Filisteos
EnciCato
(Phylistieim en la Septuagenia y en el Pentateuco y Josue; en lo demás,
“extranjeros”)
En el relato bíblico, los filisteos adquieren prominencia como los habitantes de
la planicie marítima de Palestina, desde los tiempos de Jueces. Ellos se
mencionan en la genealogía de las naciones (Génesis 10:14; cf. I Par., 1:11-12)
donde juntamente con Caftorín, fueron descendientes de Mesraín. Se hacen
conjeturas que con bastante probabilidad habían venido de Creta, algunas veces
identificada con Caftor y que no dejaban de ser gente más bien pirata.
Hacen su primera aparición en la Biblia en el período final de Jueces en
relación con el profetizado nacimiento de Sansón. El ángel se apareció a Sara,
esposa de Manuel de la raza de Dan, y le dijo que a pesar de los obstáculos,
ella tendría un hijo que “liberaría a Israel de las manos de los Filisteos”
(Jueces 13:1-5). Nos informamos por medio del mismo pasaje, de la dominación de
los filisteos sobre Israel, la cual había durado por cuarenta años. En los
capítulos siguientes existen relatos gráficos de encuentros entre Sansón y los
enemigos de esta nación, que se encontraban en la frontera occidental de Israel.
En los primeros días de Samuel, encontramos que los filisteos trataban de
adueñarse en el interior de Palestina, y en una de las batallas capturaron el
Arca de la Alianza (1 Reyes 4). La caída de una peste sobre ellos, los indujo a
retornarla y permaneció durante muchos años en la casa de Abinadab en Cariatarím
(I Reyes 5, 6, 7).
Después de que Samuel llegara a ser rey de los filisteos, trató de romper su
poder, pero no tuvo éxito, principalmente por la bravura demostrada por Jonatán
(I Reyes 13, 14). Su progreso, empero, no fue permanente tal y como se nos ha
informado (I Reyes 14:52). Hubo “una gran guerra contra los filisteos en los
días de Saúl”. Al final de su reino, aún encontramos a su ejército en posesión
de la rica planicie de Jezrael, incluyendo la ciudad de Betsán y su margen
oriental (I Reyes 31:10).
Ellos sufrieron varias derrotas en el reinado de David (II Reyes 5:20-25),
siendo este rey quien tuvo éxito en reducirlos a estado de vasallaje (II Reyes
8:1). Antes de esta fecha, el poder de los filisteos parece haberse concentrado
en gobernaciones de las ciudades de Gaza, Ascalón, Azotus (Ashdod), Acarón y
Geth. El particular título de “Señor de los Filisteos” fue utilizado por estos
pequeños monarcas.
Los filisteos nuevamente ganaron su independencia al final del reinado de David,
probablemente debido a que encontramos que los reyes de Israel en la novena
centuria dando la ciudad de Gebetón, la que se encontraba al borde la de
planicie marítima (III Reyes 15:27; 16:15). A fines del mencionado siglo, el
gobernador asirio, Adab-Nirari, los colocó bajo tributación y con ello principió
una larga serie de interferencias de los asirios en los asuntos filisteos. En
Amos (1:6,8) encontramos una denuncia de los monarcas filisteos como parte de
los reinos independientes de ese tiempo.
Durante las centurias séptima y octava, la historia de los filisteos se compuso
fundamentalmente de continuas conspiraciones, conquistas y rebeliones. Esto
sucedió en relación con los asirios por un lado, y por el otro con los egipcios.
En el año de la caída de Samaria (721 A.C.) fueron vasallos de Sargón. Sin
embargo, diez años más tarde se rebelaron bajo el liderazgo de Ashdod, pero no
contaron con éxito permanente. Otro intento por librarse del yugo asirio fue
realizado a fines del reinado de Senacherib.
En este conflicto el rey filisteo Acarón, quien permanecía fiel a Senacherib,
fue hecho prisionero por Ezequías rey de Judea. Los aliados que actuaron
conjuntamente fueron derrotados por Eltekeh y como resultado se tuvo el sitio de
Jerusalén por parte de Senacherib (IV Reyes 18; 19). Esarjadón y Asurbanipal en
sus campañas occidentales, cruzaron el territorio de los filisteos y lo tomaron.
Después del declinar de Asiria, los asirios dieron lugar a los egipcios que se
encontraban en la vigésima sexta dinastía.
Es muy probable que los filisteos sufrieron una derrota a manos de Nabucodonosor.
Aún cuando no se ha preservado ninguna constancia de esta conquista. El viejo
título de “Señores de los Filisteos” ha desaparecido y el título de “Rey” fue
concedido por los asirios a los gobernadores filisteos. La captura de Gaza
realizada contra Alejandro el Grande, es famosa, y encontramos que los
Ptolomitas y Seleucides frecuentemente lucharon en territorio filisteo.
El territorio finalmente pasó bajo el poder romano y las ciudades tuvieron
subsecuentemente una importante historia. Después del tiempo de los asirios, los
filisteos cesaron en ser mencionados por este nombre. De allí que Herodoto habla
de los “árabes” estando en posesión de la costa baja del Mediterráneo en los
tiempos de Cambises. Algunos infieren a partir de esto que los filisteos habían
sido substituidos. En las luchas de las naciones por estas tierras, es muy
probable que las mismas fueron gradualmente absorbidas y perdieron su identidad.
En general se supone que los filisteos adoptaron la religión y la civilización
de los canaítas. En I Reyes 5:2, leeemos “Y los filisteos tomaron el arco de
Dios y lo trajeron al templo del Dragón, y lo colocaron en el Dragón”. De esto
inferimos que su dios principal fue una deidad semítica. Esto último aparece en
las cartas del Tel el-Amarna y en inscripciones babilónicas. En Ascalón, había
un templo dedicado a la diosa semítica Ishtar, mostrando con ello el carácter
semítico de la religión de los filisteos, similar situación a otros rasgos de su
civilización.
Además de los comentarios estándares, véase MASPERO, Histoire ancienne des
peuples de l'Orient (6th ed., París, 1904), tr., The Dawn of Civilization (4th
ed., Londres, 1901); BRUGSCH, Egypt under the Pharaohs (tr., Londres, 1880), ix-xiv.
JAMES F. DRISCOLL
Transcripción de Thomas M. Barrett
Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes