VIERNES DE LA SEMANA 18ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Dt 4, 32-40

1-1.

Ver TRINIDAD/B


1-2.

El Deuteronomio es el último de los cinco libros de la Ley.

En el año 622 a. J.C. este libro fue hallado en el Templo (2 libro de los Reyes 22). Si tiene sus raíces en tradiciones más antiguas que se remontan a Moisés, no puede negarse que se asemeja a la predicación profética de los siglos IX y Vlll. Podemos decir que es un caso todavía más explícito de la famosa ley de releer los acontecimientos pasados para iluminar la actualidad... es lo que tratamos de hacer nosotros HOY en nuestra oración.

-Moisés decía: «Pregunta a los tiempos antiguos que te han precedido, desde el día que Dios creó al hombre sobre la tierra...»

Esto es exactamente: «interrogar los tiempos antiguos para guiar nuestra ruta actual

«¡Recuerda!» es uno de los refranes de la liturgia. Toda la Biblia es una inmensa memoria que conserva los «actos de Dios». La misa es un «memorial»: «recordamos, Señor, la Pasión y la Resurrección...»

-¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz de Dios hablando en medio del fuego, y haya sobrevivido?

Se trata de volver a tomar conciencia de los dones de Dios, de los hechos que nos han probado su amor.

La fe judeo-cristiana, a diferencia de la mayoría de las grandes religiones, no pertenece, ante todo, al orden de las ideas o de la moral... sino al orden de los «hechos históricos».

Nuestro credo es una serie de acontecimientos ocurridos que han llegado hasta nosotros y que orientan el porvenir y lo garantizan. De ahí la importancia de poner en obra esta fe y no solamente de otorgarle el asentimiento intelectual de nuestra mente. Hay que entrar en esa historia santa que Dios continúa desarrollando.

Señor, haz que compartamos tu gran Designio sobre el mundo. Y para ello haz que escuchemos fielmente esa Palabra que Tú nos traes.

-¿Algún Dios intentó jamás elegirse una nación... como has visto a tu Dios hacerlo por ti en Egipto?

Toda elección de Dios, que pudiera parecer una especie de privilegio, es de hecho una exigencia y una llamada.

¿Por qué he sido elegido para recibir el Bautismo? ¿Por qué he tenido la suerte de haber descubierto más profundamente el evangelio y de meditarlo? ¿Por qué he oído quizá la llamada de una vocación particular? Trato de contestarte, Señor.

-Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia, te sacó de Egipto manifestando su presencia y su poder... Te introdujo en el país que te dio por herencia, como lo estás viendo hoy.

¡Elegido por amor! Permanezco saboreando esta revelación.

Todo el Deuteronomio insiste en esta verdad: que las relaciones de Dios con nosotros y nuestras relaciones con El están regidas por el amor. ¿Es esto verdad en mi vida? ¿Qué evoca para mi personalmente, el tema de la Alianza?

-Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios... Guardarás todos los días los mandamientos del Señor para que seas feliz tú y tus hijos y prolongues tus días en la tierra que te da el Señor, tu Dios.

«HOY» es una de las palabras clave del Deuteronomio.

Invitación renovada a vivir cada día en plenitud. El pasado ya no esta en nuestras manos el futuro no lo tenemos aún pero tengo en mis manos el DÍA de HOY para ¡construirlo con la correspondencia a la voluntad de Dios... fuente de felicidad!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 220 s.


2.- Na 2, 1.3; Na 3, 1-3.6-7

2-1.

Un libro profético muy corto es el de Nahúm. Sólo tiene tres páginas. Nahúm es un contemporáneo de Jeremías.

Vive inmerso en ese período agitado que precede al derrumbamiento de Jerusalén.

-Mira correr por las montañas al mensajero que anuncia la paz.

Una vez más hay que dejar vagar la imaginación, ahora partiendo de esta imagen.

Después de esta victoria, volverá la paz. Un mensajero parte veloz, y corre, corre con todas sus fuerzas para ir a anunciar a sus conciudadanos esta buena noticia. Llega resoplando y grita su mensaje:

-Celebra tus fiestas Judá. Cumple tus votos. El malvado no volverá por ti: ha sido exterminado, pues el Señor restablece la viña de Jacob como la viña de Israel. Los saqueadores la habían saqueado y habían destruido sus sarmientos.

Estas cosas se dijeron en plena crisis. En el momento en que Judá e Israel titubean bajo los golpes de los ejércitos asirios.

¿Soy capaz de esperar? ¿incluso en los momentos en que todo parece perdido?

-¡Ay de ti, Nínive, ciudad sanguinaria, llena de fraudes, de violencias, y de incesante pillaje!

Cuando Nahúm profetiza, Nínive, capital de Asiria está en el apogeo de su poder. Los bajorrelieves que llenan los museos son testigos de esta civilización prestigiosa y violenta que hace temblar al mundo. En 553 antes de Jesucristo, el imperio asirio y sus ejércitos invencibles han conquistado incluso Tebas, capital del poderoso Egipto. Ahora bien, cincuenta años después, Nínive se derrumba a su vez bajo la embestida de Babilonia.

Al describir por adelantado esta caída de la orgullosa Nínive, lo que canta el profeta es la esperanza de los pobres: todas las pequeñas naciones, hasta ahora aplastadas, podrán levantar la cabeza.

Escuchemos esta áspera profecía:

-Ay de ti, Nínive... ¡Escuchad el chasquido de los látigos, el estrépito de las ruedas, el galope de los caballos, la oleada de los carros! ¡Caballería que avanza, flamear de espadas, centellear de lanzas! ¡Multitud de heridos, montones de muertos, cadáveres por doquier, cadáveres con los que se tropieza! Arrojaré inmundicia sobre ti, te deshonraré y te pondré como espectáculo.

Cuando Asiria se proclama la dueña del mundo, es así como la ve Nahúm; Nínive no es solamente la capital de un país poderoso, sino el símbolo del orgullo y de la violencia, de los "poderosos" de todo orden. Fraudes, violencias, barbarie, brutalidad, no son privilegio de aquel tiempo ni de aquella civilización.

Nínive es el tipo de ciudad que quiere dominar el mundo.

¡Este tipo de ciudad no podría durar ante Dios! Será destruida.

Nínive, HOY, toma otros nombres: son todas estas potencias sin escrúpulos, que, en el seno de los sistemas económicos actuales, se aprovechan del dinero y de la mentira, para oprimir a los débiles indefensos.

Los imperios caen, unos después de los otros. Y la historia continúa.

Nínive, la "maravilla del mundo" HOY, es sólo un campo de ruinas: ¿podemos imaginarnos a Roma, París, Nueva York, o Moscú, en ruinas? Meditemos sobre la fragilidad de las cosas.

La conciencia del hombre moderno no se siente habitualmente cómoda ante estas expresiones: ¿cómo podría Dios alegrarse de ver una nación castigada?

De hecho sabemos que la historia humana es, en parte, el resultado de la libertad humana, con su mezcla de generosidad y de pecado.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 220 s.


2-2. /Na/01/01-08  /Na/03/01-11

Esta lectura está formada por dos fragmentos que nos dan una visión bastante completa del contenido y del mensaje de este corto libro. Del profeta Nahún sabemos muy poco: debió de escribir entre la caída de Tebas (cf, 3,8: No-Amón = Tebas) en manos de los asirios y la conquista de su capital, Nínive, por los babilonios el año 612.

Los vv 1-8 del c, 1 nos presentan a Yahvé como «vengador» y «lleno de ira» «hacia sus enemigos», es decir, no un Dios indiferente al mal. Por otra parte, es «bueno», «confortador... y conoce a los que en él confían». Israel tenía la seguridad y la certeza de que Yahvé estaba con él, le ayudaba y le sostenía (alianza), convicción que habrán de revisar y profundizar con motivo del asedio y de la caída de Jerusalén (año 586): los años de destierro servirán para eso.

Los vv 1-11 del c. 3 vienen a ser la continuación de todo el capítulo anterior: el castigo de los asirios, que, por lo que parece, debían de ser muy sanguinarios, déspotas y lógicamente odiados por todos los pueblos que habían tenido la mala suerte de ser derrotados y conquistados por ellos. Ciertamente, las palabras que emplea Nahún son muy acertadas y, al leerlas, daban la impresión de estar presentes en la conquista de Nínive: «Estrépito de ruedas, galopar de caballos..., lanzas fulgurantes..., cadáveres sin fin, por doquier se tropieza con ellos» (3,2s). Nínive es castigada porque «con sus fornicaciones compraba pueblos» (3,4), los adulaba con la seguridad de acceso a lo sobrenatural independientemente de Dios y de su revelación.

