MIÉRCOLES DE LA SEMANA 13ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

 1.- Gn 21, 5.8-20

1-1.

-Abraham tenía cien años cuando nació su hijo Isaac.

Dios es fiel. Mantiene sus promesas.

La fe de Abraham, puesta a prueba tanto tiempo, no fue vana. Después de una larga espera, el plan de Dios se realiza. ¡No tienes prisa, Señor! Toda la eternidad es tuya para que cumplas, para que termines tu creación. Estoy seguro de que también se cumplirán todas tus otras promesas: la de la victoria definitiva contra el mal... la promesa del Espíritu Santo a tu Iglesia... Ia promesa de satisfacer las oraciones de tus fieles.

Saboreo en silencio esas promesas que nos has hecho, Señor: «Haré un cielo nuevo y una tierra nueva: no habrá ya muerte, ni llantos, ni gemidos, ni penas porque he aquí que hago un universo nuevo...»

«No temáis, pequeño rebaño. He vencido al mundo.

Estaré con vosotros hasta el fin del mundo...»

«Todo lo que pediréis en mi nombre, lo haré. Llamad y se os abrirá.»

A pesar de las apariencias contrarias, a pesar de las demoras, todas esas promesas divinas tendrán un día su cumplimiento.

Tengo fe en Ti, Señor. Incluso si he de esperar mucho tiempo en la fidelidad, como Abraham.

-Despide a esa sirvienta y a su hijo; pues éste no ha de heredar juntamente con mi hijo Isaac.

Estas palabras disgustaron mucho a Abraham. Pero Dios le dijo: "No lo sientas, ni por el chico ni por tu sirvienta.»

Abraham es llevado a reflexionar sobre la rivalidad que va creciendo ante sus ojos. Sufre por ello, ruega sin duda por este «hecho», pidiendo que Dios le conceda sus luces. Y Dios contesta. Le da a entender que la Promesa pasa por Isaac... pero que Ismael tendrá también un destino útil...

La fe de Abraham es ejemplar, es la de un creyente que es «padre». Su preocupación paternal viene a ser como una parábola de la Paternidad divina. Los padres y madres de HOY, han de orar también a partir de las situaciones que sus hijos provocan...

-Como llegase a faltar el agua del odre, Agar colocó al niño debajo de una mata y ella fue a sentarse enfrente a distancia de un tiro de arco; pues decía: «No quiero ver morir al niño» y se puso a llorar a gritos. Dios oyó los gritos del niño.

Esta última frase es conmovedora.

La Biblia es realmente sorprendente en la simplicidad de su trato con Dios. Tras la imagen, se nos revela una idea muy pura de Dios. Un Dios que, una vez más, está atento, un Dios que escucha. Ningún sufrimiento humano, ningún grito lo deja indiferente.

Ayúdanos, Señor, a parecernos a ti. ¿Oiré yo, en mi vida, las llamadas y los sufrimientos de mis hermanos?

-No temas. ¡Arriba! Levanta al pequeño y tómalo fuertemente de la mano, porque haré de él un gran pueblo.

Actitud constante de Dios: levantar, ¡poner al hombre de pie !

Volver a tener el valor y el gusto de vivir, dar un «sentido» a la vida.

Te ruego, Señor, por todos los desanimados de la existencia, por todos los niños que siguen gritando en los países del hambre, por todas las madres que están al borde de la desesperación, por todos los que necesitan levantarse.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 156 s.


1-2. /Gn/21/01-21:

Este relato, aparte del nacimiento de Isaac (que por su singular importancia ha sido recogido por las tradiciones yahvista, elohísta y sacerdotal), nos ofrece una versión elohísta de la expulsión de Ismael, paralela a la yahvista del cap. 16. Hay diferencias: en el fragmento que consideramos, Ismael ya ha nacido y tendría, incluso, según los datos de la tradición sacerdotal (no compaginables con los presupuestos de nuestra narración), diecisiete años (cf. 16,16- 21,5). En cambio, en el cap. 16 todavía no ha nacido. También la actitud de Agar, presumida y orgullosa, contrasta con la dócil y humilde de este pasaje que comentamos. En general, se observa una tendencia a dar un valor típico a los hechos: el heredero legítimo de Abrahán es Isaac, no Ismael; pero éste no quedará excluido de la protección divina.

Etimológicamente, Isaac significa «Dios ríe, Dios es propicio» o «que Dios ría o sea propicio». La repercusión del sentido más o menos literal de este nombre se hace presente en todos los relatos alusivos al hijo de Sara, la cual, primitivamente, era la que imponía el nombre. En el v 6, junto a una explicación religiosa del nombre, que expresa la gratitud por la benevolencia divina, hay otra profana relacionada con las habladurías y medias risas de los vecinos. La expulsión de Ismael y de Agar presupone riñas y discusiones entre ésta y Sara.

Abrahán se siente afectado por ello, y si se aviene a la propuesta de Sara es porque concuerda con la voluntad divina que de esta forma lleva adelante su plan y «sabe escribir derecho con líneas torcidas». Por lo demás, se constata aquí una función más activa de Abrahán que en el cap. 16.

La descripción del elohísta consigue hacernos vivir la tragedia de Agar y de su hijo. El «ángel de Dios» ( = Dios mismo) tranquiliza a Agar y le dice que «Yahvé ha escuchado la voz del niño», clara alusión al nombre de Ismael (= Dios escucha). También él, aun no siendo el depositario de las promesas, es objeto de la benevolencia divina y está llamado a convertirse en un «gran pueblo». Su lugar de residencia será el desierto, concretamente el de Farán, entre Egipto y Palestina, y se distinguirá como tirador de arco.

Del fondo de todo este relato emerge que la salvación prometida a Abrahán está reservada a Israel y no afecta a los demás pueblos que provienen del patriarca. En la perspectiva global de la Biblia, sólo pueden tener acceso a ella aceptando y acogiendo la fe de Israel.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 88 s.


2.- Am 5, 14-15.21-24

2-1.

-Palabra del Señor. Buscad el bien, no el mal...

Entonces el Señor, Dios del universo, estará con vosotros, tal como decís.

"Dios con vosotros" es una de las fórmulas de la Alianza.

Al final del reinado de Jeroboan II, hacia el 75O el Reino del Norte vive en la prosperidad: éxitos militares, actividades comerciales fructuosas, riqueza y lujo. Las gentes acaban por creer que son objeto de una especie de particular predilección divina. Y se cantan las ventajas de la Alianza. Amós denuncia esta falsificación de la Alianza, esta "pretensión" de privilegio. Para estar realmente «con Dios», hay que «buscar el bien y evitar el mal».

-Detestad el mal, amad el bien, haced que reine el derecho en el Tribunal.

Lo que agrada a Dios es la búsqueda del bien, tanto en el plan individual como en el plan social. Una civilización de abundancia puede, por desgracia, encubrir muchas injusticias: la corrupción del derecho es, para Amós, un crimen profesional... porque cuando más potente es uno, cuanto más poder tiene, más fácilmente puede perjudicar a las gentes humildes que no pueden defenderse.

Me pregunto: ¿soy justo? En lo que de mí depende ¿hago que reine el derecho?

-Detesto vuestras peregrinaciones festivas, no me gustan vuestras asambleas. Cuando me ofrecéis holocaustos y ofrendas no me complazco en vuestras oblaciones. Vuestros sacrificios de animales cebados ni siquiera los miro. Apartad de mi lado el sonido de vuestras canciones. No quiero oír la salmodia de vuestras arpas...

Jamás ha sido condenado con más vigor el formalismo litúrgico.

Esta violenta acusación de la hipocresía religiosa será frecuentemente repetida por los profetas (Isaías 1, 10-16; 29, 13; 58, 1-8; Oseas 6, 6; Miqueas 6, 5-8; Jeremías 6, 20).

Jesús tendrá acentos equivalentes (Lucas 11, 41; Mateo 7, 21; Juan 4, 21-24).

Hay que imaginarse al profeta Amós de pie a la puerta del Templo de Siquem, y vociferando esas invectivas contra el culto en las barbas de los sacerdotes y peregrinos... y en el nombre mismo de Dios. "Vuestros gestos religiosos, dice Dios, no me interesan". No es el culto en cuanto tal lo denunciado, sino el divorcio entre la «fe» y la «vida»: no puede uno creerse en regla con Dios porque cumple los ritos, si, por otra parte, desprecia los preceptos elementales de la justicia social y del amor al prójimo.

San Pablo dará la expresión más elaborada y positiva de ese gran principio: «ofreced vuestras personas como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.» (/Rm/12/01-02)

El verdadero culto que agrada a Dios es nuestra vida cotidiana, vivida en la justicia y el amor. Esto vale más que todos los ritos (Salmo 40, 7-9) (Salmo 50, 5-15; 51, 18-19)

-Pero que el derecho fluya como un manantial, la justicia como un arroyo perenne.

¿Estoy de veras convencido de que Dios prefiere un acto de justicia a la solemnidad de hermosas ceremonias? Las religiones siempre corren el riesgo de esta desviación hacia el formalismo.

¿Caigo también yo en esta desviación?

