MIÉRCOLES DE LA SEMANA 7ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Si 4, 12-22

1-1.

-La sabiduría exalta a sus hijos y cuida de los que la buscan.

El que la ama, ama la vida. Los que la buscan desde la aurora, serán colmados de gozo.

El que la posee tendrá la gloria en herencia, dondequiera que él entre, le bendecirá el Señor.

Encontramos de nuevo las afirmaciones de un optimismo profundo: La sabiduría es fuente de «vida», de «gozo» y de «felicidad» . . . ¿«Amo yo la vida», según la invitación de ese pasaje de la Escritura?

¿Deseo ávidamente la sabiduría, hasta el punto de «andar buscándola desde la aurora»?

¡Inestimable valor de la mañana! Un nuevo día empieza para mí, para el mundo.

¿Cómo empleo esos primeros minutos de mi jornada? ¿Son para mí un instante de plenitud y de orientación?

-Los que sirven a la Sabiduría, rinden culto al Dios santo. A los que la aman, los ama el Señor.

«Servir» a la Sabiduría... «Amar» a la Sabiduría... Es todo un estilo de vida. Este arte de vivir, este humanismo no es solamente privilegio de los creyentes -porque muchos de nuestros hermanos agnósticos viven también de Sabiduría-. Ben Sirac nos repite que es un «culto al Dios Santo». ¡El Señor «les» ama!

El autor de esas frases vivía en pleno mundo helenístico pagano, y sabía admirar la sabiduría de las culturas de su tiempo; pero sabía también vincularlas a su propia visión religiosa. ¿Tengo yo esa misma tendencia profunda y equilibrada, que me facilitaría a la vez:

--reconocer los valores humanos vividos por tantos hombres de HOY...

--y hacer patente su relación a Dios de quien esos valores emanan y a quien rinden un verdadero culto: «la gloria de Dios es el hombre vivo»?

La finalidad de la «revisión de vida» es la de habituarnos a tener esa doble mirada, a la vez humana y divina.

-El que escucha la sabiduría... El que la sigue... El que a ella se confía... Al principio le llevará por recovecos, le hará sentir timidez, miedo y pavor; con su disciplina le atormentará hasta obtener su confianza... mas luego le conducirá al camino recto, le regocijará y le revelará sus secretos.

BUSQUEDA/ESFUERZO: Hay en todo ello una idea muy interesante: la experiencia de la «búsqueda». Ser sabio no es una posesión orgullosa y de una vez para siempre. No hay peor error que creerse definitivamente seguro de poseer la verdad. Ser sabio, es, ante todo, «aceptar el aprendizaje», es «revisar» lo que uno sabe, «permanecer abierto a los progresos» es «aceptar los límites de la propia sabiduría» ¡para continuar buscando!

Ben Sirac llega hasta a hablar del «tormento» de la búsqueda. Querer comprender mejor el mundo, querer comprender mejor a Dios, no es un reposar... es una aventura. Requiere esfuerzo, una ruda «disciplina»... al final de los cuales se encuentra el gozo y el conocimiento de los «secretos del mundo».

-La sabiduría le revelará sus secretos.

¡ Un secreto!

Algo precioso, pero escondido, no aparente ni evidente.

Hay que ir más allá de la superficialidad de las cosas hasta llegar a su núcleo más profundo.

Condúcenos. Señor, hasta lo esencial. Revélanos tus secretos. Líbranos de las falsas soluciones y de las seguridades a corto término. Danos esa Sabiduría que proviene de Ti.

Que nuestra luz sea tu Evangelio.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 84 s.


2.- St 4, 13b-17

2-1.

Santiago, predicador concreto, se dirige sucesivamente a algunas grandes categorías sociales de su tiempo. En el pasaje de hoy Santiago hablará más particularmente a los «comerciantes»: desde la época del exilio en Babilonia, algunos judíos se habían especializado en el gran comercio internacional. Hemos visto a Priscila y a Aquila instalarse de ciudad en ciudad, de provincia en provincia. Santiago no condena ese oficio pero lleva la luz de la fe a los cristianos que lo ejercen. A través de esta «revisión de vida» de los comerciantes, cada cristiano queda invitado a reflexionar sobre su vida profesional...

-Me dirijo ahora a vosotros que decís: "hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí el año, "negociaremos" y tendremos "ganancias"»...

Queda aquí perfectamente descrita la «pasión de los negocios», el gusto por el comercio y la habilidad en ver y aprovechar las ocasiones de venta.

