JUEVES DE LA SEMANA 21ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- 1Ts 3, 7-13

1-1.

Pablo concluye la primera parte de su carta a los tesalonicenses con una oración. Antes ha recordado su evangelización y su conversión (1, 2-10), y subrayando la diferencia entre el comportamiento de los apóstoles y el de los falsos misioneros (2, 1-16).

Estamos en el año 51 y Pablo está lejos de Tesalónica. Teme las consecuencias de las falsas predicaciones y de las persecuciones que sufren los cristianos. Ni siquiera las noticias traídas por Timoteo le han tranquilizado totalmente (2, 17-3, 10). Pide entonces a Dios la alegría de volver a ver a los suyos para hacerles progresar en la fe.

La oración de Pablo se desarrolla según una estructura precisa: los vv. 10-11 hacen alusión a la fe de los tesalonicenses, el v. 12 recuerda su caridad y el v. 13 su esperanza.

La principal preocupación del fundador de la comunidad parece ser las virtudes teologales, fundamento de la vida del cristiano.

a) La fe de la comunidad es frágil y el informe de Timoteo ha revelado, probablemente, sus lagunas. Pablo había debido abandonar Tesalónica sin haber podido acabar la catequesis necesaria (Act 17, 1-10). Pide a Dios que allane los obstáculos que han impedido hasta el momento su retorno.

b) Segundo objeto de la oración de San Pablo: el crecimiento de la caridad entre hermanos, pero también hacia todos los hombres, aunque fuesen perseguidores de la comunidad (Gál 6, 10; Rom 12, 10-21). El apóstol estima en efecto que él es responsable del amor que los tesalonicenses se testimonian mutuamente, ya que este amor es reflejo del que él les ha testimoniado (la misma actitud en 2 Ts 3, 7-9; Flp 3, 17; 4, 9; 1 Co 4, 16; 11, 1).

c) La fe y el amor sólidos asegurarán a los cristianos de Tesalónica una santidad irreprochable. Pero esta debe crecer sin cesar en la esperanza de la Parusía del Señor (1 Tes 5, 23; 1 Cor 1, 8). Pablo participa también de las concepciones de su tiempo, según las cuales la Parusía se manifestará al término de las persecuciones. Las vejaciones sufridas por sus corresponsales no son más que el preludio.

Puede existir un cierto peligro en distinguir las tres virtudes teologales como si fueran tres poderes autónomos en el organismo del hijo de Dios. De hecho, al distinguir estas tres virtudes, Pablo sigue el procedimiento literario de la tríada. El organismo cristiano es único y no se puede tener la fe sin amor, ni el amor sin esperanza. Esto es, además, lo que el apóstol afirma cada vez que es conducido a describir estas virtudes. Este organismo cristiano único que es, en el fondo, la capacidad de dar a todas las cosas un sentido nuevo en Jesucristo, se expresa de varias maneras, pero entre ellas algunas son como actitudes privilegiadas y decisivas: el sentido que damos a la vida, a la muerte y a la resurrección del hombre-Dios, el sentido que damos a la vida de los hombres, entre ellos, el sentido, finalmente, que damos a la marcha de la humanidad y son, respectivamente, la fe, la caridad y la esperanza actitudes que no pueden adquirirse sino en el nombre del Señor.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VI
MAROVA MADRID 1969.Pág. 299


1-2.

-Hermanos, en medio de todas nuestras congojas y tribulaciones, las noticias recibidas de vuestra fe nos han reconfortado.

Ahora sí que vivimos porque vosotros permanecéis firmes en el Señor.

Ahora «revivimos» porque tenemos buenas noticias de la firmeza de vuestra fe.

La respiración del apóstol y toda su vida provienen de sus fieles.

«Os mantenéis firmes en el Señor.» La fe se parece a un combate en el que hay que apretar los dientes ¡y aguantar! El mismo Pablo confiesa el contexto de su vida de apóstol: vive «en medio de congojas y tribulaciones». Esta fuerza, esta perseverancia que, a pesar de los obstáculos, experimentan los que tienen Fe, no proviene de sí mismos, es una fuerza «en el Señor». Puede coexistir con un profundo sentimiento de debilidad personal. (Romanos 7, 14-25).

-¿Cómo podremos agradecer a Dios por vosotros por todo el gozo que por causa vuestra experimentamos ante nuestro Dios? Noche y día pedimos insistentemente...

Las pruebas de Pablo no le hacen taciturno o melancólico.

Nos dice que pasa noche y día dando gracias a Dios en el gozo y en la oración. ¿Y yo? ¿me esfuerzo en transformar mis preocupaciones de esa manera positiva?

San Pablo nos dirá ahora sobre qué puntos precisos se desarrolla su oración:

1º La fe .

-Que Dios nos haga ver vuestro rostro para completar lo que falta a vuestra fe. Que Dios mismo, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesucristo, orienten nuestros pasos hasta vosotros.

El primer objetivo de su oración es la consolidación de la Fe de esa comunidad. Después de una evangelización tan corta -unas semanas- no ha de extrañarnos que la fe de los Tesalonicenses sea frágil y llena de lagunas. A causa de la persecución, Pablo se vio obligado a salir de allí antes de lo que hubiese querido. Podría extrañar que nos hable de «fe incompleta» después de los elogios que les ha prodigado precisamente sobre su fe.

Pero la Fe tiene dos aspectos:

--es ante todo un acto global de adhesión a Cristo...

--es además una vida según Cristo que requiere un desarrollo, una catequesis.

¿Sé yo «completar lo que le falta a mi fe»? ¿Ruego para que progrese mi fe y la fe de todos los que amo?

2º La caridad.

-Que el señor os haga progresar en el amor de unos con otros y para con todos, como es nuestro amor para con vosotros.

Amar: primero «entre hermanos», pero también y ampliamente a «todos los hombres».

Esta es una de las más puras características del evangelio.

3º La esperanza.

-Para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

La esperanza y la espera que dan un sentido a la vida.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 254 s.


2.- 1Co 1, 1-9

2-1.

Esta Epístola trata de dar respuesta a unas preguntas de los fieles de Corinto, que estaban totalmente inmersos en un inverosímil mundo pagano, de costumbres corrompidas y de las más variadas corrientes ideológicas.

Se supone que Corinto era una ciudad aproximadamente de medio millón de habitantes, dos tercios de los cuales eran esclavos. Veremos que el reclutamiento de cristianos se hizo al principio entre estas pobres gentes.

-Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, con Sóstenes, nuestro hermano, me dirijo a vosotros que sois en Corinto la Iglesia de Dios...

