SÁBADO DE LA SEMANA 15ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Ex 12, 37-42

1-1.

-Los hijos de Israel partieron de Ramsés hacia Sukkot unos seiscientos mil hombres sin contar los niños.

Este es un relato «épico», en él se exageran algunos detalles.

Los sacerdotes que pusieron por escrito el relato de ese acontecimiento, algunos siglos después, aumentaron el número de israelitas para que se levantara el ánimo de los judíos que entonces no eran más que un «pequeño resto».

En los textos del Concilio también se define a la Iglesia como «un pueblo inmenso»... y, a la vez, como un «pequeño rebaño»...

Porque el pueblo de Dios, a menudo minoritario de hecho está destinado de derecho a abrirse a la multitud.

Ruego por la Iglesia y por la inmensa masa de hombres que espera la revelación de Jesucristo.

-Salió también con ellos una abigarrada muchedumbre.

Muchos textos subrayan esa diversidad racial, esa especie de universalidad, en la partida del pueblo de Dios. Se trata de un conjunto heteróclito (Dt 29, 10; Josué 8, 35; Lv 24,10): extranjeros, egipcios, víctimas quizá también de la dictadura del Faraón, que aprovecharon la ocasión para evadirse de Egipto.

Jesús dirá que el Reino de Dios es como una red que «recoge peces buenos y menos buenos» (Mateo 13, 47).

¿Admito la «diversidad en la Iglesia o prefiero encerrarme en la seguridad de pequeños clubs de gente que piensa como yo? ¿Qué pienso sobre el «pluralismo» político de los cristianos? ¿Soy capaz de dialogar con personas diversas de mí?

Se forjará la unidad de Israel, pero será en el desierto y en la fe a partir de esa muchedumbre diversa y abigarrada que huye de la esclavitud.

-De la masa que habían sacado de Egipto cocieron tortas sin levadura porque no pudieron entretenerse preparando provisiones.

Se vuelve a poner de relieve la prisa de la partida con ese tema del «pan sin levadura», porque no había tiempo para que fermentase.

¡Partir! Abandonar algún confort material para adquirir la libertad espiritual. «¡ Deja tu país!», decía ya Dios a Abraham» (Génesis 12, 1). Caigamos en la cuenta de que, a pesar de las dificultades, los hebreos en Egipto disfrutaban de ciertas ventajas materiales -en el desierto echarán en falta las «carnes grasas y las ollas llenas» (Ex. 16, 3).

Partir sin «provisiones», comer «pan sin levadura» es signo de desasimiento, de disponibilidad total a la llamada de Dios, de una voluntad de renunciación personal. «Abandonando allá sus redes, le siguieron» (Lucas 5, l l; Mateo 4, 20; Marcos 1, 18).

HOY todavía nuestras eucaristías son panes ácimos. ¿Es solamente un recuerdo formal, o es un signo? ¿Somos un pueblo siempre dispuesto a partir a la primera llamada?

-Esta noche que fue de "guardia" para el Señor, para sacarlos de Egipto, ha de ser también una noche de "guardia" para todos los hijos de Israel...

Sí, la celebración de la Pascua era una fiesta nocturna, una «velada» .

HOY también, nuestra «vigilia pascual» es la cumbre litúrgica del año y el más hermoso oficio de Pascua. ¿Sabemos darle esta plenitud de sentido? Dios se preocupó de hacer «guardia", de estar en «vela» por nosotros, como una madre que pasa la noche junto a la cama del hijo enfermo, como un soldado que monta la guardia en las avanzadillas, frente al peligro.

Jesús nos pedirá también "velar". Nos dará el ejemplo de sus noches en oración (Lucas 6, 12), y velará por nosotros, trágicamente, su última noche terrestre, la de Getsemaní. Dios no cesa de "velar" por mí. Y yo ¿qué tiempo de vigilia y de atención le dedico?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 186 s.


1-2. /Ex/12/37-49  /Ex/13/11-16:

A unos siglos de distancia de los hechos del éxodo, el autor bíblico nos presenta la realidad histórica como una visión de gesta heroica, en la que todo adquiere un sentido trascendente de cara a la posteridad y de cara también a ayudar al pueblo de su tiempo a descubrir la acción de Dios en la historia nacional. Por eso, en estas narraciones del libro del éxodo, el protagonista principal es Yahvé y simultáneamente el pueblo de Israel. No se trata de dos protagonistas, sino de uno solo: Yahvé, que actúa desde dentro y a través del pueblo oprimido. Igualmente, los hechos del éxodo son vistos desde un punto de partida que da valor y sentido nuevo a toda una serie de instituciones culturales y religiosas del pueblo de Israel.

La salida de los israelitas de Egipto se nos presenta en forma multitudinaria. El poder de la opresión ha sido destruido por la acción poderosa de Dios a favor del pueblo, y éste ha salido (v 37). «El pueblo» no son solamente los descendientes de los patriarcas, sino también "una turba inmensa" (38). La salvación de Dios no se dirige sólo a un pequeño grupo de privilegiados, sino que tiene dimensiones universalistas: todos los que sufren la opresión de los poderosos.

El redactor final del texto ha querido añadir una pincelada de gran ternura a la pintura que sobre el hecho del éxodo le ha legado la tradición. El v 42, seguramente una adición, nos presenta a Yahvé como un padre atareado en una labor importante y delicada, que exige responsabilidad de ejecución y esfuerzo constante. En otras palabras: el autor nos dice que Dios veló toda la noche, ya que estuvo alerta sobre la marcha de los acontecimientos para que nada fallase y todo llegase a un éxito total. Es una manera muy humana de hablar de Dios y resulta pedagógicamente muy apta para expresar lo que se quiere decir: todo ha sido obra de Yahvé, que se ha acreditado a los ojos de todos para ganarse nuestra confianza. El ejemplo de Dios, que vela al comienzo de la «nueva creación» en la obra del éxodo, ha de ser imitado siempre por los hijos de Israel, lo mismo que es respetado «el reposo» de Yahvé después de la creación del mundo.

La ley de los primogénitos se contempla también a través de la explicación catequética de 13,11-16. Aparece aquí la dimensión «sacramental» del rito del rescate del hijo primogénito. La familia revive el misterio pascual en la fuente misma de su perpetuación: mientras el orgullo opresor era aplastado -sencillamente, borrado- en el núcleo mismo de la perpetuación -el heredero-, los que habían sido destinados a desaparecer son liberados y proyectados a la historia futura del pueblo (8s) por Yahvé, que no sólo ha salvado a «aquellos» oprimidos, sino a «todo» el pueblo, a todos los que caminan hacia la libertad a través de la historia.

J.M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 128 s.


1-3. /Ex/13/01-03a   /Ex/13/11-16

Estos fragmentos del Éxodo nos piden hoy una lectura cristiana. Hay tres niveles en la acción de los padres de Jesús al llevarle al templo «para cumplir lo que prescribe la ley sobre él» (Lc 2,27). En primer lugar, la diligencia de unos israelitas piadosos, fieles cumplidores de lo que prescribe la ley. Es el presente inmediato: agradar a Dios, identificando la propia voluntad con la de él. Después, el recuerdo de lo que Yahvé había hecho cuando sacó a los padres de la servidumbre de Egipto (Lc 2,22.24; Ex 13,11-16). Es el pasado que revive en los signos y se hace actual como una lección de la permanencia del Señor en medio de su pueblo.

Existe un tercer nivel, el más importante. Es el que nos sitúa en el "ahora" eterno de Dios: lo mismo que antaño, también ahora y siempre, Dios salva a los débiles. Es aquí donde el nombre de Jesús aparece con toda su fuerza, iluminando la lectura cristiana de nuestro texto. Para Israel la mortandad de los egipcios, estilizada épicamente, no tendría ningún sentido especial si no estuviese unida al nacimiento del pueblo. Así ha visto cómo el orgullo de los opresores es abatido en la misma realidad que ellos perseguían e intentaban conseguir: matar a los primogénitos de los hebreos, acabar con su especie (Ex 1, 16-22). Y Yahvé saca la salvación de esta misma injusta opresión. Ahora les devuelve las tornas. En la fuente misma de la vida, Yahvé juzga a los opresores y a los oprimidos. Mientras aquéllos -la raza de los tiranos- desaparecen, éstos -el linaje de los oprimidos, ahora liberados- nacen a la libertad. Es la catequesis que el redactor deuteronomista del texto explica a los israelitas de su época (vv 14-16).

La historia continúa. No es un punto más o menos ligado a otros. Es un sentido de marcha, un itinerario, un éxodo en definitiva. La opresión -el pecado- va haciendo su andadura.

La salvación -la liberación por Yahvé- hace también acto de presencia en esta marcha hasta llegar a la plenitud de los tiempos. Ahora Dios mismo es el Hijo del hombre. Hijo del pueblo y del mundo de los oprimidos. El es el primogénito: de Dios y de la humanidad.

Como primogénito de los hombres se somete humildemente al rito del rescate. Como primogénito-unigénito de Dios, él mismo es el rescate auténtico que hace brotar la salvación en el interior de la familia humana. Los tres niveles se juntan. La humanidad redimida entra en el ahora eterno de Dios. Aquello que se realizó antiguamente en acción profética, lo que después prosiguió en el signo, ahora se consuma en la plena realidad de la acción de Cristo. El es la puerta, el altar y la víctima. Los primogénitos de la opresión quedan sepultados allá, en la oscuridad del tiempo y de la historia. La legión de los oprimidos -incluso los oprimidos por el propio pecado- son redimidos por quien es la luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre. Jesús se hizo por nosotros obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por eso el Señor lo ha exaltado. Y con él, el primogénito, todos los hermanos que por él hemos pasado de la muerte a la vida.