Es constante -como lo vemos en la historia- que en los regímenes despóticos se dé la combinación, no casual, sino consciente, de acciones sanguinarias con coberturas ideológicas «que entusiasman y seducen». Asiria, como dice Nahún, fue un buen ejemplo (3,1-4): el hombre es destruido a la vez por la adoración de los ídolos que no son nada (Sal 11,4-8) y por la espada.

Pero Dios-Yahvé no es un Dios «ambivalente», a la vez bueno y malo, Dios aprueba la conducta del bueno y castiga la del malvado. Pero ya que el castigo pretende la conversión, la definición que más conviene a Dios sigue siendo la de Ex 3 13ss: Yo soy el que estoy y estaré a vuestro lado.

 ARMENGOL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 780 s.


3.- Mt 16, 24-28

3-1.

El viraje decisivo de los evangelios se hizo a partir de la Confesión de Pedro. Jesús se dirige hacia lo esencial, hacia "su hora"... y se concentra en lo que considera como trabajo suyo principal: la formación profunda del grupo de los Doce.

-Jesús, después de haber anunciado a los discípulos su pasión y su resurrección, les dijo: "El que quiera venirse conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

"Si alguien quiere venirse conmigo..." Este "si" condicional, o sea la frase inicial: "El que quiera", me ayudan a penetrar en un misterio esencial de Dios: El es quien inventó la libertad del hombre... que es la grandeza del hombre según Dios. Jamás la forzará.

"Si tú quieres venir conmigo..." ¡Sí, Señor, lo quiero! Pero ¡ven a ayudar mi flaqueza! Esto es, precisamente, lo que me atrae en el evangelio: seguirte, ir contigo, vivir mi vida humana "como la vivió Cristo".

Tú has ido delante. Tú me precedes a cualquier parte que yo vaya.

Considerarme como "aquel-que-trabaja-con": mis trabajos de hoy, mis responsabilidades, "contigo", siguiéndote.

-Que renuncie... que cargue con su cruz...

Sin estos requisitos no hay vida cristiana verdadera. La vida según el evangelio no es una vida fácil, como agua de rosas, muelle y sin consistencia.

Seguir a Cristo supone un cierto número de elecciones y de rupturas.

He escogido esto, he renunciado a aquello.

Es necesario que revise mi vida para ver si de hecho encuentro que hay en ella renuncias.

¿A qué he renunciado por ti, Señor?

¿El que quiera salvar su vida, la perderá... el que pierde su vida por mí, la conserva.

He aquí una fórmula paradójica que Jesús pronunció ciertamente, y, sin duda, con esas mismas palabras... pues se la encuentra seis veces en los evangelios: Mateo 10, 39; 16, 25; Marcos 8, 35; Lucas 9, 24; 17, 33; Juan 12, 25.

Nuestra vida no está hecha para ser guardada, sino para ser entregada. Amar no es "sentir emoción", no es desear poseer al otro, es olvidarse de sí mismo para darse al otro.

Cada vez que uno "toma" para sí, deja de amar. No digas que amas cuando quieres solamente disfrutar del otro: ¿no sería esto entonces un amarte solamente a ti mismo? Sí, amas de veras, si eres capaz de renunciarte, de olvidarte, si eres capaz de morir a ti mismo en beneficio de aquel a quien amas.

El que más ha amado, es Jesucristo.

La "cruz" de Jesús no es solamente un instrumento de suplicio, de renuncia... es el signo mismo del más grande amor que haya levantado jamás a un corazón.

"No te he amado en broma..."

-¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si malogra su vida? o ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?

Es para "salvarse" que hay que "perder": la renuncia no tiene su fin en sí misma... es la condición de una "vida" en plenitud. ¡Por la renuncia y la cruz, Jesús no propone una destrucción, sino un desarrollo... una expansión total y eterna!

-Porque el Hijo del hombre va a venir entre sus ángeles con la gloria de su Padre:

Entonces pagará a cada uno según su conducta.

Señor, ayúdanos a vivir los verdaderos valores.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 112 s.


3-2.

1. (Año I) Deuteronomio 4,32-40

A partir de hoy, y durante cinco días, leeremos el Deuteronomio, el último de los cinco libros del Pentateuco.

Este título significa «segunda ley», pues contiene la despedida de Moisés, con el repaso que hace de los cuarenta años de marcha por el desierto y las normas que recuerda a su pueblo. Al principio de la travesía, en el Sinaí, les entregó la primera ley, la Alianza. Ahora, cuando están a punto de entrar en Canaán, Moisés, antes de morir, les deja como testamento la recomendación de que cumplan aquella Alianza.

