VIERNES DE LA SEMANA 27ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Jl 1, 13-15; 2, 1-2

1-1.

-¡Sacerdotes, ceñíos y llorad! ¡Ministros del altar, lamentaos y gemid! ¡Ministros de mi Dios, venid y pasad la noche en sayal!

Invitación a la «penitencia».

Joel vivía, sin duda, en una época muy sombría: sus llamadas son desgarradoras.

Manifiestan la voluntad de recuperación que animaba a esos hombres. Ante las desgracias que se abaten sobre nosotros, sobre muchas familias o nuestro medio, podemos contentarnos con lamentaciones o, peor aún, con acusar a los demás.

El profeta, en cambio, toma una actitud digna y positiva: insiste sobre la solidaridad que une a todas las categorías, sacerdotes, levitas y fieles; e invita a todos a reaccionar.

La prueba ¿es también para mí una invitación a la purificación?

-Tocad la trompeta en Sión, clamad en mi monte santo.

En efecto, las conciencias suelen estar adormecidas. Lo malo del pecado es que produce una especie de anestesia: ya no se ve el daño que de él resulta. Nada peor que el egoísta tranquilo que ni siquiera se da cuenta de la monstruosidad de sus actitudes para los que le rodean.

Ahora bien, todos nuestros pecados embotan la sensibilidad de nuestra conciencia. Nos habituamos. Se atenúan ciertos reflejos de reacción. Entonces nos hundimos.

Despiértanos, Señor, ¡toca la trompeta! Levanta la voz para decirnos que nuestros pecados siguen dañándonos y dañando a los demás aun cuando no los volvamos a ver más .

-Proclamad un ayuno sagrado, anunciad una reunión solemne de ancianos y de todos los habitantes del país en el Templo del Señor y clamad al Señor.

Ayunar. Reunirse para orar. ORA/ESFUERZO:

Esta reacción prueba que no nos resignamos al mal. Hay algo a hacer. Pero, al mismo tiempo, conscientes de nuestra debilidad, hacemos una llamada.

HOY, sin duda, surge la tentación de criticar esta postura.

Se dirá: «Esfuérzate, comprométete contra el mal.» Y, si bien es verdad que puede existir una «oración perezosa», como dice Péguy, también lo es que el hombre no tiene totalmente por sí mismo la capacidad de cambiar de vida.

Señor, danos a la vez, esfuerzo para convertirnos... y oración para que tú nos conviertas...

-El «Día del Señor» está cerca... Llega «el Día del Señor", está muy cerca. CV/HOY

Los profetas han hablado, a menudo de ese «día» (Am 5, 18-20; Is 13, 6; Ez 30, 3). Esta expresión designa una intervención muy particular de Dios en la historia, para suprimir el mal y para realizar su designio. Para el creyente, la historia no es un perpetuo volver a empezar.

Verdaderamente suceden acontecimientos; hay una progresión. Y Dios no está ausente.

Dios actúa. Habrá con seguridad una «última» intervención de Dios al final de los tiempos.

Pero los profetas han aplicado constantemente esta visión a unos acontecimientos concretos: una invasión de saltamontes motivó ese oráculo de Joel (1, 24).

El «Día de Dios» no es principalmente un día lejano, es el día de HOY: «¡está muy cerca!». Nunca lo repetiremos bastante: cada día es el día del juicio. Seré juzgado por cada uno de mis días.

¡Es pues el día de HOY que tengo que convertirme, al fin!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 328 s.


1-2. /Jl/01/01  /Jl/01/13-20  /Jl/02/01-11

Una plaga de langostas permite a Joel comprender una realidad más profunda: ve en ella el anuncio del «día de Yahvé» La descripción de la plaga se halla al comienzo del libro, en el fragmento que hoy leemos (2,1-11). Es posible que se trate de una repetición del mismo hecho o que se refiera a dos oleadas sucesivas. Es descrita con el símil de la invasión de un ejército poderoso, ordenado, que todo lo arrasa y pisotea y, como el fuego, consume todo lo que encuentra. La descripción de la plaga concluye con una serie de expresiones que son clásicas para hablar del «día de Yahvé»: «el sol y la luna se oscurecen» «tiembla la tierra», «se conmueve el cielo», etc. Así resulta más fácil el paso de un acontecimiento a otro.

- La expresión «día de Yahvé» comienza con Amós (5,18-2O) y al principio tiene un sentido de castigo de los enemigos de Dios, sean israelitas o gentiles. Será el día de la victoria de Yahvé, que «visitará» a los hombres no como salvador, sino como destructor. Al parecer, con el exilio se había cumplido la palabra profética, pero sólo a medias. Yahvé había «visitado» a su pueblo castigándolo duramente; en cambio, los gentiles -más pecadores aún que Israel- habían quedado triunfantes.

Eso no era justo. Así se llega al convencimiento de que Dios les tiene reservado otro «día», que será a la vez de castigo para las naciones y de victoria para Israel. El día de Yahvé continúa siendo un día de aspecto terrorífico, pero ahora las catástrofes sólo hacen referencia a los gentiles. Joel es el testigo de este cambio de pensamiento: una expresión anterior adquiere un significado nuevo. En la primera parte del libro, el profeta viene a decir: la plaga de langostas es un castigo que Yahvé envía a su pueblo; es «su» día, el «día de Yahvé» anunciado por los profetas. En la segunda parte amplía la visión y la corrige: no, no es «el día de Yahvé», sino «un día de Yahvé» uno de los muchos que preparan el gran día.

La exhortación del profeta a la penitencia por la proximidad del «día de Yahvé» continúa siendo apremiante para nosotros, pese a que nuestras perspectivas son más amplias, pues sabemos que Dios nos «visita» constantemente.

J. ARAGONES LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 316


2.- Ga 3, 7-14

2-1.

-Hermanos, sabed de una vez que los que viven de la fe, esos son los hijos de Abraham.

Encontramos de nuevo aquí, el eco de las célebres controversias de Jesús con los judíos de su tiempo, relatadas por el evangelista san Juan. Abraham era el gran antepasado ideal.

Pero se le había monopolizado: se tenía que ser de su raza. Y Jesús ya estaba abriendo de par en par las puertas del «pueblo de Dios»: «de estas mismas piedras, Dios puede suscitar hijos de Abraham». (Mateo 8-11) «Si fueseis hijos de Abraham, haríais las obras de Abraham.» (Juan, 8-39)

En efecto, ¡el evangelio de Pablo es en verdad el evangelio de Jesús!

La Escritura había previsto que Dios «justificaría» a las naciones paganas por el «don» de la fe; puesto que anunció con antelación esa «buena nueva» a Abraham: «¡En ti serán bendecidas todas las naciones!» Los judaizantes, pretendían que se había de ser «hijo de Abraham», que había que «hacerse judío» para poder ser cristiano. Pablo no lo niega, y reconoce la continuidad en el proyecto de Dios... la Biblia de los judíos, el Antiguo Testamento, es también la Escritura sagrada de los cristianos.

Pero Pablo añade en una visión genial que desarrollará en la Epístola a los Romanos: que «todos» los hombres pueden llegar a ser «hijos de Abraham», no por la práctica de la Ley, sino por la Fe... Pues esto es precisamente lo que ha caracterizado a Abraham: «¡el hombre de la Fe!»

«Todas las naciones.» ¿Qué amplitud tiene mi visión, la mía? ¿Es tan abierto mi proyecto, como el de Dios? El término «católico» ¿tiene para mí resonancias de ghetto y de fronteras, de conservación rígida de ciertos principios, de exclusión de todos los que no comparten esos principios?

O bien el termino «católico» significa de veras para mí «universal», «abierto a todos», «misionero». ¿Tengo ansia interna de anunciar la «buena nueva» a los paganos? ¿Qué hago yo para ser un testigo de ese amor universal?

-Así pues, todos los que viven de la fe, son bendecidos en Abraham, «el hombre de la fe». En cuanto a los que viven de las obras de la ley incurren en maldición:... Puesto que la ley no «justifica» a nadie ante Dios, ¡es cosa evidente!

