COMENTARIOS AL SALMO 107

 

1. EL CICLO DE LA VIDA

Te puede dar la impresión a veces, Señor, de que me repito en mis oraciones. Permíteme decir, reconociendo una dificultad común a ambos, que tú también te repites en tus salmos, Señor. Y en cierto modo, así es como debe ser; es justo que tú y yo nos repitamos al tratar de la vida, porque la vida misma es repetición. La vida es ciclo, rutina, rueda de la fortuna, cangilón de noria. La vida es el día tras la noche y la noche tras el día, en el ritmo inevitable de las leyes del cielo y las mutaciones del corazón del hombre. Que no te ofendan, pues, mis repeticiones, Señor, como a mí no me ofenden las tuyas.

Lo que pido cuando las mismas oraciones me vienen a las manos y los mismos versos a los labios, cuando las mismas situaciones se presentan en la vida y los mismos pensamientos cruzan mi mente, es poder vivir lo viejo con espíritu nuevo, rezar con nueva fe la oración repetida, apretar con nuevo cariño la mano conocida, vivir la rutina de la vida con la novedad de una mente abierta que acepta cada día como un regalo y saluda cada amanecer como una sorpresa.

Este salmo está compuesto de partes de otros dos salmos que han sido unidas. También mi vida está hecha de retazos de experiencias antiguas revividas en el marco cerrado de mi propia limitación. Dame, Señor, la gracia de tomar cada experiencia de nuevo como un acontecimiento inédito, de encontrar tierno el pan que de tus manos recibo al comenzar cada día.

Si hay amor, la repetición se hace placer. Dame amor, Señor, para que toda oración se torne alegría en mis labios.

CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 207