¿La moral ayuda a pensar bien?


¿Inculcar una moral es lavar el cerebro?

—Muchos piensan que inculcar a una persona unos principios morales preestablecidos es un modo de lavarle el cerebro. Dicen que lo mejor es que cada uno vaya sacando de su experiencia personal sus propios criterios morales.

Entiendo que lavar el cerebro a una persona consiste en disminuir su capacidad de juzgar razonadamente. Pero educar a las personas para desarrollar el hábito de ser veraces, o generosas, o justas, o respetuosas con los demás, no puede decirse que atente contra su capacidad de tomar decisiones razonables. Es justamente al revés.

Los buenos hábitos morales
refuerzan la capacidad
de juzgar razonablemente.

Por el contrario, cuando faltan los hábitos morales resulta más fácil que se extravíe la razón. Fue Lenin quien dijo aquello de que "si queremos dominar a un pueblo, antes corromperemos su moralidad".

 

¿Y si es una moral equivocada?

—Pero no siempre sabemos exactamente qué exige la ley moral, y sería triste correr el riesgo de propagar errores.

La moral es una ciencia difícil y su aprendizaje está efectivamente sujeto a errores. Pero esos posibles errores no disminuyen su importancia, ni su necesidad, de la misma manera que el hecho de que una persona se equivoque al sumar no significa que las matemáticas estén equivocadas, ni que sean poco importantes.

El fallo y el error son inherentes al obrar humano, y también a la educación y la enseñanza (incluidas las matemáticas). Pero ese riesgo no debe disuadirnos de buscar la verdad ni de ayudar a los demás a buscarla. Además, la ley moral está más clara de lo que quizá algunos pretenden. Todo hombre percibe en su interior la existencia de una ley que no se dicta a sí mismo y a la cual debe obedecer.

—Pero no siempre tenemos una evidencia clara de lo que es bueno o malo.

Efectivamente, no siempre lo bueno y lo malo se presentan con una claridad total. Pero el hombre que busca la verdad con honradez acaba discerniendo qué es bueno o malo en cada caso.

Es cierto que hay muchas aplicaciones prácticas en las que no es fácil discernir lo mejor de lo peor, pues la ética no es una ciencia exacta, como pueden serlo las matemáticas, pero hay bastantes cosas que están muy claras y son accesibles a cualquiera que busque la verdad ética con rectitud.

 

Ley moral y felicidad humana

—Pero a lo largo de la historia han surgido infinidad de concepciones morales radicalmente incompatibles entre sí...

Las diversas concepciones morales que han ido surgiendo a lo largo de la historia del género humano, tienen efectivamente puntos en contradicción, pero también muchos otros en común. Algunos insisten tanto en la incompatibilidad que llegan a pensar que toda ética es una invención humana propia de cada momento o lugar. Pero la historia muestra que la intuición moral natural es bastante común a todas las grandes civilizaciones que ha presenciado el paso de los siglos, desde hace miles de años.

Los grandes imperativos morales
están presentes
en toda la historia.

Las grandes conquistas morales de la humanidad son tan verdaderas como las conquistas de la ciencia experimental o de la técnica. O incluso más, ya que captan más profundamente la verdad y resultan más decisivas para la felicidad humana.

—¿Por qué te parecen más decisivas?

Porque la moral es decisiva para la dignidad del hombre. Despreciar la moral no hace al hombre más libre, como si fuera algo de lo que al hombre conviniera liberarse. Desatender el deber moral degrada al hombre, lo desplaza a un escalón infrahumano, y lo aparta de la felicidad.

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