LA NECESIDAD DEL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU
Por: Lic. Jorge Benavides Ch.
“Que Juan Bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu
Santo dentro de pocos días...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,que
vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalem, en toda Judea y
Samaria, y hasta los confines de la tierra.” Hch.1,5.8.
1. Aguardar para recibir el Bautismo en el Espíritu.
Jesús había resucitado. Empezó a adiestrar a los Apóstoles y a sus discípulos
para la obra misionera, durante los restantes cuarenta días previos a su
partida de este mundo. Pero una cosa les advirtió cuidadosamente: no debían
empezar nada hasta que viniera sobre ellos la Promesa del Padre, luego podrían
cumplir su cometido.
No fue un hecho anecdótico el que Jesús les instruyera a aguardar la Promesa
del Padre (Hch.1,4). Todas las cosas que Dios hace tienen un propósito. En
este caso, esperar hasta recibir sobre ellos la Promesa del Padre,
correspondía a los propósitos de Dios para el Reino. Nadie, aún hoy, debe
salir a evangelizar sin antes haber recibido sobre sí la Promesa del Padre,
porque la evangelización no es una obra meramente natural, sino mas bien
sobrenatural, una obra que hace el Espíritu Santo con la ayuda del creyente.
Para eso se necesita primero esperar hasta ser bautizado en el Espíritu Santo
y recibir poder sobre uno, para ser testigo de Jesús.
De modo que este aguardar no se
refiere a tener que esperar un cierto tiempo para recibir el bautismo en el
Espíritu, sino mas bien a no aventurarse a testificar sino hasta haber
recibido el bautismo en el Espíritu. En cuanto a cuándo recibir el bautismo en
el Espíritu, debería ser lo mas pronto luego de la conversión, basta recibir
una instrucción.
Damos por sentado que la primera experiencia en la vida Cristiana es ser un
converso. Es decir, haber recibido a Jesús como Señor y Salvador personal,
tras haber escuchado el primer anuncio del Evangelio o Kerygma. De otro modo
¿testigo de qué sería? Para ser testigo de Jesús primero hay que haberlo
recibido, tener un encuentro o experiencia personal con Cristo, de lo cual
después se va a testificar. Una vez que uno tiene a Cristo en su corazón, es
decir, que se ha nacido de nuevo por la fé, tiene la misión de compartir con
otros al Jesús que hemos conocido, pero esto no se debe hacer en una forma
meramente natural sino a la manera de Dios, en forma sobrenatural, para eso se
necesita recibir el bautismo en el Espíritu.
“Que Juan Bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos
días...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,que vendrá sobre vosotros, y
seréis mis testigos en Jerusalem, en toda Judea y Samaria, y hasta los
confines de la tierra.” Hch.1,5.8.
2. Recibir poder para ser testigos de Jesús.
La Palabra nos señala en Hch.1,8 que “recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo...” De modo que el Bautismo en el Espíritu es un “recibir”
algo. No es algo que se pueda alcanzar a base de esfuerzos o mérito alguno,
sino que es algo que se recibe, es gratuito, una gracia que Jesús nos otorga,
nos da. ¿Qué se hace ante un regalo? Se recibe.
¿Qué es lo que se recibe? La fuerza del Espíritu Santo. Otra versión lo
expresa mejor “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo...”. De modo que lo que se recibe es el poder del Espíritu
Santo. El mismo poder que estuvo sobre Jesús en su ministerio terrenal. Este
poder del Espíritu es el que nos tranforma en valerosos, es el poder que
acompaña a nuestro testimonio de Cristo y que atrae a la gente a los pies del
Señor, es el poder que confirma con señales y prodigios el anuncio que hacemos
del Evangelio.
En otro aspecto, la peculiaridad del bautismo en el Espíritu es que viene
sobre los creyentes. Recibimos al Espíritu Santo en nosotros cuando aceptamos
a Jesús como a nuestro Señor y Salvador. De allí que se desarrolla la idea de
la presencia del Espíritu en la teología bautismal. Desde entonces, El mora en
nosotros como moraba antiguamente en el templo de Jerusalem (1Cor. 6,19)
porque desde el Sacrificio Redentor de Cristo, el Espíritu ya no mora mas en
templos de piedra, sino en los creyentes. Pero en el bautismo en el Espíritu,
el Santo Espíritu viene sobre nosotros, es decir, de una manera diferente,
viene desde fuera, cayendo sobre nosotros para llenarnos de su Unción y Poder
con un propósito específico.
