CAPÍTULO 1


Introducción

PREDICA LO QUE ES CONFORME A LA SANA DOCTRINA

La carta dirigida a Tito pertenece juntamente con la primera y segunda a Timoteo al grupo de las llamadas cartas pastorales. Estas cartas son muy semejantes entre sí en cuanto a la forma y al contenido y por eso integran un grupo especial dentro de la literatura epistolar del apóstol Pablo. Las tres están dirigidas a personas particulares, a colaboradores del Apóstol, pero al mismo tiempo son escritos oficiales destinados a aquellas comunidades al frente de las cuales se encuentran como pastores Timoteo y Tito. Las tres tratan de los deberes del oficio pastoral y contienen disposiciones e instrucciones semejantes. Las tres presuponen una situación espiritual similar y forman una unidad por el lenguaje, el vocabulario y el tono. Estas cartas pastorales tienen su origen en los últimos años de la vida del apóstol Pablo. Después de la liberación de la primera prisión romana, en el año 63, el apóstol Pablo intentó probablemente hacer un viaje misional a España 1, acerca del cual no se han conservado noticias seguras. Seguidamente se dirige de nuevo al Asia menor y a Grecia, y visita la isla de Creta, donde en compañía de Tito funda unas comunidades cristianas (1,2) 2.

Tito, hijo de padres paganos y muy probablemente ganado también para el cristianismo por el propio Pablo (1,4), era un miembro de la comunidad antioquena. Sin haber sido circuncidado fue a Jerusalén juntamente con Pablo y Bernabé para asistir al concilio de los apóstoles (Gál 2,1-5). No sabemos nada acerca de si fue además compañero y colaborador del Apóstol de los gentiles en otros viajes, porque el libro de los Hechos, de una manera sorprendente, guarda absoluto silencio sobre él. A finales del tercer viaje apostólico fue enviado desde Éfeso a Corinto como portador de la llamada «carta de las lágrimas» 3. Él logró volver a obediencia a aquella comunidad casi perdida para el Apóstol mediante la hábil ejecución de su cometido. Casi inmediatamente después de esto, Pablo le envió de nuevo desde Macedonia a Corinto, para que concluyera la colecta allí realizada, y al mismo tiempo entregase la segrunda carta a los Corintios (2 Cor 8,6.16-23;12,8).

Después de una actividad apostólica llevada a cabo en común en la isla de Creta, Pablo lo dejó allí (1,5) para que continuase la labor misional y especialmente para que completara la organización de las comunidades, porque las cristiandades allí existentes aún carecían de ella. Tito debe permanecer en la isla de Creta hasta tanto que Artemas o Tíquico lleguen para relevarlo (3,12). Entonces deberá viajar rápidamente a Nicópolis (en el Epiro), donde Pablo está pasando el invierno (3,12). En la carta dirigida a Tito, que Pablo escribió probablemente al mismo tiempo que la carta primera a Timoteo (hacia el año 65 d.C.) y que seguramente fue llevada por Zenas y Apolo, el Apóstol expone a su representante las dos tareas que debe realizar en la isla de Creta: la ordenación de la vida eclesiástica y la lucha contra los herejes existentes dentro de las comunidades.

1. Probablemente Pablo había predicado juntamente con Tito en la isla de Creta sólo por poco tiempo y había fundado con él algunas comunidades cristianas. Al ausentarse de la isla dejó alli a Tito para que completara la implantación de las comunidades, para la cual el Apóstol apenas si había echado los fundamentos (1,5). Además, una tarea especialmente importante, que Pablo le confiaba expresamente, era el establecimiento en cada una de las comunidades de sus respectivos dirigentes, los presbíteros. El Apóstol exigía para la elección de estos hombres cualidades bien concretas que expone en particular (1,6-9). Deben ser personas realmente creyentes, moralmente maduras y disciplinadas, que sean obedientes a Dios y sirvan con amor a sus hermanos (1,6-9). Pablo da también a Tito instrucciones bien concretas para el modo de vivir de las diversas categorías de cristianos. Así, pues, detrás de la palabra de Tito, probablemente aún joven, está toda la autoridad del Apóstol de los gentiles. Él le da instrucciones para los ancianos (2,2), para las ancianas (2,4-5) y para los jóvenes (2,6). Le muestra la importante tarea de los esclavos dentro de la comunidad cristiana. En pocas palabras describe la posición exacta de los cristianos con respecto a la autoridad pagana (3,1) y señala la actitud recta de los cristianos en relación con el ambiente pagano que les es hostil con frecuencia (3,2). En dos ocasiones hace notar expresamente la importancia que tiene una vida cristiana para orientar hacia la fe a los alejados judíos y paganos. Las jóvenes deben procurar, mediante la ejemplaridad de su vida, «que no sea difamada la palabra de Dios» (2,5), y la obediencia y fidelidad de los esclavos en el servicio «deben hacer respetar en todo el mundo la doctrina de Dios, nuestro salvador» (2,10).

