NOVENA A LA INMACULADA
ESPERANZA NUESTRA

 

Exhortación Pontificia

Os exhortamos a poner de relieve el puesto que ocupa María en el culto litúrgico y más aún a mostrar en Ella «el modelo de virtudes que irradia sobre la comunidad de los elegidos», a presentarla «a la luz del Verbo hecho hombre», como aquella que «cooperando intrínsecamente a la historia de la salvación, reúne y refleja en sí misma, en cierta manera, los rasgos más salientes de nuestra fe».

Esta devoción hará brotar la oración de los fieles para obtener la intercesión de María. Porque nos hace comprender en qué medida la Madre del Verbo es también nuestra madre. Creer en Jesucristo y recibir su gracia, ¿no es estar incorporado a El, no es llegar a ser, según expresión de San Pablo, como una extensión misteriosa de su cuerpo?

En todos los actos relacionados con el nacimiento y crecimiento del Cuerpo místico de Cristo, ha participado María. Como ha escrito San Agustín, Ella es «la Madre de los miembros, tales cuales somos nosotros, de Cristo, habiendo cooperado con su amor al alumbramiento, dentro de la Iglesia, de fieles que son los miembros de la Cabeza». ¿Cómo no va a seguir participando, con su intercesión verdaderamente maternal, a la expansión de la Iglesia a través de lugares y tiempos, a la integración de todos los hombres y de todo lo humano en Cristo, lo cual es la continuación misma de la obra de la salvación comenzada en su corazón y en su seno?

Siguiendo las directrices conciliares, invitad a los fieles cristianos a estimar las prácticas de piedad mariana que la Iglesia ha recomendado a lo largo de los siglos, entre las cuales se destaca el Rosario, dada su aptitud para unir a Cristo y María en una misma oración.

Pablo VI


NOVENA A LA INMACULADA,

ESPERANZA NUESTRA

 

1. Inmaculada Concepción

2. Santa María, estímulo de la fe 

3. Santa María de la esperanza 

4. Santa María, madre del Amor 

5. Grandeza de María 

6. María, lugar de encuentro entre el hombre y Dios 

7. María, en el centro de la historia humana 

8. María, en nuestra vida 

9. Santa María de cada día 

Preces comunitarias 

Plegarias 


PARA TODOS LOS DÍAS

Preces comunitarias (a elección)

FORMULA 1

1. María, modelo de fe, Tú que creíste en la palabra del Angel, y Dios obró maravillas en Ti, aumenta en nosotros la fe, sin la cual no podemos agradar a Dios, ni salvarnos.

Ruega por nosotros.

2. María, modelo de esperanza, Tú que esperabas la venida del Redentor, y el cumplimiento de todas las promesas mesiánicas, aumenta en nosotros la esperanza.

3. María, modelo de caridad, Tú que amabas a Dios como ninguna otra criatura le ha amado, y nos amas con amor maternal, aumenta en nosotros la caridad de que tanto necesitamos.

4. María, modelo de pureza, que Dios, al hacerte Madre suya, quiso conservar íntegra tu virginidad, consérvanos siempre limpios de alma y cuerpo.

5. María, modelo de perseverancia, Tú que no volviste nunca atrás en el camino de la virtud, alcánzanos la perseverancia en la gracia de Dios, para que no perdamos nunca la amistad con Jesús.


FORMULA 2ª

Señora Santa María

- Para que seamos verdaderos hermanos de Jesús, Tú que fuiste Madre de la divina Gracia.

Ruega a Jesús por nosotros.

Para que nos veamos libres del pecado, Tú que fuiste siempre virgen.

- Para que seamos verdaderos apóstoles de Cristo, Tú, Reina de los Apóstoles.

- Para que nuestros padres y superiores gocen de buena salud, Tú, que eres salud de los enfermos.

- Para que aumente en nosotros el amor a Dios y al prójimo, Tú, la Hija predilecta del Padre.


