MARTES DE LA SEMANA 25ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Esd 6, 7-8.12b.14-20

1-1. TEMPLO-JUDIO.

Después de recordar y reproducir el decreto de Ciro (Esd 6. 1-5), Darío autoriza a los judíos a continuar las obras de la construcción del templo y ordena a sus gobernadores de la satrapía transeufratina que no entorpezcan los trabajos. Más aún, les manda que ayuden a costear las obras con dinero tomado de los fondos reales (6. 6-12). Aunque pueda llamar la atención, esta liberalidad de Ciro primero, y luego de Darío, se ajusta bien al espíritu religioso y político de la corte persa.

El 23 del mes de Adar del año sexto del rey Darío corresponde al primero de Abril del 515 a.J.C. Fue el año en que se terminaron las obras del templo y asimismo la fecha de su dedicación.

El texto menciona a los profetas Ageo y Zacarías. En realidad a ellos se debe la construcción del templo postexílico. Fueron ellos los que, venciendo todas las dificultades y exhortando al pueblo, llevaron a feliz término la obra. A continuación tuvo lugar la dedicación y, a pocos días de distancia, la celebración de la Pascua.

Así se termina la primera parte del libro de Esdras (cc. 1-6), que gira toda ella en torno al templo. El templo junto con el personal dedicado a su servicio y la ordenación del culto son temas predilectos de la historia cronística.

El templo postexílico, inaugurado en el 515, dura hasta Herodes el Grande (37-4 a. J.C.). En el año 18 de su reinado Herodes emprendió la construcción de un nuevo templo, que en lo esencial fue concluido en muy poco tiempo. En cuanto a las partes complementarias y a los detalles no fue ultimado hasta unos pocos años antes del 70 de nuestra era, en que fue totalmente destruido por los romanos. Aunque en realidad el templo de Herodes fue un tercer templo, ya que lo construyó desde sus cimientos y además fue el más sólido y suntuoso de todos, sin embargo los judíos lo consideran como una mera reconstrucción del anterior. De ahí que, al dividir su historia con referencia al templo, hablan de dos grandes períodos: el primero corresponde al primer templo, o sea hasta el destierro; y el segundo corresponde al segundo templo, que ellos alargan hasta el año 70 de nuestra era.

A partir de esa fecha ha habido intentos, en distintas ocasiones, por ejemplo en tiempo de Juliano el Apóstata, de reconstruir el que los judíos llaman tercer templo, pero nunca se han visto coronados por el éxito. Actualmente, una vez que los judíos han regresado a su tierra, se ha vuelto a plantear la cuestión del templo y las opiniones andan divididas. La solución más generalizada es que el tercer templo lo construirá el Mesías, cuando venga.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 412


1-2.

-El rey de Persia, Darío, escribió a las autoridades de la provincia situada al oeste del Eufrates y de la que dependía Jerusalén...

En efecto, Jerusalén no es más que un pequeño cantón del Imperio persa. Los judíos han perdido toda esperanza de restablecer un reino terrenal en la dinastía de David.

Es muy notable que en lugar de crisparse por la pérdida de lo que fue un sueño temporal, los judíos más conscientes llegados de nuevo a Jerusalén, acepten lealmente la autoridad persa y se entreguen totalmente a la edificación de una «comunidad» fervorosa y únicamente religiosa. Habiendo perdido toda ilusión de independencia política, se dedican a profundizar lo esencial de su razón de vivir: la fe y el culto de Yahvéh

Cuando ciertas circunstancias exteriores son desfavorables ¿tengo yo también el reflejo de concentrarme en lo esencial, sirviéndome de las contrariedades para lograr una purificación y un avance espiritual?

-«Dejad al gobernador de Judá y a los ancianos de los judíos que reconstruyan ese Templo de Dios... los gastos de esas gentes les serán reembolsados sin demora de los fondos reales, es decir, de los impuestos de la provincia.»

Es de admirar la amplitud de miras de ese rey pagano... cuyos proyectos humanos se inscriben con tanta exactitud en los proyectos de Dios.

Esos acontecimientos antiguos no se nos relatan para que los recordemos como tales, sino para que nos ilustren sobre el DÍA de HOY de Dios. Alguna vez, escuchando la radio o leyendo el periódico ¿trato de leer en esas noticias los movimientos de la historia que me parece que hacen avanzar el proyecto de Dios?

-Los ancianos de Judá continuaron con éxito los trabajos de construcción, animados por la palabra de los profetas Ageo y Zacarías. Llevaron a término la construcción conforme a la orden del Dios de Israel y según los decretos de Ciro y de Darío.

Deportados puestos en libertad... decretos reales... descentralización regional... impuestos... Son todas ellas cuestiones típicamente profanas y políticas. Pero, en el interior de todo ello, unos hombres viven el dinamismo de su Fe: si el decreto proviene del Rey, ellos obedecen de hecho en profundidad a la «orden de Dios».

Y los profetas, de los que leeremos algunas páginas la próxima semana, están allá para dar el sentido de la acción emprendida.

-El Templo fue terminado el día veintitrés del mes de Adar, el año sexto del reinado de Darío. Los israelitas -sacerdotes, levitas y el resto de los repatriados- celebraron con júbilo la dedicación del Templo.

En 515, el santuario, completamente nuevo, es consagrado. Este edificio, llamado «segundo Templo» -el primero, construido por Salomón, había sido destruido por Nabucodonosor en 587- durará hasta el tiempo de Herodes que lo embellecerá unos años antes de Jesús. Es el edificio que frecuentrará Jesús.

A algunos metros de distancia Jesús será crucificado y resucitará. Jerusalén permanece como uno de los altos lugares espirituales de la humanidad.

-Los deportados celebraron la Pascua... Inmolaron la Pascua para todos, para sus hermanos, los sacerdotes y para sí mismos.

Se trata en efecto, de una renovación religiosa.

Aquel día recomienza un culto interrumpido durante setenta y dos años. Admirable tenacidad la de esos creyentes. Podría creerse que la Fe de Israel había zozobrado en la persecución y en la deportación. Pues bien, sin ninguna estructura, sin ninguna ceremonia se mantuvo y fue, incluso, más profunda.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 298 s.


1-3. /Esd/06/01-05: /Esd/06/14-22

Las dificultades, en tiempos del persa Darío, de la oposición samaritana en cuanto a levantar el templo de Jerusalén son resueltas por la comunidad restauradora alegando el edicto de Ciro (vv 3-5), el fundador del Imperio persa. Es conocida la actitud respetuosa de los persas por lo que respecta a las religiones de los pueblos que se anexionaban. Este hecho, explicable como una simple medida política en orden a la convivencia pacífica, viene considerado como una cooperación de la causalidad divina y humana (14), puesto que llevaba a cabo el cumplimiento del designio de Dios (12). Sin caer en un providencialismo alienante, hay que aprender de una vez por todas esta lección constantemente repetida: el Dios de la Biblia es el Dios que se revela en la historia. La complicada trama de los acontecimientos tiene un sentido querido por Dios, verdadero rector del flujo histórico, a pesar de los zigzags que aparentan como si la historia fuera dirigida fatalmente por el capricho de los prepotentes, o por el juego dialéctico de la materia o incluso por la complicación creciente de las estructuras.