Lo que continuamente podemos observar en las cartas del Apóstol de los gentiles -la unión inseparable de la predicación salvadora con la vocación moral- nos sale al encuentro también en la carta dirigida a Tito. Después de haber presentado (en 2,1-10) los deberes de los diversos estados de los cristianos, señala la fuente del vigor que se necesita para una vida cristiana de tal calidad. Lo que se exige a los cristianos, tiene su fundamento en la salvación por ellos recibida. La gracia de Dios, que se encarnó en Jesucristo, les ha regalado la salvación mediante la fe y el bautismo (2,11). Esta gracia de Dios conduce a los cristianos a una rotura radical con toda impiedad y con los placeres perniciosos y a una verdadera vida cristiana con respecto a Dios, al prójimo y al propio yo (2,12). El principal fundamento de una vida tal es la esperanza en «la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador, Jesucristo», la parusía del Señor glorificado (2,13). Mediante su entrega a la muerte de cruz, Jesucristo ha liberado a los cristianos de la esclavitud del pecado y de la muerte, los ha purificado, y a semejanza a como lo hizo con el pueblo de Dios en la alianza antigua, los ha constituido en un pueblo de elección y santo, el pueblo de Dios de la alianza nueva, que ahora debe llevar una auténtica vida cristiana siendo «celador de obras buenas» (2,14).

Después de haber concluido en 3,2 sus exigencias para un modo recto de vivir, el Apóstol alude de nuevo a la salud recibida como fundamento de la vida moral. Los cristianos de Creta tanto más fácil y gustosamente podrán mostrar una paciencia indulgente y un amor sacrificado para con sus conciudadanos gentiles, cuanto más piensen en el cambio que poco ha se ha realizado por primera vez en su vida con su conversión al cristianismo. Antes eran como ellos, ahora han recibido la salud en el bautismo «mediante el baño renovador y regenerador del Espiritu Santo, que (Dios) derramó copiosamente sobre ellos por Jesucristo, nuestro salvador». Esto ha sido posible gracias a la maravillosa acción de Dios que irrumpió con el nacimiento y la muerte de Jesucristo en la cruz (3,4-5). Mediante la santificación en el bautismo por el Espíritu Santo, los cristianos son también herederos de la vida eterna, que esperan (3,7). Así se describe la gran obra de gracia del Dios trino con palabras tomadas de un himno bautismal del cristianismo primitivo. Como además se excluyen toda gloria y todo mérito humanos se hace resaltar vigorosamente la acción gratuita de Dios (3,5-7). Este don salvífico recibido significa para los cristianos un compromiso moral y una tarea. Ellos deben distinguirse por las «obras buenas» en medio del mundo pagano. De esta forma el Apóstol ha unido inseparablemente en ambos lugares su invitación moral a los cristianos de las comunidades nacientes con la s declaraciones sobre la salud recibida.

2. La segunda tarea que Tito debe realizar en las comunidades de Creta es la lucha contra los herejes. En las comunidades existen ya muchos de estos hombres, sin que se diga si han venido de fuera a las cristiandades, lo que es muy probable, o han surgido del interior de las mismas (1,10). Éstos son descritos como unos hombres desobedientes e insubordinados (1,10) que se oponen al Apóstol y a sus enseñanzas e instruccones. Son unos charlatanes, porque su predicación es pura palabrería vana (1,10); son unos seductores, porque su doctrina encierra un engaño y una ilusión, ya que se presenta con la pretensión de un conocimiento sublime (1,16) y un concepto severamente ascético de la vida(l,l4). Los más entusiastas defensores de esta doctrina se hallan «entre los procedentes de la circuncisión» (1,10), los judeocristianos. Sus actividades no se limitan a los cristianos individualmente, sino que desconciertan a familias enteras (1,11), constituyendo así un serio peligro para las comunidades. Sobre su actitud moral proyecta significativa luz el hecho de que ellos difunden sus errores movidos por torpes ganancias (1,11). Hacen de su predicación un negocio.

Las enseñanzas que difunden no son descritas con toda claridad. Tienen rasgos muy semejantes a los errores que encontramos en la primera y segunda carta a Timoteo. Se ocupan de mitos judíos (1,14), de especulaciones sobre genealogías (3,9), de mandamientos de hombres, muy principalmente de prescricidones sobre alimentos y purificaciones (1,14; 3,9), cuyo absurdo descubre el Apóstol de una forma completamente clara (1,15). Se glorían de un conocimiento sublime de Dios (1,16). Así, pues, de los diversos datos de la carta a Tito aparecen los siguientes rasgos característicos fundamentales de la herejía: por una parte la pretensión de un conocimiento más sublime de Dios y por otra la exigencia de una actitud severamente ascética de la vida. Se presenta aquí muy probablemente, como en la segunda y primera carta a Timoteo una forma de la temprana herejía gnóstico-judía, con que nos encontramos también en la carta a los Colosenses (Col 2, 16.18).

Contra este amenazador peligro de la fe en las comunidades de Creta, Tito debe dar la batalla con toda decisión. Debe «tapar la boca» a los falsos maestros (1,11), debe impedir la difusión de las falsas doctrinas, principalmente en las asambleas públicas. Debe intervenir contra ellas con toda la energía; pues el peligro de las comunidades cristianas se hace mayor, debido a que la agitación clandestina de los herejes es favorecida por el mal carácter del pueblo cretense (1,12). La mendacidad, la rudeza y la pereza son -según expresión proverbial de los antiguos- los vicios nacionales de este pueblo, y el Apóstol confirma, con una publicidad despiadada, que esto responde a la verdad (1,13). Por eso la severa intervención de su representante es absolutamente necesaria (3,8). Tito de ninguna manera debe implicarse en discusiones teológicas ni en controversias sobre la herejía (3,9), sino que sencillamente debe rechazarla y evitarla. Evidentemente es inútil y nociva. Asimismo Pablo da a su representante una instrucción bien concreta para su comportamiento con los herejes: si después de haberle amonestado una y otra vez, la corrección ha resultado inútil, debe romper las relaciones con él, debe evitar al falso maestro (3,10). Sobre tal maestro no es Tito quien dicta sentencia condenatoria, sino el falso maestro mismo en su propia conciencia.