Me detengo ante Ti, Señor, para considerar mi jornada de HOY, a fin de que el derecho en toda ella «fluya como un manantial y la justicia como un arroyo perenne.» Los demás tienen derechos sobre mí.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 156 s.


2-2. /Am/05/01-17

Una de las características más acusadas del profetismo bíblico, y que señala su linea reformadora, es la idea de que religión y ética son inseparables. Es un corolario inevitable del concepto que los profetas tienen de Dios. Por eso se entregan a la tarea de proclamar la ley de Dios y su justicia entre los hombres. Exponente de la unión entre religión y ética es la denuncia de la idolatría, del culto idolátrico. Porque la idolatría es un intento de objetivar la divinidad y así ahorrarse el paso por el Dios ético que interpela al creyente respecto a su comportamiento hacia los demás hombres, las auténticas imágenes de Dios. La voz del profeta de Tecua adquiere un acento inconfundible al entrar en este terreno.

BUSQUEDA/DESEO: En la predicación profética «buscar a Yahvé» significa tomar en la vida religiosa una firme determinación de descubrir la voluntad divina para conformar a ella la propia conducta. «Buscar» (el darash hebreo, con el que se significaba la consulta de la voluntad de Dios, tanto por procedimientos rituales como por reflexión sobre la Torá) solicita todo el ser del buscador en su movimiento de orientación hacia otra persona, cuyo encuentro le compromete totalmente. A esta búsqueda queda vinculada una promesa de vida de una debida relación vital con Dios, tal como deja entender Dt 30,15: «Mira, hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos de Yahvé, tu Dios, que hoy te promulgo, amando a Yahvé, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus mandamientos... vivirás».

Pero si la auténtica religión consiste en la conformidad a la voluntad de Dios buscada, hallada y realizada, ¿qué significado podía tener el culto en Guilgal y en Betel, santuarios que el mismo Dios despreciaba? Amós disipa e] celo pseudo-religioso de los fieles del Reino del Norte. La búsqueda de Dios no pasa por estos santuarios: Betel (casa de Dios) se ha convertido en Bet-Aven (casa de la nada). Buscar a Dios sólo en el culto e ignorarlo en la vida ética constituye la más abominable de las idolatrías: los pobres, siempre oprimidos y vejados, se encuentran desamparados, sin defensa, en unos tribunales hipotecados por el soborno con que los ricos injustos desvían la sentencia de unos jueces venales. Dios ama a los hombres, no la letra ni el sacrificio ni, mucho menos todavía, el sacrificio humano.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 734 s.


2-3. /Am/05/18-27 /Am/06/01-14

Como los demás contemporáneos judíos, Amós cree que Yahvé es el Dios de Israel. Dios lo escogió libremente entre todas las naciones y pactó con él una alianza. Pero contrariamente a la mentalidad común de Israel, insiste en que este vínculo no es natural e indisoluble, sino que es una relación moral: si la comunidad judía persiste en prescindir de las exigencias teologales y éticas de la alianza, si continúa degradándose en las prácticas idolátricas y en la violencia contra los débiles, el enemigo y el exilio pondrán fin a todo para restablecer los derechos de Dios y de los pobres.

DIA-DE-YAHVE: Por primera vez en la literatura profética el juicio es descrito como el "día de Yahvé", expresión que pasa a ser fundamental en la escatología del AT. Amós no explica el origen y el significado de esta expresión. En la mentalidad popular evocaba una portentosa manifestación de Yahvé a favor de su pueblo y contra sus enemigos. Amós no duda de la llegada de este "día", al contrario. Sin embargo, será verdaderamente el «día de Yahvé», es decir, el momento en que Dios manifestará su victoria, pero la victoria de Dios, no la de Israel. Este «día» significará que Israel tendrá que dar cuenta a Dios de haberle cerrado el paso tantas veces, de haber desaprovechado tantas ocasiones: «¡Oh, si oyerais su voz! No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá» (Sal 95,7bs). Amós describe con agudeza el comportamiento irresponsable y criminal de los gobernantes de Israel y de Judá, entregados a los placeres más refinados y libidinosos. El uso de muebles con incrustaciones de marfil, el hecho de escoger los manjares más exquisitos, en un clima de música lujuriosa, etc., constituyen el contraste grotesco con un pueblo expoliado por los poderosos y defraudado en unos tribunales de justicia convertidos en amargura y veneno.

La rapacidad, la indolencia, el lujo y la sensualidad de los dirigentes del pueblo, con la injusticia que esto comporta, son descritos en el v 12 del c. 6 como un pecado contra naturaleza. Su falsa seguridad los ciega con un orgulloso optimismo que los cierra a la palabra del profeta. Ante todo esto, Amós afirma la trascendencia de Dios respecto al pueblo judío, por eso evita la expresión «Dios de Israel». En boca del pastor de Tecua, tan pródigo en nombres divinos, Yahvé lo es todo menos «Dios de Israel». De esta manera el concepto de Dios se eleva por encima del nivel simplemente tribal y nacionalista: trasciende el culto, la historia, el destino de un pueblo.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 735 s.


3.- Mt 8, 28-34 

3-1. VER Paralelo: /Mc/05/01-20 y Lc/08/26-39


3-2. CERDOS/SATANAS:

Los tres evangelios sinópticos aportan este relato extraño de unos "demonios" que fueron expulsados y que al salir ¡se fueron a los cerdos de una piara! Marcos sitúa a los dos endemoniados entre los Gerasenos (Marcos 5, 1). Lucas, entre los Gergesenos (Lucas 8, 26) y Mateo entre los Gadarenos (Mateo 8, 28).

Podríamos preguntarnos: ¿cuál de los tres es verdadero si, en el evangelio, se buscara sólo un documento histórico, materialmente preciso como un reportaje? El Padre Lagrange, gran exégeta católico, subraya que "vale más un acuerdo tácito que manifiesto". Las divergencias de los evangelios, lejos de ser un escándalo ponen en mayor relieve su acuerdo profundo en lo que es esencial. Dos documentos, si uno de ellos es copia servil del otro sólo cuentan como uno. Lo significativo es que sean dos o tres los documentos que se cruzan -coinciden- en lo esencial, conservando cada uno su autonomía, y aun, quizá, sus errores de detalle. Esto es humano. Sabemos cuán fácil es la deformación de los "nombres propios".

-Desde el cementerio dos endemoniados salieron al encuentro de Jesús; eran tan peligrosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino...

Mateo cita a "dos", Marcos y Lucas "uno" (?) Nueva ilustración de la ley enunciada arriba.

El panorama es siniestro. A orillas del lago hay unos senderos en cuesta abrupta y rocosa, con grutas y tumbas: guaridas de bandoleros y de anormales, que roban a los transeúntes... El demonio encuentra allí buena clientela.

-Empezaron a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?" Ya hemos notado, en el relato de Marcos, esa lucidez extraordinaria de los demonios que, en general, ven más claro que los hombres. "Antes de tiempo". Parece hacer alusión a la Hora del Juicio final, en la que todas las fuerzas del mal serán reducidas a la impotencia... ¡los demonios lo saben! Pero Jesús -¡te lo agradecemos mucho!- va a anticipar ese día para que todos tengamos confianza en esta victoria final y definitiva.

Señor, yo creo en esa Hora. La espero. Por ella me esmero.

¡Que venga! En esa hora el "Príncipe de este mundo", el demonio, será definitivamente vencido.

-El simbolismo que envuelve a los demonios: tumbas... cerdos... una violencia furiosa que impide a los hombres...

Los dos primeros símbolos son comunes a Marcos y a Lucas. El tercero es propio de Mateo: "impedían a las gentes de transitar por ese camino". Sí, las fuerzas del mal atacan al hombre, le desvían de su ruta normal, le impiden de realizar su camino. El mal hace su juego contra el hombre... aun cuando toma la apariencia de ser su placer o su bien. ¡Es preciso desenmascarar a Satán, "aquel que impide al hombre de pasar"!

-He aquí que la piara entera se abalanzó al lago, acantilado abajo, y murió ahogada.

Este detalle nos choca. Corresponde a un esquema mental judío que no llegaremos a percibir. El "cerdo" era un animal "impuro", cuya carne estaba prohibida comer (Lv 11, 7-8).

Jesús encuentra una piara en territorio pagano. Por medio de ese gesto espectacular, hace una catequesis popular para mostrar de manera sensible que el Mal será "tragado por el mar". La Bestia del Apocalipsis (19, 2O), también es precipitada al "mar de fuego".

-Los porquerizos salieron huyendo, llegaron al pueblo y lo contaron todo incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo salió adonde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que abandonase su país...

A Jesús no le cuesta trabajo sacar a los demonios. En cambio choca con la incomprensión de los hombres. El relato termina con la declaración de un fracaso dramático: ¡Jesús es expulsado! El camino que conduce a Dios está abierto, los demonios lo interceptan, pero los hombres se resisten a comprometerse. Señor. sana el mal uso de nuestra libertad.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 48 s.


3-3.

1. (Año I) Génesis 21,5.8-20

a) Nace por fin Isaac, el hijo esperado, el hijo de la promesa, del que se espera que dé origen a una numerosa descendencia. Y llena de alegría la casa. Isaac significa «Dios sonríe» o «Dios es propicio».