Con la presente lectura se acaba la primera parte del libro de Esdras. El objetivo prioritario de la comunidad restaurada ha sido conseguido: la reconstrucción del templo. Ahora se celebra la dedicación y se celebra alegremente la Pascua, memoria-presencia de las liberaciones salvadoras de Dios. El autor ha narrado el trabajo de la reedificación del santuario utilizando sus fuentes, pero sin preocuparse de ciertos detalles ni de una cronología rigurosa. La casa de Dios era el centro de su pensamiento. Recobrada la mansión de la vida religiosa, los regresados del exilio podrán encaminar sus fuerzas en convertirse en una comunidad cultual y socialmente organizada. Por otra parte, la recuperación del templo de Jerusalén sellará definitivamente el cisma con los samaritanos, los cuales acabarán construyéndose un templo en la montaña de Garizín.

Los cristianos sabemos que el auténtico templo, el auténtico lugar de encuentro con Dios es Jesús (Jn 2,21) y que desde entonces todo templo de fabricación humana está radicalmente relativizado porque «es llegada la hora -dice Jesús- en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad" (Jn 4,21.23).

R. VIVES
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 276 s.


2.- Pr 21, 1-6.10-13

2-1.

-El corazón del rey es una corriente de agua en la mano del Señor, que él dirige donde quiere.

En efecto, los grandes «dirigentes» suelen creer que no tienen amo ni superior, y que pueden actuar «a gusto y placer»... como si no estuviera encima de ellos nadie a quien tuvieran que «rendir cuentas».

La Sabiduría popular dice que esto es una ilusión: rendirán las cuentas, como también ellos nos la exigen a nosotros. Existe Dios que les conduce como a un río entre sus orillas.

-Al hombre le parecen rectos todos sus caminos; pero es el Señor quien pesa los corazones.

Esta es otra máxima elemental y muy exacta.

Siempre tendemos a justificarnos. Pero ésta no es la última palabra: «es el Señor quien pesa los corazones».

Dios sólo tiene un conocimiento exacto de las cosas y de los hombres. Nuestro conocimiento es siempre muy superficial.

¡Señor, dame a conocer tus juicios! Señor, «pesa mi corazón», dime cual es su densidad de amor... ¿según tus Juicios es poca o mucha?

-Practicar la justicia y la equidad es mejor que los sacrificios.

Jesús citará, casi palabra por palabra, ese dicho popular, que de otra parte se encuentra en muchos juicios de HOY cuando se acusa a ciertos cristianos de que su práctica religiosa no se corresponde con su vida: «¡más les valdría asistir menos a misa y respetar mejor la justicia!»

«Amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios», ¡decía también Jesús! (Marcos 12, 33) Exigencias populares de Justicia y de Derecho: exigencias divinas. Señor, ayúdame a «practicar» la justicia y el derecho... que valen más que la "práctica" religiosa. Y haz que sea yo fiel a mis "prácticas religiosas" para que me recuerden sin cesar la exigencia profunda de la justicia cotidiana que debo a mis hermanos.

-Los proyectos del diligente producen abundancia; pero el que se precipita cae en indigencia.

Ser activo y diligente, ¡bien!

Estar nervioso, tenso y ajetreado, ¡mal! Dame, Señor esa doble virtud. Virtudes de equilibrio. Virtudes en apariencia, muy a ras de tierra. Lo que Dios quiere es: ¡un hombre activo y equilibrado!

-Atesorar con lengua engañosa, es vanidad fugaz que lleva a la muerte.

"Los bienes mal adquiridos no aprovechan nunca".

"¡Que vuestra palabra sea sí, si es sí; no, si es no!" dirá Jesús. Gran parte de los valores evangélicos, son, buenamente, valores humanos.

Gracias, Señor, de repetírnoslo con estos "proverbios".

Y ayúdanos a escuchar, en el corazón de nuestros hermanos, estas sencillas resonancias de tu sabiduría.

-El que cierra sus oídos a las súplicas del pobre, clamará también él y no obtendrá respuesta.

"La medida que uséis al juzgar a los demás la usarán con vosotros", dirá Jesús. (Mateo 7, 2)

Señor, hazme bueno... que lo sea con todos... abre mis oídos, mi corazón y mis manos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 298 s.


3.- Lc 8, 19-21 

3-1.

Ver Mc 3. 31-35: MARTES DE LA TERCERA SEMANA


3-2. FAM/NO-ASOLUTO.

Debido a que el Hijo de Dios se hizo carne, afrontó el inevitable conflicto de generaciones y ha transgredido las órdenes y normas del medio familiar. Esta ruptura no ha sido en forma de revuelta ni oposición, sino necesaria y dolorosa vía hacia la autonomía personal donde se halla lo único absoluto que existe: el Padre de los Cielos.

Ahora bien: sistema religioso y derecho civil tratan de hacer de la familia un absoluto, consagrando los lazos que se crean en ella. Cristo siembra a este respecto una semilla de contestación: la familia no es incondicional; no es el fin exclusivo de la vida.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VIII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 83


3-3. ELECCION/DEBILIDAD  /Dt/07/07-12 M/VD  /Lc/01/37.

La comunidad con Jesús, más que en la sangre está en oír y hacer realidad la Palabra. María es madre de Jesús por el "sí" total y absoluto, dado un día a la Palabra de Dios.

"Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1. 37).

El texto no es un rechazo de María, es más bien una alabanza.

Ella fue un "sí" a la Luz y dio a luz la Luz del mundo; no se la apropió, la entregó y esta misma donación la hace madre y hermana de todos los que siguiendo sus huellas son un sí a la Palabra y un ejemplo para el "hacer" de la Iglesia.

No es la raza la que une con Jesús, ni la sangre; sino la acogida creyente y realista, en obras, de la Palabra. La última frase es dirigida a aquellos que por lo que sea: sangre, raza, nombre... creen tener un derecho sobre Jesús. El que se entrega sin presupuestos de ningún género no reconoce derechos, a no ser la necesidad.

Dios nos ha elegido. La razón no es nuestra grandeza. Si de algo frente al Señor podemos gloriarnos es de nuestra propia debilidad (Dt 7. 7-12).

COMENTARIOS BIBLICOS-5.Pág. 520


3-3. FAM/VD 

Los parientes, madre y hermanos, quieren "ver" a Jesús. Es muy difícil precisar lo que esa palabra significa. En el texto correspondiente de Marcos, que Lucas tuvo presente al redactar su evangelio, la intención de la familia se precisa de un modo diáfano: buscan a Jesús para llevarle, porque piensan que está loco (Mc 3. 20-21). Juzgan que está loco porque anuncia entre las gentes cosas que se oponen a las viejas tradiciones de su pueblo.

