FUNDAMENTALISMO:
ENTRE LA PERPLEJIDAD, LA CONDENA Y EL INTENTO DE COMPRENDER
Jaume Flaquer
1. Fundamentalismos a vista de pájaro
1.1. El Fundamentalismo: "dícese de..."
1.2. ¿Sólo fundamentalismos religiosos?
2. ¿Por qué?
2.1. La cultura postmoderna: un caldo de cultivo
2.2. El racismo
3. Religiones y fundamentalismo: aliados demasiadas veces
3.1. ¿El fundamentalismo es inherente al islam?
3.2. Puntos que favorecen el fundamentalismo
4. Caminos de esperanza
4.1. Apuntes para la acción
4.2. Esperanza de diálogo
4.3. ¿Tiene límites la tolerancia?
4.4. Contradicciones del fundamentalismo
4.5. Diálogo interreligioso
Notas
* * * * *
En los últimos años, palabras como fundamentalismo, integrismo,
tolerancia, etc, han adquirido una actualidad tal que las oímos en
boca de periodistas, políticos, personalidades religiosas... Raro es
el día que no las encontramos de una manera u otra en el diario. Y
ello, si bien delata que la tolerancia como valor ha llegado a calar
hondo en el hombre democrático, también muestra que está
amenazada por múltiples peligros.
¿Por qué hemos de ser tolerantes? ¿Por qué hemos de ceder
ante posturas contrarias a las nuestras especialmente cuando
estamos convencidos de la verdad de nuestra posición? Más aún:
¿cómo ser tolerantes en temas que nos tocan tan en lo profundo
como la religión? Los hombres de las cruzadas pensaban que no
podían ser tolerantes porque lo que estaba en juego era nada
menos que la vida eterna, la salvación de la propia alma y la de los
impíos musulmanes. ¿No será, pues, la actual tolerancia religiosa
fruto de la resignación a no poder dominar ya sobre la sociedad?
En relación a esto, un jesuita que convive con la población
musulmana del Chad, comentó un día que los musulmanes a
menudo le habían sorprendido con afirmaciones como ésta:
"Vosotros los cristianos ahora habláis de diálogo porque sois
débiles. Nosotros no lo necesitamos porque somos fuertes".
Esta acusación es muy grave porque cuestiona la sinceridad de
nuestra tolerancia. Pero aún es más grave que esa frase sugiera
este principio de acción: "sé intolerante mientras puedas". Algunos
católicos –no muchos, gracias a Dios– se guian por estos principios
cuando sueñan con la vuelta a los tiempos de cristiandad y de
teocracia. Para éstos, los valores democráticos –como son la
tolerancia, la libertad, etc.– son valores secundarios frente a la
imposición y realización de su ideología.
Estos ejemplos nos pueden plantear cuestiones como la
siguiente: ¿por qué ha estado tantas veces el fundamentalismo
ligado al hecho religioso? ¿Son un matrimonio inseparable?
El presente estudio pretende abordar estas preguntas, estudiar
los otros tipos de integrismo, junto con sus causas, y proponer
caminos de solución y de esperanza frente a los radicalismos.
1. FUNDAMENTALISMOS A VISTA DE PÁJARO
1.1. EL FUNDAMENTALISMO: "DÍCESE DE..."
El uso común de las palabras fundamentalismo e integrismo
tiende a utilizarlas indistintamente y a entenderlas como sinónimas
de fanatismo, radicalismo (en sentido peyorativo), dogmatismo...
Están también ligadas a la intransigencia y rigidez mental1. En todos
estos conceptos hay la idea de un exceso, de un tomarse
demasiado en serio temas sin importancia. Esta es la actitud del
fanático. Fanum en latín significa lugar sagrado. El "fanaticus" era el
servidor del santuario y, por la actitud exaltada de algunos de ellos,
pasó a tener un sentido peyorativo. Así, el fanático es aquel que
sacraliza de manera intransigente algún aspecto de la realidad. Y
cuando algo se hace tan desmesuradamente esencial impone al
sujeto una exigencia de luchar por esa causa, una lucha que es a
menudo violenta.
Lo dicho hasta ahora quizá sugiera que la solución al
fundamentalismo es el relativismo, esto es, no asumir nada en la
vida como fundamental. El relativismo es el extremo opuesto al
radicalismo dogmático. Pero la solución se encuentra en la
tolerancia bien entendida. Ya veremos más adelante que no se trata
de no tomar nada como esencial sino de no justificar cualquier
medio aunque sea para conseguir fines loables y de dejar siempre
abierto el diálogo y la interpelación personal.
Cuando Darwin era condenado
Las actitudes fundamentalistas han existido siempre. Sin
embargo, el concepto es de uso bastante reciente. No empezó a
utilizarse para denunciar una manera de proceder considerada
como negativa sino como autodesignación de un grupo de
protestantes americanos. A principios de este siglo, –según
comenta R. Armengol– aparecie2ron una serie de publicaciones
protestantes recogidas con el título: "The fundamentals. A testimony
to the truth". Estos escritos pretendían definir y defender los
aspectos fundamentales del cristianismo. Para ello, usaban como
fuente la Biblia interpretada en su sentido más literal. Con ella
criticaron duramente a Darwin porque contradecía el relato de la
creación del Génesis. Si los libros sagrados son de origen revelado
¿cómo admitir la posibilidad de error en algún contenido suyo?
Esta actitud llegó a un extremo tal que en algunas zonas de
EE.UU. se llegó a prohibir a los profesores la enseñanza de las
teorías de Darwin3. Todos estos extremismos estaban causados por
una nefasta interpretación de la Biblia. El fundamentalista era, por
tanto, la persona que pretendía leer la Biblia sin tener en cuenta ni
los símbolos y géneros literarios que utiliza ni la época en la que fue
escrita. Y si siempre es un error extraer una frase de su contexto
dentro de un escrito, no lo es menos desvincular un texto de su
contexto histórico.
Católicos integristas
No pensemos que sólo los protestantes cayeron en este tipo de
errores. El término integrismo, fue utilizado por católicos de finales
del siglo pasado y principios del XX con la intención de mantener
íntegra su fe y sus tradiciones. El problema no era ya el de la
interpretación de textos pero se asemejaba. Si el fundamentalismo
protestante leía los textos del pasado sin tener en cuenta su
contexto, el integrismo asumía "literalmente" la tradición,
desvinculándola de su contexto histórico.
Además, los integristas rechazaban las incipientes ciencias
humanas, y pretendían buscar en la fe respuesta a todos los
problemas de la vida privada y pública. Desde una fidelidad
intransigente a las directrices dictadas por Roma se declaraba en
guerra contra la modernidad, el naturalismo, el laicismo y el
comunismo. Recordemos que Pío IX4 condenó la modernidad y que
hasta hace pocas décadas se obligaba a los profesores de teología
a firmar que nunca secundarían sus tesis5. En España, el
integrismo se constituyó como partido político a finales del S.XIX.
Pero no debemos llamar integrista a todo el que se toma en serio
unas determinadas normas éticas que nos resultan extrañas, sino a
aquel que no está abierto a ningún tipo de diálogo e interpelación.
Es momento ahora de analizar si estos términos se reducen a lo
religioso o si se pueden encontrar en otras realidades.
1.2. ¿SÓLO FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO?
Tras haber descrito lo que son los fundamentalismos, surge una
segunda cuestión: dónde se manifiestan, cuál es la amplitud de este
término. A partir de esta cuestión, se nos plantean otros dos
interrogantes. El primero consiste en averiguar si el
fundamentalismo es algo inherente al hecho religioso. El segundo,
ver si apreciamos este comportamiento en otros ámbitos de la vida.
La primera cuestión nos asalta tan pronto como estudiamos un
poco de historia de las religiones. Las guerras de religión nos salen
rápidamente al paso. Recordamos las cruzadas del pasado, el
radicalismo predestinacionista de los calvinistas y el antiliberalismo
de la Iglesia del siglo XIX. Vemos los conflictos entre palestinos y
judíos, entre chiítas y sunitas en Pakistán, entre hindús y
musulmanes en la India, la guerra de Bosnia y, la difícil situación
argelina, entre otros muchos problemas existentes. La lista podría
ser infinitamente más larga. Tendríamos motivos para el pesimismo.
Sin embargo, estos radicalismos no son esenciales al hecho
religioso sino su más radical perversión ("corruptio optimi pessima").
La Iglesia católica ha sido durante mucho tiempo intransigente; ha
necesitado de las críticas hechas desde fuera de ella para abogar
por la tolerancia, sin embargo no es difícil percibir que este "nuevo"
valor era algo intrínseco del mensaje de Jesucristo. De esta
manera, el cristianismo podría, hoy por hoy, contribuir eficazmente a
la educación para la tolerancia.
La existencia, en todas las religiones, de hombres profundamente
creyentes de mentalidad abierta a otras posiciones y de una gran
tolerancia, (muchas veces a pesar de la persecución) muestra cómo
la intransigencia no es algo esencial al hecho religioso. Pero, aún
debemos decir más: no sólo no es esencial sino que es contraria al
mismo. El encuentro con un Dios perdonador y misericordioso,
amante de todas sus criaturas, no puede llevar a una actitud de juez
implacable. Cuando un integrista dice fundamentarse en textos
revelados, hay que preguntarle si al interpretarlos busca la
obediencia a Dios o su propia seguridad. Más adelante volveremos
sobre el mismo tema.
