VIERNES DE LA SEMANA 13ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Gn 23, 1-4.19; 24, 1-8.62-67

1-1.

-La sepultura de Sara.

Sara, la mujer de Abraham, murió. Es un luto familiar. Un «acontecimiento» corriente en todas las familias. También, el hombre de Fe transformará ese episodio en un acto profético, en el sentido del Futuro prometido por Dios.

Abraham, el nómada, compra una parcela de tierra, para enterrar dignamente a su esposa. Tiene mucho empeño en ello: es el primer paso hacia la posesión de la tierra prometida por Dios.

En la mezquita de Hebrón se venera todavía hoy la tumba de Sara donde Abraham enterró a su mujer «en la gruta del campo de Makpelá, al frente de Mambré en el país de Canaán». A nosotros también nuestra Tierra prometida nos pertenecerá de modo definitivo después de nuestra muerte.

Tengo mis ojos puestos en ti, Señor.

Al recordar los difuntos de mi propia familia, ruego por ellos. Ellos ya poseen la Tierra prometida, ellos están en la luz definitiva.

-El casamiento de Isaac. FE/HIJOS-PADRES

Dios conduce nuestras vidas. Los «acontecimientos» felices, tiene también un valor providencial que hay que saber interpretar. El amor humano no es un efecto del azar.

Abraham recomienda muy estrictamente a su servidor que encuentre una mujer para su hijo. Según costumbre de aquel tiempo, debe pertenecer al mismo clan; los israelitas no se casaban con una extranjera, porque la ¡transmisión de la Fe y de la Promesa están en juego!

Transmitir las «promesas de Dios» a nuestros hijos; es a menudo lo que más desean los padres. ¡Dar la vida es algo grande! Pero además hay que engendrar los hijos a la vida de la Fe. ¡Y esto es difícil! Los hijos son libres. La fidelidad de Abraham fue sin duda la mejor garantía para que su hijo Isaac no diera un paso en falso.

-El primer encuentro de Isaac y de Rebeca.

Isaac es un hombre del desierto. A la caída de la tarde ve llegar una caravana de camellos. Rebeca monta uno de ellos. Ve a un apuesto joven. Salta de su camello y pregunta a su servidor: «¿Quién es ese joven que sale a encontrarnos?» Luego enrojece y cubre el rostro con su velo...

Una escena de encuentro entre un joven y una muchacha.

Una escena oriental, llena de poesía. Las cosas no suceden HOY así, pero, bien mirado, se da el mismo misterio.

Ruego, pensando en todos los jóvenes que tienen relaciones. Que sus encuentros se hagan bajo tu mirada, Señor.

Que sean abiertos y constructivos.

-Se desposó, fue su mujer y la amó. Entonces Isaac se consoló de la muerte de su madre.

El autor del relato pone, explícitamente, los dos relatos en relación el uno con el otro.

Resalta la importancia de las mujeres en una cierta transmisión de la herencia humana y de la herencia de la Fe. La esposa de Isaac relevará a su propia madre.

Transmitir la vida. No tan sólo la vida biológica, sino la vida del espíritu.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 160 s.


1-2. /Gn/24/01-27:

Hay una gran semejanza entre este capítulo y la historia de José, sobre todo en la función de unir bloques diferentes: el ciclo de Abrahán con el de Isaac-Jacob y los relatos de Jacob con las narraciones del Éxodo. Se puede notar, además, cómo el tema de las promesas, central en las narraciones patriarcales, apenas tiene relieve (sólo una insinuación en el v 7). Al revés que en los relatos precedentes, no abunda la acción, sino la palabra. Todo indica que este capítulo presupone una cierta constitución de las historias patriarcales.

La narración se nos presenta como una historia de guía divina. La insistencia en el éxito del camino emprendido (21.40.42.56), así como la oración y acción de gracias del siervo (26.52), lo muestran claramente. Sin embargo, no ocurre ninguna intervención exterior de Dios de tipo extraordinario.

Dios actúa más bien en el interior de los corazones. Además, los dos personajes principales de esta historia, el siervo de Abrahán y Rebeca, son elevados a la categoría de símbolos. El es el criado ejemplar y fiel, dócil y piadoso, dispuesto a servir en todo a su amo, aunque se trate de un asunto espinoso. Rebeca, que da de beber no sólo al extranjero, sino también a sus camellos, se nos presenta con rasgos de generosidad, cortesía, hospitalidad y respeto a las buenas costumbres. El relato quiere responder también a la cuestión de la procedencia de las mujeres de los patriarcas, que no se toman del territorio de Canaán, sino de su país de origen.

Según la exposición del v 1, Abrahán es ya muy anciano, y el desarrollo ulterior del relato deja entrever que su muerte está muy próxima. El juramento en contacto con el miembro viril es muy antiguo (cf. Gn 47,29). Se excluye terminantemente la posibilidad de que Isaac vuelva a la tierra nativa de Abrahán, ya que el plan de Dios y el camino de salvación emprendido por Abrahán no admiten marcha atrás (cf. Ex 34, 15s; Dt 7,3).

Aram Naharaim o Aram de los ríos es la región de la alta Mesopotamia, situada entre los ríos Balih y Habur, afluentes del Eufrates, lugar de procedencia de Abrahán y su clan (cf. 11, 311; 27,43). Apenas llega el siervo junto al pozo, situado fuera de la ciudad, dirige a Dios una oración confiada. En ella establece, como señal, que la escogida muestre buena disponibilidad y cortesía en darle de beber. Rebeca cumple este requisito de sobra, ya que toma incluso la iniciativa de calmar la sed de los camellos. Para colmo de satisfacción y alegría, es hermosa e hija de Betuel, pariente de Abrahán. El siervo reconoce este éxito inicial como obra de Yahvé, se postra en adoración y prorrumpe en una emotiva acción de gracias hacia aquel que le ha permitido realizar con éxito la difícil empresa que le había encomendado su señor.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 90 s.


1-3.

La lectura sigue relatando fragmentariamente la última parte del viaje del siervo de Abrahán al país natal del patriarca, a fin de buscar una esposa para Isaac.

Llegado a casa de Labán, después de todo lo ocurrido junto al pozo y de dar de comer a los camellos, el criado se niega a tomar el alimento que con tan generosa hospitalidad le ofrecen los parientes de su amo hasta que no haya expuesto el motivo de su viaje. Se subraya, así, la prioridad que, por encima de las necesidades corporales más perentorias, atribuye a la misión que le ha llevado a esta tierra tan lejana. Su exposición resume todos los hechos anteriores y puede resultarnos sorprendente, dado nuestro estilo pragmático, alérgico a toda oratoria ampulosa; pero sintoniza perfectamente con la manera oriental de comportarse, poco amiga de ahorrar palabras, sobre todo en las ocasiones solemnes.

Notemos cómo el sirviente no hace alusión alguna a la prohibición de Abrahán de dejar marchar a su hijo a aquella tierra (cf. v 6), ya que Labán y los suyos lo habrían podido considerar ofensivo. De todas formas, la finalidad principal del discurso es exponer a su auditorio que es Dios quien ha llevado a feliz término su empresa y que, por tanto, es preciso que ellos acaten la voluntad divina, tan claramente manifestada, accediendo a que Rebeca sea la esposa de Isaac.

La respuesta de Labán y de Betuel, que no se hace esperar alude a las líneas principales del discurso: «Es cosa de Yahvé; nosotros no podemos responderte ni sí ni no» (= hemos de someternos a sus designios). Esta reacción favorable de los familiares provoca una adoración y acto de agradecimiento hacia Dios por parte del criado. Los lugares decisivos del relato quedan, de esta forma, marcados por la efusión del espíritu y el reconocimiento de la presencia divina.

Si el discurso ha sido muy largo, no es menos rápida y tajante la decisión del siervo de partir lo antes posible hacia su señor una vez que ha obtenido el consentimiento de llevarse a Rebeca y, con ello, la meta principal de su viaje. No consiguen retrasarlo ni la cortesía oriental ni el legítimo deseo de los familiares de la joven en el sentido de que ésta pase unos días con ellos antes de dejarlos definitivamente. Al final, es la misma Rebeca quien zanja la discusión: se aviene al deseo del siervo de no retrasar la partida y, así, muestra su pronta docilidad para secundar los planes divinos.

La despedida de los familiares de Rebeca se expresa, de acuerdo con las costumbres orientales (cf. Rut 4,11; Tob 7,15), en una bendición, en que se hacen explícitos los mejores deseos y augurios. El relato termina con el primer encuentro de Isaac con Rebeca (ésta, siguiendo las costumbres del tiempo, apenas supo que Isaac iba hacia ella se cubrió con un velo). Se añade, como nota final, que ambos se unieron en matrimonio y se amaron.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 91 s.


2.- Am 8, 4-6.9-12

2-1.

-Escuchad esto los que aplastáis al pobre y queréis suprimir los humildes del país, porque decís: "¿Cuándo pasará la fiesta del novilunio para poder vender el grano? ¿Cuándo acabará el Sábado para poder dar salida al trigo?"

El novilunio como el Sábado interrumpía las transacciones comerciales. (Levítico 23, 24; Éxodo 20, 8) Y vemos que en todas las épocas los fieles han intentado mantener tranquila su conciencia observando los preceptos rituales, absteniéndose de trabajar los días de fiesta religiosa... ¡pero conservando su afán de ganancia!

Esta "fachada" de piedad no puede engañar a Dios.

