ASAMBLEAS FAMILIARES

VIVIR CON CRISTO EN LA IGLESIA


LECTURA DE LA CONSTITUCIÓN SOBRE LA IGLESIA ( Número 
9 )

«Así como el pueblo de Israel según la carne, el peregrino del 
desierto, es llamado alguna vez Iglesia, así el nuevo pueblo de 
Israel, que va avanzando en este mundo hacia la ciudad futura y 
permanente se llama Iglesia de Cristo.
Porque El la adquirió con su sangre, la llenó de su Espíritu y la 
proveyó de medios aptos para la unión visible y social. La 
congregación de todos los creyentes, que miran a Jesús como 
autor de la salvación y principio de la unidad y de la paz, es la 
Iglesia convocada y constituida por Dios, para que sea Sacramento 
visible de esta unidad salutífera para todos y cada uno.
Rebasando los límites de tiempo y de lugares, entra en la 
historia humana con la obligación de extenderse a todas las 
naciones. Caminando, pues, la Iglesia a través de peligros y de 
tribulaciones, de tal manera se ve confortada por la fuerza de la 
gracia de Dios, que el Señor le prometió, que en la debilidad de la 
carne no pierde su fidelidad absoluta, sino que persevera siendo 
digna Esposa de su Señor, y no deja de renovarse a sí misma, 
bajo la acción del Espíritu Santo, hasta que por la Cruz llegue a la 
luz sin ocaso».

Lector: Palabra de Dios en la Iglesia.
Asamblea: Te alabamos, Señor.

* * *


1. La Salvación en Comunidad
Nuestro coloquio anterior nos llevó a reflexionar sobre la 
salvación que obró Cristo, el cual viene a nuestro encuentro para 
salvarnos del peor de las males que es el pecado.
Dijimos también que Cristo no nos salva sin nuestra 
cooperación. El hombre tiene que creer en El y a El sólo, porque 
fuera de El no hay salvación para nadie. (Cf. Hechos, 4, 12).
Ningún hombre viene a la existencia ni vive solo. Todos 
nacemos de un padre y de una madre; crecemos y vivimos en una 
familia; nuestra existencia transcurre en medio de una sociedad y 
de una nación, de la cual somos ciudadanos. Es decir, que la 
existencia de cada uno es solidaria y dependiente de los demás 
que lo rodean.
Eso que Dios realiza en un plano meramente natural, quiso 
llevarlo a cabo en un plano mucho más elevado.

«Quiso... el Señor santificar y salvar a los hombres no 
individualmente y aislados entre sí, sino construir un pueblo que lo 
conociera en la verdad y le sirviera santamente» (Conc. Vat. II, 
Constitución sobre la Iglesia, número 9.)

El plan de Dios es una historia de salvación que tuvo su 
preparación en la elección del pueblo de Israel y en la Alianza que 
hizo con él. A este pueblo hizo Dios las promesas de salvación.
Sin embargo, en torno a Cristo debía reunirse un nuevo pueblo 
que fuera continuación del de Israel y en el cual se cumplieran las 
promesas.
Este pueblo lo conquistó y adquirió Cristo con su propia sangre. 
(Hechos, 20-28).

2. El nuevo Pueblo de Dios
¿En qué consiste este pueblo y quiénes lo forman?
El primer Pueblo de Dios se redujo a Israel, una comunidad 
terrena de hombres unidos por la descendencia, el idioma y la 
organización política, a los cuales Dios eligió y consagró para su 
servicio.
El segundo Pueblo de Dios es verdaderamente nuevo, y en él 
toman parte todas las naciones de la tierra, sin ningún límite de 
espacio ni de tiempo.
A esta comunidad universal la llamamos Iglesia, que quiere decir 
reunión, asamblea: la llamamos también «Pueblo de Dios» y 
«Cuerpo de Cristo».
Los diferentes nombres indican que, a pesar de ser muchos los 
que la componen, sin embargo, forman un único todo.
A los hombres que forman el Pueblo de Dios los congrega y los 
une esta sola cosa: la fe en Cristo, que es el Salvador de todos y 
el principio de unidad de su pueblo (Cf. Const. Iglesia, núm. 9).
El pueblo de Dios prolonga y hace presente para nosotros la 
salvación en Cristo. Porque El lo escogió, lo adquirió con su 
sangre (1 Ped 2, 9), lo santificó y finalmente lo constituyó para que 
al fin del mundo estuviera a la cabeza de las demás naciones y 
pueblos de la tierra, a fin de que a través de El lleguen al 
conocimiento del verdadero Dios y de su enviado, Jesucristo.