Formulada con otras palabras, su acusación se identifica con aquélla que dirigen los fariseos: "Está poseído por Beelzebul o Satán", de tal manera que su vida y su mensaje están al servicio de las fuerzas de lo malo (Mc 3. 22. Téngase en cuenta la unidad que forman Mc 3. 20-21 y 3. 31-35). Lucas, mucho más reverente en lo que respecta a la familia de Jesús (especialmente a María), ha suprimido ese motivo (la intención de la familia). Sin embargo, todo nos permite suponer que la llamada familiar reviste para el mismo evangelio de Lucas un rasgo negativo: los parientes quieren monopolizar a Jesús, utilizando los privilegios que les ofrece su parentesco. En este contexto se comprende la respuesta: "Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra" (8.21).

Frente al viejo parentesco de la sangre, Jesús funda las bases de la nueva familia de su Reino, en la que toman parte aquéllos que reciben y cumplen su palabra. Ténganse en cuenta los dos rasgos:

a)es preciso "escuchar la palabra", es decir, hallarse abiertos a la gracia, recibiendo el don de amor que Dios nos ha ofrecido por el Cristo;

b)hay que cumplir la palabra: solamente aquél que la traduce con su vida la ha escuchado plenamente.

El mensaje de Jesús se centra en estos rasgos de gracia y exigencia. Ser cristiano significa vivir en el misterio del amor que Dios nos comunica como nueva posibilidad de existencia; pero, a la vez, supone lograr que el don se expanda de tal forma que se convierta para nosotros en un principio de existencia: desde el amor de Dios debemos llegar a ser puente de amor para los otros.

Los que escuchan y cumplen la palabra de Jesús se han convertido en su familia. No son siervos que están fuera y que reciben por simple compasión un don de amor. Son la madre y los hermanos; es decir, forman con Jesús un mismo hogar de comunión y de confianza.

Las barreras de este mundo (divisiones sociales, políticas, religiosas) pierden su sentido.

En Jesús y por Jesús todos los hombres constituyen una misma familia, siendo miembros los unos de los otros.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1298


3-4. M/PD 

Jesús está asediado por el pueblo. Su madre y sus hermanos quieren ver sus obras maravillosas, quieren verle a él. Pero esto no es precisamente lo que importa. Desde que Jesucristo está sentado a la diestra del Padre, no podemos ya entrar personalmente en contacto con él, no podemos ya verlo con los ojos, no podemos ya presenciar su acción. Jesús mismo dice qué es lo que importa: oír y poner en práctica la palabra de Dios.

Nosotros tenemos la palabra de Dios. Los discípulos la siembran todavía en el mundo. Por Jesús fue traída la palabra de Dios al mundo, hizo una carrera triunfal por el mundo, nos llegó también a nosotros. En la palabra está la acción salvífica de Jesús, él está presente como portador de salud "Bienaventurados los que no vieron y creyeron" (Jn 20. 29).

El que escucha y pone en práctica la palabra de Dios, es madre y hermano de Jesús. No son los lazos de la sangre los que proporcionan la comunión con Jesús, sino el oír y poner en práctica la palabra de Dios. La Iglesia es edificada por la palabra de Dios. Ésta es el alma de la Iglesia, y la Iglesia es su fruto. De la palabra de Dios brota siempre Iglesia viva. Ésta viene a ser familia de Cristo oyendo y guardando la palabra de Dios.

En la historia de la infancia se presenta ya a la madre de Jesús como la tierra buena que oye y hace, pone en práctica la palabra de Dios. Es esclava del Señor, que oye la palabra de Dios y se pone a su disposición como esclava (1. 38). Guarda cada palabra y la medita en su corazón (2. 19). Lleva la palabra a Isabel, y su anuncio la hace tan rica, que desborda en un cántico (1. 46-55).

María es el corazón bueno, que retiene la palabra y lleva fruto con constancia. María es madre de Jesús, no sólo porque le dio la vida humana, sino también porque oyó y puso en práctica la palabra de Dios.

EL NT Y SU MENSAJE
EL EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS/03-1
HERDER BARCELONA 1970.Pág. 231


3-5. TEREJ/DESEO 

-Estando Jesús hablando con la gente, su Madre y sus hermanos fueron donde El...

Marcos había dicho, sin ambages, que esa visita familiar pretendía frenar y recuperar a Jesús: "su familia fue allá para llevarse a Jesús con ellos pues afirmaban: "se ha vuelto loco" (Marcos 3, 21).

Lucas interpreta ese mismo episodio pero de modo distinto. Lucas conocía a María personalmente: de ella recogió directamente los recuerdos de la infancia de Jesús. Suprime por lo tanto, toda interpretación desfavorable.

-Fueron a verlo su Madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograron llegar hasta El...

Es una escena muy natural y humanamente muy emotiva... si nos ponemos, muy sencillamente, a escuchar a Lucas.

He aquí una madre que quiere ver a su hijo, y unos primos que la acompañan; pero ese miembro de la familia tiene tanto éxito, con gente siempre a su alrededor que resulta difícil acercarse a El.

-Entonces le avisaron: "Tu Madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte." ¿Estoy yo también deseoso de "ver a Jesús"?

Teresa de Ávila, siendo niña, se escapó un día de su casa.

Se la encontró caminando por la carretera "¿Qué haces aquí?" -"¡Quiero ver a Dios!"

Había oído decir que los sarracenos mataban a los cristianos, y, en su deseo de ver a Dios, con la ingenuidad de su corazón de niña, se había imaginado llegar hasta el sur de España donde le sería fácil, pensaba, recibir el martirio. Naturalmente fue reconducida a la casa paterna. Pero toda su vida de adulta fue como la realización de ese deseo: quiero ver a Dios.

¿Participa mi oración de ese deseo? Vivir con Dios, acercarme a El.

-Pero El les contesto: "Mi Madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios.....

Esa es la explicación muy positiva que Lucas nos propone.

Para hablarnos de ese episodio escogió colocarlo exactamente después de las parábolas de la "semilla" y de la "lámpara". De ese modo Lucas elaboró como una pequeña teología de la Palabra: los que escuchan a Dios, son tierra buena que produce mucho... son también como lámpara sobre un pedestal que alumbra lejos en derredor... pero también, y sobre todo, son la "familia de Jesús"...

"¿Mi madre, mis hermanos? ¡Son los que escuchan la Palabra de Dios!" Tal como Lucas relata esa frase, no tiene nada de polémica.

¡No se trata, para Jesús, de rehusar a su familia, sino de ampliarla! Como si dijera: "¡Oh sí, amo a mi familia; pero esa familia es mucho más extensa de lo que imagináis! Comporta innumerables lazos con innumerables hermanos".

Si escuchamos la Palabra de Jesús, nos hacemos semejantes a El, poco a poco vamos pensando y reaccionando como El... como si viviéramos familiarmente con El, como hermanos...

¡Señor, si eso resultara ser verdad! ¡Si escuchara tu voz de tal manera, que llegara yo, efectivamente, a percibirla como una voz familiar, y que, a su vez, mi propia voz acabara por tener la misma entonación que la tuya!

-Los que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en obra.