El libro del Deuteronomio tuvo una historia especial: había sido medio olvidado hasta que fue descubierto el año 622, en tiempos del joven rey Josías, a quien le vino muy bien para urgir la reforma religiosa que había emprendido, animado por el profeta Jeremías.

a) Sigue la historia de Israel. Moisés interpela frontalmente a su pueblo, despertando su memoria histórica: ¿cómo puede ser que un pueblo desoiga a un Dios como Yahvé, que se ha preocupado tanto de ellos a lo largo de esos años?

La catequesis que hace Moisés se basa en las actuaciones de Dios para terminar pidiendo un estilo de vida más concorde con la alianza que han hecho: «tú has oído la voz de Dios... amó a tus padres y eligió a su descendencia, él en persona te sacó de Egipto... el Señor es el único Dios... guarda sus preceptos y mandamientos». El monoteísmo que subraya fuertemente se debe, no a cavilaciones filosóficas, sino a la historia.

b)Nosotros contamos con capítulos nuevos en esta catequesis y en esta memoria agradecida. Dios, además de liberar a Israel de la esclavitud, nos ha enviado a su Hijo para liberarnos a todos del pecado y de la muerte. Tenemos más razones para sentir admiración y gratitud hacia Dios y para responder a su amor con el nuestro, intentando cumplir su voluntad en nuestras vidas.

Cuando presentamos a Dios (o a Jesús) en nuestra predicación o en nuestra catequesis, no tendríamos que apoyarnos tanto en filosofías o definiciones sino en la historia de la salvación, tal como aparece en el AT y en el NT. El de Moisés es un «credo histórico», no un «credo teológico». «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos...».

Es lo que hace el salmo de hoy: «Recuerdo las proezas del Señor, medito todas tus obras... ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?». Nosotros lo podemos recitar con más conocimiento de causa y con unas consecuencias más coherentes en las respuestas de nuestra vida diaria.

1. (Año II) Nahum 1,15; 2,1; 3,1-3.6-7

a) Terminado el resumen de Jeremías que hemos ido siguiendo durante dos semanas, escuchamos hoy una síntesis del breve libro de un profeta poco conocido: Nahum, del siglo VII antes de Cristo.

Son unas ideas muy guerreras. El profeta se alegra de la caída de Nínive. Se ve que los asirios que habían sido los que llevaron al destierro hacía años al reino del Norte- eran, de verdad, sanguinarios y crueles, y se habían ganado el odio de todos los pueblos vecinos.

Nahum se alegra de la caída de su capital, Nínive, en manos de los medos y babilonios, que la arrasaron. Nahum describe con trazos muy realistas la destrucción de la perversa ciudad: látigos, carros, caballos, espadas, lanzas, heridos, cadáveres...

La ruina de los asirios supone, de momento, la paz para Israel: «el heraldo que pregona la paz» y llena de alegría a Judá. Aunque, luego, resultará que los babilonios no serán mejores y llevarán, a su vez, al reino del Sur al destierro.

b) La historia va dando vueltas. Imperios que parecían firmes se desploman. Hace miles de años y ahora. Dios sigue «derribando de sus tronos a los poderosos», como cantaba en su Magníficat María de Nazaret.

El salmo lo dice de otra manera: «el día de su perdición se acerca, porque el Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos... mirad: yo doy la muerte y la vida...».

Para que sea verdad lo que dijo Jesús, «los que empuñen espada, a espada perecerán» (Mt 26,52), no hace falta que se trate cada vez de un castigo de Dios. La historia misma, con sus fuerzas interiores, va acelerando subidas y caídas, y se encarga de que el mal no quede impune y que los orgullosos reciban lecciones de humildad.

Páginas proféticas como la de hoy nos enseñan a ver la historia con perspectiva. A no entusiasmarnos demasiado por nadie ni por nada, ni a hundirnos tampoco por nadie ni por nada. Y, sobre todo, a confiar siempre en el amor de Dios, que nunca cierra las puertas al futuro, que siempre tiene planes de repuesto para salvar a los que quieren ser salvados, o sea, a los humildes y sencillos: «a los pobres les llena de bienes, y a los ricos los despide sin nada».

2. Mateo 16,24-28

a) Las palabras de Jesús parecen como una continuación de la reprimenda que ayer había dirigido a Pedro, al que no le gustaba oír hablar de la cruz.

Jesús avisa a sus seguidores que, al igual que él mismo, en su camino hacia la Pascua, a todos ellos les tocará «negarse a si mismos», «cargar con la cruz», «seguirle», «perder la vida». Y así la ganarán y recibirán el premio definitivo. Parecen y son paradojas: pero se trata de los caminos de Dios, muy distintos de los nuestros.

Ese final («algunos verán llegar al Hijo del Hombre en majestad») no sabemos a qué se refiere: tal vez, a la escena de la transfiguración, que Mateo cuenta a renglón seguido (aunque nosotros no la leamos en esta lectura continuada).

b) El que mejor ejemplo nos ha dado de un camino hecho de renuncia y de cruz es el mismo Jesús. Como siempre, lo que enseña, lo cumple él el primero.

Pedro, quien, al principio, se mostraba tan reacio a aceptar a Jesús como «el Siervo que se entrega por los demás», después de la experiencia de la Pascua y de Pentecostés, será uno de los testigos más valientes de Cristo, orgulloso de poder sufrir por él, hasta su martirio en Roma, bajo Nerón.

Estamos avisados. Podrá resultarnos duro el camino de la vida cristiana, pero no nos debe sorprender. Jesús ya nos lo ha advertido, para que no nos llamemos a engaño. No nos ha prometido éxitos y dulzuras en su seguimiento. Eso si: no nos va a defraudar, porque «pagará a cada uno según su conducta», y no se dejara ganar en generosidad.

«Dios amó a tus padres, él en persona te sacó de Egipto» (1ª lectura I)

«Mirad los pies del heraldo que pregona la paz» (1ª lectura II)

«El Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos» (salmo II)

«El que quiera venirse conmigo, que cargue con su cruz y me siga» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 241-244


3-3.

Na 2, 1.3; 3, 1-3.6-7: Pequeña selección del profeta Nahum

Mt 16, 24-28: ¿De qué serviría ganar el mundo...?

Jesús, a partir de cierto momento, pone en evidencia la difícil situación que les espera al llegar a Jerusalén y va descubriendo con sus discípulos las claves que le permiten descubrir el significado de todo el camino recorrido. Insiste en este tema porque las pretensiones mesiánicas de los discípulos, especialmente de Pedro, se habían convertido en un verdadero tropiezo para la misión. Jesús, entonces, pone los puntos sobre las íes y vuelve continuamente sobre el tema de las exigencias del discípulo para evitar que quienes lo sigan se engañen.

Las exigencias parten de una renuncia radical y primera a las propias ambiciones. El auténtico discípulo no puede anteponer sus intereses a la urgencia del Reino porque estaría en el plan de la mentalidad vigente que consiste en buscar seguridades y prebendas personales. Esto es lo que significa "ganar el mundo", empeñar la propia persona en un sinnúmero de empresas que supuestamente le reportarán la felicidad de ésta vida y de la otra. La realidad, sin embargo, es otra. Los que ganan este mundo pierden su propia vida.

El camino del Maestro se convierte, entonces, en el destino del discípulo. Si el maestro ha renegado de sí mismo y ha cargado con la cruz, el discípulo no puede suavizar su opción: o con el Maestro o sin él. Desde ese momento el discípulo se abre completamente a la novedad de Dios y, a la vez, acepta el conflicto que lo enfrentará a la mentalidad vigente.

Con frecuencia nos enfrentamos con timidez a nuestras propias opciones. Somos discípulos que en lo profundo del corazón, a veces incluso de un modo simplemente inconsciente, alimentamos mesianismos triunfalistas y exitosos. Por eso, vamos por la vida haciendo tratos y contratos que nos permiten evadir los compromisos que hemos asumido. Vale la pena preguntarnos: ¿qué deberíamos cambiar para ser más auténticos discípulos?

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-4. 2002

COMENTARIO 1


--------------------------------------------------------------------------------

v. 24: Entonces dijo a los discípulos: -El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga.

