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Movimientos islámicos contemporáneos



Conferencia de Abdul·lah Fiol pronunciada en Melilla, Barcelona y Terrassa en el marco de los ciclos sobre la realidad islámica contemporánea. Abdul·lah Fiol forma parte del Equipo de Gobierno de la CIE-FEERI y es presidente de la «Associació Catalana d’Estudis Islàmics».

El musulmán de nuestra época se encuentra situado entre los conflictos y problemáticas propias de lo que sesenta años atrás denominó ya el eminente jurista e intelectual austríaco converso al din, Mohammad Asad, “La encrucijada del Islam”. Los cañonazos con que Napoleón despierta a El Cairo una mañana de 1798 ponen en evidencia las nuevas y dolorosas relaciones que hasta el día de hoy configuran a la Ummah islámica en su realidad intrínseca y en su correspondencia con el nuevo Occidente. Este Occidente nace de la ruptura con el mundo tradicional cristiano, ruptura simbolizada económicamente por la Revolución Industrial y políticamente por la Revolución Francesa.

El espíritu de antaño, basculante entre las conforntaciones bélicas en Al-Ándalus, las Cruzadas, o Lepanto y el encuentro de la escuela de traductores de Toledo o la Ruta de la Seda, es sustituído por una voluntad de destrucción y absorción despersonalizadora en que el musulmán pasa de ser del enemigo a combatir por la fe al sometido social a expoliar como productor para la metrópoli y consumidor de su industria, posición en verdad más abyecta y humillante. A su vez esta moderna agresión y penetración encuentran a la Comunidad de los Creyentes desencajada frente a la coyuntura social, económica e ideológica que en la otra orilla del Mediterráneo ha llevado ya a la conquista de América y pretende extender sus tentáculos coloniales para apoderarse de África y Asia. El pensamiento islámico se halla sumido en una parálisis de cuatrocientos años en que la producción y el análisis se circunscriben a comentarios de Tafsir (exégesis del sentido del Corán a partir de comentarios lingüísticos, hadices y conocimiento de las circunstancias en las que descendió una aleya determinada) o Hadiz (dichos del Profeta Mohammad) de colecciones de los primeros siglos de la Hégira, a la ampliación casuística del Fiqh (jurisprudencia islámica) de los cuatro madhahib (escuelas de Fiqh) y a la repetición de polémicas de Kálam (teología islámica) entre maturidíes, ash’aríes y mu’tazilíes.

Esta siutuación de estancamiento intelectual se debe a la difusión de una conciencia de autosatisfacción que podría resumirse diciendo que "el mundo está así por voluntad de Allah y que por tanto se encuentra bien", confusión entre la aceptación del Qadr (Destino) divino y la inacción fatalista. A ello contribuye la aparente solidez del Califato otomano, que llega tan tardiamente como en 1683 hasta Viena y a su fosilización. Sólo en dos ámbitos ajenos al poder turco encontramos una vitalidad productiva: el movimiento sheijí en Irán, que tras la subida de la dinastía Safávida formula teóricamente la ‘aqidah (credo) chiíta y el Fiqh ya’fari, y el florecimiento cultural, artístico y religioso (este último con el protagonismo especial de la Tariqah chishti) bajo los mogoles en la India. En el ámbito árabe, el desplazamiento de la élite cultural árabe que tanto habían cultivado los Omeyas y Abbasíes acaba con su vitalidad, ahora sustituída por una aristocracia turca de procedencia nómada y militar, poco inclinada por origen e idioma a la reflexión intelectual.

Los hechos se suceden con rapidez y muestran la superioridad bélica con que se lanzan los enemigos del norte, a la vez que la debilidad, motivo de su propio descrédito, del califato otomano: en 1825 Mohammad ‘Ali se independiza formalmente en Egipto para caer bajo dominio británico; el 1830 los franceses ocupan Argelia; en 1885 Túnez; en 1912 Libia y por el Este los holandeses hacen lo propio en Indonesia, los ingleses en Indostán y los rusos en Asia Central. Sólo queda bajo mandato otomano Oriente medio, hasta su disgregación definitiva tras la 1* Guerra Mundial.