PLEGARIAS (a elección)

ORACION DE LA ESPERANZA

Yo te espero, Señor, por qué te espero tanto? 
No me importa que tardes; 
no necesito, Señor, que vengas pronto. 
Yo esperaré, te seguiré esperando. 
Siempre en la noche latirán tus pasos, 
cada hora más cerca de mi corazón. 
Yo sé que vienes, 
pero encuentras algunos cansados ya de esperar 
y llamas a su puerta, te entretienes. 
No tengas prisa por mí, casi mejor que tardes. 
Me consuela, en la espera, saber que hay muchas almas
que reciben ahora tu visita. 
No te apures por mí, yo seguiré en la noche, 
sin miedo a los ladridos, sin temor a la escarcha, 
esperando que llegues. 
Llegarás, estás ya cerca, te oye mi corazón. 
Estás ya de camino y mi luz sigue encendida.


ORACION DEL AMOR

Jesucristo, Maestro y Amigo: 
Con tu vida me enseñaste el amor. 
Tu mandato es mandato de amor. 
Y en la tarde de la vida me examinarás del amor. 
Yo siento un deseo imperioso de amor universal. 
Haz, Señor: Que jamás traicione yo el amor. 
Que pase por el mundo sembrando el bien. 
Que todos encuentren en mí un discípulo del amor, 
fiel a tu mandamiento supremo. 
Amén.


MADRE DE MI JUVENTUD

Dame un corazón recio para conservar la pureza. 
Dame energía viril para luchar por la justicia, 
para vivir en la verdad y no traicionar el Amor.

Pido a Jesús con fe:

Dame tus ojos limpios para ver la farsa de la vida.

Dame tu corazón grande para amar de verdad a Dios en mis hermanos. 

Dame tu temple de mártir para morir en la cumbre, en la cruz contigo.


A NUESTRA SEÑORA DE ADVIENTO

Madre Inmaculada, ya que estás otra vez con tu Hijo, y reinas con él en el cielo, mientras nosotros quedamos en esta tierra poblada de precarias alegrías y de preocupaciones cada vez mayores, ayúdanos a hacer de este tiempo de Adviento una espera eficaz que nos santifique y nos consagre al servicio del prójimo. No se aguarda cruzado de brazos al Señor. La acción y la oración deben llenar nuestra vida. Y cuando llegue nuestra hora y tengamos que atar nuestra gavilla para presentarla al Señor: Madre, quédate a nuestro lado.

Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


A NUESTRA SEÑORA DE LA SENCILLEZ

Señora, que no tengamos miedo a fracasar; 
y que nuestras equivocaciones no nos asusten; 
que obremos siempre con sinceridad y humildad; 
que no nos creamos mejores que los mayores 
y que reconozcamos nuestros yerros; 
que seamos arriesgados 
y al mismo tiempo apoyemos nuestras manos 
en la de nuestros mayores; 
que encontremos a Cristo, camino, verdad y vida, 
y nos arrojemos en sus brazos sin miedo. 
Que nuestra juventud se desborde 
enriqueciendo la Iglesia de nuestros padres.


PARA CADA DÍA

 

1. Inmaculada Concepción

En verdad que eres hermosa amada mía. Cant. 4, 1.

 

Todos entramos en este mundo marcados con el estigma del pecado de Adán, desviados de nuestro fin verdadero.

Para hablar a Dios es menester una conversión. Sedientos de Dios por naturaleza y por vocación sobrenatural, somos solidarios de una raza pecadora. Antes de que el nuevo Adán reine en nuestras almas, ya somos herederos del antiguo Adán pecador.

Por eso la Inmaculada nos invita a seguir en pos de ella hacia el encuentro del Salvador. Como a rebeldes que somos, nos enseña fidelidad y docilidad a las llamadas de la Gracia. Egoístas como somos, replegados sobre nosotros mismos, la Virgen nos dice que el sacrificio es la condición de toda genuina grandeza.