Es fácil ver también cómo las actitudes intransigentes desbordan
el hecho religioso. Encontramos intolerancia, en la política, en los
enfrentamientos entre ideologías opuestas, en lo que se ha llamado
"fundamentalismo de mercado", en los crímenes del nazismo y otros
nacionalismos exacerbados, como los de la antigua Yugoslavia o
ETA, en los actuales "skinheads"... También en el racismo y en los
enfrentamientos entre seguidores de equipos de fútbol. ¿Por qué
cada equipo tiene sus "ultras"? Finalmente, encontramos
intolerancia incluso en la comunidad científica. ¿Cuántas veces una
teoría revolucionaria ha sido duramente criticada por otros
científicos con argumentos también científicos? T.Kuhn6 describe
muy acertadamente el conservadurismo científico que rechaza los
nuevos descubrimientos de otros científicos –que contradicen sus
propias teorías– por incapacidad de echar por tierra las
investigaciones de toda una vida. Esto le supondría tener que
comenzar de nuevo. Y si esto ocurre en la ciencia...
Es pues el ser humano (no la religión o la cultura o la patria) el
que está profundamente expuesto a la tentación fundamentalista.
La intolerancia como inseguridad
INTOLERANCIA/SGD SEGURIDAD/INTOLE: Nos vamos
acercando a las causas de la intolerancia: hay una inseguridad
profunda que impide estar abierto al cambio, a lo otro, a lo
diferente. Es cierto que la palabra "fundamentalismo" se adapta
mejor a ciertas formas de vivir la religión. Sin embargo, a menudo,
los partidos políticos, instituciones, movimientos, etc, han de
interpretar también su tradición o su ideólogo fundador, para
renovarse manteniendo la identidad. Cabe, por tanto, una
interpretación literal o una adaptación a los nuevos tiempos.
Los extremismos los vemos presentes en la historia,
especialmente en el ámbito religioso ya que toda la cultura antigua
estaba impregnada de referencias a lo trascendente. Después, el
espacio abierto por el retroceso de la presencia religiosa en el
ámbito público, obligó a ciertos individuos de personalidad
fundamentalista a agarrarse a otros ámbitos potencialmente
"fundamentizables". Tal es el caso de algunas ideologías.
Podemos concluir por tanto que las actitudes integristas superan
el ámbito religioso, aunque, como veremos, encuentran en él una
tierra muy fecunda. Lo que ahora interesa es estudiar las causas
por las que aparecen, para apuntar después caminos de
esperanza.
2. ¿POR QUÉ?
Hombres y mujeres necesitamos de cierta "confianza básica"7,
que nos permita aceptar y asumir el riesgo inherente a una vida
madura que se enfrenta a lo nuevo y diferente como a una
posibilidad de crecimiento. Cuando esta confianza básica falta o es
destruida, nos volvemos rígidos e intolerantes.
Las personas construimos esta confianza fundamental en las
primeras experiencias de la vida familiar. Los grupos humanos la
vivimos y desarrollamos cuando vivimos en ambientes comunitarios
de los que nos sentimos miembros porque compartimos sus valores
y nos ofrecen un sentido de la vida compartido. Cuando los
procesos sociales destruyen estas experiencias comunitarias, la
sociedad crea sin darse cuenta el caldo de cultivo donde se
desarrollarán "personalidades fundamentalistas" que buscarán su
seguridad en grupos rígidos e intolerantes. Por esto el
neoliberalismo, al propugnar una sociedad individualista y
competitiva, pone inconscientemente las condiciones sociales de las
que surgen la extrema derecha, las sectas y los grupos integristas y
fundamentalistas.
2.1. LA CULTURA POSTMODERNA: UN CALDO DE CULTIVO
Miedo al progreso tecnológico
Fundamentalismos ha habido siempre, porque siempre el hombre
ha tenido motivos para temer el cambio. Sin embargo, hoy, en un
mundo tan tecnificado y de transformaciones tan rápidas, algunos
sienten miedo y se aferran a sus seguridades. Un ejemplo
interesante lo encontramos en algunas sectas de Estados Unidos
que han decidido anclarse en el siglo XIX.
La película Único Testigo nos describe a una de ellas. ¿Por qué
son mejores las formas de vida del siglo pasado que las nuestras?
¿Quizás porque son más naturales? Pero entonces ¿por qué no
anclarse en épocas todavía más pretéritas y naturales?
¿Tendríamos que volver a la época de las cavernas, pues una
gruta es más natural que una casa?
Pensemos que "artificial" significa "hecho con arte", es decir,
moldear algo natural con nuestras manos. El hombre, desde que lo
es, modela, fabrica objetos. Negarse a utilizar cosas artificiales es
negar al hombre mismo. Sin embargo, podemos criticar la
tecnificación de la sociedad porque a menudo despersonaliza al ser
humano y lo trata como un mero objeto o como una máquina de
producción: el Estado nos reconoce más por el D.N.I. que por
nuestro nombre, y en el trabajo se nos valora según cuánto y cómo
producimos. Otros aspectos de la persona parecen no tomarse en
consideración. La cuantificación de todo acaba haciéndonos objetos
también a nosotros.
Moldear lo natural no quiere decir suplantarlo ni destruirlo, como
se está haciendo por ejemplo en la Amazonia, contra la voluntad de
sus habitantes y con el peligro de hacer desaparecer un pulmón del
planeta. Por este tipo de excesos, el mundo se ha vuelto inhóspito
para muchos. Es significativo el impacto que produce a los
habitantes de pequeños pueblos, la vida "estresante" y
"despersonalizadora" de la ciudad. No es de extrañar, por tanto, que
numerosas personas busquen una identidad en grupos
totalizantes.
"Siempre se ha hecho así..."
Al ser humano la seguridad le viene dada a través de la cultura
en la que vive. La cultura proporciona al individuo una cierta
respuesta a las preguntas más esenciales de la vida (hacia dónde
vamos, de dónde venimos, qué debemos hacer...) La tradición y las
costumbres permiten que no tengamos que estar preguntando
constantemente el porqué de todas las cosas. Es un ahorro de
energía. Nadie soportaría poner en tela de juicio todas las
costumbres: por qué celebramos estas fiestas y no otras, por qué
nos vestimos con estas ropas y no otras... En última instancia sólo
podemos responder: "siempre se ha hecho así".
Pues bien, ¿qué pasa cuando una sociedad, como la nuestra, se
da cuenta del impresionante paso del tiempo, de que existe la
historia, de que no siempre se han hecho las cosas así? La vida
cotidiana se problematiza y se reconoce que las cosas podrían ser
diferentes. Pero, al poner en tela de juicio la propia cultura, los
propios cimientos, el edificio de nuestras seguridades se tambalea.
Quien es capaz de superar este estadio de crisis adolescente, llega
a la edad adulta. Pero, aquel que es más débil psicológicamente se
cierra sobre sí mismo y niega la evidencia. Realiza como una
regresión a la infancia, al mundo de las seguridades ingenuas. Será
imposible razonar con él.
¿Cómo explicar a un integrista que un rito determinado, por
necesidad de los tiempos, podría o quizás debería ser adaptado?
No se trata de cambiar por cambiar. Ésta es una actitud
adolescente. No podemos negar que la tradición crea jurisprudencia
y que el ser humano necesita de una cierta estabilidad de su cultura
(sus valores, sus tradiciones, creencias, ritos, etc). Por ello, todo
sistema de valores tiende a presentarse como eterno, universal y
válido para siempre. Pero es preciso tener una mentalidad abierta
para ser capaz de afrontar las modificaciones que sean necesarias
para ser fiel al espíritu original.
Este es el fundamentalista: el individuo que, ante el temor al vacío
de valores y de sentido de la vida, se agarra irracionalmente a
ciertas seguridades "prefabricadas". En nuestra época, designada
por muchos como postmodernidad, todo ha sido ya problematizado.
La falta de algo eterno y absoluto produce pánico e inseguridad.
Tenemos, pues, las bases puestas para los integrismos actuales.
La cultura como adaptación al medio
La cultura es la manera propia del hombre de adaptarse al
medio8. El animal se sirve de los instintos para sobrevivir. Sus
cambios son muy lentos porque sólo puede adaptarse al medio a
través de mutaciones genéticas. La mutación que permite al animal
enfrentarse a sus depredadores con mayor éxito, esa es la que
perdura. Pero, el ser humano se adapta con las formas culturales.
Éstas hacen posible que el hombre no tenga que esperar a una
mutación genética para adaptarse. Si quiere tener alas, inventa el
avión, y si quiere ser más inteligente, inventa el ordenador.
Las formas culturales de un país son, en general, el mejor modo
que ha encontrado de hacer frente a las necesidades. Por ello, la
cultura de un pueblo no debe ser aniquilada totalmente. La
permanencia en el tiempo es lo que le otorga la legitimidad9. Sin
embargo, es preciso que ese pueblo no se esclerotice, y que
busque nuevas maneras de vivir, más acordes con los nuevos
retos. Los dos extremos, la destrucción total y el inmovilismo, son
igualmente perniciosos. Cada uno de los dos teme y lucha contra el
otro sin imaginar la posibilidad de un término medio, o de una
síntesis superadora.
En nuestra postmodernidad (ya es sintomático que nombremos a
nuestra época por contraposición a la anterior) la cultura tradicional
entra en una crisis más profunda y las seguridades ideológicas de
la modernidad se derrumban también. Si la cultura nos sirve de
adaptación, cuando ésta entra en crisis tiemblan nuestros propios
cimientos. A la Iglesia le fue difícil asumir el necesario cambio del
Vaticano II porque había esclerotizado las formas autoritarias que
tanto le sirvieron en la época de los reyes absolutistas.
Temor al pluralismo
Poco a poco vamos viendo que el integrismo del que hablamos es
esencialmente una reacción. Si hasta ahora hablábamos del miedo
al cambio, podemos también decir que hay un pánico a la
pluralidad. La pluralidad aparece como el lugar de la incertidumbre.
La mera existencia de otras opiniones cuestiona mis seguridades.
Es preciso, entonces, cerrar las puertas que me comunican con el
exterior.
En la pluralidad sólo puede vivir el hombre maduro. El niño se
desorienta. El adulto sabe ver en cada cosa o persona los aspectos
positivos y negativos. Para el niño, en cambio, sólo existe lo bueno y
lo malo. No hay término medio. ¿No preguntan los niños ante una
película quiénes son los buenos y quiénes los malos? Cuando estos
dos grupos no son delimitables le es difícil entender la película. De
esta manera, lentamente, se van formando en los valores. Pues
bien, también infantilmente los fundamentalistas dicotomizan la
realidad.
Tienen miedo a perder la identidad. Definir significa ver dónde
finaliza una cosa y dónde empieza otra. Así, el fundamentalista, en
su necesidad de definición personal, dicotomiza la realidad, y marca
claramente la separación entre el yo y el no yo, entre el bien y el
mal, entre lo que hay que alabar y lo que hay que aniquilar. Desde
aquí, podemos decir que toda aquella pedagogía que busque
puntos de intersección entre personas o culturas, todo aquello que
haga ver que yo no acabo en mí mismo sino que me abro y me
despliego en el otro, será una pedagogía pacificadora. Yo no
dependo exclusivamente de mí mismo10. Necesito del otro, del que
es diferente de mí porque tiene algo que yo no tengo. Y esto en
todos los niveles: personal, grupal, profesional, nacional, eclesial...
2. 2. EL RACISMO
Ante una inmigración masiva de magrebíes, ¿quién no temería la
pérdida no sólo de puestos de trabajo, sino de identidad de nuestro
país, de sus tradiciones...? ¿Quién no ha pensado alguna vez que
si el número de inmigrantes fuese considerable, empezarían a
reclamar derechos para vivir socialmente su cultura? La
democracia, por el respeto a la pluralidad, tendría que permitirlo
mientras ellos también fuesen tolerantes.
Los "skinheads" de ideología nacionalsocialista (o los seguidoes
de Le Pen en Francia) ven en esto una pérdida de la identidad
cultural española. Así pues, se ven en la obligación de luchar en
una cruzada contra el inmigrante y despreciar a una democracia
que carece de armas para ello. Frente a esta actitud, la persona
psicológicamente adulta se pregunta: "–¿Qué es España?–". Por
nuestras tierras han pasado una multitud enorme de pueblos. Por
ello, definir a España como una entidad cerrada es falsear la
realidad.
Esencialmente, el racismo es causado por un sentimiento de
amenaza ante personas sensiblemente diferentes en sus rasgos
físicos y culturales. Las rivalidades entre las zonas culturales
diversas dentro del estado español todavía no pueden llamarse
racismo aunque se fundamenten en el mismo sentimiento de
amenaza. Si sólo se dan diferencias físicas sin diversidad cultural
tampoco, normalmente, aparece el racismo. ¿Quién desprecia a los
jugadores de color de la N.B.A.?
El fenómeno es muy complejo. El miedo a la amenaza se produce
ante formas culturales incompatibles y también frente a
"competidores" económicos, sobre todo si social y económicamente
son más débiles. ¿Porque no hay ataques racistas contra altos
directivos japoneses o jeques árabes y sí contra los magrebíes de
piel oscura? Los primeros tienen el prestigio del dinero, el poder y la
cultura; además, crean puestos de trabajo. Los segundos se
convierten fácilmente en "cabezas de turco", a los que se carga con
la responsabilidad de todos los miedos colectivos: el paro, la droga,
la inseguridad ciudadana.
Si el origen del problema está en lo cultural y en lo económico
podríamos quizás prescindir del término racismo. Además, casi
nadie reconoce tener sentimientos racistas. Pero, a poco que se
tenga la oportunidad de trabajar con skinheads, uno se da cuenta
de que realmente la raza negra les produce un sentimiento de
repulsión, intensa e inmediata. Ese miedo a la diferencia les ha
creado un mecanismo de defensa poderoso e instantáneo. Éstos
jóvenes son el extremo violento, pero hay muchas posiciones
racistas menos radicales: algunos padres tendrían ciertos reparos
en aceptar un mestizaje de sus hijos.
Estamos hablando de racismo, pero, ¿es correcto clasificar al ser
humano en razas? Desde hace un tiempo, numerosos científicos
rechazan estas clasificaciones por considerar que las diferencias
genéticas son insignificantes. Es siempre preferible hablar de
etnias, ya que este término incluye las formas culturales y el modo
de organización de la vida de ese pueblo.
El ser humano es primariamente cultural. Lo biológico está
siempre en un segundo plano. Si en nuestro lenguaje restamos
importancia a lo biológico podremos evitar los prejuicios racistas. No
todo estará solucionado, porque todavía tendremos delante la base
del racismo, los conflictos culturales y económicos. Los primeros
sólo se pueden afrontar con un horizonte mental amplio, y los
segundos con una generosidad personal y colectiva que supere el
egoísmo.
3. RELIGIONES Y FUNDAMENTALISMO:
ALIADOS DEMASIADAS VECES
3. 1. ¿EL FUNDAMENTALISMO ES INHERENTE AL ISLAM?
Una magna advertencia a la humanidad
Cuando uno finaliza la lectura del Corán llega a la conclusión de
que este libro sagrado de los musulmanes es una magna
advertencia a la humanidad. Si la mayoría de los libros del Antiguo
Testamento son una narración escrita por el pueblo judío poniendo
de manifiesto los favores y castigos de Dios, el Corán se presenta
como escrito por el mismo Dios en tercera persona, para que
pudiera ser recitado por Mahoma. De esta manera, aunque también
en el Corán se narran sucesos del pasado, se hace con una
intención pedagógica muy manifiesta. Se seleccionan historias
breves de pueblos que sucumbieron por no escuchar a los profetas
y de aquellos personajes que obtuvieron el favor de Dios. Muchas
de las narraciones acaban explicitando en una frase o dos el
mensaje que Dios quiere ofrecernos. Pongamos algunos ejemplos:
El es Quien domina a Sus siervos. El es el Sabio, el Bien
Informado. (C 6,18)
Dios no dirige al pueblo perverso. (C 9,24)
Dios sabe bien lo que hacen. (C 10,36)
Dios todo lo observa. (C 33,52)
Dios es indulgente, misericordioso. (C 33,52)11
Estas y otras muchas sentencias similares van repitiéndose una y
otra vez como si de estribillos se tratara. Además de las
narraciones, encontramos un elevado número de normas de
conducta y de estructuración de la sociedad diseminadas por todo
el texto coránico. La advertencia de Dios es clara: cree en el Dios
único y participa de la comunidad de musulmanes cumpliendo la
legislación establecida. Si actúas así, por muy pecador que seas,
Dios tendrá misericordia. El calificativo de misericordioso es de los
más repetidos en el Corán. Ni siquiera Mahoma se presenta nunca
como un hombre perfecto (cfr. C 80,1ss).
El problema es que también se repite con mucha insistencia que
el "Señor está dispuesto a perdonar, pero también a castigar
dolorosamente" (C 41,43). La advertencia de un juicio severo es
constante. Sin embargo, el musulmán tiene muy claro que nadie
merece castigo por desconocimiento de una prohibición (cfr. C
6,54).
Occidente teme al Islam
ISLAM/INTOLERANCIA: Occidente tiene miedo de que el islam
sólo pueda vivirse de una manera fundamentalista. Este temor va
siendo confirmado, es verdad, con las noticias que nos llegan de
Argelia, Egipto, Sudán, Irán... Sin embargo, todos esos países viven
en la necesidad de definirse y de recuperación de identidad tras el
período de la colonización11bis. Su sentimiento de inferioridad
frente a los avances tecnológicos de la cultura occidental ha sido
muy fuerte. El integrismo que viven es su forma concreta de
nacionalismo. En Argelia han probado ya el modelo francés y el
modelo socialista. Hoy claman por ensayar una solución propia. A
toda esta situación hay que sumar la enorme corrupción de sus
gobernantes y la pobreza extrema de una población que crece
mucho más que la economía.
Esta situación nos hace olvidar que en otros tiempos la cultura
islámica era mucho más avanzada que la nuestra. Como ya hemos
visto, el fundamentalismo tiene mucho que ver con el tipo de
interpretación que se hace de los textos. Pues bien, hasta el siglo X
había una gran libertad de interpretación en el islam12. Era el
tiempo del Ijtihad. Esta palabra designa el esfuerzo que debe hacer
todo creyente para penetrar en el mensaje de los textos. El
desarrollo intelectual y místico13 es enormemente vasto en esta
época14.
Sin embargo llega un momento que, por temor a interpretaciones
demasiado heterodoxas se declara la prohibición de la
interpretación libre. El creyente debe acudir a los órganos
competentes. Se declaran "cerradas las puertas del Ijtihad". Por lo
que venimos diciendo hasta ahora, podemos fácilmente deducir que
si la interpretación está cerrada, si no es posible adaptar el lenguaje
religioso a las nuevas circunstancias, toda mirada al pasado se hará
desde una descontextualización.
La posibilidad de un Islam tolerante
¿Será capaz el islam de salir de la etapa integrista en la que está
hoy en día sumido? No pocos intelectuales musulmanes declaran la
exigencia de una nueva apertura de la puerta del Ijtihad. Es verdad
que las noticias que recibimos de muchos países árabes son
desoladoras. La tarea no será nada fácil. Pero tampoco lo fue para
el Vaticano II. Además, ¿quién se esperaba en el siglo pasado los
cambios que iba a sufrir la misma Iglesia?
Podemos tener la tentación de decir que en los Evangelios
tenemos como ideas esenciales el amor al enemigo, el perdón sin
límites, etc, que nos han permitido con más facilidad reconocer los
valores de la tolerancia, del diálogo, de las libertades, etc. Es cierto,
los Evangelios son muy diferentes del Corán. Sin embargo, el islam
no carece de elementos que podrían fundamentar un pensamiento
más abierto. Por ejemplo, el islam no obliga a los no musulmanes a
cumplir su legislación. Este principio teórico ha sido normalmente
respetado. Los no musulmanes tan solo debían pagar un impuesto
que se correspondía a la limosna obligatoria que tenía que pagar
todo musulmán adinerado.
