Autor: Tere Fdez. del Castillo /Lucrecia R. de Planas |
Como se ha podido ver a lo largo de esta serie de artículos,
la evaluación en la materia de formación católica es todo un arte, en el cual
se deben cuidar muchos pequeños detalles.
La Evaluación debe ser un proceso continuo, sistemático, ordenado, en el que
no deben caber las improvisaciones, sino que debe contar con una preparación
que se debe prever desde el inicio del curso, con la planeación de la manera
como se va a evaluar a los alumnos en el área doctrinal y moral y con la
elaboración previa de los exámenes que se aplicarán a lo largo del curso.
Además, el catequista no debe olvidar que la evaluación debe ser una actividad
de reflexión de cara a Dios, un auténtico examen de conciencia sobre su labor
de la enseñanza de la fe, que le brindará elementos objetivos para juzgar su
desempeño y que lo llevará paulatinamente, a un perfeccionamiento y un mayor
profesionalismo en su trabajo como apóstol y educador de la fe.