Ninguna religión debe camuflar la explotación de los pobres.

-¡Achicaremos las medidas, aumentaremos el peso con el fraude en las balanzas.

Podremos comprar por poco dinero al desgraciado, y al pobre por un par de sandalias.

Venderemos incluso los desperdicios del trigo!

Dios oye el grito de los desgraciados.

Dios ve el "alza de los precios" y el baile de las etiquetas y Dios sabe que son los más pobres los que más sufren.

Concédenos, Señor, concede a todos los hombres el sentido de la más estricta conciencia profesional.

Ayúdanos a encarnar nuestra religión en los actos más concretos de la vida cotidiana para defender a los más desprovistos. Ayuda nuestras Iglesias a comprometerse más claramente frente a las injusticias económicas que sumen en la desesperación del hambre a más de la mitad del universo.

-En aquel día -oráculo del Señor Dios- haré ponerse el sol, a mediodía, cubriré la tierra de tinieblas en pleno día. Trocaré en duelo vuestras fiestas... Todas serán arrasadas... Y su final un día de amargura.

El «día de Dios», es el día en que será castigada toda injusticia. La explotación de los pobres tendrá un fin. Ese «día del Señor» va acompañado de signos cósmicos -temblores del suelo, eclipses de sol-, imágenes fantásticas estereotipadas que se encontrarán desde ahora en todos los apocalipsis.

Entonces las ilusiones de los ricos se esfumarán, como el humo.

¿No hay ya, desde ahora, una especie de maldición que como una gangrena ataca a los países más avanzados? La droga, la polución, la criminalidad, la anestesia de las conciencias. La injusticia lleva en sí misma su propio castigo.

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, sana nuestras sociedades. Haznos lúcidos, Señor, para que sepamos ver el mal que corroe a la humanidad.

-He aquí que vienen días -Palabra del Señor Dios- en que yo enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír las palabras del Señor. Vagarán de mar a mar; irán y vendrán del norte a levante buscando la palabra del Señor, pero no la encontrarán.

Esta es la mayor desgracia, hombres que por fin despiertan de su letargo y que se ponen, por fin a buscar un sentido a su vida, hombres en quienes el «hambre de Dios» ha penetrado... pero que se encuentran cara al vacío del ateísmo. Una sociedad que ha evacuado a Dios y que se encuentra frente a la nada. Cansado de hablar sin ser escuchado, ¡Dios calla! ¡No se escuchaba a los profetas... ya no los hay!

¡Señor, continúa hablándonos! Continúa enviándonos a tus profetas.

Danos hambre de Ti... el hambre y la sed de tu palabra.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 160 s.


3.- Mt 9, 9-13

3-1.

Ver DOMINGO 10A


3-2.

-Salió Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado "Mateo", sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme" .

Este hombre es llamado Leví, hijo de Alfeo, por Marcos (2, 14) y Leví por Lucas (5, 27).

Esas anomalías no han sido explicadas. De todos modos, se trata de un hombre que el pueblo detesta: es recaudador de impuestos. Jesús no duda elegir a alguien cuya situación social es despreciada... La reputación de los "publicanos" era también y ante todo de que se enriquecían en gran parte, a cuenta de los pobres: ¡solían ser ricos! A los pescadores ya llamados en la orilla del lago (Mateo, 4, 18-22) Jesús añade ahora a un hombre, que no inspira demasiada confianza: ¡es algo raro el equipo que Jesús está constituyendo allí! La tradición atribuye a este Mateo la redacción de este evangelio .

-El hombre se levantó y lo siguió.

Fue instantáneamente, según parece.

Se comporta exactamente como Jesús había dicho, sin demora, dejándolo todo. (Mt 8, 19-22).

¡Es realmente un riesgo para un rico! Pero, para "seguir" a Jesús, siempre hay que correr algún riesgo. Si miro atentamente mi vida, podré descubrir en ella lo que más me retiene para seguir mejor a Cristo.

-Estando Jesús a la mesa en casa acudió un buen grupo de recaudadores y descreídos y se reclinaron con El y sus discípulos.

Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos: "¿Por qué come vuestro maestro con publicanos y pecadores?" Mateo ha festejado pues su vocación ofreciendo un banquete: al que, evidentemente, asisten también sus colegas, toda una pandilla de "sucios publicanos", y de "gentes-no-bien"... Se come, se bebe, se canta. ¡Qué escándalo!

-Jesús lo oyó y dijo: "No necesitan médico los sanos, sino enfermos." Jesús cita aquí un proverbio.

Hay que contemplar detenidamente lo que esta frase nos revela de la persona y del corazón de Jesús...

Todos somos pecadores. Ahora bien, ¡Jesús dice que para eso ha venido! No sólo no le repele el pecado, sino que se siente atraído por nuestras miserias.

Uno se pregunta cómo Dios puede estar presente en ciertos ambientes especialmente asquerosos, malos o perversos, en ciertas situaciones de injusticia. Dios se encuentra allí... para salvar, para curar. Todo el evangelio, cuando se trata de Dios, nos urge a que sepamos sobrepasar la noción de Justicia y a descubrir la Misericordia infinita de Dios por los pecadores.

-"Misericordia quiero, no sacrificios". No he venido a llamar a los "Justos" sino a los "Pecadores".

Las comidas de Jesús con los pecadores nos recuerdan que hoy también la Eucaristía se ofrece "en remisión de los pecados". La revalorización de los elementos penitenciales de la misa continúa una tradición que viene directamente de Jesús.

Acercarse a ti, Señor, yo no soy digno. No, la Eucaristía no es ante todo la recompensa a las almas puras, es también una comida de Jesús con los pecadores.

Y esto de ningún modo rebaja el valor penitencial profundo del sacramento de la Penitencia propiamente dicho. Pero no se es nunca digno de recibir a Jesús.

Señor, sálvanos. Que tu Cuerpo nos sane y nos purifique.

Por tu Cuerpo y por tu Sangre sanados... Señor. sana el corazón del hombre de HOY.

No se trata, ciertamente, de menosprecio hacia Dios. Pero es necesario primordialmente creer en su misericordia, creer lo que Jesús ha dicho y ha hecho.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 52 s.


3-3.

1. (Año I) Génesis 23,1-4.19;24,1-8.62-67

a) Es la última página de la historia de Abrahán que leemos, porque el protagonista de la historia va a ser ya su hijo Isaac.

Abrahán adquiere un pedazo de tierra para enterrar a su mujer Sara. Hasta ahora no poseía nada de ese territorio que Dios le había prometido. En el capítulo 23, que aquí leemos muy por encima, se narra con detención cómo compró con todos los requisitos jurídicos, exactamente por cuatrocientos siclos, la cueva de Macpela, en Hebrón: la que será después la «tumba de los patriarcas», porque en ella serán enterrados, además de Sara, él mismo y sus hijos y descendientes. No es de extrañar que, en el actual conflicto entre judíos y árabes en Hebrón, este lugar sea un punto de referencia muy importante.

También leemos resumida la pintoresca historia de cómo Eliezer, el siervo de Abrahán, sale en busca de una esposa para el joven Isaac. El encargo es que no sea de familia cananea, es decir, extraña al pueblo de Abrahán, y que Isaac no vuelva en ningún caso a la tierra de la que provenía Abrahán, Ur de Caldea. Y aparece Rebeca, de una familia emparentada con Abrahán. Será la mujer que Isaac ama y toma por esposa. Un simpático caso de amor a primera vista.

b) Es admirable cómo va conduciendo Dios la historia del pueblo que ha elegido como suyo.

Nosotros solemos tener menos paciencia, y nos gusta ver los resultados de nuestro trabajo o de las promesas de Dios a un plazo más corto. Abrahán nos resulta un magnífico modelo de fe y de confianza en Dios para los que intentamos ser buenos creyentes en el mundo de hoy, y trabajamos para que se cumplan los planes de Dios con nuestro esfuerzo de evangelización y testimonio. Tal vez durante años no nos pertenecerá ni un palmo de terreno, como a Abrahán, hasta el final. Tal vez, nos quejaremos de no tener descendencia, o de que eso de «los cielos nuevos y la tierra nueva» es una utopia.

Pero Dios sigue adelante en su proyecto de salvación. Igual que en al AT se le llamó «el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob», en el NT nosotros sabemos que es además «el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo», y que ahora está con la Iglesia, la comunidad de su Hijo, guiándola y dándole fuerza por su Espíritu, y que sigue amando a toda la humanidad. Y que el éxito de la obra no se deberá a nuestras técnicas y méritos, sino a la bondad de Dios, que actúa por medio de nosotros. Lo que tenemos que hacer es purificar nuestras intenciones, no buscarnos a nosotros mismos, sino a Dios.

Aprendamos de Abrahán también la lección que nos da en la búsqueda de esposa para su hijo. Él no vuelve atrás: es una persona que siempre camina hacia delante, siguiendo las indicaciones de Dios. Su hijo no puede volver al país -pagano- de donde provenían. Es el hijo de la promesa. También él debe mirar al futuro.

A nosotros, Jesús nos ha encomendado la evangelización de nuestra cultura y de nuestro mundo. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha hecho vivir en el reino de la luz, que es reino de verdad y de amor. No podemos volver la vista atrás. Los que hemos salido de «Ur de Caldea», con su paganismo, debemos vivir según la mentalidad de Cristo Jesús y dar testimonio de su evangelio.

1. (Año II) Amós 8,4-6.9-12

a) Es valiente Amós. Denuncia las faltas contra los pobres porque son faltas contra Dios.

