación en el don total del Espíritu por el Padre sobre una de las mujeres del Pueblo llamada María, para que en ella fuese realidad Jesús, la gran obra del Padre.  Como esto lo sabemos solamente por las escrituras, estas son el momento privilegiado que nos permite llegar a esta aventura de Dios - con - nosotros.  Para que la voz del Padre, por el don del Espíritu,  y que es el Hijo, llegue hasta los últimos confines de la tierra y a los hombres de todos los tiempos, y llegue viva y vivificante.  Por las escrituras cada hombre puede reiterar la experiencia del Espíritu sobre María.

La Escritura deja de ser así una serie de verdades aseguradas por la Verdad Absoluta. Es el Libro de un Pueblo, el Pueblo de los Santos, el Libro familiar. En sus archivos siempre frescos Dios sigue actuando e interpelando a sus Hijos.  La Biblia es el Libro del Pueblo Elegido[159].

·       La inspiración de la Sagrada Escritura solamente puede ser comprendida dentro de la acción inspiradora global del Espíritu Santo. La Escritura es inspirada porque la historia es inspirada.

·       El Espíritu Santo obra por hombres y de modo humano. La creación es obra del Espíritu de Cristo en quien fueron hechas todas las cosas, y sin el cual nada fue hecho, y en el cual subsisten todas las cosas.

·       Aceptar al Espíritu y entender su obra implica saber respetar y discernir[160] las leyes propias del universo. Pero solamente el Espíritu da la posibilidad de comprender la creación como “palabra” del Padre.

·       La historia del Pueblo elegido es obra del Espíritu. Si quiero entender la “Historia Sagrada”', no hay que buscar leyes de evolución histórica especiales, sino recurrir a las comunes a los otros pueblos.  Necesito de todas las ciencias "humanas" para poder acceder a la historia de Israel.  Pero esta historia no se convierte en "palabra" del Padre sin la iluminación del Espíritu.

·       La historia de la Iglesia[161] no es una excepción a la historia de los diferentes pueblos y culturas y épocas de los hombres que la conforman.  Es obra de hombres. No se puede entender un Concilio sin el contexto cultural, económico y socio - político que lo genera. Un dogma de fe no es inteligible sino como cultura. Los ritos sacramentales son apenas "ritos" muy profundamente insertos en la experiencia de la humanidad.  Pero si no nos abrimos a la fuerza del Espíritu, que nos da dulzura en el entender, no podremos jamás captar los profundidades de la sabiduría de Dios manifestándose en los acontecimientos.

·       Lo que afirmamos de la revelación bíblica y escrituraria lo aplicamos a la historia de los hombres en general, de la iglesia en particular.  Si bien el Apocalipsis nos revela que también existen irrupciones violentas de Dios en la historia de los pueblos, es decir que la historia no es un línea recta y ascendente, sino quebrada y llena de sorpresas, la manera habitual del obrar divino es mucho más acompasada a la cotidianidad humana, más lenta y más suave.  Cuando vemos derrumbarse un imperio, cuando los poderes inexpugnables de este mundo ven rotos sus pies de barro, el estrépito de la caída arrastra a muchos y nos asusta.  Fácilmente creemos ver allí la manifestación del Espíritu.  Pero el Espíritu obra tranquilamente en los acontecimientos cotidianos, a través de la historia, larga y gris de todos los días. 

·       Un criterio de autenticidad del Espíritu es la historicidad de las coordenadas culturales del Escrito Sagrado. Los anatemas, la falta de fe en la otra vida... son garantía de inspiración porque corresponden a la dinámica de crecimiento del Pueblo, del mismo modo que Jesús, Dios - Hombre, nace, crece, duda, muere. María tuvo que esperar el tiempo normal del embarazo y Jesús tuvo que esperar que llegara su hora[162].

El poder del Espíritu actúa siempre en el obrar del hombre, pero nunca se confunde con él.

El poder de Dios, paradigma dinámico del pensar teológico

No se cómo expresar mejor lo que quiero decir que con este texto de Tehillard.

Tiende a aparecer en todo nivel (países, familia, credos, profesiones) como dos tipos humanos, más y más marcados e irreductibles: de una parte, el hombre que cree y de otra el que no cree en el progreso.  De este punto de vista, la vieja oposición marxista entre productores y consumidores ha pasado de moda o por lo menos no era sino una aproximación mal ubicada.  Lo que finalmente tiende a separar a los hombres de hoy en dos campos, no es una clase, sino un espíritu: el espíritu de movimiento. Aquí los que ven al mundo como una mansión confortable, y allá los que no lo pueden concebir sino como una máquina de progreso, o mejor como un organismo en progreso.  En los primeros el "espíritu burgués" en su misma esencia; en los segundos los verdaderos obreros de la tierra, aquellos de los que se podrá predecir, que sin violencia ni odio, sino por puro efecto de dominación biológica, serán en el mañana el género humano.

