Actos indiferentes
BC
Un acto humano puede ser considerado en abstracto (in especie) o en concreto (in
individuo). Tomados en el primer sentido, está claro que la moralidad de un acto
humano se determinará por su objeto específico. Como éste puede ser de un tipo
que no sea acorde con una norma moral ni contrario a ella, podremos tener actos
que, puede decirse, no son buenos ni malos, sino indiferentes. ¿Pero puede este
carácter de indiferencia aplicarse al acto que estamos tratando, considerado no
como una abstracción de la mente, sino en concreto, tal y como es realizado por
el individuo en circunstancias particulares y para un cierto fin?
A este cuestión, San Buenaventura (en 2, dist. 41, a., 1, q. 3, dónde, sin
embargo, se observará, que el Seráfico Doctor habla directamente sólo de mérito)
responde afirmativamente y con él Scoto (en 2, dist. 40-41, et quodl 18), y toda
la escuela de los escotistas. Así también Sporer (Theol. Moral., 1, III, § v);
Elbel (Theol. Moral., tom. I, n. 86); Vásquez (en 1-2, disp. 52); Arriaga (Del
Acto. Hum., disp. 21); y en su momento el arzobispo Walsh (Del Acto. Hum., n.
588 sq.). Santo Tomás (En 2, dist. 40., a. 5; de Malo, q. 2, a., 4 et 5; 1-2, q.
18, a., 9), y sus comentaristas sostienen la opinión opuesta. Así también lo
hace Suárez (De. Bon. Et Mal., disp. IX); Billuart (diss. IV, a., 5 et 6); San
Alfonso (L. 2, n. XLIV); Bouquillon (Theol. Moral. Fund., n. 371); Lehmkuhl (Theol.
Moral., L. I, tract. I, III); y Noldin (Sum. Theol. Moral., I, 85 sq.).
Debe hacerse notar que los tomistas, no menos que los escotistas, reconocen como
actos moralmente indiferentes los hechos sin deliberación, por ejemplo: el
acariciarse la propia barba o el frotarse las manos, como hacemos
ordinariamente. Reconocidamente indiferentes también, son algunos actos en los
que, sin embargo, hay una deliberación física, dicho así, como los realizados,
por ejemplo, cuando decidimos si leer o escribir, sin ningún razonamiento de
orden moral. La cuestión aquí son únicamente los actos que se realizan con
referencia a una regla moral. De nuevo, la mayoría de los tomistas aceptan que
un acto sería indiferente en el caso de que un sujeto juzgara que no era bueno
ni malo después de que tuviera su conciencia formada, de acuerdo con la opinión
de los escotistas, para los que, además, debe darse una sólida probabilidad.
Finalmente, debemos remarcar que no se ha alzado ninguna controversia con
respecto a la indiferencia de los actos con referencia a los méritos
sobrenaturales. La doctrina de que todos los actos de los infieles son malos,
fue formalmente condenada. Aún más claramente, cuando los actos de aquéllos que
no poseen la gracia pueden ser moralmente buenos, y así en el orden sobrenatural
escapan a todo demérito, ellos no pueden, al mismo reclamar ningún mérito.
Los tomistas y escotistas declararán que, para ser moralmente bueno, un acto
debe estar en conformidad con las exigencias y dignidad de nuestra naturaleza
racional. Pero la pregunta es ¿Qué es lo aceptado como conforme a las exigencias
y dignidad de nuestra naturaleza racional? Según los escotistas, el acto
deliberado de un ser racional, para ser moralmente bueno, debe referirse a un
fin positivamente bueno. Por tanto, los actos que el sujeto realiza sin ningún
fin y qué no tiene por objeto nada que sea acorde con nuestra naturaleza
racional ni contrario a ella, como comer, beber, descansar y cosas semejantes,
no pueden considerarse moralmente buenos. Consecuentemente, estos actos no se
desvían de la norma moral, no pueden caracterizarse como malos y, por
consiguiente, se dice, deben ser considerados como indiferentes.
De acuerdo con la opinión de Santo Tomás, que es la más común entre los
teólogos, no es necesario, para ser moralmente bueno, que un acto deba referirse
a un fin positivamente bueno. Es suficiente que el fin nos sea visto como malo y
que, en la realización del acto, no se transgredan los límites puestos por la
recta razón. Así los actos de comer, beber, descansar y similares, mientras, en
teoría, no son acordes ni contrarios a nuestra naturaleza racional, en la
práctica, a causa de la circunstancia de ser hechos en modo y medida prescritos
por la razón, se vuelven totalmente acordes con nuestra naturaleza racional y,
de esta manera, en moralmente buenos. Se observará de lo antedicho que los
tomistas sostienen como moralmente buenos actos que los escotistas definen como
moralmente indiferentes.
Según un tercer tipo de teólogos, un acto deliberado que no se refiere a un fin
positivamente bueno, debe reputarse como moralmente malo. Por tanto aquello que
hemos descrito como bueno en la doctrina de Santo Tomás y como indiferente en la
mente de Duns Scoto, debe, según estos teólogos, ser juzgado únicamente como
malo. Equivocadamente llamados tomistas, los defensores de esta opinión sólo
comparten con el Doctor Angélico la afirmación de que no hay ningún acto
deliberado indiferente. Ellos difieren radicalmente de él en su injustificable
severidad y sus enseñanzas son condenadas por el sentido y práctica de casi
todas las personas de la más delicada conciencia.
JOHN WEBSTER MELODY
Transcrita por Bob Knippenber
Traducido por Quique Sancho