El problema que tiene el Corán es que están mezclados los textos
de deberes estrictamente religiosos con los de deberes políticos.
Pero, muchos musulmanes saben distinguir la importancia de unos y
de otros. Relativizar ciertas leyes de convivencia acordes a su
tiempo y adaptarlas al momento presente, significa hacer una
interpretación no fundamentalista.
A veces nos escandalizamos al encontrar en el Corán conceptos
tales como la ley del talión o la "guerra santa". Pero no es de
extrañar ya que en el texto coránico hay una pretensión de
organización de la sociedad. El ojo por ojo y diente por diente,
significaba un avance en la justicia de entonces: no puedes volverte
a tu enemigo con una moneda mayor. Jesús supera incluso esta ley
perdonando en la cruz a sus enemigos. Sin embargo, la justicia en
nuestros países se guía más por la ley del talión que por la del
perdón, por mucho que se diga que la misión fundamental de
nuestras cárceles es la reinserción social. Además, el Corán
también prevee una renuncia al derecho del talión. Le servirá al
creyente de expiación (Cfr. C 5,45)
Respecto a la guerra santa15, diremos brevemente que éste es
un concepto más espiritual que militar. Consiste en la lucha interior
contra el mal que nos arrastra16. Es también una guerra militar en
caso de ser atacado o de poner en serio peligro la fe musulmana
(cfr. C 8,39). Sea como sea en el combate hay la prohibición
expresa de excederse con el enemigo (Cfr. C 2,190).
La posibilidad de una interpretación tolerante del islam es real y
sería internamente más coherente. El cristianismo le ha aventajado
porque hemos pasado por una Ilustración y por continuadas críticas
al inmovilismo de la Iglesia. Al final, la Iglesia ha asumido la
modernidad y ha aceptado en toda su radicalidad –pero no sin
resistencias, incoherencias e injustificados frenazos– el estudio de
la Biblia desde la filología, la sociología, la historia, etc. El islam
tiene esta batalla pendiente. Todavía no han estudiado
científicamente el texto coránico. Por ello niegan que ciertos
contenidos del Libro hayan llegado a Mahoma a través de su
contacto con cristianos y judíos. Para ellos, el texto es un dictado de
Dios a través de un ángel. Mahoma no ha puesto nada de su
parte.
El problema del diálogo interreligioso no es debido tanto a las
diferencias entre ambas teologías, cuanto a que el cristianismo y el
islam hablan desde paradigmas diferentes. El cristianismo desde la
modernidad, y el islam desde una postura históricamente menos
madurada.
Pasemos ahora a estudiar por qué la religión ha sido vivida a
menudo desde posturas fundamentalistas. ¿No será que tiene
algunos puntos teológicos que las personalidades fundamentalistas
podrán fácilmente interpretar de manera errónea?
3. 2. PUNTOS QUE FAVORECEN EL FUNDAMENTALISMO
El perdón y el castigo
RL/INTOLERANCIA: La experiencia religiosa no debería llevar
nunca a la intolerancia ya que entramos en relación con Dios que
es suma Bondad. La representación de un Dios severo y castigador
es una proyección de nuestros deseos de venganza o de nuestra
necesidad social de "orden". Nuestra justicia entiende la ley del
talión, la compensación de las ofensas. Pero ¿cuál es la Justicia de
Dios?
En el Evangelio vemos que los jornaleros que llegan al trabajo a
última hora cobran lo mismo que los que han trabajado toda la
jornada. Esta generosidad para con los últimos nos parece a
nosotros una injusticia. El perdón desborda y va más allá de la
justicia. Si en la base de todo hombre religioso hay una profunda
experiencia de perdón gratuito sin haberlo merecido, no es posible
que se generen desde aquí actitudes intolerantes. Más bien éste
será el patrón para tratar a los demás.
Sin embargo, la experiencia del perdón impulsa a una lucha
contra el mal. A partir de ahora, el creyente tendrá la tentación de
combatirlo con armas diferentes de las que Dios ha utilizado con él.
Dios detesta el mal pero ama profundamente a quien lo comete. Al
ser humano le es mucho más difícil hacer esta distinción y tenderá a
eliminar a los dos.
Por otra parte, ciertas personalidades masoquistas buscan y
necesitan ser castigadas. Son reacias a aceptar el perdón y quieren
ser ellas quienes se redimen a si mismos. Éstas encontrarán en su
interpretación patológica de la religión una reafirmación y seguridad
personal. Podrán también dicotomizar toda la realidad a partir de los
conceptos de bien y de mal.
La tentación de dominar y conocer a Dios
RL/TENTACION: Todas las religiones suponen que Dios se ha
revelado al hombre. Dios quiere entrar en relación con sus criaturas
para darse y comunicarse. Desea ayudar al hombre a encontrar su
felicidad y, con esta intención, le prescribe principios de
comportamiento y le revela algo de quién es Él mismo. Una de las
primeras tentaciones es la de querer conocer totalmente a Dios.
Dominar a Dios significa dominar el más grande de los misterios y,
como en Dios podemos conocer el sentido de todos los enigmas
que el hombre tiene planteados, el fundamentalista cree poder, por
fin, dominar toda inseguridad. El deseo de Dios del místico tiene un
origen radicalmente diferente: quiere ver a Dios para entrar en
relación plena con su Amado. Pero a Dios lo deja libre, no lo intenta
dominar. Es consciente de Su trascendencia.
La gran tentación de la religión es definir completamente a Dios
para así poder manejarlo. Dios supera nuestra razón y, todos los
conceptos que le podemos atribuir no son sino conceptos humanos
que, quizás apuntan hacia lo que es Dios, pero no lo agotan. Dios
es siempre mayor, siempre nuevo y sorprendente. Escapa de
cualquier definición.
La primera Carta de San Juan nos dice que a Dios nadie lo ha
visto (1Jn 4,12). En el Antiguo Testamento Moisés quiere ver a Dios.
Éste sin embargo tan solo se deja ver fugazmente y "de espaldas"
(Ex 33,23). Los musulmanes rezan un rosario que consiste en
repetir los noventa y nueve nombres17 (características) de Dios. El
nombre cien, inefable, se omite para expresar "la imposibilidad final
de la inteligencia humana para captar la esencia última de Dios"18.
Sin embargo, la tentación de dominar a Dios está siempre
presente, y no es difícil creer que se consigue a través de los textos
revelados. Sólo es cuestión de cerrar las puertas a posibles nuevas
interpretaciones. Ya hemos visto cómo el islam cerró las puertas a
la interpretación libre en el siglo X. El catolicismo, por su parte,
reservó sólo a la jerarquía de la Iglesia la potestad de la correcta
interpretación de las Escrituras. El protestantismo luchó contra
esto.
El extremo opuesto tiene también sus enormes peligros: como hay
interpretaciones erróneas, es preciso que haya alguien que las
sancione. Sin embargo, es preciso que este alguien esté abierto a
nuevos estudios sobre los textos sagrados.
El concepto de revelación
Para que el hombre pueda comprender lo que Dios le quiere
revelar, es preciso que Éste le hable con un lenguaje humano. Los
judíos reciben unas tablas de la Ley, el cristianismo a un Dios19
hecho hombre, y el islam un Corán dictado por medio de un ángel.
En todas estas tres religiones "del Libro", Dios desea comunicarse.
Pero lo ha de hacer con un lenguaje comprensivo para el hombre.
Esta encarnación del mensaje, o adaptación de Dios a la cultura y
momento histórico de un pueblo, es un elemento esencial
desfundamentalizador. Esto hace que una religión tenga el deber,
en épocas posteriores, de mantener lo esencial de la revelación y
adaptar las formas a los nuevos tiempos para que el mensaje pueda
ser inteligible. No se trata de cambiar el mensaje, sino de
mantenerlo vivo.
El cristianismo tiene frente al islam una ventaja en esta tarea: En
la Revelación Dios no dicta al hombre. El cristianismo entiende que
los textos bíblicos son palabra de Dios de una manera diferente al
islam. No es un texto escrito por Dios y revelado a un hombre, sino
que Dios se comunica al corazón de un individuo que después
intentará formular con sus palabras esa experiencia de la divinidad.
De esta manera, los escritos de la Biblia transmiten una experiencia
verdadera de Dios a través de un lenguaje inteligible y válido para
aquella cultura y cosmovisión. Hoy en día, es preciso separar de
aquellos textos lo esencial para encarnarlo y formularlo en nuestro
lenguaje, aunque esto nunca sea absolutamente posible.
Cuando se considera que la formulación del texto sagrado ha sido
hecha por el ser humano y se sabe que la inspiración respeta las
particularidades personales o históricas, es más fácil aceptar que
ha de haber cosas que tengan que ser reformuladas a la luz de los
nuevos tiempos. Sin embargo, ¿qué pasa cuando se entiende que
la revelación se produce por medio de un dictado? El ángel Gabriel
es enviado a Mahoma para revelarle el Corán (cfr. C 2,97). La
belleza poética incomparable del Corán, es uno de los argumentos
de los musulmanes para apoyar este concepto de revelación.
Este Corán no puede haberlo inventado nadie fuera de Dios. No
sólo eso, sino que viene a confirmar los mensajes anteriores y a
explicar detalladamente la Escritura, exenta de dudas, que procede
del Señor del universo. O dicen: "él lo ha inventado". Di: Si es
verdad lo que decís, ¡traed una sura semejante y llamad a quien
podáis, en lugar de llamar a Dios!". (C 10,37-38)
Ningún hombre podría haber escrito unas suras (capítulos)
semejantes. Entender la revelación de esta forma dificulta
enormemente la separación del fondo y de la forma del texto. Más
aún, hace que el árabe clásico, la lengua en que se hizo la
revelación quede divinizada.