Una sociedad bien prudente, donde cada uno viviera cómodamente y sin pena en los cuadros definitivamente fijados; un mundo tranquilamente en reposo; son positivamente incompatibles con nuestro universo en marcha, sin contar que son generadores de un aburrimiento mortal.  Infaliblemente, en cada caso, aquello que nos parecía antaño lo más inmóvil, y lo más estable, se descubre a nuestros ojos como lo más irresistible y fundamentalmente moviente.

Alrededor nuestro, en la masa humana, todo no se agita solamente en desorden, como en un gas, sino que se mueve, como en un ser viviente. Así mirada, la historia humana se desarrollaría enteramente en el intervalo entre dos puntos críticos: un primer punto, inferior  y elemental, y un segundo punto, superior y noosférico, de reflexión.

La Evolución es una condición general a la cual deben ajustarse y satisfacer, para ser pensables y verdaderas, todas las teorías y todas las hipótesis, todos los sistemas. Una luz esclarecedora de todos los hechos..."[163]

Tenemos que repensar toda la teología, pasando de categorías estáticas a paradigmas dinámicos. En este sentido, algunas ideas claves podrían formularse como sigue:

·       El primer criterio de verdadera transmisión de la vida de Dios en Cristo por obra del Espíritu es el cambio; o sea la dimensión histórica de la inspiración.

·       El cristiano y el teólogo cristiano han de encontrar en la historia del hombre en el cosmos un "lugar teológico" en el sentido estricto del término.

·       No creo necesario volver sobre lo dicho ya: la verdad de Dios no es la verdad humana.

·       La verdad asegurada por el Espíritu es esencialmente dinámica, es "tendencia".  Dinámica que tiene una profunda coherencia interna.  Dinámica qué no puede contradecirse a cada paso: es uno el Espíritu que obra.  Un dogma de fe no podrá contradecir otro dogma: pero un dogma tendrá que ser necesariamente complementado por otro. “El artículo de fe (= dogma) es una percepción de la verdad divina, que tiende hacia ella, según afirma Isidoro de Sevilla.  La percepción que nosotros podemos hacer la realizamos haciendo distinciones: porque lo que es Uno en Dios, se multiplica en nuestra inteligencia[164]."

·       La verdad asegurada está siempre situada en un contexto histórico que comprende hombres, lugares, climas, culturas, tiempos.  De un hombre, ser histórico que comprende de modo histórico su propia historia, situado en un proceso de dominio, nunca acabado.

·       El Espíritu Santo nos asegura una verdad que es siempre relativa. Relativa en cuanto opuesta a absoluta.  Relativa en cuanto histórica.  Relativa en cuanto relacionada a todo el plan de Dios[165].

·       La misma escatología tiene que ser reformulada dentro de este nuevo horizonte. La otra vida sigue siendo vida. Sin nuestras categorías de tiempo y de espacio, pero sujetas a un tipo de proceso vital, de crecimiento, de novedad. Cuando nos morimos no nos encontramos con El Amor, sino con El Amante.

El poder de Dios es debilidad de la cruz

Aquí uno de los criterios fundamentales[166]. Jesús reprende a sus discípulos que sugieren hacer llover fuego del cielo (símbolo del Espíritu) para aplastar a lo rebeldes[167].  También hoy los discípulos del crucificado quisiéramos quedarnos gozando de la luz fulgurante del Tabor, y tener ya, ahora y conjuntamente, todo poder, todo saber.

En lugar de aplastar, Cristo es aplastado[168].  En lugar del "saber" de este mundo la locura de la Cruz.  La pobreza radical de las bienaventuranzas, que nos hace conscientes de nuestros pecados, de nuestras indigencias, que nos abre a la acción y al pensamiento de los otros, que evita que abandonemos la comunidad, es condición para que el poder de Dios actúe en nosotros y por nosotros[169].

Nuestra teología no ha de ser una espada para matar adversarios o un cañón para destruir sus argumentos: ha de ser contemplación humilde y gozosa de la acción del Espíritu que nos ha hecho conscientes de nuestra pobreza y de la necesidad que tenemos de la verdad, santidad, justicia que Él obra en los corazones de los hombres y en el corazón de la historia humana, por más que los hacedores de los acontecimientos no pertenezcan a nuestro grupo de amigos[170].

