Santa
María Magdalena
EnciCato
María Magdalena fue así llamada ya sea por Magdala, cerca de Tiberías, en la
costa oeste de Galilea, o posiblemente por una expresión Talmúdica que significa
“cabello crespo de mujer”, aunque el Talmud la describe como una adúltera.
En el Nuevo Testamento, ella es mencionada entre las mujeres que acompañaron y
siguieron a Cristo (Lucas 8, 2-3) donde también se dice que habían sido echados
fuera de ella siete demonios (Marcos 16, 9). Ella es la segunda persona nombrada
a los pies de la cruz (Mc 15,40; Mt 27,56; Jn 19,25; Lc 23,49.) Ella vio a
Cristo yaciendo en su tumba y fue la primera testigo reconocida de la
Resurrección.
Como un todo, los Padres Griegos distinguieron tres personas: la “pecadora” de
Lucas 7,36-50; la hermana de Marta y Lázaro, Lc 10,38-42 y Jn 11; y a María
Magdalena.
Por otro lado, la mayoría de los Latinos sostuvieron que estas tres personas
fueron una y la misma. Los críticos Protestantes, sin embargo, creen que eran
dos, y tal vez tres personas distintas. Es imposible demostrar la identidad de
las tres; pero aquellos comentaristas sin lugar a dudas fueron demasiado lejos
al aseverar, como lo hizo Wescott (en Jn 11,1) “que la identidad de María con
María Magdalena es una mera conjetura sin apoyo en evidencia directa alguna y
opuesta al tenor general de los Evangelios”. Es la identificación de María de
Betania con la “pecadora” de Lucas 7,37 la cual es la mas combatida por los
Protestantes. Pareciera como su esta renuencia a identificar a “la pecadora” con
la hermana de Marta se deba a una falla por entender el significado total del
perdón del pecado. Las tendencias con intención de armonizar entre tantos
críticos modernos, también, son responsables por mucha de la confusión
existente.
El primer hecho, mencionado en el Evangelio en relación al tema bajo discusión
es la unción de los pies de Cristo, por una mujer, una “pecadora” en la ciudad
(Lucas 7, 37-50). Esto pertenece al ministerio Galileo, precede al milagro de la
alimentación de los cinco mil y la tercera Pascua. Inmediatamente después, San
Lucas describe un circuito misionero en la Galilea y nos cuenta de una mujer que
siguió a Cristo entre ellos siendo “María la llamada Magdalena, de quien fueron
exorcizados siete demonios” (Lucas 8, 2); pero no nos dice que es con ella con
quien se identifica “la pecadora” del capítulo anterior. En 10.38-42, nos cuenta
de la visita de Cristo a Marta y María “en cierto pueblo”; es imposible
identificar el pueblo, pero queda claro en ix, 53 que Cristo había
definitivamente dejado Galilea y es bastante posible que este “pueblo” fuera
Betania. Esto parece confirmado por la parábola precedente del buen samaritano,
la cual casi con certeza fue dicha en el camino entre Jericó y Jerusalén. Pero
aquí nuevamente notamos que nada sugiere una identificación de las tres personas
(La “pecadora”, María Magdalena y María de Betania) y si solo tenemos a San
Lucas para que nos guíe, ciertamente no tenemos fundamentos para identificarlas.
San Juan, sin embargo, claramente identifica María de Betania con la mujer que
ungió los pies de Cristo (12; cf. Mt 26 y Mc 14). Es notable que ya en el 11,.2,
San Juan haya hablado de María como “aquella que ungió los pies del Señor” he
aleipsasa; Comúnmente se dice que él se refería a la consecuente unción descrita
por él mismo en 12:3-8; aunque puede ser cuestionado si hubiese usado la palabra
he aleipsasa si hubiese sido otra mujer, y no la “pecadora” de la ciudad. Es
concebible que San Juan, sólo porque escribió mucho tiempo después de los
eventos y en un tiempo cuando María estaba muerta, que desee apuntarnos que ella
era realmente la misma conocida como la “pecadora”. Del mismo modo, San Lucas
pudo haber revelado su identidad precisamente porque no deseaba difamar a
alguien aún vivo; ciertamente ocurre algo similar en el caso de San Mateo, (
5:7) quien oculta su identidad con Leví, el publicano.
Si el argumento anterior se mantiene correcto, María de Betania y la “pecadora”
son una y la misma persona con María Magdalena. Con San Juan aprendimos el
nombre de la “mujer” que ungió los pies de Cristo previo a la última Cena.
Podemos notar aquí que parece innecesario mantener esto porque San Mateo y San
marcos dijeron “dos días antes de la Pascua” mientras que San Juan dice “seis
días”, hay por lo tanto, dos distintas unciones una tras la otra. San Juan no
necesariamente quiere decir que la Cena y la unción tuvieron lugar seis días
antes, sino que Cristo llegó a Betania seis días antes de la Pascua. Entonces,
en aquella Cena, María recibió el glorioso encomio “ella ha realizado una buena
obra en Mi...al ungir Mi cuerpo para mi entierro...donde sea que este Evangelio
sea predicado...que también lo que ella ha hecho por mi sea relatado en memoria
de ella”. Considerando todo esto, ¿es creíble que esta María no tuviera lugar a
los pies de la Cruz, como tampoco en la tumba de Cristo? Sin embargo, es María
Magdalena quien, de acuerdo a todos los Evangelistas, estuvo a los pies de la
cruz y asistió en el funeral y fue la primera testigo registrada de la
Resurrección. Y mientras San Juan la llama “María Magdalena” en 19:25; 20:1 y en
20:18, la llama simplemente “María” en 20:11 y 20:16.
Bajo de visión de lo que hemos defendido, la serie de eventos constituyen un
todo consistente; la “pecadora” aparece temprano en el ministerio buscando el
perdón; ella es descrita inmediatamente después como María Magdalena “mujer de
la cual salieron siete demonios”; poco después, la encontramos “ sentada a los
pies del Señor y escuchando Sus palabras”. Para la mente Católica todo parece
natural y apropiado. En un período posterior María y Marta se vuelven a Cristo,
el Hijo del Dios Viviente” y El les devuelve a su hermano Lázaro; poco tiempo
después, lo invitan a cenar y María nuevamente repite el acto que había
realizado como penitente. En la Pasión, ella está a su lado; ella lo ve yaciendo
en la tumba; y es la primera testigo de Su Resurrección – a excepción de siempre
Su Madre a quien Él debió necesitar que apareciera primero, aunque el Nuevo
Testamento es silencioso en este punto. En nuestra visión, entonces, hubieron
dos unciones a los pies de Cristo – seguramente no hubo dificultad cuando San
Mateo y San Marcos hablaron de su cabeza- el primero (Lucas 7) ocurrió en una
fecha comparativamente temprana; la segunda, dos días antes de la última Pascua.
Pero era una y la misma mujer que realizó este pío acto en cada ocasión.
Historia subsecuente de Santa María Magdalena
La Iglesia Griega sostiene que la santa se retiró a Éfeso con la Santísima
Virgen y allí murió, que sus reliquias fueron transferidas a Constantinopla en
el año 886 y son preservadas allí- Gregorio de Tours (De miraculis, I, xxx)
apoya la idea que ella se fue a Éfeso. Sin embargo, de acuerdo a la tradición
francesa (ver SAN LAZARO DE BETANIA), María, Lázaro y algunos acompañantes se
fueron a Marsella convirtiendo a toda la Provenza. Se dice que Magdalena se
retiró a un cerro, La Sainte-Baume, muy cerca donde se entregó a una vida de
penitencia por treinta años. Al llegar el momento de su muerte fue llevada por
ángeles a Aix al oratorio de San Máximo donde recibió el viático; Entonces, su
cuerpo yace en un oratorio construido por San Máximo en Villa Lata, luego
llamada San Máximo. La Historia se mantiene silenciosa respecto a esas
reliquias, hasta el año 745, cuando, de acuerdo al cronista Sigebert, fueron
cambiada a Vézelay por temor a los Saracenos. No hay registro de su regreso,
pero en el año 1279, cuando Carlos II, Rey de Nápoles levantó el convento en La
Sainte-Baume para los Dominicos, se encontró el sepulcro intacto, con una
inscripción que declaraba porqué había sido escondido. En el año 1600 las
reliquias fueron colocadas en un sarcófago enviado por Clemente VIII, con la
cabeza colocada en una vasija separada. En el año 1814, la Iglesia de La Sainte-Baume,
derrumbada durante la Revolución, fue restaurada y en 1802 la gruta fue
nuevamente consagrada. La cabeza de la santa ahora yace allí, donde ha estado
por tanto tiempo y donde ha sido centro de muchos peregrinajes.
HUGH POPE
Transcrito por Paul T. Crowley
In Memoriam, Sr. Mary Leah, O.P. y Sr. Mary Lilly, O.P.
Traducido por Carolina Eyzaguirre