En todas estas tareas debe acreditarse Tito como modelo en el modo cristiano de vivir y en la predicación del Evangelio. Cuanto más lúcida y resplandeciente sea la vida del pastor, cuanto más entusiasta e impresionante sea su predicación, tanto más floreciente será la vida de la comunidad. Así, pues, debe ser ejemplar luminoso para todas las «obras buenas» (2,7). Debe predicar únicamente alo que es conforme a la sana doctrina», la doctrina del Evangelio, la verdad de la revelación pura y auténtica (2,1). Debe hablar con toda decisión, debe amonestar y corregir sin temor ni vacilaciones (2,5). Debe dar testimonio de la actividad salvadora de Dios «con tesón» (3,8). En la predicación debe ser modelo y ejemplo, en la enseñanza debe mostrar incorruptibilidad, dignidad, una palabra sana e indiscutible (2,7s). Si Tito cumple de esta forma su misión, entonces los enemigos de dentro y de fuera de la comunidad cristiana serán confundidos, pues nada malo podrán decir contra él (2,8). El propio Apóstol apoya a Tito con toda su autoridad, y por eso exige a todos los cristianos que no se sobrepongan a su representante ni le menosprecien (2,15). Si bien es cierto que Tito se entera por esta carta de que en un próxirno futuro va a ser relevado por Artemas o Tíquico en su campo de acción, sin embargo hasta que esto suceda debe cumplir, como aauténtico hijo» (1,4), aquellas tareas que Pablo le ha señalado ya en el encabezamiento de la carta como contenido del apostolado: la conservación y difusión de la fe cristiana mediante la ordenación de la vida eclesiástica y la lucha contra los herejes (1,1).
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1. Cf. Rm 15,23s.28; Carta de CLEMENTE 5,5-7.
2. Este orden cronológico de las cartas pastorales en la vida del apóstol Pablo es discutido. Otra opinión las coloca dos décadas mas tarde, niega que hayan sido compuestas personalmente por el Apóstol y las atribuye a uno de sus discípulos.
3. Cf. 2Co 2,13; 7,6ss.13-16; 8,6; 12,17s.
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ENCABEZAMIENTO 1/01-04 1.

REMITENTE (1, 1a).

1a Pablo, siervo de Dios, apostol de lesucristo...

A diferencia de lo que ocurre en las otras dos cartas pastorales, la primera y la segunda a Timoteo, el encabezamiento de la carta a Tito es más largo y solemne, tiene un gran parecido con el de la carta a los Romanos. Al igual que en ésta la sencilla fórmula del saludo de la carta antigua es ampliado mediante importantes añadiduras, que exponen brevemente la misión del apóstol de Jesucristo (1,1b) y aluden a la esperanza en la vida divina como fundamento del apostolado (1,2-3). El hecho de que Pablo califique su posición con relación a Dios como «siervo» 4, «esclavo», en una carta que va dirigida a uno de sus discípulos más fieles y colaborador, y aluda con énfasis a su dignidad apostólica, deja ver claramente que no se trata de una carta privada a Tito, sino de un escrito que tiene carácter oficial. Es cierto que en la forma externa va dirigida a Tito, sin embargo en la realidad está destinada a todos los cristianos de Creta, muy probablemente para la lectura pública en las asambleas cultuales. Cuanto más intensamente se avanza en la fundación de comunidades en la isla y más decisivamente deben ser rechazados los errores, con mayor intensidad debe subrayarse la autoridad del apostol y su representante Tito. Pablo sirve a Dios como esclavo, le pertenece plenamente, debe entregarle toda su vida y todo su trabajo. Por otra parte esta designación expresa además que él, al igual de los dirigentes del pueblo israelita, como un Moisés, un David, un Isaías 5, ha sido escogido para un servicio y misión singulares.

Con relación a Cristo él es apóstol, su ministro autorizado, que debe predicar el mensaje y la palabra de Cristo. A Pablo, pues, se pueden aplicar las palabras de Cristo: «Como mi Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21). Detrás de Tito está el Apóstol de los gentiles con toda su autoridad, pero detrás de Pablo está el propio Cristo y Dios. Algo debe ser comunicado a la comunidad de parte de Dios y de Cristo. Por eso, los cristianos de Creta, como destinatarios de la carta, son invitados a recibir la palabra de Dios y a su ministro autorizado.
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4. Rm 1,1; Flp 1,1; en Gál 1,10 Pablo se presenta como «siervo de Cristo».
5. Cf. Is 20,3; Am 3,7; Jr 44,4; Dan 9,10s.
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2. TAREAS DEL APOSTOL (1,1b-4).

1b ...conforme a la fe de los elegidos de Dios y al conocimiento de la verdad que se ajusta a la piedad,...

Pablo tiene una doble misión como apóstol. En primer lugar debe preservar y mantener en la fe cristiana a los «elegidos de Dios». Dios ha escogido a los cristianos de entre los demás hombres y los ha llamado a la fe mediante su gracia 6. Pero, como expondrá a continuación, ahora amenazan peligros de parte de los herejes. De esta suerte, ya desde el principio alude a una importante finalidad de su escrito: mediante esta carta deben ser confirmados y fortalecidos los cristianos contra todas las herejías que se han difundido en la isla. Pablo, como apóstol del Señor, se muestra responsable de la conservación y defensa de la fe cristiana en las comunidades.