Se planean proyectos de inversión, se calculan las «entradas», la rentabilidad, lo que da más.

Examinar mi vida profesional.

Ser competente.

En primer lugar ser un buen «comerciante», o un buen «agricultor», o un buen «profesor», o una buena «ama de casa» o un buen «obrero u obrera especializados» o un buen técnico industrial: saber administrar sus «asuntos»...

-Pero no sabéis qué será de vuestra vida el "día de mañana". Sois humo que aparece un momento y después desaparece.

Santiago recuerda que la vida es corta.

Sin embargo, no hay que olvidar lo esencial. La aplicación a las «cosas materiales», al «trabajo cotidiano» puede llegar a ser un fin en sí, una especie de absoluto. El horizonte único de nuestra vida se reduce al éxito material. «Peligro» advierte Santiago...

«¡Humareda que sube un instante y después desaparece!». Vanidad, caducidad de la vida, si no se tiene en cuenta lo esencial.

Humareda pasajera. Imagen tomada de los libros Sapienciales del Antiguo Testamento (Job 14, 2; Salmo 102, 4-12). Jesús decía: «donde está tu tesoro, allá está también tu corazón».

¿Dónde coloco lo que es esencial, para mí? ¿En el «humo» o en los valores seguros del amor? No hay que despreciar mi vida profesional, ni mi manera de «ganar dinero»... Pero, ¿qué amor o qué egoísmo se impregna de ello?

-Lo que deberíais decir es esto: «Si el Señor quiere y nos da vida, haremos esto o aquello...»

A fuerza de dejarnos sumergir por nuestros «negocios» acabaríamos por vivirlos sin referencia a Dios.

Por el contrario, la Fe nos mantiene en estado de dependencia: «Si Dios quiere, haré esto...»

-Pero ahora hacéis gala de vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este estilo es mala.

En efecto, a menudo, por desgracia, somos presuntuosos, nos pasamos de listos, nos creemos capaces de disponer de nuestra vida a nuestro gusto, sin contar con Dios. «¡Insensato! Esta misma noche, se te reclamará el alma!» Con relación al tiempo que paso en mis negocios, ¿cuánto tiempo dedico a mi alma?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 84 s.


2-2. /St/04/13-17 /St/05/01-11

Este párrafo de Santiago está dividido en dos partes. Se dirige ante todo a los orgullosos y a los ricos. Lo que se dice al engreído de sí mismo (cf. 4,13-17) puede valer un poco para todos. En realidad nada dice de nuevo, nada que no sepa todo el mundo, pero es algo que estamos siempre tentados a ignorar. "No sabéis qué será de vosotros mañana. Vuestra vida, ¿qué es? Una niebla que se ve un rato y luego se desvanece" (v 14). Sin embargo, tendemos a comportarnos como si el futuro dependiese de nosotros y estuviese en nuestras manos. Sería más sensato decir: "Si el Señor quiere y nos da vida, haremos esto o lo otro" (15). La verdad sobre la propia situación se hace siempre incómoda.

La diatriba siguiente contra los ricos (cf. 5,1-6) es más dura. Resulta lamentable que uno se deje deslumbrar por el brillo de las riquezas y de los vestidos, del oro y la plata. Por otra parte, hay que dar la razón a Santiago cuando oye, en el origen del amontonamiento de riquezas, el clamor de trabajadores estafados y las protestas de los segadores; y todavía más si las riquezas no sirven sino para vivir entre delicias y hundirse en placeres inútiles.

Todo llegará. El Señor ahora no está, pero volverá. La riqueza se pudre, los vestidos se apolillan, el oro y la plata se los come el orín. La fuerza de los hermanos se basa en la paciencia y la firmeza hasta el retorno del Señor. El campesino no puede cambiar a su gusto el ritmo de las lluvias; tiene que esperar. Todo tiene su tiempo. También lo tiene la vuelta del Señor, que se adivina en el horizonte como el tiempo de la cosecha del fruto precioso del sufrimiento y la paciencia. "Porque el Señor es compasivo y misericordioso" (v 11). Con estas palabras muestra el texto una rendija de luz y de esperanza para todos, por más que una esperanza semejante nos pudiera parecer paradójica e incluso injusta. En resumidas cuentas, lo que realmente vale no es lo que piensa el predicador, sino el juicio verdadero y justo de Dios.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 634 s.


3.- Mc 9, 37-39

3-1.