Encontramos aquí la misma insistencia que en las dos parábolas precedentes: vivir la fe... vivir lo que se cree; poner en práctica, eficazmente, nuestras convicciones... practicar, poner en obra, la Palabra de Dios...

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 190 s.


3-6.

1. (Año I) Esdras 6,7-8.12.14-20

a) Darío, sucesor de Ciro, sigue con su misma política de dejar bastante autonomía a los pueblos que pertenecen a su imperio, y favorece claramente, según el relato de hoy, que los judíos puedan reconstruir su templo. Los persas pensaban, como estrategia política, que se consigue mucho más teniendo contentos a los pueblos que oprimiéndolos innecesariamente. El relato deja entrever que los judíos habían encontrado dificultades por parte de los pueblos vecinos.

La fiesta de la Dedicación del templo -el año 515 antes de Cristo- fue solemne y colmó de alegría el corazón de los israelitas. Este templo era el segundo, después del de Salomón, y duraría hasta Herodes el Grande, que un poco antes de nacer Jesús lo reedificó completamente, y que a su vez duraría hasta que los romanos lo asolaron el año 70 de nuestra era.

A pesar de que esta reconstrucción no llegó a tener al esplendor del templo anterior, ¡qué emoción sentirían los israelitas, sobre todo los mayores, al volver a oír los cantos y al ver el esplendor de las ceremonias y las volutas de incienso subiendo hacia Dios!

No es extraño que el salmo, uno de los más conocidos también por nosotros, exprese estos sentimientos: "¡qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor... Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta".

b) Después de la tempestad viene la calma. Ojalá también en nuestra propia vida, y en la de cada comunidad, tuviéramos, si hiciera falta, ánimos para una reconstrucción ilusionada.

Si nuestra historia personal ha dejado que desear, o se ha empobrecido una comunidad cristiana, o fallan las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, o la Iglesia atraviesa -como ha sucedido no pocas veces en la historia- por momentos de decadencia, siempre deseamos que Dios nos dé la fuerza suficiente para rehacernos. Nos costará, como les costó a aquella generación de los que volvieron del destierro. Nada se reconstruye sin esfuerzo y sacrificio.

El templo no era lo único que se reconstruía en aquel tiempo, pero era el mejor símbolo de la identidad histórica de Israel. Por eso el relato nos habla de cómo se reorganizó el culto y la celebración de la Pascua: era la gozosa vuelta a los buenos tiempos de la Alianza con Dios. También ahora, cuando hay que reconstruir muchas cosas humanas, sociales, de justicia y distribución de bienes, no olvidamos los valores religiosos y éticos, que pueden considerarse como el termómetro de la recta dirección de la tarea.

Ojalá también hoy se eleven voces proféticas, como las de Ageo y Zacarías, que se nombran en la lectura de hoy y que leeremos en días sucesivos, que inviten a nuestra sociedad a recapacitar y a no dejar perder los valores que constituyen nuestra mejor identidad humana y cristiana, y no sólo los materiales.

Cuando celebramos, en el año litúrgico, las fiestas de la Dedicación de san Juan de Letrán o de la catedral de la diócesis o de la propia iglesia, los textos nos invitan a renovar cada año nuestra identidad eclesial: esas paredes son el símbolo exterior del edificio vivo que es la comunidad misma, destinada a alabar a Dios y a difundir su Palabra y celebrar sus sacramentos.

1. (Año II) Proverbios 21,1-6.10-13

a) Siguen las reflexiones del sabio, llenas de sentido común y de sensibilidad religiosa. Son ideas dispersas, sin relación aparente entre ellas, excepto que son criterios de sabiduría para la vida. Por ejemplo, que "Dios pesa los corazones", el del rey y el de todos, y no se deja engañar por las apariencias, como nosotros. Que hay que ser "diligentes", pero no "atolondrados". Que lo que se edifica sobre embustes es "humo que se disipa y lazos mortales".

b) Son páginas para leer sin prisas, proyectando sus gotas de sabiduría sobre nuestra conducta, a modo de examen de conciencia.

Caemos con frecuencia en la tentación de las apariencias, pero es Dios quien conoce el corazón humano y sabe si es sólido o no. Ya deberíamos tener la experiencia de que "tesoros ganados por boca embustera son humo que se disipa".

Una vez más aparece la afirmación, tantas veces oída en labios de los profetas y del mismo Jesús, de que "practicar el derecho y la justicia, Dios lo prefiere a los sacrificios".

También se nos recuerda que un día nos puede pasar a nosotros lo que vemos que les pasa a otros y no les ayudamos: "quien cierra los oídos al clamor del necesitado, no será escuchado cuando grite".

Con el salmo podemos hoy rezar a Dios que nos enseñe su sabiduría: "enséñame a cumplir tu voluntad, guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo".

2. Lucas 8,19-21

a) Entre los muchos que seguían a Jesús, hoy aparecen también "su madre y sus hermanos", o sea, María su madre y los parientes de Nazaret, que en lengua hebrea se designan indistintamente con el nombre de "hermanos".

¿A qué vinieron? Lucas no nos lo dice. Marcos, en una situación paralela, interpreta la escena como que los familiares, asustados por lo que se decía de Jesús y las reacciones contrarias que hacían peligrar su vida, venían poco menos que a llevárselo, porque decían que "estaba fuera de sí" (Mc 3,20-21). Lucas, que parece conocer noticias más directas -¿de parte de la misma Virgen?- no le da esa lectura. Podían venir sencillamente a saludarle, a hacer acto de presencia junto a su pariente tan famoso, a alegrarse con él y a preocuparse de si necesitaba algo.

Jesús aprovecha la ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de familia o de comunidad: "mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra". No niega el concepto de familia, pero sí lo amplía, dando prioridad a los lazos de fe por encima de la sangre. Continúa, por tanto, el eco de la parábola que leíamos el sábado: la de la semilla que es la Palabra de Dios. Da fruto cuando se acoge bien y se pone en práctica.

b) La nueva comunidad de Jesús no va a tener como criterio básico la pertenencia a la misma raza o familia de sangre, sino la fe.

Ciertamente en el pasaje de Lucas no podrá entenderse esto como una desautorización de su madre, porque el mismo evangelista la ha puesto ya antes como modelo de creyente: "hágase en mí según tu palabra". Al contrario: es una alabanza a su madre, en la que Jesús destaca, no tanto su maternidad biológica, sino su cercanía de fe. Su prima Isabel la retrató bien: "dichosa tú, porque has creído".

Nosotros pertenecemos a la familia de Jesús según este nueva clave: escuchamos la Palabra y hacemos lo posible por ponerla en práctica. Muchos, además, que hemos hecho profesión religiosa o hemos sido ordenados como ministros, hemos renunciado de alguna manera a nuestra familia o a formar una propia, para estar más disponibles en favor de esa otra gran comunidad de fe que se congrega en torno a Cristo. Pero todos, sacerdotes, religiosos o casados, debemos servir a esa "super-familia" de los creyentes en Jesús, trabajando también para que sea cada vez más amplio el número de los que le conocen y le siguen.

"¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!" (1ª lectura I)

"Es Dios quien pesa los corazones" (1ª lectura Il)

"Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos" (salmo Il)

"Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 92-99


3-7.

Pr 21, 1-6.10-13: La embriaguez es estupidez

Lc 8, 19-21: La familia de Jesús

Los parientes de Jesús lo buscan pero no se atreven a entrar en el grupo de discípulos. Cuando Jesús se entera de que su familia lo requiere, no acude como hubiese sido lo normal, sino que responde con una frase que debió dejar perplejos a parientes y asistentes: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y lo ponen en práctica".

Esta frase bien se puede tomar como un rechazo radical a la parentela o bien como un cuestionamiento a los parientes. El rechazo consiste en ponerle en claro a la familia que los vínculos de sangre no son más importantes que el llamado de Dios. Los parientes deben abandonar toda pretensión de dominio y comprender que la comunidad de discípulos inaugura una Nueva Familia basada en la fraternidad, en la solidaridad y en la libertad.

El cuestionamiento se puede entender como un llamado a los parientes para que tomen el camino del discipulado. Jesús los exhorta a escuchar el mensaje de Dios y a ponerlo en practica. Los parientes, aunque fueran unos israelitas piadosos, seguramente no estaban a la altura de las exigencias de la Nueva Familia de Dios.

Hoy, no tenemos unos grupos familiares tan dominantes como en la antigüedad, sin embargo, la familia aún sigue siendo un lugar de dominación y manipulación. La comunidad cristiana crea un espacio de vida donde las familias pueden alcanzar su verdadera dimensión y llegar a ser las forjadoras de los Hombres y Mujeres Nuevos.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-8. CLARETIANOS 2002

Los profetas de Israel fueron frecuentemente críticos con el culto del templo; tenían muy claro que Dios no quiere nuestras cosas (corderos, toros, etc), sino a nosotros, nuestro corazón. La religión greco-romana no implicaba ningún compromiso ético; se trataba de tener propicios a los dioses mediante ritos externos. Algunos israelitas pudieron caer en un error parecido, y los profetas lo zahieren. En consonancia con ellos, también los sabios enfatizarán que "practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios" . Finalmente Jesús, citando a Oseas, recuerda aquello de "misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios en vez de holocaustos" (Mt 9,13). Jesús recuerda constantemente la inconmensurable comprensión de Dios para con el pecador, y en consecuencia pide que el pecador perdonado -que somos todos- tenga él también entrañas de compasión; en este punto Jesús es inflexible; por momentos tenemos la impresión de que la comprensión de Jesús y del Padre tiene un límite: no disculpa "la ausencia de entrañas". Al dicho del sabio "quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite" , él le da la traducción: "con la medida con que midáis os medirán" (Mt 7,2); y la carta de Santiago, más cercana al proverbio veterotestamentario, especifica que "habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó la misericordia" (Sant 2,13). Frente a la compasión, el derecho y la justicia, que brotan del corazón, poco puede significar la sangre de un animal sacrificado en el templo. ¿Qué pensar de nuestras liturgias? ¿Las acompaña un corazón compasivo?

Los profetas del Antiguo Testamento llevaban frecuentemente una vida anómala, debido a que la causa de Yahvé los quemaba, no les dejaba espacio para muchos usos convencionales de la cultura ambiental. Jeremías confesaba que llevaba la Palabra de Dios como fuego en su carne prendido en sus huesos, y su vida se convirtió en objeto de irrisión. En línea con el mejor profetismo, Jesús vive para una sola persona y una sola causa: se llaman respectivamente el Padre y el Reino. Ha roto sus lazos familiares, no tiene posesiones, ni patria estable... Ha realizado una mutación total de valores, y no reconoce otra familia que la de quienes acogen el Reino de Dios; los vínculos de sangre ya no cuentan. María es grande no por ser madre biológica de Jesús, sino porque guardaba la Palabra meditándola en el corazón (Lc 2,51); y a cada uno de los creyentes se nos hace el regalo insoñable de pertenecer a la familia íntima de Jesús.

Severiano Blanco, cmf (severianoblanco@yahoo.es)


3-9. COMENTARIO 1

LA NUEVA FAMILIA DE JESUS

Este colofón sirve para establecer un neto contraste entre el Israel histórico, representado ahora por «la madre y los hermanos» de Jesús (8,19.20) y el nuevo Israel: «Madre y hermanos míos son los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen por obra» (8,21). Los lazos que vinculan a los miembros del nuevo Israel no son los de la sangre, sino la adhesión al mensaje de Jesús y el hecho de ponerlo en práctica. La tierra prometida ya no es Israel, sino toda la tierra, la que Jesús continúa «atravesando» gracias a los sembradores de buenas noticias. Todos los que reciben el mensaje en tierra buena y lo hacen fructificar son miembros de pleno derecho de la familia de Jesús. «La multitud» que impide al Israel histórico llegar hasta Jesús y lo retiene «afuera» son los oyentes que todavía no han hecho ninguna clase de opción, pero que se interesan por su enseñanza.


Se distinguen, pues, con claridad tres grupos bien diferenciados: 1) «los que (sólo) quieren verlo», el antiguo Israel (8,20: cf. 9,18-19; 10,24); 2) «los que (sólo) escuchan», la multitud de los oyentes (8,10); 3) «los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen en práctica», los discípulos (8,21).


COMENTARIO 2

Muchas veces la conciencia de la cercanía de Jesús en nuestra vida nos lleva a acercarnos a él para que atienda, aun de forma extraordinaria, a nuestras carencias y necesidades. La seguridad de ser escuchados se convierte muchas veces en invocación de pretendidos derechos, en la que la voluntad de Dios es colocada al servicio de nuestra voluntad.

Este camino, en lugar de acercarnos a Jesús nos aleja de él. Pertenecer a la familia de Jesús no nos coloca en el ámbito del privilegio sino en el de la obediencia, en el que nuestra voluntad se adecúa a la voluntad de Dios. Y de este modo, las palabras de Jesús sobre su verdadera familia nos indican el único camino posible para llegar a él. Desde ellas podemos comprender en dónde debemos colocar la única posibilidad auténtica de acercamiento. Los intereses de Jesús son los intereses de la Palabra de Dios interpretada como realización de su misericordia y, por consiguiente, nos llevan a situarnos en su círculo familiar cuando conforme a ella, configuramos nuestra vida en solidaridad y en entrega a los demás.

La comunión con Jesús sólo se logra en la aceptación de su proyecto, de su vida y sus palabras en la propia vida y sólo desde ellos se puede construir un auténtico vínculo familiar que haga indisoluble nuestra unión con él.

Este es el único fundamento sólido sobre el que puede construirse la verdadera familia de los hijos de Dios, capaces de expresar el proyecto y el querer de Dios.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-10. Martes 23 de septiembre de 2003

Esd 6, 7-8.12.14-20: Los constructores de la casa de Dios
Salmo responsorial: 121, 1-5
Lc 8, 19-21: La verdadera familia de Jesús

Estaba Jesús hablando, cuando se presentó alguien con la noticia de que su familia estaba afuera esperando que saliera, porque el gentío era tan grande que no podían llegar hasta Él. Jesús no sale, y al aviso de que la familia está afuera y quieren verlo, responde: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.