La situación colonial marca el inicio de una toma de conciencia y posterior actuación entre muchos musulmanes que se dan cuenta de la diferente correspondencia que ahora se establece en el enfrentamiento siempre constante entre Islam y Kufr (incredulidad).

La primera resistencia: La respuesta del mundo tradicional.

Tras la rápida caída de la endeble resistencia otomana, los autóctonos se encuentran por primera vez en doce siglos bajo gobierno káfir (no-musulmán), no sometido a la Sharía (Leyes de Allahu Ta’ala) y dispuesto a introducir población alógena y a desmantelar el propio tejido social. Ante esta realidad la respuesta se organiza a través de los dos polos, a menudo coincidentes de la urdimbre colectiva: la autoridad de la kábila (tribu, clan) y de la tariqah sufi (cofradía espiritual).

En 1830 el rey francés Carlos X decide iniciar la invasión de Argelia tras presionar inútilmente al bey (gobernador) turco para la cesión de ventajas comerciales. Después de una fácil conquista, lo que se anunciaba como una breve incursión va derivando hacia una ocupación en regla. Pronto se publica un "Código Indígena" en que se otorga a los argelinos derechos en la administración a cambio del abandono declarado de la Sharía y la adopción del Código Napoleónico. Se suprimen de sus cargos a muftis y ‘ulamá (jurisconsultos y sabios islámicos), que son sustituídos por tribunales franceses y, eso sí, tratan de introducir elementos legales de la tradición bérber que difieren del orden islámico, siguiendo la consigna hasta hoy del "divide y vencerás". Se expolian a numerosos campesinos musulmanes y las tierras del waqf (donaciones por motivos religiosos), que reciben colonos franceses, que son 100.000 a los pocos años. Después aumentó su número con los deportados tras los levantamientos de 1848. Todo ello por lo que el Consejo Superior Francés en Argelia declaró: “la raza árabe es inferior e ineducable”. La gestión local queda en manos de los Consejos Municipales, con plena autonomía en cuestión de expropiaciones, en las que los franceses y musulmanes están representados dos a uno.

La gravedad de la situación conduce a la oposición de los líderes tradicionales. ‘Abd-ul-Qáder (1808- 1883) es el principal de ellos. Descendiente del Profeta y sheij (maestro) de la tariqah qádiri en la zona de Tlemcén, convoca a los cabezas de kábilas a un congreso en Miliana, en 1838, y allí se decide unánimemente la declaración del yihad (guerra de liberación), en cuya dirección se sitúa a Abd-ul-Qáder como Emir (Comandante). Los comabientes plantean una lucha de guerrillas y emboscadas que diezman a colonos y guarniciones y obligan a los primeros al repliegue hacia los núcleos urbanos, con lo cual aparecen grandes zonas liberadas. Tras la muerte de su padre asume totalmente la dirección del combate, llegando a agrupar a más de 10.000 muyahidín (combatientes). En 1840 llega el general Thomas Robert Bugeaud dispuesto a acabar con la insurrección y para ello organiza razzias de destrucción en zonas agrícolas. Para mitigar los sufrimientos civiles y después de la defección de varios jefes locales, Abd-ul-Qáder se retira hasta Oudjda. El bombardeo francés de varios puertos marroquíes y la derrota marroquí de la Batalla de Islja, pone al Sultán en contra del Emir argelino. Allí fue finalmente apresado (noviembre de 1847) y encarcelado hasta que se le desterró a Damasco seis años después. Allí se distinguió en la defensa de los maronitas libaneses durante las matanzas de los años 60.

El colonialismo, en 1871, tuvo que afrontar otra revuelta. La dirigió el hasta entonces líder colaborador Maqrani y la protagonizaron campesinos a los que se exigía la devolución con un exagerado añadido de un préstamo de 1868. Empezaron las confiscaciones de tierras y también el reclutamiento de tropas musulmanas para Francia en la Cabilia. Tardaron más de un año los franceses, con 80.000 soldados, en sofocar el levantamiento.

El Mahdi: Sudán

Mohammad ‘Ali de Egipto, emir que rompe con el califato otomano y se abre a la penetración británica, comienza la expansión hacia el sur con la conquista en 1820-22 de Dongola, Darfur y Kordofán. Con su beneplácito empieza el adentramiento de exploradores y misioneros cristianos. Isma’il, el sucesor de Mohammad ‘Ali, envía al general británico Gordon para que afiance el dominio, con la excusa de terminar el tráfico de esclavos que los mismos ingleses revitalizaron. En 1879, Gordon, establecido en El Jartum, dimite de su cargo.

Por aquel entonces había comenzado a extenderse la popularidad como Walí (querido de Allah, santo) de Mohammad Ahmad, hombre entregado al zuhd (renuncia a los placeres de este mundo), que vivía retirado en la isla de Abá, en el sur del país. Constituyó una záwiya (centro de reunión y aprendizaje del Islam) hasta que en 1881 proclamó abiertamente ser el Mahdi (Libertador, el Esperado), y que a partir de él las cuatro escuelas perdían vigencia. Proclamó el Yihad contra británicos, egipcios y turcos, estos dos últimos por considerarlos representantes de un Islam decadente. Al principio los gobernadores egipcios no le prestaron interés y enviaron algunas tropas a la isla de Abá. El Mahdi se escapó en medio de la niebla y ello aumentó su fama de santo.

Los mahdistas se organizaron para la lucha guerrillera de emboscada y practicaron el sitio de fortalezas, lo que les proporcionó armas de fuego. Una tras otra, cayeron las guarniciones egipcias. En 1883 el general Hicks parte con un cuerpo de ejército mal preparado, ya que los egipcios subestimaban al Mahdi, y el militar británico es aniquilado cerca de El Jartum. Por aquel tiempo los mahdistas controlaban ya el oeste y el centro de Sudán y sólo les faltaba el norte.

Finalmente el premier británico autoriza de nuevo a Gordon la vuelta para evacuar Sudán. Al llegar decide reconquistarlo, lo que provoca la unión de todas las tribus alrededor de El Mahdi. En 1885 Gordon es asediado y muere en El Jartum, que cae en manos de Mohammad Ahmad. Allí proclama su voluntad de invadir Egipto, el Hiyaz y Jerusalén hasta que vuelva Jesús, pero muere repentinamente.

Le sustituye como califa, Abdullah. Ingleses y egipcios pierden interés por Sudán hasta que en 1889 Al-Nayumi y Uzmán Diqna lanzaron una infructuosa ofensiva contra el sur de Egipto. Mientras, los italianos, que tenían una alianza con sudaneses y etíopes, hostigan la costa.

De 1896 a 1899 el general inglés Kitchener va planteando una campaña de batallas contínuas a campo abierto con ayuda del ferrocarril y suministros italianos hasta que vence la resistencia de Abdullah, que muere en 1899.

Omar Mojtar y la resistencia Libia

Italia, nación que a causa de su tardía unificación llega sin ventajas al reparto colonial, ve como Francia se adueña en 1886 de su pretendida Túnez. Se apropia de Eritrea y parte de Somalia y fija su mirada en las provincias turcas de Tripolitania y Cirenaica. Allí empiezan a establecerse colonias de comerciantes y campesinos italianos, así como las operaciones del Banco de Roma en 1900. Tras la derrota de Adua, en Etiopía, deciden recuperar el prestigio emprendiendo la conquista de lo que denominarán después Libia. Presentan varios ultimátums a la autoridad otomana y al final en noviembre de 1911 comienza el bombardeo de Trípoli y Bengazi por la Armada. La toma del litoral es sencilla.