Sin duda que padecemos de cierta imposibilidad de discernir la acción del Espíritu en momentos adversos de la humanidad: hambre, miseria, violación de los derechos humanos más elementales... no parecen compatibles con el Espíritu que da vida y renueva todas las cosas. Tres niveles de intelección.

1)   La acción del Espíritu es omnipresente.

2)   En muchas ocasiones nos enfrentamos al hombre que se resiste, se niega al Espíritu y produce muerte.

3)   Por fin, nuestra falta de pobreza bienaventurada nos impide entender la acción del Espíritu de Jesús Crucificado: no nos imaginamos siquiera que el Espíritu pueda obrar por caminos distintos que los nuestros, sin poder, sin gloria, sin estruendos. Si caminamos con el Espíritu, sepamos que el camino pasa por la cruz y por el huerto. El Espíritu obra por medios pobres. La omnipotencia del Espíritu es la impotencia de la Cruz.


 

[1]           Voy a usar el término “hombre”, consciente de su rechazo como vocablo propio de una cultura machista. Por hombre entiendo lo que se entiendo en castellano: ser humano, varón y mujer. Si empleara otros circunloquios, persona, ser humano.... el lenguaje me suena recargado. 

[2]           Gen. 32, 25-31

[3]           Juec. 13. 16-22,

[4]           yo soy lo que –como, el que- yo soy.... yo estoy como estoy, yo soy mi misma explkicación y a nadie doy razón de mi actual.

[5]           Ex. 3,11-17

[6]           Los LXX traducen e)gw¯ ei¹mi o( wÓn. Yo soy el ser

[7]           Is  52, 3-6. Es uno de los grandes temas de Ezequiel: entonces sabrán que Yo soy: Ex 6. 7.11, 7, 25; 12, 13 ...  Sabrán que Yo estoy. Sabrán que yo soy el Dios de la Historia.

[8]           Is. 46. 5-9 , “Porque no puede afirmarse tanta semejanza entre el Creador y la criatura, sin que haya que afirmarle mayor desemejanza"  Concilio de Letrán IV, 1215, Dz. 432.

[9]           Por favor, notemos que todas las palabras que empleamos al hablar de Dios apenas tienen sentido para nosotros. Por ejemplo:  no tenemos ni idea de lo que significa “desde toda la eternidad”... Lo mismo cuando hablamos de omnipotencia, infinitud... Ni idea. Si lo miramos fríamente, el tratado de la Santísima Trinidad causa risa... o escándalo. Por más que usemos de la analogía con mucho temor y temblor, recordemos que de Dios sabemos solamente lo que no es.

[10]          Lo que se hada en llamar circuminseción o perijòresis.

[11]          1Cor 13:12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.

[12]          Sab 13:1-19

[13]          Rom 1:19s

[14]          Para esto hay que seguir el sabio consejo del Vaticano Iº: hay que saber buscar cuidadosa, pía y sobriamente, y entonces sí se alcanza el conocimiento, por don de Dios: CONCILIO VATICANO, 1869-1870  XX ecuménico (sobre la fe y la Iglesia)  SESIÓN III (24 de abril de 1870)  Constitución dogmática sobre la te católica Cap. 4. De la fe y la razón. DZ 1796

[15]          DV 3

[16]          Baste recordar las incontables vestigios trinitarios que San Agustín encontraba en la creación.

[17]          Quizá tendría que jugar con los masculinos y femeninos del Hebreo: “la” Espíritu () y “el” Palabra (), pero ese término no es usado en el relato del Génesis.

[18]          La palabra hebrea exigiría traducir “encubar”, al estilo de un ave que cubre sus huevos en espera del nacimiento del nuevo ser germinal. Gen  1, 1 y siguientes: véase todo el relato; Jn 1, 1.

[19]          2Cor 3:6. Cristo, “LA” Palabra por excelencia es vivificado por el Espíritu 1Pe 3:18 Pues también Cristo,... muerto en la carne, vivificado en el espíritu.

[20]          En esta relato se usa la expresión nefesh, espíritu vital, aliento vivificante.