J.M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Págs. 830 ss.


2.- Mi 2, 1-5

2-1.

Después de una breve incursión en Isaías, leeremos tres páginas de uno de sus contemporáneos, el profeta Miqueas. Es él quien hizo la célebre profecía: "Y tú Belén no eres la más pequeña entre las familias de Judá, de ti nacerá el que ha de conducir a Israel". La leemos durante el Adviento para preparar la Navidad.

Como los demás profetas, Miqueas es a la vez violento y pacífico, amenazador cuando se trata de fustigar la injusticia o la idolatría, pero lleno de esperanza para reconfortar.

-¡Ay de aquellos que meditan iniquidad, que traman el mal en sus lechos. Al amanecer lo ejecutan porque el poder está en sus manos.

He ahí a gentes especialmente repugnantes... que no sólo hacen el mal, sino que lo "meditan" y lo "traman".

-Codician campos y los roban; casas, y las usurpan; hacen violencia al hombre y a su casa, al individuo y a su heredad.

La economía rural en tiempos de Miqueas, estaba en plena crisis. Hombres de negocios, poco escrupulosos, lo aprovechaban para acaparar las tierras de labradores en dificultad.

¿Es sólo de aquellos tiempos que se amontonan fortunas en detrimento de los pobres?

Y en el plan internacional ¿no sigue siendo verdad que una parte de nuestro nivel de vida, tan superior al del Tercer Mundo, es fruto de injusticias? ¿Qué podemos hacer en ello? Por lo menos concienciarnos. Y participar por todos los medios al desarrollo de los demás. No malgastar. Reducir nuestro tren de vida. La oración más espiritual y sincera nos pone ante esas realidades candentes. La Palabra de Dios, si la tomamos en serio, nos conduce a estos interrogantes.

-Por eso dice el Señor: yo medito contra esa ralea una calamidad de la que no podrán apartar su cuello; no andaréis con altivez porque será un tiempo de desgracia.

Escuchamos una vez más la toma de posición de Dios en favor de los pobres. Si la repetición de ese tema nos irrita, si lo encontramos demasiado "revolucionario", si pensamos que los profetas abusan de volver a él tan a menudo, ¿no será porque nos atañe personalmente? ¿En qué soy yo, yo mismo, un aprovechado? Señor, ayúdame a obrar siempre en verdad en mis relaciones con los demás. Y dame la valentía suficiente para cambiarme.

-Aquel día se proferirá sobre vosotros una sátira, se plañirá una lamentación y diréis: «¡Estamos despojados del todo. Se quedan con lo que me pertenece, se reparten nuestros campos!» Y no habrá nadie que en la comunidad del Señor, os restituya una parte.

Los acaparadores han despojado a los demás; serán despojados. Y pierden prestigio. Se ríen de ellos.

Una vez más, los profetas no condenan la injusticia social solamente en nombre del "derecho". Ser justo no es sólo un "deber social", es un "deber religioso", es una falta contra Dios. Y el peor castigo no es "ser despojado" sino no estar ya asociado a Dios y a los hermanos y ser borrado de la «comunidad del Señor».

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 186 s.


2-2. /Mi/01/01-09  /Mi/02/01-11

Se empieza presentando al profeta a quien se atribuye el libro. Se llama Miqueas («quién como Yahvé»), y vivió en tiempos de los reyes de Judá, Yotán, Acaz y Ezequías. La expresión «Palabra de Yahvé», que abre el libro, quiere reclamar la atención hacia lo que se va a decir. Se trata de la visión del profeta que contempla la suerte de Samaría y de Jerusalén.

En el primer texto (1,1-9), el profeta ve a Yahvé «a punto de salir de su morada» (3), como la amenaza de una fuerza que, al desbordarse, trastorna y arrasa la tierra amada de los que escuchan a Miqueas (4). El profeta intenta, de este modo, hacer sentir al pueblo la inseguridad de su existencia, hacerles tomar conciencia de ella. En el fondo, el temible no es Yahvé, sino precisamente su propia condición humana concreta. Si fueran conscientes de eso, verían el contrasentido que supone pensar en vivir de una manera estable -como en una tierra firme- mientras viven entregados a la vaciedad de unas esculturas e ídolos que no son nada (7). En realidad, el objetivo del profeta es que Israel ponga fin a la prevaricación, que desaparezca el culto idolátrico ilegítimo, llegado de Samaría.

En la segunda parte (2,1-11), el profeta se encara con los poderosos que abusan de su poder ( 1). El razonamiento de fondo de este párrafo es semejante al anterior. El poder, poseído a semejanza de la tierra que pisan, fascina y seduce, y eso hace que los poderosos se establezcan en ella que resulta ser engañosa y frágil. Pero el poder no es visto simplemente como un ídolo que se adora. Sus adoradores son culpables de cometer injusticias y de oprimir al pueblo (2). De ahí que no será sólo su poder el que se tambaleará, sino que ellos mismos se verán arrastrados por la destrucción (3). El profeta no puede renunciar a su propia mirada escrutadora, que le muestra la caducidad de este mundo y de la vida, y la necedad y el riesgo de los que, deslumbrados, creen poder comportarse como asentados y firmes para siempre. «Levantaos y echad a andar, que no es sitio de reposo» (10).

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 757 s.


3.- Mt 12, 14-21

3-1. He aquí un nuevo incidente de Jesús respecto al sábado: en ese día curó a un paralítico, y ¡en plena sinagoga esta vez!

-Los fariseos salieron y tuvieron consejo para planear el modo de acabar con El.

La discusión que precede a este pasaje muestra la preocupación de Jesús por la evolución de los fariseos... Les habló de la oveja caída en un pozo y de cuán natural era salvarla aun en día del sabbat... con mayor razón, dijo Jesús, tenemos el derecho y el deber de "¡hacer bien a un ser humano incluso en sábado!" Pero son espíritus limitados, permanecen encerrados en sus reglas estrictas de lo "permitido y lo prohibido"... y se imaginan que el dejar hacer supondría la pérdida de la fe. Entonces deciden cortar de raíz esta nueva interpretación de la ley, y planean cómo dar muerte a Jesús.

-Jesús se enteró y se marchó de allí. Le siguieron muchos y El los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.

Es la famosa ley del silencio mesiánico. Jesús mandaba callar: insistía en que no se hablase de sus milagros ni del misterio de su persona.

La hostilidad llegó a ser tan fuerte a su alrededor que ¡Jesús se vio obligado a esconderse! ¿Sería esto un signo de fracaso, una confesión de impotencia o de resignación derrotista? Mateo contestará a esta cuestión con una larga cita del profeta Isaías -la más larga cita del Antiguo Testamento- que es una de las claves más importantes para comprender la personalidad del Mesías.

-"He aquí a mi servidor, mi elegido...

Mi Amado, en quien mi alma se complace..."

Jesús es el verdadero "siervo" de Dios. ¿Soy yo también servidor o servidora de Dios? Jesús es el "Amado" del Padre. Esta certeza ¿es también mi alegría y mi apoyo?

-Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones.

La obra de Jesús no va destinada solamente al "pueblo elegido" ni tampoco a los primeros pueblos que tuvieron la suerte de recibir el evangelio: Todas las naciones son amadas de Dios en Cristo, y Jesús ha sido enviado a todas ellas.

-No disputará ni gritará; ni oirá nadie su voz en las plazas públicas.

Jesús no es un líder, en el sentido usual del término; no es un reformador, o un revolucionario que lo pone todo en completo desorden. Su acción es "interior~, es calma, es apacible, va de corazón a corazón. No mete ruido, no busca que hablen de El: pide silencio.

Su papel es enderezar las conciencias, curar las llagas, dar de nuevo valor a los pecadores.

-La caña cascada no la quebrará, el pábilo humeante no lo apagará...

Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.

¡Maravillosa vocación la de Jesús: vocación de amar... de no quebrar lo cascado, no apagar los pequeños destellos de luz que aún subsisten, volver a dar esperanza! Gracias, Señor, de haber querido ser todo esto por nosotros, por mí. Ayúdanos, Señor, a parecernos a ti.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTÉS A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 78 s.


3-2.

1. (Año I) Éxodo 12,37-42

a) El relato de la salida de los israelitas de Egipto es muy breve. Será mucho más detenido el episodio del Mar Rojo.

Los números que se citan aquí son, ciertamente, exagerados, para poner aún más de relieve el poder de Dios que los liberó de la esclavitud. Con el tiempo, los relatos referentes a los orígenes de un pueblo se van adornando de detalles más épicos. Así se subraya más la intervención prodigiosa de Dios. Además de los mismos judíos, se dice que otros muchos -extranjeros, o emigrantes, o incluso egipcios descontentos de la situación- les acompañaron en la salida.

Fue noche de vela para Dios: «noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto». Y, a la vez, «noche de vela para los israelitas por todas las generaciones». No nos extraña que el pueblo judío siga celebrando esta noche en vela, año tras año, porque Dios estuvo despierto aquella primera vez e inició con brazo poderoso la historia de la liberación de su pueblo.

Ellos nunca se cansarán de cantar: «Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia... sacó a Israel de aquel país... dividió en dos partes el mar Rojo...».

b) Vale la pena que, con renovada motivación, continuemos cantando el estribillo del salmo de hoy: «porque es eterna su misericordia».

En Cristo Jesús, sucedió la gran «noche de vela» de Dios, resucitándole de entre los muertos. Por eso, cada año, la comunidad cristiana, en la Vigilia Pascual, se reúne y vela en honor de Dios y de su Resucitado. «Porque es eterna su misericordia».

Nos llenamos de alegría al cantar el pregón de aquella noche, hablando de la Pascua de Cristo:

«Porque estas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo...

Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte

Cristo asciende victorioso del abismo...

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!