Pero, según este relato -la versión de este capítulo 21 es distinta de la que habíamos leído hace una semana en el capítulo 16-, pronto surgen esas miserias que a veces enturbian la vida de una familia: los celos de Sara porque Abrahán mira con buenos ojos a Ismael y a su madre, la esclava egipcia Agar. Por un momento, el protagonista de la historia es Ismael, el primogénito, que ya debía tener unos catorce años, pero que no es el que va a prolongar la línea de la promesa, según los misteriosos designios de Dios.

Abrahán se ve obligado a despedirlo, junto con su madre, y ambos emprenden un amargo viaje al desierto, con momentos de desesperación. Pero Dios piensa también en ese muchacho. «Dios oyó la voz del niño» (Ismael significa «Dios escucha»), que llegará a ser el padre de los ismaelitas, nómadas del desierto, y los árabes, que se refieren de buen grado a Abrahán como su padre y origen.

El salmo parece personificar la oración de Agar y de su hijo en el desierto: «si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de su angustia». La lectura termina: «Dios estaba con el muchacho».

b) Nosotros solemos tener prisa por conseguir nuestros objetivos. Desde que Dios le prometió que tendría descendencia pasaron bastantes años, y Abrahán no perdió la esperanza. Finalmente, llegó, cuando parecía imposible.

¿Perdemos la esperanza en el porvenir de la Iglesia, de las vocaciones, en los valores de la juventud? ¿queremos resultados a corto plazo, como si todo dependiera de nosotros, o nos fiamos de Dios, que conduce la historia a su ritmo misterioso?

Otra lección que tenemos que aprender de esta página del Génesis es la amplitud de corazón. Como Dios y como Abrahán, ¿sabemos acoger a todos, tanto a Isaac como a Ismael, tanto a la libre como a la esclava? ¿o somos mezquinos de corazón y celosos? En nuestra familia o en nuestra comunidad, ¿sabemos ceder, como Abrahán, que, una vez, dejó a su sobrino Lot escoger los mejores pastos y ahora se preocupa tanto del hijo de la esclava como del de la libre? ¿miramos con ojos de simpatía, con ojos de Buen Pastor, también a los que en nuestra Iglesia vemos como alejados, y estamos dispuestos a descubrir los valores que también ellos tienen, y que nos pueden enseñar a nosotros? Dios está también con Ismael. ¿Quiénes somos nosotros para hacer acepción de personas?

1. (Año II) Amós 5,14-15.21 24

a) Amós, decidido profeta de Dios, «el campesino de ojos abiertos», «el vidente de Técoa», no duda en denunciar el culto de Israel en sus templos, sobre todo en Betel, como liturgia vacía, que no agrada a Dios.

No es que no haya que rendir culto externo, pero estas celebraciones deben ir acompañadas de buenas obras, de la justicia en los tribunales, del buen juicio. Si no es así, Dios afirma: «detesto y rehúso vuestras fiestas», y no quiere oír los cantos y las cítaras. Le repugna hasta el olor de los sacrificios que le ofrecen.

La misma idea se prolonga en el salmo. Dios no necesita sacrificios de animales. Lo que quiere es que su pueblo cumpla la Alianza y camine según su voluntad: «no te reprocho tus sacrificios, pues están siempre ante mí... ¿por qué recitas mis preceptos, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?».

b) En la palabra revelada de Dios se compara muchas veces la liturgia con la caridad. Y cuando la liturgia aparece vacía, vana, hecha sólo de palabras y gestos exteriores, pero no de obras consecuentes en la vida, siempre queda descalificada. Como en el caso de Amós, que con razón es llamado «el profeta de la justicia social», porque critica a los comerciantes de su época como «devoradores de los pobres» y señala con el dedo a los jueces corruptos, que se dejan comprar por dinero.

También de nuestra liturgia se podría decir lo mismo, si es vacía. Los cantos, los ritos, las fiestas, las oraciones: todo eso está muy bien, pero, como nos enseñó Jesús, no acierta «el que dice Señor, Señor, sino el que cumple la voluntad del Padre». También nos dijo: «misericordia quiero y no sacrificios». Si existe divorcio entre la liturgia y nuestra vida, no es verdadero nuestro culto a Dios. Él no quiere que separemos nuestros cantos y oraciones de la caridad y de la justicia para con los demás.

Juan Pablo II ha insistido en las consecuencias que una Eucaristía bien celebrada debe tener en el terreno de la caridad y la justicia social. Sobre todo lo hizo en el Congreso Eucarístico de Sevilla, en el año 1993: «quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve... es una contradicción inaceptable comer indignamente el Cuerpo de Cristo desde la división y la discriminación... El sacramento de la Eucaristía no se puede separar del mandamiento de la caridad. No se puede recibir el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se encuentran enfermos. La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres. Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos».

2. Mateo 8,28-34

a) Después de calmar la tempestad en la escena de ayer, esta vez el milagro de Jesús sucede en territorio pagano, Gerasa o Gadara: libera a dos enfermos de su posesión diabólica.

Se trata de un milagro un poco misterioso. El relato parece más simbólico que preocupado por los detalles históricos: país pagano, posesión diabólica, cementerios como lugar de muerte, y traspaso de los demonios a los cerdos, los animales inmundos por excelencia para la cultura del tiempo. Parece como si Mateo quisiera acumular todos los grados del mal para recalcar después el poder de Jesús, que es superior al mal, al malo, y lo vence eficazmente.

Los demonios reconocen al Mesías. Se quejan de que adelante su derrota: porque estaba anunciado que los demonios serían maniatados al final de los tiempos. En el Apocalipsis ( 19,20 y 20,2) se canta la victoria final contra la Bestia y sus secuaces, que son arrojados al fondo del mar, como los cerdos de la escena de hoy.

El signo no produce mucho efecto entre los habitantes del lugar, que piden a Jesús que se marche. Le consideran culpable de la pérdida de una piara de cerdos, que seguramente se debió a algún fenómeno natural.

b) Jesús sigue ahora su lucha contra el mal. Y nosotros, con él. El mal que hay dentro de nosotros, el mal que hay en el mundo.

Jesús sigue siendo el más fuerte. Tanto si se personifica el mal en el demonio, cosa que hace tantas veces el evangelio, como si no, todos tenemos experiencia de que existe el mal en nuestras vidas y, también, de nuestras pocas fuerzas para combatirlo.

¿Somos como los gerasenos, que desaprovechan la presencia del Mesías y no parecen querer que les cure de sus males? ¿invocamos confiadamente a Jesús para que nos ayude en nuestra lucha? Haremos bien en pedirle que nos libere de las cadenas que nos atan, de los demonios que nos poseen, de las debilidades que nos impiden una marcha ágil en nuestra vida cristiana.

En el Padrenuestro pedimos a Dios: «Mas líbranos del mal», que también se puede traducir «mas líbranos del malo». Cuando vamos a comulgar, se nos recuerda que ese Pan de vida que recibimos, Jesús Resucitado, es «el que quita el pecado del mundo».

Al mismo tiempo, como seguidores de Cristo, tenemos que saber ayudar a otros a liberarse de sus males. Jesús nos da a nosotros el equilibrio interior y la salud, con sus sacramentos y su palabra. Nosotros hemos de ser buenos transmisores de esa misma vida a los demás, para que alcancen su libertad interior y vivan más gozosamente su vida humana y cristiana.

«Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias» (salmo I)

«Buscad el bien, y no el mal, y viviréis» (la lectura II)

«Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios» (salmo II)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 96-100


3-4.

Primera lectura : Amós 5, 14-15.21-24 Retirad de mi presencia el estruendo del canto; fluya la justicia como arroyo perenne.

Salmo responsorial : 49, 7.8-9.10-11.12-13.16bc-17 Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

Evangelio : Mateo 8, 28-34 ¿Has venido a atormentar a los demonios antes de tiempo?

Jesús atraviesa a la otra orilla. A la otra» región. Al lugar de los no judíos», la región de los gerasenos. En su paso por ese lugar se encuentra con dos endemoniados que se encontraban en el cementerio. Los endemoniados eran muertos en vida por eso frecuentaban el cementerio como el lugar donde reposan los muertos.

Los endemoniados reconocen en Jesús al Hijo de Dios, le temen y le interpelan. Jesús también les lleva el milagro del amor de Dios a ellos rompiendo las barreras culturales, y manifestando la universal salvación de Dios que no se dedica a un solo pueblo, como lo entendieron los israelitas y como aún lo comprenden; Jesús proclama a su Padre como el Padre de todos en el universo y así manifestó el inicio del Reinado de Dios en medio de los de Generaza.

La liberación de los endemoniados por parte de Jesús no es por la fuerza, que siempre destruye y degenera; es una liberación realizada por el amor de Dios, que incluye a los excluidos y llama al perdón a los pecadores. Es el Dios que da una nueva oportunidad en la vida y no condena por los fracasos y por los desatinos. El Dios de la Biblia es el Dios que entiende la realidad del ser humano y por eso lo vuelve a llamar y le vuelve a proponer su misericordia y su amor.