-Juan, uno de los doce, decía a Jesús

Juan, "el discípulo que Jesús amaba", como dirá de sí mismo. Entre los doce, es efectivamente uno de los que parece mejor comprender a Jesús, estar más próximo a El.

¿Qué dirá a Jesús?

"Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba a los espíritus impuros, pero que no es de los nuestros y se lo hemos prohibido Decididamente, ¡cuán enzarzados se hallan todos en cuestiones de prelaciones, de envidias, de mezquindades! Jesús acaba de anunciar su Pasión en la que se hará el "último de los servidores"..., ha aconsejado a sus discípulos hacerse servidores y no buscar los primeros sitios. Y he aquí que la reacción de Juan, uno de los mejores, es una reacción de dominio, una voluntad de poder, una preocupación de conservar un monopolio; ¡quisiera guardar para él solo, acaparar para el grupo de los Doce el poder de Cristo! No juzguemos a los apóstoles, no juzguemos a nadie.

Sería demasiado fácil, ya lo hemos dicho, aplicar el evangelio... a los demás.

¿Quién de nosotros no ha tenido alguna vez esos sectarismos de grupo? La capa de la solidaridad y de la defensa del bien común de nuestro medio ambiente, ¿no resulta a veces que de hecho estamos defendiendo nuestros propios intereses? ¿Quién de nosotros no ha buscado, algún que otro día, conservar ventajas adquiridas, impidiendo así que otros probaran su suerte?

-Este hombre no está con nosotros, no es de los nuestros...

No forma parte de nuestro grupo.

Y sin embargo.. hace el bien, ¡expulsa los demonios en tu Nombre! Esta situación es muy frecuente y muy actual en la Iglesia de hoy. Sí, la gracia de Cristo actúa más allá de las estructuras visibles de Iglesia. Hombres y mujeres, como en tiempo de Jesús, no forman parte del grupo de discípulos y no obstante actúan en nombre de Jesús.

-No se lo prohibáis.

He aquí la respuesta de Jesús.

-Pues ninguno que haga un milagro en mi nombre, hablará luego mal de mí.

Trabajar para Cristo, actuar en el mismo sentido que actuaba Cristo, es ya una cosa buena... que permite caminar hacia un conocimiento y una palabra conformes a Cristo.

No es este el único pasaje del evangelio en el que Jesús da valor a la acción .

Para muchos hombres de nuestro tiempo, es también por la acción recta, por el compromiso serio según la propia conciencia... que podrá instaurarse una pedagogía de la fe que llevará al descubrimiento más explícito de Cristo.

-El que no está contra nosotros, está con nosotros.

Esto va en el mismo sentido.

¡Fórmula alocadamente optimista! En lugar del espíritu estrecho y sectario de Juan, tenemos aquí una apertura total. Jesús invita a sus discípulos a confiar en el Espíritu Santo.

La Iglesia actual, siguiendo a Jesús, quiere ser ampliamente abierta. El último Concilio voluntariamente renunció a hacer ninguna condena: "¡el que no está contra nosotros, está con nosotros!" ¿Creo efectivamente que Dios actúa en todas partes? ¿Y que el Espíritu no es propiedad de ningún grupo? ¿Ni de ninguna estructura? El Espíritu sopla donde quiere.

¡No se lo impidamos!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 338 s.


3-2.

1. (año I) Sirácida 4,12-22

a) La sabiduría aparece personificada: es como una madre que instruye a sus hijos, una maestra que busca el bien de sus discípulos, que les sale al encuentro, que les guía disimuladamente y les revela sus secretos. Actúa como mediadora entre Dios y los creyentes.

El autor del libro enumera la serie de ventajas que les vienen a los que aman la sabiduría y la consiguen: tendrán vida, gozarán del favor y de la gloria y la bendición de Dios, aprenderán a juzgar rectamente, se verán acompañados por ella todos los días, les irá instruyendo y educando. Al revés: el que desprecia la sabiduría está caminando a su propia ruina.

b) Al oir esta descripción de la sabiduría no podemos dejar de pensar que para nosotros, cristianos, la sabiduría de Dios nos está bien cercana y continuamente presente en Cristo Jesús, el Maestro, la Palabra viviente de Dios, que nos invita a seguirle, que nos acompaña en nuestro camino, que nos ayuda a discernir y a ver las cosas y los acontecimientos desde los ojos mismos de Dios.

La Palabra de Dios que escuchamos día tras día, sobre todo en la celebración litúrgica, nos está invitando a llenar de Luz nuestro vida, a dejarnos impregnar de su esperanza y de su alegría.

