SÁBADO DE LA SEMANA 5ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Gn 3, 9-24

1-1. P-O/ORGULLO 

Al robar a Dios el conocimiento del bien y del mal, es decir, al no referirse a nadie mayor que él para juzgar de las cosas y de las personas, el hombre introduce la maldición en el mundo, puesto que no admite otro dios que su yo y su egoísmo. Las cosas no tendrán ya la bondad que Dios les hubiera conferido, sino la que el hombre les atribuye; el bien y el mal, la vida y la muerte se convierten en realidades contrastantes y enemigas entre sí, porque el hombre que las experimenta no puede, como Dios, perdonar el mal y convertirlo en bien, ni curar la muerte y hacerla vida. Aunque semejante a dios, el hombre no tiene, sin embargo, acceso a la vida divina, capaz de transformar el mal y la muerte. Por mucho que se haya acercado a Dios, el hombre no puede liberarse del ridículo: conoce el bien y el mal, la vida y la muerte, pero no puede ser más que un juguete zarandeado entre los límites de esos dos binomios, puesto que carece del poder que Dios posee para dominarlos.

Así, la muerte, que es sencillamente la condición natural del hombre, se nos presenta al mismo tiempo como obra de la colera de Dios. El drama del hombre, en efecto, no está tanto en morir, sino en morir sabiendo que hay un medio de no morir, que hay alguien que era antes que él naciera y que será después de su muerte. Y todo eso porque la inteligencia del hombre puede hacerse una idea de lo eterno y que la muerte no es ya tan sólo un fenómeno natural, sino que se convierte también en un castigo: reduce violentamente al hombre al interior de sus propios límites; restablece el equilibrio entre Dios y el hombre, un equilibrio que el hombre, una vez que ya posee un conocimiento de la eternidad, trata continuamente de romper con sus pretensiones de autosuficiencia.

Solo Jesucristo ha podido conocer el bien y el mal y pasar de la vida a a muerte a la manera de Dios, que triunfa de la muerte con su propia vida que nadie puede arrebatarle y que vence al mal a base de un perdón sin límites.

A los hombres que experimentan, después de Adán, la muerte y la vida, el bien y el mal, les ofrece la Eucaristía el fruto del árbol de la vida que Adán no pudo recoger (v. 22), con el fin de que un poco de vida divina en ellos les permita justificar el mal y vencer a la muerte.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Pág. 221


1-2.

La página de hoy, bajo una apariencia ingenua, es de una sorprendente profundidad filosófica y teológica: nunca se ha añadido nada más sobre la «condición humana».

1º El hombre, hecho para la «relación con Dios», destruye esta armonía por su pecado. Dios nos ha sido presentado como buen «Padre» que se paseaba por el jardín a la hora de la «brisa de la tarde», para hablar con sus hijos. Y de ahí que todo se ha roto: «El hombre tiene miedo de Dios y se esconde». Estas sencillas palabras dejan entrever todas nuestras dificultades para encontrar a Dios: la oración que aburre y que se abandona... Y Dios «expulsa al hombre del jardín»: efectivamente ¡cuán lejos y ausente nos parece Dios !

2.° El hombre, hecho para la "relación con su semejante", destruye todo esto por su pecado.

El «semejante» del hombre, nos ha sido presentado como «el hueso de sus huesos y la carne de su carne». Una explosión de alegría había acompañado a la presentación de la mujer a Adán. Y he ahí que ahora, rota la relación «con Dios», las otras relaciones se rompen también: acusa a su mujer. ¡Oh villano! «La mujer que me diste por compañera, me dio del árbol y comí». ¡Primera reyerta conyugal! Primer conflicto en la humanidad naciente.

Detrás de esas palabras entrevemos las luchas, las iras, los golpes, las guerras, las violencias de toda clase. Y si los padres, Adán y Eva están desunidos, sus hijos, Caín y Abel, irán más lejos, hasta el derramamiento de sangre.

3.° El hombre, hecho para la "armonía de su ser" se siente dividido en su mismo interior. Adán y Eva nos han sido presentados como seres inocentes en los que el cuerpo y el alma estaban en perfecta armonía: estaban desnudos y no se avergonzaban de ello.

Ahora se sienten obligados a vestirse... sus malos deseos son decididamente demasiado fuertes: sus cuerpos son difíciles de dominar, los instintos violentos se despiertan.

Detrás de estas palabras entrevemos todas las tendencias aberrantes que el cuerpo provoca: orgías, alcoholismo, droga, sexualidad mal controlada.

4.° El hombre, hecho para la «relación con la naturaleza», queda duramente sometido a ella.

Adán y Eva habían sido colocados en un medio ambiente feliz, un «Jardín» bien regado con árboles llenos de buenas frutas para alimento. Incluso los animales eran sus amigos... y la serpiente hablaba discretamente. Quiere decirnos que de ahora en adelante todo será diferente.

El hombre queda marcado por su trabajo esencial, su oficio, y el sudor es el signo del esfuerzo a hacer para «ganar su vida». ¡Espinas y cardos crecen con mayor facilidad que el trigo!

La mujer queda marcada por su trabajo esencial, dar a luz a sus hijos: «tus embarazos serán penosos y darás a luz a tus hijos con dolor». Detrás de estas palabras, entrevemos las dificultades de la educación, los distintos sufrimientos que tejen la vida familiar.

Y al fin, ¡la muerte! La inexplicable muerte. ¿Por qué muere el hombre?

Se podría contestar: "porque el hombre no es Dios", porque es «criatura» por lo tanto, es "fragilidad". Y esta es una primera razón natural. Pero el autor añade una segunda razón: el hombre es pecador, y la muerte adquiere así un carácter suplementario de pena.

-Pondré enemistad entre ti y la mujer: su descendencia te pisará la cabeza.

Esto fue dicho solemnemente por Dios a la "serpiente" al Mal personificado.

Así. toda esa destrucción que el pecado opera en la armonía divina, no tendrá la última palabra: desde el principio se anuncia una victoria. una salvación una redención.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 66 s.


2.- 1R 12, 26-32.13, 33-34

2-1.

-El cisma humano, político, pasa a ser un cisma religioso.

Anterior al período real, el único enlace entre las doce tribus era su fe religiosa en Yahvéh. A partir de Saúl y sobre todo, de David y de Salomón, el enlace fue político, pero siempre frágil. Bajo un solo rey, las tribus conservaron su peculiaridad. Las torpezas económicas de Salomón y de Roboan exasperan en extremo a las tribus del Norte: a la primera dificultad, cada grupo se encierra en sí mismo... ¡la unidad se ha roto!

Ahora bien, los habitantes del Norte habían tomado la costumbre de ir en peregrinación a Jerusalén, donde estaba el Arca de la Alianza. Que ese movimiento continúe no agrada a Jeroboam, rey de las tribus del Norte. Renovará pues para el culto dos antiguos santuarios, Betel y Dan. Al cisma humano se añade entonces el cisma religioso.

Todo está muy íntimamente relacionado. También HOY.

Sabemos muy bien que las situaciones económicas y políticas marcan profundamente la vida de los hombres.

La Fe es influenciada por el salario ganado: esto puede chocarnos pero es un hecho. Ayúdanos, Señor, a dilucidar todas las condiciones que requiere la evangelización: creer en Dios, ser misionero, debe conducirnos a todos a trabajar también para una mayor justicia, para una verdadera promoción del hombre. Los Papas y el Concilio nos lo repiten insistentemente.

Ruego para que el Señor me ilumine sobre lo que El espera de mí en ese punto.

Ruego también por todos aquellos que tienen mayores responsabilidades en la marcha del gobierno de los pueblos.

-Jeroboam se dijo en su interior: "Tal como van las cosas, el Reino volverá a la casa de David. Si este pueblo continúa subiendo a la Casa del Señor, en Jerusalén, el corazón de este pueblo volverá también a su señor, a Roboam, rey de Judá. Jeroboam erigió pues dos becerros de oro, uno en Betel y otro en Dan..."

Al principio no fue un culto idolátrico. En el pensamiento de Jeroboam, estas dos estatuas son una evocación del verdadero Dios, Yahvéh.

Pero el pueblo pronto se deslizará hacia la idolatría por contagio de los cultos de Baal, existentes en toda la región. Baal era también representado por estatuas de animales.

¿Cuál es mi «becerro de oro»?

¿Qué contaminación de los valores del mundo, contrarios a los valores evangélicos, dejo penetrar en mí?

La falta, el error de Jeroboam y el de las tribus del Norte, en el fondo consiste en usar la «religión» «para un fin político». Para conservar su reino, para salvaguardar sus intereses, instituye lugares de culto.

También ocurre esto entre nosotros, ponemos a Dios a nuestro servicio, en vez de ponernos nosotros al servicio de Dios. Nos forjamos una cierta concepción de Dios según nuestras necesidades. Señor, ayúdanos a aceptar tus exigencias, incluso cuando nos parece que van contra nuestros intereses inmediatos.

-Este proceder hizo caer en pecado a la casa de Jeroboam y fue causa de su ruina y su exterminio sobre la faz de la tierra.

Interpretación de la historia. El destino trágico de las tribus del norte está ahí para confirmar que no nos separamos impunemente de Dios. "Ruina" y "exterminio" son las secuelas del rechazo explícito de Dios. Los golpes de Estado para las sucesiones de los reyes serán continuos durante dos siglos, hasta la total destrucción del reino bajo las armas de Teglat-Falasar.

Señor, ten piedad. Sálvanos de nuestras culpas

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 66 s.


2-2. /1R/12/20-33 PODER/POLI/TICA/RL:

Cuando el pueblo de Israel se libera del abuso de poder introducido por Salomón, ya estaba demasiado habituado a ser gobernado por un rey. Por eso, aunque elige uno de la oposición lo hace rey, pensando que éste sí respetará sus tradiciones y su dignidad.