La lista de delitos contra la justicia que enumera sigue siendo actual: explotar al pobre, despojar a los débiles de lo poco que tienen, hacer trampas con las medidas, abusar de los precios, aprovecharse incluso de los días sagrados para programar negocios.

La voz del profeta se alza sin miedo: Dios se solidariza con los pobres, víctimas de estas injusticias, y los vengará. Las fiestas se convertirán en luto. Y el castigo mayor va a ser el silencio de Dios: dejará de hablar, no suscitará profetas, ya que no les hacen caso.

Entonces habrá «hambre de escuchar la palabra del Señor», pero no la oirán y andarán perdidos y desorientados.

b) Nos hace bien recordar que la fe pasa por la caridad. Que no podemos hablar de que creemos en Dios y le rendimos un culto válido, si no practicamos la justicia social, si seguimos haciendo trampas al prójimo. Porque Dios se identifica con el prójimo. Jesús nos lo dijo de una manera más concreta: cuando no visitamos al que está enfermo y no damos de comer al que pasa hambre, lo hemos dejado de hacer con él.

Esta página de Amós no se aplica sólo a los ricos que explotan a los pobres o a los cínicos que se enriquecen a costa de toda clase de trampas, ahora más sofisticadas. Sino a todos nosotros, porque todos podemos ser injustos con las personas con quienes convivimos.

Puede parecernos extraño el castigo que anuncia Dios: su silencio, la ausencia de su palabra, la falta de profetas que hablen en su nombre. ¿No estamos experimentando en nuestra historia la falta de vocaciones proféticas? Dios, tal vez, nos quiere purificar de nuestras perezas y materialismos, y despertar en nosotros hambre de su palabra.

Aunque lo que tal vez tenemos que constatar es que sí hay profetas, pero seguimos con la misma dureza de corazón que los contemporáneos de Amós y no les queremos escuchar.

Ojalá la comunidad cristiana -y la sociedad en general- llegara a tener esa «hambre de la palabra de Dios» para poder caminar con una guía más segura por los caminos de la historia. Ojalá creyéramos lo que dice el estribillo del salmo: «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

2. Mateo 9,9-13

a) Después de los tres milagros de los días pasados, el evangelio intercala esta escena de vocación apostólica que hoy leemos: la llamada de Mateo. Es el mismo a quien Marcos y Lucas llaman Leví. Y al que se atribuye uno de los cuatro evangelios, precisamente el que estamos leyendo esta temporada.

Es una vocación muy significativa. Jesús elige a un publicano, o sea, a un recaudador de impuestos al servicio de la potencia ocupante, Roma, y, como todos los publicanos, con muy mala fama entre el pueblo. Jesús le da un voto de confianza, sin pedirle confesiones públicas de conversión. Mateo le sigue inmediatamente, dejándolo todo, y le ofrece en su casa una buena comida a la que también invita a otros publicanos, con gran escándalo de los «buenos».

Será la ocasión para que Jesús pueda expresar su intención: «no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

b) ¿Somos nosotros buenos discípulos de Jesús en esta actitud de tolerancia y de confianza con los demás? ¿hubiéramos sido capaces de incorporar a un publicano al grupo de los apóstoles, si hubiera dependido de nosotros? ¿o nos vemos más bien retratados en los fariseos que murmuran, porque trata así a los pecadores?

La tentación de los buenos ha sido, en todos los tiempos, la de creerse ellos santos, superiores a los demás, y estar siempre prontos a la crítica y a la intransigencia.

¿Acogemos a los alejados y a los «pecadores», juzgándoles no por su fama, sino por la actitud de fe y riqueza espiritual que pueden tener a pesar de las apariencias? Jesús no sólo acogió a Mateo, sino que lo hizo su apóstol. Y Mateo respondió perfectamente.

¡Cuánto bien ha hecho ya, durante dos mil años, el evangelio que se le atribuye!

Tenemos que aprender a tener un corazón acogedor. Jesús fue fiel reflejo de Dios, que es amor, que es Padre «rico en misericordia». La misericordia es algo más que justicia. Es un amor condescendiente, comprensivo, dispuesto a perdonar, tolerante.

«Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia» (salmo I)

«Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón» (salmo II)

«Andad, aprended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 105-108


3-4.

Primera lectura : Amós 8, 4-6.9-12 Enviaré hambre no de pan sino de escuchar la Palabra de Dios.

Salmo responsorial : 118, 2.10.20.30.40.131 No sólo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.

Evangelio : Mateo 9, 9-13 No tienen necesidad de médico los sanos, misericordia quiero y no sacrificio.

El plan de Dios manifestado en Jesucristo es contrario al plan de Dios que habían imaginado los judíos. Jesús planteó todo lo contrario a lo que el pueblo de Israel había creído de Dios. Para los judíos, sólo los de su raza, más aún, sólo los hombres y los justificados por la ley merecían el amor de Dios. Olvidaron que si Dios los amaba era por pura gracia y no porque lo merecieran.

Jesús propone a todos el Reino de Dios. No limita a Dios sólo a los hombres y a los judíos puros, sino que presenta el amor de Dios a las mujeres y todos los que la ley consideraba impuros. Por lo tanto no era raro que el invitara a su grupo a personas que para la sociedad de su tiempo eran considerados pecadores.

Jesús hace la propuesta del Reino a Mateo, cobrador de impuestos, a quien le dice de forma categórica: "Sígueme". Seguir a Jesús es dejar todo atrás. Es cargar con el pasado pero ya no como condena, sino como paradigma, para no repetir la historia de esclavitud al pecado, y también como escuela de reflexión para apuntar siempre hacia adelante con entrega y dedicación.

A Jesús le importa el ser humano, íntegramente y sin distinción alguna. Por eso él se sienta a la mesa con publicanos y pecadores.

Tenemos que recordar que para Mateo la mesa es el lugar donde sólo se pueden sentar los que eran puros según el legalismo judío. Por eso, con la actitud de Jesús los pecadores son declarados puros y, a su vez, con este gesto Jesús se está declarando públicamente ilegal. Jesús se comporta de esta manera porque tiene claro que la misericordia de Dios es abundante y es para todos. Por lo tanto, también los llamados pecadores» por la tradición judía son destinatarios de la gracia salvadora de Dios manifestada en Jesús.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5.

Génesis 23, 1-4 y 19; 24, 1-8 y 62-67: Soy forastero en esta tierra

Salmo responsorial: 105

Mateo 9, 9-13: Misericordia quiero y no tanto culto

Este es un "relato de controversia" entre Jesús y los fariseos en el marco de la vocación de Mateo. El relato describe un encuentro casual con un hombre llamado Mateo que tiene como profesión ser recaudador de impuestos o tasas. El hecho de hallarse sentado en el despacho de impuestos, indica que es un empleado subalterno. Los recaudadores subalternos eran frecuentemente judíos y en Galilea estaban al servicio de la administración romana, su nacionalidad judía los hacía doblemente odiosos a sus compatriotas, quienes los consideraban instrumentos de dominación de los romanos y vendepatrias por traicionar a su pueblo colaborando con el poder imperial invasor. La profesión de recaudador era considerada deshonesta, pues sus agentes aparecían ávidos de dinero, interesados y explotadores, renegados religiosa y políticamente. No se cuidaban ni poco ni mucho de la ley religiosa y, por otra parte, tenían trato frecuente con paganos, considerados pecadores e impuros. Por todo eso, los observantes de la ley los tachaban de pecadores; como a los paganos, los creían rechazados por Dios y los relegaban con sus familias, tratándolos de impuros.

Jesús invita a Mateo a que lo siga y de esta manera abre una nueva brecha en la discriminación religiosa y social, invitando a su grupo a un hombre de pésima reputación, a un indeseable excluido de la sociedad y del amor de Dios. Mateo es el prototipo de los pecadores o impuros que están fuera de Israel, y sin embargo es llamado por Jesús para que haga parte del reino de Dios. Con su llamado empieza la puesta en marcha del mensaje de la universalidad del Reino. Mateo se levantó y le siguió dejando su profesión, es decir, asumiendo la nueva condición de vida que le propone Jesús. Con su gesto, Mateo cumple la condición para el seguimiento, la ruptura con el pasado, manifiesta en la adhesión a Jesús que lo libera del pecado y le da la posibilidad de comenzar una nueva vida.

En los vv. 10-13 se narra la hospitalidad de Mateo y su invitación a Jesús a una comida de despedida con amigos "publicanos" y "pecadores". Sabemos que el Judaísmo farisaico evitaba el contacto con gentiles y judíos que no observaran la ley; estos eran los rechazados sociales de la comunidad y ningún rabino consentiría en juntarse con ellos. Los fariseos, al ver como Jesús se sentaba a la mesa con publicanos y pecadores, se sorprendieron de tal manera que no pudieron ocultar su hostilidad, lo cual provoca una respuesta tajante de Jesús. "No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal". Jesús pone, por encima del culto y de la mera observancia de una forma externa de vida, las relaciones humanas. El texto expresa la compasión de Jesús hacia los pecadores, pero al mismo tiempo se enfrenta y ataca la justicia autosuficiente de los fariseos. Por tanto, los que no se reconocen enfermos no llaman al médico ni lo reciben; no tienen curación posible. Nadie puede acercarse a Jesús, a menos que se confiese pecador. Jesús es el médico; si cura al enfermo, al paralítico, es para simbolizar que también sana la enfermedad del pecado.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-6. CLARETIANOS 2002

Hoy Amós parece un sindicalista en vísperas de una huelga general. Después de poner a caldo a los que exprimen al pobre (¡atención, ofrece datos!), habla de un extraño regalo que Dios va a dar a la tierra. Dios regalará a la tierra hambre ... "de escuchar la palabra del Señor". ¡Cómo desearía que este "regalo de Dios" llegara hoy a nosotros! ¿Quién nos va a abrir e apetito de Palabra? ¿Quién nos va ayudar a beber en este manantial que puede poner en nuestras vidas más el agua de la alegría?

