El pasado 22 de enero, 15.000 jóvenes
católicos se congregaron en el gran estadio Verizon de Washington en el
encuentro juvenil con misa (YouthRallyAndMassForLife.org) previo
a la Marcha por la Vida de cada año en la capital norteamericana.
Un sacerdote joven, de 28 años, el padre Mario Majano, de la diócesis
anfitriona, tomó el micrófono (y el ambón, porque era la homilía de la
misa) para contar un testimonio que a él le había impresionado.
Explicó que el heroísmo no es tener poderes, como pensaba
de niño al leer comics de superhéroes, sino que “el verdadero héroe es el
que no deja que nada, ni grande ni pequeño, le impidan defender lo
que sabe que es bueno, defender a los más pequeño, defender lo que viene
de Dios”.
El testimonio que le había impresionado era el de una mujer.
Primer embarazo:
violada
Estudiando en el instituto, esta chica fue violada y quedó embarazada. “Su
familia la ignoró. Se sentía sola”, explicó. Una amiga la animó a
abortar. “Es una situación imposible para ti, haz lo que es práctico,
aborta”, le dijo.
Pero ella respondió: “No podría afrontar el resto de mi vida sabiendo que
le he quitado la vida a alguien”. Y tuvo el niño.
Segundo embarazo:
abandonada
Más adelante quedó embarazada otra vez, esta vez de un hombre al que
amaba… pero que no se quería comprometer en matrimonio y la iba a dejar.
Además, ella quería sacar un título académico y tener un segundo hijo lo
iba a impedir definitivamente. Su familia la animaba a abortar: no
podía criar a dos hijos sin padre. Incluso se ofrecían a “pagarle todo”
(el aborto).
“No importa lo bienintencionada que sea esa oferta, no sé lo que pasará,
pero… no”. “Ella dijo no al aborto y sí a la vida”,
explicó el padre Majano.
Tercer embarazo:
quimio y riesgo de malformación
Pasaron 13 años. Ahora por fin la mujer estaba felizmente casada, pero
enferma de cáncer recibía un intenso tratamiento químico… y quedó
embarazada. Los médicos le dijeron que abortara, que sin duda el niño
tenía “cero posibilidades de nacer normal”.
“Normal o no, es algo que no puedo hacer, y no lo haré”, dijo ella.
El padre Majano concluyó: “este tipo de heroismo no suele
ser alabado por la sociedad pero nosotros lo vamos a hacer. A esta mujer,
por sus esfuerzos valientes, por estar siempre firme, por centrar su vida
en el amor, yo simplemente le digo: ¡gracias, mamá, muchas
gracias!”
Rosa Majano, la madre y protagonista de la historia, llora emocionada
mientras le aplaude todo el Verizon Center (foto de Pete Baklinski, de
LifeSiteNews)
La emoción recorrió el estadio Verizon mientras 15.000 jóvenes,
numerosos obispos, cardenals y hasta el nuncio del Papa en Estados Unidos
se levantaban para aplaudir a la madre del joven sacerdote, Rosa,
de 53 años, allí presente, que lloraba emocionada como muchos de los
presentes.
Rosa tiene hoy 4 hijas y un hijo… y su hijo es sacerdote. “Él fue mi
título académico”, dijo ella. “Nunca pensé que llegaría a ser sacerdote,
me muestra bien claro que Dios lo escogió a él desde mi vientre”, comenta.
Mario fue el protagonista de la segunda historia.
"Dios nunca te
dejará sola"
A cualquier mujer en una situación apurada, Rosa le da un mensaje:
“No te rindas, Dios tiene un plan, siempre. Dios nunca te dejará
sola”.
Rosa Majano tiene un mensaje: "Dios tiene un plan"
Mario está convencido –lo contó a LifesiteNews- que el ejemplo de su
madre, su firmeza, es uno de los orígenes de su vocación. Además, ella
acudía a la Iglesia en busca de ayuda y la encontró. “Con su
ejemplo nos mostró siempre que Dios era esencial en nuestras vidas, no
importa en qué circunstancias. Eso fue una buena base en mi vida
para que llegase el mensaje vocacional”, afirma.