¿Acertará en su esperanza? Aunque Jeroboán se había rebelado contra la política de Salomón, no por esto, una vez nombrado rey, dejará de imitar en más de un aspecto su conducta. Igual que él, se construye una capital y fortifica al menos la ciudad de Fanuel que se añade a las que Salomón había dejado fortificadas en el territorio que ahora pertenece a su reino. Sólo esto ya indica que la fuerza misma de la institución le ha llevado a mantener al menos una parte del aparato estatal salomónico. No tiene nada de extraño que en este clima el cálculo político le obligue a crear un santuario rival del que Salomón había creado en su capital de Jerusalén. Como hemos visto tantas veces en la historia, el poder político quiere utilizar para sus propios fines las instituciones religiosas del pueblo de Dios. La división política cristalizará en una multiplicidad de santuarios y de instituciones sagradas: un becerro de oro en lugar del arca, un sacerdocio no levítico de elección real, una fiesta de peregrinación celebrada un mes más tarde que la de Jerusalén. Algunas de estas diferencias tal vez no eran otra cosa que la consagración de diversas tradiciones vigentes en el pueblo de Israel, pero a los ojos de los narradores deuteronomistas significaban una manifestación del capricho real que tergiversaba arbitrariamente las instituciones dictadas a Moisés por Dios mismo. Al amparo de estos santuarios fueron creciendo desviaciones en la fe, en el culto y en la vida moral, desviaciones que los profetas, como Oseas y Amós, denunciaban crudamente.

Las consecuencias de la protección real sobre santuarios y sacerdocio se manifiestan en los intentos de hacer callar la voz de los profetas: Jeroboán mismo intenta hacer callar a un hombre de Dios que le habla (1 Re 13,4), el sacerdote Amasías expulsa de Betel al profeta Amós (Am 7,10). Pero es inútil taparse los oídos delante de la llamada de Dios. El libro de los Reyes saca una clara lección de la historia del reino del Norte: los cálculos para salvar el poder real pasando por encima de la fidelidad a Dios son una culpa de origen que acabará llevando a la ruina, tanto la dinastía de Jeroboán, que Dios habría consolidado igual que la de David (1 Re 11,38), como el mismo reino de Israel con todo su pueblo, que finalmente será deportado (1 Re 14,7-16). El pueblo de Dios y sus dirigentes pueden temer un mismo fin siempre que para obtener sus deseos abandonen a Dios, fuente de agua viva, para excavar cisternas que no pueden retener el agua, como dirá Jeremías (Jr 2,13).

G. CAMPS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 698 s.


3.- Mc 8, 1-10

3-1. /Mc/08/01. J/TENTACION:

Lo que impresiona ante todo en estos relatos es la gente: un gentío numeroso, que ha venido a pie de todas partes, que sigue y escucha a Jesús durante días y días. Según H. Montefiore, toda esa gente nos hace sospechar la formación de un movimiento mesiánico de tipo político que ve en Jesús a un posible jefe. Es verosímil; por lo demás, Juan, a propósito de este mismo episodio, indica que la gente buscaba a Jesús con la intención de hacerlo rey (Jn 6, 15). El clima de Galilea por aquel tiempo estaba efectivamente bastante recalentado y bastaba con cualquier cosa para suscitar fanatismos mesiánicos.

Flavio Josefo, por ejemplo, escribe: "Había individuos falaces e impostores que bajo la apariencia de una inspiración divina promovían revueltas y agitaciones, inducían a la gente a realizar actos de fanatismo religioso y la llevaban al desierto, como si Dios tuviera que mostrarles allí los signos de su inminente libertad" (De bello judaico 2, 259). Bajo esta luz adquiere especial importancia la indicación de que Jesús "obligó" a los discípulos a alejarse y de que él, después de haber despedido a la gente, se retiró a rezar a la montaña (6, 46).

Jesús no quiere fomentar las esperanzas de la gente (que expresan la misma tentación con que se enfrentó en el desierto), sino que se aleja de ellas, encontrando en la oración la claridad de su camino mesiánico hacia la cruz y el ánimo para recorrerlo.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MARCOS
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág.111s


3-2. D/A-H

"Me da lástima de esta gente", dice Dios. Hermanos, nuestro Dios es un Dios compasivo. ¡No nos engañemos! El amor que se hace piedad y compasión tiene una fuerza que no es la de nuestras compasiones humanas, ni tampoco la de esas compasiones impotentes que suscitan el sarcasmo de nuestros contemporáneos.

El amor no se define por la lástima, sino por la admiración.

Cuando Dios dice: "me da lástima", no hay en él ninguna condescendencia, ninguna afectación intolerable, sino, más bien, esta revelación inaudita: Dios es un enamorado. "¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré" (/Is/49/15). Dios está apasionado, Dios está loco. Como un enamorado, porque ama, lo deja todo: su tranquilidad, su reputación, su renombre.

¿Qué puede ver de bueno en nosotros? ¿Cómo puede hacer de nuestra tierra agotada, ingrata, pervertida o sublevada el objeto de semejante amor? ¿Qué pudo obligar al Hijo a tomar la cruz? "Me da lástima esta gente". Y Dios rompe su propio cuerpo, para saciar con él a esta tierra que ni siquiera conoce el hambre que padece.

Dios se tiende sobre el leño del Gólgota, para así levantar a una humanidad que aún no ha llegado a ver agotado su deseo. "Me da lástima de esta gente". Sólo Dios puede decir con verdad estas palabras, porque sólo él admira suficientemente a nuestra tierra.

Sólo él puede conocer lo que esa frase significa, porque sólo él conoce al hombre tal y como lo soñaba él al atardecer del día sexto. Sólo Dios puede repetirla sin condescendencia, porque sólo él puede hacer lo necesario para que se convierta en realidad aquel sueño olvidado. "Me da lástima de esta gente". Sólo Dios tiene derecho a pronunciar estas palabras, por haber pagado un alto precio para que la lástima se trocara en purificación.

"Tomad y comed: esto es mi cuerpo entregado por vosotros y por todos los hombres".

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS I-IX T.O. EVANG.DE MARCOS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág.235 s.


3-3.

El evangelio de ayer era un anuncio del bautismo. El de hoy nos orienta hacia la Eucaristía. Jesús está siempre presente, con los mismos gestos.

-Por aquellos días, hallándose rodeado de una gran muchedumbre que no tenía qué comer, llamó a los discípulos...

La escena que se contará es una "segunda multiplicación de los panes". Pero aquí todos los detalles son empleados por Marcos para mostrarnos que la "mesa de Jesús" está abierta a todos, incluidos los paganos.

1ª multiplicación de los panes pp 2ª multiplicación de los panes

-En territorio judío para judíos.

-En pleno territorio de la Decápolis.

-Jesús "bendijo" los panes...:
término familiar a los judíos...
"eu-logein" en griego.
-Jesús "da gracias":
Término familiar a los paganos... "eu-caristein" en griego

-Quedan "doce cestas"
palabra usada sobre todo por los judíos.

Quedan "siete canastas", palabra usada sobre todo por los griegos.

"Doce" es la cifra de las "doce tribus de Israel"... -La primera comunidad "judeo-cristiana" estaba organizada alrededor de los "doce", como los "doce patriarcas" del primer pueblo de Israel. "Siete" es la cifra de los "siete  diáconos" que organizaron la primera comunidad helenística -suceso extremadamente importante para introducir a los paganos en la Iglesia y darles la impresión de estar a la misma mesa (Hch 6.)

Marcos tiene pues interés en anticipar la evangelización de los paganos, en el ministerio de Jesús: esto corresponde muy bien a la orientación misionera de su evangelio. Es necesario que los apóstoles amplíen su horizonte. ¡La Mesa ofrecida por Jesús está abierta a todos! ¿Siento yo también estas ansias?

-"Tengo compasión de esta muchedumbre... si les despido en ayunas desfallecerá en el camino, porque algunos vienen de lejos.

Todavía el mismo símbolo: los paganos, "los que vienen de lejos", expresión que se encuentra en el libro de Josué 9, 6 y en Isaías 60, 4.

Los primeros lectores de Marcos podían reconocerse: también ellos habían venido de lejos, algo más tarde, para ser introducidos en el festín mesiánico en el pueblo de Dios.

Gracias, Señor.

-El rol de los discípulos. El retrato del apóstol.

Asociados a Jesús para alimentar a las muchedumbres.

Lanzados por Jesús a la acción.

Ven muy bien lo que hay que hacer, pero no tienen los medios. Así sucede también hoy.

El misionero, invitado por Jesús, debe hacer lo que pueda con lo que tiene: y ¡Jesús terminará la obra! No quedarse ociosos ante las necesidades de nuestros hermanos.

-Recogieron siete canastas de los mendrugos sobrantes.

En las dos multiplicaciones de panes hay "residuos". Esto indica que el alimento distribuido es inagotable... es el símbolo de un "acto que tendrá que repetirse constantemente", un alimento que debe ponerse sin cesar a disposición de los demás...

-Dando gracias, los partió...

Es una comida "de acción de gracias" -eucaristía en griego- La alusión es muy clara. Esta relación no puede pasar desapercibida a un lector cristiano: allí también, los primeros oyentes de Marcos se reconocían... el rito esencial de su comunidad era la "cena del Señor".

¿Qué es la misa para mí, hoy?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 320 s.


3-4.

1. (año I) Génesis 3,9-24

a) Es una escena muy viva la que se nos cuenta después del pecado de Adán y Eva: Dios pide cuentas y cada uno de los protagonistas se defiende, se esconde, echa la culpa al otro. El hombre casi se atreve a echar las culpas al mismo Dios: «La mujer que me diste como compañera...».

El castigo que Dios les anuncia parece como una justificación «a posteriori» de unas características naturales de cada uno, que no se saben explicar de otro modo: la serpiente que se arrastra por la tierra, la mujer que da a luz con dolor y el hombre que trabaja con el sudor de su frente. También el pudor que de repente empiezan a sentir parece como un signo de que algo no funciona en la armonía sexual de antes. La expulsión del paraíso siempre quedará como un «recuerdo mítico» y un ideal a conseguir en el futuro.

Pero ya aparece, junto al castigo, la palabra de esperanza: Dios anuncia «enemistades entre la descendencia de la mujer y la de la serpiente: ella te herirá en la cabeza».

b) Todo adquiere aquí una interpretación religiosa, que también nos va bien a nosotros.

Para que relativicemos un poco el orgullo y la autosuficiencia que sentimos.

Lo que hay de malo en el mundo no se debe a Dios, sino al desorden del pecado que hemos introducido nosotros en su plan. Ha habido ruptura, la armonía y el equilibrio ya no funcionan: ahora tenemos miedo de Dios, no nos entendemos los unos con los otros (nos echamos la culpa mutuamente) y somos expulsados del jardín. Queríamos ser como dioses y conocerlo todo, y nos despertamos con los ojos abiertos, sí, pero para vernos desnudos y débiles. Tenemos que confesar que somos caducos: «como hierba que se renueva, que florece y se renueva por la mañana y por la tarde la siegan y se seca», como dice el salmo.

