Casos prácticos de educación familiar

 

Caso práctico 1

SITUACIÓN:

Lorena tiene 13 años y es la mayor de cuatro hermanos. Hoy ha vuelto de clase con bastante mal humor, parece que por ciertas diferencias con una de sus amigas. Nada más llegar se ha puesto a ver la televisión a todo volumen, a ver si así olvida sus enfados. Da la impresión de que, tal como está, es mejor no acercarse mucho.

Su madre espera un poco, pero al final decide intervenir. Llevan tiempo intentando respetar en la casa un antiguo acuerdo familiar por el que convinieron que, salvo excepciones, no se vería la televisión y habría un cierto silencio para facilitar el estudio hasta última hora de la tarde, antes de cenar. Lorena es la mayor y debe dar ejemplo. Además, lleva una temporada más brusca de carácter y un poco altiva. También está estudiando poco, y –lo que más preocupa a su madre– va bastante a lo suyo y su egoísmo está deteriorando el ambiente familiar.

Como era de prever, y aunque la madre se esforzó en hacerlo suavemente, hubo un poco de tensión. Su hija reaccionó mal, mezclando ámbitos muy diversos, como suele suceder cuando uno está enfadado. "Ya estamos como siempre –saltó Lorena–, tanto control que no hay quien viva. Además, seguro que lo dices porque te parece mal todo lo que sale por la televisión. Parece que está prohibido divertirse, que todo lo divertido es pecado. Yo no hago mal a nadie. Hay que saber disfrutar de la vida, que para eso está".

OBJETIVO:

Lograr que entienda que felicidad y virtud no son realidades contrapuestas, sino que se exigen mutuamente.

MEDIOS:

Hacer que descubra un sentido más positivo de la fe y de la virtud.

MOTIVACIÓN:

Lorena habla últimamente con un tono un tanto engolado, que no es el suyo de siempre. Su madre está ya un poco harta del paso de su hija por la adolescencia, pero se contiene: "Esta niña –comenta con su marido– tiene un pavo terrible, pero tenemos que armarnos de paciencia, porque si perdemos los nervios será peor, y haremos el ridículo tanto o más que ella".

"Además –concluía la madre–, he estado pensando que Lorena tiene cierta razón. Creo que quizá les hemos educado con un sentido de la fe y de la virtud un poco negativo. Tenemos que tener esto más presente".

HISTORIA:

La madre deseaba encontrar una ocasión favorable, en que su hija estuviera receptiva. A los pocos días llegó la ocasión esperada. Lorena llegó a casa visiblemente alterada, pero esta vez no con actitud altiva sino muy hundida. Necesitaba desahogarse. Su madre se dio cuenta enseguida y se lo facilitó con delicadeza. La chica empezó a contar sus preocupaciones, y a los pocos segundos rompió a llorar: "No sé que me pasa. Me parece que estoy perdiendo a todas mis amigas. ¿Es que acaso soy tan antipática...?".

La madre dejó que Lorena hablara largo rato. Procuraba escuchar con atención, y asentir a lo que decía, dando a entender que se hacía cargo de cómo se sentía su hija. Sólo preguntaba algo de vez en cuando para facilitar el desahogo. Saltaba a la vista que el carácter de la chica se había ido enrareciendo y que sus amigas estaban hartas de los planteamientos teóricos en los que escudaba su soberbia, su pereza y su egoísmo.

La madre de Lorena fue inteligente y esperó a que terminara el desahogo de su hija. Una vez que Lorena estaba relajada y en un estado emocional más receptivo, comenzó por pedirle disculpas: "Lorena, estuve comentando con papá que quizá tengas buena parte de razón en lo que me dijiste el otro día, cuando te enfadaste por lo de la televisión". "Lo siento, mamá, estuve insufrible, perdona", se adelantó a disculparse.