Ella tiene lecciones de humildad y de reconocimiento y gratitud a Dios, para nuestra tentación de orgullo.

Reducidos a la impotencia, en la amenaza continua de otra recaída, María nos recuerda el poder de la oración.

Efectivamente, la Concepción Inmaculada de la Virgen María no es solamente un privilegio negativo. Es, sobre todo, una realidad positiva, una plenitud de Gracia, una orientación del alma, desde sus cimientos mismos, que hace de la Virgen María un impulso celestial y como un clamor que sube hasta Dios. El mismo la ha traído a la existencia, como un eco siempre fidelísimo a la voz que la ha suscitado, como un espejo que devuelve el rayo de luz. Pero este ímpetu, esta claridad y esta correspondencia, son también resultado de una voluntad libre que, prevenida por la Gracia de Dios, jamás hace el menor gesto, jamás dice la menor palabra que pudiera traicionar la intención divina.

Habla Dios. Su creatura responde: «He aquí la esclava del Señor».

REFLEXION

La pureza consiste en alimentar el espíritu en la verdad, y no en la vanidad y mentira; 
en pensar rectamente, 
en hablar con verdad, 
en hacer-obrar justamente. 

Pureza de corazones, por consiguiente, pensar, hablar, obrar limpiamente, 
sin doblez, rectamente según la norma de la ley eterna.
Pureza es verdad, sinceridad, honestidad, santidad.

F. M. López-Melús

 

CANTO DE MEDITACION

Madre de la esperanza, 
del amor más hermoso, 
rogad por nosotros.

Desde la aurora de los tiempos, Dios me creó, 
y permaneceré por los siglos. 
Yo soy como una viña deliciosa llena de flores.
Venid y saciaos de mis frutos. 

A Jesús que nació de la Virgen, Gloria y honor, 
bendecid por los siglos a María.


 

2. Santa María, estímulo de la fe

Bienaventurada tú porque has creído. LC 1,45

Los hombres de nuestro tiempo oscilan entre las esperanzas más arduas de bienestar terreno y la aprensión de los males, hacia los cuales les parece que camina la sociedad moderna. En el interior mismo de la Iglesia, la fe de muchos se encuentra hoy turbada. Nadie duda que la contemplación amorosa del misterio de María haga fortificar la fe en Cristo, que ellos tienen que vivir en un mundo y una cultura en vías de secularización. La intercesión de la Virgen adquiere aquí un significado muy particular. ¿No es sobre todo por razón de su fe por lo que Ella es el tipo y el modelo de la Iglesia?

«Bienaventurada la que ha creído». En medio de las pruebas que Ella ha atravesado, María ha permanecido siempre indefectible en su fe. Antes de llegar a la plena claridad, Ella se adhirió plenamente a toda la realidad del misterio de la Salvación y de la Persona misma del Salvador. En ella, verdaderamente, todo el género humano ha acogido a Cristo su Salvador y se ha asociado a su obra de salvación. Y Ella no cesa de ayudar a cada uno de nosotros a repetir en sí mismo y por sí mismo este gesto de fe y de consentimiento.

Pidamos, pues, a la Virgen que obtenga para los cristianos de hoy una Fe pura, fuerte, inviolable, paciente y fiel en la oscuridad y la prueba, esa Fe de la cual dijo San Juan que es nuestra «victoria sobre el mundo»; una fe que esté arraigada como la suya, inseparablemente del consentimiento, de la obediencia y del amor, que se adhiere a la verdad manifestada en su Hijo Jesús y traída intacta hasta nosotros por la tradición viviente de la Iglesia.

Pablo VI, 1 de mayo de 1971.

 

REFLEXION

«Bienaventurada tú porque has creido».

Es la mejor síntesis y la más perfecta instantánea del alma de la Virgen.

«Porque has creído».

La fe hizo fuerte a María:
- En el trance de la Anunciación. 
- En la soledad de Nazaret. 
- En la tragedia de la Pasión.