Los conflictos siguen. El trabajo nos cuesta. No damos a luz nada sin esfuerzo. No hay paz ni cósmica ni humana. Ni armonía interior en cada uno. Pero los cristianos escuchamos las palabras de esperanza de Dios en el Edén y sabemos que la victoria de Cristo sobre el mal ya ha sucedido en la Pascua y que nosotros estamos llamados a participar en ella. Por eso podemos decir con el salmo: «Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación... Ten compasión de tus siervos». La lectura de esta primera página tan dolorosa de la humanidad nos debería enseñar sabiduría: «Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato».

1. (año II) 1 Reyes 12,26-32;13,33-34

a) Terminamos hoy las cinco semanas de lectura de los libros históricos del AT con nubarrones oscuros sobre la casa de David y Salomón: el pecado de idolatría de Jeroboán.

El lunes que viene pasaremos a leer libros del NT, empezando por la carta de Santiago.

Al cisma político le sigue ahora el cisma religioso. Es una jugada astuta la de Jeroboán, el rey del Norte: si permite que sus súbditos sigan yendo cada año a adorar a Dios en el Templo de Jerusalén, que está en el Sur, nunca se consolidará la unidad de su pueblo.

Como tantas veces, entonces y a lo largo de la historia antigua y moderna, el poder político tiene la tentación de servirse de la religión para sus fines. Y como han pagado los templos, luego pueden mandar callar a los profetas o a los sacerdotes.

Aquí Jeroboán construye en los antiguos santuarios de Betel y Dan dos becerros de oro, que en un principio parece que querían representar a Yahvé («éste es tu Dios, el que te sacó de Egipto»), pero que luego fácilmente derivaron a la idolatría. Establece fiestas y sacrificios. Pero lo que peor le sabe al autor del libro es que nombrara sacerdotes tomados del pueblo, sin que pertenecieran a la tribu de Leví.

b) Disimulando más o menos nuestras debilidades, también los cristianos podemos caer en la tentación de adorar ídolos y levantarles ermitas y altares y ofrecerles sacrificios.

Cada uno sabrá cuáles son esos dioses falsos a los que les dedica al menos parte de su corazón y de su fe. Estamos avisados de que el pecado nos lleva a la destrucción: «Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra». Pero no solemos hacer mucho caso, porque los ídolos son agradables y nos volvemos ciegos. Tendemos a elegir lo más fácil, lo que satisface más inmediatamente nuestros gustos. No vemos desde los ojos de la fe, sino con los humanos.

Luego nos quejamos de las consecuencias, o de que la comunidad no va bien (la comunidad es la suma del valor de cada uno de sus miembros) y que la sociedad o la Iglesia van decayendo y que nosotros mismos nos sentimos cada vez más débiles. Pero no escarmentamos. Cuántas veces nos tenemos que arrepentir de haber iniciado aquel camino que ya veíamos que no era el recto. Pero nos dejamos seducir por los muchos dioses y altares que nos ofrece el mundo de hoy.

Tenemos que estar corrigiendo siempre, a la luz de la Palabra que nos amonesta y nos enseña, nuestra tendencia a desviarnos del recto camino: «Hemos pecado con nuestros padres... nuestros padres se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición, cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come hierba, se olvidaron de Dios su salvador»...

2. Marcos 8,1-10

a) En el evangelio de Marcos se cuenta dos veces la multiplicación de panes por parte de Jesús. La primera no se lee en Misa. La segunda la escuchamos hoy y sucede en territorio pagano, la Decápolis. Dicen los estudiosos que podría ser el mismo milagro, pero contado en dos versiones, una en ambiente judeocristiano y otro en territorio pagano y helenista. Así Jesús se presenta como Mesías para todos, judíos y no judíos.

Lo importante es que Jesús, compadecido de la muchedumbre que le sigue para escuchar su palabra sin acordarse ni de comer, provee con un milagro para que coman todos. Con siete panes y unos peces da de comer a cuatro miI personas y sobran siete cestos de fragmentos.

b) La Iglesia -o sea, nosotros- hemos recibido también el encargo de anunciar la Palabra.

Y a la vez, de «dar de comer», de ser serviciales, de consentir un mundo más justo.

Aprendamos de Jesús su buen corazón, su misericordia ante las situaciones en que vemos a todo el mundo. Por pobres o alejadas que nos parezcan las personas, Jesús nos ha enseñado a atenderlas y dedicarles nuestro tiempo. No sabremos hacer milagros. Pero hay multiplicaciones de panes -y de paz y de esperanza y de cultura y de bienestar- que no necesitan poder milagroso, sino un buen corazón, semejante al de Cristo, para hacer el bien.

La «salvación» o la «liberación» que Jesús nos ha encargado que repartamos por el mundo es por una parte espiritual y por otra también corporal: la totalidad de la persona humana es destinataria del Reino de Jesús, que ahora anuncia y realiza la comunidad cristiana, con el pan espiritual de su predicación y sus sacramentos, y con el pan material de todas las obras de asistencia y atención que está realizando desde hace dos mil años en el mundo.

La Eucaristía es, por otra parte. la multiplicación que Cristo nos regala a nosotros: su cercanía y su presencia, su Palabra, su mismo Cuerpo y Sangre como alimento. ¿Qué alimento mejor podemos pensar como premio por seguir a Cristo Jesús? Esa comida eucarística es la que luego nos tiene que impulsar a repartir también nosotros a los demás lo que tenemos: nuestros dones humanos y cristianos, para que todos puedan alimentarse y no queden desmayados por los caminos tan inhóspitos y desesperanzados de este mundo.