Para mostrar que esas perspectivas, aparentemente nuevas y revolucionarias -dicen los judaizantes- son muy tradicionales en el fondo... Pablo, en este pasaje, acumula citas de la Biblia. «La Escritura, la verdadera doctrina que tenéis siempre en los labios, les dice, pues bien, leedla: ella es Palabra de Dios, y la que siempre ha dicho que la justificación del hombre es un «don» de Dios a los creyentes y no a los que «practican» la Ley.»

-Cristo nos rescató de la maldición de la Ley... A fin de que la bendición de Abraham llegara a todas las naciones paganas en Jesucristo, gracias a la fe.

Es pues algo grave parecer que se retrocede sometiéndose, aunque sea exteriormente, a una Ley caducada. La lealtad a Cristo se expresa en san Pablo con fórmulas de una violencia casi insostenible: «Cristo nos ha rescatado de la maldición, haciéndose "maldición" por nosotros.» Que Cristo haya aceptado por nosotros ser un hombre «maldito» para salvarnos de la maldición que pesaba sobre nosotros... ¡qué misterio!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 328 s.


2-2. /Ga/02/11-21   /Ga/03/01-14

Pedro confirmó la «verdad del evangelio» (en este caso: la incorporación sin reservas de los gentiles a la salvación) no sólo, como hemos visto, mediante un acuerdo en Jerusalén, sino también mediante una retirada honrosa una vez que se había equivocado en Antioquía.

Para evitar la persecución, Pedro y Bernabé estaban dispuestos a consentir que los cristianos gentiles tuviesen las reuniones litúrgicas separados de los judíos. No era por cuestiones de lengua ni por ayudar a que los gentiles desarrollasen un estilo más propio, sino porque así los judíos conservarían una apariencia de su pureza legal. Pablo entendió que eso era ceder en una cuestión de principio. Y Pedro, ante su protesta, le dio la razón.

Porque no son las obras de la ley las que hacen al hombre aceptable delante de Dios, sino la fe en Jesucristo y la vida que nos viene por esta fe. La antigua identificación entre judíos-justos y gentiles-pecadores cae por tierra cuando unos y otros reconocen la necesidad de la redención por Jesucristo.

Pablo, en su conversión, comprendió que todos sus valores eran papel mojado ante el don de Cristo. Sabe que su única vida es la de Cristo en el cielo, como si él mismo hubiese sido crucificado. Y descubre que también Abrahán fue aceptado a causa de su fe. Y da el máximo valor a la profecía de Habacuc: en medio de un mundo en ruinas, el justo vivirá por la fe. Sin ir más lejos, los mismos gálatas han sido testimonio de esta verdad. En su pasado no figuraba ninguna de las obras de la ley. Y, sin embargo, en un instante recibieron, juntamente con la fe, toda la plenitud de los dones del Espíritu. ¿Quieren ahora volver al pie de la montaña, cuando ya están colocadas en la cumbre?

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 256 s.


3.- Lc 11, 15-26 

3-1.

VER JUEVES DE LA SEMANA 3ª DE CUARESMA


3-2. RD/LIBERACIÓN 

Ciertamente, el Reino es un futuro y se confunde con la plenitud de Dios a la que tienden los humanos. Sin embargo, el Reino es a la vez algo presente; es precisamente aquello que sucede y se realiza cuando Jesús expulsa a los demonios, perdona los pecados y suscita un campo de fraternidad entre los hombres. No viene el Reino en signos exteriores, en estrellas que se caen, por la peste o en la guerra. El Reino acaece (se empieza a mostrar) allí donde Jesús libera a los hombres de la fuerza del diablo (lo inhumano) y les conduce hacia el futuro de gracia, libertad y vida. Esta es la fe del evangelio, en contra de la opinión de los fariseos, que interpretan la obra de Jesús como expresión de la presencia y el influjo de Satán, el diablo.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1329


3-2. RD/PLENITUD-H 

Para muchos cristianos, el pecado encuentra suficiente explicación con la libertad del hombre y dicen que la personificación del mal -Satán- pertenecía a una época en la que el hombre era juguete de las fuerzas cósmicas. Sin embargo, el evangelio habla del demonio y Jesús es consciente de que su vida es una lucha contra el espíritu del mal.

El mal no se explica totalmente en razón de la libertad humana. Tiene raíces extremadamente profundas que no podemos desarraigar.

Jesús ha venido a destruir este imperio del mal.

El Reino de Dios es el futuro del hombre. Es la plenitud de Dios a la que tiende el hombre y que no puede realizarse plenamente en el mundo actual. Sin embargo, el Reino es a la vez algo presente; es precisamente aquello que sucede y se realiza cuando Jesús expulsa a los demonios, perdona los pecados. El reino de Dios se empieza a mostrar allí donde Jesús libera a los hombres de la fuerza del diablo -todo lo inhumano- y los conduce hacia un futuro de gracia, de libertad y de vida.

-Reino de verdad y de vida.
-Reino de santidad y de gracia.
-Reino de justicia, de amor y de paz.


3-3.

La mentalidad bíblica contempla la vida de la humanidad como una lucha entre dos espíritus: los que rigen y dominan al hombre natural, y el Espíritu de Dios que lo hace partícipe de la libertad divina. Expulsando a Satanás, Cristo revela que un nuevo Reino acaba de hacer su aparición sobre la tierra, un Reino capaz de destruir el reino de Satanás. Para pertenecer a este nuevo Reino es necesaria una opción ilimitada de fidelidad y de entrega a Jesús.

MISA DOMINICAL 1990/06


3-4.

-Algunos de los asistentes dijeron: "Echa los demonios con poder de Belzebú, el jefe de los demonios..". otros, para comprometerle le exigían una señal que viniera del cielo...

Una de las mayores indigencias es ser incomprendido, despreciado; es ver deformados sus propósitos, sus propias intenciones. Jesús conoció esa clase de indigencia.

¡Se le acusó de ser un destructor del Reino de Dios! Se le acusó de estar del lado de Satán. La acusación era dura y despreciativa: Belzebú significa ¡"Baal del estercolero... Señor de las moscas"! Esto es lo que se decía de Jesús en su lengua, el arameo.

Ayúdanos, Señor, a evitar todas las interpretaciones malévolas.

Ayúdanos, Señor, a soportar, si somos víctimas de ellas, como Tú lo fuiste, esas críticas o esas calumnias.

-Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado... Si pues Satán está dividido contra sí mismo ¿cómo va a mantenerse en pie su reino?

En esta controversia, Jesús subraya la importancia de la unidad.

La guerra civil destruye más los imperios que los ataques del exterior. Quien usa la "acción de dividir" para atacar será destruido por esa misma división que recaerá contra sus propias tropas.

-Pero, si Yo echo los demonios "con el dedo de Dios", señal es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

El "dedo de Dios" es imagen de la potencia divina: Dios no tiene que esforzarse, con sólo mover la punta del dedo, actos ingentes se realizan. (Éxodo 8, 15; Salmo 84) La traducción "el reino de Dios ha llegado a vosotros" es algo pálida; el texto griego es mucho más fuerte: "el reino de Dios os ha llegado por sorpresa... ha venido de súbito... os ha sorprendido... os ha alcanzado". Se trata de una "irrupción absoluta y rápida" que corta el aliento, que impide parar el golpe. El golpe dado a Satán no tiene esquiva posible.

-Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros.

Pero cuando otro "más fuerte" lo asalta y lo vence, le quita las armas...

Lucas es el único, y en esto se diferencia de Mateo (12, 29) a consignar la presencia de uno "más fuerte", nombre que Juan Bautista había dado al mesías (Lucas 3, 16). Jesús "más fuerte" que el mal, más fuerte que Satán, ven en mi ayuda, en ayuda de nuestra pobre humanidad.

-El que no está conmigo, está contra mí.

En Lucas 9, 5O, Jesús había dicho: "el que no está contra vosotros, está a favor vuestro".

Aquí, el pensamiento es otro: Jesús quiere, según las circunstancias, ampliar la visión de sus discípulos... o, por lo contrario, quiere inculcarles una cierta intransigencia en la elección de los dos reinos.