Por ello, son a menudo reacios a que un no musulmán pueda
coger un Corán escrito en árabe (cfr. C 56,79), y las traducciones
las permiten sólo porque pueden llevar a la fe a no creyentes.
Recuerdo que un marroquí me pidió que tachara unas frases
escritas en árabe antes de echarlas a la papelera, por respeto a la
lengua de Dios. Actitudes como ésta no son, en absoluto,
generalizables pero muestran el peligro de creer en una revelación
dictada.
El musulmán considera autosuficiente el Corán. Ahí está todo y lo
único que hay que creer. Pero esto se ha radicalizado hasta el
punto de que algunos musulmanes creen ver en el Corán la
predicción de descubrimientos científicos de estos últimos siglos.
Todo gran avance de la humanidad puede verse apuntado en el
Corán, dicen ellos. Curiosamente no es esta mentalidad la que
parecen traslucir los antiguos autores clásicos de la cultura
islámica.
Pero, si Dios ha hablado ¿cómo atrevernos a cambiar sus
palabras para adaptarlas a otros pueblos o a épocas posteriores?
En el Corán parece no haber cabida para un estudio interpretativo
basado en un estudio del contexto, de la génesis del texto, del
significado de las palabras en su tiempo... Pero, no es imposible.
Bastaría con pensar que Dios se ha comunicado en un momento de
la historia con unas palabras determinadas con el fin de que aquel
pueblo le entendiese y, que hoy, sin embargo, comunicaría el mismo
mensaje de manera diferente. Pero, no se trata de cambiar el texto
original que por sí mismo tiene un valor por uno más moderno, sino
de interpretarlo a la luz de los nuevos tiempos.
La misión de propagar el mensaje
Cuando alguien ama una cosa siente deseos de comunicarla. Las
alegrías impulsan al ser humano a compartirlas. Quien experimenta
el amor profundo de Dios será también movido a procurar que otros
puedan gozar de su misma alegría. La vida que produce Dios en el
hombre es tan expansiva que ha de predicarse.
Por ello, el cristianismo y el islam son ardientes predicadores de
su mensaje. Son propuestas de un camino de vida, de plenitud. Los
cristianos anuncian la Buena Noticia. Las dos religiones encuentran
en sus textos sagrados claros mandatos a la predicación. El
judaísmo, en cambio, no es capaz de salir de sus vínculos
sanguíneos: no hay más pueblo elegido que el judío. El cristianismo
y el islam superan este sectarismo invitando a todas las razas y
culturas a adherirse al camino de salvación. El concepto de pueblo
elegido se amplía al de comunidad de cristianos o de musulmanes.
Pero, precisamente por esta universalidad de sus mensajes,
pueden caer en el rechazo de cualquier otro camino.
Famosa es la sentencia que decía que "fuera de la Iglesia no hay
salvación20" (Bonifacio VIII en 1.302). Cuando la propia religión se
entiende de esta manera, la predicación pasa a ser un imperativo
angustioso: quien no se convierta no se salvará. Tenemos, por lo
tanto, puestas las bases para justificar las cruzadas y cualquier
método evangelizador incluida la fuerza. Y no hay para menos –diría
el fundamentalista– ya que está en juego la salud eterna de muchos
hombres y mujeres.
El islam también ha caído en estos mismos errores cuando ha
legitimado algunas guerras bajo el alegato de la guerra santa. Se
siente llamado especialmente a combatir especialmente el
politeísmo y ateísmo. Sin embargo, es tolerante con el cristianismo y
judaísmo ya que no tiene ningún reparo en afirmar que el Dios de
los judíos y de los cristianos es el mismo que el suyo y que en estas
religiones también ha hablado Dios a la humanidad.
La solución a los problemas ocasionados por el deseo de
expansión del islam y del cristianismo no está en una renuncia a la
predicación sino en un respeto por lo otro, lo diferente. La Iglesia a
partir del Vaticano II supo ver aspectos muy positivos en
organizaciones no confesionales: Dios habla en el mundo y no sólo
en el corazón de la misma Iglesia. Es un paso para dejar de
dicotomizar el mundo entre el bien y el mal, cristianos y no
cristianos.
Iglesia y Estado
La Iglesia ha caído en bastantes ocasiones en la tentación de
identificarse con el régimen gobernante. La Iglesia recibía por esto
unos beneficios pero se olvidaba de la necesidad de recordar que
el Reino no está todavía en plenitud entre nosotros, que todavía
hay mucho que cambiar y mejorar. Desde este aspecto, la Iglesia
debería estar siempre en una cierta oposición. Además, el
cristianismo no se preocupa tanto por las normas concretas que
elige un Estado para gobernar sino por una serie de principios de
solidaridad, justicia e igualdad que todos los Estados deben
procurar hacer posible.
El islam, en cambio, no se entiende sin una identificación con el
poder, ya que éste debe guiar tanto material, como espiritualmente
al pueblo. El Califa asume el poder político y el religioso. El islam
tiene muy claro que la religión no es algo vivido individualmente sino
un hecho social. Por eso, tiene no sólo leyes referidas al culto sino
leyes de organización de la sociedad. El Corán es también un
código de derecho civil que regula el gobierno de la comunidad
musulmana. La ley islámica no es obligatoria para los no
musulmanes. Por ello, cuando esta ley ha de ser la ley del Estado,
se está presuponiendo que el pueblo es principalmente musulmán.
La minoría no musulmana puede vivir en sus tierras después de la
aceptación de una serie de compromisos21.
Cuando en un Estado hay una gran uniformidad (la gran mayoría
son musulmanes) este sistema es sostenible. Pero cuando convive
en él una pluralidad de creencias se viene abajo. Entonces, el islam
vive en un permanente anhelo de independencia para poder
gobernarse con sus normas propias.
La identificación con el poder tiene un gran peligro: disponer de la
fuerza del Estado para imponer la religión. La violencia puede
utilizarse como medio de persuasión.
En teoría, el cristianismo tiene mayor facilidad de librarse de esta
tentación gracias a que Jesús no dictó un listado de normas sino un
modo de proceder.
Además, Jesús se sitúa por encima de la ley. Se siente libre para
interpretarla y hacer las excepciones que sean necesarias para que
ésta no se convierta en injusta: vemos cómo Jesús cura también en
sábado. Mahoma, sin embargo, es un súbdito de la ley. Ha venido a
proclamarla y a cumplirla. Mahoma recibe una palabra y Jesús es la
Palabra. Seguir a Jesús, implica, por tanto, estar en constante
atención para discernir si en algún momento es preciso hacer una
excepción a una norma por un bien mayor. El creyente en Jesús
sigue a un hombre vivo y no a un libro de códigos a cumplir.
4. CAMINOS DE ESPERANZA
4. 1. APUNTES PARA LA ACCIÓN
Cuestión de sensibilidad
Las vías de solución del problema de los radicalismos
fundamentalistas son complejas. Si la causa principal es el miedo a
la inseguridad, a lo diferente, nuestras actuaciones educativas
deben incidir principalmente sobre este punto. Es una cuestión de
sensibilidad: es preciso aprender a valorar lo ajeno. Pero el trabajo
a realizar no ha de incidir tanto en el conocimiento como en lo
experiencial. Es difícil, por no decir imposible, mantener una
discusión racional con cualquier fundamentalista. No hay acuerdo
posible porque no busca la solución más lógica, más racional, sino
la que más seguridad le proporciona. Así pues, sólo la experiencia
de que lo ajeno me enriquece, sólo la vivencia de lo otro como algo
que me potencia y no que me intimida, permitirá alcanzar la
madurez.
La educación
La actuación empieza en la familia. Los padres son los primeros
que acompañan al niño en su descubrimiento del entorno. Cuando
camina de la mano de aquellos que le dan seguridad se atreve a ir
en busca de lo nuevo22. Poco a poco va percibiendo en lo diferente
una fuente de asombro. Un maravilloso mundo por descubrir se le
abre ante sus ojos. Mantener la curiosidad del niño es fundamental.
Las experiencias traumáticas le enseñan a tomar precauciones. Y si
son más intensas de lo que él pueda asimilar podría cerrarse a la
experimentación. Es preciso que ante lo nuevo reaccione antes con
asombro e interés que con miedo o temor.
Los padres son los primeros "otros" con los que se encuentra.
Por ello es importantísima esta primera relación. Si fuese
traumática, habría el peligro de que considerase a toda persona
desconocida como un enemigo potencial.
La educación continúa en la escuela. Allí se encontrará con otros
iguales que a menudo rivalizarán con él. Las experiencias de
amistad, sin embargo, le ayudarán a confiar en los demás. Los
encuentros exitosos (amigables) con individuos de otras culturas, de
color de piel distinta, le enseñarán a valorar y respetar la
diversidad. En este aspecto, las escuelas tienen un papel muy
importante a desempeñar. Deberíamos fomentar las escuelas
interculturales, donde entrasen en contacto distintas culturas. Si
esto es no posible ¿por qué no organizar campamentos de verano
mixtos? Creo que deberíamos apuntar hacia un objetivo bien
concreto: crear condiciones que posibiliten amistades
interculturales. Si conseguimos esto, habremos dado un gran paso
para acabar con el racismo.
Cuando estas experiencias vitales están bien asumidas es un
momento propicio para apuntalar el respeto a otras maneras de
pensar. Para ello la filosofía y la historia son instrumentos muy
útiles. En esta etapa incidimos sobre el conocimiento.
Si fuéramos todos un poco filósofos e historiadores...