La gente del pueblo de los gerasenos quedaron admirados por la liberación que Jesús hizo de los endemoniados. Dios no hace caso de las barreras creadas por los sistemas; a él le importa el ser humano integralmente, y por eso lo rescata del abismo y le da la posibilidad de ser una creatura nueva, con capacidad de luchar por su comunidad y de dar testimonio del amor de Dios manifestado en su vida.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5.

Gn 21, 5.8-20: Dios oyó la voz del muchacho

Sal 33, 7-8.10-13

Mt 8, 28-34: Le pidieron que se fuera de su tierra

Al poner Jesús pie en la región de los gadarenos (Gadara ciudad helenística que se encontraba cerca del mar de Galilea), van inmediatamente a su encuentro dos hombres endemoniados, poseídos por un espíritu inmundo; no aguardan a que Jesús se les acerque, toman la iniciativa. Como atraídos por la presencia de Jesús, van a su encuentro. Los poseídos acuden a Jesús desde el cementerio (de los sepulcros); salen de ese lugar de muerte para acercarse a él; desean salir de su estado y ven en Jesús una posibilidad de vida.

Es de notar el énfasis negativo del texto. Dice que "nadie era capaz de pasar por aquel camino" porque los endemoniados estaban "furiosos". Vemos cómo en el mundo antiguo, judío y gentil, se atribuían frecuentemente a los demonios los trastornos que presentaban algún rasgo desacostumbradamente repulsivo para el que no había explicación.

Los endemoniados gritan y protestan: "qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios". La frase denota una fuerte hostilidad, un sentimiento de amenaza de Jesús para con ellos; en realidad, es una repulsa porque creen descubrir en Jesús una hostilidad hacia ellos como la que habían encontrado en los demás. Pero los demonios reconocen a Jesús como "Hijo de Dios" designándolo como Mesías, como el liberador, lo ven como un líder que puede acaudillar su rebelión y sacarlos de la situación miserable en que se encuentran.

Los demonios le suplican a Jesús para que se les envíe a la piara de cerdos; este detalle indica que el episodio tiene lugar en territorio gentil; este hecho no es simplemente un gesto de maldad; el cerdo es el animal más impuro; y por tanto, es el lugar más adecuado para un demonio, igualmente signo de impureza. Los demonios entraron a la piara de cerdos y de inmediato se precipitaron en el mar, un gesto que parece un tanto injusto para sus dueños; pero en la mentalidad judía, el cerdo no era bueno para nada y nadie sufría una pérdida porque una piara de cerdos pereciera. El relato da a entender que los demonios murieron con los cerdos al precipitarse estos en el mar.

Lo más importante que podemos ver en este relato es que los exorcismos demuestran cómo Jesús libera a los hombres del miedo a los demonios; los demonios no tienen realmente poder alguno y quedan sometidos instantáneamente con una palabra de Jesús.

El poder de Dios vence cualquier otro poder. El exorcismo significa, no que el cristiano haya de creer o no en los demonios y en su poder, sino que ha de tratar el poder demoníaco como si no existiera. Hay un solo poder con el que los hombres deben contar, y es el poder de Dios.

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3-6. DOMINICOS 2003

No quiero ver morir a mi hijo
Esa frase es de Agar, la esclava de Abrahán y Sara, expulsada de casa, agotada en su soledad y desierto, con el niño Ismael a su lado. Nada más grande para una mujer-madre que su hijo, y nada peor pagado que el ofrecimiento y maternidad de Agar, quien, haciéndose esclava-madre, compensó la sombra de esterilidad de su señora. Pero al final, cuando las cosas cambiaron, vino su expulsión y destierro.

En el capítulo 21 del Génesis se narra cómo en su ancianidad Sara se hizo fértil, cómo dio a luz a Isaac, y cómo luego expulsó a Agar e Ismael. Ismael no podía disputar la herencia al hijo legítimo Isaac.

Pero ni Abrahán, ni Sara, si Isaac sospechaban que la ‘herencia de Abrahán’, el ser mediador de las ‘promesas de Dios’, iba a suponer que en la florida juventud del niño, Isaac, Dios iba a poner a prueba la fidelidad jurada por su padre Abrahán. Toda la trama es complicada, pero el relato del capítulo 22 pone los pelos de punta.

Caminando orgulloso Abrahán con el hijo de sus entrañas hacia la región de Moria, Dios quiso ponerlo a prueba y le llamó: Toma a tu hijo único, Isaac, ve a la región de Moria y ofrécemelo allí en holocausto, en un monte.

Con temor y temblor, pero fiel a la voz, dispuso Abrahán, con su hijo, todo lo necesario para el sacrificio, e iba a proceder a dar muerte a su hijo cuando Dios, Padre, volvió a hablar: No pongas tu mano sobre el muchacho. Ya veo que obedeces a Dios y no me niegas ni a tu propio hijo. Te colmaré de bendiciones, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo...



Palabra de Dios
Libro del Génesis 21,5.8-12:
“Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac. El chico creció y lo destetaron, y Abrahán dio un gran banquete... Un día Sara, su mujer, dijo a Abrahán: expulsa a la criada Agar y a su hijo, porque el hijo de esa criada no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac. Abrahán se llevó un disgusto, pues ése era también hijo suyo. Pero Dios dijo a Abrahán: no te aflijas por el muchacho y la criada...; también a él lo convertiré en un gran pueblo. Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, se lo cargó en los hombros a Hagar y la despidió con el muchacho...”

Tras el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra, el texto continúa hablando del cumplimiento de la promesa del ángel a Abrahán: tu esposa tendrá un hijo. Nació Isaac, y Sara sintió celos de la esclava y logró que fuera expulsada de su hogar. Hagar vagó por montes; pero Dios en su providencia se cuidó del hijo de la esclava.

Evangelio según san Mateo 8, 28-34:
“Aquel día Jesús llegó a la otra orilla del lago de Genesaret, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron al encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.

Le dijeron a gritos a Jesús: ¿qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ...

Una gran piara de cerdos, a distancia, estaba hozando. Los demonios le rogaron: si nos echas, mándanos a la piara... Los demonios salieron de los posesos y se metieron en los cerdos, y la piara entera se abalanzó acantilado abajo...”

Escena sorprendente. De difícil interpretación. El rostro del mal, del vicio, de la locura, tiene siempre algo de repelente. El contraste entre las palabras de reconocimiento, ‘¿Qué quieres, Hijo de Dios? ’, y el envío del mal espíritu a los cuerpos de los cerdos, nos deja desconcertados. Entendamos que la ‘locura’ es un tormento en los caminos de la vida noble y digna.



Momento de reflexión
Hijo de la libre, hijo de la esclava.
La escena bíblica de la primera lectura podría escribirse hoy igual que se escribió siglos antes de Cristo.

Su carga humana es intensísima: Hay, primero, hambre de hijos en los padres, hasta el extremo de que la esposa ofrezca a su marido los servicios de su esclava, por ser ella estéril. Después, cuando un hijo propio de la señora viene al mundo, sobrevienen el desprecio al hijo de la esclava y las exigencias de su expulsión del hogar, aunque quede llagado el corazón del padre. Y, por fin, con la expulsión de la esclava y su hijo, sobreviene el vagar por el desierto a la espera de una mano providencial que acoja a madre e hijo.

En esa soledad y marginación sólo Dios muestra sus entrañas de padre para con ellos, tomándolos bajo su protección. Al final, siempre el bueno es Dios.

Pero conviene que cada uno nos preguntemos: ¿Haríamos o hacemos nosotros hoy algo parecido a lo que hizo Sara expulsando al hijo de la esclava con su madre?

Rostro de endemoniados.
Tampoco el texto evangélico tomado de san Mateo es un primor. Su significado literal es muy difícil de entender. Cuando se habla de ‘malos espíritus’ ¿se trataba de que unos locos hicieran enloquecer a animales y hombres?

Espiritualmente esa lectura nos puede servir para el bien, si todo lo aplicamos en plano moral, entendiendo que un alma encadenada por los demonios de los vicios no resiste a la claridad de la luz, de la gracia, y que, cuando se siente agitada por la verdad y la honradez, prefiere huir hacia campos de mayor inhumanidad.

No olvidemos que la conversión o cambio radical de vida es algo misterioso, necesitado de un golpe de suerte o gracia que rompa de modo fulminante la actitud anterior.

¡Demos gracias al Señor por el equilibrio de vida, y pidamos gracia nueva, para salir victoriosos de nuestro abismo de pecado e inhumanidad


3-7. CLARETIANOS 2003

Abrahán es un adelantado a los avances de las técnicas de reproducción asistida. Fue padre de Isaac ... ¡a los cien años! Antes había tenido con la esclava Hagar otro hijo: Ismael. Ambos son padres simbólicos del pueblo judío y del pueblo árabe. A veces he pensado que el interminable conflicto árabe-israelí, siempre en el candelero, arranca del relato bíblico que leemos hoy. La tradición judía ha puesto el acento en la predilección de Abrahán por Isaac. Pero no debemos olvidar lo que se dice al final del fragmento en referencia al hijo de la esclava: Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero. Judíos y árabes tendrían que sentarse juntos y encontrar su punto de encuentro en el patriarca Abrahán. Esto, que parece casi una salida de tono para la mentalidad racionalista, tiene una fuerza simbólica inimaginable.
Otro año más escuchamos el relato de los cerdos de Gerasa. Frente al ambiente de muerte existente en aquel pueblo pagano (cementerio, endemoniados, camino intransitable), Jesús establece un orden de vida (los demonios y los cerdos impuros al mar impuro; los curados, a su casa). Los porquerizos, sin embargo, no entendieron la jugada. Se les hundió el negocio. Por eso, le rogaron a Jesús que se marchara de su país.