Si el Sirácida intentaba despertar entusiasmo por la sabiduría en el AT (quería que la amaran, la buscaran, la siguieran, la poseyeran), cuánto más nosotros, que reconocemos en Jesús a la Palabra definitiva y viviente de Dios para todos los tiempos. El que dijo: «Yo soy el camino y la verdad y la vida». Si hacemos caso a este Maestro, atesoramos su Palabra y la llevamos a nuestra vida, estamos en el camino de la verdadera felicidad.

A la larga, el que edifica sobre la sabiduría de Dios, y no sobre la del mundo o el propio capricho o los gustos de moda, tendrá ocasión de decir con el salmo: «mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes», porque edifica sobre roca.

1. (año II) Santiago 4,13b-17

a) Santiago amonesta sobre todo a los ricos que hacen sus planes, a los comerciantes que piensan cómo harán negocio y ganarán dinero mañana. Será si viven. Será «si el Señor lo quiere».

Santiago, una vez más, la emprende con los ricos fanfarrones, jactanciosos, que no se acuerdan, entre otras cosas, de que su vida es fugaz y pende de un hilo: «Vuestra vida es una nube que aparece un momento y en seguida desaparece».

Esto nos recuerda al comerciante a quien Jesús llamó necio, porque quería ampliar sus graneros y se las prometía felices, pero no sabía si iba a vivir.

b) De esta página de Santiago viene la buena costumbre que nos legaron nuestros mayores: decir siempre, cuando hablamos del futuro, «si Dios quiere».

Estamos en manos de Dios. No vale la pena absolutizar nada: ni los negocios ni los proyectos ni nuestro futuro. La Palabra nos enseña un sano escepticismo, para que no nos entusiasmemos demasiado de las cosas pasajeras. Nos enseña a ser menos autosuficientes y un poco más humildes.

El salmo suena ahora igual que hace dos mil quinientos años: «Los malvados confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas... Mirad, los sabios mueren lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños». ¿Y de qué les habrá servido todo lo que han almacenado?

A nosotros tal vez no nos pasa con las riquezas pecuniarias. Pero sí con otras riquezas y actividades, a veces frenéticas, que llevamos entre manos. Tal vez también nosotros proyectamos ampliar graneros para que nos quepan todos nuestros papeles y proyectos y esperanzas humanas. Todo eso será «si Dios quiere».

No se nos está invitando a no trabajar y a no prevenir el futuro. Pero sí nos conviene un poco de sabio escepticismo ante las posibles sorpresas de la vida, sin entusiasmos exagerados, que no nos pueden llevar más que a desengaños y disgustos. Generosos en el trabajo, disponibles a todo, pero poniendo cada día de nuestra vida en manos de Dios. «Si Dios quiere».

2. Marcos 9,37-39

a) Jesús sigue educando a los suyos. Esta vez les enseña que no tienen que ser personas celosas ni caer en la tentación del monopolio de nada.

Ante la acusación de Juan de que hay un exorcista que no es del grupo, o sea, que echa demonios en nombre de Jesús, pero «no es de los nuestros», Jesús reacciona con una magnifica amplitud de miras: «No se lo impidáis... el que no está contra nosotros está a favor nuestro». Y más si, en nombre de Jesús, hace milagros.

Los apóstoles pecaban muchas veces de impaciencia y de celos. Querían arrancar la cizaña del campo. Deseaban que lloviera fuego del cielo porque en un pueblo no les habían querido acoger. Jesús tenía siempre mucha más paciencia y un corazón mucho más generoso.

b) Es otra de las tentaciones de «los buenos»: acaparar a Dios, monopolizar sus dones y sus bienes, sentir celos de que otros hagan cosas buenas que no se les habían encomendado oficialmente. Que puedan surgir en la comunidad movimientos e ideas que no teníamos controlados.

Es un caso muy parecido a lo que cuenta el libro de los Números. En aquella ocasión fue Josué, discípulo fiel de Moisés, el que se quejó a éste de que dos ancianos, Eldad y Medad, no habían acudido a la reunión constituyente del grupo de los setenta, en la que los demás recibieron el espíritu y la misión de colaboradores de Moisés, y sin embargo estaban actuando como profetas. También entonces Moisés reaccionó magnánimamente: «¿Es que estás celoso? Quién me diera que todo el pueblo profetizara porque Yahvé les daba su espíritu!» (Nm 11,29).