La segunda misión de Pablo como apóstol se refiere a la difusión de la verdad que se ajusta a la piedad. «Piedad» quiere decir aquí, lo mismo que en la primera carta a Timoteo, la fe de la iglesia en contraposición de la doctrina de los herejes (1 Tim 6,3; d. 3,6). Por tanto, Pablo ha sido elegido para difundir y proclamar el conocimiento de la verdad de la fe cristiana 7. Si los hombres deben venir a la verdad de la fe, es necesario de un lado la vocación de parte de Dios, después la predicación de la verdad revelada por parte del Apóstol. Pablo debe conducir a los hombres mediante esta predicación al conodmiento e inteligencia de la verdad salvífica cristiana 8. Sobre el Apóstol pesa esta obligación como una urgencia, por eso exclama: «¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9,16).
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6. Cf. Rm 8,33; Col 3,12; 2Tim 2,10.
7. Cf. 1Tm 2,4; 4,3; 2Tm 2,25.
8. Cf. 1Tm 2,4; 2Tm 2,25; 3,7.
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2 ...en la esperanza de la vida eterna, prometida ya por Dios, que no miente, desde los tiempos antiguos,...

Para realizar ambas tareas, la conservación y defensa de la fe en las comunidades, y la predicación de la verdad cristiana como apóstol, Pablo se apoya en la esperanza de la vida eterna. Esta esperanza es el sólido fundamento sobre el que construye su vida y su obra, esta esperanza quiere anunciar, mediante el Evangelio, a todos los cristianos (cf. 2 Tim 1,1), a fin de que también su vida se apoye sobre esta base inquebrantable.

¿Pero es que una vida puede apoyarse sobre este fun damento? ¿No es acaso esta «esperanza de la vida eterna» una quimera humana y una locura? El Apóstol da la respuesta: Dios mismo es el garante de esta vida eterna y de esta esperanza. El, que ni puede mentir ni engañar, que se ha manifestado en toda la historia salvífica de la antigua alianza como el Dios fiel y veraz, ha hecho la promesa de la vida eterna desde los tiempos más remotos, cuando determinó su decreto salvífico. Ya desde el principio, en el paraíso y en el desarrollo de la historia salvífica, en una serie ininterrumpida de promesas a los profetas, ha aludido, una y otra vez, a la meta de todo el Antiguo Testamento, a Cristo, el portador de la vida divina, en quien se ha encarnado la misma vida divina.

3a ...que a su debido tiempo manifestó su palabra por la predicación, ...

A su debido tiempo, es decir, en el tiempo que Dios ha determinado en su designio eterno (1Tim 2,6), entonces precisamente ha descubierto el misterio. Él ha revelado, a través del mismo Jesucristo, su palabra, que contiene y garantiza su promesa de vida eterna (cf. 2Tim 1,9s). En este momento se rompe el silencio de Dios mediante la palabra de Dios hecha carne, Jesucristo, y se anuncia a todos los hombres la vida eterna como don gratuito de Dios.

3b ...a mí confiada según el mandato de nuestro Salvador, Dios, ...

Pablo fue elegido y destinado para la predicación de esta buena nueva por la gracia de Dios por su vocación al apostolado entre los gentiles (lTim 1,11). Esta es, pues, la sublime tarea y la gran responsabilidad de su apostolado: anunciar a todos los hombres la promesa de Dios de la vida eterna, que se ha descubierto y hecho realidad en Jesucristo: a los creyentes, a fin de que se confirmen en esta fe y conformen su vida a ella; a los no creyentes, a fin de que lleguen a la fe. Pero es tarea del hombre abrir su corazón a esta predicación, para que esta palabra de Dios produzca su fruto. Mediante este plan salvífico Dios se ha mostrado como Salvador y Redentor de los hombres.

3. DESTINATARIO (1,4a).

4a ...a Tito, auténtico hijo en la fe que nos es común.

Después de exponer la misión y el fundamento de su apostolado, nombra al destinatario de la carta: Tito, a quien, con el mismo amor que a Timoteo, llama aauténtico hijo en la fe» (lTim 1,2). Supuesto que ha sido él quien en otro tiempo lo condujo a la fe y lo ha ganado para el cristianismo, con toda razón lo puede llamar su «hijo», y con toda razon puede aludir a esta relación de paternidad. Tito es su hijo auténtico, porque abriga los mismos sentimientos que su padre espiritual, con el que está unido con lazos de amor y fidelidad. El mismo lazo de la fe los estrecha a ambos. ¿Acaso puede el Apóstol expresar un testimonio más bello en favor de Tito que el llamarle su «auténtico hijo»? Así como la fe une a Pablo y a Tito en una verdadera comunidad, del mismo modo todos los cristianos deben considerarse verdaderos hermanos según la fe común.

4. SALUDO (1,4b).

4b Gracia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.

En lugar del saludo habitual entre los griegos («gozo») y los judíos («paz»), el Apóstol desea al destinatario «gracia y paz». Eleva el saludo en otro tiempo usual y corriente a un plano más alto, al nivel cristiano y desea lo que es más importante para los cristianos: gracia, es decir la inagotable benevolencia, y paz, la obra salvífica de Dios, Padre amoroso 9. Fuente única de estos dones saludables solamente pueden ser Dios y Jesucristo, que, como Hijo de Dios y Señor glorificado, es equiparado al Padre. Este saludo no es un deseo vacío, sino eficaz, de forma que Tito se hace participante de toda la plenitud de la benevolencia divina y de la salud de Dios. Lo garantiza el propio Dias, como «Padre» amante, y Jesucristo, «nuestro Salvador».
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9. En 1Tm 1,2 y en 2Tm 1,2 el saludo consta de tres miembros; el tercer miembro «misericordia» falta en Tito 1,4.
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Parte primera