«Cuando por desobediencia perdió tu amistad, no le abandonaste al poder de la muerte» (plegaria eucarística IV)

«Con sudor de tu frente comerás el pan» (1ª lectura, 1)

«Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya» (1ª lectura, I)

«Señor, tú has sido nuestro refugio, de generación en generación» (salmo, I)

«Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato» (salmo, I)

«Me da lástima de esta gente» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 150-154


3-5.

Primera lectura: 1 de Reyes 12, 26-32; 13, 33-34: Jeroboán hizo dos becerros de oro.

Salmo responsorial: 105, 6-7a. 19-20.21-22: Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

Evangelio: San Marcos 8, 1 -10: La gente comió hasta quedar satisfecha.

Es la segunda multiplicación de los panes. Nos encontramos con una situación que se repite por segunda vez en el evangelio. Jesús y sus discípulos rodeados de muchas personas que los escuchan a pesar de la falta de alimentos, y la solidaridad de Jesús y su grupo, que permite que se realice el milagro de tener alimento para todos cuando se creía que sólo había para unos pocos.

El hecho de que los sinópticos relaten en dos ocasiones la multiplicación de los panes, nos permite pensar que este acontecimiento los marcó de manera importante. ¿Y por qué esa sensibilidad aparentemente tan especial frente a este milagro? ¿Qué huella dejó en ellos que lo recuerdan tanto?

Jesús tiene clara la importancia de la solidaridad para la existencia del Reino que Él propone, y es por eso por lo que insiste en este mensaje para sus discípulos y la comunidad . En todos sus actos la propuesta de igualdad estaba presente. Sólo de esta manera creía Jesús que podría existir una sociedad fraterna. No se podía estar tranquilo si sabía que un hermano estaba en desventaja. Cómo disfrutar con sus discípulos de un alimento que les faltaba a otros? La única posibilidad de estar verdaderamente satisfechos era compartiendo con todos.

La sociedad actual maneja unos principios muy distintos a los enseñados por Jesús. Y hay quienes leen la palabra de Jesús sin relacionarla para nada con lo que ocurre hoy.

Como si Jesús hubiera hablado para otro mundo, o simplemente para el pasado, o sólo en un lenguaje metafórico que nunca se referiría a nuestra realidad... Así, lo que hacen es "esterilizar" las palabras de Jesús. Las privan de toda fecundidad. Las convierten en una especie de droga: Jesús estaría hablando sólo del pan espiritual, no del pan que también hoy es urgentísimo multiplicar y hacer llegar a los 250 millones de pobres que simplemente sobreviven en nuestro continente.

La propuesta de nuestra sociedad es acaparar, no compartir, producir hasta el máximo, no importa a expensas de qué o de quién. Sus principios se pueden resumir en la frase "sálvese quien pueda y como pueda". Esta manera de pensar da como resultado la existencia de unos grupos humanos llenos de miseria, de enfermedades y de muerte, al lado de otros que derrochan. La propiedad privada y el dinero son los dioses de esta sociedad. En esta manera de pensar la solidaridad no tiene cabida, se utiliza la limosna, se entrega lo que sobra.

La multiplicación de los panes por parte de Jesús no es un cuadro de un museo, no es una pieza arqueológica. Preguntémonos sinceramente, con el corazón en la mano: Señor, ¿qué quieres de mí en este mundo con tantos hambrientos? ¿Tengo yo que hacer algo en la multiplicación de los panes hoy?

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-6.

Génesis 3, 9-25: Adán ¿dónde estás?

Salmo responsorial: 89, 1-5

Marcos 8, 1-10: ¿Cuántos panes tienen?

Es difícil no ver en éste y en los demás relatos en los que se nos cuenta cómo Jesús multiplica los panes y los peces para dar de comer a las gentes que le siguen, una anticipación de la Eucaristía. Como en la Eucaristía, el mismo Jesús bendice el pan, da gracias, lo parte y lo entrega a sus discípulos para que lo distribuyan entre la multitud que le escuchaba. Del mismo modo bendice los peces. Y todo porque el hambre de la multitud había hecho que Jesús sintiera piedad por ellos (otra vez la piedad como razón de la actuación de Jesús). Alrededor de aquellos sencillos alimentos, aquella gente se convirtió en una familia. Todos sentados a la misma mesa compartieron lo que tenían. Tuvo que ser una verdadera fiesta. Allí todos se sintieron iguales, hermanos unos de otros. La Eucaristía, en la que los cristianos participamos tantas veces, es el símbolo del gran banquete del Reino al que todos estamos invitados. Pero es también realidad, porque la presencia de Jesús en medio de nosotros nos hace sentir que ya somos una sola familia, que ya somos hijos del mismo Padre. Tarea de la comunidad cristiana es abrir sus puertas para que nunca nadie quede excluido de ese banquete. Para que el Reino se vaya haciendo realidad entre nosotros.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-6. CLARETIANOS 2003

Reanudamos hoy nuestra lectura del Génesis. Nos toca asistir a un espectáculo teatral de primera categoría. En la representación intervienen tres actores principales (Dios, el hombre, la mujer) y una estrella invitada (la serpiente). La obra se titula “Ruido en el jardín” (o de cómo uno puede lavarse las manos antes de Pilatos). Nadie quiere asumir responsabilidades. El hombre le pasa la pelota a la mujer, la mujer a la serpiente y ésta paga el pato: Por haber hecho eso serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo. El hombre y la mujer no se van de rositas. A la mujer le cae una sentencia dura: Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará. El varón también recibe lo suyo: Maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas... Con sudor de tu frente comerás el pan”. Total, que a la chita callando, se fundó el “parto con dolor” y el “trabajo con sudor”, dos instituciones que corren serio peligro de desaparecer: la primera porque cada vez hay menos partos (y además existen técnicas para hacerlos sin dolor) y la segunda porque el trabajo es hoy un bien preciado (y cada vez se suda menos).