No siempre el “nuevo orden” de Jesús nos resulta aceptable. A menudo, preferimos el “viejo desorden” con tal de mantener nuestros intereses.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-8. 2001

COMENTARIO 1

v. 28: Llegó él a la otra orilla, a la región de los gadarenos. Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su en­cuentro; eran tan peligrosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.

Gadara estaba en el lado oriental del lago, a unos diez kilómetros al sur de la desembocadura del Jordán. Los endemoniados salen al encuentro de Jesús desde el cementerio. Viven con los muertos, están en la condición de muertos en vida. A su impureza como paganos añaden la del contacto con la muerte. Como se ha nota­do, salen al encuentro de Jesús como si supieran que había de llegar (conexión con la perícopa anterior). Son muy violentos y era peligroso pasar por aquel camino. Este rasgo indica que los ende­moniados no representan simplemente al pueblo pagano de Ga­dara, sino a una parte de él que vive marginada en condición inhumana (en el cementerio) y en rebelión respecto a la sociedad. Representan, pues, a una clase oprimida.

v. 29: De pronto empezaron a gritar:

-¿Qué tienes tú contra nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para someternos al suplicio?

Estos endemoniados se resisten a la acción de Jesús, como lo indican sus gritos: «¿Qué tienes tú contra nosotros?». Reconocen al mismo tiempo su con­dición divina: «Hijo de Dios», concepto familiar al mundo pagano, aunque no con la dimensión teológica que le atribuye Mt. Saben que Jesús va a atormentarlos «antes de tiempo», cuando aún no se les ha presentado la ocasión propicia. Hablan los hombres, lleva­dos por el espíritu diabólico. El verbo «atormentar» pone a esta perícopa en relación con la del criado del centurión, «que sufría terriblemente» (8,6). Hay un paganismo que está paralizado, es decir, privado de vida, pero que espera la salvación de Jesús (8,6); hay otro que la rechaza, porque está endemoniado. En el primer caso se trataba del criado que habitaba en «la casa» de su amo (el centurión); en el segundo, los sometidos en rebeldía, que habi­tan «en el cementerio», lugar de muerte.

Lo que produce la violencia de estos hombres son los demonios que los poseen; éstos pueden identificarse con «el espíritu de violencia». Por eso se resisten a ser liberados de ese espíritu, que mantiene su rebeldía, aunque los reduce a un estado de muerte.

Jesús no pronuncia palabra, pero los demonios («démones», tér­mino pagano) conocen su derrota.

v. 30: Una gran piara de cerdos estaba hozando a distancia. 31Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara. 32Jesús les dijo: Id;

Había allí a distancia una piara de cerdos; se trata evidente­mente de país pagano. El cerdo era animal impuro. La piara es numerosa, representa un capital considerable. En el judaísmo del tiempo, el cerdo era símbolo de Roma, el poder pagano que dominaba al pueblo judío (cf. Sal 80,14). La piara representa, pues, al poder político, posesor de la riqueza y opresor del pueblo.

vv. 32b-33: Salieron y se fueron a los cerdos. De pronto la piara entera se precipitó al mar, acantilado abajo, y murió aho­gada en el agua. 33Los porquerizos salieron huyendo, llegaron a la ciudad y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.

Los demonios, impuros, vuelven a su lugar natural, los cerdos impuros. El espíritu de violencia de los oprimidos procede de la violencia del sistema opresor. En la liberación que hace Jesús se encuentra la ruina del sistema opresor (los cerdos que perecen en las aguas).

v. 34: Entonces la ciudad entera salió adonde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que abandonase su te­rritorio

Toda la ciudad sale al encuentro de Jesús, frase en paralelo con la del principio (28): los dos endemoniados salieron del ce­menterio al encuentro de Jesús. El paralelo indica que los habi­tantes de la ciudad estaban poseídos del mismo espíritu. Ruegan a Jesús que se marche de su territorio. Continúa la oposición ex­presada por la tempestad (8,24) a la actividad de Jesús en terri­torio pagano. Era «la ciudad», cuyo orden social se encuentra ame­nazado por la actividad de Jesús, la que se conmovía hasta sus cimientos (8,24: temporal/terremoto) e intentaba sumergir la barca.

Jesús vuelve a su ciudad. No menciona Mateo el nombre de Ca­farnaún. «Su propia ciudad», Israel, se opone a «la ciudad» pa­gana que le ha pedido que se marche.



COMENTARIO 2

Al poner Jesús pie en la región de los gadarenos (Gadara, ciudad helenística que se encontraba situada al sudeste del mar de Galilea y que hacía parte de la región pagana de la Decápolis), van a su encuentro dos hombres poseídos por un espíritu inmundo; no aguardan a que Jesús se les acerque, ellos toman la iniciativa. Acuden a Jesús desde el cementerio ("salían de los sepulcros"); un lugar de muerte donde han mantenido un tipo de combate, de violencia e impureza permanente; desean salir de su estado y ven en Jesús una posibilidad de vida; y en efecto, Jesús los libera, haciendo que los espíritus inmundos se alejen de los posesos y, yéndose a unos cerdos (signo de gran impureza), terminen despeñándose en el mar, donde se ahogan.



Los demonios le suplican a Jesús para que se les envíe a la piara de cerdos; este detalle indica que el episodio tiene lugar en territorio gentil; este hecho no es simplemente un gesto de maldad; el cerdo es el animal más impuro; y por tanto, es el lugar más adecuado para un demonio, igualmente signo de impureza.

No podía haberse presentado la escena de manera más dramática y precisa en términos simbólicos: la contradicción de una existencia endemoniada. Aquí aparece el poder de lo satánico que llena de conflicto la vida de los hombres de un entorno pagano.

De igual manera podemos ver en este milagro un signo de la venida de Cristo al mundo pagano que inaugura la futura misión de los discípulos. Todavía es pronto; no ha llegado el tiempo de los gentiles, por eso los Gadarenos son hostiles a Jesús y "viéndole, le rogaron que se retirase de su territorio" (v.34)

En definitiva, este relato demuestra cómo Jesús libera a los hombres del miedo a los demonios; que éstos no tienen realmente poder alguno y que quedan sometidos instantáneamente con una palabra de Jesús. El poder de Dios vence cualquier otro poder.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-9. Miércoles 2 de julio de 2003
Vidal, Marcial, Martiniano

Gen 21, 5.8-20:
Salmo: 33, 7-8.10-13
Mt 8, 28-34

La escena no puede ser más tétrica. El país de los paganos, ajenos a la salvación de Dios, es el país de la muerte. Los dos primeros habitantes, que Jesús encuentra, viven en un cementerio, lugar de los muertos. No conocen al Dios que se manifiesta en Jesús, que ha cruzado con los suyos a la otra orilla -al mundo pagano- para comunicar vida. Además de vivir en un cementerio, los endemoniados provocan violencia y muerte a su alrededor: "eran tan peligrosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino". Llama la atención que, cuando se encuentran con quien puede salvarlos, creen que se trata de alguien que viene a atormentarlos más: “¿Quién te mete a ti en esto, hijo de Dios?”.

Los demonios sí saben quién es Jesús y, por eso, le piden que los arroje al rebaño de cerdos, animales impuros, que, a su vez, se precipitan en el mar, lugar donde, según las concepciones antiguas, habitaban los demonios. Jesús ha restablecido el orden. Cada uno en su lugar: el endemoniado en su casa, con los suyos, nos dirá Marcos; los cerdos -animales impuros- y los demonios, espíritus inmundos, al mar, la cuna de los demonios.

Pero siempre hay alguien que no está de acuerdo o no entiende. En este caso son los vecinos del pueblo quienes piden a Jesús que deje las cosas como estaban. Ellos prefieren el capital -los cerdos- a Jesús –que devuelve la vida al endemoniado a cambio de precipitar los cerdos al mar. Y le ruegan que se vuelva a la otra orilla. Jesús se va, pero antes ha mostrado la liberación que puede recibir quien se encuentre con él, aunque sea pagano.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-10.

Comentario: Rev. D. Antoni Carol i Hostench (Sant Cugat del Vallès-Barcelona, España)

«Le rogaron que se retirase de su término»

Hoy contemplamos un triste contraste. “Contraste” porque admiramos el poder y majestad divinos de Jesucristo, a quien voluntariamente se le someten los demonios (señal cierta de la llegada del Reino de los cielos). Pero, a la vez, deploramos la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano al rechazar al portador de la Buena Nueva: «Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término» (Mt 8,34). Y “triste” porque «la luz verdadera (...) vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron» (Jn 1,9.11).