La resistencia se organiza en el interior, a cargo del jefe de kábila Ahmed Sharif y la colaboración de la infantería turca, perteneciendo el primero a la Tariqah Sanusía (rama libia de la Tiyanía). Entre los turcos se encontraba Mustafá Kemal (futuro Atatürk).

Esta tariqah se inicia con Mohammad as-Sanusi, argelino, que después de años aprendiendo en la Meca la funda con el fin de promocional la Da’wah (llamamiento al Islam). Sus adeptos se agrupan en comunidades, en Egipto, Arabia, y el sur de Libia, participando activamente en la islamización de Chad. Proclaman el Yihad contra Occidente y dan la ba’yah (juramento de fidelidad) al Califa turco.

El Califato otomano es obligado por Alemania a abandonar Libia pero los sanusis continúan luchando con una revuelta en el Fezzán, al oeste del país, que hace retroceder a los italianos a Argelia.

Al empezar la Primera Guerra Mundial, Sidi Ahmed al-Mahdi, sucesor de Ahmed Sharif atacó con ayuda turca a italianos y británicos antes de caer derrotado cerca de El Cairo. Sin embargo, y tras un desembarco turco en Misurata, Sidi Idrís, otro sheij sanusi conseguirá el control de toda la Libia interior.

El fin de la Primera Guerra Mundial traerá consigo una política condescendiente de Italia, que proclamará Emir a Sidi Idrís en Cierenaica, a cambio del cese de hostilidades, una victoria política frente al colonialismo. En Tripolitania, la abierta colaboración de El Borouani, cabecilla local, provoca la insurrección de Mohammad Freni que derrotará al primero y a los italianos repetidamente, aislando ciudades que sólo se abastecerán por aire. La situació provoca una intensa campaña anticolonial en la propia Italia.

La ascensión del Fascismo en 1922 marca el cambio de política. Mussolini envía a los generales Dollo y Graziani. Estos organizan una gran legión trans-sahariana móvil por el desierto que ataca una por una las partidas de guerrilla. Al ser la población sedentaria en esta zona y la movilidad respecto a sus bases pequeña, el Ejército logra el dominio sin más dificultad.

La verdadera oposición se presentó en Cirenaica. Allí la población, totalmente sanusi, vivía nómada y diseminada, ayudando a la Resistencia Muyáhid dondequiera que se refugiara y confundiéndose con ella. El Emir Idrís había conseguido además ametralladoras, camiones y artillería, todo ello en manos de Omar Mojtar, jefe de una fuerza militar muy bien cohesionada. Contaban con la retaguardia de protección egipcia. Tres años tardará Graziani en doblegar la Resistencia.

Las matanzas indiscriminadas contra civiles nómadas no hacen más que aumentar el apoyo a Mojtar. De sus métodos y comportamiento el periodista danés Knut Walhelm, que luego abrazó el Islam, nos da testimonio: “Graziani da un paso más y decide encerrar en campos de concentración a toda la población civil. Miles morirán de hambre y enfermedad. A su vez se levanta una inmensa muralla de alambres en toda la frontera egipcia para cortar el suministro y se ataca el último centro sanusi, Kufra, con aviación, gases y tanques, aniquilando a sus habitantes. Sin embargo, Omar Mojtar aún resistirá con sus partidas hasta ser rodeado, preso y ahorcado en 1932. Así se afirma la Pax Romana”.

El movimiento Sálafi: los Hermanos Musulmanes

Las coordenadas de decadencia y disgregación que para la Ummah significan el colonialismo y el progresivo hundimiento del Califato Otomano llevan a toda una serie de intelectuales a un replanteamiento de fuentes e interpretaciones tradicionales. Las ven como inadecuadas para el nuevo tiempo cuando no responsables de los sucesos que acaecen. Estas reflexiones generales tomaron cuerpo especialmente en Egipto.

