HISTORIA OCCIDENTAL

Historia Occidentalis

Jacques de Vitry

Traducción de José María Lodeiro

CAPITULO IV

LAS DIVERSAS CLASES DE HOMBRES. LOS DIVERSOS  CRÍMENES

 Esos no eran los únicos en haber corrompido sus caminos en la tierra, el género humano había hecho lo mismo. Olvidados de lo que tenían por delante, se complacían en las cosas inferiores. Los comerciantes se dedicaban a perjudicar a sus hermanos con mentiras y engaños. Los campesinos no pagaban a las iglesias el diezmo de sus bienes. Siervos y siervas no servían a sus patrones más que cuando los veían, no por temor de Dios. Los médicos no temían trampear a sus enfermos de cualquier manera; con su lengua mentirosa prometían mucho, lograban poco, cobraban en demasía, acababan con la vida de sus enfermos. Hacían fortuna con sus engaños y su lenguaje ininteligible. Pero no contentos aún con no lograr la curación de los cuerpos, destruían las almas; aseguraban, en efecto que la satisfacción de los impulsos sensuales, purgaban el cuerpo de impurezas, conduciendo así a muchos a la fornicación. En cuanto a los enfermos graves a quienes deberían decir: Ordena tu casa porque vas a morir y no sobrevivirás, ellos los hacían  dejar para más tarde  e incluso despreciar la confesión y los demás auxilios espirituales, mientras les infundían  falaces sentimientos de seguridad.

Por su parte los abogados enceguecidos por el deseo de hacerse pagar honorarios desmesurados, no se contentaban con favorecer causas injustas sino que se encargaban también de las desesperadas, ligándose a los engaños y la hueca palabrería. Es de ellos que habla el bienaventurado Job cuando dice: “El fuego devorará las tiendas de aquellos que aman recibir presentes. En la esperanza de un beneficio infame corren de ciudad en ciudad, de casa en casa, de cita en cita y se derraman por todo el Egipto, recogiendo la paja”. Alargaban los procesos, siempre dispuestos a multiplicar las disputas, oponiendo innumerables excepciones a fin de esquilmar bolsas con ritmo sostenido. Si no eran capaces, por sus erróneos procedimientos de llevar un asunto a feliz término, apelaban para continuar el proceso y cobrar un nuevo salario.

En cuanto a las mujeres, adornadas como prostitutas, vestidas suntuosamente, demasiado rizadas sus cabelleras, cubiertas de oro, perlas y objetos suntuosos, arrastraban a la muerte y al abismo a los hombres imprudentes, en medio del torbellino de las danzas prohibidas, de sortilegios y engaños sin fin. Cavando, en efecto, y no cubriendo los pozos, son causa de la ruina de las bestias brutas. Por ellas, según la predicación del profeta Isaías, allí habrá hediondeces en vez de suaves perfumes, la soga en lugar del cinturón, una cabeza rapada  en vez de rizados cabellos.

En cuanto a los que, después de haber tomado el hábito regular, renunciado al mundo, y ligados al voto religioso, a los que tenían apariencia de piedad,, en realidad rechazaban la virtud. Cuanto más eminente era su dignidad, más grande fue su caída, porque se hundieron detrás de su voto. Desobedecían, murmurando, denigrándose unos a otros,  ellos llevaban la cruz de Cristo como si se tratase de algo impuesto; impuros y sin ninguna contención, caminando según la carne y no el espíritu; estos mismos, sí, puestas las manos en el arado, miraban hacia atrás como la mujer de Lot  hacia las cebollas de Egipto, las sandías y las ollas con comida, mientras no tenían más que repugnancia por el maná del desierto, murieron amortajados en los sepulcros de la concupiscencia, haciendo vana su fe primera. La mayoría, sin embargo, veían en la piedad una fuente de lucro, no hacían ninguna diferencia entre los sagrado y lo profano; recibían confusamente de usureros y ladrones la carne de animales muertos, o matados por una bestia, acuciados por la avidez, se cuidaban de hacer alguna pregunta, aun cuando el santo hombre Tobías lo hizo con su mujer. 

Protegen al que no fue robado. En cuanto a quienes no han ingresado por la puerta, sino cavando un túnel en la tierra utilizando el dinero como cavadora, ya han sido juzgados por el Señor que dijo: Toda planta que no ha sido plantada por mi Padre, será arrancada y lo mismo a quienes no temen conservar su propia voluntad o, con Ananías y Safira, retener el dinero que se apropiaron.