"No te preocupes, hija. Te decía que puede que nos hayamos preocupado demasiado de deciros lo que está mal, y quizá hemos de hablar más de lo que está bien. Quizá no lo hemos sabido hacer mejor, o explicarnos mejor. Lo que quería hacerte ver es que hay cosas que parece que, si las haces, no haces daño a nadie; pero no es así, porque, como poco, te haces daño a ti misma. Cuando se cede a la seducción de la pereza, o de la soberbia, o del egoísmo, o de imágenes que invitan al sexo egoísta, aunque una misma se crea que no hace daño a nadie, y se intente convencer de que todo eso es inofensivo, y se llene de otros argumentos, la realidad es que luego no se tarda mucho en encontrarse una misma con que está muy estropeada, que se ha hecho daño, y que además ha acabado por hacer daño a otros. Y una misma se encuentra con que está insoportable, y es porque no se soporta a sí misma. Y entonces lo mejor es reconocerlo, y pedir perdón. Y en tu caso y en el mío, que somos creyentes, confesarnos, y así recibimos el perdón de Dios y una gran ayuda para superarnos."

RESULTADO:

La situación mejoró bastante a raíz de aquella conversación, pues tanto Lorena como su madre reconocieron la necesidad de plantear mejor las cosas y se propusieron comentarlo con confianza de vez en cuando, lo cual evitó muchos de los conflictos que venían surgiendo en los últimos meses.


Caso práctico 2

SITUACIÓN:

Alberto era vagamente consciente de estar en la edad del pavo. No podía decirse que el despertar sexual le hubiera llegado entonces, pues hacía ya tiempo que –por decirlo de alguna manera– había perdido la inocencia. Le hacía gracia la ingenuidad de sus padres, sobre todo el día que su padre se propuso explicarle de dónde venían los niños. Fue hace unos tres años, cuando Alberto tenía doce. "Es una pena –pensó en aquella ocasión– ver en qué mundo viven mis padres. No se dan cuenta de que hoy día un chico de doce años seguramente sabe sobre el sexo más que ellos cuando se casaron".

Los padres de Alberto eran, efectivamente, un poco ingenuos. Escuchaban poco. No sabían tirar de la lengua a sus hijos y situarse en la realidad de lo que pasaba. No es que no fueran conscientes de sus deberes en cuanto a la educación sexual de sus hijos, pero no acertaban en cómo hacerlo. Y como no se aclaraban mucho, ponían unos ejemplos digamos que poco adecuados. A Alberto le parecían casi siempre una exageración. Además, percibía siempre un cierto tono negativo y desconfiado en torno a estos temas, y eso le disgustaba: "Si mis padres hablan con tanta rotundidad –pensaba–, ya podrían explicar los porqués. Todo son agobios, pecados y peligros". Pero Alberto nunca llegaba a decirles nada de lo que pensaba, y últimamente ya casi ni les escuchaba.

Un día habían quedado toda la familia para ir a celebrar el cumpleaños de la abuela. Ya estaban todos menos Alberto, y pasaron en coche a recogerle a la salida de clase. Su hermana Lucía –que tenía catorce años y era realmente muy guapa–, esperaba a su hermano a la puerta del colegio. Alberto estaba con un grupo de amigos, intercambiando unas cintas un momento antes de salir. Ellos no conocían a Lucía, ni sabían que era hermana de Alberto. Ella tampoco había visto aún a su hermano. Cuando ellos la vieron, uno saltó con el típico comentario un poco atrevido, al que siguió otro más bien obsceno. Alberto se desconcertó de que se refirieran así a su hermana. Al principio dudó, pero al ver que los comentarios subían de tono, cortó tajante: "¡Imbéciles, que es mi hermana, sois unos cerdos!". "Oye, perdona, no sabíamos nada", se excusaron. Todo quedó un poco tenso, porque ella les vio en ese momento, y Alberto tuvo que irse sin que se hablara una palabra más.

Alberto estaba silencioso y con cara de pocos amigos. Dos o tres veces le preguntaron sobre qué le pasaba. Él contestaba invariablemente: "Nada".

En casa de los abuelos Alberto coincidió con un tío suyo, Jorge, que acababa de terminar arquitectura, lo mismo que él soñaba ser. Tenían de siempre mucha confianza. Alberto le contó lo que le preocupaba: "Con mis padres, en cambio, ni se lo puedo decir. Me hablan como a un niño. No me escuchan, me aleccionan. Además, es que viven en otro planeta...".