Pablo indica, de entrada, con qué título se dirige a sus interlocutores. No es a nombre suyo personal, ni tampoco como simple "delegado" a quien el grupo habría dado el papel de jefe de la comunidad.

Apostolos = apóstol = «enviado» de Jesucristo.

Kletós = «llamado» por voluntad de Dios.

Pablo, pues, se compromete a llevar todo el peso de una autoridad que no le viene de la elección de los hombres, sino de la libre voluntad de Dios.

¿Contemplo sólo a los ministros de la Iglesia con una mirada humana? o bien, más allá de sus cualidades o de sus defectos, ¿descubro en ellos un misterio divino?

-Vosotros los santificados en Cristo Jesús, vosotros los fieles, los llamados por Dios a ser el pueblo santo, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, su Señor y el nuestro.

Estamos siempre en pleno misterio, ya se trate de los fieles o de los ministros.

CR/SANTO: Estos pobres esclavos, que se reúnen cada domingo, han ido a su «asamblea» -eklesia = iglesia = asamblea-, son de veras «convocados» por Dios, por la llamada de Dios. Son «santos». En mi oración trato de ser consciente de mi dignidad.

Prosiguiendo la lectura de esta Carta veremos que esas gentes no eran «santos», personas perfectas en el sentido limitado que tiene hoy este término. En la comunidad de Corinto tenía que ser rectificado más de un abuso.

Nuestra santidad es la santidad de Dios en nosotros.

Gracias, Señor. Pablo recuerda a los Corintios que no son una comunidad aislada.

Ningún grupo de cristianos puede pretender vivir autónomamente, en circuito cerrado. Por pequeño que sea el grupo de fieles está unido a «todos aquellos que en cualquier lugar están en oración con el Señor Jesús.»

Te ruego, Señor, por todos aquellos que, renunciando a la gran universalidad de la Iglesia, se sienten tentados de encerrarse en las sectas.

Doy gracias a Dios sin cesar.

¿Sé dar, a menudo, «gracias»? Gracias por... gracias por...

-Por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada en Cristo Jesús, pues en El habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento de Dios.

Sólo Cristo nos hace conocer de veras a Dios.

-Esperáis a ver la revelación de nuestro Señor Jesucristo. El os fortalecerá hasta el fin.

Encontramos de nuevo la espera escatológica, el día en que Jesús se revelará perfectamente a nosotros. ¡De aquí allá tenemos que mantener nuestra firmeza! Esto parece ser bastante duro para los oyentes de san Pablo, puesto que tan a menudo vuelve a hablarles de estas virtudes de la valentía y de la firmeza.

-Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a vivir en comunión con Dios y con su Hijo, Jesucristo.

Vivir en comunión con Jesús.

Vivir una misma vida con Cristo. La vida de Jesús circula en mí. Que sea yo fiel a esta vida, Señor.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 254 s.


3.- Mt 24, 42-51

3-1.

Ver Paralelo DOMINGO 19C


3-2. VIGILANCIA/NEWMAN

Terminaremos esta semana la lectura continua de san Mateo.

Las tres páginas propuestas hasta el sábado inclusive las incluye san Mateo en un gran discurso de Jesús sobre el "Fin de los Tiempos" -Escatología-

-Velad...

Convendría citar por entero el sermón 22 de Newman sobre la "vigilancia". He aquí algunos extractos: "Jesús preveía el estado del mundo tal como lo vemos hoy, en el que su ausencia prolongada nos ha inducido a creer que ya no volverá jamás... Ahora bien, muy misericordiosamente nos susurra al oído que no nos fiemos de lo que vemos, que no compartamos esa incredulidad general... sino que estemos alerta y vigilantes".

"Debemos no sólo "creer", sino "vigilar"; no sólo "amar", sino "vigilar"; no sólo "obedecer", sino "vigilar"; vigilar ¿por que? Por ese gran acontecimiento: la venida de Cristo.. .

"¿Sabéis qué es estar esperando a un amigo, esperar su llegada y ver que tarda en venir? ¿Sabéis qué es estar con una compañía desagradable, y desear que pase el tiempo y llegue el momento en que podáis recobrar vuestra libertad? ¿Sabéis qué es tener lejos a un amigo, esperar noticias suyas, y preguntarse día tras día qué estará haciendo ahora, en ese momento, si se encontrara bien?... Velar a la espera de Cristo es un sentimiento parecido a estos, en la medida en que los sentimientos de este mundo son capaces de representar los de otro mundo..."

-Velad, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela... También vosotros estad preparados: porque en el momento que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.

También el Padre Duval ha traducido maravillosamente esta espera en su canción. "El Señor volverá, lo prometió, que no te encuentre dormido aquella noche. "En mi ternura clamo hacia El: Dios mío, ¿será quizá esta noche? "El Señor volverá, espéralo en tu corazón, ¡no sueñes en disfrutar lejos de El tu pequeña felicidad!"

¡Jesús "viene"! Y nos advierte: ¡velad! porque vengo cuando no lo pensáis.

Podríais malograr esa "venida", esa cita imprevista, esta visita-sorpresa. Y para que nos pongamos en guardia contra nuestras seguridades engañosas, Jesús llega a compararse a un "ladrón nocturno". Inseguridad fundamental de la condición humana.

Jesús "vendrá"... al final de los tiempos en el esplendor del último día. Jesús "vendrá"... a la hora de nuestra muerte en el cara a cara de aquel momento solemne "cuando se rasgará el velo que nos separa del dulce encuentro".

Pero... Jesús "viene"... cada día, si sabemos "estar en vela". No hay que esperar el último día. Está allí, detrás del velo. Viene en mi trabajo, en mis horas de distensión, de solaz.

Viene a través de tal persona con quien me encuentro, de tal libro que estoy leyendo, de tal suceso imprevisto... Es el secreto de una verdadera revisión de vida.

-¿Dónde está ese "empleado" fiel y sensato encargado por el amo de dar a su servidumbre la comida a sus horas? Dichoso el tal empleado si el amo, al llegar lo encuentra cumpliendo con su obligación...

Sí, "velar", atisbar "las" venidas de Jesús, ¡no es estar soñando! Es hacer cada uno el trabajo de cada día, es considerarse, de alguna manera, responsable de los demás, es darles, cuando se requiera, su porción de pan, es amar.

En verdad eso concierne, muy especialmente, a los "jefes de comunidad", en la Iglesia o en otra parte. Y ¿quién no es jefe de una comunidad? Familia, equipo, grupo, clase, despacho, empresa, sindicato, club, colegas, clientes, etc.