La escena de la comida de Jesús en casa del recaudador Mateo nos desborda por todas partes. Pertenece a ese género de historias que son reacias a la domesticación. Quizá hoy podríamos contemplar la escena "desde el rincón de Mateo". La película "Jesús" (1999) de Roger Young recrea con originalidad este punto de vista.

Mateo se siente desconcertado por el gesto de Jesús. Lo aprecia sobremanera (porque comer con uno es entrar en comunión con él), pero, al mismo tiempo, se siente tan indigno que duda entre la alegría y el abatimiento. Cuando uno no sabe si llorar o reír es que ha sido tocado en su centro personal y los mecanismos de defensa se baten en retirada. Los demás apóstoles comen, pero a regañadientes. Les da cien patadas en el estómago tener que aceptar la comida de un indeseable como Mateo. Pero, claro, ven a Jesús devorando los alimentos con tanta fruición que no tienen más remedio que seguir su ejemplo.
Toda experiencia de perdón es una película inédita. Nadie cree en la fuerza liberadora del perdón hasta que no la experimenta en sus carnes. Para la mayoría, perdonar a los indeseables (¡compón con libertad tu propia lista!) es una reacción de débiles que sólo sirve para perpetuar la cadena de injusticias. Para Jesús -y para los pocos que viven como Jesús- perdonar es la única manera de sacar del infierno a los muchos hombres y mujeres que se hunden en él. O sea, que es el único camino para hacer ese "otro mundo posible", según dicen los chicos de la antiglobalización.

"Oiga, ¿qué puedo hacer yo por mejorar este mundo podrido?". "Perdonar, colega, perdonar, dejarte invitar por los indeseables y permitir que les salga a borbotones toda la ternura que llevan enterrada". Jesús lo dice con una fórmula que más de un galeno ha explotado a beneficio propio: "No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos".

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-7. DOMINICOS 2003

Palabra de Dios
Libro del Génesis 23, 1-4.19; 24, 1-8. 62-63:
“Sara vivió ciento veintisiete años... Cuando murió, Abrahán hizo duelo por ella... Cuando Abrahán ya era viejo, un día llamó al criado más viejo que tenía en su casa, al que le administraba todas sus posesiones, y le dijo...: Júrame por el Señor, Dios del cielo y de la tierra, que cuando le busques mujer a mi hijo no la buscarás y escogerás entre los cananeos, en cuya tierra habito, sino que irás a buscarla a mi tierra nativa, allí buscarás mujer a mi hijo Isaac... El criado cumplió su promesa y en su día fue a buscarle mujer a Isaac... Cuando regresaron del viaje se presentaron el criado y una mujer, Rebeca. Isaac la tomó por esposa y la amó tanto que se consoló de la muerte de su madre”

Aquí tenemos reflejada una tradición sobre el modo de elegir esposa, las preferencias de lugar y sangre, los mediadores de la petición de mano, la sintonía de amor entre hombre y mujer. En todo ello está la bendición de Dios que nos creó para amar.

Evangelio según san Mateo 9, 9-13:
“En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme. Él se le levantó y lo siguió.

Estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?

Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos...; yo no he venido a buscar a los justos sino a los pecadores”.

Los caminos de Dios no son los nuestros. El estilo de Dios en su elección y amor no es el nuestro. El juicio de Dios sobre las personas y sus actitudes no es como el nuestro. Respetemos la obra de Dios y seamos útiles en su servicio desde los dones recibidos.



Momento de reflexión
La amó tanto que se olvidó de sus penas.
Con esas palabras expresa el libro del Génesis la felicidad de Isaac, hijo de Abrahán, cuando recibió por esposa a una mujer de la tierra de su padre.

Si grande fue el amor del hijo, Isaac, a su padre y a su madre, similar a él y aún mayor llegó a ser su amor a la esposa: dos en una carne, dos corazones en un mismo sentir, dos voluntades en un solo proyecto. Si después las cosas cambian, obra serán del hombre, no de Dios

Cuanto se diga del amor siempre es poco. La pena es que con excesiva frecuencia en el manoseo del amor no se llega a hacer un solo corazón, una sola alma, unos mismos sentimientos en los que se complacen los hombres y su Dios. La tensión insustituible del amor siempre está necesitada de un horizonte limpio y religioso para ser perfectamente humano y divino.

¿A quién se le ocurre comer con pobres y pecadores?
Ese lenguaje y no otro era el que utilizaban aquellos socios, compañeros y amigos del dinero. Estaban sorprendidos al oír que Jesús convocaba a un recaudador de impuestos para que fuera su discípulo; y más sorprendidos aún al ver que Jesús compartía la mesa con publicanos y pecadores.

Esas locuras eran y son propias de profeta, de santo: de Jesús, el Hijo de Dios.

Sólo los santos aparecen como meteoros en medio de las concupiscencias, intereses, politiqueos, mercantilismos humanos, haciendo corro con humildes, pobres y gente de corazón noble y sincero, aunque pecadores.

Quien quiera salvar al mundo tendrá que comenzar preguntando y acogiendo a los que de verdad quieran salvarse, si la verdad y el amor los visita.


3-8. CLARETIANOS 2003

Malas noticias: la anciana Sara ha muerto a la respetable edad de 127 años. Su marido la entierra en un lugar que hasta hoy sigue siendo discutido: Hebrón.

Buenas noticias: Isaac encuentra novia. Los buenos oficios del criado de Abrahán han logrado que la joven Rebeca acceda a salir de su tierra y a casarse con el desconocido Isaac. El “culebrón de los patriarcas” no ha hecho más que comenzar. ¿No os parece hermoso que a través de estos relatos tan interesantes se vaya tejiendo una teología de la alianza? Lo que se nos quiere transmitir con multitud de historias diferentes es algo simple: el Dios del pueblo no es un ser lejano, sino un Tú que se manifiesta en la trama de la historia humana. Si no los leyéramos desde esta perspectiva, ¿qué interés tendrían para nosotros, aparte del literario?

La relación inicial entre Mateo y el resto de los discípulos debió de ser tirante. ¿Cómo puede uno compartir mesa y mantel (es un decir) con un sacacuartos que se ha vendido a los ocupantes? Pero en esa tensión residía la fuerza del mensaje de Jesús. El mundo que él inaugura rompe nuestros apuntes de filias y fobias. Jesús no viene a acentuar lo malos que son los malos y lo buenos que son los buenos. Para esto no hace falta ser profeta. Lo suyo rompe esquemas: No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores. Tomarse una jarra de vino con Mateo es el comienzo de “otro mundo posible”.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-9. 2001

COMENTARIO 1

vv. 9-10: Cuando se marchó Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los im­puestos, y le dijo: Sígueme. Se levantó y lo siguió.

El episodio simbólico del paralítico, en el que se ofrece la sal­vación a todo hombre sin distinción, se concreta en la llamada de Mateo, el recaudador. Su profesión, por su reconocida codicia y el abuso que hacían de la gente, lo asimilaba a «los pecadores» o «des­creídos» y lo excluía de la comunidad de Israel. Mateo está «senta­do», instalado en su oficio (el mostrador de los impuestos). Jesús lo invita con una palabra: «Sígueme». Mateo «se levanta», y sigue a Jesús. El seguimiento es la expresión práctica de la fe / adhesión. Según lo dicho por Jesús al paralítico (9,2), su pasado pecador queda borrado. De hecho, Mateo abandona su profesión (se levan­tó); como el paralítico, comienza una vida nueva.

v. 10: Sucedió que estando él reclinado a la mesa en la casa acudió un buen grupo de recaudadores y descreídos y se reclinaron con él y sus discípulos.

La solemnidad de la fórmula inicial (lit. «y sucedió que estando él reclinado a la mesa en la casa») aconseja referir la frase a Jesús mejor que a Mateo. Por otra parte, esta casa (en griego, oikía) designa varias veces la de Jesús y sus discípulos (9,28; 13,1.36; 17,25). Puede ser, como en Marcos, símbolo de la comunidad de Jesús. En la casa se encuentran reclinados a la mesa -postura propia de los hombres libres- Jesús y sus discípulos, pero llegan muchos recau­dadores y pecadores y se reclinan con ellos. La comida-banquete es figura del reino de Dios (cf. 8,11). La escena significa, por tanto, que también los excluidos de Israel van a participar de él. La lla­mada de Mateo ha abierto a «los pecadores» o impíos la puerta del reino de Dios, actualizado en el banquete mesiánico. La «llegada» de los «recaudadores y pecadores» para estar a la mesa con Jesús y los discípulos en el acto de perfecta amistad y comunión, indica que también ellos han dado su adhesión a Jesús y consti­tuyen un nuevo grupo de discípulos. Su fe / adhesión ha cancelado su pasado, son hombres que van a comenzar una nueva vida. No es condición para el reino la buena conducta en el pasado ni la observancia de la Ley judía. Basta la adhesión a Jesús. Nótese que el término «pecadores / descreídos» no designaba sólo a los judíos irreligiosos, que hacían caso omiso de las prescripciones de la Ley, sino también a los paganos. La escena abre, pues, el futuro hori­zonte misionero de la comunidad.

vv. 11-13: Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos: ¿Por qué razón come vuestro maestro con los recau­dadores y descreídos? 12Jesús lo oyó y dijo: No sienten necesidad de médico los que son fuertes, sino los que se encuentran mal. 13Id mejor a aprender lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6): porque no he venido a invitar justos, sino pecadores.