¿Se nos puede achacar también a nosotros que somos demasiado celosos de nuestros derechos, derechos de monopolio que tal vez nadie nos ha dado? Eso puede pasar entre sacerdotes y laicos, entre mayores y jóvenes, entre hombres y mujeres, entre miembros de una comunidad, entre la comunidad grande y los movimientos o grupos más pequeños.

Aparte la misión encomendada en la Iglesia, por ejemplo, a los ministros ordenados o a los pastores responsables, ¿no exageramos a veces nuestra tendencia a acaparar la verdad o el poder o la razón? ¿no tendríamos que dejar más espacio a la corresponsabilidad de otros y no monopolizar territorios como posesión nuestra?

No somos los únicos buenos. No somos dueños del Espíritu. Deberíamos saber aceptar la parte de razón de los demás, reconocer sus valores, admitir que también otros actúan al menos tan inteligentemente como nosotros y con la misma buena voluntad, y alegrarnos de sus éxitos. Si otros han logrado expulsar demonios, ¿no debería eso llenarnos de alegría?

Porque no se trata de que el bien lo hagamos nosotros, para que nos aplaudan, sino que el bien se haga, sea quien sea quien lo haga, y que este mundo se vea liberado de sus demonios y opresiones. Y aplaudir nosotros, si han sido otros los que lo han conseguido.

Pablo, escribiendo desde la cárcel a los Filipenses (1,18) reconoce que hay personas que están predicando a Cristo, unas por rivalidad y otras con buena voluntad. Y él se alegra de que el mundo vaya conociendo a Cristo: «¿y qué? al fin y al cabo, por hipocresía o sinceramente, Cristo es anunciado y esto me alegra y seguirá alegrándome». Es la actitud que Cristo nos enseña hoy.

«Quien me escucha juzgará rectamente» (1ª lectura)

«Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes» (salmo, I)

«Debéis decir así: si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro» (1ªa lectura, II)

«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos» (salmo, II)

«El que no está contra nosotros está a favor nuestro» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 192-196


3-3.

Una de las cosas que evitan que se dé la unidad en nuestra Iglesia es lo que se conoce como “Capillismo”, es decir esa tendencia a pensar que solo nuestro grupo, nuestro movimiento, es el único que tiene la verdad y que los otros no tienen ni siquiera razón de existir; esta actitud sucede incluso cuando se piensa que tal o cual sacerdote o tal o cual líder religioso es el que tiene la exclusiva para la construcción del Reino. Este pasaje nos muestra que no es algo nuevo sino que es algo que ya desde el tiempo de Jesús existía, por lo que en este pasaje les hace ver que en la Iglesia, que es decir en la construcción del Reino, hay diferentes carismas y diferentes maneras de proponer el mensaje evangélico. Y así encontramos que desde la Teología de la Liberación, que propone un evangelio más encarnado e inculturado desde los más pobres, hasta la Renovación en el Espíritu Santo que busca una renovación del individuo desde el corazón, lo que se busca es la edificación de la sociedad del amor, la vida vivida de acuerdo al Espíritu y la propagación del amor de Dios a toda la humanidad. Cada uno coopera de diferente manera a la única misión de la Iglesia que es evangelizar. No seamos pues de los que criticamos u obstaculizamos la extensión del Reino, sino unámonos en un solo Espíritu a fin de que, como nos lo proponen los Obispos de Latinoamérica, podamos llegar a la unidad en la diversidad.

Ernesto María, Sac.


3-4. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

El hombre siempre tiene anhelos pendientes: de sentido, de justicia, de comunicación, de libertad, la nostalgia profunda de reconciliación y fraternidad, la invencible voluntad de paz, la afirmación de la vida ante las amenazas de aniquilación que pesan sobre cada uno de los seres del universo. Son anhelos pendientes, pero que no son del todo pendientes. La historia nos muestra que, aunque penosamente, el hombre ha ido realizándolos a lo lago de los siglos.

Los cristianos no somos ajenos a estas historias.

La serpiente que esta en el origen de la humanidad y de cada hombre, sin embargo, nos está incitando a los cristianos, a algunos cristianos, a apropiarnos de todo lo bello, bueno y noble que se hace en el mundo. Como si nosotros fuéramos los únicos capaces de hacer el bien. Como si nosotros poseyéramos en exclusiva el Espíritu Santo.

Ya aquellos discípulos de Jesús tuvieron que recibir un reproche de su maestro porque querían que todo el espíritu de su Señor fuera de ellos.

