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Profesor
Müller, ¿cuál fue su reacción al conocer la noticia de los atentados
de Washington y Nueva York?
Me afectó como a todos los hombres que sienten próximos a sus hermanos
y hermanas. Pensaba en todas las víctimas que perdieron sus vidas,
sufrieron heridas físicas, psíquicas, y en todos los familiares que
perdieron a sus seres queridos. Pero, además, me preguntaba cómo es
posible que haya hombres que maltraten a otros hombres de esa manera. No
hemos olvidado los grandes fracasos y derrotas del humanismo en el siglo
XX: los campos de concentración bajo el nacional-socialismo, el
comunismo con el exterminio de millones de hombres, las guerras civiles
en diferentes países y tribus, como la que hubo entre tutsis y hutus.
Todo eso es signo de la libertad del hombre y del mal que puede llegar a
albergar su corazón, si utiliza mal su libertad. Hasta aquí y después
de las experiencias del siglo XX, muchísimas veces el hombre se ha
presentado como lobo para el hombre y no como su hermano. A los que
entienden la historia humana a la luz de la revelación de Dios, esto no
puede en absoluto sorprenderles, porque el hombre, desde el inicio de su
historia, se alejó de la gracia de Dios, con la consecuencia de hacerse
enemigo de su hermano: así lo expresa la Biblia en el episodio clave
sobre Caín y Abel, en el que se demuestra la situación del hombre sin
Dios. Al final, los hombres mataron a Jesucristo que es la encarnación
del amor de Dios en favor de los hombres. Matar a Cristo es el escándalo
de los escándalos, porque el hombre se niega a sí mismo como hijo y
amigo de Dios, se mata a sí mismo como criatura de Dios.
¿Cómo podemos entender los hechos del 11S a la luz de la revelación
del amor de Dios?
Lo que es absolutamente terrible e inexplicable es el hecho de que se
recurra a Dios como excusa para justificar esta matanza. Los terroristas
se presentaron como creyentes en Dios, en la tradición del Islam, y se
sintieron justificados para tener el derecho de promover su religión
con estos métodos. Sus métodos, sin embargo, obviamente son contrarios
a la voluntad de Dios, que ha creado a los hombres para que vivan. En
los salmos del Antiguo Testamento podemos leer que Dios no quiere la
muerte del pecador, sino que se convierta y viva; por eso nadie tiene el
derecho de matar a los hombres en nombre de Dios. Según su propio
entendimiento, islam es entender y conocer a Dios. Dios siempre es el
autor y nunca el destructor de su propia criatura. Por lo tanto, la
referencia a Dios como legitimación de matar o herir a los hombres es
nada más que ateísmo crudo, y la negación de la naturaleza
intelectual del hombre. Nunca está justificado instrumentalizar a los
hombres con la excusa de servir a los hombres.
¿Ha cambiado algo después del 11S, o todo es como antes? Las
primeras semanas tras los atentados, hasta los intelectuales más
laicistas reconocían cómo la Humanidad tenía que replantearse muchas
cosas que, dándolas por hecho, las está perdiendo –a raíz de la
crisis de valores, del nihilismo en el que se encuentra inmersa–.
Recientemente se ha dado a conocer cómo la economía estadounidense ha
sido capaz de resurgir de la crisis del 11S y ya está ya en los niveles
económicos que gozaba antes de los atentados. ¿Es la economía,
entonces, la salvación del hombre?
Para todos nosotros, creyentes y no creyentes, cristianos y fieles
de otras religiones, este acontecimiento tendrá que ser un símbolo de
un nuevo comienzo común hacia un nuevo futuro común en la convivencia
pacífica de los hombres, en el respeto a los derechos humanos. En el
siglo XXI no tenemos nada más que esta opción. No podemos alcanzar el
futuro a base de odio, de desprecio, de violencia y de destrucción del
hombre. Nosotros creemos en Dios que es el Padre de todos, el garante de
los valores fundamentales sobre los cuales tenemos que construir la
nueva comunión de todos los hombres en un único mundo. El sentido de
la vida humana no consiste, no está en el dinero, prestigio, poder, éxito,
carrera, en la promiscuidad sexual, sino en la confianza en Dios, la
amistad con los hombres y la familiaridad de los padres y de los niños.
Siempre me ha sorprendido la inscripción en los dólares In God we
trust (confiamos en Dios). Claro que tenemos toda la confianza en Dios,
pero no creemos en el dios dólar, sino en Dios Padre de nuestro Señor
Jesucristo. En contra de la ideología del capitalismo creemos que el
pobre y el que sufre es elegido por Dios. La ideología del
rico-atractivo-sano es el mundo iluso de Hollywood; no es la teología
de la identificación de Dios con todos los que necesitan su gracia y se
abren a ella. El hombre tendrá que utilizar el dinero, pero no poner
toda su confianza en los bienes de este mundo. Como dice la parábola
del evangelio del hombre que puso toda su confianza en su riqueza: «Necio,
esta noche vas a morir y tendrás que dar cuenta a Dios de tu vida».