MISIÓN DE TITO EN CRETA 1,5-16

En muchas cartas del apostol Pablo podemos distinguir dos partes: en primer lugar el Apóstol recuerda lo que Dios ha realizado y describe así la actividad salvífica de Dios. En una segunda parte suele deducir las consecuendas para la vida cristiana 10. La carta dirigida a Tito, a semejanza de las otras dos cartas pastorales, presenta con respecto a este particular una disposición aún más laxa. El autor expone en esta carta dos grandes deseos: primeramente la ordenación de la vida cristiana en las comunidades de Creta, después la lucha contra los herejes. Las instrucciones que Pablo da a su colaborador y actual representante en la isla se hallan dispuestas de una forma un tanto suelta. Tito debe llevar a feliz término el trabajo iniciiado por el Apóstol en el establecimiento de las comunidades cristianas, de modo especial debe poner al frente de cada una de las comunidades a sus dirigentes respectivos (1,5-9). Luego le da instrucciones concretas para la ordenación eclesiástica y para el modo de vivir cristianamente (2,1-3,7). Además Pablo quiere animar a Tito, en esta carta, a la decisión y entereza en la lucha contra los herejes de las comunidades (1,1S16; 3,8-11). En esta exposicón fortalece además la posición de Tito como representante del Apóstol y supremo dirigente de todas las comunidades, al tiempo que le apoya mediante la fuerza de su palabra apostólica. Así pues, en la primera parte de la carta expone primeramente las tareas de Tito en Creta, el cual debe nombrar dirigentes de cada una de las comunidades, que deben estar adornados de determinadas cualidades (1,5-9). Junto con esto debe luchar contra los herejes, que son adictos a mitos judíos y a mandamientos de hombres (1,10-16).
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10. Cf., en cierto modo, ITes; 2Tes; Gál; Col; Ef.
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1. NOMBRAMIENTO DE PRESBÍTEROS CON DETERMINADAS CUALIDADES (1/05-09).

a) Nombramiento de presbíteros (1,5).

5 Te dejé en Creta con el fin de que acabaras de organizar lo que quedaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, según la norma que te di yo mismo.

Después de la liberación de la primera cautividad romana (63/64 d.C.), Pablo estuvo actuando con Tito en Creta por un breve espacio de tiempo.

No poseemos otras noticias sobre esta actividad del Apóstol. La fe cristiana había penetrado en muchas ciudades de la isla en otro tiempo populosa. Sin duda el Apóstol de los gentiles solamente había podido colocar los fundamentos de las comunidades cristianas 11. Se desconoce la extensión que había adquirido el Evangelio de Cristo antes de la misión paulina 12. Tampoco conocemos los motivos para que Pablo abandonara tan pronto la isla antes de establecer cada una de las comunidades. Al partir de allí dejó a Tito con absolutos y plenos poderes. Él debe llevar a término la ulterior constitución de cada una de las camunidades, regular las relaciones entre ellas, y de esta suerte acabar de organizar lo que quedaba.

Antes de su despedida, el Apóstol había encargado además a Tito una tarea especialmente responsable: nombrar presbíteros en cada una de las ciudades donde había sido establecida una comunidad cristiana.

El hecho de que las propias comunidades no deban establecer estos hombres procedentes de su interior, sino que esta medida haya sido encomendada a Tito, es una medida que tiene su razón de ser en lo recientes que son las comunidades de la isla. En las cartas de Pablo observamos continuamente que el Apostol, cuando parte para proseguir su labor misional en otros lugares, recurre a sus colaboradores y les confía tareas difíciles y cargadas de responsabilidad. Así Pablo ha confiado plenamente en que Tito, «auténtico hijo en la fe que nos es común», realizará a la perfección esta difícil tarea.
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11.Cf. 1Co 3,6; 2Co 10,16; Rm 15,20s
12.Cf. Act 2,11; 27,8s.
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b) Cualidades exigidas (1,6-9).

Para la elección de los presbíteros tienen vigor determinados principios. ¿Ha participado el Apóstol a su representante estos principios ya antes de su marcha y se los recuerda de nuevo ahora en este escrito? Como en la primera carta a Timoteo (3,2-7) se enumeran aquí las cualidades exigidas en estos jefes de las comunidades. Ciertamente, hemos de observar que en Creta, por tratarse de comunidades muy recientes, se presentan circunstancias distintas a las que se dan en Éfeso, que ya desde antiguo había recibido la fe cristiana. Al modo de un padre espiritual prudente y experimentado, Pablo tiene en consideración el estado de las respectivas comunidades entre cuyos miembros son escogidos los presbíteros. Pero el catálogo de las cualidades requeridas se relaciona, en parte literalmente, con el contenido en lTim 3,2-7. Aunque en la carta a Tito se o£rece una formulacion distinta, sin embargo existe una concordancia en cuanto al sentido .

6a Que el candidato sea irreprochable, marido de una sola mujer, ...

En la selección de los jefes de las comunidades Tito debe tener en cuenta dos hechos. En primer lugar que la reputación del hombre sea intachable. Ningún defecto debe manchar la vida de aquel cristiano que ha de ser digno y merecedor de la confianza de la comunidad. Qué se entiende con esa integridad, se expresa de una manera negativa en el siguiente verso 7, y de un modo positivo en el verso 8. Al exigirse del dirigente de la comunidad que sea «marido de una sola mujer», no debe entenderse en el sentido de que el matrimonio de tal hombre haya de estar libre de la más pequeña sombra 13, sino que no le está permitido contraer nuevo matrimonio después de la muerte de su primera esposa. Mientras que el Apóstol permite expresamente a los cristianos en general contraer segundas nupcias 14, a los dirigentes de las comunidades les exige esta meta más alta, como primer paso al ideal del celibato, que, en época posterior, la Iglesia ha impuesto como obligación a sus sacerdotes.
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13. Algo así como si hubiese disuelto su matrimonio o, si separado se hubiese casado de nuevo, cf. Mt 5,32; 19,9; Mc 10,11.
14. Rm 7,25; 1Co 7,39; 1Tm 5,14.
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6b ...cuyos hijos sean creyentes, que no estén tachados de mala conducta ni sean rebeldes.