¿Para qué lo recibimos? Para ser testigos del Señor Jesús. No se puede ser un
efectivo testigo de Cristo a menos que tengamos sobre nosotros el poder venido
de lo alto, que nos transforma en compulsivos cristianos que sólo hablan de
Jesús y de la vida maravillosa que El da. Simplemente, un bautizado en el
Espíritu no puede dejar de hablar de Jesús, y aprovechará toda ocasión para
atraer a la gente que le rodea hacia Cristo. Un bautizado en el Espíritu
estará listo a dejar que el poder que de él brota, toque a toda persona con
quien se cruce, orará por los enfermos para que se sanen y se sanarán, la
gente notará que hay algo especial que él tiene y los demás no ¿qué es? El
poder del Espíritu. De modo que el propósito del Bautismo en el Espíritu es el
recibir poder para ser un testigo de Cristo en el mundo.
“Que Juan Bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos
días...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,que vendrá sobre vosotros, y
seréis mis testigos en Jerusalem, en toda Judea y Samaria, y hasta los
confines de la tierra.” Hch.1,5.8.
3. Cómo recibir el bautismo en el Espíritu.
Algunos creyentes tienen el don de comunicar el Espíritu Santo a
través de la imposición de las manos. Ellos pueden ministrar el Bautismo en el
Espíritu. Esto lo vemos en los Apóstoles Pedro y Juan: “Al enterarse los
Apóstoles que estaban en Jerusalem de que Samaria había aceptado la Palabra de
Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Éstos bajaron y oraron por ellos para que
recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno
de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús
[bautismo de agua]. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu
Santo. Al ver Simón [el mago] que mediante la imposición de manos de los
apóstoles se daba el Espíritu, les ofreció dinero diciendo: “Dadme a mi
también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquél a quien yo imponga
las manos” (Hch.8,14-19).
Los Apóstoles tenían ese poder
para dar o comunicar el Espíritu Santo mediante la imposición de manos, por
esto es que se ha desarrollado en las iglesias históricas la enseñanza y
práctica de que sus sucesores, es decir los obispos tienen ese poder de dar o
comunicar el Espíritu Santo.
Pero en la Biblia encontramos que algunos laicos también poseían ese don de
dar o comunicar el Espíritu: “Había en Damasco un discípulo llamado Ananías...Fue
Ananías, entró en la casa, le impuso las manos [a Saulo] y le dijo:”Saulo,
hermano,me ha enviadoa ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino
por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo”
(Hch. 9, 10-17).
Ananías no era un apóstol, ni
ministro alguno, la Escritura lo llama sólo un discípulo, pero imponía las
manos y podía sanar enfermos y comunicar o dar el Espíritu.
Así que según la Biblia, algunos creyentes sean ministros o laicos, tienen el
don de comunicar el Espíritu. ¿Cómo sabemos quiénes tienen ese don? Porque
cuando ellos ministran e imponen las manos, las personas sobre quienes imponen
las manos, reciben sobre ellos el Espíritu.
Pero, aunque no tengamos el don de dar el Espíritu, todo creyente bautizado en
el Espíritu puede ayudar a alguien a recibir la llenura del Espíritu,
simplemente instruyéndole los pasos necesarios para que pidan el bautismo en
el Espíritu, y lo recibirán. En tal caso hay que instruir lo siguiente:
1. Pida a Jesús el bautismo en el Espíritu. Sólo tiene que orar pidiendo
a Jesús lo bautice en el Espíritu. La Palabra de Dios al respecto dice: “Si,
pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¡cuánto mas el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!”
(Lc. 11,13).