-Cuando echan de un hombre el espíritu inmundo, éste va atravesando lugares resecos buscando un sitio para descansar; al no encontrarlo, decide volver a la casa de donde lo echaron... Entonces va a buscar otros siete espíritus peores que él, vuelven y se instalan allí. Y el estado final de aquel hombre resulta peor que el principio.

Jesús se sirve de las representaciones demoníacas corrientes de su tiempo.

Lo esencial está en la advertencia seria y grave: el que escapó un día al poder del mal no debe por ello considerarse inatacable.

Son muchos los hombres modernos que no creen ya en Satán. No obstante, la psicología profunda revela abismos.

El hombre antiguo se creía juguete de unas fuerzas cósmicas invisibles. Sin volver a las representaciones antiguas, tenemos, sin duda, de qué desconfiar: quien niega el poder de Satanás le entrega armas. ¡Nada es peor en un combate que el no ver, no ser consciente del poder del adversario!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 220 s.


3-5

1. (Año I) Joel 1,13-15; 2,1-2

a) Hoy y mañana escuchamos al profeta Joel, que habló hacia el año 400 antes de Cristo,.invitando a que los sacerdotes convoquen a una jornada de penitencia.

El pueblo acaba de experimentar una catástrofe: una gran plaga de langostas ha destruido las cosechas. Joel interpreta este hecho como juicio de Dios contra la pereza y la dejadez del pueblo en la gran tarea de la reconstrucción moral, después de la vuelta del destierro. Han descuidado la vida de fe: "falta en el templo del Señor ofrenda y libación".

A esa plaga se refieran probablemente las alusiones al "azote que viene de las montañas" y el "día de la oscuridad y tinieblas", porque se ve que había sido una "horda numerosa y espesa" que oscurecía el cielo. El profeta quiere que se proclame la penitencia y el ayuno y que todos clamen a Dios pidiendo su ayuda, no vaya a ser el día del juicio peor todavía que la calamidad recién sufrida.

b) Somos nosotros los que hoy oímos esta invitación a la conversión, a volver a Dios.

A veces el pecado es comunitario y la decadencia generalizada. También ahora se puede decir que "falta en el templo del Señor ofrenda y libación", porque se descuidan cosas fundamentales. Pero la culpa puede ser también personal. Quien más quien menos, todos somos débiles y pecadores, y necesitamos convertirnos. No hace falta que seamos grandes criminales. También podemos convertirnos a Dios desde nuestras mediocridades y perezas.

A veces suenan las trompetas convocando a penitencia, como en Cuaresma o en el Jubileo. Otras veces es una sencilla invitación a la vigilancia y al cambio de vida, que nos puede venir a través del ejemplo de las personas que nos rodean, o de la palabra de los responsables de la comunidad, y también si tenemos visión de fe, de los acontecimientos de la historia, agradables o luctuosos.

Cuando no son las plagas de animales, son otras cosas -enfermedades, desgracias personales o colectivas, el fallecimiento de una persona querida- las que nos sirven de despertadores en nuestra vida de fe. No porque todo mal sea castigo de Dios, pero sí porque todo en la vida, lo bueno y lo malo -y, sobre todo, la escucha de la Palabra que nos dirige Dios en la Eucaristía-, debería ayudarnos a recapacitar y reorientar nuestra atención a los valores fundamentales, que tendemos a descuidar.

1. (Año II) Gálatas 3,7-14

a) Pablo recurre al ejemplo de Abrahán, que pueden entender muy bien sus interlocutores de Galacia. Los judaizantes se sentían orgullosos de ser hijos de Abrahán. Pablo revuelve el argumento a favor de su evangelio, el de Jesús.

Abrahán recibió de Dios una misión universalista: "previendo que Dios aceptaría a los gentiles por la fe, le dijo a Abrahán: por ti serán benditas todas las naciones". Parece que los judíos han olvidado este universalismo que era rasgo de su identidad ya desde el principio.

Lo mejor de Abrahán fue su fe. Para Pablo, la ley del AT no salva a nadie -la llama "maldición" varias veces- si se entiende meramente como un cumplimiento de leyes y de obras. Incluso los que se salvaron antes de Cristo, se salvaron por su fe, no por sus obras. Y desde la venida de Cristo, mucho más.

b) El dilema, para Pablo es: apoyarnos en nuestros propios méritos o en la bondad de Dios, centrar nuestra espiritualidad en las obras cumplidas o en nuestra apertura a la gracia de Dios. Un dilema que puede ser de actualidad en nuestra vida.

La fe de Abrahán es modélica. Era pagano cuando fue llamado a una misión que no acababa de entender. Pero se fió totalmente de Dios y emprendió su peregrinación. Eso es lo que le hace modelo de los creyentes. Dios no le eligió por sus obras, sus méritos anteriores. Dios actúa con gratuidad. Pero él creyó en Dios.

A nosotros también nos pide una fe absoluta en su Hijo Jesús, una fe que ciertamente comportará obras de fe y una conducta coherente: pero no es la conducta la que nos salva, sino la gracia de Cristo. No llevamos contabilidad de las cosas buenas que estamos haciendo por Dios. ¿Lleva contabilidad un padre o una madre por lo que hace por la familia? ¿pasa factura un amigo por un favor que ha hecho? A nosotros no nos salvará "la ley" que hemos cumplido, aunque seguramente la hemos cumplido, y con amor, sino la gratuita generosidad de Dios.

Tampoco nos salvará el pertenecer "a la raza de Abrahán": para nosotros, el formar parte de la Iglesia, o de una familia cristiana, o de una comunidad religiosa. Es la respuesta de cada uno ante el amor y la gracia de Dios la que decidirá. Son "hijos de Abrahán", no los que provienen de él por lazos de raza, sino los que le imitan en su actitud de fe.

2. Lucas 11,15-26

a) La oposición contra Jesús, por parte de sus enemigos, llegó a extremos curiosos: "algunos dijeron: si echa los demonios, es por arte de Belcebú, el príncipe de los demonios". ¿Cómo se puede luchar contra el demonio precisamente en nombre del demonio?

Jesús responde con ironía, preguntando si es que había guerra civil en los dominios de Satanás, y también, en nombre de quién echaban los demonios los que en Israel ejercían el ministerio de exorcistas, que también los había. Lo que pasaba es que los enemigos de Jesús no querían llegar a la conclusión que hubiera sido la más lógica: "el Reino de Dios ha llegado a vosotros".

Pero también nos avisa de que puede haber recaídas en el mal y en la posesión diabólica: "cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, vuelve con siete espíritus peores y el final resulta peor que el principio".

b) Todos estamos implicados en la lucha entre el bien y el mal. El mal -el Malo- sigue existiendo y nos obliga a no permanecer neutrales, sino a posicionarnos en su contra, junto a Cristo.

Al leer cómo Jesús libera a los posesos y cura a los enfermos, estamos convencidos de que "el Reino de Dios ya ha llegado a nosotros", que su fuerza salvadora ya está actuando.

A nosotros no se nos ocurrirán las excusas ridículas de los que no querían aceptar a Jesús.

Pero sí podemos caer en una actitud de pereza o de miedo, o bien no ser conscientes de que en efecto existe el mal, dentro de nosotros y en el mundo y en la Iglesia.

Jesús es "el más fuerte" que ha vencido al poder del mal, en su Pascua, y ahora nos invita a que nos unamos a él en esa lucha: "el que no está conmigo, está contra mí". No podemos ser meros espectadores en la gran batalla.

También haremos bien en escuchar su advertencia: no estamos seguros de haber vencido al mal y al pecado. Puede venir ese espíritu maligno "con otros siete espíritus peores" y "meterse a vivir" en nosotros. Lo que sería una ruina peor. La llamada a la vigilancia es evidente. Cada uno sabe qué demonios le pueden tentar desde dentro y desde fuera. Haremos bien en decir humildemente, con el Padrenuestro, "no nos dejes caer en la tentación".

Cuando comulgamos, se nos invita a participar de Cristo Jesús, que es "el que quita el pecado del mundo". La Eucaristía es la mejor fuerza que Dios nos da en la lucha contra el mal.

"Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron" (salmo I)

"Hijos de Abrahán son los hombres de fe" (1ª lectura II)

"El que no está conmigo, está contra mí" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 158-161


3-6

Gal 3, 7-14: La fe supera a la ley

Lc 11, 15-26: Por qué demonizar las buenas obras?

De Jesús dice el evangelio que "pasó haciendo el bien". Esto se ha dicho en la historia humana de muy pocos seres humanos. Sin embargo Jesús enfrentó en su momento férreas oposiciones. Muchos se consideraban propietarios de las buenas obras, del poder divino, y demonizaban a aquellas personas que no actuaban según sus parámetros. Jesús tuvo que enfrentar a todos aquellos que se creían propietarios del bien y la verdad. Ellos acaparaban para sí todo el buen nombre, el prestigio y la admiración. Ése era su objetivo al dar limosnas o al ofrecer consejos. Cuando se presenta Jesús que da generosamente y no espera nada a cambio, ellos lo tildan de "demonio", de hombre descreído. Actuaban así, porque era una manera fácil de desprestigiar y eliminar al oponente. Sin embargo Jesús los enfrenta con la verdad: sólo se puede hacer el bien en nombre del Dios de la Vida.

En la actualidad sigue siendo corriente la práctica de demonizar al oponente, de desprestigiarlo para aumentar el brillo propio. Pues, actuar a favor de los demás sin buscar el buen nombre y el prestigio es una cosa que no llama la atención de nadie. El evangelio nos invita hoy a hacernos del lado de Jesús, del lado del bien y la verdad. No para adquirir ganancias personales, sino para ser las manos de Dios que actúan eficazmente en el mundo. Por esto, el mundo de hoy exige que luchemos contra el mal con las armas de la verdad y la justicia. No podemos combatir el mal con sus propias armas: la violencia sólo genera violencia y la manipulación ideológica sólo genera opresión y desequilibrio mental.

Necesitamos combatir el mal pero como lo hizo Jesús: con la bondad y generosidad de un Dios que defiende incondicionalmente la vida de las personas.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-7. CLARETIANOS 2002

Pablo está obsesionado con el asunto de la fe y de la ley o de la gracia y las obras. Es el asunto central de su carta a los gálatas y lo será también de la carta a los romanos. Planteado en estos términos no resulta muy actual. Sin embargo, se está refiriendo al núcleo mismo de la existencia cristiana. Lutero decía que esta era la cuestión de la que dependía que la iglesia se mantuviera en pie o cayera. Merece la pena que nos detengamos en ella.

Vivimos en una cultura de la ley y de las obras. Sobre nosotros llueven cada día millones de leyes para regular todo: desde el funcionamiento del Estado hasta la circulación de los coches o el mercado de las verduras. Las sociedades "avanzadas" hacen leyes para todo, con la esperanza un poco vana de que cuanto más se legisle mejor va a funcionar todo. Naturalmente, no hay leyes sin penas para aquellos que las incumplan. Quien la hace, la paga. De manera, que donde hay ley siempre hay temor.

Lo mismo podría decirse de las obras. Si quieres encontrar un buen trabajo tienes que presentar un currículo abultado. Los políticos disfrutan inaugurando o exhibiendo "lo que han hecho" por los ciudadanos: una autopista, un hospital, una residencia de ancianos. Alimentamos nuestro reconocimiento social con lo que hacemos, creyendo que de esta manera transformamos el mundo.

¿Quién nos va recordar otra vez que con la confianza en la ley y en las obras estamos cavando nuestra tumba? En esta sociedad marcada por el código penal y por el balance de resultados, ¿quién se va a atrever a anunciar la primacía de la gracia?

Hoy, como en los tiempos de Pablo, el futuro del evangelio está en recordarnos que todo es gracia y que fuera de ella no hay salvación. Uno puede acoger esta revelación fresca como un niño o puede aguardar a que la vida lo vaya colocando ante las cuerdas de la depresión.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-8. 2001

COMENTARIO 1

NO BASTA CON LIBERAR:

LA ALTERNATIVA DEL REINO DE DIOS

Jesús responde ante todo en los vv. 14-26 a la primera objeción: «El, calando sus intenciones, les dijo» (11,17a). Los objetores -nos enteramos ahora- no se han atrevido a formularle directamente sus críticas («Echa los demonios con poder de Belcebú, el jefe de los demonios», 11,15). Jesús los desenmascara: «Todo reino dividido queda asolado y se derrumba casa tras casa. Pues si también Satanás se ha dividi­do, ¿cómo va a mantenerse en pie su reino?..., ya que decís que yo expulso los demonios con poder de Belcebú» (11,17b-18). Se han limitado a esparcir sus blasfemias entre la multitud, inten­tando controlar la situación que se les escapa de las manos. Inmediatamente Jesús contraataca: «Ahora bien, si yo expulso los demonios con poder de Belcebú, vuestros adeptos, ¿con poder de quién los expulsan? Por eso, ellos mismos serán vues­tros jueces» (11,19). Los judíos tenían también sus exorcistas, y éstos lo hacían sinceramente. También ellos proclamaban que era necesario liberar a la gente de falsas ideologías. Pero los dirigentes estaban convencidos de que sólo ellos actuaban en nombre de Dios. Como siempre, se toma el nombre de Dios en vano cuando se quiere asegurar la situación de privilegio.

«En cambio, si yo expulso los demonios con el dedo de Dios, es señal de que el reinado de Dios ha llegado hasta vosotros» (11,20). Jesús invierte los términos: la liberación del endemonia­do es la señal mesiánica por excelencia de la llegada del reinado de Dios. «El dedo de Dios» es la fuerza de Dios causante de una plaga en Egipto, que endureció al Faraón (cf. Ex 8,15). La acción liberadora de Jesús ya no se ejerce por medio de plagas, sino directamente sobre el hombre atenazado por una ideología que lo incapacita para oír y hablar.



LA NEUTRALIDAD ES IMPOSIBLE

La gente, una vez liberada, se ha vaciado de la ideología que los había poseído. Pero si uno no se llena hasta rebosar del mensaje del Evangelio, queda a merced de una ideología adver­saria al plan de Dios, que se habrá reforzado en la lucha para hacer frente a los mensajes de liberación: «Mientras que el fuerte, bien armado, guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le arrebata las armas en que confiaba y después reparte el botín. El que no está con­migo, está contra mí; y el que no reúne conmigo, dispersa» (11,21-23). «El fuerte» es figura de Satanás, el Adversario de Dios, que se ha instalado en la institución religiosa judía («el palacio» designa en 22,55 la mansión del sumo sacerdote, deten­tador del poder religioso). Jesús es «el más fuerte», en su calidad de «Mesías»/Ungido con la Fuerza de Dios, el Espíritu Santo (cf. 3,16). El es el único que ha sido acreditado por Dios para hablar y actuar en su nombre. Jesús se propone desmantelar la institución judía. Hay que tomar partido por uno u otro; quien no se asocia a él, actuando como él actúa, se declara su enemigo. Jesús va reuniendo el trigo en el granero (cf. 3,17), configurando la comunidad del reino; quien no colabora en esta tarea, pone obstáculos a esta cosecha.

Si la persona liberada, empero, no le da su adhesión y quiere mantenerse como espectador en su neutralidad, su fin será mu­cho peor que antes: «Cuando el espíritu inmundo es expulsado de un hombre, va recorriendo lugares áridos buscando un aloja­miento; y, al no encontrarlo, dice: "Me vuelvo a mi casa, de donde me expulsaron." Al llegar se la encuentra barrida y arre­glada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él y se mete a vivir allí; y el fin de aquel hombre resulta peor que el principio» (11,24-26). Se presagia el triste fin del pueblo de Dios sometido de nuevo a sus dirigentes, por no haber dado su plena adhesión a Jesús: acabará pidiendo su muerte, instigado por ellos, cuando Pilato lo convoque para que se pronuncie a favor de Jesús (cf. 23,13-23).


COMENTARIO 2

El presente evangelio nos invita a realizar una revisión de nuestras actitudes delante de la presencia de los gestos liberadores de Dios, señales de la instauración del Reinado del Mesías, el Más Fuerte..