Bromas aparte, ¿de qué se está hablando en este guión teatral? ¿Qué tiene que ver la obra “Ruido en el jardín” con la trama de nuestras vidas? ¡Pues se está hablando de nosotros! La obra trata de esa realidad misteriosa que altera nuestras vidas y que la tradición ha llamado pecado. Habla de nuestra tendencia espontánea a no asumir nuestra responsabilidad, a desplazar la culpa hacia los otros, hacia las circunstancias. Habla de nuestra condición herida, del fondo oscuro de nuestro desgarro interior, de la raíz de nuestro desasosiego y del mal que nos envuelve. Naturalmente, con esto no se dice todo. Pero, tranquilos, que la obra no termina aquí. Continuará.

El evangelio tiene otro aire. La escena podría titularse “Merienda sobre la hierba”. Todo resultaría bucólico y festivo si no fuera por el comienzo. Jesús ve a un enorme grupo de extras revoloteando en torno a él y sus discípulos y se desahoga: Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Las consecuencias son serias: Si los despido a sus casas en ayunas se van a desmayar por el camino. Lo que viene después se ajusta a las exigencias del guión: preocupación de los discípulos (¿De dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado?), juego de pregunta y respuesta (¿Cuántos panes tenéis? Siete), sucesión de acciones “eucarísticas” (tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos), encargo ministerial (Estos los sirvieron a la gente), reacción del personal (La gente comió hasta quedar satisfecha).

La obra “Merienda sobre la hierba” también está hablando de ti y de mí. ¿Será necesario explicarla o habla por sí sola?
Buen fin de semana. No tengamos reparo en ser “camareros del Reino” desde lo poco que cada uno tenemos. Alguien se encarga de hacer fecunda nuestra pequeña disponibilidad.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-7. COMENTARIO 1

vv. 1-3 Por aquellos días, como había otra vez una gran multitud y no tení­an qué comer, convocó a los discípulos y les dijo: «Me conmueve esta multitud, porque llevan tres días a mi lado y no tienen qué comer; y si los mando a su casa en ayunas, desfallecerán en el camino. Además, algunos de ellos han venido de lejos.

La fórmula por aquellos días señala en Mc el tiempo del cumplimiento de las profecías (cf. 1,9); sugiere así que se trata de un tiempo posterior al de la vida histórica de Jesús. La escena se sitúa en la orilla oriental del lago, en territorio pagano.

Jesús toma la iniciativa, pero, al contrario que en el reparto de los panes a Israel, aquí no enseña; «enseñar» significa exponer el mensaje tomando pie del AT, tradición religiosa ajena a los pueblos paganos. El primer problema que se presenta es que la gran multitud necesita ali­mento; Mc juega con el doble sentido del alimento: comida y mensaje. Como en el caso de los judíos (6,34-46), el reparto de los panes va a ser la expresión gráfica del mensaje.

Jesús convoca (6,7) a los discípulos: los informa del sentimiento que despierta en él la multitud (me conmueve), la misma reacción de ternura y amor que tuvo al ver la multitud judía (6,34), y del problema que pide solución (no tienen qué comer). Esta multitud ha dado ya su adhesión a Jesús (llevan ya tres días conmigo, cf. Os 6,2) y, como lo indica la expresión de lejos, procede de pueblos paganos (Is 5,25; Jr 4,6.20; 31/38,10). Ahora que van a vivir por su cuenta (si los despido... a su casa, cf. 2,11) necesitan el alimento-mensaje.



vv. 4-5 Le replicaron sus discípulos: «¿Cómo va a poder nadie saciar a éstos de pan aquí en descampado?» El les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Con­testaron: «Siete».

Jesús esperaba alguna iniciativa de los discípulos, pero éstos opinan que el problema de los paganos es insoluble, incluso para Jesús (¿De dónde va a poder nadie...?). No puede haber éxodo ni sociedad nueva para los paganos en cuanto tales; lo que ocurrió con los judíos es imposible con éstos; no encontrarán solución más que a través de Israel. Los discí­pulos no tienen conciencia de lo que Jesús puede hacer ni creen en el amor universal de Dios.



v. 6 Mandó a la multitud que se echara en el suelo; tomando los siete panes, pronunció una acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran; ellos los sirvieron a la multitud.

Jesús no responde a la objeción, se dirige directamente a la multitud; si el nuevo Israel se resiste a su vocación universal, Jesús actuará por su cuenta. Echarse/recostarse en el suelo/en la tierra para comer era la postura de los hombres libres (6,39s). Se expresa así la base de la alternativa de Jesús: plenitud de vida (alimento) en libertad. La tierra (no en 6,39), que alude a la tierra prometida, se menciona aquí (no en 6,39) porque la nueva tierra prometida, el reino de Dios, no es ya el territorio de Israel, sino el mundo en su totalidad. Se anuncia la libertad para todos los hom­bres y pueblos.