[21]          Gen 2:7: Yahveh formó al hombre Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente

[22]          Gen 7:15: entraron con Noé en el arca sendas parejas de toda carne en que hay aliento de vida

[23]          Judit  16, 13

[24]          Salm 51:13

[25]          Job  34, 14-16 Si él retirara a sí su espíritu, si hacia sí recogiera su soplo, a una expiraría toda carne, el hombre al polvo volvería. Si tienes inteligencia, escucha esto, presta oído al son de mis palabras.

[26]          Sab 12:1 pues tu espíritu incorruptible está en todas ellas.

[27]          Sab  15,  10-15

[28]          El juicio de Dios sobre sus obras se repite a los largo del primer relato del Génesis: Esta doctrina es la base de Hech. 10:15; 11:9 La voz le dijo por segunda vez: Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.¸10; 28 ... a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre.

[29]          Salm  104,  1-4

[30]          1Pe 2, 4-5

[31]          Hech  10,  9ss

[32]          “El Ángel del Señor” - o “Yahveh”, como habría que leer “Señor” en la Escritura no es “un” ángel, sino Dios mismo en cuanto se manifiesta. Es decir que a María no se le apareció ni ángel ni arcángel, sino Dios. El relato nos narra una especialísima experiencia de Dios que tuvo María.

[33]          Ver el capítulo 8 de los Hechos, autoría del mismo Lucas. Felipe es llevado por “el Ángel del Señor” a encontrarse con el eunuco de la reina. Al final del relato es el Espíritu Santo quien lo reconduce. Ángel de Yahveh y Espíritu Santo se identifican en ambos relatos.

[34]          No quiero insistir en un tema central en la cristología: Jn 1, 16 de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia; 3, 34 da el Espíritu sin medida. Gal 4, 4, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, Ef 1, 9-10. dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano,  para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra......

[35]          Lc. 1,35

[36]          Mt 1:18-20

[37]          Generalmente se habla de la inspiración profética. Hay que esperar escritos tardíos, como 1 Timoteo y 2 Pedro para encontrar referencia explícitas a la Inspiración de la Escritura.

[38]          Lo mismo vale cuando en eclesiología hablemos de la infalibilidad y más adelante del sentido de la tradición y de la función del magisterio.

[39]          "Santifica Señor estos dones con la acción del Espíritu Santo, para que sean para nosotros, el Cuerpo y la Sangre de Jesús". La epíclesis la parte “esencial” de los sacramentos para la teología oriental. Es el Espíritu el que “hace” el sacramento. Se lo invoca en cada uno de los sacramentos, sobre le agua del bautismo, sobre el penitente, sobre los óleos, sobre la asamblea reunida en la eucaristía...

[40]          Ef  1,  7-10 En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano,  para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.

[41]          Col  1, 25-27 ... para dar cumplimiento a la Palabra de Dios, al Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros.

[42]          ....se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad ... (v. 54 y 86). CONCILIO DE CALCEDONIA, 451 IV ecuménico

[43]          Num. 11, 1-8

[44]          Is. 63,11-13

[45]          Num. 27,19; Juec. 6, 34;11 29; 14, 6-9;15,13-14; 1Sam. 10, 16-10; 16, 13-14

[46]          Mt 4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Mc 1:12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto; Lc 2:27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él.

[47]          Hech 16:7 Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús. Hech 20:22 Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; Hech 21:4 Habiendo encontrado a los discípulos nos quedamos allí siete días. Ellos, iluminados por el Espíritu, decían a Pablo que no subiese a Jerusalén.

[48]          2Cron  36, 22-23 En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahveh, por boca de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. El me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!» Cf. Esd  1, 1

[49]          Salm  12, 10

[50]          Gen  8, 1 Acordóse Dios de Noé y de todos los animales y de los ganados que con él estaban en el arca. Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas decrecieron.

[51]          Ex  14, 21 Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahveh hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar

[52]          Num  10, 31 Se alzó un viento, enviado por Yahveh, que hizo pasar codornices del lado del mar, y las extendió sobre el campamento, en una extensión de una jornada de camino a uno y otro lado alrededor del campamento, y a una altura de dos codos por encima del suelo.

[53]          Neh  9, 19-20. Ex  13,  21-22 Yahveh iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche. No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche. Ex  14, 23 miró Yahveh desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el ejército egipcio. Num  9, 15-16, El día en que se erigió la Morada, la Nube cubrió la Morada, la Tienda del Testimonio. Por la tarde se quedaba sobre la Morada, con aspecto de fuego, hasta la mañana. Así sucedía permanentemente: la Nube la cubría y por la noche tenía aspecto de fuego.