Jesús se dirige a los discípulos para exponerles las condi­ciones del seguimiento. «Venirse conmigo» indica el acto de adhe­sión inicial que luego continuará en el seguimiento. Las condiciones que va a exponer Jesús muestran que el destino del discípulo es el mismo del Mesías. Son dos esas condi­ciones: «renegar de sí mismo» y «cargar con la propia cruz». «Renegar de sí mismo» significa renunciar a toda ambición personal y es una nueva formulación de la primera bienaventuranza, «elegir ser pobre»; «cargar con la propia cruz» significa aceptar ser perse­guido y aun condenado a muerte por la sociedad establecida, y equivale a la última bienaventuranza: «los que viven perseguidos por su fidelidad». Cumplir estas dos bienaventuranzas constituye la esencia del discípulo; son los «mandamientos mínimos» que nin­gún discípulo puede dejar de cumplir (5,19).

vv. 25-28: Porque si uno quiere poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la pondrá al seguro. 26y luego, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero a precio de su vida? ¿Y qué podrá dar para recobrarla? 27Además, el Hombre va a venir entre sus án­geles con la gloria de su Padre, y entonces retribuirá a cada uno según su conducta. 28Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar al Hombre en su realeza.

Nótese la estructura del pasaje. Jesús expone las dos condiciones para seguirlo (v. 25). A continuación propone tres argu­mentos (vv. 25.26.27), probando con ellos que sus condicio­nes, aparentemente tan duras, son las únicas sensatas:

-para poner a buen seguro la vida hay que perderla, pues “sólo queda lo que damos”.

-ganar el mundo entero no sirve de nada si perdemos la vida.

-el Hijo del hombre tendrá en cuenta esa entrega generosa de la vida por amor a los demás.

La verdadera realeza del Hijo del hombre se muestra claramente en el trono de la cruz. Ser rey no es dominar y oprimir, sino servir hasta la muerte, si es preciso, único camino para dar y engendrar vida.






COMENTARIO 2



--------------------------------------------------------------------------------


El texto evangélico se inicia con un “Jesús dijo a los discípulos” que sirve de introducción a una enseñanza sobre las exigencias de la vida cristiana. Se parte de la afirmación del seguimiento como elemento constitutivo fundamental de la vida del discípulo. Este se define en su relación con Jesús en su camino histórico de Pasión, anunciado precedentemente (v.21) y en su venida gloriosa para el futuro.

El texto vuelve sucesivamente su mirada al presente entendido como “negación de sí mismo” y como “tomar la propia cruz” (v.24), al futuro entendido como “venida del Hijo del Hombre entre sus ángeles con la gloria de su Padre”(v.27) y a la contemporaneidad de ambos en la vida del discípulo: “algunos de los aquí presentes no morirán sin ver al Hijo del hombre venir”.

De esa forma presente y futuro se encuentran no solamente ligados como una causa y su efecto sino también íntimamente entrelazados en la existencia histórica de cada hombre.

La esperanza cristiana se presenta, de este modo, íntimamente asociada a la historia del dolor y el sufrimiento humano. Sin fatalismos ni búsqueda de padecimientos, las circunstancias históricas en que se desarrollan la vida de Jesús y del discípulo exigen la capacidad de asumir el padecimiento necesario para la transformación de la realidad en vistas a adecuarla al designio divino.

Con tres solemnes “porque”, Jesús describe el camino que se debe recorrer. Se debe perder la propia vida en su muerte para encontrarla en su resurrección. De esta forma contrapone su actuación de entrega generosa a la búsqueda egoísta de perpetuarse a sí mismo.

Esta última puede llenar las preocupaciones personales pero se revela infructuosa y estéril. Se puede ganar el mundo entero pero éste no asegura la continuidad de la existencia, nada es suficientemente valioso para recobrar la vida de este modo perdida.

Sólo la identificación con Jesús hecha realidad en el seguimiento que lleva a recorrer el mismo camino recorrido por Jesús en su existencia histórica puede hacer que el presente adquiera perennidad y consistencia plena.

Frente a frente se encuentran de nuevo presentadas las opciones que delante de sí tiene toda existencia humana. La búsqueda egoísta de sí mismo, el replegamiento sobre los propios intereses no puede dar una respuesta satisfactoria al ansia humana de supervivencia. Por el contrario, las acciones humanas adquieren consistencia desde el futuro de Dios y de su Juicio. En él , sólo la capacidad y donación semejantes a las mostradas por la actuación del Jesús terreno, son los únicos criterios que pueden asegurar la supervivencia. El presente se coloca de esta forma en íntima relación con el futuro, es el ámbito en que éste puede ser construido según el designio de la “gloria de Dios”.

Pero esta realidad no se posterga para ese momento posterior. Ya en el presente es operante en la vida del discípulo que puede hacer experiencia de ella “verla” antes de morir.