Ellos corren también hoy el riesgo de ser malinterpretados, puestos bajo la mirada sospechosa que coloca las victorias sobre mal en el ámbito producido por las fuerzas del mal y que busca señales de verificación que señalen claramente su origen divino.

Frente los frecuentes malentendidos que puedan suscitarse, el criterio para discernir las actuaciones y la presencia de Dios en ellas brota claramente de la enseñanza de Jesús: según ella, el juicio sobre cada una de las acciones realizadas debe brotar de la relación que ellas tienen con el triunfo sobre el reino del maligno, el fuerte de este mundo.

Se exige, por tanto, la necesaria lucidez que nos posibilita descubrir alrededor nuestro las señales que indican la destrucción de todo lo que imposibilita el ejercicio de la plena actuación humana. Dicha lucidez sólo puede surgir de una confrontación de los hechos con las acciones y la actuación de Jesús. En Él, pastor y segador, podemos comprender cuál es el modo de realizar esa tarea.

De esa forma podremos solidarizarnos con todos aquellos que están comprometidos en la lucha contra el mal en todo el espacio humano.

Ese compromiso no se agota en un momento de nuestra vida sino que debe adquirir continuidad a lo largo de todo el tiempo de nuestra existencia. De lo contrario, puede colaborar con el mal en vez de oponérsele.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-9. 2002

El texto de hoy es continuación de la enseñanza sobre la oración que Jesús da a sus discípulos. Esta segunda parte contiene una parábola en la que Dios es comparado a un amigo a quien otro amigo acude de noche, a una hora inesperada, para pedirle unos panes. Gracias a la insistencia aquél termina por dárselos. También Dios -dice Jesús- hará lo mismo
Hay que pedir, buscar, llamar, con la seguridad de que se recibe lo que se pide, que se encuentra lo que se busca, que se abren las puertas cuando se llama. El evangelio nos presenta una triple búsqueda, es decir, insistencia total. Hay que saber pedir al Padre celestial. Hay que pedir que nos disponga para el Reino, que nos capacite para trabajar con valentía y con alegría en la instauración de su proyecto en la historia. No podemos pedirle al Padre de Jesús, nuestros caprichos, nuestros antojos, nuestras bobadas. Al Padre de Jesús, hay que acercársele con seriedad y con la certeza de que en la medida en que nuestra oración sea una confrontación con el Reino y una actitud de apertura al Espíritu, lo vamos a sentir muy cerca de nosotros como Padre misericordioso.
La última frase del relato nos permite aclarar todo este consejo de Jesús: quien pide el Espíritu de Dios, o sea, la fuerza que nos impulsa hacia el Reino, no quedará defraudado. Ésa es la promesa de Jesús.
¿Cómo oramos nosotros a nivel personal y comunitario? ¿Qué le pedimos al Padre de Jesús, cuando oramos? El Reino, y su irrupción en la historia, ¿es parte importante en nuestra oración? O por el contrario, ¿pedimos lo que nos interesa? ¿Queremos manipular a Dios con nuestra oración? Es hora que despertemos de la falsedad en la que hemos caído con los modelos absurdos y poco evangélicos de oración que hemos inventado. Oremos, pero hagámoslo de verdad, así como lo hizo Jesús, para hacer la voluntad de su Padre.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-10. Viernes 10 de octubre de 2003
 
Joel 1, 13-15; 2, 1-2: Penitencia y oración
Salmo responsorial: 9, 2-3.6.8-9.16
Lc 11, 15-26: Jesús y el poder de Belzebul

Sabemos que las palabras y las acciones de Jesús generaron muchas reacciones en la gente de su tiempo, principalmente entre sus enemigos. Los contemporáneos de Jesús no negaban sus exorcismos (su combate incansable contra el mal), pero las opiniones se dividían cuando se trataba de aclarar el origen de su poder. La defensa que hace Jesús de su actividad contra el mal se despliega en dos argumentos.

Por un lado, ¿cómo va Satanás a expulsar a Satanás? Pero, suponiendo que así fuera; Jesús todo lo que ha anunciado es que el reino de Satanás ha llegado a su fin. Si un reino se divide contra sí mismo, no puede permanecer en pie; si una familia se divide contra sí misma, no puede permanecer en pie; si Satanás se enfrenta contra sí mismo y está dividido, no puede seguir en pie, y ha llegado su fin. Jesús no puede luchar contra sí mismo.

Por otra parte, si expulsaba a los demonios en nombre de Satanás, ¿con qué poder lo hacían los exorcistas judíos cuya actividad conocemos por los relatos de la época?

Toda la vida de Jesús revela que Él actúa con el poder de Dios para hacer que el bien reine en la humanidad. Todo lo que hace es signo de que el Reino de Dios está presente en medio de los seres humanos. Por eso el reino de las tinieblas es vencido. Sin embargo, hay que seguir luchando contra el mal porque somos frágiles e inestables y podemos volver a caer. Los poderes del mal aspiran siempre a volver a ocupar su antiguo lugar, si el lugar que ocupaba el espíritu del mal no es incorporado al Reino de Dios. Tener una falsa seguridad en nuestra vida, con respecto a la Salvación, nos puede llevar a volver a caer en las garras de las fuerzas del mal. Por eso, hay que estar siempre vigilantes como aquel que espera la llegada de su amo o al ladrón que quiere entrar a su casa.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-11. DOMINICOS 2003

Palabra que llama a conversión

Profeta Joel 1, 1, 13-15;2,1-2:

“Sacerdotes, vestíos de luto y haced duelo.  Ministros del altar, llorad. Ministros de Dios, venid a dormir en esteras, porque faltan en el templo del Señor ofrendas y livaciones. Proclamad el ayuno, congregad a la asamblea, reunid a los ancianos, a todos los habitantes de la tierra, en el templo del Señor, y clamad al Señor: ¡Ay de este día! Está cerca el día del Señor en que vendrá como azote desde las montañas...”

El texto no recoge los primeros versículos del profeta Joel en los que describe una terrible invasión y devastación de langostas, que dejaron campos, viñas, montes, desolados. Ante esa plaga, que es castigo de dios, el profeta reclama a las gentes que entren en caminos de lealtad, ‘cambio’, ‘conversión’, sobre todo, quienes asumen responsabilidad, bien en el gobierno, bien en la colaboración técnica, material, económica, social. Sólo con solidaridad y caridad se camina según Dios.

Evangelio según san Lucas 11, 15-26:

“En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: Si echa los demonios, es por arte del Belcebú, el príncipe de los demonios...  Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino en guerra civil va a la ruina, y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino?... Pero si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de dios ha llegado a vosotros...”

Palabras de claridad meridiana: si uno se expulsa a sí mismo es necio, no sabe lo que hace; y si el bien expulsa al mal conscientemente es que estamos entrando en reino de la verdad, justicia y caridad. Jesús y el mal, enemigo de Dios, son incompatibles.

 

Momento de reflexión

¡Pecadores, despertad y llorad!

El profeta Joel es casi desconocido. Sólo sabemos lo que nos dicen sus ‘oráculos’, que debieron tener lugar en Israel después del regreso de la cautividad en Babilonia. Cuando la ira de Dios actúa por medio de los elementos, todo puede quedar triturado: lo que deja gazam lo destruye arbé; lo que deja arbé lo devora yeleq; lo que se salva de yeleq lo pulveriza jasil; cuatro especies de langostas dañinas.

Esa es la obra que producen también los cúmulos de pecados y deslealtades de los hombres. Solamente la vida en dignidad, piedad, religión, fraternidad, justicia, puede prevenir y salvarnos a todos de esas miserias.

Borremos el mal con el bien.

El oráculo ‘apocalíptico’ o ‘escatológico’ de Joel nos deja temblorosos. No caigamos en manos de Dios airado. Él ha de venir, cuando menos lo pensemos, a hacer justicia por las obras salidas de nuestras manos.

Y la lección de Jesús nos llama a interiorizar la verdad de todos los oráculos. Sólo el espíritu consciente, responsable, que posee unidad de  criterio o conducta y no se divide cuando le place, que busca siempre hacer el bien, tiene futuro en el Reino de Dios.