El hecho segundo que ha de tener en cuenta Tito en la elección de los candidatos al presbiterado es la vida ejemplar de la familia del hombre escogido. En esta época temprana, quienes presidían las comunidades estaban casados; la soltería (el celibato) es una exigencia eclesiástica introducida más tarde. En aquellas comunidades de la isla podía darse fácilmente el hecho de que sólo los padres se hubiesen convertido y abrazado la fe cristiana, mientras los hijos continuaban siendo infieles. Por eso, el Apóstol exige de los «presbíteros» que sus hijos sean también cristianos. Pero esto no es suficiente. Los hijos no deben desacreditar al padre mediante su mala conducta y su desobedienda y, con ello, hacerle imposible el cumplimiento de sus deberes. Más aún, el padre juntamente con toda su familia deben ser modelo para la comunidad cristiana. En efecto, quien está al frente de una comunidad debe dar pruebas, en el pequeño ambiente de su familia, de que lleva a la perfección el gobierno de su propia casa y de que sabe educar a sus hijos en la honradez, la disciplina y la obediencia. Pues si falla en la dirección de su propia familia, ¿cómo se le va a confiar la gran familia de la comunidad cristiana con todas sus necesidades internas y externas?

7 Porque es preciso que el obispo sea irreprochable, como administrador de Dios que es; no soberbio, ni iracundo, ni dado al vino, ni pendenciero, ni codicioso; ...

Lo extraño en la posterior exposición del Apóstol es que el mismo que hasta ahora ha sido designado con el nombre de «presbítero», ahora es llamado «obispo» (episkopos). Este hecho demuestra que la designación de los diversos grados jerárquicos de la iglesia no estaba entonces aún definitivamente fijada y que ambos nombres («presbítero» y «obispo») se utilizaban con un significado completamente idéntico, para designar solamente a los dirigentes de las comunidades 15.

A continuación se presenta lo que es incompatible con la integridad de estos dirigentes. El «obispo» es administrador de la casa de Dios (cf. 1Cor 4,1), porque debe ocuparse del orden en la comunidad, que representa «la casa de Dios» (lTim 3,15), lo mismo que el administrador y ecónomo en una casa terrena (cf. Lc 12, 42s). En esta imagen aparece, con toda claridad, que el oficio de jefe de la comunidad con relación a Dios no es ser dueño sino un servidor fiel. Por eso únicamente puede ser colocado al frente de la comunidad aquel que es un instrumento fiel y auténtico en el servicio de Dios, y de su actitud personal debe excluirse todo egoísmo, toda falta de dominio de sí mismo, toda codicia, toda soberbia. Sentimientos no cristianos tal como acaban de ser descritos profanan el ministerio que el jefe de la comunidad debe desempeñar.
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15. Cf. también Act 20,17,28; 1Tim 3,2; 5,17. Una división jerárquica clara de los ordenados en diáconos, presbíteros y obispos se encuentra por primera vez en IGNACIO DE ANTIOQUIA (muerto hacia 110), en sus cartas (Magn. 3.2; 6,1; Esmirn. 8,1).
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8 ...sino hospitalario, amigo del bien, ponderado, justo, piadoso, dueño de sí mismo.

Como contraste son ofrecidos en forma positiva los auténticos rasgos distintivos que deben poseer los jefes de comunidades. En el Nuevo Testamento continuamente se exige de los cristianos la hospitalidad para con los hermanos extranjeros y peregrinos 16. Por tanto es evidente que también la casa del jefe de la comunidad debe estar siempre abierta a los hermanos peregrinos y a los cristianos que buscan ayuda o que sufren alguna necesidad, de tal forma que se muestre aquí el amor servicial. Debe estar adornado de la prudencia, la justicia, la piedad, y ser una persona discip]inada, madura y firme en la práctica del bien.
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16.Cf.ITim 5,10; Rom 12,13; Heb 13,2; IPe 4,9; 3Jn 5.
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9 Debe ser custodio de la palabra auténtica, conforme a la doctrina recibida, para que también él pueda exhortar con doctrina sana y refutar a los contradictores.

El Apóstol coloca el requisito más importante al final de su catálogo: el jefe de la comunidad debe ser custodio de la palabra auténtica, de la doctrina de la fe tradicional de la iglesia 16. Cuanto más se acerca a su fin la época apostólica, cuanto más se extingue la generación de los testigos oculares y auriculares de las palabras y los hechos de Jesús, tanto más importante es la transmisión de la doctrina auténtica y de la predicación del SeñorN: la tradidón apostólica que se continúa en la Iglesia, lo que, en ambas cartas pastorales, el Apóstol llama el depósito confiado (lTim 6,20; 2Tim 1,12.14). La predicaci6n de esta «palabra auténtica» de la doctrina está íntimamente unida al oficio del jefe de la comunidad. Esta tradición apostólica es la única «doctrina sana» (lTim 1,10). Ella debe ser la piedra de toque y la norma con la que debe ser contrastada toda predicación en la comunidad. Solamente cuando el jefe de la comunidad se basa sobre este terreno sólido, cuando predica esta revelación de Dios, se encuentra en situación de instruir y de amonestar a los cristianos, es capaz de reprender a los «contradictores», los herejes que desorientan a la comunidad.