Si tu vida cristiana es débil y fácil al derrumbamiento es porque tu fe no ha llegado a interesar el corazón. 

La fe de María es una fe caliente.

Las raíces de su fe se arraigan, inconmovibles, en el corazón de una madre que ama apasionadamente.

A tu fe en Cristo le falta enraizar en un corazón apasionado por Cristo.

 

CANTO DE MEDITACION

Siempre confío en mi Dios, 
siempre confío en mi Dios, 
El me conduce, no temo. 
Me acompaña al caminar.

1. Aunque sin luz camine yo en la noche
     Aunque el temor me impida avanzar.

2. Aunque perdido yo vaya por las calles,
       sin encontrar amor y amistad.

3. Aunque yo inquieto me mueva todo el día,
       sin encontrar la paz del corazón.

4. Aunque las fuerzas me falten en la vida,
       y la ilusión se apague frente a mí.

5. Aunque el camino se oculte en las tinieblas.
      Aunque no vea tu sombra al avanzar.


 

3. Santa María de la esperanza

Vida, dulzura y esperanza nuestra. Salve

De la Fe germina la Esperanza.

Esperanza, la virtud más olvidada de los cristianos, pero la más necesaria para ir por la vida, en ruta.

La esperanza del cristiano no es ni presunción ilusa del hombre que se cree confirmado en gracia, ni tampoco la angustia desesperada del que no confía en Dios.

La auténtica Esperanza es una mezcla de seguridad y temor. Seguridad en Dios que nos ama infinitamente. Temor de nosotros mismos que somos barro.

Esperanza, virtud de los hijos de Dios, que llaman al Omnipotente, Padre. Y si Dios cuida de los lirios y de los gorriones ¡cuánto más cuidará de nosotros!

Esperanza, virtud de caminantes. Ella mantiene en pie el corazón de los cristianos. Se sigue andando mientras hay esperanza, y cuando a un hombre le domina el cansancio, es porque se le acabó la Esperanza.

«Nos gozamos basados en la Esperanza de la que nadie queda confundido».

La Virgen fue alma de gran Esperanza. Conoció el Amor profundo de Dios que nos dio a su Hijo. Que Ella nos haga hombres de Esperanza, caminando sin fatiga, la mirada en el horizonte, donde nos espera el «Dios de la Esperanza».

La Virgen sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El esperan con confianza la salvación.

Ella es la estrella de la esperanza que precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante. Signo de esperanza segura y de consuelo en nuestras angustias y perplejidades de cada día.

¡Santa María, estrella de la Esperanza, ruega por nosotros!

 

REFLEXION

En las bodas de Caná, María se mostró nuestra esperanza, la omnipotencia suplicante, la intercesora, la mediadora, etc.

«Todavía no ha llegado mi hora», dijo Jesús.

Y la Virgen adelantó el reloj de Dios en favor del hombre.

Y el milagro se realizó, puntualmente, dentro del horario previsto por la Madre.

Las madres son las únicas personas que pueden disponer, siempre, de las horas de los hijos. Porque disponen de la cuerda del reloj, que es el corazón dei hijo (Recuérdese la historia de Coroliano).

¿Entiendes por qué llamamos a la Virgen «Omnipotencia suplicante?». Porque es, moralmente, imposible que el Hijo se niegue a las súplicas de su Madre.

Porque la hora de la Madre es:

Siempre. 
Siempre cabe esperar en Ella.

 

CANTO DE MEDITACION

¡Sígueme! ¡Sígueme! 
¡Sígueme, sígueme, sígueme a Mí! 
¡Sígueme, sígueme, sígueme!

1. Suena en mis oídos: «Yo soy el CAMINO». 
    La senda es difícil, débiles mis pies. 
    Pisaré tus pasos. Seguiré tu sombra.

2. Suena en mis oídos: «Yo soy la verdad». 
    En la incertidumbre, en mi oscuridad, 
    brillará un rayo, una luz muy clara.