Quien trate de explicar el  ‘bien’ (una sanación) por medio del ‘mal’ , de ‘Satanás, príncipe de los demonios’, no sabe por dónde anda; no quiere verse ante la verdad, no acepta reconocerla.

Señor, danos la gracia de amar y servir y vivir en la verdad, que nos hace libres.
Sólo desde esa actitud noble reconoceremos sin dificultad que complacer a Dios y a los enemigos de Dios, al mismo tiempo, es imposible.


3-12. 2003 

LECTURAS: JOEL 1, 13-15; 2, 1-2; SAL 9; LC 11, 15-26

Joel 1, 13-15; 2, 1-2. Sobre los campos israelitas se ha cernido una nube de langostas que ha dejado al pueblo sin alimentos y en un grave peligro, pues no hay grano para alimentarse, y los mismos animales, al faltarles el sustento, acabarán muriendo y poniendo en grave riesgo al pueblo. Por eso se convoca a todo el pueblo para que ore, para que haga oración, para que haga penitencia. Dios, rico en misericordia, librará a los suyos de este ejército que se ha cernido sobre ellos; y, entonces, también el culto estará asegurado. Dios, todo amor con quien lo ama y con quien invoca su Nombre, ha mirado nuestra humillación y se ha compadecido de nosotros enviándonos a su Hijo para que nos libre de la mano de nuestros enemigos y de todos los que nos odian. No sólo lo hemos de invocar con el corazón arrepentido y con signos externos de penitencia; nuestra mejor forma de honrar a Dios es manifestando, con nuestras obras, que en verdad hemos vuelto a Él y que hemos hecho nuestra su Victoria sobre nuestro enemigo.

Sal. 9. Gracias sean dadas al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque por su gran poder y amor hacia nosotros, nos ha librado de nuestros enemigos, juzgando al orbe con justicia y rigiendo a las naciones con rectitud. Quien vive fiel a Dios no vacilará jamás; en cambio los malvados se hundirán en la tumba que hicieron y su pie quedará atrapado en la red que escondieron. Dios vela por nosotros para que no nos alcance ningún daño. Dios se ha convertido en nuestro fuerte defensor que siempre está a nuestro lado. Confiemos en Él, démosle gracia y proclamemos a todos sus maravillas para que el mundo sepa, comprenda y entienda que nos hay Dios como nuestro Dios, que no hay roca que nos salve como lo hace el Señor Dios nuestro con aquellos que lo ama.

Lc. 11, 15-25. Jesús actúa con el Poder de Dios, pues al expulsar a Satanás nos llena de la Vida Divina y del Espíritu Santo. Así, libres de toda influencia del mal en nosotros, manifestamos con obras que el Reino de Dios ha llegado a nosotros. Por eso nuestra vida de fe no puede convertirse en un simple juego; no podemos actuar con hipocresía de tal forma que, aparentando una fe que nos hace cercanos a Dios, llevemos en realidad una vida lejos de Él. Es entonces cuando se puede aplicar a esa clase de hipócritas las palabras con que Dios recriminaba a esa clase de gentes: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí. Si hemos hecho nuestra la vida de Dios no dejemos vacío nuestro corazón; permitámosle a Dios que Él sea quien habite en nosotros, de tal forma que, siempre ocupada por Dios nuestra vida no haya espacio, en nosotros, para que nuevamente tome posesión en nuestro interior el autor del pecado.

En esta Eucaristía el Señor quiere hacerse huésped de nuestra vida. Él habitará en nosotros si es que nosotros le permitimos vivir en nuestro propio interior. Su presencia en nosotros no es algo ocioso. Quien participa de la vida y del Espíritu de Dios, es porque tiene una misión que cumplir: trabajar esforzadamente porque el Reino de Dios se extienda a más y más corazones. Jesucristo nos pide no sólo reconocer nuestras miserias y pedir perdón sabiendo que el Señor es rico en misericordia. Nos pide que, al aceptar su perdón, abramos todo nuestro ser a su presencia en nosotros, de tal forma que, entrando en comunión de vida con Él, podamos convertirnos en un signo vivo de su amor en medio de nuestros hermanos.

Efectivamente, quien ha entrado en comunión de vida con Dios debe trabajar constantemente para que quienes han sido esclavizados por el mal se vean libres de aquello que los ha oprimido. No sólo hemos de luchar por erradicar la pobreza, sino porque aquellos que la han causado abran sus ojos ante las miserias de sus hermanos, no se esclavicen a lo pasajero y sean más justos en la retribución que han de dar a sus trabajadores. No sólo hemos de orar por la paz en el mundo, hemos de hacernos cercanía para quienes la han destruido, para que vivan con mayor lealtad el servicio al bien de la sociedad que está en sus manos, para hacer que todos vivan con mayor dignidad y no llevarlos hacia su propia destrucción. No sólo hemos de pedirle a Dios que se viva conforme al Evangelio, hemos de tomar nuestra propia responsabilidad y convertirnos en aquellos que proclaman la Buena Nueva a todos y que viven conforme a los criterios del Evangelio que se anuncia. Mientras nos arrodillemos piadosamente ante Dios, pero después actuemos en contra de la fe que decimos profesar, estaremos manifestando, con las obras, que quien habita en nosotros es Satanás, pues Dios estaría, en realidad, muy lejos de nosotros.

Roguémosle a Dios, por intercesión de la Santísima Virgen María, que nos conceda la gracia de ser esforzados constructores del Reino de Dios entre nosotros para que, viviendo como hermanos, podamos, algún día ser dignos de participar de la Gloria de Dios eternamente. Amén.

www.homiliacatolica.com


3-13. Contemplar el Evangelio de hoy

© mim.e-cristians.net

Día litúrgico: Viernes XXVII del tiempo Ordinario

Ref. del Evangelio: Lc 11,15-26

Texto del Evangelio: En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.

Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.

»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

Comentario: Mn. Josep Pausas i Mas (Terrassa)

«Algunos dijeron: ‘Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios»

Hoy contemplamos asombrados cómo Jesús es ridículamente “acusado” de expulsar demonios «por Beelzebul, Príncipe de los demonios» (Lc 11,15). Es difícil imaginar un bien más grande —echar, alejar de las almas al diablo, el instigador del mal— y, al mismo tiempo, escuchar la acusación más grave —hacerlo, precisamente, por el poder del propio diablo—. Es realmente una acusación gratuita, que manifiesta mucha ceguera y envidia por parte de los acusadores del Señor. También hoy día, sin darnos cuenta, eliminamos de raíz el derecho que tienen los otros a discrepar, a ser diferentes y tener sus propias posiciones contrarias e, incluso, opuestas a las nuestras.

Quien lo vive cerrado en un dogmatismo político, cultural o ideológico, fácilmente menosprecia al que discrepa, descalificando todo su proyecto y negándole competencia e, incluso, honestidad. Entonces, el adversario político o ideológico se convierte en enemigo personal. La confrontación degenera en insulto y agresividad. El clima de intolerancia y mutua exclusión violenta puede, entonces, conducirnos a la tentación de eliminar de alguna manera a quien se nos presenta como enemigo.

En este clima es fácil justificar cualquier atentado contra las personas, incluso, los asesinatos, si el muerto no es de los nuestros. ¡Cuántas personas sufren hoy con este ambiente de intolerancia y rechazo mutuo que frecuentemente se respira en las instituciones públicas, en los lugares de trabajo, en asambleas y confrontaciones políticas!

Entre todos hemos de crear unas condiciones y un clima de tolerancia, respeto mutuo y confrontación leal en el que sea posible ir encontrando caminos de diálogo. Y los cristianos, lejos de endurecer y sacralizar falsamente nuestras posiciones manipulando a Dios e identificándolo con nuestras propias posturas, hemos de seguir a este Jesús que —cuando sus discípulos pretendían que impidiera que otros expulsaran demonios en nombre de Él— los corrigió diciéndoles: «No se lo impidáis. Quien no está contra vosotros, está con vosotros» (Lc 9,50). Pues, «todo el coro innumerable de pastores se reduce al cuerpo de un solo Pastor» (San Agustín).


