“Y fue la noche (primero) y (luego) fue la mañana, un día”. Figurativamente hablando, la noche representa el dolor y el sufrimiento. El día representa la luz y la salvación. Para los íntegros, el día sucede a la noche. El camino del bien puede comenzar oscuro y doloroso, pero al final, es resplandeciente, brillante y agradable. Para el malvado (el alejado de los preceptos Divinos), su camino puede comenzar en forma agradable pero termina en la oscuridad y el sufrimiento. Ésta es también la razón de que el Shabat llegue en el séptimo día de la semana. Ello enseña que hay una recompensa al final, luego del dolor y de las dificultades que inicialmente podamos soportar cuando emprendemos el camino del bien. (Imré Shefer-OU Torah Tibdits)