La filosofía, en general, predispone al sujeto a ser crítico frente a
cualquier afirmación: antes de aceptarla como válida se detendrá a
estudiarla. El filósofo busca la verdad y por ello mantendrá siempre
una puerta abierta para cambiar de opinión si descubre que estaba
en un error o si descubre verdad en otro pensamiento. La actitud
del filósofo es, por tanto, la más contraria a la cerrazón del
fundamentalista: se interesará por opiniones distintas a las suyas
para analizar su valor.
La historia es otro instrumento crítico fundamental. La historia nos
enseña que las culturas cambian en el tiempo. Nos obliga a
reconocer que las costumbres que ahora vivimos como intocables
no son eternas sino que tienen un origen determinado en la historia.
El argumento de que algo "siempre se ha hecho así" ya no es
válido.
Pero la historia no sólo saca a la luz los cambios históricos sino
también las raíces que nos unen con el pasado. Bajo las
transformaciones hay ciertas cosas que continúan invariables. La
historia da, por ello, identidad a los pueblos.
También nos trae al presente los errores de la humanidad de
otros tiempos. Nos enseña la experiencia que ha ido adquiriendo el
ser humano para no repetir aquellos errores y sí actualizar ciertos
logros. Cuando olvidemos los horrores del nazismo estaremos ante
el peligro de vivirlo de nuevo.
Es nefasto limitar la enseñanza de la historia al propio y pequeño
país. Deberíamos también enseñar a nuestros alumnos la historia
de los pueblos vecinos, haciendo especial mención a la cultura
árabe, y recordando que éstos, en la Edad Media, estaban más
"civilizados" que nosotros23. Deberíamos subrayar en las clases de
ciencias naturales que el hombre de color no es un estado primitivo
de la evolución sino una derivación diferente de los primeros
homínidos, que no eran ni blancos ni negros. Deberíamos,
finalmente, fomentar las estancias en el Tercer Mundo. Allí
podremos valorar su cultura desde su punto de vista y no la
veremos ya más como inferior. Más aún, cuando veamos que ellos
prefieren sus costumbres a las nuestras nos preguntaremos sin
remedio: ¿cuándo desterraremos el eurocentrismo? ¿No estaremos
los países desarrollados más degradados humana y
culturalmente?
La inmigración
El hecho de nacer dentro de unas determinadas fronteras hace al
individuo ciudadano de ese país. Desde entonces tiene unos
derechos y deberes establecidos por la ley. Pero ¿por qué se le
puede negar la nacionalidad a un extranjero que se comprometa a
cumplir los deberes que le corresponden?
Es sintomático que luchemos por una igualdad de oportunidades
dentro de nuestras fronteras pero no fuera de ellas. Nos falta a
menudo una visión más universal. Las ayudas que los países ricos
entregan a los subdesarrollados aparecen todavía como gestos
caritativos interesados y no de justicia.
Por nuestro país han pasado una gran cantidad de pueblos que
han dejado su huella. Forman parte de nuestra identidad. Las
inmigraciones siempre enriquecen, no sólo porque permiten una
intensa influencia mutua entre dos culturas sino porque quienes
emigran son normalmente los más capacitados24. Sin embargo, es
cierto que una inmigración excesiva podría exacerbar el rechazo de
un sector de la población. Por ello, la inmigración debe permitirse en
una tasa adecuada, y debería poder distribuirse por el país de una
manera homogénea. No es positivo que se creen núcleos muy
importantes de inmigración porque se convierten en cotos
cerrados.
Un país se comporta de una manera similar a cualquier líquido: no
puede disolver a cualquier cantidad de inmigrantes. Sin embargo, la
tasa de disolución varía enormemente según la temperatura. En un
país ésta es el grado de concienciación y de apertura. Trabajando
el respeto por otras culturas –y el de una cierta generosidad–
podemos hacer posible una mayor inmigración.
Debemos buscar siempre la máxima integración de los que vienen
a nuestro país. Ahora bien, ¿dónde hay que integrarlos? Si todos
los inmigrantes se instalan en los barrios más degradados podemos
estar seguros que vivirán la problemática de violencia, drogadicción,
etc, de estas zonas. No nos extrañemos, pues, si la proporción de
magrebíes llega a ser muy alta dentro de la población reclusa. No
es por venir de donde vienen sino por tener que vivir donde viven.
4. 2. LA ESPERANZA DEL DIÁLOGO
Nadie tiene un punto de vista absoluto
TOLERANCIA/RAZONES: Nadie puede abarcar toda la realidad
de un solo vistazo. Si miramos un cubo, por ejemplo, podemos ver
únicamente tres de sus lados a la vez. Cuando le damos la vuelta
para ver los otros tres, nos damos cuenta que los primeros
desaparecen de nuestra vista. Esto mismo sucede cuando
debatimos sobre temas de actualidad: dos personas están viendo el
mismo objeto pero no se ponen de acuerdo porque cada uno lo ve
desde su punto de vista (que depende de la propia personalidad, la
propia historia, el nivel económico, el lugar de vivienda, etc). En los
dos discursos hay parte de verdad.
El diálogo es el instrumento que utilizamos para comunicar
nuestro punto de vista. Pero dialogar no es fácil. Para ver la verdad
que hay en el discurso de los demás es preciso que abandonemos
por un instante nuestro punto de vista para ponernos en el lugar del
otro. Hemos de movernos para poder ver el cubo desde otro
ángulo. Es un sacrificio, un esfuerzo. El pánico se apodera de
nosotros porque durante unos instantes, mientras pasamos al otro
lado, perdemos nuestro punto de vista, nuestras convicciones,
nuestras seguridades y, todavía, no hemos llegado a otras nuevas.
Nuestra democracia hunde sus cimientos sobre el diálogo. Si
queremos conservarla hemos de educar sobre la importancia del
diálogo. Pero el diálogo exige la igualdad de los participantes25.
Cuando no buscamos la verdad, la comunicación persigue tan solo
la dominación del otro, convercerle de mi punto de vista. Los medios
de comunicación pueden jugar un gran papel en el fomento del
diálogo y el respeto. Sin embargo, a menudo, los debates
solamente presentan las posturas más enfrentadas para dar más
espectacularidad. En la práctica fomentan la dicotomización de los
problemas.
La primera razón para ser tolerantes es que nadie tiene el punto
de vista absoluto. Necesitamos de los demás. Ellos nos enriquecen
porque su historia, sus experiencias, etc, les sitúan en una posición
única.
Pero, ¿cómo ser sabio y tolerante?
El reconocimiento de nuestra limitación nos obliga a la tolerancia,
a no rechazar demasiado rápidamente las opiniones ajenas. En la
época actual, la caída de las grandes ideologías y el relativismo en
muchos campos del pensamiento, han favorecido la consideración
de la tolerancia como un valor democrático fundamental.
Pero, este concepto de tolerancia como mera debilidad del
pensamiento es todavía peligroso: Cuando yo crea con certeza una
cosa ¿por qué he de ser tolerante?
El reto que se nos presenta es el siguiente: ¿cómo ser sabio y
tolerante? Respondiendo a esta pregunta daríamos razones para
ser tolerantes no sólo a los sabios sino a los que creen serlo:
1) Algunos temas no merecen un enfrentamiento. El sabio no sólo
es el que conoce sino el que sabe situar las cosas en su justo lugar.
Dará a cada cosa la importancia que merece sin excederse. El sabio
estará en desacuerdo en muchos temas pero reconocerá que sólo
algunos muy esenciales merecen la dedicación del hombre entero.
Tolerará los errores menores, porque una actitud combativa traería
mayores males. El fundamentalista, en cambio, es capaz de dar la
vida o "exigirla" por temas sin importancia. No sabe situar cada
problema en su lugar.
2) La tolerancia y el respeto a la dignidad de las personas son
bienes superiores a las "certezas" que cada grupo podría querer
imponer por la fuerza a los conciudadanos. El sabio intentará
defender sus ideas contra lo que considere errores de sus
conciudadanos pero tendrá que hacerlo con los medios que le
permite la legalidad democrática. El radical en vez de utilizar los
canales democráticos usa métodos violentos para conseguir sus
objetivos. El dictador piensa que el fin justifica los medios.
3) Es preciso "separar el pecado del pecador". El mandato
cristiano del "amor los enemigos" solamente puede vivirse cuando
distinguimos el sujeto de sus acciones. De esta manera es posible
rechazar el mal, ser intolerante con él y, sin embargo, ser tolerante
y comprensivo con el que lo comete. La realidad de hijos de Dios de
todo ser humano hace que sea siempre digno de estimación. El otro
es mi hermano y, por ello, lo acepto con todas sus debilidades.
4. 3. ¿TIENE LÍMITES LA TOLERANCIA?
De las tres razones para ser tolerantes podemos extraer algunas
consecuencias. Primero: podemos tolerar errores que carecen de
importancia. Segundo: hemos de tolerar y respetar siempre a la
persona. Tercero: hemos de ser intolerantes con el Mal, no con "los
malos".
Tolerancia no equivale a considerar válidas o permitir todas las
posturas ni todos los actos. Sería un error pensar de esta manera.
Pero, ¿dónde dice la tolerancia "basta"? ¿Cómo damos contenido al
Mal? El fundamentalista llena de excesivo contenido el tema del Mal,
es decir, excesivas cosas le parecen intolerables.
Hoy, podemos decir que el límite de la tolerancia está en el
respeto de los derechos humanos. Los derechos humanos son esos
derechos mínimos en los que los países se han puesto de acuerdo
y que es preciso salvaguardar porque son la condición
indispensable de posibilidad de una convivencia "humana", en que
las personas sean respetadas en su dignidad. Básicamente existen
dos grupos de derechos. Unos, que hacen referencia a las
libertades individuales (de asociación, de participación política, de
propiedad privada, de salir y entrar al propio país, derecho a la
vida, etc) y otros que podríamos llamar derechos sociales (igualdad
de oportunidades, derecho a la enseñanza, a la seguridad social, a
un trabajo y sueldo dignos, a la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad...).