3-14. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Gál 3, 7-14 Son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel
Salmo responsorial: 110, 1-2. 3-4. 5-6 El Señor recuerda siempre su alianza.
Lc 11, 15-26: El reinado de Dios ha llegado hasta ustedes

La actividad liberadora de Jesús recibe distintas interpretaciones. Para unos, Jesús obra con el poder de Belcebú, el príncipe de los demonios; otros no tienen suficiente con ver cómo habla el antes endemoniado-mudo y piden una señal del cielo, que los deje absolutamente convencidos. Jesús no entra en la dinámica de los segundos, pues considera que tienen ya suficientes señales y “a buen entendedor, pocas palabras”. A los primeros les desmonta con una pregunta capciosa su acusación sin fundamento: si él echa los demonios con el poder de Belcebú, los exorcistas judíos que lo hacían también ¿con qué poder los expulsan? Ellos decían que con el poder de Dios, luego también Jesús. El argumento se viene por tierra y Jesús lo culmina diciendo que su actividad es prueba evidente de que la fuerza de Dios actúa en él. La liberación experimentada por el endemoniado mudo muestra cómo el reinado de Dios en este caso comienza con la libertad para poder hablar que se le devuelve al endemoniado, antes mudo, reduciendo a Satanás y su poder de dominación y de esclavitud. No puede el opresor liberar; luego es Dios quien actúa por medio de Jesús y en pro de los sometidos al diablo.

Una vez liberado, el hombre tiene que aliarse con Jesús para seguir luchando contra Satanás y su ideología opresora, representada y encarnada por los dirigentes del pueblo; si no lo hace así, su final puede ser peor que el principio, pues el enemigo volverá con fuerza de nuevo a someterlo. A gran parte del pueblo le pasó eso: muchos siguieron a Jesús con entusiasmo en los comienzos, pero no le dieron su adhesión de verdad; al final, terminaron aliándose contra él para pedir su muerte, incitados por los sumos sacerdotes y dirigentes del pueblo, verdadera encarnación de Satanás.


3-15. DOMINICOS 2004

Hijos de Abraham son los hombres de fe

En las lecturas de la liturgia de hoy sigue teniendo relieve el texto de la Carta a los Gálatas. En ella Pablo, que nos habló repetidas veces en términos muy serios del triunfo de la fe sobre la ley, llegó a decirnos: “Yo, por la misma Ley he muerto a la Ley, por y para vivir para Dios; estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí”.

Hoy Pablo nos va a explicar que, como descendientes de Abraham, es por la fe como nos introducimos en el reino de la justificación y de la salvación.



La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura de la carta de san Pablo a los Gálatas 3, 7-14:
“Hermanos: Entended de una vez que hijos de Abrahán son los hombres de fe... Hombres de fe son quienes reciben la bendición con Abrahán el fiel. En cambio, quienes se apoyan en las observancias de la Ley tienen encima una maldición, porque dice la Escritura: ‘maldito el que no cumple todo lo escrito en el libro de la ley”.

En base a la ley, nadie consigue salvarse. Esto es evidente... Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito... Esto sucedió para que, por medio de Jesucristo, la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido”.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26:
“En aquel tiempo, cuando Jesús echó fuera a un demonio, algunos de entre la gente se dijeron: Si echa demonios, lo hará por arte de Belzebú, príncipe de los demonios; y otros, para ponerlo a prueba, le pedían que hiciese otro signo en el cielo.

El, leyendo sus pensamientos, les habló así: Decís que yo echo los demonios con el poder de Belcebú ; y si yo actúo de ese modo, vuestros hijos ¿por arte de quién los echan?... Mirad, pues: si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros...”



Reflexión para este día
Cumplamos la ley superándola con fe
Al escuchar la primera lectura de hoy, alguien podría tomar el rábano por las hojas y decir: ¡fuera la ley, acabemos con las leyes, vivamos en la libertad, en la gratuidad, en la espontaneidad...!

Cuidado con lo que decimos. Ni Jesús ni Pablo condenan la Ley y sus mandamientos. Lo que hacen es purificar el espíritu de la ley (que ya cumplió su papel de preparación al Reino de Cristo) y someterla al imperio de la fe, de la gracia, del amor, que son leyes de nuevo corte, mucho más exigentes que las anteriores.

Con Cristo y la fe, nos encontramos en la Nueva Alianza con que donde había ley de terror, se puso ley de amor; donde había ley de esclavitud, se puso ley de filiación; donde había conquista del más allá por fidelidad legal a los mandamientos, se puso fe, confianza, oración, esperanza, y gratuidad de dones. No nos cansemos de encarecer cómo Jesús siempre pide fe para hacer sus maravillas

Sorprendámonos de que, cuando Jesús en el Evangelio hace maravillas y expulsa demonios, algunos le miran con ojos de resentimiento, de amargura interior, porque no obra ‘según la ley’.

¡Lamentable! Esa actitud supone gran inexperiencia de lo que es vivir en humildad, en esperanza, en confianza, en reconocimiento de la propia pequeñez, y en la alegría de sentirse amado de Dios, como hijo.


3-16.

Comentario: Rev. D. Josep Pausas i Mas (Terrassa-Barcelona, España)

«Algunos dijeron: ‘Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios»

Hoy contemplamos asombrados cómo Jesús es ridículamente “acusado” de expulsar demonios «por Beelzebul, Príncipe de los demonios» (Lc 11,15). Es difícil imaginar un bien más grande —echar, alejar de las almas al diablo, el instigador del mal— y, al mismo tiempo, escuchar la acusación más grave —hacerlo, precisamente, por el poder del propio diablo—. Es realmente una acusación gratuita, que manifiesta mucha ceguera y envidia por parte de los acusadores del Señor. También hoy día, sin darnos cuenta, eliminamos de raíz el derecho que tienen los otros a discrepar, a ser diferentes y tener sus propias posiciones contrarias e, incluso, opuestas a las nuestras.

Quien lo vive cerrado en un dogmatismo político, cultural o ideológico, fácilmente menosprecia al que discrepa, descalificando todo su proyecto y negándole competencia e, incluso, honestidad. Entonces, el adversario político o ideológico se convierte en enemigo personal. La confrontación degenera en insulto y agresividad. El clima de intolerancia y mutua exclusión violenta puede, entonces, conducirnos a la tentación de eliminar de alguna manera a quien se nos presenta como enemigo.

En este clima es fácil justificar cualquier atentado contra las personas, incluso, los asesinatos, si el muerto no es de los nuestros. ¡Cuántas personas sufren hoy con este ambiente de intolerancia y rechazo mutuo que frecuentemente se respira en las instituciones públicas, en los lugares de trabajo, en asambleas y confrontaciones políticas!

Entre todos hemos de crear unas condiciones y un clima de tolerancia, respeto mutuo y confrontación leal en el que sea posible ir encontrando caminos de diálogo. Y los cristianos, lejos de endurecer y sacralizar falsamente nuestras posiciones manipulando a Dios e identificándolo con nuestras propias posturas, hemos de seguir a este Jesús que —cuando sus discípulos pretendían que impidiera que otros expulsaran demonios en nombre de Él— los corrigió diciéndoles: «No se lo impidáis. Quien no está contra vosotros, está con vosotros» (Lc 9,50). Pues, «todo el coro innumerable de pastores se reduce al cuerpo de un solo Pastor» (San Agustín).


3-17.

El Evangelio de hoy tiene muchas enseñanzas. Una de las que me ha quedado está relacionada con la seguridad. El Señor dice que “Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas en que confiaba y dispone de sus bienes”. Con estás palabras reflexiono hacia en quién o qué tengo puesta mi seguridad. Veo claramente que si la misma no está puesta en Dios, las posibilidades de que llegue algo o alguien más fuerte y me venza son muy altas. Mover todas nuestras esperanzas, bienes, ilusiones, sentimientos a las arcas de Dios, es la mejor inversión. No habrá nadie ni nadie que nos perturbe ni nos robe lo que hemos ganado por habitar en Él.