2. Crea por fe que recibirá el Bautismo en el Espíritu. Su petición debe
ser simple y sencilla, pero creyendo que Jesús le oye. No necesita insistir
mucho (Mt.6,7) sólo creer en su promesa de dar el Espíritu Santo a quien se lo
pida. La Palabra de Dios dice: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad
y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá” (Mt.7,7-8).
3. Reciba por fe el Bautismo en el Espíritu. Luego de pedir al Señor le
bautice en el Espíritu, crea que El le ha escuchado y que en ese mismo momento
le está llenando con su Espíritu, el cual viene sobre ud.
4. Abra su boca y ore en lenguas. De su interior fluirá un lenguaje que
ud. no conoce. No se perturbe ni se inquiete, ud. no conoce el lenguaje que
pronuncia al orar en lenguas. Pero sí tiene el control del hablar: ud. es
quien habla. Y puede hacerlo rápido o lento, en voz baja o alta y empezar o
callar a su voluntad.
Una vez que ha empezado a orar en lenguas, hágalo de contínuo en su oración
devocional diaria, y en toda ocasión que pueda, pues el orar en lenguas sirve
para su propia edificación. Al respecto la Palabra de Dios dice: “Y de igual
manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no
sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce
cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos
es según Dios.” (Rom.8,26-27).
“Que Juan Bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos
días...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,que vendrá sobre vosotros, y
seréis mis testigos en Jerusalem, en toda Judea y Samaria, y hasta
los confines de la tierra.” Hch.1,5.8.
4. Cómo saber si he recibido el Bautismo en el Espíritu.
Cada vez que en el Nuevo Testamento encontramos el bautismo en el Espíritu,
veremos que se manifiesta el orar en el Espíritu u orar en lenguas, como la
señal del derramamiento del Espíritu. También encontramos en algunos casos la
manifestación de profecía y alabanza además del hablar en lenguas. Pero
siempre es algo que se ve y oye. “Y [Jesús] exaltado por la diestra de Dios,
ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que
vosotros VEIS Y OIS” (Hch.2,33). Veamos:
En Hechos 2,1-4 “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en
un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de
viento impetuoso, que llenó toda la casa en que se encontraban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre
cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a
hablar EN OTRAS LENGUAS, según el Espíritu les concedía expresarse.”.
En Pentecostés el Espíritu se derrama sobre cada uno, y se ponen a hablar en
lenguas según el Espíritu les concedía expresarse. Ellos eran los que
hablaban, pero el Espíritu les daba el lenguaje a expresar.
En Hch.10,44-46 “Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo
CAYÔ sobre todos los que escuchaban la Palabra. Y los fieles circuncisos que
habían venido con Pedro quedaron atónitos AL VER que el don del Espíritu Santo
había sido derramado también sobre los gentiles, PUES LES OÎAN hablar en
lenguas y glorificar a Dios.”
Pedro está predicando de Cristo
a Cornelio y su gente, cuando repentinamente cayó el Espíritu sobre todos
ellos, incluídos los gentiles. ¿Cómo sabían que había caído el Espíritu sobre
todos ellos? Porque les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Ellos
también habían recibido su bautismo en el Espíritu tal como los Apóstoles en
Pentecostés, porque hablaban en lenguas.
En Hch.19,1-6. “...Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del
Señor Jesús. Y habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el
Espíritu Santo y se pusieron a HABLAR en lenguas y a profetizar”.
Una vez mas vemos en este caso,
Pablo detecta que a estos creyentes de Éfeso les faltaba el bautismo en el
Espíritu. ¿cómo se daba cuenta? Porque a un creyente lleno del Espíritu Santo
se le nota, y a ellos no se les notaba. Así que fueron re-evangelizados por
Pablo, luego bautizados en agua y ministrados para recibir el bautismo en el
Espíritu . ¿Qué sucedió cuando vino sobre ellos el Espíritu Santo? Se pusieron
a hablar en lenguas y a profetizar.
En 1Cor.14,18. “Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos
vosotros..”
Pablo, en su conversión, luego de su encuentro con Jesús camino a Damasco fue
ministrado por el discípulo Ananías enviado por el Señor para devolverle la
salud é imponiéndole las manos ministrarle la llenura del Espíritu (Hch. 9,12
y 17), aquí nos revela que él también habla en lenguas ¿por qué? Porque había
recibido la llenura del Espíritu.