¿Qué piensa sobre el futuro de la fe en Dios?
No podemos seguir como antes, como si no hubiera pasado nada. He leído
un artículo en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, de José Saramago,
que –desde su visión marxista del mundo– explicaba el atentado como
consecuencia de la fe en Dios. Él acusaba a los creyentes en Dios de
ser potencialmente terroristas. La verdad es lo contrario. Si Dios ha
muerto y todo está permitido, como dijo Nietzsche, ¿por qué acusan a
Dios, en el que no creen? Nadie puede negar que en nombre del comunismo
se mató a millones de cristianos de forma terrorista. El terrorismo,
como desprecio de la dignidad humana y del ser a imagen de Dios es
consecuencia del ateísmo y del nihilismo. Es evidente que estos
terroristas, a pesar de referirse a Dios, son ateos. Un ateo no es sólo
quien niega la existencia de Dios, sino también aquel que no cumple su
voluntad. La sociedad post-cristiana secularizada tendrá que aprender
que Dios es el único que puede salvar a los hombres. Muchísimos
contemporáneos que se han alejado en sus sentimientos y mentalidades de
Dios, de Jesucristo y de su Iglesia, están invitados a desarrollar una
nueva sensibilidad hacia las preguntas existenciales de la existencia
humana, hacia la solidaridad fundamental entre todos los hombres, y
hacia la relación fundamental y universal con Dios, principio y fin del
mundo, y del hombre.
Pienso en el gran número de los jóvenes que son víctimas de un
consumismo absolutamente superficial y anti-humano, que nunca puede ser
una respuesta adecuada a la naturaleza intelectual y espiritual del ser
humano. Las promesas de una vida sin problemas se han manifestado falsas
y vacías, si el hombre vive fuera de la palabra de Dios que se dirige
siempre a cada hombre en su valor inconfundible. Dios es el único
garante contra la despersonalización del hombre. El nihilismo lleva
consigo una despersonalización del hombre. Todos conocemos fenómenos
que muestran los resultados del nihilismo: las drogas, la destrucción
de las familias, de la amistad natural de los hombres entre sí. En
algunos países europeos tenemos el nuevo fenómeno del llamado
satanismo, que es buscar lo destructivo como tal. Esto es para mí la última
consecuencia del nihilismo y del desconstructivismo, esa corriente filosófica
contemporánea que explica todas las grandes ideas como mera construcción
humana, o quiere explicar todas las grandes ideas humanas como, por
ejemplo, Dios, la revelación, la encarnación, la dignidad humana, la
gracia, la comunión de los santos o la Iglesia como si fueran meras
construcciones de la creatividad humana, sin fundamento en la realidad.
Todo eso nos demuestra que el ateísmo y nihilismo neutral es imposible
sin consecuencias destructivas hasta la completa destrucción del hombre
y la disolución total de lo humano. Nosotros los cristianos, y todos
los hombres de buena voluntad, propugnamos una filosofía de la
inexorable positividad del ser y de la existencia, del rostro bueno del
misterio de Dios. Y, consecuentemente, tenemos, a pesar de todos estos
acontecimientos negativos en la historia de la Humanidad y de los
sufrimientos en las vidas individuales, una confianza indestructible en
que Dios, origen y autor del ser y de lo bueno, va a llevar a cabo la
Historia de la salvación y desconstruir la desconstrucción, aniquilar
el nihilismo, matar a la muerte.
¿Ve signos de esperanza? ¿Por qué este hombre de hoy, que se cree
autosuficiente, ante hechos como los del 11S vuelve a darse cuenta quizá
de su pertenencia y necesidad de Dios?
El 11 de septiembre puede ser un símbolo del fracaso de la
autosuficiencia del hombre, sin Dios y contra Dios. Espero que muchos
hombres de hoy, y, sobre todo, los niños y los jóvenes, despierten de
estos sueños y se abran a los desafíos existenciales. La enseñanza de
todos estos acontecimientos debe ser una inconfundible autoestima de
cada hombre, la confianza en su futuro, a la luz de la aceptación de
todos por Dios,
Creador y Padre de todos, y que Dios mismo realizó en la creación de
todos. Estamos convencidos de que Dios mismo, y no una evolución ciega
del cosmos, creó a todos, a su imagen y semejanza, eligió a todos en
Cristo, a través de la Historia de la salvación en Cristo. Creemos en
la encarnación de la Palabra de Dios, en la auto-entrega de Jesucristo
en la cruz, y en la presencia definitiva de su amor en el Espíritu
Santo derramado en nuestros corazones. Creemos en la resurrección de
Jesucristo, como fundamento de la esperanza en la vida eterna, es decir,
en la comunión
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