Dios interviene en la historia a través de todo lo que es bueno, amoroso y fraternal. Allí donde se lucha por los humillados, allí donde alguien hace el bien a los débiles y abandonados allí donde con espíritu puro se combate por la fraternidad y la justicia, allí está el Reino de Dios, se sepa o no.

Hay, como dice un pensador, "cristianos anónimos" que, sin saberlo ellos, están dando de comer al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo y que un día, el último día, descubrirán al Señor que les va a abrir de par en par las puertas para que entren en el Reino de los cielos.

Vuestro amigo.

Patricio García, cmf (patgaba@hotline.com)


3-5. CLARETIANOS 2003

El pasado 15 de febrero participé en la manifestación contra la guerra en Irak que se celebró en el centro de Madrid. Lo hice en compañía de varios hermanos míos ... y de miles de personas desconocidas, tal vez cerca de un millón. Había gente de todo tipo: militantes de partidos de izquierda, personas con banderas republicanas, inmigrantes de rasgos diversos, miembros de innumerables “colectivos”: partido humanista, gays y lesbianas, grupos pacifistas de inspiración gandhiana, ecologistas, muchachos armados de litronas de cerveza ... Y también jóvenes de parroquias cristianas, ciudadanos anónimos que se sumaban a una marcha impresionante. Durante el recorrido pensé muchas cosas, pero quizá la más recurrente fue esta: si sólo me uno a los que coinciden conmigo en todos los detalles, creo que jamás voy a luchar por nada. No sintonizaba con casi ninguna pancarta (groseras unas, tópicas otras, interesadas la mayoría) y, sin embargo, comprendía muy bien la ola de indignación ética que recorría a todos. Con expresiones diferentes, se estaba tocando una fibra de humanidad: el rechazo frontal a la guerra como medio para resolver los conflictos. Si se bucea en este rechazo aumenta la confusión, pero, ¿es imaginable una actitud coherente de principio a fin? ¿Se puede desautorizar una postura por el mero hecho de que deja cabos sueltos, porque no saca todas las consecuencias implícitas en ella?

Os cuento esto porque me parece que este es el asunto que se plantea en el evangelio de hoy. Los discípulos de Jesús quieren impedir que un tipo anónimo eche demonios “en nombre del Maestro” por la sencilla razón de que no es de los nuestros, porque no tiene el carné del partido, porque no cumple los requisitos, porque no ha hecho la carrera oficial en la escuela del discipulado.

¿Cómo afronta Jesús la situación? Uno imagina que alguien que predica un mensaje tan radical como el suyo tiene que tomar también medidas radicales, como a veces las toman ciertos líderes de movimientos religiosos que son más papistas que el papa. ¡Pues no! La respuesta de Jesús (¡una vez más!) nos desconcierta y hasta nos escandaliza: No se lo impidáis ... El que no está contra nosotros, está a favor nuestro. Pasa por encima de lo secundario y va a lo esencial: “Vamos a ver, lo que hace este tipo, ¿sirve para ayudar a la gente? ¡Pues adelante!”. No es que dé igual cualquier medio, pero nunca hay que perder de vista la centralidad de los fines. Es más fácil encontrarse en lo esencial que en lo secundario. La letra pequeña nos mata ... con apariencia de fidelidad a la causa. ¡Qué pena!

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-6. 2001

COMENTARIO 1

v. 38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y hemos intentado impedírselo, porque no nos seguía».

Juan, el autoritario (3,17: «el Trueno»), habla en nombre del grupo, que comparte su actitud (hemos intentado). Los Doce no toleran que ejer­zan la misión quienes no aceptan las categorías del judaísmo (no nos seguía). Juan excluye todo seguimiento de Jesús que no incluya la identi­ficación con la ideología de los Doce.

Como «el chiquillo», también el individuo anónimo representa a los seguidores no israelitas, pero ahora en la actividad, que, fundada sobre el verdadero seguimiento, es liberadora como la de Jesús (cf. 3,22s) y eli­mina los fanatismos (demonios) que impiden la convivencia humana; los discípulos, en cambio, por su falta de seguimiento, han fracasado (9,18.28).



vv. 39-40 Pero Jesús le replicó: «No se lo impidáis, pues nadie que actúa con fuerza como si fuera yo mismo puede al momento renegar de mí. O sea, que quien no esté contra nosotros está a favor nuestro».

Jesús reprueba el intento de impedir esa actividad. Quien libera afir­mando su conexión con él tiene una adhesión estable a su persona y es un aliado. De hecho, posee una autoridad como la que Jesús mismo se proponía comunicar a los Doce para expulsar a los demonios (3,14-15).