La legitimidad de estos derechos estriba en que no son
particulares de un solo país sino que han sido aprobados por el
conjunto de las Naciones Unidas. Es verdad que la formulación es
muy occidental. Pero, más allá de la formulación concreta, hay algo
de universal que subyace a ellos. La razón es que podemos pensar
que toda persona racional en condiciones de lucidez, libertad y
voluntad de alcanzar el bien acabaría concluyendo que estos
derechos (más allá de su formulación concreta) han de ser
preservados.
Así pues, debemos luchar contra toda transgresión de los
derechos fundamentales, y no debemos ser tolerantes con los
intolerantes. Pero esto no quiere decir que la lucha contra la
intolerancia pueda violar los derechos que pretende defender.
Concluyendo: la tolerancia es inadmisible frente a la realidad del
pobre, del oprimido y del esclavo. Si nos tomamos esto en serio nos
daremos cuenta que tendríamos que dejar de tolerar tanta hambre
en el mundo, tanta pobreza en el Cuarto Mundo y tanto paro en
nuestras ciudades.
4. 4. CONTRADICCIONES DEL FUNDAMENTALISMO
Sabemos que el fundamentalismo hace también referencia a una
determinada manera de interpretar los textos religiosos. Pues bien,
vamos ahora a mostrar cómo es errónea esta interpretación y cómo
cae a menudo en ciertas contradicciones.
No existe la lectura "al pie de la letra"
La disciplina que estudia cómo deben interpretarse los textos
sagrados, jurídicos, etc, recibe el nombre de hermenéutica. Hace
años que los hermeneutas han criticado la interpretación al pie de la
letra26. A primera vista puede parecer extraño. Popularmente se
usa esta expresión cuando se insta a interpretar con objetividad y
no según los propios intereses. Cuando no quiere decirse más que
esto podemos aceptarlo.
Ahora bien, pronto nos encontramos con una primera
contradicción: los fundamentalistas de distintas confesiones
cristianas no se ponen de acuerdo. El fundamentalista es el que
pretende leer los textos sagrados "al pie de la letra". Pero, ¿cómo
es posible que dos personas que dicen interpretar un texto
literalmente extraigan conclusiones tan dispares? ¿cómo es que
viven tan diferentemente la religión un testigo de Jehová y un
protestante o católico fundamentalistas? ¿Por qué un mismo texto
se ha interpretado de manera diferente a lo largo de la historia?
Todo leer es ya interpretar. Soy yo, hijo de una cultura concreta,
que entro en relación con un escrito del pasado. Los
fundamentalistas no son conscientes de esta realidad.
No defendemos aquí que toda interpretación sea válida. Lo que
tenemos que preguntarnos al leer un texto sagrado no es tanto qué
quería decir para los hombres antiguos –aunque puede ser de
mucho interés– sino, en continuidad con eso, qué nos quiere decir
hoy. En el siguiente punto aclararemos más este aspecto.
Somos seguidores más que imitadores de Jesús
A veces puede ser muy interesante saber qué quería
exactamente decir Jesús a sus discípulos cuando predicaba. Sin
embargo lo más importante es qué nos quiere decir hoy. Para
realizar esta actualización del mensaje será preciso conocer con
precisión el contexto histórico en que vivió Jesús.
De la manera de actuar de Jesús extraemos no tanto normas
particulares y detalladas de conducta, sino principios inspiradores
que puedan guiar nuestra acción. A partir de estos principios quizás
elaboraremos algunas normas válidas para nuestro tiempo. El
sacramento de la Eucaristía es celebrado hoy de manera diferente
a como lo hacían los primeros cristianos y también a como se hacía
cincuenta años atrás. Lo importante no es que sea igual o diferente,
sino que el mensaje fundamental sea invariable. Lo que se quiere
expresar adoptará los símbolos adecuados a cada época que
apunten a un mismo referente.
El fundamentalista imita, y al imitar descontextualiza. El cristiano
toma las actitudes de Jesús y las intenta poner en práctica. Pero es
el Espíritu el que nos hace ver el mensaje de Jesús a la luz de los
nuevos tiempos. Aunque no se trata propiamente de un problema
de matemáticas, a menudo, resolvemos el problema utilizando una
especie de "regla de tres". Si Jesús, en aquella época, actuaba así,
¿cómo debemos actuar nosotros en nuestro tiempo? Gracias a las
ciencias humanas (historia, sociología...) conocemos el contexto
histórico de Jesús y el de la época actual y, conocemos cómo vivió
Jesús a través del testimonio de los apóstoles. Un ejemplo: si Jesús
se avanzó a su tiempo en la valoración de la mujer ¿cómo debemos
valorarla hoy? El papel de la mujer en la sociedad ha cambiado. Por
tanto, no puede limitarse su función a la que había tenido en aquel
tiempo.
Lenguaje simbólico de los textos religiosos
Estamos ante un aspecto que no podemos olvidar. La religión
utiliza un lenguaje simbólico para decir algo de la trascendencia. El
símbolo es aquella realidad que se toma para representar a otra de
manera que aquel concepto abstracto se hace visible. La paloma
simboliza, por ejemplo, la paz cuando lleva una rama de olivo. El
símbolo tiene siempre alguna característica de aquello que
pretende simbolizarse.
El fundamentalista cree que el lenguaje religioso es similar al
científico. Por ello, no puede entender ciertos textos bíblicos. La
creación de Adán y Eva del barro nunca ha pretendido ser un dato
científico sino una manera de explicar que somos criaturas de Dios
y que el Mal no lo causa Dios sino el hombre.
Los catequistas a veces utilizaban la imagen del abuelo con
barbas blancas para representar la bondad de Dios. Es un símbolo.
No tendría sentido que un niño se quejase un día a su catequista de
que Dios no tiene barbas. El adolescente que no sabe reconocer
que le han estado hablando de Dios por medio de símbolos puede
reaccionar de dos maneras diferentes: rechazar la fe porque no
cree en un Dios con barbas o, creer ciegamente que Dios tiene
barbas porque es lo que le han enseñado siempre. Este último es el
fundamentalista. Ni uno ni el otro ha comprendido que el hecho
religioso utiliza símbolos para expresarse. Las dos posturas las
vemos presentes respectivamente en el ateísmo y el
fundamentalismo del siglo pasado. Pero el símbolo es como un
dedo que apunta a un más allá. Como se ha dicho, "el necio es
quien se queda mirando el dedo".
El concepto de Dios como Padre es también analógico. Lo
utilizamos sobrentendiendo espontáneamente lo que queremos
decir. El cristiano nunca se considera "hijo" de manera fisiológica. El
error de interpretación que cometen los fundamentalistas es similar
al de unos que defendiesen que Dios es padre de manera
fisiológica porque Jesús enseña el "Padre Nuestro".
Contradicciones en el mismo texto
La Biblia está compuesta de un gran número de libros escritos
por muchos autores diferentes. No es de extrañar que en una
interpretación literal encontremos opiniones opuestas aquí y allí. La
interpretación que pretende fundarse en la literalidad se encuentra
con un conflicto serio. Por ejemplo, ¿cuál es la verdadera
genealogía de Jesús, la que nos presenta Mateo (Mt 1.1ss) o la que
propone Lucas (Lc 3,23ss) enormemente discordante? Los
evangelistas tomados literalmente presentan numerosísimas
contradicciones históricas. Pero, desde este punto de vista, el A.T. y
el N.T. son también irreconciliables: a quién hacer caso, a las leyes
dictadas por Moisés o a las nuevas directrices de Jesús. La mayoría
de los cristianos son conscientes de la preeminencia del Nuevo
Testamento sobre el Antiguo, ya que Jesús rompe con bastantes
leyes tradicionales. Esto hace que el Antiguo Testamento no lo
debamos leer al pie de la letra sino que es preciso que lo
interpretemos a la luz del Nuevo Testamento y de la Resurrección.
El pasaje de los discípulos de Emaús es modélico: caminando con el
Jesús resucitado llegan a entender el sentido de Su vida y de todas
las escrituras del Antiguo Testamento. Dejan de lado la
interpretación literal para hacerlo a la luz del Espíritu.
Hace un tiempo, unos Testigos de Jehová amigos míos intentaban
convencerme de la necesidad de cumplir íntegramente toda la
Biblia, y además de manera literal. Al final, no se me ocurrió otro
razonamiento para rebatirles que preguntarles por qué no cumplían
el sábado y otras muchas leyes presentes en la Biblia e instarles a
que se hiciesen judíos.
Para finalizar podemos decir que la presencia del Espíritu en la
teología cristiana es de una ayuda indispensable en la lucha contra
el fundamentalismo. Jesús, antes de morir, dice a sus discípulos que
todo lo que estaba sucediendo lo entenderían más tarde, a la luz de
la Resurrección y con la ayuda del Espíritu. Así pues, la vida de
Jesús sólo recibe todo su sentido después de su Resurrección, y
por tanto, siempre hay un "desde dónde" interpretar las cosas.
Además, gracias al Espíritu, el hombre, a lo largo de la historia, va
entendiendo de manera nueva la Revelación hecha en Jesús. Por
ello, los Evangelios no son texto muerto sino que el Espíritu nos
permite entenderlos y aplicarlos a nuestro mundo concreto.
4. 5. DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
El cristiano tiene una razón fundamental para ser tolerante: el
ejemplo de nuestro Dios. Dios ha tolerado el mal cuando ha hecho
al hombre libre. Desde la narración del Diluvio, Dios se compromete
a no destruir nunca a su pueblo aunque éste se vuelva contra Él.
Pero, Dios en Jesús nos ha mostrado la forma que Él ha escogido
de enfrentarse a la intolerancia: Jesús muere en la cruz27. Tolera lo
que parece intolerable. Su propuesta, tan radical como
incomprensible, es el amor a los enemigos. Jesús sintió la tentación
de utilizar el poder, la fama y el dinero (las tres tentaciones) para
luchar contra el mal e instaurar el Reino. Pero rechaza los métodos
coercitivos y escoge el diálogo del amor.