Darles, cuando es oportuno, lo que esperan de mí.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 146 s.


3-3.

1. (Año I) 1 Tesalonicenses 3,7-13

a) Cuando una comunidad a la que un apóstol ha dedicado tanto tiempo, responde bien, se convierte en un motivo de alegría para el apóstol.

Pablo dice a los de Tesalónica: «vosotros, con vuestra fe, nos animáis... ahora respiramos... ¿cómo podremos agradecérselo bastante a Dios?... tanta alegría como gozamos...». Y manifiesta el deseo de que las cosas se arreglen de manera que pueda ir a hacerles una visita.

A la vez, les asegura que les recuerda cada día en su oración. Lo que pide para ellos es «que Dios os haga rebosar de amor», «que os fortalezca internamente», que remedie «las deficiencias de vuestra fe», y así, en la venida última del Señor, «os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre». De nuevo presenta las tres virtudes teologales de la comunidad: el amor, la fe y la esperanza.

b) Un apóstol -un catequista, un educador, un sacerdote- tiene con los destinatarios de su trabajo una relación compleja:

- se entrega a ellos, como ha dicho Pablo en las páginas anteriores, con total desinterés, con amor de madre y de padre, dispuesto a dar por ellos su propia vida;

- pero no sólo da a los demás, sino que también recibe de ellos, y tal vez es más lo que recibe que lo que da; no sólo enseña, sino aprende; no tiene el monopolio de la verdad ni de la generosidad: muchas veces encuentra en las demás personas, por alejadas que parezcan, valores y actitudes que no se esperaba, y que le estimulan y le llenan de alegría, como cuando Jesús «se admiraba» de la fe que encontró en personas no judías, como la mujer cananea o el centurión romano; la Iglesia no sólo es maestra, sino también discípula: en el diálogo con el mundo de hoy, podemos aprender mucho de los jóvenes, o de los no creyentes, de los alejados, y, mucho más, de tantos cristianos sencillos que, tal vez con poca formación, siguen con generosidad el camino de Dios y hacen todo el bien que pueden a su alrededor; evangelizar, a veces, es también descubrir en el corazón de las personas la acción escondida del Espíritu que prepara en ellas el camino para un encuentro pleno con Cristo en la Iglesia;

- y todo eso le lleva a un apóstol a rezar por esas personas, porque la fuerza transformadora está en Dios; pide por ellas, da gracias a Dios por ellas, y le reza para que progresen todavía más, que «rebosen de amor» y que se «fortalezcan internamente», y si es el caso, vayan subsanando «las deficiencias en su fe». En la oración es donde se recompone siempre la dirección de nuestro trabajo. Como dice el salmo: «baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos».

Pablo es modelo en las tres direcciones: en la entrega, en los ánimos que sabe recibir de los demás y en la oración que dirige a Dios por ellos.

1. (Año II) 1 Corintios 1,1-9

Durante tres semanas y media vamos a leer la primera Carta de Pablo a los Corintios.

Corinto era y es una gran ciudad, puerto de mar, situada también en Grecia, como la de Tesalónica, pagana, con mala fama en cuanto a sus costumbres.

Esta comunidad cristiana la fundó Pablo en su estancia de los años 51-52 y, por lo que se ve, era una comunidad muy viva, con cualidades y con problemas. Virtudes y defectos de unos cristianos de hace dos mil años, que nos iluminan en nuestra vida comunitaria de ahora.

Parece que Pablo les escribió cuatro cartas: se han conservado la segunda y la cuarta, las que llamamos «primera y segunda a los Corintios». La primera, que es la que empezamos a leer hoy, la escribió hacia el 56 o 57, desde Éfeso, en su tercer viaje. Su temática no es la que podríamos llamar «judía» (la relación entre la fe y la ley), ni tampoco la típicamente «cristiana» (el seguimiento de Cristo), sino una más «helénica»: la relación entre el conocimiento y el amor (entre la «gnosis» y el «ágape»). La finalidad de las recomendaciones de Pablo será la edificación de la comunidad, por encima de los entusiasmos filosóficos y carismáticos que puedan tener los Corintios.

a) El comienzo no puede ser más positivo y esperanzador. Pablo describe a los cristianos como «el pueblo santo que Jesucristo llamó», «la Iglesia de Dios que está en Corinto», los que han recibido «la gracia de Dios en Cristo Jesús», los que han «sido enriquecidos en todo», los que «no carecen de ningún don».

Destaca, sobre todo, el don de la sabiduría, «en el hablar y en el saber». Los griegos se distinguen por su sabiduría, son maestros en filosofía. También los convertidos parece que estaban muy satisfechos de este don, lo que Pablo irá constatando, no sin cierta ironía, a lo largo de toda la carta.

Pero lo que más subraya Pablo es el protagonismo de Jesús: en los versículos que leemos hoy, nada menos que nueve veces aparece su nombre. Jesús es quien da sentido a toda la gracia que Dios ha hecho a los Corintios y a su respuesta de fe.

b) Haremos bien en ir leyendo esta carta como escrita para nosotros mismos, deseando merecer las alabanzas de Pablo y procurando corregirnos de sus reproches, si es que se nos pueden aplicar. La de Corinto es una comunidad cristiana que vive en un ambiente pagano: de ahí su actualidad pastoral.

La Escritura no se proclama en nuestras celebraciones para que nos enteremos de que hace veinte siglos las comunidades tenían tales o cuales problemas. Sino para que nos miremos al espejo y procuremos que nuestros caminos vayan coincidiendo cada vez más con los de Dios.

Ojalá tuviéramos todos esa riqueza de gracia y de dones de que habla Pablo. Y al mismo tiempo, nos «mantengamos firmes hasta el final», porque todos somos llamados «a participar de Jesucristo, Señor nuestro, y él es fiel».

También en nuestra generación, una comunidad cristiana, situada en medio de una sociedad pagana o distraída, tiene que cumplir su misión evangelizadora, anunciadora de la salvación de Dios, como pide el salmo de hoy: «una generación pondera tus obras a otra, y le cuenta tus hazañas... difunden la memoria de tu inmensa bondad y aclaman tus victorias».

2. Mateo 24,42-51

a) Nos quedan tres días de lectura del evangelio de san Mateo. Y los tres tienen un mismo tema: el discurso «escatológico» de Jesús, el quinto y último de los que Mateo nos ofrece en su evangelio, organizando los dichos de Jesús (cf. lo que decíamos el lunes de la décima semana).