3. Suena en mis oídos: «Yo seré la Vida». 
    En mi abandono, en mi soledad, 
    buscaré tu gracia, sentiré tu fuerza.

                        Disco = «Cantar es amar», G. Aulestia.


 

4. Santa María, madre del Amor

Yo soy la madre del amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. Eclo 24, 24.

 

El amor es la razón de ser del hombre, ley suprema del universo.

Dios es Amor.

El Amor es el núcleo del Evangelio, mandamiento nuevo de Jesús.

En esto conocerán que somos sus discípulos.

Jesús nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor. El amor hace grandes a las almas y el egoísmo las empequeñece.

Un hombre sin amor es como un río sin agua, tendrá reseco el corazón y su vida pasará inútil, infecunda.

El hombre no puede encontrar su propia plenitud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.

Toda la vida, cuando es auténtica, está orientada hacia el Amor.

El amor es abertura a los demás, entrega, « el corazón al viento».

El egoísmo es el amor invertido. Repliega y aísla.

Hemos nacido para el Amor y el Amor que no se da, se pudre dentro. Como el agua estancada, se corrompe. Como el pan que si no se come, se endurece.

El amor, cuando se da, se multiplica como el fuego que es más grande cuanto más enciende.

Amigo, si no amas no eres cristiano y, además, serás un desgraciado en la vida. Porque la raíz de la felicidad está en darse.

Una gracia muy especial para alcanzar hoy de María. Madre: enséñame a amar de verdad, sin egoísmo. Ella fue la mujer que amó hasta la cruz.

Tiene tan grande el corazón que puede ser Madre de toda la humanidad. Madre, Virgen de la ternura, haznos como Tú grandes para el amor.

¡Santa María, Madre del Amor, ruega por nosotros!

 

REFLEXION

- En los caminos del amor nadie es tan pobre que no tenga algo que dar.

Nadie es tan rico que no tenga algo que recibir.

¿Has pensado en tus posibilidades para dar?

- «Cuando se está animado por la caridad de Cristo, uno se siente, entonces, unido a los otros y se sienten como propias las necesidades, los sufrimientos y las alegrías de los demás.

Y, en consecuencia, la conducta de cada uno... no puede menos de resultar más desinteresada, más vigorosa, más humana, porque la caridad es magnánima, es servicial, no busca su interés...» (Juan XXlll)

- No ames porque tú necesitas del otro.

Ama porque el otro necesita de ti.

No busques tu dicha.

Busca su felicidad.

 

CANTO DE MEDITACION

¡Hay cosas bonitas en nuestra vida! Una amistad fiel, una eterna juventud -años que pasan y corazón ardiente sin psicosis temporal-, un amor limpio que vence y supera las dificultades. Todo esto y mucho más a veces tan desfigurado, necesita un aireo, manifestar a los demás que existen realidades estupendas que nos hacen mirar y ver más claramente la vida. Exaltar y cantar lo que es bueno; lo que tiene de estimable la vida, para que valientemente la vivamos.

Por un amor de horizontes perdidos, 
vivo la luz, conozco el amor. 
Y la amistad que me habla en silencio, 
sinceridad que ahuyenta el dolor.

Quiero vivir esta hemosa aventura, 
para gozar de una eterna juventud. 
Por un amor de horizontes perdidos, 
vivo la luz, conozco el amor.

En posesión de una luz que recrea, 
como un espejo la realidad. 
Con el dominio en el mundo creado, 
y la esperanza en un más allá.

                                            (Disco: «Aquí, en la tierra»)


 

5 Grandeza de María

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. 
Lc 1, 48.

 

Toda la grandeza de María radica en el cimiento de su humildad; humildad de una creatura privilegiada, única en el mundo, divina y regia, como un rayo que proviene del sol. Pero, mejor que el sol, pues la Virgen es inteligente y es libre, sabía bien que todo cuanto tiene de riqueza le viene de Dios, de esa hoguera de caridad que alberga en su seno.