Yamal ad-Din Al Afghani

Yamal ad-Din Al Afghani (1839-1897) luchó contra el colonialismo británico en Afghanistán hasta que huyó y se estableció en Estambul. Rechazado por el Califa Abdulhamid, tuvo que migrar a Egipto pero su activismo político llevó a su expulsión en 1879 a París. Allí funda la revista "El Lazo Insoluble", de gran disensión en su época, y escribe su "Refutación de los materialistas", "El Lazo insoluble y pensamientos".

Considera al-Afghani que hay que liberar al Islam de adherencias y bida’a (innovación en materia de religión). Para ello solo sirve la vuelta a las fuentes del Corán, Hadiz y Sunna, las propias de los Salaf, las generaciones de Sahaba y Tabi’in (las tres primeras generaciones de musulmanes, que Allah esté complacido con ellos), ya que las fuentes del fiqh han de ser reformuladas: los cuatro madhab han cumplido su función histórica por lo que ahora ya justifican sólo un despotismo paralizante. Las puertas del Iytihad (derivación de leyes claras a partir del Corán y la Sunna) están, por lo tanto, abiertas.

En cuanto a ‘aqidah (creencia), al-Afghani reformula el Kálam Mu’tazilí: la doctrina de la predestinación es una trampa para la inacción de los musulmanes y el libre albedrío real. El Din a su vez es demostrable y conforme a la razón ya que tiene el mismo origen divino. Comparte con el wahhabismo el rechazo del sufismo, fuente, según él, de superstición e ignorancia.

En cuanto a la actividad política, al-Afghani sostiene que la fórmula califal ha devenido una monarquía absoluta, contraria a su esencia primera. No ve incompatibilidad entre la actual propuesta republicana con un régimen parlamentario en función de Mashurá (consulta a los musulmanes sobre cuestiones políticas o públicas) y lo expuesto en el Islam, dentro de la aceptación global de la Sharía. Hay que tener en cuenta el panorama general otomano y las alianzas de aristocracias locales con el colonialismo.

Discípulo de Yamal ad-Din al-Afghani fue Mohammad Abduh (1845-1905), que acabó en el exilio junto con al-Afghani, de quien tradujo las obras del farsi al árabe. Mucho menos político que su maestro, se dedica en su obra principal, “Risalat at Tawhid”, a demostrar la unidad entre fe y razón y el tema del Islam como motor de la modernidad y la ciencia.

La gran motivación de Abduh fue la necesidad de una reforma educativa que elevara el nivel de los musulmanes. Por ello promovió la enseñanza y actualización del árabe junto con Ahmad Lufti as Sayyed, prosista moderno, o Qásem Amín, partidario de la elevación social y promoción de la mujer musulmana. A ello contribuyó el más destacado de sus discípulos, el sirio Rashid Rida.

Fruto de esta efervescencia fue el nacimiento del primer movimiento de resurgimiento, los Ijuán al Muslimín (Hermanos Musulmanes) en 1930. Su fundador fue Hassan al-Banna, un profesor de la ciudad de Assiut, en Egipto. Relacionado originariamente con el sufismo, al-Banna dio una estructura de sociedad hermética y secreta a los Hermanos Musulmanes con sucesivos grados de iniciación y la dispuso para emprender una tarea de penetración social: creación de cooperativas agrícolas y profesionales según los principios de la Sharía, que le da gran aceptación entre clases medias y profesiones liberales, y creación de instituciones académicas. La represión de la monarquía de Faruq I empujó sin embargo a la violencia armada a los Hermanos Musulmanes. Tras las muertes de un primer ministro y un jefe de policía, al-Banna es asesinado por los Servicios Secretos británicos.