Más contraste y más sorpresa si ponemos atención en el hecho de que el hombre es libre y esta libertad tiene el “poder de detener” el poder infinito de Dios. Digámoslo de otra manera: la infinita potestad divina llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Y esto es así porque Dios nos ama principalmente con un amor de Padre y, por tanto, no nos ha de extrañar que Él sea muy respetuoso de nuestra libertad: Él no impone su amor, sino que nos lo propone.

Dios, con sabiduría y bondad infinitas, gobierna providencialmente el universo, respetando nuestra libertad; también cuando esta libertad humana le gira las espaldas y no quiere aceptar su voluntad. Al contrario de lo que pudiera parecer, no se le escapa el mundo de las manos: Dios lo lleva todo a buen término, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos.

Con todo, uno puede afirmar que «frente a la libertad humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Y puede decirse asimismo que Dios está pagando por este gran don [la libertad] que ha concedido a un ser creado por Él a su imagen y semejanza [el hombre]» (Juan Pablo II). ¡Dios paga!: si le echamos, Él obedece y se marcha. Él paga, pero nosotros perdemos. Salimos ganando, en cambio, cuando respondemos como Santa María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).


3-11. DOMINICOS 2004

¿Qué quieres, hijo de Dios?

Si ruge el león de nuestras pasiones, ¿quién no temerá?
Si grita nuestra conciencia y nos acusa de pecado, ¿quién se esconderá?
Hagamos el bien y tendremos paz interior, que es grata a Dios.

Loado sea Dios por sus ‘profetas’, regalo a la humanidad para que sea consciente de sus méritos y deméritos, gracias y desgracias, heroísmos y vergüenzas.

Hoy nos habla Dios por medio de Amós, en la liturgia; por medio de enfermos ejemplares, en la vida del dolor; por medio de maestros pacientes y abnegados, en la enseñanza; por medio de padres alegres y sacrificados, en la familia; por medio de obispos como Casaldáliga, en su encarnación pastoral...

Si cerramos los ojos para no ver toda la verdad, incluida la verdad profunda del ser humano, nos contentaremos con la superficialidad de chismorreos de calle, pantallas o revistas de moda... Pero con eso no nos vamos a salvar personalmente, ni salvaremos de su mediocridad a la sociedad en que vivimos... Hay que oír la voz de los profetas de Dios, de la justicia, del deber, de la solidaridad, de la entrega de amor a los demás...

¿Cometeremos el error de “no profetizar”, es decir, no ser testigos de la Luz y del Amor y de la Salvación en el siglo XXI?


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Profeta Amós 5, 14-15.21-24:
“Buscad el bien y no el mal, y viviréis, y así estará con vosotros el Señor...
Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia...
Quizá se apiade (de vosotros) el Señor, Dios de los ejércitos...
Detesto y rehúso vuestras fiestas –oráculo del Señor-; no quiero oler vuestras ofrendas. Aunque me ofrezcáis holocaustos y dones, no me agradarán...
Retirad de mi presencia el estruendo del canto; no quiero escuchar el son de la cítara...”

Evangelio según san Mateo 8, 28-34
“En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.

Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro... y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?...Si nos echas, mándanos a la piara de cerdos.

Jesús les dijo: Id. ... La piara se abalanzó acantilado abajo... Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país”.


Reflexión para este día
El profeta Amós arguye al pueblo de Israel, y a nosotros, pidiéndonos coherencia.

Si Dios nos ha elegido, y tenemos conciencia de tales, Él y nosotros hemos de caminar juntos. Si no lo hacemos, ¿quién será el que falla y es infiel al compromiso?

Amós nos recuerda que, por no corregirnos de nuestras ingratitudes a Dios y a los hombres, somos merecedores de justa condena y colaboramos al mal de toda la humanidad.

¿Cómo podría ser bello el mundo, alegre la convivencia, fraternas las relaciones humanas, si por todas partes aparecen fantasmas de ingratitud o egoísmo donde debería brillar el sol del amor, de la caridad, de la generosidad, de la justicia?

Agradezcamos al Señor sus dones, incluido el envío de profetas, y rompamos para siempre en velo de nuestras infidelidades al Señor que de verdad nos ama y nos convoca.


3-12. CLARETIANOS 2004

Las palabras de Amós y del salmista en este día son tremendas: “¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?”... cada uno de nosotros puede parafrasear esta acusación: por qué acudes a oraciones perfectamente preparadas, por qué te apuntas a un grupo de formación, de revisión de vida, por qué trabajas en una ONG, renuncias incluso a diversiones para ir a una convivencia, por qué... tú que en el fondo, pasas de mis mandatos, te haces una religión a la carta, sea cual sea tu estado de vida...

La fidelidad a la alianza va más allá de lo legal, de los mínimos establecidos, no podemos contentarnos con “cumplir”, el amor es lo que resume la Ley entera, asumiendo la realidad pecadora como Jesús en el Evangelio: no le importa rodearse de realidades “impuras”: cementerio, cerdos, endemoniados..., con tal de dar testimonio del Reino aportando datos de la identidad de Dios que casi resultan escandalosos, no es un Dios tranquilito en su cielo desentendido del dolor y pecado del mundo, al contrario, se ha metido de lleno en esta realidad nuestra, limitada, imperfecta y asumiéndola desde dentro, la salva. Aunque esto reporte el temor de las gentes (le piden que se marche) y hasta la persecución (celebramos hoy los primeros mártires de Roma, contemporáneos del martirio de los apóstoles) se nos pide hoy a los cristianos actitudes proféticas de denuncia del mal y falsas imágenes de Dios, y anuncio del Reino de Dios, manifestado en la persona de Jesús, en sus mismas actitudes. Hay que “pringarse” con este mundo nuestro que es también y antes, de Dios.

¡Ojalá tuviéramos siempre a mano los anteojos de Dios para ver el mundo como él lo ve y amarlo con su mismo corazón...!
Vuestra hermana en la fe

Consuelo Ferrús, Misionera Claretiana
(rmiconsueloferrus@telefonica.net)


3-13.

Reflexión

Esta historia del Evangelio nos parecería estar lejana a nuestra realidad, sin embargo la verdad es que se repite frecuentemente hoy en nuestra sociedad dominada por el materialismo. Jesús sana y libera a dos hombres, dos seres humanos que sufrían a causa de unos demonios. Al hacerlo los demonios destruyen toda una piara de cerdos. Los habitantes en lugar de agradecer el haber liberado y sanado a dos hermanos, a dos seres humanos que sufrían, se preocupan más por la perdida material de una piara de cerdos. Vale más la piara de cerdos que la salud y bienestar de dos seres humanos. Como consecuencia, la comunidad rechaza a Jesús. Como vemos la historia se repite una y otra vez. Hoy es más importante la cantidad de producción y la eficiencia que la vida familiar, social y económica de los trabajadores; son más importantes nuestras pertenencias, que el bien social de la comunidad; es más importante el trabajo y el bienestar económico, que la vida familiar y la atención a los hijos… Preferimos lo material a lo espiritual. Y cuando Jesús, a través de la Escritura o de la Iglesia nos advierte de esto, o busca ayudarnos a liberarnos de estas esclavitudes… la respuesta es: Que tiene la Iglesia (o el mismo Jesús) que decirme sobre qué es más importante, que tiene que hacer en mis negocios, en mi medio social, en mi vida. No dejemos que nos domine lo material. Dios nos ha regalado todas las cosas materiales las cuales son buenas y son para nuestro bienestar, pero jamás deberán estar por encima de los valores como son: la vida humana, la vida familiar, y la protección del medio ambiente. Nada vale una piara de cerdos comparada con la alegría que produce el ver a un hermano sano y feliz.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-14. 2004. Comentrios Servicio Bíblico Latinoamericano


Estudio de los textos

(Algunas indicaciones generales sobre el libro del profeta Amós se ofrecen en el comentario del lunes 28 de junio.)

Tras el paréntesis de ayer volvemos a encontrarnos con los textos del profeta Amós. El de hoy pertenece a la segunda parte del libro (caps. 3-6), la que recoge tres palabras y tres ayes dirigidos contra Israel por sus pecados, concretamente, al primer (5, 7.10-17) y al segundo ay (5, 18-27). Aquel se dirige contra los jueces que se dejan sobornar y éste contra la falsa esperanza en el Día de Yhwh y contra la hipocresía del culto.

Podemos dividir claramente el texto en dos partes. Hasta la alusión a los supervivientes de José tenemos un oráculo dirigido contra los administradores de justicia corruptos (cfr. 5, 7). Partiendo de la oposición bien-mal el profeta condiciona la presencia de Dios en el pueblo a que éste busque el bien. La narración crece en intensidad y, jugando con los mismos elementos, incorpora lo que da concreción al oráculo, la defensa de la justicia en el tribunal. La segunda parte se dirige contra el falso culto. Se parte de una afirmación general puesta en boca de Dios (“detesto y rehúso vuestras fiestas”), después se concretan los detalles de la misma (alusión a las ofrendas, los terneros cebados, el canto), y finalmente se expone la solución al pecado, la práctica del juicio y la justicia. Este es precisamente el elemento que da unidad a nuestro texto, el sentido del culto y, en definitiva, la búsqueda de Dios no tienen más camino que el de la justicia que se expresa en la práctica del bien apartándose del mal. Analicemos a continuación algunos detalles significativos.