El discurso escatológico se refiere a los acontecimientos finales y, en concreto, a la actitud de vigilancia que debemos tener respecto a la venida última de Jesús.

Hoy nos lo dice con dos comparaciones muy expresivas: el ladrón puede venir en cualquier momento, sin avisar previamente; el amo puede regresar a la hora en que los criados menos se lo esperan. En ambos casos, la vigilancia hará que el ladrón o el amo nos encuentren preparados.

b) Nos va bien que nos recomienden la vigilancia en nuestra vida.

No es que sea inminente el fin del mundo, con la aparición gloriosa de Cristo. Ni que necesariamente esté próxima nuestra muerte. Pero es que la venida del Señor a nuestras vidas sucede cada día, y es esta venida, descubierta con fe vigilante, la que nos hace estar preparados para la otra, la definitiva. Toda la vida está llena de momentos de gracia, únicos e irrepetibles. Los judíos no supieron reconocer la llegada del Enviado: ¿desperdiciamos nosotros otras ocasiones de encuentro con el Señor?

El estudiante estudia desde el principio de curso. El deportista se esfuerza desde que empieza la etapa o el campeonato. El campesino piensa en el resultado final ya desde la siembra. Aunque no sean inminentes ni el examen ni la meta definitiva ni la cosecha. No es de insensatos pensar en el futuro. Es de sabios. Día a día se trabaja el éxito final. Día a día se vive el futuro y, si se aprovecha el tiempo, se hace posible la alegría final.

«Estad en vela»: buena consigna para la Iglesia, pueblo peregrino, pueblo en marcha, que camina hacia la Venida última de su Señor y Esposo. Buena consigna para unos cristianos despiertos, que saben de dónde vienen y a dónde van, que no se dejan arrastrar sin más por la corriente del tiempo o de los acontecimientos, que no se quedan amodorrados por el camino.

Estar en vela no significa vivir con temor, ni menos con angustia, pero sí con seriedad. Porque todos queremos escuchar, al final, las palabras de Jesús: «muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».

«Vosotros con vuestra fe nos animáis» (1ª lectura I)

«El os mantendrá firmes hasta el final» (1ª lectura II)

«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 315-319


3-4.

1 Cor 1, 1-9: Irreprochables ante Dios

Mt 24, 42-51: espiertos y vigilantes

La atención que se le quita a la búsqueda de prestigio, dinero y poder se debe dedicar a la obra evangelizadora. Los cristianos no rompen con los apegos a las personas, cosas y lugares para dedicar su vida a mirarse el ombligo. Su ruptura con este mundo de apegos está enfocada a formar una actitud despierta y vigilante. Esta actitud es esencial para que en la vida cotidiana y en el momento más inesperado se puedan descubrir los signos del Reino que anuncian el Hombre nuevo.

Todas las sociedades crean mecanismos de control social que embotan las mentes de los individuos en múltiples problemas y preocupaciones, reales o imaginarios. En la actualidad asistimos a una avalancha de informaciones de toda índole que atiborran la cabeza de las personas y no las dejan ni siquiera atender debidamente a su propia vida.

Jesús era perfectamente consciente que la naturaleza humana es propensa a dejarse envolver en las preocupaciones y afanes para terminar sucumbiendo ante ellos. Pues, las distracciones, los trabajos y los compromisos sociales abaten completamente la consciencia humana y las personas terminan por no ver ni siquiera lo que pasa en su entorno. Por eso, les aconseja a los discípulos abandonar los apegos, preocupaciones y cosas para despejar la mente y los sentidos. Así, estarán atentos a la novedad que irrumpe como ladrón en la noche o como patrón en hora inesperada.

La actitud vigilante y despierta es muy necesaria para los cristianos en el mundo de hoy. Pues, pueden sucumbir al tráfago de informaciones sin descubrir las realmente valiosas. Pueden, igualmente, dejarse envolver de preocupaciones inútiles descuidando el contacto cálido y afectuoso con la comunidad y la finalidad de la obra evangelizadora. Hoy necesitamos formar cristianos vigilantes y despiertos que ayuden a las comunidades a fortalecer la conciencia cristiana y el servicio a toda la humanidad.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. 2001

COMENTARIO 1

vv. 42-44: Por tanto, manteneos des­piertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor. 43Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa. 44Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo pen­séis llegará el Hombre.

La clave de interpretación se encuentra en el verbo «estad en vela» (42), que aparece también en el episodio de Getsemaní (26, 38.40.41). Indica la solidaridad e identificación con la muerte de Jesús, cuya angustia experimenta en el huerto. Los discípulos han de estar siempre preparados a afrontarla (v. 44). Se ve que la lle­gada del Hombre se identifica con la hora de la persecución a muerte contra los suyos. Su llegada es salvación, pues viene a reunir a sus elegidos (v. 31). La actitud en la hora de la prueba depende de la que se haya tenido en la vida, y decidirá la suerte de cada uno, según lo dicho en v. 13: «el que resista hasta el fin ése se salvara». La llegada del Hombre es la ruina de un sistema opresor: ésa es su victoria; al mismo tiempo, es la salvación para los suyos que han dado la vida en la persecución y cuya actividad, proclamando el mensaje y dando su vida, ha provocado esa caída. Ellos no pueden participar de la inconsciencia general.

Resumiendo el discurso anterior, Jesús predice la destrucción de Jerusalén y del templo. Este acontecimiento, lejos de indicar el fin, significa el principio de una nueva época, en la que se irá realizando la humanidad nueva. Sus seguidores llegarán a su plena madurez y salvación afrontando la persecución y el odio y dando la vida, sin desanimarse por la maldad del mundo ni por las defec­ciones de otros.

La época que comienza con la destrucción de Jerusalén (el rei­nado del Hombre) verá la caída sucesiva de otros sistemas opre­sores, que significarán el triunfo del Hombre. Lo mismo que la primera fue efecto de la condena de Jesús, el Mesías pacífico, y de la elección del camino de la violencia (27, 20s), así la caída de los otros sistemas será efecto de la persecución y muerte de los dis­cípulos. Su obra irá produciendo la maduración de la humanidad.

vv. 45-47: ¿Dónde está ese siervo fiel y sensato, encargado por el señor de dar a su servidumbre la comida a sus horas? 46Dichoso el tal siervo si el señor, al llegar, lo encuentra cumpliendo con su obligación. 47Os aseguro que le con­fiará la administración de todos sus bienes.