Oposición de los fariseos, los que profesaban la obser­vancia estricta de la Ley se guardaban escrupulosamente del trato y del contacto con las personas impuras (pecadores). Se dirigen a los discípulos y les piden explicaciones sobre la conducta de su maestro. Responde Jesús mismo con una frase proverbial sobre los que necesitan de médico y denuncia la falta de conocimiento de la Escritura que muestran los fariseos, que no comprenden el texto de Os 6,6 (cf. Mt 12,7). Dios requiere el amor al hombre antes que su propio culto (cf. 5,23-24). Esto invierte las categorías de los fariseos, que cifraban su fidelidad a Dios en el cumplimiento exacto de todas las prescripciones de la Ley, pero condenaban se­veramente a los que no las cumplían (cf. 7,lss). La frase final de Jesús tiene un sentido irónico. «Los justos», que no van a ser llamados por él, son los que creen que no necesitan salvación. El verbo «llamar / invitar» ha sido usado por Mateo para designar el llamamiento de Santiago y Juan, que no pertenecían a la categoría de «los pecadores / descreídos». «Pecadores», por tanto, tiene un sen­tido amplio. Son aquellos que no están conformes con la situación en que viven, que desean una salvación. «Los justos», por oposición, son los que están satisfechos de sí mismos y no quieren salir del estado en que viven.


COMENTARIO 2

Jesús invita a Mateo a que lo siga y de esta manera abre una nueva brecha en la discriminación religiosa y social, invitando a su grupo a un hombre de pésima reputación, a un indeseable excluido de la sociedad y del amor de Dios. Mateo es el prototipo de los pecadores o impuros que están fuera de Israel, y sin embargo es llamado por Jesús para que haga parte del Reino de Dios. Con su llamado, empieza la puesta en marcha del mensaje de la universalidad del Reino. Mateo se levantó y le siguió dejando su profesión, es decir, asumiendo la nueva condición de vida que le propone Jesús. Con su gesto, Mateo cumple la condición para el seguimiento: la ruptura con el pasado, manifiesta en la adhesión a Jesús que lo libera del pecado y le da la posibilidad de comenzar una nueva vida.

La vocación suscita un seguimiento. Mateo y muchos publicanos y pecadores siguen a Jesús. Este es un gesto que supera las expectativas normales del judaísmo. Precisamente en las fronteras de la marginación religiosa, allí donde malviven aquellos que a los ojos de este mundo son perversos, ha ofrecido Jesús su palabra de vida, haciendo posible un modo nuevo de discipulado y seguimiento.

En el camino de la vocación de Mateo nos encontramos con varios elementos. El punto central es la llamada de Jesús que toma la iniciativa y de esa forma convoca a los que quiere. En un segundo momento nos encontramos con su perdón transformador: la vieja ley era incapaz de cambiar a los hombres; la palabra de Jesús, en cambio, les ofrece dignidad y les hace humanos. En tercer lugar nos encontramos con la figura del banquete que se convierte en signo principal del Reino. Comer juntos, compartir la mesa es la señal plena del Reino, es el signo de presencia más profunda de Dios entre los hombres.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-10. 2002

Las frecuentes controversias que nos relatan los evangelios nacen de un único sentimiento que se concreta en dos tipos de actitud en la actividad de Jesús, conforme a los sujetos a quienes se dirija. En primer lugar, ellas se originan en la defensa de grupos o personas a quienes se niega la totalidad de los derechos ofrecidos a los demás integrantes del pueblo; en segundo lugar, son un llamado a la conversión de aquellos que pueden ser considerados como la fuente de la negación de esos derechos.

De esa doble actitud participan también las controversias de Cafarnaún (Mt 9) que quieren hacer manifiesto el auténtico rostro de Dios. De allí que podamos definir a toda controversia y, particularmente a éstas, como una reivindicación de la verdadera imagen divina oscurecida por la doctrina y práctica de la dirigencia farisea.

En Mateo 9, 9-13 esta intención está explícitamente señalada a partir de la cita de Oseas donde la voluntad divina aparece ligada a la misericordia y no a los actos cultuales de los sacrificios.

Se pone así de manifiesto la preferencia del Dios de Jesús por todos aquellos que aparecen desfavorecidos en la estructura religiosa de la época: publicanos y pecadores. La cercanía a ellos, el compartir la comida y la vida con los mismos, es la finalidad que se pretende. La necesidad humana es la circunstancia determinante de la iniciativa divina como se expresa en la comparación con el ámbito sanitario del v.12: “no necesitan médico los sanos, sino los enfermos”.

Por ello, junto a la llamada de israelitas más o menos piadosos, dirige una invitación de seguimiento al publicano Mateo y le da la posibilidad de integrar su vida al designio salvífico dejando su historia pasada de codicia y de pecado.

Pero junto a Mateo, Jesús incorpora en su comunidad salvífica a un grupo de recaudadores de impuestos y de descreídos con el fin de señalar la universalidad de la voluntad divina de salvación. La existencia de los excluidos en la institución religiosa y en toda institución son el termómetro capaz de determinar la mayor o menor adecuación de cada una de esas instituciones con el querer divino.

De allí surge también la condena de Jesús a la dirigencia de toda institución humana que margina, condena que debe entenderse como un llamado de conversión para superar la marginación todavía existente en las relaciones comunitarias.

Dicha condena es también un acto de la misericordia divina que quiere que las discriminaciones creadas por el egoísmo humano y muchas veces atribuidas al querer divino, se transformen en acogida del que ha equivocado su camino pero a quien Dios desea recuperar.

La controversia condena el corazón endurecido de los fariseos que critican la comida de Jesús con publicanos y pecadores, pero es también un acto de misericordia para con ellos porque busca recrear en su interior el corazón vulnerable de Dios frente a toda miseria humana.

Por ello, la auténtica relación religiosa sólo podrá realizarse si ellos son capaces de modelar su corazón conforme a esa preferencia de Dios por los excluidos de dentro y de fuera del pueblo.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-11. Viernes 4 de julio de 2003
Isabel de Portugal, Eliana

Gn 23,1-4.19; 24,1-8.62-67: Isaac, con el amor de Rebeca, consoló la muerte de su madre
Salmo responsorial: 105, 1-5
Mt 9, 9-13: No necesitan de médico los sanos

La elección de Mateo resulta provocativa. Este nuevo maestro, que enseña con autoridad, parece extralimitarse. Para su grupo de discípulos elige a un hombre que ejerce de recaudador de impuestos, un verdadero colaboracionista con el sistema opresor romano, diríamos hoy. Mateo trabaja en un puesto de aduanas. El Ministerio de Hacienda de entonces otorgaba las aduanas al mejor postor, exigiendo un determinado precio por el puesto aduanero. El recaudador de turno establecía los tributos –con frecuencia excesivos-, considerados por la gente como fruto de la codicia y del abuso. Las gentes de bien de entonces colocaban a los recaudadores entre los pecadores, las prostitutas y los ladrones. Sin embargo, Jesús invita a Mateo a formar parte de un grupo que no sólo no robará, sino que tendrá la capacidad de entregarse por entero a los demás, a cambio de nada, por amor. El recaudador Mateo oye la llamada de Jesús y abandona su profesión, tal vez sin saber, a dónde le llevaría el nuevo camino. Pero Jesús no sólo elige a Mateo, sino que se sienta a la mesa con recaudadores y descreídos provocando el escándalo de los fariseos: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Estos, no atreviéndose a encararse con Jesús, piden explicación a los discípulos: “¿Se puede saber por qué come su maestro con los recaudadores y descreídos?”. Y Jesús, que se da cuenta, sale al paso con ironía: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos”. ¿Quiénes son los sanos? ¿Quiénes los enfermos? Los fariseos, que se creen sanos, tal vez no lo sean tanto: centrada su vida en cumplir escrupulosamente la ley se han separado del trato y del contacto con el pueblo sencillo al que consideran impuro; girando su vida en torno al culto, se han separado de quienes más necesitan de su amor y de su solidaridad, los enfermos. Y Jesús les recuerda la frase de Isaías: “corazón quiero, y no sacrificios”, esto es, amor y no ayunos, amor antes que culto, o culto, en todo caso, que sea expresión del amor. [Tal vez los fariseos y los que entienden la religión como una relación directa con Dios que no pasa por la vida ni por el prójimo, sean los enfermos, los más necesitados de salvación. Los pecadores, los recaudadores, prostitutas y ladrones, que se sientan a la mesa de Jesús, formando comunidad de vida, tal vez estén ya salvados o en el camino de la salvación...]

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-12. DOMINICOS 2004

Buscad el bien y viviréis

Haya en nosotros hambre de pan, de justicia y de paz.
Alimentémonos de la verdad en la mesa del amor.
Sea nuestra palabra don de verdad y amor para los demás.

Hoy, siguiendo la lectura del profeta Amós, podemos recapacitar sobre tres valores del espíritu: justicia, caridad, perdón.