Al ponderarse cada una de las exigencias que el Apóstol pone en los jefes de la comunidad, se echa de ver que piensa en hombres de gran categoría moral, obedientes y firmes en la fe, que están dispuestos a obedecer a Dios en todo, a servir a Dios con amor. Llama la atención que Pablo no nombre las cualidades y condiciones que con tanto gusto exigimos los hombres: talento extraordinario, oratoria brillante, hábil comportamiento, capacidad de organización, buenas relaciones con hombres influyentes... Lo importante para él es la disponibilidad que brota espontáneamente de una fe vigorosa y auténtica, ser obediente a Dios y servir, con amor, a él y a los hermanos. Mediante la alusión a los «contradictores», los herejes, el Apóstol se introduce en la exposición siguiente.
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17.Cf. 1Tm 4,6; 2Tm 3,14.
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2. IMPUGNACION DE LOS HEREJES (1/10-16).

En lo anteriormente dicho Pablo había indicado que el jefe de la comunidad, que está afincado en el só1ido fundamento de la verdad de la fe tradicional, debe corregir a los herejes y a los enemigos. Ahora describe en primer lugar a los herejes.

a) Descripción de los herejes (1,10-11).

10 Porque hay muchos desobedientes, charlatanes y embaucadores, mayormente entre los procedentes de la circuncisión, 11 a los cuales es preciso tapar la boca, ya que trastornan familias enteras, enseñando lo que no se debe, llevados del deseo de torpe ganancia.

En las comunidades cristianas de Creta aún no bien afincadas en la fe se dan ya herejes en gran número. ¿Han venido de fuera, de Asia Menor 18, a las comunidades de la isla, siguiendo los pasos del Apostol después de su predicación del Evangelio? ¿O han surgido del interior de las propias comunidades aún no maduras en la fe? Estos herejes son calificados de hombres desobedientes. Ciertamente, ellos pertenecen a la comunidad cristiana, pero se oponen a la doctrina y a la ordenación eclesiásticas y no quieren someterse.

El Apóstol los llama desdeñosamente charlatanes, porque el contenido de su doctrina es hueca palabrería. Pero al mismo tiempo son hombres peligrosos, embaucadores, porque su doctrina presenta una ilusión activamente desconcertante y seductora, aunque la exponen con la pretensión de un conocimiento más sublime y un concepto rígidamente ascético de la vida 19. En este particular se destacan de manera especial los que proceden de la circuncisión, los judeocristianos. Así pues, estos hombres constituyen un serio peligro para las comunidades cristianas, por lo que hay que poner en acción un comportamiento severo para con ellos. Tito debe taparles la boca. Debe impedirles el presentarse y enseñar sobre todo en las asambleas comunitarias. Pues es grande el peligro de que no solamente hagan caer a los cristianos en particular, sino también a familias enteras, y de este modo ocasionen graves perjuicios en la comunidad.

Sobre su actitud moral nos la aclara el Apóstol al decir que enseñan «lo que no se debe», llevados por la avaricia, el deseo de una torpe ganancia. Por tanto, lo que ellos intentan es aprovecharse de sus discípulos, y su predicación se convierte por ello en un lucrativo negocio (cf. lTim 6,6-8). En otro tiempo era muy corriente suministrar el sostenimiento para los dirigentes de la comunidad mediante regalos y aportaciones libres. Esta costumbre proporcionaba a los predicadores irresponsables y codiciosos numerosas ocasiones para el propio enriquecimiento. Por eso Pablo exigía tan encarecidamente de todos ellos el desprendimiento20, y fustiga tan severamente la codicia de los herejes.

También ha brotado en las comunidades cristianas de la isla de Creta la cizaña que el enemigo ha sembrado entre el trigo. Se realiza así lo que el Señor había expuesto en otro tiempo a sus discípulos mediante una conocida parábola (Mt 13,24-30). Al campo en que el Señor siembra su buena semilla, vendrá siempre el enemigo para sembrar la mala hierba entre el trigo. Cuando la planta crezca y presente el fruto, aparecerá también la cizaña.
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18.En la 1Tm (1,3-11; 4,1-11; 6,3-10) y en la 2Tm (2,14-18) tenemos noticias de herejías muy semejantes.
19.Cf. también 1Tm 1,4; 4,2.4. 20.Cf. 1,7; 1Tm 3,3-8; 5,10.
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b) Errores y vicios de los cretenses (1,12-13).

12 Dijo uno de ellos, profeta entre los suyos: los cretenses son siempre embusteros, bestias malas y vientres perezosos. 13 Este testimonio es verdadero. Por tanto, repréndelos duramente para que se mantengan íntegros en la fe ...

La agitación clandestina de los herejes es apoyada y favorecida por los vicios perversos de los cretenses. Como prueba cita el Apóstol un proverbio transmitido en verso (hexámetro) que se contiene en la conocida poesía Sobre los oráculos, conservada fragmentariamente, de un famoso compatriota suyo, el poeta Epiménides, del siglo VI antes de Cristo. Señala que los propios cretenses consideran como «profeta» a este poeta; con ello apela al testimonio de toda la antigüedad. En este verso se enumeran tres vicios de los cretenses: mendacidad, que en el mundo antiguo era proverbialmente atribuida a los cretenses, rudeza y pereza. Pablo no sólo cita la fuerte expresión del poeta cretense, sino que dice pública y claramente que ha podido comprobar con su propia experiencia esta característica tan poco agradable en las comunidades cristianas de Creta.