Dios nos bendice,

Miosotis


3-18.

Reflexión

Este discurso de Jesús se genera a propósito de la Expulsión de un demonio. Con este pasaje nos deja en claro la existencia de los “ángeles malos” o demonios. Esto lo digo pues hoy es común encontrar personas que niegan su existencia y atribuyen la acción demoniaca a factores únicamente “Psicológicos” o “paranormales”. Esta es una de las tácticas favoritas del enemigo del Reino… pasar desapercibido… de incógnito de manera de tomar a sus víctimas por sorpresa. Es real. Si bien es cierto que difícilmente puede tomar posesión de una persona (para lo cual necesita un permiso especial de Dios), se ensaña destruyendo o dañando la vida de quien le da cabida, sea a base de la tentación (medio ordinario de su acción), sea mediante la perturbación (la cual requiere una permisión de parte nuestra). Los Juegos como la HUIJA, la LECTURA DE LAS CARTAS Y DEL CAFÉ, LA CONSULTA DE ADIVINOS, etc., lo que hacen es abrir la puerta para que se Satanás pueda tener accesos no solo a la tentación sino a ciertas áreas de nuestra vida (pues debilita la fe y la gracia que son nuestras barreras contra el demonio). Quien ha tenido trato con estas cosas debe confesarse y pedir al sacerdote que ore por él mientras se hace una profesión de fe y se renuevan las promesas bautismales. Si sabes de alguien que ha estado en contacto con esto, es tu deber como cristiano de advertirlo y ayudarlo para que pueda recobrar la gracias y cerrar su puerta a la acción del demonio. De esta manera estarás como Cristo construyendo el Reino.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro
 


3-19. El que no está conmigo, está contra mí

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González

Reflexión:

La multitud queda admirada ante el milagro que Jesús realiza de arrojar un demonio, pero algunos lo acusan de echar los demonios por orden de Satanás o le piden un “signo del cielo”, pues el arrojar demonios no parece serlo.

En la respuesta de Jesús se aprecian cuatro pasos:

- un razonamiento: también los discípulos de los rabinos que lo acusan arrojan demonios, luego ¿también ellos están endemoniados?

- un anuncio: si Jesús los arroja es porque ha llegado el Reino de Dios. (En efecto, en Lc 4,16 Jesús pone de relieve los contornos del reino que viene a predicar, cuya síntesis consiste en la liberación de los hombres del poder del pecado por su muerte en la cruz y su resurrección).

- un ejemplo: la metáfora sobre el hombre débil y el fuerte ejemplifica claramente la antítesis entre Satanás y Jesús. La conclusión que se extrae de él es que la victoria de Jesús es radical y definitiva.

- una invitación a ponerse de parte de Cristo, a seguirlo, pero sin bajar la guardia, viviendo el Evangelio. Jesús no oculta el riesgo que corre quien decide seguir sus huellas: las fuerzas del mal podrían regresar para vencer al seguidor de Cristo.

Concluyendo, en este pasaje se nota un recrudecerse de las relaciones de Cristo con sus adversarios. Desde el inicio del Evangelio notamos la oposición que Cristo encuentra contra su propia persona y contra su mensaje. Este conflicto llegará a su culmen en la pasión.


3-20. 27ª Semana. Viernes 2004

I. Jesús, aprovechas la crítica de algunos judíos para hablar de un tema importante. Todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado. Este pensamiento profético puede aplicarse también a la falta de unidad entre los cristianos. Tú quieres que con mis obras y mis oraciones colabore para que cada día haya más unidad en la Iglesia: que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado [80].

Jesús, Tú eres ese otro más fuerte que has vencido al demonio con tu muerte en la cruz. Con tu humildad y obediencia al Padre, le has quitado las armas en las que confiaba: el orgullo, la avaricia, la sensualidad. Yo no puedo quedarme en la imparcialidad. El que no está conmigo, está contra mí. Si no estoy unido a Ti por la gracia, los sacramentos y la oración, me estoy pasando al enemigo.

Por ello, he de pedir con fe a Dios que no me deje caer en la tentación. Esta petición llega a la raíz de la anterior, porque nuestros pecados son los frutos del consentimiento a la tentación. Pedimos a nuestro Padre que no nos «deje caer» en ella. Traducir en una sola palabra el texto griego es difícil: significa «no permitas entrar en», «no nos dejes sucumbir a la tentación». «Dios ni es tentado por el mal ni tienta nadie», al contrario, quiere librarnos del mal [81].

II. ¡Qué poco listo parece el diablo!, me comentabas. No entiendo su estupidez: siempre los mismos engaños, las mismas falsedades...

-Tienes toda la razón. Pero los hombres somos menos listos, y no aprendemos a escarmentar en cabeza ajena... Y Satanás cuenta con todo eso, para tentarnos[82].

Jesús, uno de los grandes triunfos del demonio en la sociedad actual es hacer creer a la gente que es una figura propia de los cuentos para niños; o de una cultura atrasada, poco científica, que cree en mitos y poderes mágicos. Así el demonio puede trabajar a sus anchas, pues nadie lucha contra quien supone que no existe. Satanás cuenta con todo eso para tentarnos.

Incluso algunos que se dicen cristianos se molestan si se habla de él, cuando Tú, Jesús, nos adviertes tantas veces de este peligro. Que aprenda a escarmentar en cabeza ajena, viendo como acaban los que no luchan contra las tentaciones del demonio. Que me decida a luchar en serio, y a poner los medios para evitar las ocasiones de pecar.

Jesús, tengo un arma poderosa para vencer al demonio: los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Confesión. Y además, cuento con la ayuda de la dirección espiritual, para que me ayuden a superar esas tentaciones que más me cuestan. Al demonio le molesta mucho la dirección espiritual, y por eso envía al demonio mudo, para que no seamos sinceros. Si alguna vez tengo la tentación de no ser sincero, que acuda a Ti. Y me ocurrirá como a la persona del Evangelio: Y sucedió que, cuando salió el demonio, el mudo rompió a hablar.

[80] Jn 17, 2 1.
[80] Catecismo, 2846.
[80] Surco, 150.

Comentario realizado por Pablo Cardona.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo VI, EUNSA


3-21. CLARETIANOS 2004

Amigos de ciudadredonda:

Continuamos con el evangelio de san Lucas. Jesús, en su subida a Jerusalén, sigue haciendo presente con su anuncio y su práctica el Reino de Dios. De esta práctica forman parte los exorcismos. Y ese es el punto sobre el que se establece “el conflicto de las interpretaciones”, como reza el famoso libro de Paul Ricoeur. Jesús, en su argumentación, parece recurrir a lo que los lógicos llaman “dilema”. Este es un razonamiento que tiene una primera premisa en que se presentan dos o más términos contrapuestos; si se supone que el primero es verdadero, da una conclusión; si se supone que el segundo, da la misma conclusión, y así sucesivamente.
Vamos a aplicarlo a nuestro caso:
Jesús echa los demonios o por arte de Belzebú o con el dedo de Dios.
Si Jesús echa los demonios por arte de Belzebú, esto significa que Satanás está en guerra civil; ahora bien, todo reino que está en guerra civil, va a la ruina; luego el señorío de Satanás desaparece; y si ese reino desaparece, señal de que el reino de Dios está llegando a vosotros. (El reino de Dios, dirá el exégeta Kelber, sólo puede entenderse en su contraste con el reino del mal, que opera en este mundo invadiéndolo todo. Ese reino significa la ruina y derrumbamiento de los poderes del mal y trae una liberación que persigue el fin de todo mal y la transformación de la creación entera).
Si Jesús echa los demonios con el dedo de Dios, señal de que el reino de Dios llegando a vosotros.
Luego en cualquier caso, se mire por donde se mire, el Reino de Dios está llegando a vosotros.
Tarea nuestra es, según apuntábamos ayer al hablar del padrenuestro, luchar contra tantos poderes negativos que siguen empañando la presencia de ese Reino en nuestra historia. Es lo que han hecho los mártires y lo que han hecho los santos.

Cordialmente
Pablo Largo
pablolargo1@hotmail.com