Seamos justos, caritativos y perdonadores, como el Señor. Pero ¿cómo medir la ‘justicia’ del Señor? No pretendamos hacerlo; su medida nos desborda. La actitud de Dios para con nosotros es, a la vez, justicia, misericordia, perdón.

Si entendida a nuestra medida la justicia pura fuera el criterio por el cual actúa el Señor, estaríamos perdidos. Pero no es así: el modo divino de obrar supera todos los límites estrechos de nuestra racionalidad justiciera. Justicia y amor se dan en Dios la mano, y con la mano viene el perdón.

En el corazón de Dios, la “justicia máxima” es un “máximo amor perdonador”. Sea, pues, la “justicia” una primera mirada, imprescindible para que empecemos a obrar bien; pero colmemos de ‘magnanimidad’ todos nuestros actos para que colaboremos a cambiar el mundo.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura del profeta Amós 8, 4-6. 9-12:
“Dice el Señor: Escuchad esto los que exprimís al pobre y despojáis a los miserables, diciendo: ¿cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?

Mirad lo que hacéis: Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa; compráis con dinero al pobre, compráis al mísero por un par de sandalias...

Un día... Yo cambiaré vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en elegía..., y habrá un llanto como por el hijo único... Mirad que llegan días en que enviaré hambre a la tierra...”

Evangelio según san Mateo 9, 9-13:
“En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: sígueme. Él se levantó y lo siguió.

Estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores que habían acudido se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlos, preguntaron a los discípulos: ¿cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?

Jesús lo oyó y dijo: no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos...; no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.


Reflexión para este día
¿Somos portadores de justicia y paz?
Habremos de reconocer con Amós que toda sociedad humana, egoísta, también la nuestra, tiende a organizarse de forma que muchos pobres estén al servicio de unos pocos ricos. Pero esa no es la voluntad de Dios, ni responde al grito de las conciencias limpias.

Ciertamente, desde que Amós habló en el siglo VIII antes de Cristo, las cosas han cambiado mucho, y hoy tenemos –en general- mayor participación de los ciudadanos en la vida social y política, los movimientos sociales reclaman más justicia distributiva, y la llamada sociedad de bienestar alcanza en sus obras sociales y pensiones a un tanto por cien muy elevado en naciones avanzadas.

Pero ¿cuál es todavía la proporción de egoísmo en los más fuertes, y de explotación de los más débiles a su favor?

En cuanto dependa de cada uno de nosotros, seamos promotores de justicia y de paz, de igualdad proporcional y de bienestar, pensando, sobre todo, en los más necesitados.


3-13. CLARETIANOS 2004

Las lecturas de este día parecen ir dirigidas a mostrar las implicaciones que tiene vivir en Dios, creer en él, seguirle. La fe no es algo reservado solo al ámbito privado, al Templo. La fe, el seguimiento de Jesús , tiene una dimensión social muy fuerte, silenciada y olvidada en muchas ocasiones.

Para Amós se trata de cambiar el comportamiento de los que utilizan la religión en provecho propio, explotando sin piedad a los más débiles. Esto provoca la ira y el castigo de Dios. Es muy fuerte este texto: como consecuencia del pecado, Israel perderá la posibilidad de encontrar a Dios, “vagarán buscando la palabra del Señor y no la encontrarán”, porque Dios no les saldrá al encuentro. Una religión puramente formalista Dios la odia.

En cambio, el salmo recalca que hay un hambre auténtica y sincera de Dios: la de vivir pendientes de su palabra como lo más importante, como el sentido que orienta la vida. El único deseo de este orante es buscar a Dios, y por eso guarda sus mandamientos. Por seis veces aparece la expresión buscar, desear los mandamientos de Dios.

Esta 1ª lectura contrasta con la primera parte del Evangelio: a la llamada de Cristo responde con prontitud el seguimiento de Mateo. ¿Cómo es posible tanta prontitud, sin conocer a Jesús? Quizá porque la segunda parte resalta la fuerte personalidad de Jesús que está por encima de las leyes, y que pudo cautivar a Mateo. El verdadero camino hacia Dios es la misericordia, el culto auténtico dimana de un comportamiento justo con los hombres. Es necesario sentirse parte de un pueblo pecador para escuchar y seguir la llamada del “médico”. Frente a Jesús sobra toda prepotencia, él nos conoce bien y sabe el tipo de curación que necesitamos.

¿Hambreas a Dios de verdad? ¿Lo buscas de todo corazón?
¿Cómo se traduce esa hambre en tu vida?
¿Estás dispuesto, dispuesta, a seguir al Señor con prontitud y alegría?

Vuestra hermana en la fe

Consuelo Ferrús, Misionera Claretiana
(rmiconsueloferrus@telefonica.net)


3-14.

Comentario: Rev. D. Pere Campanyà i Ribó (Barcelona, España)

«Sígueme»

Hoy, el Evangelio nos habla de una vocación, la del publicano Mateo. Jesús está preparando el pequeño grupo de discípulos que han de continuar su obra de salvación. Él escoge a quien quiere: serán pescadores, o de una humilde profesión. Incluso, llama a que le siga un cobrador de impuestos, profesión menospreciada por los judíos —que se consideraban perfectos observantes de la ley—, porque la veían como muy cercana a tener una vida pecadora, ya que cobraban impuestos en nombre del gobernador romano, a quien no querían someterse.

Es suficiente con la invitación de Jesús: «Sígueme» (Mt 9,9). Con una palabra del Maestro, Mateo deja su profesión y muy contento le invita a su casa para celebrar allí un banquete de agradecimiento. Era natural que Mateo tuviera un grupo de buenos amigos, del mismo “ramo profesional”, para que le acompañaran a participar de aquel convite. Según los fariseos, toda aquella gente eran pecadores reconocidos públicamente como tales.

Los fariseos no pueden callar y lo comentan con algunos discípulos de Jesús: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» (Mt 9,10). La respuesta de Jesús es inmediata: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal» (Mt 9,12). La comparación es perfecta: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,13).

Las palabras de este Evangelio son de actualidad. Jesús continúa invitándonos a que le sigamos, cada uno según su estado y profesión. Y seguir a Jesús, con frecuencia, supone dejar pasiones desordenadas, mal comportamiento familiar, pérdida de tiempo, para dedicar ratos a la oración, al banquete eucarístico, a la pastoral misionera. En fin, que «un cristiano no es dueño de sí mismo, sino que está entregado al servicio de Dios» (San Ignacio de Antioquía).

Ciertamente, Jesús me pide un cambio de vida y, así, me pregunto: ¿de qué grupo formo parte, de la persona perfecta o de la que se reconoce sinceramente defectuosa? ¿Verdad que puedo mejorar?


3-15.

Reflexión

Si el evangelio no ha penetrado los medios más difíciles de nuestra sociedad, pudiera ser porque en muchos hermanos aun permanece la conciencia farisaica de no juntarse con los pecadores, con aquellos a los que, por sus múltiples pecados, no son dignos de Dios. Este pasaje, y en general todo el Evangelio, nos muestra que precisamente éstos son el objeto de la evangelización. Ciertamente que no es fácil esta tarea pues exige departe del evangelizador una conciencia pura y una espiritualidad centrada en Dios, de tal manera que pueda ser luz en las tinieblas. De otra manera las tinieblas pueden opacar, e incluso, apagar su Luz. Por otro lado, Jesús, nos invita a recibir con gran amor y misericordia a aquellos que a pesar de sus limitaciones en la conversión, están buscando llevar una mejor relación con Dios. Recordemos que la conversión es un procesos y un camino; hay algunos hermanos que van más adelante y otros más atrás. Recuerda que si tú eres de los que vas adelante no eres mejor que el que va atrás, y que con la medida (misericordia) que midas, con esa misma serás medido. Abre tu corazón a los pobres, a los pecadores, de la misma manera que a los que están buscan amar más a Dios, pero que se debaten aun en el pecado.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-16. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano


Estudio de los textos

(Algunas indicaciones generales sobre el libro del profeta Amós se ofrecen en el comentario del lunes de la semana 13ª.)

La primera lectura, lo decíamos ayer, forma parte del paréntesis que hallamos entre la cuarta y la quinta visión del libro del profeta Amós. Son siete versículos entresacados de una serie de acusaciones y oráculos que ocupa 8, 4-14, cuya finalidad es explicitar lo anunciado en la cuarta visión (8, 1-3), la de la canasta de frutas maduras, metáfora del fin de Israel. Estos versículos pueden ser divididos en dos partes: las palabras del profeta y los oráculos divinos. En la primera se recogen los pecados sociales, mientras que la segunda adelanta algunos detalles que acompañarán al Día del Señor. No se está hablando de pecado y del consiguiente castigo, sino más bien de la ira divina provocada por hipocresía y abuso en las transacciones comerciales (algo parecido a lo que comentábamos en la lectura del pasado lunes, aunque ahí se recogían explícitamente las consecuencias de esta ira). En un primer momento la temática de la lectura podríamos expresarla de manera plástica como dos líneas paralelas, una representaría este sector de la sociedad y la otra al Señor. Son paralelas en cuanto caminan independientes. Recordemos lo dicho el lunes, el pueblo se ha olvidado de la alianza con Yhwh, o mejor, una parte del mismo. La sinceridad que debería tener con su Dios es una simple formalización o “legalidad”, sus acciones son la prueba de que su corazón camina por otro lado, se ha desentendido de su Dios en busca de su propio beneficio. En un segundo momento esta expresión cambia, la línea que representa a Yhwh ya no se dibuja en paralelo, como hasta ahora, la mera contemplación de lo que hace el pueblo deja paso a la actuación, será en el futuro, sólo se revelan los primeros detalles: habrá oscuridad, luto, tristeza, llantos, etc. Por contra la otra línea intentará inclinarse hacia Dios, pero ésta se borrará, será el único deseo del pueblo (su hambre y su sed), vagará de un lugar a otro mas sólo encontrará silencio. Pasemos ahora a los detalles del texto.