Según el pensamiento del Apóstol, aquí sólo puede tener eficacia la más severa corrección sin miramiento alguno. Tito debe intervenir sin vacilación, si aparece la menor inclinación en los cristianos hacia el error. Solamente de esta forma se mantendrán íntegros en la fe, permanecerán firmes en la verdadera y auténtica fe del Evangelio. Pues únicamente la doctrina tradicional del Evangelio es, en contraposición al error, «la sana doctrina» (lTim 1,10), la expresión de la salud espiritual y moral, que conduce a una saludable vida moral. Sin miramiento alguno muestra el Apóstol el gran peligro que amenaza a las comunidades cristianas de Creta. Cuando contempla la fe amenazada, él, que lleva en su corazón el amor de una madre para con sus cristianos, puede también exponer duras y severas exigencias.

c) Señales de la falsa doctrina (1,14-16).

14 ...y no den oídos a mitos judíos ni a preceptos de hombres que se vuelven de espaldas a la verdad.

El error es caracterizado brevemente en dos aspectos. Pablo dice únicamente que el error se ocupa de mitos judíos. ¿Qué hay que entender con esta expresión? Sin duda Pablo piensa en las fábulas rabínicas, que están ayunas de toda verdad. Se trata aquí muy verosímilmente, como en la primera carta a Timoteo, de narraciones fantásticas y de especulaciones sobre textos del Antiguo Testamento y listas genealógicas que debían impresionar muy profundamente21. Estas doctrinas presentan claramente un origen judío (1,10; 3,9), pero también denuncian las huellas de un error posterior muy peligroso, la gnosis (1,16) 22. Una segunda característica del error es la siguiente: dan oídos «a preceptos de hombres que se vuelven de espaldas a la verdad». Por el versículo siguiente aparece claro que con esta expresión se piensa en la observancia de las prescripciones judías referentes a la pureza legal y el uso de ciertos alimentos 23.
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21.Cf. 1Tm 1,4; 4,7.
22.Cf. 1Tm 4,3; 6,20; 2Tm 2,18.
23.Cf. 1Tm 4,3; 2Tm 2,18.
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15 Todo es puro para los puros; para los manchados y para los descreídos nada hay puro; al contrario, tanto su razón como su conciencia están contaminadas.

El Apóstol se refiere en primer lugar a los «preceptos de hombres que se vuelven de espaldas a la verdad», a las prescripciones referentes a la pureza legal y al uso de ciertos alimentos. Con una brevedad lapidaria opone a ellos la expresión clara y vigorosa: todo es puro para los puros. Esto no es otra cosa sino el eco de las palabras de Jesús: «Escuchadme todos y entendedlo bien. Nada hay externo al hombre que, al entrar en él, pueda mancharlo; son las cosas que salen del hombre las que lo manchan» (Mc 7,14). Este convencimiento era posesión firme de la comunidad cristiana (cf. Rom 14,14-20). El que ha sido purificado por Dios en el bautismo (cf. 3,5-7), el que tiene un corazón puro y una intención pura no considera la creación como algo malo. Todas las cosas que el hombre encuentra en el ámbito de su actividad, de su uso o de su disfrute, son puras para aquellos que son limpios en lo más íntimo de su ser y tienen intenciones puras. Tal cristiano puede usar los dones de Dios con la libertad de los hijos de Dios. «Porque todo lo que Dios ha creado es bueno» (lTim 4,4). La creación entera redimida por Jesucristo es pura, como el mismo Dios se lo hizo comprender claramente a Pedro en una visión 24. Por eso, los cristianos que ya conocen perfectamente esta verdad pueden gozar con alegría de todos los dones de la creación.

La doctrina errónea, los «preceptos de hombres», contraviene por tanto el orden creador y salvador de Dios, se aparta de la verdad, Si por el contrario está manchado el sentimiento y la conciencia de un hombre, entonces para él todo es impuro. Él puede también abusar y profanar lo más bello y noble, porque, movido por su mala intención, puede abusar de ello con avidez perversa de placer. La pureza no está en las cosas de la naturaleza, sino en la actitud del corazón. La actitud interna como alma del comportamiento moral es la que decide sobre todo. Por consiguiente, estos herejes, con su concepción rígidamente ascética de la vida se encuentran en oposición a la verdad del Evangelio; ellos «se vuelven de espaldas a la verdad».
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24.Cf. Hch 10,9-16.
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16 Alardean de conocer a Dios, pero con sus obras lo niegan: son abominables, rebeldes e incapaces de toda obra buena.

Otra característica de los herejes: presumen de un conocimiento más sublime de Dios . Aquí se ofrece una huella muy clara de la herejía posterior y muy peligrosa: la gnosis. El Apostol vuelve a aludir sencilla y brevemente a esta pretensión. Piedra de toque para todo conocimiento de Dios, y con ello para la herejía, es la vida práctica cristiana. El que pretende conocer a Dios, pero le niega mediante su manera de obrar, mediante su vida de cada día, es abominable para Dios: «El que dice que le conoce y no guarda sus mandamientos, miente, y la verdad no está en él» (lin 2,4). Por tanto, se deduce que el núcleo central de la herejía es éste: la pretensión de un conocimiento más sublime de Dios y un concepto rígidamente ascético de la vida. Pablo vuelve a aludir a ambas disposiciones. Por eso para él los herejes son hombres «abominables, rebeldes», pues se colocan frente al verdadero Evangelio con rebeldía e insubordinación. Por ello son también «incapaces de toda obra buena».