COMENTARIO 2

En el episodio de hoy, uno de los discípulos, Juan, corre donde Jesús para pedir autorización y detener a uno que luchaba contra los demonios en nombre de Jesús sin la necesaria autorización...

La respuesta de Jesús abre las puertas para que todas las personas que quieran obrar el bien en su nombre lo hagan. No obliga a todos a meterse bajo el mismo techo. El ecumenismo de Jesús es verdaderamente universal porque le preocupa el bien de la humanidad y no el renombre de su grupo. Hacer el bien a los demás es más importante que los protagonismos.

Jesús debió oponerse fuertemente a los impulsos de los discípulos de convertir la comunidad en un círculo cerrado, como eran las comunidades de Fariseos o de escribas. El conocimiento que él impartía podía ser comprendido por la gente sencilla de mentalidad abierta. Esto no quitaba que las mujeres y hombres que lo seguían recibieran una formación más sólida, porque, la comunidad estaba al servicio de los excluidos y todo el saber al servicio de quien lo quisiera adquirir.

De esta manera, el mensaje de Jesús preparaba a sus discípulas y discípulos a vivir en completa libertad la solidaridad con otras comunidades que hubieran acogido total o parcialmente la opción de Jesús a favor de los marginados.

Importante lección para nuestros días, cuando por la "mundialización" actual, sentimos tan cercana la presencia de las muchas religiones del mundo, que otrora nos pasaban desapercibidas. Hoy convivimos como vecinos cercanos de otras religiones. El espíritu ecuménico de Jesús debe llevarnos a aceptar y reconocer con gozo la presencia de Dios que actúa en todos los pueblos, que atrae hacia sí a los hombres y mujeres desde los múltiples caminos de las diferentes religiones, y que tales religiones no son caminos de condenación, ni siquiera caminos sin salvación, sino caminos que también conducen hasta El. Es preciso convertirnos al espíritu ecuménico de Jesús, a una valoración positiva de todo aquello que en realidad "no está contra nosotros, sino a nuestro favor".

 1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. 2002

Juan, apellidado junto con Santiago “hijos del trueno”, -hoy diríamos violentos, intempestivos (3,17)-, intenta impedir por la fuerza que uno -no perteneciente al grupo de los doce- arroje demonios en nombre de Jesús.

Jesús corta de raíz este intento de monopolizar el bien por parte de sus discípulos, pues sabe que la liberación de las personas es buena venga de donde venga y la haga quien la haga, máxime si la hace alguien que -no siendo del grupo- actúa en nombre de Jesús. Ése ya le ha dado su adhesión y se ha sumado a su causa y es, por tanto, discípulo suyo.

Jesús responde a Juan en plural, o lo que es igual, lo que dice vale no sólo para él, sino para todos los discípulos. Y lo hace con una frase proverbial: “el que no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Difícil lección que debemos aprender todos los seguidores de Jesús: hacer el bien , liberando a las personas, no es exclusiva de nadie; aunque no sea de los nuestros, ése se ha sumado ya a la tarea liberadora de Jesús y no hay por qué impedirle que actúe.

Gracias a su fe, este individuo anónimo, que no pertenece al grupo de discípulos pero obra en nombre de Jesús, es capaz de hacer lo que los discípulos no han podido hacer con anterioridad por falta de fe (9,16-18). Es la fe, la adhesión a Jesús lo que define al discípulo; no basta con pertenecer al grupo; hay que darle la adhesión al maestro, cosa que todavía no han hecho del todo los doce, pues no entienden muchas de las consignas de su maestro. ¿Y nosotros?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. DOMINICOS 2003