De esa forma, el futuro se hace realidad en la existencia del discípulo que tiene la posibilidad de acceder a ese Reino anticipadamente compartiendo la suerte de Jesús.

1. Juan Mateos, El evangelio de Juan. Texto y comentario. Ediciones El almendro, Córdoba 2002 (en prensa).

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).


3-5.Viernes 8 de agosto de 2003
Domingo de Guzmán, Victorino

Dt 4, 32-40 : Señor ha amado a tus padres y te ha elegido para la posteridad
Salmo responsorial: 76, 12-16.21 : Recordamos con alegría Señor, tus maravillas
Mt 16, 24-28 : ¿Qué puede dar el ser humano a cambio de su vida?

Ser seguidor de Jesús significa entregarse totalmente a Dios y estar dispuesto a seguir a Jesús en todos los aspectos de su papel de Siervo, incluso llevando la cruz. La enseñanza de esta sección ha sido anticipada en las palabras acerca del martirio en 10, 38-39. No puede haber renovación si no se muere a las formas viejas de pensar. El verdadero discipulado se vive a la luz del juicio venidero, donde quienes hayan perdido su vida por causa de Jesús la encontrarán en medio de las bendiciones que acompañan la abundancia de vida con el Padre en el reino (v.27). Jesús, como Hijo del hombre, estará sobre el trono de la gloria para llevar a cabo el juicio en nombre de Dios (cf. Dan 7,13.14.27; 1Henoc 45,3; 55,4). La afirmación de que algunos de los discípulos allí presentes lo verán venir en su reino (cf. Dn 7,13-14) durante su tiempo de vida es una predicción de que presenciarán la acreditación de Jesús en la resurrección y su venida como triunfante Hijo del hombre cuando pronuncie su discurso de entronización en 28,18-20. El juicio que ha de venir pronto sobre Jerusalén es el comienzo del juicio del Hijo del hombre (cf .24,1-8).


Al iniciar nuestra reflexión este día, cabe hacer notar que el texto evangélico de hoy fue el que impactó a San Antonio María Claret para que decidiera dejar sus grandes y prometedores proyectos de fabricación textil, para hacerse misionero, y su primer impulso ante este texto fue querer ser monje de clausura (cartujo). Ayer recordábamos cómo Jesús acaba de predecir su pasión (16,21) y ha regañado a Pedro (16,23) porque pretendía apartarlo de la voluntad del Padre. Ahora, quiere seguir siendo sincero y no engañarnos; nos habla de las condiciones para seguirlo. Utiliza los verbos “renunciar”, “tomar la cruz”, “seguir”, “perder la vida” que son matices de la realidad que nos propone asumir: quien quiere seguir a Jesús debe renunciar decididamente a todo y así poder compartir con Jesús su mismo destino que culmina en la cruz donde no terminará todo sino que la última palabra está reservada a la resurrección.

Si nos consideramos verdaderos cristianos tenemos que estar dispuestos a cualquier sacrificio, con tal de vivir como Cristo y encontrar en El la verdadera vida.

Aceptar a Jesús como “servidor sufriente” no es fácil pero no hay otro camino, no hay resurrección sin cruz. Esto significa, como Claret también lo comenta en su autobiografía, “pensar y actuar, comportarse como Jesús lo haría en las situaciones concretas de cada día”. Esta forma de ver el seguimiento puede parecer difícil, “estrecho” pero “es el camino que conduce a la vida” (Mt 7,14). Jesús no nos engaña, nos anima y hace ver claramente que quien desee hacerse discípulo suyo, no obtendrá triunfos fáciles, sino sacrificio; pero también aclara que este sacrificio es el que conviene, es válido, pues se obtiene “la gloria del Padre”, en la que cada uno participará según lo realizado en esta vida. La “imitación de Cristo” (cf. 1Tes 1,6; Ef 5,1-2) se hace por “el camino de la cruz”, que es, aunque a primera vista parece contradictorio, camino hacia la vida. Como dice el apóstol: “Conocer a Cristo, experimentar la fuerza de su resurrección, compartir sus sufrimientos y asemejarme a El en su muerte, con la esperanza de resucitar con El de entre los muertos” (Flp 3,10s) Tenemos que luchar para no seguir la moda de este mundo y encontrar el coraje suficiente de convertirnos y perder la vida por la causa del Reino que es la causa de Cristo sobre todo en la lucha por los hermanos más pobres, por la búsqueda de la paz y dando muestras de buena voluntad poniendo fin a la división.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-6. ACI DIGITAL 2003

24. Entonces, es decir, vinculando con lo que precede. Conviene notar aquí el contraste de Jesús con el mundo, Este, siguiendo al pagano Séneca, nos recomienda, como una virtud, el "Afírmate". Jesús, sin el cual nada podemos, nos dice, en cambio: "Niégate" (para que Yo te afirme). No nos dice: Resígnate a la desdicha, sino al revés: Hazte niño confiado y obediente, entrégate como hijo mimado, y Yo te daré el gozo mío (Juan 17, 13); tendrás cuanto pidas (Marc. 11, 24) y mi Padre velará para que nada te falte (6, 33).

28. Algunos discuten el sentido de este pasaje. La opinión de San Jerónimo y San Crisóstomo, que refieren estas palabras a la Transfiguración de Jesús, la cual es una visión anticipada de su futura gloria, está abonada por lo que dicen los apóstoles (Juan 1, 14; II Pedro 1, 16 - 19). Véase Marc. 8, 38 y 9, 1; Luc. 9, 27.


3-7.

18ª Semana. Viernes

Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. Porque, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?, o ¿qué podrá dar el hombre a cambio de su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre acompañado de sus ángeles, y entonces retribuirá a cada uno según su conducta. En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes que no sufrirán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su Reino. (Mt 16, 24-28)


I. Jesús, eres Dios y sabes mejor que yo para qué me has creado y cómo voy a ser realmente feliz. Sabes que todas las riquezas materiales del mundo juntas no son capaces de llenar un corazón creado para amar. Si lo propio del corazón es amar, sólo se va a satisfacer amando. Y amar es darse, entregarse.
Recibir, atesorar, conseguir para uno mismo, pueden satisfacer los deseos materiales del cuerpo; pero si se convierten en el único objetivo, pueden también destrozar la capacidad de amar que tiene nuestra alma espiritual.

Por eso hoy me recuerdas: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? El egoísta podrá hacerse con cosas del mundo: honores, dinero, diversiones, comodidad. Pero si pierde su alma, no sabrá amar en la tierra y, por ello, no podrá amar en la otra vida. Infeliz aquí, infeliz en la eternidad.

La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo. El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón, así como otros textos del Nuevo Testamento hablan de un último destino del alma que puede ser diferente para unos y para otros [108].

Jesús, que me dé cuenta de que vale la pena darse, pensar en los demás, pensar en Ti. Que sea consciente de que toda mi eternidad depende de la capacidad para amar que desarrolle en estos años de vida en la tierra. Que no me engañe pensando que Tú me perdonarás con tu gran misericordia. Tu gran misericordia la demuestras muriendo en la cruz y perdonándome en la confesión. En el juicio, retribuirás a cada uno según su conducta.

II. El amor gustoso, que hace feliz al alma, está basado en el dolor: no cabe amor sin renuncia [109].

Jesús, ésta es la gran paradoja: no cabe amor sin renuncia. Para aprender a amar hay que aprender a sufrir, a sacrificarse por el ser querido. El que se busca a sí mismo, nunca experimentará ese amor gustoso, que hace feliz al alma. Por eso aseguras que el que quiera seguirte, el que quiera amarte sobre todas las cosas, debe empezar por negarse a sí mismo: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Jesús, la señal de la cruz es la señal del cristiano, porque el sacrificio es el camino del amor, y sólo podemos ser cristianos si nos amamos los unos a los otros, y a Ti sobre todas las cosas. ¿Cómo puedo tomar cada día mi cruz? Una buena manera de hacerlo es sirviendo a los que me rodean con pequeños detalles, y no quejándome ante los inconvenientes típicos de cada jornada, ofreciéndote esas dificultades por alguna intención.

De este modo, no buscándome a mí mismo sino entregándome a los demás, aunque parezca que pierda mi vida, la encontraré. Pues el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. Jesús, Tú me has dado el máximo ejemplo de entrega: nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos [110]. Tú has entregado tu vida por tus amigos, por mí. Y por ello tienes el amor más grande, el amor gustoso que llena y hace feliz al alma. Ayúdame a vencer la aparente contradicción de renunciar a mi egoísmo, de modo que aprenda a amar de veras.

[108] Catecismo, 1021.
[109] Forja, 760.
[110] Jn 15, 13.

Comentario realizado por Pablo Cardona.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo V, EUNSA