Advierte Jesús a los suyos de la actitud de servicio que debe regir las relaciones en la comunidad. La responsabilidad confiada por Jesús a los suyos es continua, no se limita al momento de su llegada. La actitud que se tenga en este momento será el fruto de la que se ha tenido durante la vida. La llegada se refiere, como anteriormente, al momento de la prueba y de la persecución que lleva a la muerte. Entonces será el momento del éxito o de la frus­tración definitiva («el llanto y el rechinar de dientes»). Esta pará­bola puede estar en relación con el dicho anterior: «se enfriará el amor en la mayoría» (v. 12).

vv. 48-51: Pero si el canalla del siervo, pensando que su señor tardará 49empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y beber con los borrachos, 50el día que menos se lo espera y a la hora que no ha previsto, llegará el señor 51y cortará con él, asignándole la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

«El canalla del siervo», lit. «el mal siervo aquel». «Aquel» no se refiere a nada anterior; la frase equivale a «si el siervo en cuestión (aquel) es malo». El griego kakós significa des­de «malo/malintencionado» hasta «criminal». Dada la conducta que se describe a continuación, «malo» es demasiado débil.


COMENTARIO 2

El texto de hoy lo podemos dividir en dos partes. La primera parte la encontramos en los vv. 42-44. Aquí tenemos la idea de la vigilancia, que resume la actitud característica del hombre evangélico, cuyo vivir es esperar el encuentro definitivo con Jesús. La segunda parte vv. 45-51 es la parábola del siervo fiel o infiel puesto al frente de los servidores de la casa del Señor.

Mateo nos dice que es necesario "estén en vela, porque no saben qué día va a venir su Señor". La actitud religiosa que exige el imperativo ¡estén en vela! es análoga a la de quien se mantiene despierto y alerta a las horas en que lo más normal sería dormir. Esta analogía va a ser ilustrada inmediatamente por la parábola del ladrón (vv. 43-44). Luego nos vamos a encontrar con tres parábolas que destacan algunas de las disposiciones que van incluidas en el concepto de estar despiertos o vigilantes. La parábola del ladrón evoca una situación humana muy realista: si un ladrón desvalija una casa, lo hará mientras el amo duerme, sin avisar con antelación el día y hora de su venida. Su momento es imprevisible. Unica defensa contra la sorpresa del ladrón sería una vigilancia permanente. La lección religiosa sugerida por esta situación es espontánea: ya que el Señor no ha querido prefijar su hora, y puede venir cuando menos lo esperemos, "estemos continuamente preparados". La parábola siguiente ilustra un aspecto de esta prudencia del hombre evangélico, que vive habitualmente en acto.

La segunda parte, vv. 45-51, es como ya lo hemos dicho la parábola del siervo fiel o infiel, que tiene bajo su responsabilidad a los demás servidores de la Casa del Señor. Su prudencia, la diligente atención a todos; su infidelidad, la negligencia, la vida disoluta y el despotismo. El Señor viene a la hora menos pensada, y lo juzgara según la actitud en la que lo encuentre. Su interpretación la debemos hacer desde el contexto precedente: la vigilancia, aunque no se limita a repetir la idea, sino que la desarrolla y la concreta. En los vv. 42-44 no se veía aún en que consistía esta vigilancia; ahora aparece con más claridad: se trata de una vigilancia activa, del cumplimiento fiel, inteligente o prudente de una misión recibida.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-6. 2002

El discurso sobre los “últimos tiempos” (Mt 24,3-36) concluye con la enseñanza sobre la ignorancia referente al “día aquel y la hora” (v.36). Esta constatación es punto de partida de una exhortación en orden a asumir una actitud de vigilancia en función de la cual se coloca en el imperativo “estén en vela” (v.43). Ella es la única actitud razonable frente a lo imprevisto del fin.

El texto puede ser articulado en dos secciones. La primera, exhorta a considerar la necesidad de la vigilancia para la existencia propia (vv.42-44); la segunda, saca las consecuencias de responsabilidad que esa vigilancia comporta (vv.45-51).

En la primera parte, ocupa el primer plano el estar preparados ante la venida del Hijo del Hombre (v.44). Esta preparación se concreta en un imperioso llamado a los discípulos para que “estén en vela” (v.42). Lo mismo se exigirá también a los discípulos en la escena de Getsemaní (Mt 26,38.40.41).

Se pide a los discípulos la misma actitud de Jesús frente a la muerte. En el horizonte de la persecución del Imperio y del judaísmo oficial hay que tener cuidado de no traicionar el mensaje de Jesús. A la fidelidad de sus seguidores está ligada la participación en los bienes que la salvación definitiva comporta. No conociendo el momento exacto en que esta ha de acontecer, es necesario que la fidelidad del discípulo sea permanente y constante.

La segunda parte dirige su mirada a la forma de actuación exigida al interno de la comunidad. Se nos presentan dos formas de actuar de un empleado. Frente a Jesús, cada integrante de la comunidad, especialmente los que ocupan puestos directivos en la comunidad, son empleados a los que se ha confiado una misión y esta misión exige una fidelidad responsable. En el seno mismo de la comunidad de Mateo se tiene experiencia de la posibilidad de la incapacidad y de la infidelidad de los jefes comunitarios y, por ello, se recuerda que significa ser “fiel y cuidadoso” (v.45).

Estas cualidades se realizan solamente cuando se tiene conciencia clara de que ha sido puesto por “el patrón al frente de sus sirvientes para darle la comida a sus horas” (v.45).

Por el contrario ser mal empleado o “canalla” significa “maltratar a sus compañeros y comer y beber con los borrachos”.

Ante cada uno de los responsables de la comunidad se presenta la opción por la fidelidad o la traición al ministerio encomendado. Esta doble dolorosa posibilidad de los jefes comunitarios debe hacerlos cuidadosos de su actuación ya que ésta se pondrá de manifiesto en el momento del retorno del Señor. En ese momento habrá de revelarse cual ha sido el comportamiento de cada una mientras ha estado ausente.

La felicidad que espera al empleado “fiel y cuidadoso” se contrapone a la suerte que espera al “canalla”. Este compartirá la suerte de los jefes fariseos de Israel, cuidadosamente detalladas en el capítulo precedente.

Nos encontramos, por tanto, con una urgente invitación a todo integrante de la comunidad, sobre todo a los que asumen puestos directivos, para conformar su servicio al servicio de Jesús. Sólo una práctica de la justicia que se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos” (Mt 5,20) permite la entrada en el Reino de Dios.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. DOMINICOS 2003

Palabra en camino

Primera carta de san Pablo a los tesalonicenses 3, 7-13:

“Hermanos: En medio de nuestros aprietos y luchas, vosotros con vuestra fe nos animáis... ¿Cómo podremos agradecérselo bastante a Dios?... Que Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesús nos allanen el camino para ir a veros. Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.., para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre.”