La expresión “la casa de José” la encontramos también en 5, 6, es el epónimo utilizado para referirse a las tribus de Efraín y Manasés (cfr. 6, 6), es decir, al reino del Norte, donde predica Amós. Los supervivientes recoge la teología del “resto” que desarrollará más adelante el profeta Isaías (Is 4, 3ss.), parece ser que estamos ante el empleo más antiguo de esta doctrina, aunque aquí aparece expresada en forma negativa (“quizá se apiade el Señor”). Respecto al pueblo, o en este caso los jueces, se dice que se engañan cuando desean que el Señor de los ejércitos se haga presente, el hecho de haber sido elegidos no da garantía de protección (3, 2; 9, 7). La crítica que se hace del culto se refiere a la religiosidad exclusivamente formalista sin relación con la práctica de la moralidad, más aún, se critica la falsa conciencia de que las prácticas religiosas sustituyen la actuación moral correcta. Esto será muy criticado también por otros profetas (Is 1, 10-16; 29, 13-14; 58, 1-8; Jer 6, 10; Os 6, 6; Miq 6, 5-8; Joel 2, 13; Zac 7, 4-6) y por el mismo Jesús (Jn 4, 21-24). Los dones ofrecidos puede estar aludiendo a los sacrificios, aunque no se excluye que signifiquen ofrendas cereales o de cualquier otro tipo. Los sacrificios en acción de gracias son los sacrificios de comunión en donde una parte de la víctima era quemada, otra se reservaba para el sacerdote y una tercera para el oferente. Estas ofrendas sacrificiales se acompañaban con el canto (1Sam 10, 5). Juicio y justicia son traducción de dos términos hebreos distintos, aunque aquí están expresando la misma idea, siendo empleados de este modo, como en otros textos, por el juego literario al que se prestan.

El pasado lunes meditábamos sobre la segunda parte del salmo 49. Remitimos a las indicaciones que dábamos entonces. A continuación nos vamos a centrar en los versículos que hoy se nos proponen.

La mayoría de los versículos pertenece a la primera parte del salmo, es decir, la formada por el exordio y la exposición que Dios hace de la culpabilidad del pueblo en relación con sus deberes cultuales. De la segunda parte, la dedicada a los deberes sociales de la alianza, tenemos las palabras que daban inicio a lo estudiado el lunes. Todo el desarrollo conduce precisamente a estas últimas: la infidelidad a la alianza. Pero ahora, a diferencia de lo que dijimos antes, el ámbito de la acusación no es la moral social, sino el culto. Ajustémonos al texto. El punto de partida es el exordio, donde se insta a Israel a que escuche la voz de Dios, Él mismo en persona es quien está hablando, se trata de una acusación, pero ¿por qué? Dios expone sus razones. En primer lugar se deja claro que no es una acusación contra la integridad de los sacrificios y holocaustos, su queja parece apuntar hacia otro lugar, todavía no lo ha aclarado, lo que sí ha hecho es tomar la determinación de que ya no volverá a aceptarlos. De nuevo la pregunta, ¿por qué? La composición va ganando en intensidad, se va destacando así la indignación que sufre una de las partes. Vienen unas primeras razones, porque las fieras y bestias y todo ser viviente pertenecen a Dios. A éstas se añaden otras formuladas en torno a una pregunta retórica, “¿comeré yo carne de toros...?” Y por último se expresa la razón fundamental en forma de pregunta acusadora, “¿Por qué recitas mis preceptos...?” En el análisis que hacíamos el lunes esto era lo que servia de punto de partida a la gran acusación por el incumplimiento de los deberes sociales, aquí lo debemos interpretar, para no hacer decir a los textos más de lo que expresan, como una acusación contra el culto, no por la forma de practicarlo, como ya hemos dicho, sino por la intención de quien lo realiza, o mejor, por la imagen que tiene de Dios, y restringir su ámbito de acción al culto y, dentro de éste, concebirlo como un ser que se satisface por la carne o la sangre de las víctimas.

Veamos ahora algunos detalles importantes. El exordio plantea la relación mutua de las dos partes de la alianza, “pueblo mío” / “yo, tu Dios”, recuerda a la fórmula de la alianza “vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ex 6, 7; Lev 26, 12; Dt 4, 20; Jer 11, 4). Se distingue entre sacrificio y holocausto, aunque debemos entender el primero como englobante del segundo. Éste último se refiere a cuando toda la víctima era consagrada a la divinidad, es el sacrificio más importante, otros eran, por ejemplo, la oblación, donde se quemaban ofrendas vegetales, el sacrificio pacífico, en el que se quemaba sólo una parte de la víctima, el de expiación, por el que se pedía perdón por las faltas cometidas, etc. (para más detalles se pueden consultar los capítulos 1-7 del Levítico). Resulta llamativa la descripción que se hace de los sacrificios, viene a ser una representación de la totalidad: lo silvestre, lo que pertenece a la montaña, lo del cielo y lo relativo al campo. En los detalles de la pregunta final no nos detenemos pues, como decimos, ya la comentamos el lunes anterior.

(Algunas indicaciones generales sobre el evangelio de Mateo se ofrecen en el comentario del lunes 21 de junio.)

El evangelio de este día se ubica en la misma sección que el del lunes anterior. Sería bueno repasar las breves notas que proponíamos ese día. Nos encontramos, por tanto, en la segunda parte del evangelio de Mateo, donde Jesús anuncia el Reino de Dios a Israel. Tanto en Marcos (Mc 5, 1-20) como en Lucas (Lc 8, 26-39) el episodio se sitúa, como aquí, tras el milagro de la tempestad calmada. Si bien cada uno de ellos recoge detalles distintos, Mateo parece que los reduce, posiblemente para que el lector preste atención a la figura de Jesús.

La narración se presta a ser analizada desde diversos puntos de vista o niveles. Por ejemplo, un primer nivel, el más básico, es el de lectura del texto siguiendo exclusivamente el orden en el que aparecen los acontecimientos narrados: Jesús llega a la región de los gerasenos, dos endemoniados salen a su encuentro y le preguntan qué es lo que desea de ellos. Seguidamente los espíritus le piden que los envíe a una piara de cerdos, Jesús da la orden y se meten en los cerdos que se precipitan en el agua. Por último, los porquerizos dan la noticia a sus paisanos quienes piden a Jesús que se marche del país. Este primer nivel de lectura nos abre a algunas conclusiones, la más importante es que Mateo parece que ha construido la narración a partir de otra más extensa, puesto que muchos datos que aquí aparecen suponen, para ser comprendidos, la existencia de otros. Por ejemplo, en ningún momento Jesús se dirige a los endemoniados, tan solo dice “id”, sin diálogo previo o indicación más precisa del contexto. No se entiende por qué Jesús realiza esta acción sin que se le pida y sin que él haya comprendido su necesidad. Da la sensación de que aparecen datos sin que la narración lo exija, traídos porque lo exige la historia, no al revés, que es más lógico. Veamos algunos ejemplos, ¿por qué sabemos que Jesús llega a una ciudad o un pueblo (dado que hay un cementerio), si sólo se dice que llega a la región de los gerasenos? ¿Cuándo se nos ha dicho que se encontraba de camino? ¿Se nos ha informado en algún momento de la existencia de un acantilado, o de un lago? ¿Se trata del mismo lago que Jesús atravesó? ¿Mueren los demonios al meterse en los cerdos y precipitarse acantilado abajo, o más bien sucede que los cerdos huyen de los demonios? ¿Cuando dice que los porquerizos contaron todo lo ocurrido incluido lo de los endemoniados, a qué se refiere? ¿Hay algo más que esta historia?

Otro nivel de análisis que podíamos emplear sería el retórico, esto es, situarnos ante el texto como lectores, mejor, como interlocutores. En todo momento la narración es cómplice del lector en lo más importante, que es el del reconocimiento de la identidad de Jesús. Los demás personajes que aparecen no lo entienden de manera tan inmediata. De ello es de lo que se da cuenta el omnisciente lector que va viendo, como desde arriba, que los endemoniados en seguida perciben ante quién están y del futuro que les espera. El lector puede llegar a sorprenderse de la magnitud del prodigio, aunque no supone nada nuevo, como ya hemos dicho. Más enigmático le resulta el final de la historia, los últimos que comprenden quién es Jesús son los que le piden que se vaya de su país. La narración deja así un espacio al lector, que se ha convertido de omnisciente en interrogado por el propio texto.

Podíamos también analizar el texto desde el punto de vista narrativo, esto es, cómo el mensaje es comprendido y comunicado. Da la impresión de que el texto se presta más a ser representado o declamado que a ser simplemente recitado o leído, principalmente por las lagunas que nos encontrábamos al utilizar el primer método. O podríamos hacer un análisis semiótico, fijándonos en el tipo de composición sintáctica y gramatical del lenguaje empleado en la narración. Este nos lleva a distinguir actores (Jesús, los endemoniados, los cerdos, los porquerizos y la gente del pueblo), espacios (el cementerio, el camino, el acantilado, el agua) y tiempos (aquí parece estar ausente la secuencia temporal), a percibir las relaciones entre unos elementos y otros (oposición de actores, por ejemplo), los valores de las acciones (punto de vista de Jesús, de los endemoniados, de los porquerizos o del pueblo entero), a determinar la lógica que ha movido la narración (por ejemplo, la exposición de la identidad de Jesús en su dominio sobre los poderes del mal), etc. Otro nivel que podemos emplear es el simbólico, es decir, leer la narración desde el significado simbólico que presentan sus elementos más representativos.