[54]          Juec  3, 9-11

[55]          Juec  6, 34 El espíritu de Yahveh revistió a Gedeón; Juec  11, 29 El espíritu de Yahveh vino sobre Jefté, Juec  13, 23 Sansón... creció y Yahveh le bendijo. Y el espíritu de Yahveh comenzó a excitarle

[56]          Juec 14, 6.19; 15, 14; El Espíritu divino invade con fuerza incontrolable a sus elegidos: 1Sam  11, 6-7 Invadió a Saúl el espíritu de Dios en oyendo estas palabras, y se irritó sobremanera. Y tomando una yunta de bueyes los despedazó

[57]          Is  63,  12-15

[58]          Is  40, 10-17

[59]          1Sam  10, 6 Te invadirá entonces el espíritu de Yahveh, entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en otro hombre. 7 Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te viniere a mano, porque Dios está contigo. 1Sam  16, 13 Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh. Samuel se levantó y se fue a Ramá.

[60]          2Sam  23, 1-3

[61]          Gen  41, 38 dijo Faraón a sus servidores: ¿Acaso se encontrará otro como éste que tenga el espíritu de Dios?

[62]          2Cron  20, 13-17

[63]          Is  11,  1-8

[64]          Num  10, 16-29

[65]          2Rey  2, 9;  Lc 1:17 e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,

[66]          Hech 2,17-18

[67]          Ex  28,  3 Hablarás tú con todos los artesanos hábiles a quienes he llenado de espíritu de sabiduría

[68]          Ex  31, 1-3

[69]          Ex  35, 30-35

[70]          1Cor  12,  4-17

[71]          Mt 27:50, Mc 15, 37; Jn  19,  28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, Jesús .... inclinando la cabeza entregó el espíritu.

[72]          Hech  2, 33

[73]          Mt  1,  18

[74]          Lc  1,  26-37

[75]          Un hecho que atestiguan todos los evangelios: Mt  3,  11; Mc  1, 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.; Lc  3, 15-16.21-22 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo,  y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado.; Jn  1, 32-34 Y dio testimonio diciendo: He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo."  Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.

[76]          Lc  1,  11 A Zacarías se le apareció el Angel del Señor, y le anuncia que su hijo estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías.

[77]          Lc  1,  67 Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:

[78]          Lc  1,  39-41 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;  entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.  Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo.

[79]          Lc  2,  25-27: Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.  Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo.

[80]          Lc  4,  1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto.

[81]          Lc  10, 21 En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.

[82]          Lc  11, 13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!

[83]          Jn  14, 26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.

[84]          Jn  20, 22-23 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

[85]          Lc  12, 11-12 Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis,  porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir. Mc  13, 11 Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.

[86]          Jn  3, 3-8

[87]          Jn 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.

[88]          Mt  12,  31-32 Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.  Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro. Mc  3, 28-30 Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno. Es que decían: Está poseído por un espíritu inmundo. Lc  12, 10-11 A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.,

[89]          Hech  10, 37-38

[90]          Hech  1,  6-8

[91]          Hech  2,  1-4

[92]          Hech  2, 38 Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;  39 pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.

[93]          Hech  8,  14-17

[94]          Hech  19,  1-7

[95]          Hech  4,  8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo...

[96]          Hech  6, 3; 7, 55 Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; .....Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios;  Hech  11,  22 Bernabé. era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe.

[97]          Hech  9,  31 Las Iglesias... estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo.; Hech  13, 52 Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.

[98]          Hech  4,  31-35

[99]          Jn 3:8

[100]         Hech  9, 17 Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

[101]         Hech  11,  15; Este es el gran argumento de Pedro ante los cristianos-judíos: Hech  10, 47¿Acaso puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros? La Iglesia no es dueña del Espíritu ni puede determinar sus impulsos.; Hech  15, 6-9:  Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.  Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: Hermanos, Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe.

[102]         Hech  15,  28 Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables:. Hech  13,  9 Entonces Saulo, también llamado Pablo, lleno de Espíritu Santo...

[103]         Hech  13,  1-4 La Iglesia fundada en Antioquía estaba celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron.  Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo,

[104]         Hech  16, 6-7: Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia. Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús.

[105]         Hech  20, 22-23 encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones.; Hech  21,11: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de los gentiles.

[106]         Hech  5, 3.32 Pedro le dijo: Ananías, ¿cómo es que Satanás llenó tu corazón para mentir al Espíritu Santo, y quedarte con parte del precio del campo? Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen.

[107]         Hech  7, 51 Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo!