Pablo ha encontrado en la iglesia de Tesalónica detalles que le han podido faltar en algunas otras comunidades: animación para que continúe en su acción evangelizadora, gozo en la fidelidad de sus discípulos, alegría en la plegaria que  a distancia comparte con los suyos, deseo de comunicarse más y más en la fe. Esto le hace pedir al Padre que prosiga derramando sus dones para que la comunidad rebose de amor fraterno. ¿Qué más se puede desear de una comunidad?

Evangelio según san Mateo 24, 42-51:

“Un día dijo Jesús a sus discípulos: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor... Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Sabéis de algún criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes.

Pero si el administrador es un canalla..., el día y a la hora que menos espera llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas...”

Si todos participamos del espíritu que reinaba en la comunidad de Tesalónica, felices de nosotros. No habrá sorpresas cuando el Señor llegue a juzgarnos. Pero si languidecemos en la fe, si maltratamos a los hermanos, y nos cerramos en nuestro egoísmo e intereses, no nos hagamos ilusiones de que, al final, nos coronen de gloria. Hagamos más bien que  la ley, la filosofía y la Cruz se abracen en nuestra vida, y que en su armonía y verdad compartida nos traigan felicidad. Mantengámonos vigilantes para no dejarnos sorprender por falacias, tensiones pasionales, apetitos de poder y gloria, o concesiones desmedidas a la naturaleza concupiscente. Así todos nos encontraremos en disposición adecuada para recibir la llamada final de Dios en cualquier momento.


3-8.

1 Tes 3, 7-13:Ustedes con su fe nos animan
Salmo responsorial: 89,3-4.12-14.17
Mt 24,42-51: A la hora en que menos piensen, viene
El evangelio de hoy, a través de esta parábola del empleado fiel que espera a su señor, nos ayuda a saber interpretar el momento presente. Nos ayuda a entender este momento definitivo que es la presencia de Dios en la historia a través de Jesús que ya inauguramos. Cómo leer los signos de los tiempos. Ahora, que somos expertos en leer, gracias a los satélites, los signos atmosféricos… cómo ser expertos en la lectura de los signos de los tiempos. Jesús nos anima a ser centinelas de la historia, a analizar esta etapa.

El Espíritu de Dios aletea sobre las aguas del caos de esta época (Gen 1,2) y quiere producir vida, creación armónica, en este modelo injusto neoliberal. Jesús nos invita a ser expertos en la lectura del texto de la vida, que es el contexto del Espíritu. Se puede lograr si escuchamos a los profetas, a las comunidades, personas y movimientos alternativos. No quedar atrapados por la ley, por los textos, por las prácticas. Estar al día en la lectura de los signos de su presencia. No sabemos cuándo vendrá el Señor. Pero podemos ver sus señales en el tejido de la conflictividad histórica. Discernir con esperanza, programando acciones, viviendo vidas diferentes y proyectos de futuro.

No como el siervo insensato, corrompido, explotador, que se entretiene destruyendo la creación de Dios. Dichoso el vigilante que espera a su señor promoviendo la vida, pero no así los canallas que destruyen su proyecto.

Jesús nos pide barruntar la alborada. “Despertar la aurora” (salmo 108). Nos pide: decir, y “hacer” palabras que despierten la aurora. ¿Dónde está la utopía hoy? Olfatear lo divino. Ser parteros de vida. No es sólo estar vigilantes y preparados “para salvar nuestras almas”, sino para iniciar “aquí y ahora” el reinado de Dios, desde el lugar del pobre.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-9. ACI DIGITAL 2003

42. Es indispensable velar para poder "estar en pie ante el Hijo del Hombre" (Luc. 21, 34 - 36); hay que luchar constantemente por la fidelidad a la gracia contra las malas inclinaciones y pasiones, especialmente contra la tibieza y somnolencia espiritual (Apoc. 3, 15 s.). Tenga cuidado de no caer el que se cree firme (I Cor. 10, 12). "Marcháis cargados de oro, guardaos del ladrón" (S. Jerónimo). Cf. 25, 1 ss.

44. A la hora que no pensáis, etc.: Es, pues, falso decir: Cristo no puede venir en nuestros días. La venida de Cristo no es un problema matemático, sino un misterio, y sólo Dios sabe cómo se han de realizar las señales anunciadas. En muchos otros pasajes se dice que Cristo vendrá como un ladrón, lo cual no se refiere a la muerte de cada uno, sino a Su Parusía (I Tes. 5, 2 s.; II Pedro 3, 10; Apoc. 3, 3; 16, 15).

45. Jesús pone esta pregunta no porque no conociera al siervo fiel y prudente, sino para mostrar cuán pocas veces se hallan estas cualidades (S. Crisóstomo). El sentido de este pasaje se ve más claro en Luc. 12, 41: Entonces, Pedro le dijo: "Señor, ¿dices por nosotros esta parábola o también por todos?"

47. Véase Luc. 12, 37: "¡Felices esos servidores, que el amo, cuando llegue, hallará velando! En verdad, os lo digo, él se ceñirá, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles".
Toda su hacienda: En sentido espiritual; las almas (Juan 10, 29 y nota). Es una promesa análoga a la de 16, 19; Luc. 19, 17; 22, 30.

49. Cf. Luc. 12, 45 ss.; I Pedr. 5, 1 ss.


3-10. DOMINICOS 2004

26 de agosto, jueves: Santa Teresa de Jesús Jornet

Donde está actuando la caridad y servicio, sus gestos son libros de vida.
Edúcate para comprender y ayudar al otro y harás camino de santidad.
Las lágrimas del enfermo son como el beso de los niños.

Un ejemplo en que triunfó la caridad sobre el poder y el dinero, sobre las ambiciones y egoísmos, fue la caridad que transformó el corazón de la joven leridana, Teresa (1843-1897), en un prodigio de generosidad que rompió todos los moldes en que se mantiene habitualmente la mediocridad humana. Y su amor se dirigió especialmente hacia los ancianos, como grupo muy poco atendido por la sociedad en la segunda mitad del siglo XIX. Es digno de conocerse el itinerario espiritual de Teresa.

Era persona inquieta en su mocedad, tendente a solidarizarse con los necesitados de apoyo, y así lo fue expresando en su etapa de maestra, de religiosa clarisa, y, finalmente, de consagrada al cuidado de los ancianos. El golpe de gracia lo sintió cuando un cura de la catedral de Huesca, López de Novoa, le comunicó sus ilusiones y proyecto de fundar un movimiento de cuidadoras de ancianos.