Después de su muerte toma el relevo en la dirección Sayyed Qotb, que quiere dar un carácter de organización revolucionaria y de masa al grupo. Varía entonces la inicial orientación para hacer hincapié en la aplicación de los aspectos sociales de la Sharía (Reforma Agraria, nacionalización de la banca y petróleo, limitación de las ganancias empresariales) lo que les acerca circunstancialmente a los aires del Socialismo Árabe. Se alía con Abdunnáser para derrocar a la monarquía, pero finalmente se les suprime bajo cargo de golpe de Estado. Sayyed Qotb es ejecutado.

En tiempo de Sadat son de nuevo tolerados a cambio de una variación de línea. Pierden carácter revolucionario y se integran a la vida parlamentaria aliados con la derecha (Partido Liberal), y reciben apoyo financiero saudí. La disensión lleva a la escisión de grupos más radicales.

(Actualmente en el mundo islámico hay más de 70 organizaciones que se reclaman de la ideología de los Hermanos Musulmanes, particularmente destacados son los Hermanes Musulmanes de Siria, en permanente insurrección; en Sudán, en el poder; en Jordania, donde agrupan a un sector muy grande de la población, etc… [Nota de la Redacción de Catalunya]).

El Reformismo Islámico en el Subcontinente Indio

Las zonas del mundo islámico allende el Califato Otomano, en plena parálisis y decadencia, también tienen sus procesos de vitalidad en la misma época. En el caso del subcontinente indio los musulmanes se enfrentan a una doctrina mayoritaria, el hinduismo, y la decadencia de los Mogoles.

Shah Walí Allah (1702-1762) reclama en Delhi la reinstauración completa de la Sharía, afectada por rebajas y sincretismos desde tiempos de Akbar, y reclama un igualitarismo social humanista, lejos del despotismo feudal, en el marco de una renovación del Sufismo.

Bajo la influencia del Wahhabismo Hayyi Shariat Allah declara la India en 1802 como Dar al-Harb (territorio donde es lícito proclamar el yihad contra los no-musulmanes), ocupada por los británicos, y lanza una proclama social antioligárquica y de rechazo al sufismo y sincretismos con el hinduismo. Con esta premisa su hijo declarará el Yihad en 1857.

Es interesante recordar la figura de Maulana Mohammad Ilyás (1885-1944). Nacido en el seno de una familia de la tariqah Chishti, se dedica al estudio y después a la enseñanza del Corán en una Madrasa (escuela de estudios religiosos). Ello no le satisface y prefiere dedicarse a la recuperación de aquellos que andaban alejados del Din. En 1927, a raíz de su segundo hayy decide comenzar su movimirnto, llamado Yama’at-e Tabligh. En Mewat, cerca de Delhi, consigue un gran número de da’is (predicadores) que emprenden la misión. En 1837 se entrevista con Ibn Sa’ud, de quien no obtiene apoyo y lleva su acción sólo entre musulmanes. Da enseñanzas sufíes a sus más próximos y se mantiene apartado de la política.

Plasmación de un proyecto Islámico: Pakistán

En este marco de debate ideológico comienza en India el movimiento anticolonial. A pesar de los enfrentamientos directos contra el poder europeo en forma de Yihad en Afghanistán y Norte de la India, ante la aparición del nacionalismo indio con el Partido del Congreso hay dos posturas:

Las sucesivas campañas de Gandhi, dirigidas a la sensibilidad hindú, no logran despertar el entusiasmo musulmán. En los años 20 los musulmanes del Congreso fundan el "Congreso Musulmán", iniciativa que deja fríos a los dirigentes hindúes y provoca la oposición de Nehru.

Ante la inminencia de la independencia, en los años 30, los que antes se decantaban por la pasividad se dividen en dos posturas, la clase intelectual y media de las zonas musulmanas formula la teoría del Muslim Homeland (Patria Musulmana) y empieza a reivindicarla. Otros como Mohammad Ilyás se oponen a la partición por entender que dejará desprotegidos a millones de creyentes dentro de la India.