[108]         Hech  28, 25-26

[109]         Hech  20, 28 Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio hijo. 2Tim  1, 14 Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros.

[110]         (De la definición de la fe). Dependiendo el hombre totalmente de Dios como de su creador y señor, y estando la razón humana enteramente sujeta a la Verdad increada; cuando Dios revela, estamos obligados a prestarle por la fe plena obediencia de entendimiento y de voluntad (Can. l). Ahora bien, esta fe que es el principio de la humana salvación» (Cf. 801), la Iglesia Católica profesa que es una virtud sobrenatural por la que, con inspiración y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que por Él ha sido revelado, no por la intrínseca verdad de las cosas, percibida por la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que revela, el cual no puede ni engañarse ni engañarnos (Can. 2). Es, en efecto, la fe, en testimonio del Apóstol, sustancia de las cosas que se esperan, argumento de lo que no aparece (Hebr. 11, l). CONCILIO VATICANO, 1869-1870  XX ecuménico (sobre la fe y la Iglesia)  SESIÓN III (24 de abril de 1870)  Constitución dogmática sobre la te católica Cap. 3. De la fe DZ   1789

[111]         Ef. 1.9.  Dándonos a conocer el Misterio de su voluntad, según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. Pondré por extenso las citas que aparecen en este capítulo, para percibir mejor la densidad del mensaje.

[112]         Cf. Ef. 2, 18: Por él tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu ; 2Ped. 1, 4: Nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia.

[113]         Col. 1, 15: El es la imagen del Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos las Dominaciones, los Principados y las Potestades: todo fue creado por él y para él; él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. Es también la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia. El es el principio, el Primogénito de entre los muertos, para que él fuera el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, mediante la sangre de su cruz, lo que han en la tierra y en los cielos. 1Tim, 1,17: Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible e único, honor y gloria por los siglos.

[114]         Cf. Ex. 33, 11: Yahveh hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo; Jn. 15, 14-15: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que  yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

[115]         Cf. Bar. 3, 38: (La sabiduría) después apareció en la tierra y entre los hombres convivió.

[116]         Ef. 1, 3-14: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que se ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio  que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tengo a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano, según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo. En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, la Buena Nueva de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria.

[117]         No podemos alejar del horizonte de comprensión la analogía del Verbo Encarnado: la revelación a María es obra del Espíritu, usa como material a toda la humanidad de María y equivale a la nueva vida divino-humana engendrada en su seno de mujer.

[118]         LG 5 Por eso la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador, observando fielmente sus preceptos de caridad, de humildad y de abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios, de establecerlo en medio de todas las gentes, y constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino.  Ella en tanto, mientras va creciendo poco a poco, anhela el Reino consumado, espera con todas sus fuerzas, y desea ardientemente unirse con su Rey en la gloria.

[119]         LG n°1 Y como la Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano....

[120]         El Concilio de Orange es uno de los ejemplos de cómo un sínodo regional que tuvo una “receptio” importante en la historia de la iglesia universal: En su lucha contra pelagianos y semipelagianos dice: Si alguno afirma que por la fuerza de la naturaleza se puede pensar, como conviene, o elegir algún bien que toca a la salud de la vida eterna, o consentir a la saludable.. es decir, evangélica predicación, sin la iluminación o inspiración del Espíritu Santo, que da a todos suavidad en el consentir y creer a la verdad, es engañado de espíritu herético, por no entender la voz de Dios que dice en el Evangelio: Sin mí nada podéis hacer (Jn. 15, 5) ; y aquello del Apóstol : No que seamos capaces de pensar nada por nosotros como de nosotros, sino que nuestra suficiencia viene de Dios (2 Cor. 3, 5) DZ   180 Can. 7. SAN FÉLIX III, 526-530 II CONCILIO DE ORANGE, 529

[121]         Jn 1:3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. Col 1:16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,   él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. HEB 1:2 en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos;

[122]         Ef 1:10 para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. Ef 1:22 Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia.

[123]         Ef 4:13 hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo.

[124]         Col 1:19 pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, Col 2:9 Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente

[125]         Col 2:10 y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad;

[126]         Ef 4:13 hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error

[127]         Ef 1:22 Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia,  Ef 1:23 que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo. 1Cor 15:28 Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel.

[128]         Ef 3:19  para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios.

[129]         Col 3:11 donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.

[130]         Rom 8:19-23

[131]         Ap 21:3-4

[132]         Quiere decir algo así como partera.

