Monseñor Sebastián: «El principal problema de la Iglesia es nuestra mediocridad espiritual»

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal protagoniza la apertura del Congreso del Apostolado Seglar con un mensaje fuertemente cargado de autocrítica

JESÚS BASTANTE


MADRID. «La Iglesia española está profundamente dividida en grupos y tendencias que comprometen la unidad y dificultan grandemente la actuación de los cristianos en el mundo». Con un mensaje fuertemente cargado de autocrítica, el arzobispo de Pamplona y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Fernando Sebastián, protagonizó la primera jornada del Congreso Nacional de Apostolado Seglar, que durante este fin de semana reúne en Madrid a los principales representantes del asociacionismo católico y que está presidido por el cardenal Rouco.

En una intervención fuertemente aplaudida y que algunos prelados asumieron como «el discurso más importante de un obispo español en los últimos cinco años», monseñor Sebastián removió las conciencias de los católicos, desvelando los «deterioros de la conciencia y las deficiencias de la vida de muchos cristianos», reconociendo que «el principal problema de la Iglesia es nuestra mediocridad espiritual» y reclamando la necesidad de «trabajar para superar las desconfianzas entre obispos, sacerdotes, teólogos y el pueblo de Dios». Estos son algunos de los párrafos de un intervención.

«Nos vemos obligados a reconocer el gran desequilibrio existente entre cristianos bautizados y cristianos convencidos (...). Podemos recrearnos en ese casi 90% de ciudadanos que se declaran católicos, o podemos insistir en que de ellos solamente un escaso 30% cumple externamente las obligaciones básicas del cristiano».

Alejamiento de la jerarquía

«Subsisten todavía grupos que viven un alejamiento práctico de la jerarquía (...). Muchas congregaciones religiosas están más preocupadas de sí mismas que de su servicio a la comunidad eclesial. Y en algunos movimientos se adivina el sentimiento de que su servicio a la Iglesia consiste en invitarla a copiar sus ideas y procedimientos (...). En la España actual muchos cristianos viven en una comunión espiritual fragmentada y deficiente».

«Nuestra Iglesia necesita clarificarse más, diferenciarse más en el conjunto de la sociedad española que, aunque conserve muchos elementos cristianos, ya no es cristiana de corazón». «Hemos vivido tiempos peores, con más diferencias, divisiones y tensiones dentro de la Iglesia, pero estamos lejos de los niveles indispensables de comunión y confianza (...). Mientras los cristianos no recuperemos la confianza en nosotros mismos, no seremos creíbles ante el mundo».

«Por debajo de las mil diferencias entre unos partidos políticos y otros (...), tenemos que reconocer que se está desarrollando en todo Occidente, y en España con especial virulencia, un gran debate de fondo religioso (...). Lo que está en juego es el intento de organizar la vida humana sin contar con Dios». «Sin la búsqueda de la verdad (...), la democracia resulta insostenible, y puede degenerar fácilmente en una imposición de las mayorías».

«Los años de la vida democrática han permitido el desarrollo de una mentalidad revanchista, según la cual los vencedores de la Guerra Civil eran injustos y corruptos, mientras que la justicia y la solidaridad estaba toda y sólo en el campo de los vencidos (...). Ahora se pretende desplazar como perversión cultural todo lo que provenga de los siglos centrales de la historia española, incluida la valoración de la religión católica».

«Esta manera de pensar (...) domina en los partidos de izquierda, ha estado presente en sus campañas ideológicas y está ahora en las actividades legislativas y en muchas decisiones de nuestro Gobierno actual (...). La sociedad española está sometida a otras tendencias de signo reivindicacionista y antieclesial (...). En la actual sociedad, el cristiano coherente y fervoroso tiene que estar dispuesto a padecer una cierta marginación social, cultural y hasta profesional. Es el martirio moderno».

Pluralismo y participación social

«Aceptando la libertad y el pluralismo de nuestra sociedad (...) , los votantes tienen que votar de acuerdo con su conciencia moral, y los gobernantes gobernar de acuerdo con su conciencia rectamente iluminada. No pueden ser las mayorías o las encuestas los últimos criterios para decidir lo que es bueno y es malo, sino los criterios morales objetivos los que decidan la acción del Gobierno».

«Los acuerdos entre la Jerarquía y los poderes civiles seguirán siendo necesarios. Pero estos mismos instrumentos jurídicos serán eficientes sólo en la medida en que estén respaldados por un número creciente de cristianos laicos (...). Bien está mantener unos acuerdos con el Estado español que reconozcan el derecho de los católicos a una enseñanza católica para sus hijos (...). Pero estos instrumentos pierden fuerza si no hay una comunidad de familias que sean capaces de defender este derecho por todos los procedimientos legítimos que ofrece una organización democrática (...). Bien está que los obispos nos pronunciemos en contra del aborto (...). Pero esto vale de poco si luego no hay unos cristianos que mantengan la vigencia y el prestigio de estas enseñanzas».

«Tenemos el derecho a preguntarnos si hoy los católicos que militan en ciertos partidos, sindicatos u otras asociaciones tienen esa libertad (...) y el valor de hacer valer sus puntos de vista (...). Más en concreto, ¿los cristianos que militan en IU o en el PSOE pueden discutir y exponer sus argumentaciones y su visión del aborto, del respeto a la vida, de la protección del matrimonio, en igualdad de condiciones con los demás? ¿Lo hacen de hecho?».

España, en la encrucijada

Por su parte, el cardenal Rouco -quien durante la intervención de Sebastián mostró cierto desasosiego- apuntó que «nos encontramos en una situación de encrucijada clarísima, en España, en Europa y en el resto del mundo». Del mismo modo, el presidente del Episcopado animó a que «el testimonio de los católicos en la vida de la sociedad española pueda ser compartido». El cardenal también leyó un mensaje del Papa a los congresistas.