La primera parte evidencia que los adinerados de Israel oprimían a los más pobres. Nm 28, 11-15 prescribía que el primer día de cada mes lunar debían ofrecerse en holocausto dos toros, un carnero y siete corderos, además de otras ofrendas y libaciones. Era día de descanso en el que no debían hacerse tratos ni negocios. En el NT hay constancia de que aún se seguía practicando esta fiesta (cfr. Col 2, 16). El sábado es el shabbat hebreo, día de la semana en que es obligado el descanso y está prohibido el desarrollo de cualquier tipo de trabajo. El paralelismo que se establece entre ambas festividades aparece también en otros profetas (cfr. Is 1, 13; Os 2, 13). Disminuir la medida y usar balanzas con trampa estaba prohibido por la ley (Lev 19, 36; Dt 25, 14-15). Para el significado de comprar al pobre y vender al mísero por un par de sandalias se puede consultar lo que decíamos el lunes pasado.

La segunda parte comienza con el anuncio de que el sol se oscurecerá. Puede ser que esté aludiendo a un eclipse solar (se ha calculado que en Palestina tuvo lugar un eclipse total de sol el 15 de junio del 763 a.C.), fenómeno considerado en aquel tiempo como signo precursor del juicio de Dios. Según los testimonios de otros profetas el día de la ira de Dios traería consigo terremotos (Is 2, 10; Jer 4, 24), oscuridad (Jer 4, 23) y otra multitud de fenómenos, tales imágenes con el paso del tiempo terminarán formando parte de los estereotipos utilizados por este género de escritos (Is 13, 10.13; 34, 4; Ez 32, 7.8; Sof 1, 15; Ha 3, 6; Joel 2, 10.11). Las fiestas, teniendo en cuenta el contexto, pueden referirse a la cosecha y la vendimia que eran ocasiones tradicionales para la alegría. El saco y el pelo rapado son señales de duelo. Las últimas expresiones, “de Oriente a Occidente” y “de Norte a Sur” significan de un límite al otro del mundo (Zac 9, 10; Sal 72, 8).


Como responsorial tenemos seis versículos tomados del salmo 118 (119 hebreo). Ya comentamos anteriormente este salmo, nos remitimos al miércoles 23 de junio. Tratemos a continuación de descubrir el sentido de estos versos que hoy se nos proponen.


El punto de partida lo hallamos en la lectura que acabamos de comentar: la fidelidad a la alianza, entendida aquí como el cumplimiento de los preceptos. Estos se entienden a su vez como palabras pronunciadas por Dios, el orante tiene como horizonte de su obrar no sus propias intenciones, sino la voluntad divina. En todo momento se está jugando con dos términos, buscar y guardar, buscar lo que agrada a Dios y guardarlo con su comportamiento. Ambos se sintetizan en uno solo, la felicidad del creyente. La estructura de estos versos puede ser la siguiente: en primer lugar se expone la tesis, “dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón” (entendiendo éste como la totalidad de la persona aunque el sentido hebreo se refiere a la inteligencia). Después habla la experiencia del salmista, lo que hace y lo que desea: busca a Dios, ha escogido el camino verdadero, desea continuamente sus mandamientos, su alma se consume en este deseo, hasta su aliento ansía la palabra de su Dios. En su experiencia aparece además su interlocutor, Dios en sus mandamientos, en el papel de quien acompaña su existencia: “no consientas que me desvíe de tus mandamientos”, “dame vida con tu justicia”. También podemos interpretar los versículos bajo la óptica de los sentimientos del salmista que ha escogido la voluntad del Señor. En ese caso el centro lo compondría el verso “escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos”, desde aquí se pueden agrupar los verbos que se refieren al ámbito de actuación del salmista (buscar, consumirse, ansiar, abrir –la boca-, respirar) y los referidos a Dios (consentir, mirar, dar –vida).


(Algunas indicaciones generales sobre el evangelio de Mateo se ofrecen en el comentario del lunes de la semana 12ª.)

Por último el evangelio nos narra la vocación de Mateo.(lo que dijimos ayer acerca de la ubicación del evangelio sirve también para el texto de hoy). Los detalles de la historia varían respecto a Marcos (2, 13-17) y a Lucas (5, 27-32), pero no tanto como en los textos anteriormente estudiados, tampoco en este caso encontramos la repetida característica de la brevedad que dificulta la comprensión del texto mateano. Las tres narraciones presentan el relato en continuidad con el de la curación del paralítico. Jesús va en camino, se encuentra con Mateo (Leví en Marcos y Lucas), lo llama al seguimiento y él lo siguió. El detalle más sorprendente viene a continuación, la versión griega de Mateo dice que estaba Jesús a la mesa en la casa, sin especificar si de Mateo o de Jesús (Marcos dice “en su casa”, sin resolver la ambigüedad, mientras que Lucas sitúa la historia en casa de Leví). Aparentemente se trata de un relato distinto, introducido por una expresión típica de enlace. La narración continúa de manera semejante en los tres sinópticos, muchos publicanos y pecadores se encuentran en la casa. De nuevo encontramos una pequeña variante, en Mateo los fariseos se dirigen a los discípulos de Jesús para preguntarles por qué come el Maestro con publicanos y pecadores, para Marcos son los escribas de los fariseos y para Lucas ambos (además este último dirige la pregunta-acusación tanto a Jesús como a sus discípulos). Jesús escucha la pregunta y responde de manera casi idéntica en los tres evangelistas, que no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. El final de la historia lo forma el dicho de Jesús “no vine a llamar a Justos sino a pecadores”. Coincide en los tres, pero Mateo añade previamente la sentencia del profeta Oseas “quiero misericordia y no sacrificios” (Os 6, 6). Pasemos a analizar algunos detalles propios del texto de Mateo.

Dos temas son los que configuran la narración de este día: la identidad de Jesús y el seguimiento. Al primero es al que más espacio se le dedica, y es presentado con ocasión del segundo, que es el que aparece en primer lugar. Mateo es presentado como recaudador de impuestos. En los evangelios son conocidos como una clase de individuos sin escrúpulos, equiparados a los pecadores. Eran los que recogían los impuestos aduaneros romanos (una especie de subarrendatarios de grandes negociantes, de hecho tenían sus propios jefes como atestigua Lc 19, 2), lo que les permitía la mayoría de las veces angrosar sus bolsillos con el abuso y la extorsión (Lc 3, 13), de ahí que fueran merecedores de la fama que tenían de opresores y colaboracionistas con el poder imperial. En el caso de Mateo se trataría de un publicano que desarrollaba su actividad en Cafarnaún, lugar fronterizo entre los territorios de Herodes Antipas y de Filipo (Lc 3, 1). La respuesta de Mateo ante la llamada de Jesús es inminente (se puede consultar lo que hemos comentado acerca del seguimiento en el evangelio del domingo 27 y lunes 28 de junio), aquí es utilizada como modelo. La posterior acción de Mateo llevando a Jesús a la mesa da pie para el desarrollo del otro gran tema del relato, el de la identidad de Jesús. Está construido en forma de polémica con los fariseos. Veamos los elementos más importantes. La invitación de Mateo a Jesús viene a ser su segunda respuesta, será una comida de despedida con sus amigos. A los publicanos nos acabamos de referir. Los pecadores son los judíos no observantes de la Ley. Enfrente están los fariseos, quienes encarnan a los perfectos cumplidores. La pregunta-acusación que se pone en sus labios no resulta nada extraña teniendo en cuenta que llevaban a la práctica el principio de evitar el contacto con gentiles y judíos que no cumpliesen la Ley, bajo su punto de vista Jesús se rodea de personas “impuras” con las que un piadoso judío no puede compartir una comida (Mc 7, 3-4.14-23; Hech 10, 15; 15, 20; Gal 2, 12). Por ello su pregunta va más allá, así como la respuesta de Jesús, ¿cuál es su identidad viendo que hace estas cosas? En otro contexto el mismo Jesús hubiese respondido con un milagro, como ayer. Aquí responde de forma tajante. Decíamos antes que las palabras finales vienen reforzadas por la cita de Oseas, con ella se expresa que las relaciones entre las personas están por encima de lo prescrito en la Ley. Estamos ante alguien que está por encima de la Ley, o mejor aún, ante una nueva ley que ataca directamente a la “legalidad” de los fariseos. Todavía hay algo más, en el contexto de la sentencia se expresa que estos no tienen curación posible porque no han reconocido quién es Jesús (como Mateo, por ejemplo) puesto que no son conscientes de su pecado.