Humildad novísima y hermosa sin igual que no la deja sentir la tentación de minimizar la magnitud del don recibido, ni hacer callar la alabanza que asoma a los labios de quien la saluda, elogio que harán de Ella todas las futuras generaciones:

«Desde ahora me felicitarán 
todas las generaciones
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí».

Parecida humildad es tanto más profunda, cuanto que al afirmar su nada para cantar las alabanzas de su Dios, crea nuevos abismos que la Gracia llenará.

Humildad, caridad. Virtudes marianas por excelencia, resaltadas en la Visitación de manera muy especial. Jesús, presente en María, viene al encuentro de Jesús, presente en sus hermanos pacadores. Se esconde de este modo para poder amarse más a sí mismo en nosotros, por María, por San Juan Bautista, por Santa Isabel y por todos aquellos que, habiéndolo recibido, busquen entregarse a los demás.

 

REFLEXION

iQué maravilla hace Dios con el hombre, cuando el hombre le deja hacer a Dios!

María fue grande, porque:

Creyó.

Se fió.

Se abandonó.

Pero para dejarle a Dios hacer todo, convéncete, primero, de que tú no puedes hacer nada.

«El Señor hizo en mí maravillas. Gloria al Señor. 
Porque vio la pequeñez de su esclava».

 

CANTO DE MEDITACION

El Señor hizo en mí maravillas (G 3).


 

6 María, lugar de encuentro entre el hombre y Dios

Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. Jn 1, 14.

 

María es la más moderna, la primera entre todas las mujeres de la Humanidad.

A la cabeza de la innumerable muchedumbre de los humanos fue al encuentro de Dios, a quien habíamos perdido.

Fino alborear de la pureza de la Humanidad,
corazón entregado al Amor,
libertad absoluta para pronunciar el Sí de los esponsales del hombre con Dios.

Es Ella la primera mujer que renovó definitivamente con Dios la Alianza del Amor infinito. En su alma y en su propia carne es Ella el lugar de encuentro entre:

- lo natural y lo sobrenatural,
- lo finito y lo infinito,
- el hombre y Dios.

Ella es la primera criatura «re-creada» que participó de la condición de criatura redimida, prototipo del hombre nuevo que hemos de llegar a ser.

En el centro de una Humanidad en marcha hacia su divinización en Cristo, la Virgen María es la eficacia en estado puro.

Estando totalmente entregada al servicio del Reino y siendo absolutamente pura, nada en Ella es obstáculo para la Encarnación ni para la Redención.

 

REFLEXION

María nos enseña a ver a Dios en los «encuentros» con personas.

Según el Evangelio, Cristo se nos acerca en el compañero de viaje, en el autobús, en el tren; en el pordiosero que pide limosna; en la persona que nos saluda en la calle y sobre todo en cada uno de los miembros de nuestra comunidad familiar, escolar, etc.

Seamos conscientes de esa proximidad. Veamos en cada encuentro el «sacramento» (signo, pero eficaz) de Cristo. Todo ello es indudablemente una vivencia de unión con Dios, es oración. Depende sólo de la viveza de nuestra fe, de nuestro espíritu de oración.

Si realmente tenemos fe vibraremos ante lo de «tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, etc., pues lo que hicisteis con otros en mi nombre, conmigo lo hicisteis».

 

CANTO DE MEDITACION

Caminando por el mundo. 
Avanzando por un valle profundo. 
Caminando por el mundo 
tras la huella de Dios.

1. Sí, Dios está contigo.
    Camina junto a ti el Señor.
    No temas a la noche
    porque te conduce Dios, el Señor.

2. El cielo está ya cerca.
      Sigue subiendo siempre hasta el fin.
      No temas el cansancio
      porque allí te espera Dios, el Señor.


 

7. María, en el centro de la historia humana

Estaba junto a la cruz de Jesús, su ,Madre. Jn 19, 25.