La frase de Jesús reitera su pensamiento sobre la Palabra: que hay que escucharla, asumirla, irradiarla, y ahora, hacerla práctica, es decir, testificarla con las obras. De esta manera, “hacemos la voluntad del Padre”. Pues, para Lucas “hacer la voluntad del Padre” significa, ante todo, “escuchar y poner en práctica la Palabra”.

Para muchos, la frase de Jesús está cargada de dureza y desprecio por su familia, pero por duro que parezca ese comportamiento, para Él, ante el Reino, todo pasaba a segundo plano: no estaba dispuesto a que nadie malinterpretara el contenido del Reino; ni los jefes religiosos ni la familia pueden intentar encerrarlo en el estrecho círculo de la tradición o de las obligaciones familiares. El futuro, ya presente, es algo inédito y está por construir; no se le puede definir de acuerdo al pasado; los marcos estrechos son rotos por Jesús.

La verdadera familia de Jesús no está constituida pues por los lazos de la carne o de la sangre, sino por la obediencia a la Palabra de Dios. Nos hacemos hermanos de Jesús y miembros de su «nueva familia» por el compromiso que asumamos con su proyecto. Es decir, si nos comprometemos en la construcción del Reino de Dios con una actitud profética que esté siempre a la escucha de la Palabra; que no calle ante el dolor y el sufrimiento y que grite con toda su voz contra el hambre, la miseria, la opresión y la muerte, contra la hipocresía y la injusticia, contra el egoísmo, contra la falta de compromiso con los empobrecidos, contra la cobardía e insensibilidad frente a la realidad cruel que vivimos. Ser parte de la familia de Jesús es, en definitiva, compartir su vida y su proyecto: liberar de todas la esclavitudes a los empobrecidos de la tierra.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-11. DOMINICOS 2003

Motivos para la alegría

El contexto inicial de nuestra celebración en el día de hoy viene dado por la alegría de un pueblo, el de Israel, que, situado en casa, templo y tierra, comienza a organizarse en torno a un proyecto de fe, vida, trabajo y costumbres, que le hagan sentirse ‘pueblo de Dios’.

Decíamos ayer que el edicto del rey persa, Ciro, abrió a los israelitas los caminos de retorno hacia Jerusalén, con el proyecto de restablecer templo y culto.

Hoy entra en escena –en la primera lectura- un nuevo rey, Darío (años 521 a 485 a. C.). Éste, tras rechazar a la oposición que surgió contra la reedificación del templo, o al menos tras aclarar la legitimidad de hacerlo, se dirige a los sátrapas o gobernadores de la región de más allá del Éufrates (incluida Palestina), y les ordena tres cosas: que permitan reconstruir el templo de Dios en el viejo solar de Jerusalén, que se reorganice la vida religiosa y social en el mismo, y que se provea a su financiación.

¡Gran motivo de alegría!

El Pueblo de Dios se dispone a vivir nuevas etapas de gloria, con su dosis de esperanza y de sacrificio. Por eso canta, en actitud de peregrino, el salmo 121:

Llenos de alegría, vamos a la casa del Señor...
Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales, Jerusalén...
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor..., a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia en el palacio de David... (Sal. 121)

En contraste con esa actitud excesivamente jubilosa, el Evangelio nos vuelve a repetir otro canto de la fe, más cercano e íntimo, que nos hace a todos hermanos y madres en nuestra solicitud por los demás.

 

Palabra de gozo y fe

Libro de Esdras 6, 7-8.12b.14-20:

“En aquellos días, el rey Darío escribió a los sátrapas de Transeufratina:

 ´Permitid al sátrapa de Judá que trabajen para reconstruir el templo de Dios en su antiguo sitio...; y ordeno que se paguen todos los gastos puntualmente y sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de Transeufratina. La orden es mía. Darío´. 

De este modo... adelantaron mucho la construcción..., hasta que por fin la terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel, y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia...

 Los israelitas –sacerdotes, levitas y resto de deportados-  celebraron con júbilo la dedicación del templo, ofreciendo toros, carneros...”

En el texto aparecen, junto a las dificultades de la construcción, los nombres de varios reyes bajo cuyo impero se fueron realizando las obras, hasta su inauguración. El trabajo fue ímprobo, pero esto significaba que en el  ‘templo’ se encontraban todos como miembros de un pueblo, presidido por Dios.

Evangelio según san Lucas 8, 19-21:

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él les contestó: Mi madre y mi hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.

El contexto espiritual y literario de este párrafo evangélico es muy distinto del correspondiente a la primera lectura. Aquí no estamos en la ‘inauguración del viejo templo’ sino en el enaltecimiento del ‘templo de la fe nueva’ que nos hace a todos hermanos y madres, según el pensamiento religioso de Jesús.

 

Momento de reflexión

Un Dios, una fe, un templo.

Los textos del sacerdote y cronista Esdras sintetizan muchas cosas que afectaban a la vida, trabajo, restauración y organización del templo, y a actitudes socio-religiosas que, una vez establecidas, tendrán sus derivaciones sociales, morales y religiosas.

Tomemos las siguientes notas:

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Económicamente, el edificio se levanta con una parte de los impuestos reales que cargan sobre la región.

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Laboralmente, esa obra resulta muy beneficiosa a los ancianos y obreros que, procedentes del destierro, comienzan a cobrar periódicamente sus jornales.

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Legal y litúrgicamente, esa restauración da lugar al restablecimiento de las jerarquías de servidores del templo y del altar, y de los servidores de la ley, justicia y enseñanza.

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Comunitariamente, el retorno y la restauración  crean o refuerzan el sentimiento del “judaísmo” como unidad nacional, religiosa, social.

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Y la reforma moral del pueblo judío que implantan Esdras y sus colaboradores trata de contrarrestar las influencias de otras  religiones en el ‘pueblo elegido’.

¡Lástima que esa reforma la emprendan de tal forma que acaben concediendo valor desmesurado al cumplimiento de la ley, de las tradiciones, de las purificaciones rituales, de la pureza de raza y de la vocación de pueblo elegido.  

Tengamos en cuenta ese rigorismo cuando, en los Evangelios, descubramos la oposición que hacen a Jesús muchos letrados, maestros y sacerdotes, porque estiman que rebaja el nivel o prestigio de ese culto, tradiciones y ritos. Aquí está su precedente.

La fe nos hace hermanos, iguales.

De nuevo nos encontramos con el mismo mensaje de Jesús a las gentes, hablando de la importancia y consecuencias de la adhesión incondicional a su persona.

Ante nuestros ojos de creyentes, ser madre de Cristo es un don extraordinario, porque tenemos en perspectiva al hijo que es  Mesías, Maestro, Hijo de Dios.