3. Misión de la Iglesia.
La Iglesia es el medio, el Sacramento, que debe unir a todo el 
género humano con Dios (Const. Iglesia, núm. 1).
Porque El quiere la salvación de todos los hombres, por eso 
envió al mundo a su Hijo Jesucristo y dependiente de El a la Iglesia 
(Jn 20, 21).
Esta debe dar testimonio de Dios y de la Salvación que El nos 
ofrece en Cristo, en presencia de todos los pueblos y de todos los 
hombres de la tierra, ya sean cristianos o paganos, musulmanes o 
judíos, creyentes o ateos.
Y no sólo testigo: debe ser también instrumento de santificación: 
porque ella es el Cuerpo de Cristo, que participa en la vida que 
fluye de su Cabeza y que se difunde a través de todos los 
bautizados. Para cumplir con esta misión la Iglesia es Pueblo de 
Dios, organizado exteriormente, dotado de órganos jerárquicos 
que lo hacen más visible a los ojos del mundo, y más apto para ser 
testigo de Dios e instrumento de salvación.
Así lo quiso Cristo, y estableció que no hubiera más que una 
sola Iglesia, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos 
(Cf. Const. Iglesia, núm. 18). Y únicamente a esta Iglesia 
gobernada por el sucesor de Pedro dio todos los medios de 
salvación, en tal forma que fuera de ella no hay sino parte de esos 
medios, los cuales pertenecen por derecho propio a la única 
Iglesia querida por Cristo (Cf. Const. Iglesia, número 8, y Decr. 
Ecumenismo, núm. 3).

4. Al encuentro de la Iglesia por la fe y el bautismo.
Hemos repetido insistentemente que el hombre no puede 
salvarse, si no va al encuentro de Cristo en la Fe Tampoco se 
salva si no va al encuentro de la Iglesia.

«Pues solamente Cristo es el mediador y el camino de salvación 
y se hace «presente a nosotros en su cuerpo que es la Iglesia» 
(Const. iglesia, núm. 14).
«Todos los hombres son «llamados» a formar parte de este 
pueblo de Dios... uno y único..., el cual ha de abarcar el mundo 
entero y todos los tiempos» (Const. Iglesia, núm. 13).

La Iglesia es testigo de Dios e instrumento de salvación para el 
mundo. Además, en ella se realiza el Reino de Dios, que es victoria 
sobre las fuerzas del mal y del pecado. En la Iglesia ya está 
presente el Reino de Dios. Pero este Reino es como un germen, 
una semilla que va creciendo y que sólo se desarrollará 
plenamente y dará sus frutos al final de los tiempos. Por eso la 
Iglesia es también un pueblo de peregrinos que avanza a través 
del mundo, y a través de los tiempos, con la esperanza de llegar a 
su término.
De todo cuanto hemos dicho, participamos todos y cada uno de 
cuantos nos honramos con el nombre de cristianos.
A este pueblo de Dios no ingresa quien quiere. A cada uno Dios 
lo llama y lo agrega a su pueblo, al Cuerpo de Cristo. El acto de 
esta agregación se lleva a cabo por medio del Bautismo.
El bautismo, agregándonos al Pueblo de Dios, nos proporciona 
dos cosas:
1.°) Nos santifica y nos consagra; podríamos decir que nos 
baña con la sangre de Cristo.
2.°) Nos da la fe, mediante la cual podemos responder a través 
de toda nuestra vida a Cristo y entregarnos a El.

Agregados al Cuerpo de Cristo ya no vivimos una vida aparte; 
somos miembros unos de otros, y participamos de la vida que 
desde la cabeza se difunde por todo el cuerpo. Participamos de los 
bienes y de las riquezas del pueblo de Dios.
Pero esta vida y estos bienes no son para disfrutarlos de un 
modo egoísta.
La Iglesia, a través de cada uno de nosotros, debe dar 
testimonio y ser un instrumento de santificación y de elevación 
espiritual, en medio de los hombres que nos rodean.
Amigo oyente: ¿No es cierto que vale la pena ser miembro de 
un Pueblo como éste? ¿Cuál ha sido tu respuesta a Dios, que te 
llamó por el bautismo a disfrutar de los bienes y de las riquezas de 
su Pueblo? ¿Cuál ha sido tu testimonio ante los que creen poco o 
ante los que nada creen?


DIALOGO DEL SEXTO MENSAJE 

OBJETIVO
Despertar el amor a la Iglesia y el deseo de ser digno hijo de 
Ella.

INTRODUCCIÓN
El Animador puede recordar que en nuestras Asambleas 
anteriores hemos dialogado sobre:
-El Plan Salvador de Dios.
-La preparación de ese Plan a través de miles de años.
-La culminación de ese Plan en la Persona de Cristo, que, 
hecho hombre, vino a salvarnos.