La clase activa de lo que será después Pakistán se agrupa alrededor de la Liga Musulmana, fundada en 1915 bajo la dirección del abogado de Karachi ‘Ali Yinnah, formado en Gran Bretaña. En 1930, junto con Gandhi participa en la Conferencia de Londres pidiendo la partición.

También dentro de la postura pro-partición hay dos puntos de vista claros: de un lado el de ‘Ali Yinnah, partidario de un Estado casi laico, y del otro Mohammad Iqbal, el famoso literato pakistaní, partidario de una República parlamentaria con un Consejo de Ulamá con poder para vetar las leyes que no respeten la Sharía.

Mohammad Iqbal

Mohammad Iqbal (1876-1938) es, entre los pensadores contemoráneos, el que hace una síntesis más amplia y ambiciosa que deja plasmada en su obra “Reconstrucción del pensamiento religioso del Islam”. En ella emprende con la armonización entre filosofía y teología, que corresponden a dos campos, delimitados por motivos de razón la primera y la superioridad de la Revelación, la segunda, entre las que hay complementariedad y no contradicción. El propio Profeta ha apelado a la crítica racional del Shirk (asociar algo con Allahu Ta’ala) y otras costumbres para preparar al hombre en la fe.

La creencia en el yabr (libre albedrío) fue justificación del "materialismo práctico" que desarrollaron los Omeyas y ante ellos la respuesta de Hassan al-Basri (rahmatullahi aleihi, que Allah lo tenga en Su Misericordia), que llamó mentirosos a unos príncipes Omeyas que justificaron la batalla de Kerbalá por el Qadr (Destino). La Omnipotencia Divina se manifiesta precisamente por la regularidad interna de la Creación, su constancia y la capacidad de elección humana en la ética. Es un soplo divino que atraviesa todos los niveles de la existencia y los vivifica.

Mohammad Iqbal, de formación francesa, conoció el denominado espiritualismo francés de los años treinta. Esta fuente entronca con la espiritualidad sufí, a partir del filósofo Bergson, contra la que no presenta prevención Iqbal, conjuntamente con la Mu’tazila, las dos inspiraciones de Iqbal.

Así que finalmente se imponen las tesis políticas de Mohammad Iqbal.

A pesar de ello, aparece una solución alternativa: la de Abu-l-Ala al-Maududi, que propone un emirato surgido de una asamblea de ‘ulamá elegidos por voto popular. El poder legislativo pertenece a la asamblea pero el Emir tiene voto de calidad. En caso de que hubiera "empate", Maududi propone un referéndum.

En 1947 se dan graves enfrentamientos. Seis millones de personas, hindúes y musulmanes, son desplazadas de sus hogares. Ante la crisis, Gandhi ofrece el gobierno a la Liga Musulmana, pero ésta opta por la separación.

Nace la República Islámica de Pakistán

En el nuevo Pakistán independiente, Kemal Faruki intenta en 1952 una reforma constitucional con dos cámara, la Alta (Consejo de Iytihad) que explicita cuál es el marco de principios de la Sharía inviolables a los que debe remitirse una ley, según el Fiqh. Luego la "Asamblea Ideológica" con candidatos elegidos personalmente, y no por partidos, con requisitos de conocimientos islámicos, y que tienen que llegar al consenso. (Allal el Fassi, el ideólogo del principal partido nacionalista marroquí, el Istiqlal propone algo similar).

En estos años de independencia, Pakistán ha debido afrontar serias crisis de división interna, entre la población autóctona y los emigrantes musulmanes expulsados de la Unión India, que episódicamente tienen enfrentamientos en grandes centros urbanos del país; otra división llevó en 1971 a la constitución de Bangla Desh, país que nace a partir de las regiones de Pakistán Oriental; y desde 1947 Pakistán mantiene un conflicto con la India por la invasión de este segundo país de una parte de Kashmir, zona de mayoría musulmana, donde India comete violaciones de los derechos humanos a ciudadanos musulmanes y verdaderas inhumanidades todos los días.