Esta visión  no era todavía la visión de un público que aún no creía de verdad en Él. Por eso, el Señor aprovecha la oportunidad del anuncio que le hacen, tu madre y hermanos están ahí, para lanzarles un gran mensaje: Os amo y os quiero tanto que si creéis en mí y os adherís a mi doctrina y vida, os tendré en mi corazón como a hermanos y madre.


3-13.

LECTURAS: ESD 6, 7-8. 12. 14-20; SAL 121; LC 8, 19-21

Esd. 6, 7-8. 12. 14-20. Darío ordena que no se interrumpa el trabajo de la reconstrucción del templo de Dios en su antiguo sitio; y una vez concluido se realiza su dedicación mediante varios sacrificios. Y se celebra la Pascua, como signo del final del destierro, e inicio de un nuevo caminar en la libertad. Dios nos llama para que, por más que nos veamos acosados por una serie de diversas tentaciones, jamás nos dejemos de esforzarnos, ayudados por su Gracia y su Espíritu, por hacer de nuestra vida personal y de toda la comunidad de creyentes, una digna morada al Señor. Entonces seremos dignos de celebrar el Memorial de su Misterio Pascual, pues la vida de la Iglesia se construye en torno a la Eucaristía; sin ella la vida y el apostolado de la Iglesia no tiene significado alguno, pues, finalmente la Eucaristía nos hace pregustar los bienes eternos, ya que la vida de la Iglesia se encamina a la celebración del Banquete eterno, Pascua que ya no acaba, pues el Cordero de Dios iluminará para siempre nuestra vida por los siglos de los siglos.

Sal. 121. Qué alegría estar nuevamente en Jerusalén; qué alegría poder en ella alabar al Señor en su templo; esta es la razón por la que se buscará la felicidad de esa ciudad, pues de ella recibimos la paz y la felicidad. Nosotros, creyentes en Cristo, hemos recibido la paz, el perdón, la misericordia de Aquel que no rehuyó manifestarnos su amor hasta el extremo, yendo a Jerusalén, pues no es bueno que un profeta muera fuera de Jerusalén. Dios nos quiere entregados a favor de los demás; hemos de ser para ellos motivo de paz y de felicidad. Jamás motivo de tristeza, dolor, sufrimiento y muerte; pues Jesús no nos envió a destruir, sino a construir su Reino de justicia, de santidad y de paz.

Lc. 8, 19-21. María, la Mujer siempre fiel a la Voluntad Divina; aquella que escuchó la Palabra de Dios y, llena de amor, le dice al Señor: He aquí tu esclava, hágase en mí según tu Palabra, es para nosotros el modelo de todo aquel que ha sido redimido y salvado; y no lo es tanto por su Maternidad Divina, cuanto por su fidelidad a Dios. Ella, más que cualquiera de nosotros, es la que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica; por eso es bienaventurada. Por eso se dice que, antes que concebir al Hijo de Dios para que se hiciera hombre en su seno, lo concibió en su corazón. Las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy, más que constituir un desprecio hacia su Madre, se convierten en un descubrir la grandeza de María ante Dios especialmente por su amor fiel. Dios no toma tanta importancia al lugar, tal vez muy importante, que ocupemos en su Cuerpo, que es la Iglesia, sino a nuestra fidelidad que nos hace testigos y signos creíbles de su amor ante nuestros hermanos.

En esta Eucaristía no sólo hemos llegado a los umbrales del templo para celebrar a Aquel que es nuestra reconciliación y nuestra paz; sino que por medio de Cristo Jesús nos acercamos hasta el Misterio de Dios, y no como esclavos sino como hijos. El Señor no sólo se nos muestra para que le demos culto, sino que nos hace entrar en comunión con Él de tal forma que se convierte para nosotros en nuestro Camino de salvación. Él, a pesar de nuestras infidelidades, nos concede el perdón y la paz. Que su vida, en nosotros, no se convierta en esterilidad, sino que encuentre en nosotros un terreno fértil capaz de producir abundantes frutos de salvación para que la paz, la felicidad, la armonía y el amor, que proceden de Dios, llegue, por medio de su Iglesia, a todos los pueblos.

El Señor nos hace partícipes de su vida. Pero esa vida es para hacerla parte de nuestra existencia, que manifieste nuestra fidelidad a la Palabra y al Amor recibidos no sólo con actos de culto, sino con nuestras obras buenas, convertidas en una continua alabanza al Nombre de Dios. Ante Dios no contará sólo el culto que le tributemos en el templo; junto con nuestra alabanza hemos de pasar haciendo el bien si no queremos que al final el Señor nos diga que no nos reconoce, no tanto porque no nos hayamos sentado a su Mesa y lo hayamos escuchado por las plazas, y en su Nombre hayamos, incluso, expulsado demonios, sino porque nuestra vida se convirtió en un obrar la iniquidad, haciendo, así, por desgracia, que nuestras obras personales no concordaran con aquello que anunciábamos. Vivamos y caminemos en la justicia y en la paz, de tal forma que, ya desde la construcción de la ciudad terrena, vayamos construyendo entre nosotros el Reino de Dios que, en la eternidad llegará a su Plenitud cuando, reunidos como hijos en torno a nuestro Padre, junto con Jesús sea Él nuestra la Paz eterna.

Que Dios nos conceda, por intercesión de María, nuestra Madre, la gracia de vivir, a ejemplo de ella, escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica hasta que, finalmente alcancemos los bienes eternos y gocemos, así, de la Bienaventuranza sin ocaso. Amén.

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3-14. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Ef 4, 1-7.11-13 Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelizadores
Salmo responsorial: 18, 2-5 A toda la tierra alcanza su pregón.
Mt 9, 9-13: No sienten necesidad de médico los fuertes

Jesús invita a seguirlo a Mateo, recaudador de impuestos, colaboracionista con el régimen de ocupación romana y persona despreciable para todo buen judío, no sólo por su colaboración con los romanos, sino también por la conocida codicia de los recaudores que se mostraba en los abusivos impuestos que imponían a la gente. Extraño maestro éste que elige para seguidor suyo a alguien considerado “pecador” y equiparado a los descreídos, los ladrones o las prostitutas.

Sin embargo, como dice el proverbio castellano, donde “menos se piensa salta la liebre”. Mateo decide seguir a Jesús y dejar su sucio negocio y su vida pasada. Llama la atención un Jesús que no cuida para nada su imagen, que se junta con pecadores a los que elige como discípulos y que se sienta a comer con recaudadores y descreídos. El comportamiento de este maestro produce escándalo en la “gente de bien”, los fariseos, piadosos judíos dedicados al estudio de la Ley, que se jactaban de cumplirla hasta en sus mínimos preceptos. Por eso, éstos aprovechan la ocasión para desprestigiar al maestro nazareno y preguntan insidiosamente a sus discípulos acerca de su comportamiento. Y es Jesús mismo quien responde, con palabras no exentas de ironía, explicando su comportamiento tan poco convencional. Quienes necesitan de médico son los enfermos y no los sanos. Lo fariseos se creen sanos y no sienten necesidad de salvación. La misión de Jesús consiste en buscar lo que estaba perdido, en llamar a los pecadores a su seguimiento. De este modo practica el mandamiento divino de la misericordia, preconizado por el profeta Oseas: Dios prefiere la misericordia al culto, o mejor, éste es el culto que hay que rendirle y que los fariseos no practican, cifrando su fidelidad a Dios en el cumplimiento exacto de todas las prescripciones de la Ley, y condenando severamente a los que no las cumplían. Maravillosa lección.