No nos vamos a seguir extendiendo en ello. Hemos dado tan solo unas pistas para mostrar la riqueza que presenta este texto. A continuación vamos a estudiar brevemente sus elementos más significativos. La localización de la acción en Gadara, capital de la región, situada al sudeste del lago de Galilea, es más acertada que Gerasa (Mc 5, 1) o Guerguesa (Lc 8, 26). En todo caso se trata de un lugar gentil, no hay que dejar pasar por alto su simbolismo. Mateo habla de dos endemoniados mientras que Marcos y Lucas sólo hablan de uno. Tampoco aquí hay que olvidar el sentido simbólico del personaje. No se sabrá a ciencia cierta si los personajes que en distintas ocasiones son curados por Jesús y que son catalogados como endemoniados, poseían una enfermedad o efectivamente no pueden incluirse sus manifestaciones en ninguna reconocida y haya que dejarlo en la generalidad de la expresión. Pero lo que sí es cierto es que se expresa el dominio que Jesús tiene sobre las fuerzas del mal (los fariseos veían en estas manifestaciones la mano del demonio, véase, por ejemplo, Mt 12, 22-28). No es que se esté invitando al lector a “creer” en los demonios, sino que se manifiesta que Jesús está sobre ellos (es muy significativo que cuando el Nuevo Testamento cataloga a una persona como enferma Jesús actúa como sanador o curandero, véase, por ejemplo, Mt 9, 32; 12, 22-24; Lc 13, 10-17). La expresión “¿qué quieres de nosotros?” es en realidad una repulsa (literalmente: “¿qué a nosotros y a ti?”). El título Hijo de Dios que los endemoniados otorgan a Jesús está cargado de significado: los poderes del mal reconocen ante quién se encuentran y saben que tienen la batalla perdida (cfr. Mc 1, 24; 3, 11; Lc 4, 41; Hech 16, 17; 19, 15), si bien los fieles se niegan a reconocerlo (Mt 12, 24-32). El antes de tiempo se refiere, en esta perspectiva desde la que estamos analizando los principales elementos, a la consumación escatológica, al momento en el que Dios destruirá todo poder hostil (cfr. 1Cor 15, 24-25). La petición de los demonios de ser mandados a los cerdos está diciendo que el lugar más adecuado para el mal es un ser impuro. Con la presencia de la piara y el ámbito del cementerio, además de la referencia del nombre de la comarca se están indicando que toda la actividad de Jesús se realiza en ámbito gentil. La reacción de los gerasenos no debe ser interpretada exclusivamente como rechazo de Jesús. Se está reconociendo su poder (Mt 8, 27), pero esto les resulta peligroso, posiblemente se esté pensando que él mismo es un demonio (Mt 12, 24). Se evidencia de este modo que el milagro no es medio para inculcar la fe, pero sorprende que no se haga ningún comentario acerca de las razones. En Marcos el hombre sanado le pide a Jesús que le permita seguirle y éste le encarga que proclame la noticia entre sus paisanos (Mc 5, 18-19), ambos detalles son omitidos en Mateo.


Comentario teológico

Tal como otras veces nos ha ocurrido, hoy también resulta difícil armonizar las lecturas. La primera y el salmo desarrollan un tema semejante, la fidelidad a Dios ha de ir acompañada de obras de justicia, ya sea en el tribunal, con la búsqueda del bien, o en el culto, con la sinceridad en la práctica. Sin embargo, el evangelio se centra más bien en una acción portentosa de Jesús, todavía si nos acercamos al sentido de la mayoría de imágenes empleadas percibimos el simbolismo de la acción, Jesús da testimonio del Reino en una localidad gentil (en la otra orilla), cerca de un lugar impuro (un cementerio), rodeado de elementos también impuros (endemoniados, cerdos, porquerizos), trasladando el mal a su lugar (los demonios a los cerdos y éstos al acantiliado). De este modo es reconocido como alguien extraordinario (testimonio de los porquerizos) y por esto mismo visto como un ser misterioso (el pueblo le pide que se marche del país). Nuestra tarea no puede quedar agotada si sólo armonizamos los textos exclusivamente desde una concepción de superación, es decir, el paso de la falta de solidaridad, crítica que se hace en los dos primeros, a la práctica del compromiso con la realidad pecadora o decadente, Jesús que sana y reincorpora a la comunidad a personas que estaban fuera. Tampoco desde una diferente comprensión de Dios, en los primeros textos desde el culto al compromiso social, y en el evangelio de una realidad maldita a una asumida por la divinidad.

Indudablemente estas últimas perspectivas están presentes en los textos y son las que nos ofrecen el punto de partida de nuestra reflexión teológica. En el fondo se está planteando el tema de la imagen que el interlocutor tiene de Dios, y en definitiva de su identidad. En los textos se critica la visión de un Dios ceñido al ámbito de la “legalidad” (se puede consultar el comentario teológico del lunes 28 de junio), en los juicios “legalmente” desarrollados, en la práctica “legal” del culto, o en lo que la tradición ha admitido “legalmente” (la superación de lo puro frente a lo gentil en el evangelio). Decimos de la identidad de Dios, porque la crítica de las falsas imágenes que aparece en las lecturas lleva a la comprensión de su identidad, y en este caso está caracterizada por la desestabilización de lo lógica o tradicionalmente admitido. Podemos expresarla con la oposición humano-divino (legalidad-fidelidad a la alianza, acciones de Jesús-petición de que se marche), pero resulta más significativa la implicación de lo divino en lo humano (la fidelidad a la alianza supera la “legalidad” de los actos, Jesús asume la realidad pecadora). Es lo que con palabras más llanas queda recogido en la expresión ver el mundo con los ojos de Dios.

El paso siguiente del teólogo será comprender la actualidad del mensaje. Primero es obligado el análisis de las estructuras de nuestro mundo, después comprender cómo la identidad de Dios, manifestada en los textos, se encuentra expresada en esta realidad, además de detenernos en las notas actuales que aporta. Paradójicamente, casi un calco de las contenidas en los textos de hoy. Son evidentes, multiformes e inmensas las injusticias con apariencia de “legalidad” practicadas en todos los órdenes humanos, fijémonos, por poner sólo algún ejemplo que “clama al cielo”, en el abismo que separa la situación económica de unos pueblos y otros, pero todo está “legalmente” bien hecho, o en las injusticias practicadas en los ámbitos legales, sin distinción de creencias (irónico y tan actual como en los tiempos del mismo Amós). Pero igualmente es actual el juego legalmente admitido de la fidelidad a los ritos y credos religiosos y el desamparo de tantas urgencias humanas. Y si buscamos no faltan ejemplos de determinadas tradiciones inamovibles que separan más que acercan al Dios de la vida. Y en tercer lugar han de clarificarse algunas posibles soluciones. Curiosamente son también sorprendentemente actuales las que aparecen en las lecturas, los y las creyentes pueden ser un nuevo Amós que critiquen las injusticias cometidas contra los más débiles, de quienes no hacen el bien y buscan el mal, nuevos y nuevas salmistas que expongan el centro de la alianza con Dios, la sinceridad del compromiso, enviados y enviadas de Jesús a los rincones gentiles y endemoniados para ser sanados. Al cristiano y cristiana de hoy se le exige implicación de lo divino en lo humano, han de ser hombres y mujeres de Dios en el mundo.


3-15.

La sola presencia de Jesús hace a estos endemoniados salir de sus sepulcros, y no sólo los hace salir, sino que los hace sentir atormentados pues saben cuál será su destino, cuando Jesús muera en la cruz: condenación total. Por esto declaran que Jesús los ha venido a atormentar antes de tiempo; antes de que se corone como Rey de Reyes y el príncipe del mundo sea dominado bajo sus pies.

Las cosas que en nuestras vidas de alguna manera nos tienen confinados a sepulcros también ante la sola presencia de Jesús saben que tienen sus días contados y por eso, muchas veces, nuestra actitud o la de personas que se acercan a nosotros, que hemos reconocido a Jesús como nuestro salvador y le hemos dejado habitar en nuestros corazones, mostramos actitudes agresivas que impiden que cualquiera pueda atravesar las barreras que ponemos en el camino.

Sin embargo, Jesús, que lo puede todo vencerá, mejor dicho venció. Es ahí donde radicará la diferencia para nosotros poder seguir adelante, liberados. Veo la actitud de Jesús en todo este momento. No parece agitada, solo serena, dando la orden que nos libera y nos ha de librar en todo momento del pecado, de las ataduras, de las angustias, de nuestras dolencias, de nuestros temores.

Cada una de estas cosas reconocerán delante de quien están si realmente le damos a Jesús el centro de nuestras vidas y, al igual que los demonios pedirán ser expulsadas. Jesús, una vez más, con toda su serenidad, dirá: “Vayan”

Dios nos bendice,

Miosotis


3-16.