[133]         1Ped. 1, 20-21 También: "David mismo en (=en virtud de por obra de) él Espíritu Santo dijo..."; “Bien habló el Espíritu Santo a nuestros Padres por el profeta Isaías diciendo." (Mc. 12, 316; Hech. 28,25). Las últimas palabras de David fueron: “El Espíritu del Señor habla por mi, y su palabra está en mis labios"(2Sam. 23,1-2).

[134]         Is. 11, 1 ss; 42; 1 ss; 61, 1 ss: Cf. Lc. 4,18

[135]         Mt. 3,17; 12,15-18; Lc. 4,16

[136]         Mt. 1, 1; 12, 28;  Rom. 8, 11; 2Cor. 13,4

[137]         Lc. 1,41; 1, 67; 2, 25-27; Hech. 8,29; 10,18-45;11, 12-16; 15, 28

[138]         Hech 15:28 Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables:

[139]         Jn. 16,12-4; Hech. 15,28; 1Cor. 12,10-14

[140]         Ex. 17;14.31.27; Jos. 24,26; 1Sam. 10,25; Is. 25,8; Jer. 30,2; Hab. 2,2; Dan. 12,4

[141]         2Tim. 3,16

[142]         Dz 783

[143]         Dz 1787

[144]         Cf. Jn 20,31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. ; 2Tim 3,16  Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; ; 2Ped 1, 19-21 Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana. Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios.; 3, 15-16. La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo escribió también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada. Lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición.

[145]         AG  n°11  Para que los mismos fieles puedan dar fructuosamente este testimonio de Cristo.... estén familiarizados con sus tradiciones nacionales y religiosas, descubran con gozo y respeto las semillas de la Palabra que en ellas laten.  n°18  Los Institutos religiosos....consideren atentamente el modo de aplicar a la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas y contemplativas, cuyas semillas había Dios esparcido con frecuencia en las antiguas culturas antes de la proclamación del Evangelio. SD. Cristo 17 Las semillas del Verbo, presentes en el hondo sentido religioso de las culturas precolombinas, esperaban el fecundo rocío del Espíritu.

[146]         En y por el hombre: Cf. Heb. 1,1 Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas;  4,7 (en) vuelve a señalar un día, hoy, diciendo por David al cabo de tanto tiempo, como queda dicho: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones... ; 2Sam 23,2  El espíritu de Yahveh habla por mí, su palabra está en mi lengua.; Mt 1, 22  Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:.

[147]         DV  n°11

[148]         GS  n°22

[149]         Piénsese en la fama y difusión de libros como La Imitación de Cristo, o Las Florecillas de San Francisco. O en el carácter sagrado de los escritos de San Francisco y en especial de la Regla para los Franciscanos. A pesar de todo el bien que han hecho y siguen haciendo, a pesar de la veneración de los fieles, no son "palabra de Dios inspirada".

[150] Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática sobre la Fe Católica. Sesión IIIª Cap. II, sobre la fe. Dz. 1787: Estos libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, íntegros y con todas sus partes, tal como se enumeran en el Decreto del Concilio de Trento... la Iglesia los tiene por sagrados y canónicos, no porque compuestos por sola industria humana, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque contenga la revelación sin error, sino porque escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido entregados a la misma iglesia.

 [151] La especulación dualística en el siglo XII conforma como el telón de fondo filosófico de las exigencias religiosas y morales de la herejía. El dualismo ofrece  al hombre un camino claro para la acción. Es claro lo que es bueno y lo que es malo, lo lúcido y lo oscuro, por lo cual ha sido un esquema útil para los movimientos heréticos del siglo XII. Hombres movidos  por un impulso religioso y ético hacia la reflexión en torno a la esencia del mundo, veían en la cosmología católica algo infinitamente más difícil de comprender que la maniquea.  GRUNDMANN, H,  Movimenti religiosi nel Medioevo. Ricerche sui nessi storici tra l'eresia, gli Ordini mendicanti e il movimento femminile.  pág. 42-43

 [152] Benedicto XV, Spiritus Paraclitus, 1920. No disienten menos de la doctrina de la Iglesia quienes piensan que las partes históricas de las Escrituras no se fundan en la verdad absoluta de los hechos, sino en lo que llaman la verdad "relativa", y en la opinión concorde del vulgo...  Otros detractores... acuden con demasiada facilidad a la citas que llaman implícitas, a las narraciones sólo aparentemente históricas, o quienes pretenden encontrar en los Sagrados Libros ciertos géneros literarios, con los que no puede componerse la íntegra y perfecta verdad de la palabra divina.