¡Qué incomparable ternura y caridad!

¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo...!»

1. (Año II) Miqueas 2,1-5

Durante tres días vamos a escuchar al profeta Miqueas, cayo nombre significa «quien como Dios». Vivió en tiempos de Acaz y Ezequías, y por tanto fue contemporáneo de Isaías, llamado por Dios para hacer oír su palabra en los difíciles tiempos anteriores a la ruina de Judá.

De este profeta conocemos, sobre todo, su oráculo sobre Belén (5,1), que leemos en el Adviento, porque anuncia que de este pequeño pueblo saldrá un caudillo que apacentará a todo el pueblo de Israel (Mt 2, 6). Aquí se nos presentan unas páginas acerca de la situación histórica de su pueblo.

a) Miqueas se enfrenta con los poderosos de su época y denuncia con valentía sus despropósitos: abusan del poder, traman iniquidades, codician los bienes ajenos, roban siempre que pueden, oprimen a los demás, son idólatras de sí mismos.

Y les anuncia el castigo de Dios: les vendrán calamidades sin cuento y serán objeto de burla por parte de todos, cuando caigan en desgracia.

b) Los peligros del poder y del dinero siguen siendo actuales. También en nuestro mundo nos enteramos continuamente de atropellos contra los débiles, de injusticias flagrantes, de abusos cínicos por parte de los poderosos.

Basta leer las llamadas continuas de los Papas por una justicia social en el mundo; por ejemplo en las valientes páginas de la encíclica de Juan Pablo II «Sollicitudo reí socialis», de 1987. O las voces proféticas de tantos misioneros, eclesiásticos o laicos, cristianos o, simplemente, personas honradas, en muchas partes del mundo.

No están anticuadas las situaciones que denuncia el salmo: «la soberbia del impío oprime al infeliz y lo enreda en las intrigas que ha tramado... el malvado dice con insolencia: no hay Dios que me pida cuentas».

Una vez más, nos encontramos con que Dios no quiere que separemos el culto litúrgico de la justicia social para con los pobres y débiles. Pocas veces se eleva la voz de los profetas para reclamar un culto más perfecto en el Templo. Casi siempre lo hacen para denunciar la injusticia con las personas, que son imágenes de Dios: «Pero tú ves las penas y los trabajos... a ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano».

2. Mateo 12,14-21

a) La respuesta de Jesús sobre el sábado, que leíamos ayer, no les gustó nada a los fariseos, que «planearon el modo de acabar con él».

Jesús, aunque intentaba no provocarles innecesariamente, siguió con su libertad y entereza. Ahora bien, este estilo era el que anunciaba Isaías hablando del Siervo de Dios y que ahora Mateo afirma que se cumple a la perfección en Jesús: anuncia el derecho, pero no grita ni vocea por las calles. Tiene un modo de actuar lleno de misericordia: la caña cascada no la quiebra, el pábilo vacilante no lo apaga. Ayer decía aquello de «misericordia quiero y no sacrificios». El es el que mejor lo cumpla can su manera de tratar a las personas.

b) Los que nos llamamos seguidores de Jesús tenemos aquí un espejo en donde mirarnos, o un examen para comprobar si hemos aprendido o no las principales lecciones de nuestro Maestro:

- tenemos que anunciar el derecho, es decir, hacer que llegue el mensaje de Cristo a las personas y a los grupos;

- pero no debemos imponer, sino proponer; no vocear y gritar, coaccionando, sino anunciar motivando, respetando la situación de cada persona en medio de este mundo secularizado y pluralista;

- cuando vemos una caña cascada o un pábilo vacilante, o sea, una persona que ha fallado, o que está pasando momentos difíciles y hasta dramáticos por sus dudas o problemas, la consigna de Jesús es que le ayudemos a no quebrarse del todo, a no apagarse; que le echemos una mano, no para hundirla más, sino para levantarla y darle una nueva oportunidad.

Es lo que continuamente hacia Jesús con los pecadores y los débiles y los que sufrían: con la mujer pecadora, con el hijo pródigo, con Pedro, con el buen ladrón. Es lo que tendríamos que hacer nosotros, si somos buenos seguidores suyos.

«Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia» (salmo I)

«¡Ay de los que meditan maldades!» (1ª lectura II)

«No te olvides de los humildes, Señor» (salmo II)

«La caña cascada no la quebrará» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 161-164


3-3.

Miq 2, 1-15: El poder de los opresores

Mt 12, 14-21: El siervo de Dios

La contienda de Jesús con las fariseos continúa en la sinagoga. Éste era un lugar reservado para la lectura y el estudio de la Escritura, por lo que las acciones de Jesús eran un abierto desafío a la autoridad establecida. Allí los fariseos pretenden meterlo en cintura impidiéndole continuar con su obra. Jesús les saca a la luz su falsedad y mentira: están dispuestos a salvar un animal de su finca pero no a favorecer a una persona pobre y enferma. Al decirles la verdad, provoca la ira de las autoridades y éstas planean cómo quitarlo de en medio.

Jesús se aleja de ellos consciente del peligro que corre. La mala conciencia había corrompido completamente a los dirigentes. Sin embargo, Jesús no les responde con palabras injuriosas o acciones violentas. Como verdadero servidor de Dios busca que la verdad brille por encima de las tinieblas de la muerte y la miseria. La misión de Jesús es pacifista, solidaria y defensora de la justicia y el derecho. Sólo de un hombre así, sin pretensiones mundanas, el pueblo puede esperar la salvación.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-4.

Ex 12, 37-42: Celebren el día de la liberación

Sal 135

Mt 12, 14-21: Las naciones esperarán en su Nombre.

Jesús no fue un ingenuo que no se diera cuenta de lo que sucedía a su alrededor o que no conociera las intenciones de los que se acercaban a él. Sabía hablar con cada uno de los que se encontraba o se acercaban a él, en el tono preciso. Unas veces los invitaba a que le siguieran, desafiándolos a que dejasen todo por el Reino de Dios. Otras, sencillamente, ofrecía el perdón y la acogida de Dios a los que se le acercaban. Pero también sabía provocar a los que se oponían cerradamente a su misión. Todo en El era manifestar el amor de Dios para los hombres. Pero de modo concreto, según cada caso, según las necesidades y la situación de cada persona.

La gran cuestión a la que tenemos que responder los cristianos con nuestra vida, es qué significa para mí, aquí y ahora, amar a mis hermanos. La respuesta no la encontraremos en ningún libro. Sólo la descubriremos mirando a Jesús y a la situación concreta en que nos ha tocado vivir.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. CLARETIANOS 2002

Sabemos que el evangelio de Mateo fue escrito para cristianos provenientes del judaísmo. Por esa razón son abundantes en él las citas del Antiguo Testamento. Hoy, el autor del evangelio aplica a Jesús el texto de Isaías 42,1-4. Este precioso texto pertenece al comienzo del primer canto del Siervo de Yahveh. Cuando la iglesia naciente se mira en ese espejo profético es porque, guiada por el Espíritu, encuentra en él algunas claves para entender mejor a su Señor.

¿Qué es lo que descubrimos hoy? Que Jesús, como el Siervo misterioso, es, en primer lugar, un elegido. No se arroga la misión sino que la recibe de Dios. Por eso nadie puede desautorizarlo. Los fariseos, en su intento de acabar con él, no saben que están resistiéndose al Dios en el que dicen creer.

En segundo lugar, para llevar a cabo esa misión, Jesús, como el Siervo, recibe también una efusión del Espíritu de Dios. Esta misión consiste en "anunciar" o "implantar" el derecho. Con este término no se alude a lo que hoy, en nuestras sociedades democráticas, llamamos el imperio de la ley. No se está hablando de crear un entramado jurídico que asegure los derechos y deberes de los ciudadanos. El derecho o la ley son expresiones que se refieren al proyecto de Dios sobre la humanidad, al sueño de Dios de crear un solo pueblo en el que todos sus hijos puedan vivir en paz.

El modo de realizar esta misión se caracteriza por dos actitudes que no parecen las más propias de un líder: la humildad ("no gritará", "no voceará") y la mansedumbre ("la caña cascada no la quebrará"). En pocas palabras, el evangelio de hoy nos ofrece una síntesis sobre la identidad de Jesús y sobre el sentido más auténtico de su mesianismo.

Es muy probable que para algunos de vosotros estas categorías resulten bastante extrañas, pero a veces no hay más remedio que familiarizarse un poco con el lenguaje bíblico si queremos entrar en su contenido. Lo que en el fondo se nos dice es sencillo: Jesús no es un impostor que vive del cuento, sino un enviado de Dios. Su misión no consiste en establecer un nuevo sistema político sino en hacer que todos puedan vivir con la dignidad de hijos de Dios. Su estilo no va a ser la demagogia, la imposición violenta, la intriga o la impaciencia. Actuará con humildad, a ras de tierra. Esperará a que la más mínima semilla pueda germinar.

¿Es esta la imagen que tenemos de él?
Buen fin de semana para todos, especialmente para los que, debido a vuestros compromisos laborales, no podáis disfrutar del merecido descanso.

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-6. 2001

COMENTARIO 1

vv. 14-16. Enterado del propósito de sus adversarios, Jesús se reti­ra. Muchos lo siguen. La curación de éstos está en paralelo con la del hombre del episodio anterior y tiene su mismo significado. De hecho, cambia la localización, pero Mt no señala el cambio de día. Sigue, por tanto, la actividad en sábado. Jesús libera a los hombres del yugo de la Ley. Presta ayuda a todo el que lo necesita, y, según este pasaje, todo hombre necesita ayuda (cf. 5,7; 12,7). Les prohíbe hacer pública su actividad.



vv. 17-21. Mt ve en esta actitud de Jesús el cumplimiento de un texto de Isaías (42,1-4) que trata de la figura del Servidor de Dios. No utiliza el texto griego (LXX) ni traduce exactamente el hebreo. Adapta el texto del profeta a su propia teología. El término griego pais, «chico», significa lo mismo «hijo» que «siervo». El paralelo de las escenas del bautismo (3,16s) y la transfiguración (17,5) hacen prevalecer el sentido de «hijo». El Padre lo presenta al mundo («Mirad»). «El elegido» es también título mesianico de Jesús (cf. Lc 9,35; 23,35). «Mi amado», «mi predilecto» corresponden a las de­signaciones dadas por la voz del cielo en el bautismo (3,17: «a quien yo quiero, mi predilecto»). «Mi amado» es prácticamente si­nónimo de «hijo único» (cf. Gn 22,2). El Espíritu de Dios, en pers­pectiva de AT, es Dios mismo en cuanto fuente de vida y energía. Se comunica al hombre para capacitarlo en vista de una determi­nada misión. El paso de tiempos pasados (v. 18a, en cast. presente intemporal) a futuro (1 8b-21) muestra dos tiempos: el de la elec­ción de Jesús y el de su investidura para la misión. También en la escena del bautismo llega Jesús al Jordán dispuesto a hacer su compromiso hasta la muerte y, por tanto, consciente de su misión mesiánica. Es al salir del agua cuando recibe la investidura.

La misión para la que lo capacita y a la que lo impulsa el Es­píritu es anunciar el derecho a las naciones. La obra salvadora del Mesías no se circunscribe al pueblo de Israel.



v. 18. Relacionando este dicho con las curaciones narradas an­tes, que son el cumplimiento de este texto profético, aparece que «el derecho» o nueva norma de justicia resume el principio de Jesús: la ayuda al hombre está por encima de la Ley. La relativi­zación o abolición de la Ley mosaica va a permitir a las naciones aceptar el mensaje de Jesús. El mensaje de libertad en él contenido es el nuevo «derecho» o norma que puede encontrar eco en el mun­do entero.



v. 19. El Mesías no será un agitador ni un líder de masas. Así justifica Mt con la Escritura la actitud de Jesús, su retirada y la prohibición de divulgar su actividad (12,15s). Busca en cambio a los que necesitan su ayuda (cf. 5,7; 8,17; 9,12s.36; 11,5s.28).



vv. 20-21. Su empresa no se realizará, pues, con las armas o con la fuerza, sino con un nuevo estilo, el del Espíritu: suavidad y mansedumbre (cf. 11,29) con lo débil y vacilante. Lo que está para extinguirse no acabará de apagarlo. La justicia no se implanta arrollando lo débil. Su ayuda consiste en curar, enderezar, hacer revivir. Este es el modo como el derecho predicado por él a las naciones penetrará y llegará a la victoria. Este derecho es desig­nio de Dios; Dios no quiere al hombre para sí, sino para la hu­manidad (12,7); el derecho que Jesús propugna coincide con las relaciones ideales entre los hombres. La aspiración universal por una sociedad justa encontrará su fundada esperanza en este Mesías.

Mt describe en este pasaje su idea del Mesías. Es aquel que, gracias a la abolición de la Ley mosaica, que paraliza al hombre y crea el obstáculo entre Israel y los demás pueblos, llega a esta­blecer una humanidad justa. Esto se hace por la fuerza del Espí­ritu que en él habita y actúa. Mt responde aquí a la tercera ten­tación del desierto. No será el Mesías un ambicioso que busca el litigio y usando la fuerza se disputa con otros el poder ni que pretenda apoyarse en la popularidad con las masas (19); su labor será paciente y buscará promover el bien de los débiles, sin per­der nunca la esperanza (20). Su camino será el del amor desinte­resado que cura y ayuda al hombre. La descripción de Mt, respues­ta a la tercera tentación, previene a los discípulos sobre cómo han de promover también ellos el reinado de Dios (cf. 6,10.13).


COMENTARIO 2

Las primeras comunidades cristianas hicieron un gran esfuerzo por definir a Jesús y en este cometido surgen una serie de títulos sobre Jesús, de los cuales algunos pasaron a las Profesiones de Fe, otros han quedado recogidos en los textos litúrgicos, en la piedad y en la literatura. Uno de estos "títulos" es el de "Siervo de Yahveh" con el que llamamos convencionalmente a Jesús. Este título está recogido en el libro del profeta Isaías, en la segunda parte, donde presenta la misteriosa figura de un "servidor" de Dios, cuya misión de magisterio y de sacrificio expiatorio ha de aportar al mundo la luz y la salvación. Jesús tuvo clara conciencia de que, en la figura de este "Siervo", se proclamaba su vocación mesiánica. Y los judeocristianos reconocieron en él al auténtico "Siervo de Yahveh". Mateo, que escribe dentro de esta atmósfera religiosa, reafirma en la presente reflexión el sentido cristiano de las palabras del profeta Isaías.

En el texto nos encontramos con que la misión del "Siervo" es "anunciar el juicio a las naciones", proclamando con verdad el derecho y establecer la justicia en la tierra. "Anunciar el juicio a las naciones" indica el juicio o proceso entre Yahveh y el pueblo. Isaías anuncia la justa decisión que Dios tiene de establecer el derecho indicando que sólo Dios hace un juicio recto; de esta manera establecer el derecho se convierte en misión del "Siervo". El Siervo, a través de su camino de sufrimiento en medio del pueblo, debe llevar el derecho a las naciones y por eso se hace luz de las mismas.

La estrofa siguiente: "No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz" (v.19), caracteriza la amable suavidad humilde, no propagandística, del "Siervo de Yahveh". Las manifestaciones del derecho mediante el "Siervo" no vendrán como se esperaban normalmente, con fuertes gritos o con un gran despliegue publicitario. El "Siervo de Yahveh" anunciará su misión salvífica con el testimonio de su propia vida, respaldado con acciones concretas en favor de los más pobres y desvalidos de la sociedad. Es precisamente en favor de ellos que instaurará el derecho y la justicia entre las naciones.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. DOMINICOS 2003

Libro del Éxodo 12, 37-42:
“En aquellos días, los israelitas de Egipto marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado.

Cocieron la masa de harina que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no les dejaban detenerse, y tampoco se llevaron provisiones.

La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día salieron de Egipto...”

Este conjunto de datos hay que tomarlo con cautela, porque utiliza cifras más bien simbólicas. Quieren poner de manifiesto que los israelitas eran muchos; que salieron con lo que tenían a mano; y que esto era muy poco para el viaje que emprendían. Su confianza era que Dios estría con ellos.

Evangelio según san Mateo 12, 14-21:
“Enterado Jesús de que los fariseos planeaban el modo de acabar con él, se marchó de allí, y muchos enfermos le siguieron y él los curaba, mandándoles que no le descubriesen. Así se cumplía lo que dijo el profeta Isaías: “Mirad a mi siervo, a mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará... La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; y en su nombre esperarán las naciones”.

Reparemos en el contraste: unos planean matar a Jesús, y Jesús planea un servicio de caridad, amor, cercanía a los necesitados. Unos toman actitudes violentas, y Él cumple la visión profética de bendecir, mimar, apreciar todos los detalles de bondad que están a su alcance. El mal y el bien, chocando mutuamente, caminan como en paralelo. ¡Gran problema, porque algunos corazones están desquiciados!



Momento de reflexión
Noche de vela del Señor en Egipto: ternura y amargura se dan la mano.
La ternura del Señor Dios cuidando a su pueblo elegido es ejemplar en la delicadeza con que, según el texto religioso del Éxodo, veló en la noche para que una multitud simbólica de “seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños", se organizara y pudiera salir camino de la lejana tierra que habría de ser su tierra de promisión.

Pero esa ternura no eximió al pueblo, muy numeroso, aunque no fuera de seiscientos mil sino de sólo cincuenta mil, de las enormes dificultades que iba a suponer la travesía por aguas, desiertos y adversidades.

Ternura y amargura.
El modo divino de obrar providencialmente no altera en demasía las condiciones normales de nuestra existencia histórica, conforme a lugar, tiempo y otras circunstancias.

Su peculiaridad es animar, guiar, crear actitudes positivas para que, si trabajamos honradamente, salgamos triunfantes en cualquier empeño de liberación.

También Jesús tuvo que velar en la noche.
Ni siquiera Jesús, el Hijo del hombre e Hijo de Dios, entendió la providencia divina como fácil huída o gratuita eliminación de las adversidades. Jesús, como Moisés y los suyos, hubo de vigilar más de una noche para no dejarse sorprender por los adversarios que espiaban sus pasos para destruirlo.

Jesús, sencillo como paloma, enseñaba la verdad con amor y derramaba su gracia sobre los pobres; pero, prudente como serpiente, tenía que ir imponiendo la nueva ley -la de Justicia, amor y Paz- con paciente perseverancia, dispuesto incluso a que llegara “su hora”, la de su entrega total y final por nosotros en la cruz.

¡Qué difícil es no porfiar, no vocear, no apagar el pabilo vacilante y, sin embargo, ir imponiendo la ley nueva!


3-8. 2002

La hostilidad de los fariseos (v. 14) es el punto terminal del relato referido a la actividad de Jesús durante el sábado en una sinagoga. Ante dicha hostilidad, Jesús cambia su espacio pero, curando a “todos” (v. 15), prolonga en beneficio de los muchos que “lo siguieron” su acción salvífica universal.

Esta actitud se revela como el cumplimiento del proyecto “luz de las naciones” manifestado por el Isaías del exilio en los “Cantos del Servidor de Yahveh”. Aquí la cita se toma del primero de ellos que señala la vocación y el destino de ese Servidor.