Es mi experiencia en el ministerio, que cada vez que las personas son
adecuadamente instruídas en la Palabra para recibir el bautismo en el
Espíritu, lo reciben con la señal que se ve y oye del hablar en lenguas.
Pero también he notado que en los lugares en que no son adecuadamente
instruídos para recibir el Bautismo en el Espíritu, no lo reciben.
Incluso hay algunos que promueven una incorrecta enseñanza acerca de los dones espirituales, en el cual confunden el orar en lenguas que viene por el bautismo en el Espíritu, con el don de lenguas como una operación del ministerio.
“Que Juan Bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos
días...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,que vendrá sobre vosotros, y
seréis mis testigos en Jerusalem, en toda Judea y Samaria, y hasta los
confines de la tierra.” Hch.1,5.8.
5. Qué me impide recibir el Bautismo en el Espíritu.
Básicamente nada impide a un creyente nacido de nuevo recibir el
Bautismo en el Espíritu. Debería ser el paso subsiguiente a la conversión. Le
convertirá en un poderoso testigo de Cristo, y al mismo tiempo será
fortalecido para vivir la santidad de la vida Cristiana.
Pero es innegable que algunas personas que se acercan a pedir el Bautismo en
el Espíritu, no lo reciben. He aquí algunas razones:
1. Falta de una adecuada preparación. Algunas personas desean ser bautizadas
en el Espíritu, pero no le dan tiempo a ser adecuadamente instruídas en lo que
la Palabra de Dios enseña al respecto. Es necesario tomar el tiempo necesario
para escudriñar las Escrituras y ser enseñado por ellas en cuanto al Bautismo
en el Espíritu. Permita que un creyente ya bautizado en el Espíritu, le ayude
a entender las Escrituras, tal como Felipe el evangelista le ayudó al Etíope y
así se rindió a Cristo (Hch.8,26-40).
2. Incredulidad. La Palabra de Dios dice: “Ahora bien, sin fe es imposible
agradarle...”(Heb.11,6). No se puede esperar recibir algo de Dios, a menos que
se crea que se va a recibir. Si se busca el Bautismo en el Espíritu sin un
propósito santo, si simplemente se trata de probar a ver si es cierto o no, en
realidad no se está buscando el don de Dios sino el tentar a Dios, y eso es
peligroso. Debe haber una sincera y reverente búsqueda del Bautismo en el
Espíritu, y recibirlo con fe y gratitud. Ahora, si no se recibe la Palabra con
fe o se cuestionan los textos que nos hablan del Bautismo en el Espíritu ¿cómo
espera poder llegar a recibirlo alguna vez? Ciertamente, mientras alguien
camine por la incredulidad, nunca podrá recibir cosa alguna de Dios, menos aún
el precioso don del Espíritu Santo. Ud. debe creer todo lo que Dios dice en su
Palabra, y no sólo lo que a ud. le gusta o parece bien. Si quiere el Bautismo
en el Espíritu debe estar abierto a tomar todo el paquete y no sólo lo que a
ud. le parece.
3. Temor. Muchas personas desean el Bautismo en el Espíritu pero están atadas
a temores que le impiden recibirlo: “¿será de Dios?”, “¡no me gusta eso de las
lenguas!”, “¿no será cuestión sicológica?”, “¡qué vergüenza!”. Algunos
mientras piden, están pensando en sus temores, por eso no lo reciben. El temor
no es de Dios, es del diablo. Ud. no puede abrigar al temor y a la fe al mismo
tiempo en su corazón. Debe echar fuera de su vida al temor antes de pedir el
Bautismo en el Espíritu.
4. Pecado. Hch. 8,18-24. Simón el Mago quería comprar el don de dar o
comunicar el Espíritu. Las Palabras que obtuvo por respuesta del Apóstol Pedro
fueron una maldición. La razón es porque su corazón no era recto delante de
Dios. Quien así procede, no tiene parte ni herencia en este asunto.