En manos de Dios
Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes, y nada les hace tropezar.
Concédeme, pues, que yo guarde tus decretos, y así siempre estarás presente en mis caminos.
Brote de mis labios tu alabanza, porque me instruiste en tus leyes, Señor (Salmo 118)
La experiencia religiosa que se refleja con frecuencia en las lecturas y salmos de la liturgia es la del hombre fiel, amigo de la sabiduría verdadera. Y entre otros, se suelen subrayar tres reflejos en su conciencia noble:
El hombre fiel se siente en manos de Dios, goza de su amistad con Dios, celebra haberse beneficiado de la iluminación divina que le guía en sus pasos.
En un ejercicio de interiorización, cada cual, tomando uno u otro de esos rasgos, podría contrastar esa experiencia de fidelidad y sabiduría con la experiencia contraria: la experiencia de ignorancia, infidelidad, alejamiento del Señor, vida de espaldas a Dios y a su voluntad.
Si lo hace, en el hecho de gozar del don y sabiduría de la fe encontrará motivos sobrados para dar gracias a Dios, y para suplicarle que alargue su mano bondadosa a cuantos todavía no le conocen. Sea éste nuestra oración hoy.
ORACIÓN:
Al celebrar hoy nuestro encuentro litúrgico y la Eucaristía que nos congrega en torno a la Mesa del Altar, te hacemos presentes, Señor Jesús, a todos cuantos honradamente viven en el mundo sin conocerte todavía. Alúmbralos con tu luz poderosa y haz que, a tu lado, sean también ellos pregoneros de tu verdad salvadora. Amén
 
Palabra de sabiduría
Libro del Eclesiástico 4, 12-22:
“La sabiduría instruye a sus hijos, estimula a los que la comprenden. Quienes la aman, aman la vida, y quienes la buscan alcanzan el favor del Señor. Los que la conservan alcanzan la gloria del Señor, y el Señor bendecirá su morada. Quienes la sirven, sirven al Santo, y Dios ama a cuantos la aman. Quien escucha –dice la sabiduría- juzgará rectamente, y quien me hace caso habitará en mis atrios. Con quien me escucha caminaré disimuladamente, y comenzaré probándolo con tentaciones. Si se aleja de mí, cuando su corazón se entregue a mí, volveré a él para guiarlo...”
Múltiples son en el texto de este libro sapiencial los favores de la sabiduría-fidelidad: instruye a sus hijos, hace amar la vida, premia la constancia en el bien, clarifica el sentido de la existencia... Eso mismo es lo que predicamos de la sabiduría de la fe.
Evangelio según san Marcos 9, 37-39:
“En aquel tiempo, dijo su discípulo Juan a Jesús:
Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús le respondió: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
En este breve discurso de Jesús se hace un canto a la “verdad” y a la “bondad”, hállense donde se hallen, y hemos de tender a reconocerlas y acogerlas con apertura de espíritu.

Momento de reflexión
Conciencia discernidora.  
Cuanto en el texto del Eclesiástico se dice como alabanza y reconocimiento a la Sabiduría hay que relacionarlo con la mente y los dones de Dios, en actitud de fe agradecida.
Si no tuviéramos algún conocimiento del Dios que es creador, padre, amigo, revelador de las verdades de salvación, nuestro lenguaje sobre la Sabiduría sería muy otro, pues la veríamos sobre todo como conquista de nuestro genio y trabajo, no como don que viene de lo alto del cielo.
En efecto, a la luz de la fe, nosotros entendemos la sabiduría como creación y derivación del Señor que nos ha regalado un modo de ser dotado de inteligencia y voluntad, una fuente interna de discernimiento que analiza y valora hechos, cosas, actitudes personales. Y en todo descubrimos la huella y el amor de Dios, y le damos gracias
Pero si no mirásemos a Dios como a fuente graciosa de vida que alumbra incluso las tinieblas del “más allá” de la historia, pondríamos la sabiduría como un saber que sólo nos valdría para andar por el “más acá”, por este suelo cargado de intereses, pasiones y engaños, con hambre de disfrutar de esta única vida previsible, utilizándola incluso como arma para defendernos de los demás, haciéndonos cautos en el vivir y obrar.
Conciencia acogedora de toda bondad.
Complemento de lo anterior es el discernimiento que hace Jesús con su Sabiduría divina, hablando con los discípulos.
Por un lado, los discípulos, con su pobre sabiduría humana (egoísta, mezquina), estimaban que el derecho a hacer maravillas en el nombre de Jesús era exclusivo de ellos. ¿Cómo iban a contar igual los extraños que los de casa? ¿No supone esa actitud poco discernimiento en el Espíritu?
Por otro, Jesús, que encuentra en esas personas “ajenos a la casa” una base de diálogo porque dicen “obrar milagros en su nombre”, discierne que no conviene frenar sus acciones buenas.
Si alguien, aunque no sea de los nuestros, aporta elementos nuevos que hablan bien de Dios, del hombre, de la verdad, alegrémonos, pues está cerca de nosotros quien está cerca de la verdad.
Ayudemos a todos los hombres a que sean discípulos de la sabiduría, de la verdad, de la justicia, del amor, y contribuiremos a la formación de nueva humanidad.