La larga cita comienza con la presentación de modo semejante a las escenas del bautismo (3, 16) y de la transfiguración (17, 5). Se designa al personaje como un siervo/hijo según el doble sentido del término empleado en el griego. Con ello se expresa la filiación de Jesús que actúa en obediencia plena a la voluntad divina. Esta obediencia filial de Jesús han hecho de éste, ya en el pasado, el hijo único de Dios (cf Gn 22, 2) como se muestra por el uso de los tiempos verbales. Pero esta elección que ya ha tenido efecto se hará en el porvenir investidura para una misión que no puede ser otra que la transmisión de la fuerza (“espíritu”) divina para realizar la tarea.

El espacio de actuación que se le asigna es de dimensiones universales. Por dos veces son mencionadas “las naciones”. Su actuación no puede limitarse a los límites geográficos de Israel sino que llega a los confines de la tierra. Para ello se requiere la superación de los límites estrechos de la Ley mosaica y la colocación de su actividad en el marco de la realización del “derecho” y de la “esperanza” universales. Esta identificación del derecho con las aspiraciones universales de una sociedad justa se realizan en la proclamación de este Mesías servidor. Su tarea será la de ayudar, socorrer y hacer revivir a todos aquellos en que la vida se encuentra amenazada y esa actuación responde a los más íntimos deseos del corazón de todo hombre.

En los vv. 19 y 20 se describe la nueva metodología propuesta para el Servidor y plenamente realizada en Jesús. El camino del derecho parece estar íntimamente ligado a la posesión de los medios coercitivos para implantarlo. Y sin embargo, esos medios constituyen, como se hace patente a lo largo de la historia humana, una fuente de nuevas injusticias y opresiones.

Por ello el Servidor señala un nuevo camino que se debe recorrer para llegar al fin propuesto. Los medios utilizados por el Servidor de Isaías y el Jesús de Mateo no pueden ser los empleados por un agitador ni un líder de masas. Su empresa necesita el estilo del Espíritu que hace renuncia consciente del uso de la fuerza y de las armas. Su principal preocupación se dirige entonces a lo débil (“caña cascada”) y a lo vacilante (“pabilo humeante”). La justicia proclamada atiende fundamentalmente a la presencia de la debilidad en la humanidad y la coloca como centro de su preocupación en la realización de la nueva sociedad que se quiere inaugurar.

El Mesías descrito de este modo renuncia a la opción zelota de la tercera tentación (cf Mt 4, 8-11) y concreta sus anhelos de justicia con los medios que el Espíritu le señala. Estos tienen como centro de preocupación la ayuda desinteresada al hombre, presente en toda la vida de Jesús.

Desde esta descripción de la actuación mesiánica el texto hace un llamado a los seguidores de Jesús. Estos deben adoptar en su vida el mismo estilo. Dicho estilo es la piedra fundamental sobre la que se construye toda vida cristiana auténtica.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-9. CLARETIANOS 2003

Ya sabemos que el evangelio de Mateo tiene mucho interés en aplicar textos del Antiguo Testamento a Jesús para hacer ver que en él se cumplen las promesas. En el fragmento de hoy se le aplican unos versos del primer Canto del Siervo (cf Is 42,1-4). Es una forma de interpretar el misterio de Jesús, que no quiere manifestarse abiertamente, a través de las claves proféticas. Jesús aparece:

! Como siervo elegido, amado.
! Como pregonero humilde de un derecho universal.
! Como hombre paciente que no apaga el pábilo vacilante.

El retrato de Jesús que se nos ofrece dista mucho de los vigentes en algunos momentos de la historia.

¿Con qué rasgos podríamos presentarlo hoy? ¿Cuáles sintonizan más con su mesianismo y con nuestra sensibilidad actual? Esta es siempre la pregunta que nos hacemos sus seguidores.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-10. Sábado 19 de julio de 2003
Justa, Rufina, Arsenio

Ex 12, 37-42: Los israelitas salen de Egipto
Salmo responsorial: 135, 1.23-24.10.12-13.15
Mateo 12, 14-21: Les mandó que no lo descubrieran

Una referencia al profeta Isaías constituye el vértice doctrinal del texto que nos presenta la liturgia de hoy. Isaías 42, 1-4 es la cita bíblica más extensa del evangelio de Mateo. Ella nos presenta una de las ideas más fuertes en la teología de este Evangelio como es la pregunta sobre ¿Quién es Jesús? Lo que hoy en Teología Bíblica se podría llamar "la cuestión cristológica" y que para la comunidad de Mateo se constituyó en uno de los más grandes temas de reflexión porque, no pudiendo ignorar lo que Jesús hacía, tenían que sentirse obligados a aceptar la responsabilidad de saber quien era.

Las primeras comunidades cristianas hicieron un gran esfuerzo por definir a Jesús y en este cometido surgen una serie de títulos sobre Jesús, de los cuales algunos pasaron a las Profesiones de Fe, otros han quedado recogidos en los textos litúrgicos, en la piedad y en la literatura. Uno de estos "títulos" es el de "Siervo de Yahveh" con el que llamamos convencionalmente a Jesús. Este título está recogido en el libro del profeta Isaías, en la segunda parte, donde presenta la misteriosa figura de un "servidor" de Dios, cuya misión de magisterio y de sacrificio expiatorio ha de aportar al mundo la luz y la salvación. Jesús tuvo clara conciencia de que, en la figura de este "Siervo", se proclamaba su vocación mesiánica. Y los judeocristianos reconocieron en él al auténtico "Siervo de Yahveh". Mateo, que escribe dentro de esta atmósfera religiosa, reafirma en la presente reflexión el sentido cristiano de las palabras del profeta Isaías. Ahora miremos con detalle el texto.

En la primera estrofa, Dios presenta a su "Siervo", elegido y amado por él. Por la unción del Espíritu, será el maestro de todos los pueblos:

"He aquí mi siervo, a quien elegí, mi amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones" (v.18).

"He aquí mi Siervo": La palabra hebrea 'ebed ("Siervo") tiene la connotación del que es "servidor" y este servidor es presentado al mundo como el elegido por Dios y al cual Dios mismo presenta. La institución en el oficio se realiza por el don del Espíritu que acompañará al "Siervo" en su empresa. Será un mediador carismático. La misión del "Siervo" es implantar el derecho y la ley de Dios, es decir, difundir la revelación de su voluntad que es justicia y orden entre los hombres y mujeres. El ámbito de la misión del "Siervo" será universal y realizará su misión, no con las armas o por la fuerza, sino con la presencia del Espíritu.

En el texto nos encontramos con que la misión del "Siervo" es "anunciar el juicio a las naciones", proclamando con verdad el derecho y establecer la justicia en la tierra. "Anunciar el juicio a las naciones" indica el juicio o proceso entre Yahveh y el pueblo. Isaías anuncia la justa decisión que Dios tiene de establecer el derecho indicando que sólo Dios hace un juicio recto; de esta manera establecer el derecho se convierte en misión del "Siervo". El Siervo, a través de su camino de sufrimiento en medio del pueblo, debe llevar el derecho a las naciones y por eso se hace luz de las mismas.

La estrofa siguiente: "No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz" (v.19), caracteriza la amable suavidad humilde, no propagandística, del "Siervo de Yahveh". Las manifestaciones del derecho mediante el "Siervo" no vendrán como se esperaban normalmente, con fuertes gritos o con un gran despliegue publicitario. El "Siervo de Yahveh" anunciará su misión salvífica con el testimonio de su propia vida, respaldado con acciones concretas en favor de los más pobres y desvalidos de la sociedad. Es precisamente en favor de ellos que instaurará el derecho y la justicia entre las naciones.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-11. ACI DIGITAL 2003

18. Los vers. 18 - 21 son una cita tomada de Isaías 42, 1 - 4 y 41, 9. Véase Mat. 3, 17; 17, 5.

19. Nadie oirá su voz en las plazas: Vemos aquí que los frutos que permanecen no son los de un apostolado efectista y ruidoso. Véase Juan 15, 16 y nota. "El bien no hace ruido y el ruido no hace bien" (S. Francisco de Sales).


3-12. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Terminamos la semana con el profeta Miqueas, contemporáneo de Isaías, que entona un amargo lamento por la injusticia que sufre el pueblo, o mejor dicho, como siempre ocurre, una parte del pueblo. Cuando hay oprimidos, tiene que haber opresores, los que tienen el poder, dice Miqueas. Y la imagen que elige para expresar el sufrimiento causado por la injusticia es la imposibilidad de caminar erguidos porque el robo, la mentira y la avaricia son un yugo que oprime a cada persona y la va encorvando.

Y esto, en tiempos de Miqueas y en todos los tiempos. Quizá sea parte de la naturaleza humana, pero también lo es la capacidad para salir de esa opresión, para denunciarla, para elegir con claridad de qué lado estamos. Dios lo tiene claro: ve las penas y los trabajos, los mira y los toma entre sus manos.

Es el mismo Dios que en Jesús se ha hecho palabra y gesto sanador, consolador, salvador. Pasó haciendo el bien, curando dolencias, anunciando el derecho, sembrando esperanza, poniendo en pie a todos los encorvados de la historia... Eso sí: Jesús, el Siervo Mesías, el Hijo de Dios, no lo hará con violencia ni impaciencia; Él es el hombre erguido y fiel que libremente cargará sobre sí nuestras cargas y nos revelará nuestra injusticia, pero sin quebrar la caña cascada ni apagar los pábilos vacilantes de nuestro mundo. Y para esto, se requieren varias cosas: un profundo sentido de la justicia que nos impulse no sólo a denunciar al opresor sino también a sufrir en uno mismo la injusticia para acabar con ella. Además, vivir como el Siervo nos pide un tierno amor a todo ser humano y una esperanza infinita en la vida.