[153]         Sobre este tema mi artículo La Constitución Dei Verbum en los umbrales de la Iglesia del siglo XXI, Soleriana, 1996, 48-55

[154]         Así como los santos no lo son porque son canonizados y con posterioridad a su canonización. Son canonizados porque fueron santos.

[155]         Dz 1840.  las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia.

[156]         LG.  n°12

 [157] En estos parágrafos estamos utilizando un hermoso artículo de BENOIT, aparecido hace bastante tiempo en Concilium, Nº 10. A él pertenece la definición de revelación - inspiración. "La inspiración es la consecuencia ineluctable de toda la acción inspiradora que la precedió; es como su coronamiento. Pero precisamente tiene importancia relacionarlo con sus antecedentes y conservarle así todo su relieve histórico.  Aislar la inspiración del Libro de sus preparaciones inspiradas en la Acción y en la Palabra, es correr el riesgo de esterilizar al Libro al hipostasiarlo (=darle una personalidad propia e independiente); esterilizarlo a la manera de un libro abstracto, de una colección de verdades privadas de savia, que por estar separadas de su humus vital, se marchitan irremediablemente; hípostasiarlo a la manera de Thorah (=Ley) preexistente de cierto judaísmo o ''del Corán islámico, como libro caído del cielo, que ha perdido sus vínculos humanos. La inspiración "escriturística" no tiene nada que temer por verse colocada en un gran conjunto de inspiración bíblica, de la que ella forma parte, al lado, y como consecuencia de las inspiraciones sucesivas “pastoral" y "oratoria".  Con ello la inspiración bíblica sale ganando, al beneficiarse de un realismo que la complementa. Antes de ser escrito, el mensaje comenzó a ser vivido y hablado: todavía vibran en el texto esas experiencias de vida y esa palabra concreta.  Están encerradas en él, como en un resumen maravilloso, querido por Dios, pero lo preceden, lo acompañan, lo siguen, lo desbordan lo comentan. El hecho es que toda esta riqueza procede del mismo Espíritu." pág. 21

[158]         El texto ya citado de la. GS.  N º 36:

[159]         Cf. el mismo articulo, pág. 24

[160]         GS Nº 36

[161]         LG.  n°8 Cristo, Mediador único, estableció su Iglesia santa, comunidad de fe, de esperanza y de caridad en este mundo como una trabazón visible, y la mantiene constantemente, por la cual comunica a todos la verdad y la gracia.  Pero la sociedad dotada de órganos jerárquicos, y el cuerpo místico de Cristo, reunión visible y comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia dotada de bienes celestiales, no han de considerarse como dos cosas, porque forman una realidad compleja, constituida por un elemento humano y otro divino.  Por esta profunda analogía se asimila al Misterio del Verbo encarnado.  Pues como la naturaleza asumida sirve al Verbo divino como órgano de salvación a El indisolublemente unido, de forma semejante a la unión social de la Iglesia sirve al Espíritu de Cristo, que la vivifica, para el incremento del cuerpo (Cf.  f.  4,16).

[162]         Lc 2:6 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, Jn 2:4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»

[163]         TEHILLARD DE CHARDlN, Son textos de El Fenómeno humano y El futuro del hombre. He perdido las referencias.

[164]         Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II;II; q.l;a 6

[165]         Un Hecho, revelador del misterio de Dios, siempre dice relación a otro Hecho, a otros Hechos.  Son Hechos relativos a la totalidad de la historia.  Una verdad es relativa a la Verdad Total, y las progresivas manifestaciones de esta Verdad.  Por la conexión de los misterios entre si, diría el Vaticano I. La concepción es una verdad relativa al nacimiento, éste a la vida, esta a la muerte, la muerte a la resurrección, ésta a la parusía. Y la Parusía no se entiende sino en relación a la concepción.  La resurrección es relativa a la concepción, a la vida, a la pasión, a la muerte, a la historia de la iglesia, a la segunda venida.  Un hecho de la historia dé la salvación no puede ser entendido sino relacionado con toda la globalidad de dicha historia.  Una verdad bíblica, no puede ser entendida sino en relación a toda la verdad bíblica.  Esta es la verdad asegurada por el Espíritu.  Así considerada obviaremos muchos problemas que no son problemas reales para la teología.

[166]         leer atentamente 1Cor. cap. 1-4.

[167]         Lc 9:54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?

[168]         Fil 2, 21 ss

[169]         Mt 11:25-26  En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.

[170]         Cf. Lc. 9,49: Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros.»