Ella asumió con tal calor la idea que lo abrazó incondicionalmente, y su fruto fue la promoción del Instituto de Hermanas de los Ancianos Desamparados que todos admiramos.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Primera a los Corintios 1, 1-9:
Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios..., a la Iglesia de Corinto. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, sean con vosotros.

En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios nos ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber... De hecho, no carecéis de ningún don... Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo Jesucristo, Señor nuestro...”


Evangelio según san Mateo 24, 42-51:
“En aquel tiempo, dijo Jesús...: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.

Estad, pues, preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre...”


Reflexión para este día
Vida entregada, vida premiada.
Este lenguaje no es totalmente correcto, si lo analizamos espiritualmente, pero expresa una lógica por la que todos nos entendemos.

El amor verdadero no tiene como objetivo alcanzar el amor y premio de los demás, pues quien ama profundamente ama ‘porque ama’, sin otros complementos; pero el amor es puerta de entrada en todos los corazones, incluso el de Dios, y es siempre coronado, aunque no lo parezca. Amor con amor se paga o se corresponde.

Muchas veces repetimos en nuestra historia de grandezas y miserias humanas que participar del espíritu de Cristo, es hacernos solidarios y animadores de cuantos lloran y no ríen, de cuantos sufren y no tienen consuelo, de cuantos envejecen y pierden a sus amigos, de cuantos lo dieron todo y, al final, se encuentran abandonados....

Ese gesto de amor cristiano, cumbre del obrar gratuito, no tiene precio, no se realiza a precio. Pero siempre crea un tesoro en el corazón de la humanidad, de la Iglesia, de Dios nuestro Padre. Y de ese tesoro participaremos eternamente.
 


3-11.

Comentario: Rev. D. Albert Taulé i Viñas (Barcelona, España)

«Estad preparados»

Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...

Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?

«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.


3-12.

Reflexión:



1Cor. 1, 1-9. Dios nos ha llamado a todos a participar de la vida y de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Quienes hemos hecho nuestro el Don de Dios formamos la Comunidad, la Iglesia de Cristo. Y Él va enriqueciendo a su Iglesia con una variedad de Dones, de Carismas para el bien de la misma. Puesto que el Señor nos quiere al servicio del Evangelio, nos entrega, de un modo especial, su Palabra, y nos concede el don del Conocimiento para que comprendamos su Palabra, la encarnemos en nosotros mismos y la proclamemos como testigos. Sin embargo jamás podremos decir que hayamos llegado ya a la perfección. La Iglesia siempre estará en camino, como peregrina hacia el encuentro definitivo con su Señor. Ojalá y cuando Él vuelva nos encuentre viviendo de un modo irreprochable y trabajando por su Reino.

Sal. 145 (144). Nosotros hemos experimentado el amor que Dios nos ha manifestado en su propio Hijo. Esto supera cualquier otra manifestación del amor de Dios que pueda hacernos prorrumpir en alabanzas y acciones de gracias en honor del Señor. ¿Cómo no amar al Señor y alabarlo si, a pesar de que nos encontró cargados de miserias, se inclinó hacia nosotros para librarnos de nuestras esclavitudes? No somos nosotros, sino la mano del Señor la que lo ha hecho. La Victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte es también nuestra victoria. Sin embargo muchas veces nosotros continuamos viviendo bajo el signo de la maldad. Pero el Señor siempre está esperando nuestro retorno para recibirnos como a hijos suyos y ponernos en camino como testigos de su Santo Nombre y de su amor misericordioso. Habiendo experimentado el amor de Dios hagámoslo llegar a toda la humanidad, para que todos se beneficien del amor que procede de Dios.

Mt. 24, 42-51. El Señor nos ha enviado a anunciar su Evangelio; a dar testimonio del mismo con una vida intachable y con el trabajo a favor del bien de todos en todos los niveles. Ya el Señor mismo nos advertía que no nos dejemos embotar por los bienes pasajeros. Cuando todo parece que marcha bien y disfrutamos de todo, se nos borran de la mente y del corazón los bienes eternos. Cuando la vida declina a causa de la edad o de la enfermedad, y la vida está en peligro, tal vez una vez pasada la crisis inicial de depresión y de renegar en contra del mismo Dios (un Dios que siempre estuvo marginado, pero del que ahora uno se acuerda para echarle la culpa de nuestros males, y al que nunca le agradecimos los bienes recibidos), serenadas las aguas internas se inicia un proceso de conversión. ¿Durará siempre? Recuperada la salud y vueltos al trajín de la vida diaria, ¿habremos aprendido la lección de que todo es pasajero y de que no sólo hemos de buscar al Señor, sino permanecer en Él para convertirnos, en Él, en criaturas nuevas? ¿Qué significa el Señor en nuestra vida? Nos hemos de preguntar no sólo acerca de cómo estamos preparados para nuestro encuentro definitivo con Él, sino de cómo vivimos ya desde ahora nuestro camino de fe en Cristo Jesús.

La entrega de Cristo Jesús es el mayor don de amor que Él nos ha hecho. Efectivamente Él nos dice: nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por los que ama. Y hoy nos hemos reunido para celebrar este Misterio del amor de Dios hacia nosotros. Y el Señor siembra su Palabra en nuestros corazones. Ojalá y esa Palabra encuentre el mejor de los terrenos para que, con la fuerza del Espíritu Santo, pueda producir abundantes frutos de salvación en nosotros. No nos hemos de conformar con conocer la voluntad de Dios, sino que hemos de hacerla nuestra, dejándole tomar carne en nuestra propia vida. Sólo así podremos decir que realmente estamos en comunión de Vida con el Señor. Vigilemos constantemente para no perder este Don que Dios nos ha hecho. Pero no sólo hemos de conservarlo; hemos, más bien, de esforzarnos por hacerlo llegar a toda persona de buena voluntad, para que en todos rinda frutos abundantes de salvación. Este es el trabajo que, como Iglesia, hemos de cumplir cada día. Ojalá y cuando el Señor vuelva nos encuentre cumpliendo fielmente con nuestro deber.