Ojalá Dios nos vaya haciendo cada vez más siervos al estilo de Jesús; es decir, siervos suficientemente valientes para anunciar y denunciar y a la vez, suficientemente comprometidos para que cada una de nuestras palabras vaya siempre acompañada de gestos concretos y sencillos que son, los que al final, hacen de este mundo un lugar más humano, más justo y más fraterno.
Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz, rmi (rraragoneses@hotmail.com)


3-13. DOMINICOS 2004

¡Oh Dios!, tú quieres que haya amor, misericordia, servicio, no sacrificios.

¡Oh Dios!, haz que en nuestras celebraciones se avive la fe, se inflame el amor

¡Oh Dios!, impúlsanos a salir de nuestro encuentro contigo en este día dispuestos a mostrar tu grandeza y tu ternura, tu misericordia y tu providencia sobre todos los redimidos, y danos para ello como protectora a Santa María, madre de Jesús y madre nuestra.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Profeta Miqueas 2, 1-5:
“¡Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas, y al amanecer las cumplen porque tienen poder. Ellos codician los campos ajenos y les roban las casas, y se apoderan de ellas. Ellos oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones. Por eso dice el Señor: Mirad, yo medito una desgracia contra esa familia. No lograréis apartar el cuello de ella...”

Evangelio según san Mateo 12, 14-21:
“En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró y se marchó de allí, y muchos le siguieron.

Luego él curó a muchos y les mandó que no lo descubrieran.

Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: “Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles...”


Reflexión para este día
Elegía del Señor contra los malvados.
No os engañéis, nos dice el Señor en la Escritura. A veces nos puede parecer que los malvados son quienes triunfan en el mundo. Pero nos equivocamos; hasta la iniquidad tiene su límite y su tiempo.

Algún día, quienes hoy contemplan la maldad de los hombres ingratos gloriándose de sus hazañas, dirán con lamento: éstos son los que acabaron con nosotros y vendieron la heredad del pueblo.. ¿De qué les ha servido su soberbia? También ellos son mero polvo y barro y miseria.

Aprendamos. Mientras tenemos luz en los ojos, libertad en la conciencia y capacidad de discernimiento, vivamos en la verdad y en el amor; así no tendremos que avergonzarnos ante nuestra propia conciencia y ante el Corazón de Dios que por amor nos creó y eligió para ser hijos suyos.

La lección que nos ofrece el realismo de la vida humana de Jesús sea el espejo en el que nos miremos. Apreciemos con rigor el rostro del Hijo de Dios; por amor se hizo Hijo del Hombre y vino a buscarnos; por amor y con amor sufrió nuestras ingratitudes y denunció las miserias que se esconden en los corazones soberbios, infieles, desleales, destructores de la vida.

Sea él y sólo él quien more en nuestro interior y guíe nuestros pasos.
 


3-14.

Comentario: Fra. Josep Mª Massana i Mola OFM (Barcelona)

«Los curó a todos»

Hoy encontramos un doble mensaje. Por un lado, Jesús nos llama con una bella invitación a seguirlo: «Le siguieron muchos y los curó a todos» (Mt 12,15). Si le seguimos encontraremos remedio a las dificultades del camino, como se nos recordaba hace poco: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Por otro lado, se nos muestra el valor del amor manso: «No disputará ni gritará» (Mt 12,19).

Él sabe que estamos agobiados y cansados por el peso de nuestras debilidades físicas y de carácter... y por esta cruz inesperada que nos ha visitado con toda su crudeza, por las desavenencias, los desengaños, las tristezas. De hecho, «se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle» (Mt 12,14) y... nosotros que sabemos que el discípulo no es más que el maestro (cf. Mt 10,24), hemos de ser conscientes de que también habremos de sufrir incomprensión y persecución.

Todo ello constituye un fajo que pesa encima de nosotros, un fardo que nos doblega. Y sentimos como si Jesús nos dijera: «Deja tu fardo a mis pies, yo me ocuparé de él; dame este peso que te agobia, yo te lo llevaré; descárgate de tus preocupaciones y dámelas a mí...».

Es curioso: Jesús nos invita a dejar nuestro peso, pero nos ofrece otro: su yugo, con la promesa, eso sí, de que es suave y ligero. Nos quiere enseñar que no podemos ir por el mundo sin ningún peso. Una carga u otra la hemos de llevar. Pero que no sea nuestro fardo lleno de materialidad; que sea su peso que no agobia.

En África, las madres y hermanas mayores llevan a los pequeños en la espalda. Una vez, un misionero vio a una niña que llevaba a su hermanito... Le dice: «¿No crees que es un peso demasiado grande para ti?». Ella respondió sin pensárselo: «No es un peso, es mi hermanito y le amo». El amor, el yugo de Jesús, no sólo no es pesado, sino que nos libera de todo aquello que nos agobia.


3-15. 2004. Comentarios
Servicio Bíblico Latinoamericano

Miqueas 2,1-5: Codician los campos y se apoderan de las casas

El profeta Miqueas, que para la historia pasará como el profeta de los agricultores y campesinos, actuó en el reino del norte poco antes de la caída de Samaría en el año 722 a.e.c. Su predicación se centró en la denuncia contra los dirigentes que se apropian de las tierras y casas de los campesinos, haciendo llamado a la justicia en este contexto de opresión y explotación.

A quienes se encargan de robar la tierra, les recuerda el profeta, la concepción de Israel de ver la tierra como don de Dios, que no puede ser acaparada.

Salmo responsorial 9B (10): No te olvides de los humildes, Señor

Del clamor y el sufrimiento presentado en la primera parte del salmo, con tono inquietante y llamada vacilante a la confianza en Dios; la segunda parte afirma la certeza confiada de que Dios es el salvador de los pobres y oprimidos.

Frente a tanta muerte y opresión que se ensañan contra las mayorías pobres, ¿nuestra fe estará centrada en Dios? ¿nuestro compromiso a favor de los pobres?


Mateo 12, 14-21: Les mandó que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta.

Como es muy propio en Mateo de citar el Antiguo Testamento, el texto de hoy nos refiere la que puede ser su cita más larga: Is.42,1-4.

La intencionalidad de Mateo es presentar en Jesús el cumplimiento de la historia y tradición de Israel. El texto de Isaías, que es el primero de los cuatro cantos del siervo del Señor, actualiza en Jesús su vocación y compromiso profético, su compromiso con la justicia no solo del pueblo, sino también de todas las naciones (v18). La reflexión teológica de Mateo sobre el texto de Isaías, abre el horizonte del anuncio y misión de Jesús para otros pueblos y su estilo no violento frente a la diversidad de otros pueblos y culturas.

Frente a la imagen propuesta de Jesús como elegido de Dios, se contrapone a lo que se va a desarrollar en forma inmediata (Mt.12,22), donde Jesús es visto por sus opositores como enviado de las fuerzas del mal.

Jesús no impugna un derecho de privilegio, sino un principio de justicia más humano para todos y todas, que dignifique sobre todo la condición de las personas que por el legalismo les es negada esta condición („curaba muchos enfermos‰ v15) liberaba de muchas opresiones a quienes eran excluidos, mostrándose la liberación en su dimensión de justicia.

Preguntas para la reflexión personal y comunitaria

1. Revisar como estoy, como esta mi comunidad o grupo, en el servicio y en la solidaridad.

2. ¿Qué puesto tiene la solidaridad con los más necesitados en nuestra vida personal y comunitaria?

3. ¿Cómo se sigue rechazando en nuestro presente la Buena Nueva de Jesús?

Oración

Te bendecimos, Padre, porque, a pesar del pecado, de las fiebres egoístas y de la ingratitud de nuestro corazón humano, ha aparecido tu bondad entre nosotros y nosotras para destruir la muerte e irradiar la luz de la vida a través del Evangelio. Por medio de los profetas has traído la palabra de vida y de curación, y con el amor testimoniante de tu Hijo, Jesucristo, has fortalecido nuestra esperanza de libertad. Amén.


3-16.

Mansedumbre del Mesías

Fuente: Catholic.net
Autor: Edgar Pérez

Mateo 12, 14-21

En aquel tiempo, los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra Jesús para ver cómo eliminarle. Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza.


Reflexión:

La irritación de los fariseos había llegado a su extremo. No podían tolerar más que “ese hombre”, como lo llamaban despectivamente, siguiera diciendo las cosas que decía. Y en ello no podemos no encontrar el misterio de la soberbia humana que ante la hermosura de Dios es capaz de encerrarse y no ver lo que la inteligencia logra tocar tan claramente.

Es en esta paradoja cuando se siente la voz, en la boca del profeta Isaías, de Aquel que lo ha mandado para amar hasta el extremo a los hombres, así como Él mismo había amado a su pueblo elegido: Este es mi Niño, a quien elegí, en quien se ha complacido mi alma...

Esta es la Voz verdadera del Padre que habla sobre su Hijo a los hombres. Cuando fue bautizado en el Jordán, así se escuchó la Voz del Omnipotente con similares palabras: Este es mi Hijo dilecto, en quien me he complacido. Y cuando estaban en el monte Tabor y las vestiduras de Jesús se le volvieron radiantes como el sol, el Padre dirigió las mismas palabras del Jordán y añadió: Escuchadle, como queriendo dar a entender que todo cuanto Él desea como Padre es cuanto su mismo Hijo, ya echo como uno de nosotros, ha venido a enseñarnos con su palabra y con su vida.

De este modo la Voz del Padre es la Voz del Hijo, y ese Padre es capaz de expresar cálidas palabras de amor, como Cristo lo hizo con Corazón de Dios y Hombre. No es posible, por tanto, que ante tanto amor el hombre permanezca indiferente y encerrado en su egoísmo.