Hoy vamos a dialogar sobre el nuevo Pueblo de Dios, que es la 
Iglesia

PARA DIALOGAR:
(Hacer que todos intervengan en las preguntas.)
1.-¿En qué consiste el nuevo Pueblo de Dios y quiénes lo 
forman?
2.-Citar algunos ejemplos en los cuales se manifiesta que 
vivimos como Iglesia, es decir, como verdadera Comunidad.
3.-¿Ayudamos nosotros a los demás a encontrar a Cristo a 
través de nuestro testimonio de amor y de servicio?
4.-¿Cual ha sido nuestra respuesta a Dios, que nos llamó a 
participar de los bienes y riquezas de su pueblo?

PARA EL ANIMADOR
Notas que ha de tener presentes el Animador para orientar la 
discusión:

1.-El primer Pueblo de Dios se redujo al país de Israel; a él Dios 
eligió y consagró para su servicio. El segundo Pueblo de Dios es 
verdaderamente nuevo y en él toman parte todas las naciones de 
la tierra, sin límites de espacio ni de tiempo.
A esta comunidad universal la llamamos Iglesia, que quiere decir 
Asamblea, Reunión. También la llamamos Pueblo de Dios, Cuerpo 
de Cristo.
La Iglesia es además la Familia de Dios. Y en esta Familia:
-Dios es el Padre (Mt. 23, 9; 6, 9).
-María es la Madre (Jn. 19, 27; Ef. 1, 22).
-Cristo es el Primogénito y Hermano mayor (Rm 8, 29) y la 
Cabeza.
-El Espíritu Santo es el alma y corazón (Jn. 14, 26; 16,13; 1 Cor. 
3,16).
-Todos los hombres son hermanos (Mt. 23, 8) y miembros.

2.-Cuando rezamos juntos, somos Iglesia; cuando comulgamos, 
cuando hacemos obras de caridad, cuando perdonamos, cuando 
nos acordamos de los pobres o tratamos bien a todos, cuando no 
permitimos el escándalo en nuestros hogares, ni en la sociedad... 
somos Iglesia.

3.-Por lo general, es poco lo que ayudamos a los demás a 
encontrar a Cristo.
Esto se debe en gran parte al egoísmo y al respeto humano. 
Por ejemplo:
-Cuántos se avergüenzan de rezar, creyendo que pierden 
personalidad si los ven participando en la Misa...
-Cuántos, en vez de embellecer el rostro de la Iglesia con una 
vida conforme a la Fe, lo desfiguran con pecados y escándalos.. .
-Cuántos rompen la unidad, sembrando odios, rencores, 
crímenes...

4.-Por los frutos podemos descubrir que hay una respuesta muy 
débil y casi de indiferencia...

El espíritu de Servicio y de Cooperación es muy poco. 
Observemos, por ejemplo: cómo sufren los párrocos para 
encontrar colaboradores en el Apostolado; algunos siempre 
encuentran disculpas para no servir: trabajo, ocupaciones, 
compromisos, viajes; «Busque otro más competente; hace mucho 
que no estudio; don Fulano lo hace mejor»...
Cómo los vecinos ni siquiera se conocen y en muchas 
ocasiones hasta se guardan rencores... Cómo los que se dicen 
cristianos no se asoman al templo, no participan en ningún 
movimiento de apostolado, ni se dan cuenta de lo que dentro del 
Pueblo de Dios se hace o sucede...

CONCLUSIONES
(Procure el Animador que los asistentes señalen conclusiones 
prácticas para vivir las enseñanzas de este mensaje.)

CANTO 5. HACIA TI, MORADA SANTA (K. Argüello)
Hacia ti, morada santa; 
hacia ti, tierra del Salvador, 
peregrinos, caminantes, vamos hacia ti.

1. Venimos a tu mesa, sellaremos tu pacto; 
comeremos tu carne, tu sangre nos limpiará.

2. Reinaremos contigo en tu morada santa.
beberemos tu sangre, tu fe nos salvará.

3. Somos tu Pueblo santo que hoy camina unido; 
Tú vas entre nosotros; tu amor nos guiará 

ORACIÓN
(El Animador concluye con la siguiente oración):

Virgen María, 
por medio de la oración y del trabajo 
llevaste intensa vida de intimidad con Dios, 
te consagramos nuestra decisión de formar
el nuevo Pueblo de tu Hijo Jesucristo, 
con todos los hombres nuestros hermanos, 
venciendo las barreras que el egoísmo 
ha levantado en todas partes.
Concédenos un espíritu dócil y generoso 
para adaptarnos a las normas de la Iglesia 
y dar al mundo testimonio de Fe, de Caridad y de Unión.
Lo pedimos al Padre por tu intercesión 
y la de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor.
Asamblea: Amén.

CESPLAM-1. Págs. 51-59