El Señor quiere que su Iglesia, su esposa, se convierta en sierva a favor del Evangelio. Al confiárnoslo no tuvo en mente el que, por causa del él, buscáramos honores pasajeros. Ponernos en camino para que el Evangelio de la gracia y de la salvación llegue a todos debe desinstalarnos de todo aquello que nos impide proclamar el Nombre del Señor a todas las naciones. No sólo perjudica a la Iglesia aquel que se pone a embriagar y a golpear a los demás, sino también aquel que no ha sido capaz de hacerse peregrino para hacer llegar hasta el último rincón de la tierra el perdón y el amor de Dios. Quien viva instalado en lo suyo difícilmente podrá decir que está preparado para el Día del Señor, pues no tan fácilmente podrá decir que estará cumpliendo con su deber.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber ser fieles testigos del Evangelio del Señor en el mundo. Amén.

Homiliacatolica.com


3-13.

Reflexión

En este pasaje Jesús nos invita a la vigilancia, y sobre todo a reconocer que todo lo que tenemos, lo tenemos solo en administración, por lo que tenemos el compromiso de cuidar de SUS bienes y de administrarlos correctamente. Es importante notar en esta cita que cuando Jesús habla sobre el servidor fiel, lo pone en relación a su hermanos; con ello nos indica que todos los que tenemos autoridad sobre otros, debemos reconocer que un día el Señor nos pedirá cuentas de ellos. De ahí la gran responsabilidad que tienen sobre todo los padres de familia, a los que Dios les ha encomendado el cuidado de sus hijos; de los esposos a quienes les ha encomendado el cuidado de uno y otro; de la alta responsabilidad de los empresarios, patrones, supervisores, etc., quienes tendrán que responder por el bienestar (y diríamos incluso de la santidad) de sus empleados. Si el Señor te pidiera hoy cuentas de tu administración, ¿te encontraría preparado? Te invito pues, ha hacer un breve balance de cómo has administrado lo que el Señor puso a tu cuidado, sobre todo en tu trato con tus hermanos.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-14. ¡Estad en vela!

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González




Mateo 24, 42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.


Reflexión:


El último día de la historia, el final de los tiempos, se ha descrito en muchas ocasiones como un día trágico y ha dado lugar a una literatura que llamamos “apocalíptica”.

Jesucristo anunció que vendría de nuevo a la tierra, y que esa venida sería definitiva. Pero, ¿cómo debe preparase un cristiano? Vamos a considerar dos tipos de “esperas”.

La primera es parecida a la de un soldado, agazapado en su trinchera, esperando con verdadero miedo el ataque del enemigo. Su única ilusión es que ese momento nunca llegue, porque sabe que puede acabar mal. Es la actitud del que ve el final pensando que va a condenarse por sus pecados. Tiembla, pero tampoco pone remedio.

La segunda espera es la de la esposa que aguarda a su marido, ausente durante mucho tiempo del hogar. Por ejemplo, la esposa de un marinero, que sueña el día en que volverá a estrechar entre sus brazos al amor de su vida. Y cuando se acerca el día, se prepara, se viste, se perfuma y se dispone a recibirle con toda la ilusión del mundo.

El cristiano debe vivir sin temor, preocupado por vivir fielmente el día a día, pero también siendo consciente de la responsabilidad de cada uno de sus actos. Por tanto, no hay que descuidarse y sí estar preparados, con alegría, para el encuentro definitivo con Dios


3-15. Fray Nelson Jueves 25 de Agosto de 2005
Temas de las lecturas: Que el Señor los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos * Estén preparados.

1. Una fe en crecimiento
1.1 Pablo colma de cariño y elogios a los fieles de Tesalónica, según vemos en la primera lectura. Pero ese afecto no le hace ciego. La fe de los tesalonicenses ha recibido buenas bases pero aún debe madurar, completarse, crecer. Ese dato es muy importante y va mucho más allá de la circunstancia particular de ese lugar y de ese momento.

1.2 Que la fe debe crecer significa que el acto de creer tiene, en su simplicidad, una cierta estructura. No es algo tan sencillo como "blanco o negro". Uno puede "ya" tener fe, y sin embargo no tener "suficiente" fe, o no tener una fe madura. Esto nos obliga a preguntarnos qué es crecer o madurar en la fe.

1.3 Otro modo de plantear la pregunta es: ¿qué le puede faltar a quien ya cree que Jesús es el Mesías y el Señor? Los cristianos tesalonicenses ya creían, evidentemente, en Jesucristo, pues le hemos escuchado a Pablo decir, en el capítulo primero de esta misma Carta, que "su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes". Y sin embargo, algo falta a esa fe, que es tan grande y ya famosa. ¿No es cosa de ponerse a meditar un poco?

1.4 Tradicionalmente los protestantes han afirmado que la fe, fe viva en Cristo, es suficiente. Y en cierto sentido es así. Pero también es verdad, y también lo enseña la Biblia, que a esa fe viva algo le falta, o por lo menos, algo le puede faltar, dado que los tesalonicenses tenían esa fe, una fe que era digna de encomio, pero que necesitaba ser completada. Por hoy quedemos con esa inquietud. En cierto modo el resto de la Carta que estamos meditando nos ayudará a encontrar respuesta a nuestra pregunta sobre la madurez de la fe.

2. El Mandato de Velar
2.1 Con un lenguaje sumamente gráfico Jesús apremia a todos con el mandamiento de velar. Es muy interesante ver que él mismo, siendo quien es, se compara a un ladrón, en el texto del evangelio que hoy hemos leído. Y en este género de comparación no estamos ante un hecho insólito en los evangelios, pues muchas veces Jesús opta por presentar a Dios no como es en sí mismo sino como cada cual lo percibe. ¿Recordamos, por ejemplo, esa vez en que habla de Dios comparándolo en cierta manera con un juez injusto al que una pobre viuda tiene que insistirle una y otra vez (Lc 18,3-7)? Dios no ES un juez injusto, pero a quien sufre y no se siente escuchado LE PUEDE PARECER que Dios es así, y Jesús opta continuamente por situarse "del lado del cliente", no del lado de la teoría o de "la verdad en sí misma".

2.2 En el caso presente, hay que decir que Dios parece un ladrón para quien se siente tan dueño de su vida, su tiempo y sus cosas, que no quiere perderlos jamás. Para el que quiere vivir mil años, Dios es un ladrón de años. Para el que quiere disfrutar todos los placeres, Dios sólo puede ser un ladrón de placeres. Para el que quiere gozarse de la creación para siempre, estorba el llamado del Creador.

2.3 Notemos que en todos los casos en que Dios parece un ladrón es porque el hombre ha querido sentirse "dueño". La clave en el discurso de Jesús está en esto: no te sientas dueño y no verás en Dios un ladrón. Siéntete siervo, siervo amado, siervo fiel, siervo en el que se puede confiar, y descubrirás un Dios que te otorga el don de su amor y de su confianza.