Estas coordenadas definen el lugar ideal desde donde dialogar
con otras religiones. Desgraciadamente el diálogo interreligioso
entre cristianismo, islam y judaísmo, es, a menudo, inexistente. El
fundamentalista dirá que el diálogo es para la religión que se cree
débil, para los que no están convencidos de sus creencias, y no
para ellos. Los puntos de vista son tan distantes que es muy difícil
hacer el esfuerzo de ponerse en el lugar del otro.
Pero la gran esperanza no está en el diálogo de las palabras. La
gran esperanza está en la dedicación a los pobres y en la mística.
El trabajo con los pobres
La dedicación a los más marginados de la sociedad es un
lenguaje que todos podemos entender. Es algo que toda persona
humana de cualquier cultura y que no busque su propio interés
considerará como algo loable. Las religiones encuentran aquí un
punto de unión. La mayoría de los religiosos y religiosas presentes
en el Magreb atienden a los más necesitados. Son, por ello,
profundamente queridos y apreciados por el pueblo. Son
testimonios de una vivencia auténtica de la fe.
El judaísmo recuerda constantemente la atención a los más
pobres, especialmente los huérfanos y las viudas. El islam exige a
sus fieles el "zakat" o donativo obligatorio para los pobres. Este
donativo corresponde a un tanto por ciento de los propios ingresos.
El cristianismo posee el ejemplo de Jesús que hace vivo el concepto
de caridad (agape). La caridad es el amor que se tiene hacia los
que tienen menos que nosotros de tal manera que les damos de
cuanto tenemos: renunciamos a tener algo que el otro no tiene. Es
compartir en totalidad. Finalmente, también el no creyente aprecia
siempre toda esta entrega y generosidad. La Revolución Francesa
como paradigma le ha proporcionado los ideales de igualdad y
fraternidad.
Así pues, en el trabajo por la justicia, por los pobres y
marginados, no sólo pueden entenderse judíos, musulmanes,
cristianos y no creyentes, sino que podrán incluso colaborar
juntos.
La mística
La mística es la otra gran esperanza. Pero, ¿quién es el místico?
No es quien se queda en el Tabor o quien vive ajeno y apartado del
mundo para concentrarse sólo en Dios. Es aquel que ve la realidad
con "los ojos de Dios". Los místicos de todas las religiones, por más
que a veces subrayen aspectos propios de su religión, se
entienden, hablan un mismo lenguaje: el del amor de Dios. Como
todos los místicos se levantan hacia Dios, y Dios es Uno, todos
miran sobre el mundo de una manera similar. Dios, el alfa y la
omega, el principio y el fin, unifica en Él toda la creación y a todos
los que se acercan a Él. Un místico comprende a otro místico
porque se sitúan en el mismo punto de vista: el de Dios. Por ello, los
encuentros de oración entre miembros de diferentes religiones no
son difíciles y sí muy provechosos. A la vez, no caen en el
fundamentalismo porque reconocen amargamente la distancia que
todavía les separa de Dios.
Los auténticos místicos son personas enormemente desprendidas
porque desde Dios han comprendido qué es lo importante. Su
deseo está puesto sólo en Dios28. Por ello viven pobremente y
reparten todo lo que tienen con los que más lo necesitan.
Los místicos de todas las religiones se entienden porque todos
relativizan las instituciones que vehiculan su religión. Esta actitud les
cuesta a menudo ser considerados heréticos. Ven en la Institución
no un fin sino un medio para llegar a Dios. No la desprecian sino
que la valoran y mucho. Pero la valoran como un medio y en tanto
que medio.
Podemos concluir, por tanto, que cuando seamos capaces de
vivir la vida místicamente no necesitaremos hablar ya más sobre la
tolerancia.
·Flaquer-Jaume _CRISTIANISME
........................
NOTAS
1. Sigo a Rogeli Armengol, "El fundamentalismo de las personas y de
los grupos humanos" en: Enrique de la Lama, En defensa de la
tolerancia: crítica de los Fundamentalismos, ed. Llar del Llibre,
Barcelona 1994.
2. Rogeli Armengol, p. 13.
3. Sobre la historia del fundamentalismo protestante ver: Jean Paul
Willaime, "El fona- mentalisme Protestant" en: El fonamentalisme,
ed. Cruïlla, Barcelona 1994, p. 31-45.
4. Ver "Silabus o corrección de los errores modernos" en: E.Denzinger,
El magisterio de la Iglesia, trad. D.Ruiz Bueno, ed. Herder,
Barcelona 1963, núms. 1700ss.
5. Ver "Juramento contra los errores del modernismo" en: E.Denzinger
nº 2145ss.
6. T.Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, trad. A.Contín,
F.C.E. Madrid 1982, p. 224-246.
7. El término es de Eriksson, Infancia y sociedad, Hormé, Buenos Aires
1973, citado en Hortal, a. Ética, 1. Los autores y sus circustancias,
Universidad Pontificia de Comillas, Madrid 1994 p. 61.
8. M.Corbí, La religió que ve, Claret 1991, p. 16.
9. Cfr. M.Corbí, p. 28.
10. Cfr. Hegel, Fenomenología del Espíritu, vol.I cap.IV. SS 10,11,12.
11. El Corán, trad. J.Cortés, ed. Herder, Barcelona 1992.
11bis. Los intentos de desarrollo bajo el modelo capitalista han
producido el desarraigo de grandes masas urbanas respecto a los
valores de su cultura tradicional.
12. Mª Teresa de Borbón Parma, Magreb: Nuestro Poniente Próximo,
ed. Libertarias, Madrid 1994, p. 33 ss.
13. Sobre la tolerancia del Islam lo mejor es dirigirse a la mística sufí.
Una buena introducción es el artículo de Emilio Galindo, "El sufismo,
corazón del Islam", p. 41-60, ed. Popular, Madrid 1992.
14. Para un exhaustivo análisis del pensamiento islámico a lo largo de la
historia así como abundante bibliografía ver: M.Cruz-Hernández,
Historia del pensamiento islámico, vol. I,II,III, ed. Alianza, Madrid
1996.
15. Para conocer la relación entre los conceptos de Ijtihad (esfuerzo
para la interpretación) y jihad (mal traducido como "guerra Santa")
ver: Emilio Galindo, El Islam al final del siglo XX, ed. SM, Madrid
1996, pp. 34-37
16. Ver M.Corbí, La religió que ve, ed. Claret, Barcelona 1991, p.
190ss.
17. Para conocer cuáles son estos noventa y nueve nombres ver:
Jacques Jomier, Para conocer el Islam, trad. Alfonso Ortiz García,
ed. Verbo Divino, Estella 1989, p. 41. Recomendamos esta obra
para todo aquel que desee una buena, clara y pedagógica
introducción al Islam
18. Cristóbal Cuevas, El pensamiento del Islam, ed. Istmo, Madrid 1972,
p. 105. Sobre el número cien: Robert Caspar, Para una visión
cristiana del Islam, Sal Terrae, Santander 1995. Trad. R. Sanchís
Cueto p. 103: "En cuanto al número cien de esa lista, sería el
secreto nombre de Dios".
19. Sobre la visión de Jesús y María en el Islam: Robert Caspar, Para
una visión cristiana del Islam, Sal Terrae, Santander 1995. Trad.
Ricardo Sanchís Cueto. Si prefiere este mismo tema desde la
apologética musulmana con una recopilación completa de los textos
coránicos ver: Dr. Maneh Hammad Al Johani, Jesús en el Islam, ed.
Centro Islámico en España, Madrid 1991. Trad. A. Maher Safi.
20. Bula Unam Sanctam en: E.Denzinger, El magisterio de la Iglesia, ed.
Herder, Barcelona 1963, nº 468.
21. Ver: J.Jomier, Para conocer el Islam, ed. Verbo Divino, Estella 1989,
p. 85ss.
22. Sobre las causas psicológicas del fundamentalismo ver: Víctor
Hernandez, Funda- mentalismo, narcisismo y psicosis, en E. de la
Lama "En defensa de la tolerancia".
23. Para un sugerente estudio comparativo y de agradable lectura del
judaísmo, cris- tianismo e Islam, desde el punto de vista de la
evolución del pensamiento de cada uno de ellos ver: Karen
Armstrong, Una historia de Dios, ed. Paidós, Barcelona 1995, trad.
R.Alfonso Díez Aragón.
24. A este respecto, se realizó un estudio sorprendente que mostraba
que la mortalidad de los marroquies emigrados a Francia es más
baja que la de los mismos franceses. Ver: Youssef Courbage, "La
mortalité et les causes de dècès des Marocains en France
1979-1991" en: Population, Revue bimetrielle de l'Institut national
d'Études démographiques, 50e année, Janvier-Février 1995,
numéro 1.
25. Teoría muy presente en Habermas. Por ejemplo en, Teoría de la
acción comuni- cativa, ed. Cátedra, Madrid 1994, p. 153ss, trad.
Manuel Jiménez Redondo.
26. En mi concepción sobre la interpretación sigo a H.G.Gadamer,
Verdad y Método, ed. Sígueme, Salamanca 1991, trad. A.Agud
Aparicio.
27. Sobre Jesús y la tolerancia ver: Màxim Muñoz, "Tolerancia y
experiencia cristiana de Dios", en La Tolerancia, Revista Sal Terrae
Junio 1995, tomo 83/6 (n.980), Santander.
28. Es muy sugerente el artículo sobre la mística sufí de C.Vega, "La
cara oculta del Islam: los místicos sufíes" en: Conocer el Islam,
Revista Sal Terrae Mayo 1996, tomo 84/5 (n.990) Santander.