Y sin embargo los fariseos, que representan nuestra parte más horriblemente egoísta, se cerraron a las entrañas de amor de Dios. No seamos como ellos, intentemos sólo aplicar los oídos del alma al Corazón de Cristo y aprender el amor del Padre en Él, para ser dignos hijos de Aquel que nos hizo suyos por el bautismo y la gracia. Recordémoslo, también nosotros somos hijos de Dios.


3-17. Fray Nelson Sábado 16 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: Esa noche veló el Señor para sacarlos de la tierra de Egipto * Les mandó que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta.

1. La Primera Pascua
1.1 La primera lectura despliega ante nosotros el espectáculo grandioso de una muchedumbre puesta en marcha hacia su libertad, por el designio y el poder asombroso del Dios grande y fuerte.

1.2 ¡Pascua! Una palabra con sabor de gozo compartido, alegría embriagante, canto de liberación, fuerza que da vida. El entusiasmo se apodera del autor del Éxodo, que quiere dejar en éxtasis nuestros ojos frente al desfile maravilloso de tantos hombres, mujeres y niños, que son como la expresión visible del poder divino. Es como contemplar la gloria de Dios en todos esos liberados, que ya no tendrán más dueño ni más señor que el Rey del Universo.

1.3 ¡Pascua! La imagen misma de la victoria. No sólo han vencido a sus opresores sino que han logrado que ellos mismos sientan el deseo de sacarlos de la que fuera su cárcel, es decir, de la tierra egipcia. Una imagen para nunca olvidar: Dios ha salido a defender a los suyos; Dios vive y da vida.

2. Unidos contra el Mesías
2.1 El mal se da mañas para crear un remedo de la unidad que es propia y privativa del bien y de lo bueno.

2.2 Principio de unidad verdadera es el bien, que nace del amor y se sostiene en la verdad; mas el mal remeda al bien y necesita de algún bien para poder subsistir, según enseña santo Tomás de Aquino.

2.3 Tal es el caso con la escena de mezquinos intereses que nos presenta el evangelio de hoy: los fariseos se confabulan para acabar con Jesús. Han pasado de la desconfianza al desprecio, y del desprecio al fastidio y al odio. No toleran el mensaje de Jesús; no soportan la escandalosa simplicidad de su mensaje de amor; les duele perder sus privilegios y su aire de autoridad sobre un pueblo que ya no los venera ni los sigue, porque ahora conoce a su Creador y puede abrazar la dulce compasión de su Redentor.


 

AD LIBITUM 1ª: Ex/12/21-28; 2ª: Ex/12/29-34; 3ª: Is/44/01-05

1.- Ex 12, 21-28

1-1.

El ritual pascual descrito en esta tradición yahvista deja aparecer todavía sus orígenes más o menos mágicos. Egipto es victima de una serie de cataclismos sucesivos y cada uno trata de preservarse de ellos recurriendo a los ritos de protección conocidos por todas las religiones de la época. Los hebreos tienen también los suyos, más eficaces que los de los egipcios, ya que Dios se vale de ellos para preparar la liberación de su pueblo.

* * *

El rito del cordero degollado, con cuya sangre son untados los montantes de los puertas, es característico en los rituales de los pueblos nómadas. La vista de la sangre ahuyenta a los malos espíritus y especialmente al espíritu exterminador. Pero, para que este rito sea eficaz, los habitantes no pueden salir durante la noche (v. 22b). El redactor yahvista trata de disminuir el aspecto mágico del ritual colocando en primer término al ángel exterminador bajo la dependencia de Yahvé (v. 23), después de Este, integrado el ritual en el cuadro de la fiesta de Pascua, no sin inventar, para este fin, una etimología caprichosa (v. 23: pasar delante o pasar de largo).

Finalmente, sitúa el ritual dentro de la historia de la salvación y ordena su repetición anual en recuerdo del acto por el cual quedó constituido el pueblo elegido (vv. 25-27). En él introduce un diálogo entre el padre de familia y su hijo para que la eficacia del rito descanse en la Palabra y en la fe que aquella requiere. De este modo el rito extrae su eficacia del llamamiento al hecho histórico y de la Palabra que le da su significación nueva.

* * *

En el momento en que los cristianos se preguntan si su liturgia no está demasiado cargada de elementos "religiosos", y si no sería preciso desembarazarse de esos ritos ya anticuados, la manera como el yahvista transforma un viejo rito religioso para hacer de él la expresión de su fe, es bastante evocadora.

La reforma litúrgica que el yahvista hace sufrir a los ritos antiguos no recae tanto sobre su materialidad; los ritos podrán ser mantenidos, al menos en un primer tiempo, pero su significación cambiará gracias a su inserción en la historia de la salvación y al diálogo de la fe de que se verán rodeados. Si esta referencia a la historia de la salvación de tal o cual acontecimiento de nuestra vida, si este llamamiento a la fe en aquel que actúa en el corazón de los acontecimientos, acaban debilitándose, entonces el rito vuelve a caer automáticamente en su magia primitiva. Ni que decir tiene que una materialidad del rito que le impidiera ser contemporáneo de sus beneficiarios es igualmente una causa de decadencia. No basta, sin embargo, con encontrar un nuevo rito para reformar la liturgia; es preciso, además, que sea habilitado por la fe a integrar en nuestra vida el acto que fundamenta la salvación.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VI
MAROVA MADRID 1969.Pág. 169 s.


11.- Ex 12, 29-34

11-1. CULTO/LIBERTAD

Es muy posible que la última palabra, la de la muerte de los primogénitos, consistiera en una epidemia de peste, considerada en el Oriente Próximo como el azote de Dios por excelencia (Núm 14, 37; 17, 13; 25, 9, 18; 31, 16; 1 Sam 6, 4; 2 Sam 24, 21). Se trata, en este caso, de la versión yahvista, paralela a Ex 11, 4-8 y exagerada en exceso. El yahvista (siglo IX) es el narrador más importante de estas famosas "plagas de Egipto" (86 vv. de 125) en cuyo número y contenido las tradiciones populares difieren bastante (Sal 77/78, 44-51; Sal 104/105, 28-36). Las tradiciones elohistas y sacerdotal son, además, mucho más discretas que el narrador yahvista. Quiere esto decir que estos relatos son muy libres con respecto a la historia.

Se puede pensar que la tradición bíblica ha guardado el recuerdo, indistinto pero cierto, de algunas calamidades que se cernieron sobre Egipto favoreciendo, al mismo tiempo, la salida de los hebreos. La muerte del primogénito del Faraón y la extensión de los estragos causados por la enfermedad en otras familias egipcias han sido considerados por Moisés como la ocasión esperada por Dios para liberar a su pueblo.

Un imperativo domina las últimas horas que Israel pasa en Egipto: el pueblo debe ser libre para poder servir a su Dios y rendirle culto adecuado (v. 31), cuyo contenido es la liberación de los hombres que lo rinden. Esta parte de libertad que se esconde en el corazón mismo del culto de Dios tiene aquí su expresión en la reintegración de un antiguo rito practicado por los labradores (vv. 33-34): cuando se acercaba la recogida de la nueva cosecha, dejaba de usarse la levadura y la harina de la cosecha anterior; así pues, la gente comía pan sin levadura en espera de que la nueva harina produjese su propia levadura.

Esta costumbre "mágica" es, en el ritual hebreo, el signo de la prisa con que los hebreos, liberados de toda traba, llegan a conquistar su libertad.

Al comer cada año este pan sin levadura, el hebreo afirmaba su liberación y la relación de ésta con el servicio de Dios.

La marcha de los hebreos a la búsqueda de un país en que estuvieran libres va acompañada de una búsqueda de fe absolutamente única. Es cierto que todos los pueblos que buscan felicidad y libertad procuran siempre ganar la benevolencia de los dioses, o de Dios. Se trata, las más de las veces, de dioses de figura y talla humanas, apenas más dueños de los acontecimientos que los propios hombres y que testimonian demasiados sentimientos que uno quiere hacerles compartir para ser verdaderamente Dios.

Los hebreos, por el contrario, han buscado a un Dios que no respondería necesariamente a sus deseos, que no siempre se conformaría a la voluntad de ellos; y buscando a este Dios encontraron a Yahvé. Aceptaron vivir en comunión con Dios a través de su propia búsqueda de emancipación y libertad: y esto fue la alianza. Este hallazgo del Dios todo-Otro les inspiró la idea de festejar este acontecimiento cada año, en Pascua.

Festejar la Pascua es, por tanto, participar realmente en todos los movimientos de emancipación de la humanidad (ya que no hay Pascua sin marcha hacia adelante), pero con una mirada muy particular de fe y un profundo deseo de vivir en comunión con un Dios cuya visión sobre la historia y el mundo debemos descubrir poco a poco, siendo cada uno, para todos y cada uno, mejor, más consciente, más hombre.

BUSQUEDA/VD: Pero existe un riesgo. Dios es de tal manera Todo-Otro que jamás podrá estar nadie seguro de haberle encontrado. La búsqueda de la voluntad de Dios es siempre larga, y no son las definiciones del catecismo ni los consejos de los directores de conciencia los que pueden proporcionarnos el objeto de esa búsqueda.

Sin embargo, hay algunos criterios que pueden decirnos si la búsqueda de la verdad de Dios, en los movimientos del mundo moderno, es sincera o no. Esos criterios se hallan en Jesucristo, que precisamente ha querido morir y resucitar, durante la celebración de una fiesta de Pascua, para dar a la búsqueda del hombre su verdadera dimensión. El primer criterio es un criterio de sufrimiento y de muerte.