3-15.

“Él se levantó y lo siguió” (Mt 9, 9-13)

<<Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.>>

Para los Judíos de aquel entonces, era más bien despreciable el trabajo de Mateo como recaudador de impuestos, sin embargo Jesús se detiene ante la mesa de cobrador de Impuestos, conocido también como Leví, y le mira con afecto, el “sígueme” de Jesús, no solo le llega a los oídos a Mateo, le llega justamente a donde van las palabras de Cristo, al corazón.

Igual que a nosotros, Jesús se detiene a mirarnos con afecto, y también nos habla a nuestro corazón, su suave voz es además una insistencia permanente en nuestra conciencia, voz que nos invita a seguirlo, aceptarlo y a la cual debemos guardar fidelidad.

Mateo se levanto y lo siguió, pero dejándolo todo, condición indispensable para seguir a Jesús, lo sigue además con sinceridad, es así, como el Señor elige los sentimientos interiores del hombre, no por lo exterior o lo que se aparenta.


3-16.

Reflexión

Cada vez que celebramos a uno de los apóstoles, podemos recordar nuestra propia vocación, sobre todo nuestra vocación a ser discípulos de Cristo. En este llamado veremos que no nos llamó por que fuéramos los mejores, los más santos, los más inteligentes, sino muchas veces, como el caso de casi todos los apóstoles, por que tuvo compasión de nuestra miseria… pues como bien dice san Pablo: ”Escogió lo que el mundo considera como inútil para confundir a los sabios y potentes de este mundo”. Nos ha llamado para invitarnos a participar con él de su misión, para construir familias llenas de amor, ambientes en los que la justicia y la paz sean una realidad, para ser como él mismo, un elemento de la misericordia de Dios para llevar la salud (sobre todo del corazón) a todos nuestros ambientes. Jesús vino por ti y por mi, porque somos pecadores, pero nos ha llamado a vivir la santidad y a ser parte de su plan de salvación. Te invito a responderle con generosidad, y como Mateo, invítalo a convivir contigo.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-17. Vocación de Mateo

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González

Reflexión:

Dios respeta en su integridad al hombre, y cuando llama a un alma a su servicio, en su solemne poder, ni la violenta, ni la atosiga, sino que con paciencia y amor la deja casi andar a la deriva o al vaivén de las circunstancias. No es fácil, por tanto, dar una respuesta como la de Mateo: pronta, sincera, total.

San Mateo era un cobrador de impuestos, un pecador ante los ojos de todo el pueblo. Sólo Jesús fue capaz de ver más allá de sus pecados y vio a un hombre. Un hombre que podía hacer mucho por el Reino de los Cielos. Y le llamó con todo el amor y misericordia de su corazón para ser uno de sus apóstoles, de sus íntimos.

Todos hemos recibido la vocación a la vida cristiana. Dios nos ha creado para prestarle un servicio concreto, cada uno de nosotros. Tenemos una misión, como eslabones de una cadena. Decía el Cardenal Newman: “No me ha creado para nada. Haré bien el trabajo, seré un ángel de la paz, un predicador de la verdad en mi propio lugar si obedezco sus mandamientos. Por tanto confiaré en él quienquiera que yo sea, dondequiera que esté. Nunca me pueden desechar. Si estoy enfermo, mi enfermedad puede servirle. En la duda, mi duda puede servirle. Si estoy apenado, mi pena puede servirle. Él no hace nada en vano. ¡Él sabe lo que hace!”


3-18. Mateo, de publicano a santo

Autor: P. Juan J. Ferrán

Mateo, el publicano, tuvo la gran suerte de encontrarse con Cristo y así su vida experimentó un gran cambio hasta convertirse en el gran apóstol y evangelista que conocemos. Experimentó sin duda la angustia y la tristeza del pecado desde su condición de publicano, pero después fue valiente y decidido a la hora de abandonar aquella vida para ponerse de rodillas ante la verdad de Dios que quería su corazón plenamente. Así se operó la conversión: de publicano a santo.

Al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: "Sígueme" (Mt 9, 9). La misión de Cristo fue siempre la de salvar al hombre de la esclavitud del mal. Parece que siempre está comprometido en esta lucha.

Cristo siempre pasa, y siempre se encuentra con alguien: con Zaqueo, con la Samaritana, con la pecadora pública. Al pasar se encuentra con Mateo, un publicano, un ser señalado por los judíos que se creían buenos, un hombre de mala reputación, un pecador. Cristo se dirige a él y le ofrece otro camino: cambiar la mesa de los impuestos por una vida de entrega generosa y desinteresada a los demás, cambiar la vida de pecado por una vida de amistad con Dios, cambiar en definitiva el corazón. Una auténtica conversión. Él acepta esta invitación, porque la mirada de aquel hombre le había hecho comprender su pobreza interior, la pobreza que siempre conlleva el pecado.

"Él se levantó y le siguió" (Mt 9,9). Admira la prontitud con que Mateo abandona su vida de pecado para abrazar el amor de Dios. No hace consideraciones, no calcula las consecuencias, no regatea a Cristo. Deja absolutamente todo y comienza una nueva vida al lado de Cristo. Realiza dos gestos, sintetizados en dos palabras: "Se levantó", como si se dijera que abandona aquella mesa, símbolo de su vida pasada y de su pecado; y es que para salir del pecado siempre hay que abandonar algo propio, personal. Y "le siguió", es decir, abrazó una nueva vida, una vida junto a Dios, una vida centrada en otros valores, una vida nueva en Cristo. No fue sin duda fácil para Mateo esta decisión, pero bien valía la pena probar otro camino distinto de aquel que se había convertido para él en tantos momentos de dolor, de angustia y de remordimiento.

"No he venido a llamar a justos sino a pecadores" (Mt 9,13). Jesús aceptó la invitación de Mateo a comer en su casa, casa que se llenó enseguida de publicanos y pecadores. Los fariseos preguntaron a los discípulos por qué comía su Maestro con publicanos y pecadores. Pero fue Jesús el que les respondió: "No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio" (Mt 9, 10-13).

Es maravilloso el comprender cómo el Corazón de Dios busca la oveja perdida y cómo se llena de alegría verdadera y profunda cuando la encuentra. Por eso se enfrenta con estas palabras tan consoladoras a aquellos fariseos que se extrañaban de que el Maestro se sentara a la mesa con los pecadores. No sabían aquellos hombres que Cristo había venido a salvar precisamente a aquellos que ellos despreciaban y, más aún, ignoraban los fariseos que tal vez era más fácil sacar del abismo del mal a personas que se aceptaban pecadoras que a ellos mismos que se consideraban justos.


3-19.