 

María está en el centro de la historia humana; de esta historia que hace progresar al mundo, mediante la adhesión silenciosa de su amor inmaculado a los grandes designios del Padre.

Con Jesús, consumando su Encarnación mística en toda la Humanidad,

con Jesús, consumando los pormenores de su Redención en la Historia,

María continúa su obra en el mundo.

Esposa fiel del Espíritu Santo, jalona con su Sí eterno los más insignificantes gestos de gracia de su Hijo.

El Sí de María es doble: es el consentimiento a la Encarnación y el consentimiento a la Redención.

Estando totalmente entregada al servicio del Reino y siendo absolutamente pura, nada en Ella es obstáculo para esta Encarnación ni para esta Redención.

En el centro de una Humanidad en marcha hacia su divinización en Cristo, la Virgen María es la eficacia en estado puro.

La Virgen María, criatura redimida, es el prototipo del hombre nuevo.

 

REFLEXION

La esperanza cristiana es una virtud que nos obliga, no a cruzarnos de brazos, sino a dirigir nuestra mirada hacia «el que ha de venir», a prepararle el camino, a salirle al encuentro. Y «María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con María no puede menos de terminar en encuentro con Cristo mismo» (Pablo VI).

María se dirigió «de prisa» a la montaña.

Nuestra caridad, nuestro amor, son más pasivos que activos.

Más de cuarto de socorro, que es cuarto de «estar», que de auxilio en carretera, que es auxilio «sobre ruedas».

Nosotros esperamos sentados:

- A que nos vengan a llamar.

- A que nos vengan a consultar.

- A que se nos ofrezcan oportunidades de hacer caridad.

Madre, enséñame:

- A poner el corazón en marcha.

- A hacer de la vida urgencia para el amor.

- A no esperar la oportunidad rara de las grandes catástrofes para vibrar con la estridencia anormal de un corazón habitualmente en desuso.

Si la vida es «camino», Madre, contigo quiero caminar «de prisa» por el camino del amor.

 

CANTO DE MEDITACION

Cristo está conmigo, 
junto a mí va el Señor; 
me acompaña siempre en mi vida, 
hasta el fin.

1. Ya no temo, Señor, la tristeza, 
    ya no temo, Señor, la soledad; 
    porque eres, Señor, mi alegría, 
    tengo siempre tu amistad.

2. Ya no temo, Señor, a la noche, 
    ya no temo, Señor, la oscuridad; 
    porque brilla tu luz en las sombras, 
    ya no hay noche, Tú eres luz.

3. Ya no temo, Señor, los fracasos, 
    ya no temo, Señor, la ingratitud; 
    porque el triunfo, Señor, en la vida 
    Tú lo tienes, Tú lo das.

4. Ya no temo, Señor, los abismos,
       ya no temo, Señor, la inmensidad;
       porque eres, Señor, el camino
       y la vida, la verdad.

5. Ya no temo, Señor, a la muerte, 
    ya no temo, Señor, la eternidad; 
    porque Tú estás allá esperando 
    que yo llegue hasta Ti.

«Soy más amigo del viento que de la brisa. Hay que hacer el bien de prisa». (José M. a Pemán).


 

8. María, en nuestra vida

Luego dijo al discípulo: «He ahí a tu Madre». Jn 19, 27.

 

María, Madre. Desde siempre, los cristianos te han llamado así, tomando el relevo de Jesús, que te prodigó ese nombre familiar durante su estancia en el hogar de Nazaret. Pero hoy, hemos aprendido a llamarte, además de Madre de Dios y de los hombres, Madre de la Iglesia, prolongación de la casa de Cristo en el tiempo y en el espacio.

María, Abogada. Desde los primeros siglos de la era cristiana, los fieles repetimos sin cesar la oración: «Bajo tu protección, nos refugiamos, Santa Madre de Dios. No desprecias nuestras súplicas en la necesidad, mas líbranos siempre de todos los peligros».