Cuando uno se pregunta de qué lado puede encontrarse Dios, del lado de los pobres o de los poderosos, apenas si corre uno peligro de equivocarse al afirmar que está, sobre todo, al lado de los que sufren. Jesús ha dado prueba de ello en la cruz, frente a sacerdotes y teólogos que ni siquiera se sonrojaban al pretender saber de Dios más que El.

Cuando afirman que Cristo ha muerto y ha resucitado, los apóstoles nos están diciendo, en otros términos, que Dios puede, con toda certeza, ser hallado en todo lo que sea opresión y sufrimiento, pero no con una actitud de poderío y desprecio hacia el otro.

Que cada cristiano considere las razones de su participación en tal o cual movimiento de nuestros días, que considere los motivos de sus juicios, y en seguida comprenderá si busca realmente a Dios, si responde a un proyecto divino para con el hombre.

El segundo criterio es de participación en la condición humana.

Jesús, que muere pudiendo haberse librado de la muerte, que sufre cuando podía haber aceptado cualquier pretexto, ha querido ser fiel, hasta el fin, a la condición humana.

Quiere esto decir que los movimientos que tratan de escapar, de una manera o de otra, a las limitaciones del hombre, que las rechazan o aparentan olvidarlas, no sirven para buscar al Dios de Jesucristo.

Entre los movimientos modernos que tratan de acercarse más al movimiento pascual de los hebreos o de Cristo, hay que quedarse con aquellos que tienen el sentido de la relatividad de las cosas, del carácter imperfecto y finito de todos los actos del hombre, de la fragilidad y ambigüedad de todas sus gestiones, de la lentitud de su caminar hacia la realización de sí mismo. No pueden llamarse testigos de la búsqueda de Dios los movimientos fanáticos, pues confunden lo absoluto y lo relativo, lo humano y lo definitivo; tampoco lo son los movimientos que dispensan al hombre del esfuerzo, de la solidaridad, del interés por los demás.

El tercer criterio, el más difícil, es la entrega total de uno mismo a Dios, como Cristo puso su vida en manos del Padre.

Solamente los que tienen la fe (y todos los cristianos, por el hecho de serlo, no la tienen) pueden dar este salto hacia lo desconocido. Esa fe es la certeza de que Dios puede lograr cosas que el hombre no llega ni siquiera a imaginar; es la confianza en que aun el mayor error puede ser subsanado; es la voluntad de no desesperar ante nada: lo que el hombre no puede lograr hoy, Dios puede hacer que lo consiga, aunque para ello tenga que resucitar lo que está muerto.

El último criterio, el más importante de todos, consiste en no tomar como norma absoluta los criterios anteriores.

El hombre es tan asombrosamente enigmático y limitado que puede fallar estrepitosamente en su búsqueda de Dios, puede confundirla con la violencia y el odio, como les ha ocurrido con frecuencia a los hebreos. Puede también creer, durante un cierto tiempo, que Dios, el todopoderoso, sólo puede estar del lado del poder y de la fuerza; esto le puede llevar a condenar, en nombre del Dios Poderoso, a sus hermanos los hombres.

A este hombre, que tan groseramente se equivoca, démosle al menos un margen de confianza: ¿quién le dice que, algún día, su búsqueda de Dios, tan mal inaugurada, no desemboque realmente en la verdad y en la conversión?

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VI
MAROVA MADRID 1969.Pág. 170s


11-2. /Ex/12/21-36:

Tres son los temas que nos ofrece el último redactor de nuestro texto: la promulgación, por parte de Moisés, de la ley pascual establecida por Yahvé (vv 21-27); el relato de la décima plaga (29-30), con la expulsión de los israelitas (31-34), y la narración de la expoliación de los egipcios por los israelitas (35-36).

Todos estos temas giran alrededor de un único eje: la visión litúrgica del misterio pascual. La palabra rito, que aparece en la versión del v 26, es exactamente el servicio cultual, la liturgia sagrada celebrada por el pueblo que recuerda, revive e interpreta los hechos de la historia a la luz de la revelación.

Por eso se sale de este rito no sólo con un sentido nuevo de los hechos pasados, sino con el compromiso de encarnarse en los hechos presentes, leyéndolos a la luz de esta revelación-presencia dinámica de Yahvé a lo largo de la historia del pueblo.

Así, el autor inspirado enlaza la tradición de la décima plaga, que él ha captado como hecho antiquísimo que ya ha perdido la riqueza de sus detalles en la noche de los tiempos con la celebración de la Pascua y la visión eucarística de la liberación. «Entonces» Yahvé se mostró como el que «pasó de largo» por las casas de los hijos de Israel, mientras «hería» mortalmente a Egipto y «salvaba» nuestras casas (27). «Ahora» el pueblo sigue «contemplando» las maravillas de Yahvé y las «vive» en el cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas. Por eso, en la tierra que Yahvé le ha dado (v 25), el pueblo celebra el don divino de la liberación: es la víctima de la Pascua de Yahvé (27).

Hay que resaltar la relación que existe entre revelación y catequésis-celebración. La liturgia del pueblo de Dios, precisamente porque es un servicio de fe impulsado por la revelación, es el polo opuesto a los ritos mágicos. Por eso, en la celebración hace acto de presencia la palabra catequética, que no sólo «resuena» en el interior del rito, sino que ilumina y explicita el rito mismo, convirtiéndolo así en fuente de revelación (26-27). La palabra humana se libera de la verbosidad vacía e inútil, y el rito es purificado de todo encantamiento mágico: la liturgia se transforma en «sacramento» de la acción de Yahve.

En el v 34 el autor llama nuestra atención sobre un hecho muy semejante, pero que él trata en un tono midrásico con vistas a la catequesis de la tradición de los ázimos. Lo mismo hace con el tema de la «expoliación» de los egipcios que, a pesar del triunfalismo del v 36b, se nos presenta como un cuadro de buenas relaciones de vecindad entre el pueblo sencillo.

Los israelitas «piden» y los egipcios «prestan» generosamente, gracias a que Yahvé hizo que hallaran gracia a los ojos de los egipcios (35-36a). La lucha se desarrollaba entre el faraón y Yahvé, no entre los miembros del pueblo oprimido, de un lado o de otro. Nada de racismo.

J. M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 126 s.

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111.- Is 44, 1-5:

111-1. VOCA-ETERNA

El Segundo Isaias ha venido a traer al pueblo palabras de consuelo y de aliento: Dios le perdona y su vida va a tener un sentido. El breve poema de ls 44, 1-5 ofrece nuevos argumentos encaminados a convencer a los judíos exilados u oprimidos de su futura misión.

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Para lograr su finalidad, el profeta personaliza al pueblo: es ese Jacob, ese antepasado formado por Yahvé en el seno de su madre (Gén 25, 19-23). Una vez personalizado así el pueblo, el profeta puede aplicarle los temas clásicos de la vocación profética: Israel es llamado a una misión profética en el mundo; a este fin recibirá el Espíritu de Dios (v. 3) como lo recibían los nabís antiguos y como lo recibió el profeta Ezequiel (Ez 2, 1); es elegido desde el seno materno, como el profeta Jeremías (v. 2; cf. Jer 1, 5); es llamado siervo (v. 1) como lo fueron Moisés y ese misterioso "siervo" anunciado por el Segundo Isaías (ls 42, 1).

La acción profética del pueblo entre las naciones (los vv. 4-5 del poema aluden sin duda a la conversión de los paganos) se verificará a través de la abundancia y de la fecundidad de la tierra (v. 3): el signo de la presencia del Espíritu de Dios en los hombres está, en efecto, para la Escritura, en la plenitud y la fecundidad de todos los hombres y de todas las cosas (cf. Am 8, 18-25).

* * *

En la mayor parte de los relatos bíblicos de investidura profética (ls 6; Jer 1; Is 44; 1 Sam 2) y apostólica (Mc 1), la presentación de la vocación es netamente "eternista". Todo está decidido "desde toda la eternidad", antes incluso de nacer el objeto de esta decisión; todo se hace una vez por todas, para la eternidad ("Tú eres sacerdote para siempre..."). Dios parece desinteresarse del sujeto, de su psicología, de su contorno cultural y social. Fiel a este esquema, la Iglesia ha visto a menudo en la vocación un estado de vida sin contingencia. La ha preservado desde la infancia mediante seminarios prematuros (en el sentido etimológico de la palabra), ha dado a los candidatos al sacerdocio la obsesión por la pérdida de la vocación o por la infidelidad a la misma, ha preservado a esta última de toda contingencia sexual y afectiva y ha desvalorizado todo lo que podía poner en duda este depósito sagrado. Ser elegido desde el seno de su madre, como pretende afirmar la lectura de este día, vendría a dar a la vocación un contenido objetivo demasiado exclusivo. Dios está, sin duda, antes que todo, pero su llamamiento sólo existe y se verifica en la existencia humana en devenir. Por ello toda vocación no puede desvelarse más que al término de un camino cuya dirección debe ser trazada a medida que uno marcha, camino que es común a todo hombre, y en el que éste se va despojando de su yo ilusorio para hacer suya una cierta profundidad sobre la existencia propia y ajena y una cada vez más firme adhesión al plan de Dios. La vocación jamás está apoyada únicamente en un llamamiento hecho en el pasado; por el contrario, siempre lleva consigo cierta disponibilidad a lo por venir, a lo desconocido; la vocación no es un depósito que es preciso a toda costa conservar, sino una puerta abierta siempre, y cada vez más, a todas las influencias. No hay, en la vida particular, un solo compromiso que encierre dentro de sus muros a aquel que se aventura en él ni que le garantice, de una vez para siempre, la total entrega al mismo. El sacerdote no es ni propietario ni prisionero de su estado: si es esto lo que ha querido decir la Escritura cuando insiste en la prioridad absoluta de Dios en la vocación, le sobran razones para ello.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VI
MAROVA MADRID 1969.Pág. 173 s.