El padre de Alberto buscó después un momento para estar a solas con Jorge: "No sabemos qué hacer con Alberto –le dijo–, no nos escucha". Como tenían mucha confianza, Jorge le dijo: "Pues mira, si no os escucha, probad a escucharle vosotros, a lo mejor es la solución".

OBJETIVO:

Lograr hablar de modo fluido y confiado sobre estos temas.

MEDIOS:

Recuperar la buena comunicación, para poder aconsejar con un mínimo de eficacia.

MOTIVACIÓN:

El padre de Alberto pensó que tenía que buscar cuanto antes una buena ocasión para romper el hielo. "Como esperemos a que la ocasión llegue sola –pensaba–, no haremos nada." Esa noche, leyendo el periódico, vio anunciada una exposición sobre arquitectura y urbanismo de la ciudad a comienzos del siglo XX. Recordó que Alberto quería ser arquitecto y probablemente le interesaría. "Ya está, voy a llamar a Jorge y nos vamos los tres. Luego merendamos por allí. Seguro que podremos hablar".

HISTORIA:

Alberto estaba sorprendido de que su padre por fin un día le hubiera planteado algo como si fuera una persona normal, no un niño. La exposición era buena y les encantó a los tres, incluso al padre de Alberto, que al principio no estaba demasiado motivado por la arquitectura precisamente.

La conversación durante la merienda fue provechosa para Alberto, pero sobre todo para su padre. Jorge lo supo hacer muy bien, porque fue sacando con habilidad los temas más delicados. Alberto hablaba con confianza y decía cosas que a su padre le dejaban asombrado, aunque procuraba no decir nada, pues se había propuesto hablar lo imprescindible y fijarse en qué hacía su hermano Jorge para ganarse la confianza de una persona tan difícil como parecía ser Alberto.

Observó que Jorge escuchaba mucho y nunca manifestaba asombro ni extrañeza. Se fijó también en que evitaba el consejo directo, y procuraba plantear las cosas siempre a modo de pregunta, para provocar la reflexión. Jorge sabía tirar de la lengua hasta que el otro contaba todo lo que le preocupaba, y además era patente que para Alberto contarlo era un gran desahogo. Lo sorprendente es que al final apenas hacían falta recomendaciones: las cosas quedaban en claro casi sólo con comentarlas en un marco de confianza.

Salió el episodio de la salida del colegio de unos días antes. "Al ver lo que decían de mi hermana mis amigos –comentaba Alberto–, me pareció que eso era impresentable. Pero lo peor es que me daba cuenta de que yo podía haber hecho o dicho algo muy parecido, o peor, en otras ocasiones. Al ver que la otra persona era mi hermana, me di cuenta de golpe de a dónde lleva la manera de entender el sexo a la que yo mismo había llegado."

RESULTADO:

Lo que abrió los ojos a Alberto fue darse cuenta que una vida sin castidad marchita el buen corazón. Al comprobar el deterioro que se estaba produciendo en el suyo, comenzó a reflexionar a fondo y a replantearse todo. Sus padres también comprendieron que tenían que tener una actitud más confiada y positiva, y su ayuda resultó decisiva en aquellos momentos delicados, como lo fue también el papel de su tío: siempre es útil la colaboración de personas cercanas a la familia, que con frecuencia tienen incluso mayor entrada que los propios padres.


 

Caso práctico 3

SITUACIÓN:

Luis tiene 18 años y ha empezado este año la universidad. En los primeros días de clase todo es nuevo para él, y a su vuelta en casa no para de contar cosas. Después de unas semanas, ya toda la familia sabe bastante sobre cada uno de sus profesores.

Un día llega de clase bastante impresionado por un profesor que, según explica, "hoy de nuevo ha puesto a la Iglesia como una institución autoritaria, corrompida y llena de intereses torcidos". Luis quiere contarlo como sin darle casi importancia, pero se ve que le ha hecho mella. "Este profesor –continúa– es de los que achacan a los curas y frailes todos los males habidos y por haber a lo largo de la historia y en todo el mundo. Esta vez ha estado media hora hablando de control de las conciencias, ideología al servicio del poder, comeduras de coco, dominio ideológico de la ciencia..., y, cómo no, tuvo que salir lo de Galileo, con las torturas por parte de la Inquisición medieval y su muerte en la hoguera por decir que el mundo era redondo."

Su padre está un poco preocupado. Sintió tener que irse pronto, pero tenía una reunión importante a primera hora de la tarde. Por la noche lo comenta con su mujer: "Tenemos que preocuparnos de la formación de este chico. Un profesor así hace más mella de lo que parece".

OBJETIVO:

Pensar con profundidad sobre estos temas.

MEDIOS:

Que Luis desarrolle su sentido crítico y sepa enjuiciar con acierto estas cuestiones.

MOTIVACIÓN:

A Luis le gusta hablar y debatir, igual que a su padre. Hace tiempo toda la familia decidió ver menos la televisión –nunca durante las comidas–, y desde entonces hablan bastante. Han ido aprendiendo a tratarse cada vez con más respeto por la opinión del otro y con más esfuerzo en escuchar.

El padre de Luis pensó que tenía que sacar el tema y hablarlo con calma, pero enseguida se dio cuenta de que le faltaban argumentos: unos porque la memoria le fallaba, y otros porque... –ahora se daba cuenta– en realidad nunca los tuvo.

De entrada, le sonaba que Galileo no murió en la hoguera, pero no estaba seguro. Tenía que documentarse un poco. Enseguida pensó en un compañero de la oficina con el que había hablado varias veces. Les unía cierta amistad: "He visto que Roberto sabe mucho sobre estas cosas, y sobre todo, veo que es una persona abierta y de fiar".

HISTORIA:

La conversación con Roberto tuvo lugar aquel mismo día. Tomaron un café al salir del trabajo. Sólo pudieron hablar diez minutos, pero fueron suficientes para enterarse de que efectivamente Galileo no murió en la hoguera. Pero es que, además, resulta que tampoco fue torturado; ni estuvo en la cárcel; ni pudo ser condenado por la Inquisición medieval, pues vivió en el siglo XVII; ni discutió con nadie que el mundo fuera redondo, pues eso era evidente desde el viaje de Magallanes, más de cien años antes. Realmente asombroso.

Aquella noche Luis vio que su padre se había comprado un par de libros sobre el tema. "Le ha dado fuerte", pensó su hijo. Además, se fijó en que después de cenar se puso a visitar unas páginas web. Se acercó y vio que eran páginas con datos e información sobre fundamentos de la fe cristiana. Enseguida se unió a la búsqueda con su padre. A Luis siempre le había entusiasmado el hecho de que en la red hubiera cosas tan variadas, pero nunca pensó que internet ofreciera también esas cosas, y estaba claro que las había.

RESULTADO:

Aquel día aprendieron mucho. Pero, sobre todo, se les metió el gusanillo del deseo de saber más. Siempre han sido muy organizados, así que hicieron una lista de temas y acordaron dividirse el trabajo. Tenían que documentarse cada uno y luego comentarlo en una tertulia familiar. De esta manera se implicaron todos, encontraron información abundante y enseguida se hicieron una idea más clara de lo que había sido realmente la historia de la Iglesia. Era una historia de santidades en medio de miserias humanas, algunas en su mismo seno. Una institución que había mantenido su doctrina en medio de la compleja historia humana y pese a sufrir grandes presiones para que adaptara esa doctrina al gusto de la época (no era cosa sólo de nuestros días). Y saltaba a la vista que todo eso habría sido imposible sin una especial asistencia de Dios. Les asombraba ver cómo la Iglesia se había mantenido a lo largo de los siglos, ante constantes intentos de apoderarse de ella, someterla, desfigurarla o simplemente destruirla; y esa resistencia tampoco tenía explicación humana. Se dieron cuenta también que en las civilizaciones cristianas es donde más había progresado la ciencia. Llegaron a la conclusión de que la historia de la Iglesia es muy interesante, y que además conocerla bien es de gran ayuda para la fe.

Gentileza de http://www.interrogantes.net para la
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