Comentario teológico

Hoy tenemos ante nosotros dos textos de una gran fuerza, con proyección social, y un salmo de tipo intimista. Así, en un primer momento, no encontramos unidad evidente que motive nuestra reflexión teológica. Tomemos el salmo como punto de partida, no porque sea el texto de mayor calidad (más bien es al contrario), sino porque temáticamente es el más simple, y por lo tanto el más claro. El centro es la Ley y en torno a ella, lo hemos dicho en el análisis, giran constantemente los términos buscar y guardar. El único deseo del orante es buscar a Dios y por ello guarda sus mandamientos. Las palabras que a él se refieren (buscar, consumirse, etc., véase el estudio de los textos) indican entrega constante a esta acción y sinceridad de corazón, además, los referidos a Dios exponen los deseos de aquél: que Él sea quien respalde sus acciones. Podemos sintetizar estos pocos elementos en la expresión “buscar a Dios”, o en la categoría “seguimiento”. Analicemos ahora la primera lectura. Se recogen una serie de problemas sociales detectados por el profeta, relativos a los abusos económicos que los más ricos cometen contra los más pobres. Luego se habla de los signos que acompañarán al día del Señor. La lógica no es pecado-castigo, nos lo ha mostrado el estudio del texto, sino pecado-ira. ¿Una expresión o elemento unificador? Ya lo hemos visto en otras ocasiones a lo largo de esta semana, la alianza. Vamos ahora al evangelio. También tenemos dos partes, en la primera se destaca la prontitud de la respuesta de Mateo ante la llamada de Jesús, la segunda resalta su personalidad que está por encima de las leyes vigentes. Esta última parte nos permite llegar a una expresión que da unidad al texto: la identidad de Jesús que ha hecho posible la admiración y el seguimiento de Mateo.

Si dirigimos ahora nuestra mirada al redactor de los textos todos ellos parecen motivados por las implicaciones que tiene el seguimiento de Dios. Para Amós se trata de cambiar el comportamiento de aquellos que en su propio beneficio se aprovechan sin piedad de los más débiles, para el salmista es cumplir los mandamientos de la Ley divina y para el evangelista es exponer en qué consiste la respuesta del llamado. Junto a ello se descubren otras características, por ejemplo, cuando lo que se busca es el beneficio propio, como se manifiesta en la primera lectura, Dios aparece como amenaza, represión, castigo, etc., si como en el salmo o en la primera parte del evangelio la búsqueda es sincera y entregada, Dios aparece como el sentido que orienta la vida y las acciones, y si se parte de una situación acomodada, como la de los fariseos, no hay búsqueda de ningún tipo ni tampoco se permite.


Para nuestra reflexión se revelan además un problema y unas sugerencias. Hay un problema que aparece como punto de partida, ¿en qué grupo ubicarse? Porque nuestra tendencia es ver que son los otros quienes no buscan sinceramente a Dios y que nosotros estamos en la verdad (lo mismo podían creer los que en las lecturas aparecen como quienes exprimen al pobre o como fariseos). Algunas sugerencias pueden ser:

- se necesitan por parte de los teólogos, principalmente en Occidente, textos que hablen como lo hace el del profeta Amós, teniendo en cuenta que las situaciones en muchos momentos son idénticas y aún peores.

- En las comunidades, también principalmente en Occidente, se carece de proyección social que ha de tener el seguimiento de Jesús. Frecuentemente se reserva al ámbito cultual.

- La imagen de Dios con atributos de amenaza o castigo ha dejado de tener vigencia en la actualidad. Pero es aún válida si de ella se rescata lo que tiene de enfrentamiento con la gran cantidad de estructuras y comportamientos individuales que oprimen a los más débiles.

- Del mismo modo habría que hacer uso de un lenguaje menos fariseo o cínico, tan típico de las mal llamadas “sociedades avanzadas”, y más realista para evidenciar las motivaciones que acompañan al seguimiento en los distintos grupos cristianos o individuos.


3-17.

La vocación de Mateo

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González




Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: Sígueme. El se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? Mas él, al oírlo, dijo: No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.


Reflexión:


Dios respeta en su integridad al hombre, y cuando llama a un alma a su servicio, en su solemne poder, ni la violenta, ni la atosiga, sino que con paciencia y amor la deja casi andar a la deriva o al vaivén de las circunstancias. No es fácil, por tanto, dar una respuesta como la de Mateo: pronta, sincera, total.

San Mateo era un cobrador de impuestos, un pecador ante los ojos de todo el pueblo. Sólo Jesús fue capaz de ver más allá de sus pecados y vio a un hombre. Un hombre que podía hacer mucho por el Reino de los Cielos. Y le llamó con todo el amor y misericordia de su corazón para ser uno de sus apóstoles, de sus íntimos.

Todos hemos recibido la vocación a la vida cristiana. Dios nos ha creado para prestarle un servicio concreto, cada uno de nosotros. Tenemos una misión, comos eslabones de una cadena. Decía el Cardenal Newman: “No me ha creado para nada. Haré bien el trabajo, seré un ángel de la paz, un predicador de la verdad en mi propio lugar si obedezco sus mandamientos. Por tanto confiaré en él quienquiera que yo sea, dondequiera que esté. Nunca me pueden desechar. Si estoy enfermo, mi enfermedad puede servirle. En la duda, mi duda puede servirle. Si estoy apenado, mi pena puede servirle. Él no hace nada en vano. ¡El sabe lo que hace!”


3-18.

Me ha llamado la atención en el evangelio de hoy la actitud que toman recaudadores de impuestos y pecadores cuando saben que Jesús está en casa de Mateo. Ellos se acercan hasta allá y se sientan a comer con Jesús y sus discípulos. Digo que me llama la atención porque sentí la desolación y el rechazo que, por su condición social, estas personas están recibiendo. Sin embargo, se enteran que el Maestro está en casa de uno igual a ellos y no quieren desaprovechar la oportunidad de acercarse, de experimentar lo que experimentó Mateo cuando Jesús le dijo sígueme. Ahí radica la frase que Jesús luego dice a sus discípulos: “Misericordia quiero y no sacrificios” es la base de toda persona que se dice ser cristiana. Es el reto al cuál, cada una de las personas que decimos tener a Cristo como centro de nuestras vidas, realizar aquí y ahora, en nuestro momento histórico de vida, la misericordia, desarrollar la compasión, no con el que está a nuestro lado cercano, sino con todas aquellas personas que en verdad lo necesitan.

Dios nos bendice,

Miosotis


3-19. Fray Nelson Viernes 1 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: Isaac amó tanto a Rebeca, que se consoló de la muerte de su madre * No necesitan médico los sanos. Misericordia quiero y no sacrificios.

1. Una Esposa para Isaac
1.1 Si bien la relación de Dios con Abraham es intensamente personal y única, no se agota en él sino que queda abierta a la descendencia que le fue prometida. Y esa descendencia en un primer momento es Isaac.

1.2 La petición de Abraham a su mayordomo es extraña y pretende responder al hecho de que viven en tierra extranjera. Debe conseguir una esposa para Isaac evitando dos cosas, que la esposa sea de la tierra donde se encuentran y que el esposo vuelva a la tierra de donde salieron. Estos requerimientos pueden parecer ridículos en nuestro tiempo pues para nosotros la felicidad o estabilidad de las parejas no depende tanto de cosas como el lugar de origen de la esposa o el lugar de residencia del esposo.

1.3 En aquellos tiempos, en cambio, estos asuntos tenían relevancia porque la creencia religiosa estaba ligada estrechísimamente a la tribu o clan, y este estaba ligado a la tierra o tierras donde vivía. Un matrimonio con una cananea implicaba que Isaac entraba a formar parte de una familia pagana; irse a vivir de nuevo a Caldea, de donde Abraham había salido, implicaba también pertenecer a un ancestro politeísta. Lo que Abraham quiere es una esposa para su hijo, pero una esposa que pueda ser desligada de la tierra y de la parentela, de modo que no sea un estorbo para la realidad nueva y la alianza nueva que Dios ha sellado con Abraham y que debe seguir su camino. Las complicadas diligencias nupciales tuvieron buen resultado y así Rebeca llegó a ser esposa del heredero de la promesa.

2. Llamado por Misericordia
2.1 Y misericordia es lo que destilan las palabras y acciones de Jesucristo. Ello es patente en sus milagros y exorcismos, pero no está ausente de su predicación ni tampoco del acto libre y misterioso por el que ha llamado a algunos, asociándolos particularmente a su misión. Es lo que hoy vemos cuando Jesús llama a un hombre detestado con toda razón, un explotador y traidor de su propio pueblo. Mateo, o también Leví: así se le conoce.

2.2 Jesús confirma con sus palabras que esta elección no ha sido una especie de accidente o un impulso intempestivo que configura una anécdota. Es parte de su misión, es una descripción de su tarea en esta tierra: "no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

2.3 Aunque suene ingenuo o inoportuno, preguntemos: ¿por qué no ha venido a llamar a los justos? Porque los justos no sienten necesidad de ser enderezados o "ajustados." Jesús viene a responder a una necesidad; quien no descubre esa necesidad no descubre tampoco a Jesús.

2.4 Pero no se trata de cualquier necesidad. Es algo profundo, que sólo puede ser colmado con la palabra misericordia. Y uno necesita misericordia cuando ha alcanzado su propio límite. No cualquiera entonces entiende el mensaje de Jesucristo; no cualquiera está en disposición de aceptarle como Señor y Salvador. De algún modo es preciso haberse encontrado con el propio límite y haber percibido que sólo con el regalo de un amor no merecido la propia vida puede seguir adelante y florecer. Por supuesto, una vez recibida esta gracia, este regalo, quien lo recibe se siente pertenecer a Cristo y a su palabra. Eso hizo Mateo y eso haremos nosotros cuando vivamos la experiencia que él vivió.