María, Reina. Desde que te inventaron las letanías, como una cadena sin fin, los cristianos han ido desgranando su invocación: Reina de los apóstoles, Reina de quienes guardan su castidad, Reina de los santos, Reina de la paz.

María, Intercesora. Desde que un día forzaste el primer signo de Jesucristo en el escenario de Caná, todos sus discípulos creemos en tu poder medianero con el único Mediador entre Dios y los hombres.

María, Auxiliadora. Desde que aprendiste a prestar los primeros auxilios a Jesús Niño en Belén, no has dejado de ser el «Auxilio en la carretera» de la historia para todos los miembros necesitados del Cuerpo Místico de Cristo.

 

REFLEXION

María, Madre, de Cristo, de la Iglesia, nuestra Madre. María, Abogada, Madre de Cristo JUEZ. 
María, Reina, Madre de Cristo REY. 
María, Intercesora, Madre de Cristo MEDIADOR. 
María, Auxiliadora, Madre del HOMBRE DIOS.

 

CANTO DE MEDITACION

Te sigo a Ti, 
Tú eres la Verdad. 
Te sigo a Ti, 
Tú eres la Verdad, Señor.

1. Oigo tu voz,
       voz de amistad, Señor.

2. Danos tu luz
       al caminar, Señor.

3. Voy sin temor,
       firme en mi fe, Señor.

4. Ya soy feliz,
       vas junto a mí, Señor.

5. Vamos unidos 
    en el amor, Señor.


 

9. Santa María de cada día

Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Ave María.

Para el último día de la Novena

Señor: Al tener que terminar hoy la Novena a la Inmaculada Concepción, se me ocurre rezar la oración del cristiano que le dice a María, no «adiós», ni hasta el año que viene, sino «hasta la vista», que es decir, hasta siempre.

Porque, sí, tiene razón cierto autor de hoy, al titular su último libro Santa María de cada día. Como podría llamarlo: Nuestra Señora de todos los meses. O Virgen de todo el año. O compañera de todas las horas. O Madre de todos los minutos.

Santa María del lunes perezoso, en que nos cuesta poner en marcha la máquina escolar y profesional, después del stop dominical. Tú puedes auparnos, Virgen diligente.

Santa María del martes, aunque sea 13, aun cuando tengamos que casarnos o, al menos, embarcarnos en la rutina de una semana recién comenzada. Tú sabes ayudarnos.

Santa María del miércoles gris y anodino, impersonal, ya lejos del domingo anterior para recordar y más lejano aún del próximo para soñar. Tú quieres ayudarnos.

Santa María del jueves simpático, descansillo psicológico en mitad de la semana; y del viernes molesto, y del sábado con fragancia de víspera. Y del domingo esperanzadoramente feliz. Santa María de todos los días.

Y de las cuatro estaciones. De la primavera, porque significa flores y alegría, y Tú eres la feliz entre todas las mujeres. Del verano, que es fruto y calor, y Jesús es el fruto bendito de tu vientre. Del otoño, que destempla y necesita tu templanza. Del invierno, cuyo frío exige tu calor maternal. Por eso: ¡hasta siempre, María!

 

REFLEXION

No hay argumentos para amar a una madre.

A las madres se les ama «porque si».

«Porque es mi madre».

Preguntar a un híjo por qué ama a su madre es ofenderle. Tanto como preguntar a una madre por qué ama a su hijo.

¡Qué pena que haya tantos hijos con montañas de argumentos a favor de la maternidad divina y humana de María y con tan poca realidad de amor filial!

 

CANTO DE MEDITACION

Quiero sentir a ti, flor de las flores.
Siempre desir cantar de tus loores.

Non me partir de te servir,
Mejor de las mejores.

Grand fianza he yo en ti Sennora.
La mi esperanza en ti es toda hora.

De tribulación, sin tardanza,
Venne librar agora.

                                                           Arcipreste de Hita.