Jesús coge todo el alimento que tienen sus discípulos, no reser­va nada. El número siete indica totalidad (6,38: cinco más dos) y está en relación con la totalidad de la humanidad (setenta naciones según la creencia judía del tiempo). Los discípulos que poseen los siete panes tie­nen ya el mensaje completo y están capacitados para la labor con todos los hombres y pueblos; si no lo hacen es porque no quieren.

Jesús pronuncia una acción de gracias (6,41: «una bendición»); con los peces usará bendecir; aparecen así los dos términos usados en la Cena (14,24ss).

El pan es factor de vida; se parte para compartirlo; su reparto es expresión de amor; la misión de la comunidad es un servicio de solidari­dad y amor para comunicar vida a toda la humanidad. El nuevo Israel pierde la propiedad de su pan para hacer partícipes de él a los paganos. Mc hace hincapié en el servicio de los discípulos, que menciona tres veces (6.7). Jesús les enseña a servir, a ofrecer a los paganos la vida que ellos reciben de Jesús. Ellos hacen lo que Jesús les dice, pero pronto se verá que no lo interiorizan.



vv. 7-8 Tenían además unos cuantos pececillos; los bendijo y encargó que los sirvieran también. Comieron todos hasta saciarse y recogieron los trozos que habían sobrado: siete espuertas.

Se añaden los peces, aun fuera del número siete, para indicar la igualdad de los éxodos judío y pagano. La multitud, que no tenía qué comer, ahora tiene alimento sin límite; Jesús colma todas sus aspiracio­nes, los lleva hasta la plenitud de vida (hasta saciarse). Jesús muestra a los discípulos que existe un éxodo (una alternativa) para los paganos igual al de Israel.

La misma multitud recoge los trozos que han sobrado, pero no los retiene para sí: expresa así su compromiso de seguir compartiendo. Las siete espuertas, como los siete panes, miran a los «setenta pueblos» de la tierra: compartiendo se puede dar vida a la humanidad y saciar todas sus aspiraciones.



v. 9 Eran unos cuatro mil, y él los despidió.

Cuatro mil es múltiplo de cuatro, número que indica universalidad ilimitada («los cuatro puntos cardinales»). No se usa la figura de «hom­bres adultos» (6,44), que remitía a las comunidades proféticas del AT, pero se los designa en plural, porque ya están personalizados. Tienen ya el Espíritu, porque llevan tres días con Jesús (2).

Jesús los despide sin alejar antes a los discípulos (6,45); no hay peli­gro de que éstos manifiesten en esta ocasión sus deseos de restauración de Israel. Los individuos de la multitud, con el mensaje que han recibi­do, pueden ya valerse por sí mismos. No tienen que integrarse en el pue­blo judío («la casa de Israel»), irán «a sus casas» (2, cf. 2,11; 5,19), para poner allí en práctica la alternativa de Jesús.

Después de manifestar su proyecto mesiánico con judíos y paganos, Jesús vuelve a territorio judío para ofrecer a Israel este proyecto, que extiende la salvación a todos los pueblos. Encuentra un rotundo rechazo.



v. 10 Se montó en la barca con sus discípulos y fue derecho a la región de Dalmanuta.

Esta travesía está en paralelo con la de 6,47-53. No hay acuerdo sobre la identificación de Dalmanuta, aunque, al mencionarse la presencia de los fariseos, se trata ciertamente de un lugar judío.

Israel está representado por los fariseos (no «algunos fariseos»). Sola­mente ellos aparecen en la escena: no hay pueblo ni espectadores; esto prueba su carácter representativo.

Salen sin que se especifique de dónde: Mc señala así que lo que resal­ta en territorio judío es la ideología y la doctrina fariseas. La presencia de Jesús, portador del mensaje de la igualdad entre los pueblos, provoca inmediatamente la de sus adversarios, quienes, sin tardar, se enfrentan con él; su actitud es agresiva: rechazan sin más la actitud y la actividad de Jesús. Representan la oposición frontal del mundo judío a su progra­ma universalista.

COMENTARIO 2

Esta es la segunda multiplicación de los alimentos que el evangelio de Marcos nos presenta en su Evangelio. Jesús multiplica el alimento en beneficio de toda la multitud que se encuentra congregada; a partir de siete panes y de unos pocos pescados, el grupo es capaz de alimentar a una gran multitud que necesitaba también del alimento corporal. Posiblemente este segundo milagro de la multiplicación de los alimentos puede ser una relectura de la primera multiplicación narrada en Mc 6,32-44; pero dicha relectura, Marcos la aplica al mundo pagano-cristiano.

El milagro debe ser entendido no como una acción mágica de Jesús, sino como un acto de solidaridad desde las carencias que los individuos puedan tener. Los que asumen la causa de Jesús deben ser capaces de aportar desde lo poco, aun con sacrificios, para que se puedan solucionar los problemas, convencidos de que Dios podrá hacer el resto de la obra.

Dentro del relato encontramos dos actitudes que vale la pena releer para poder entender el milagro propiamente dicho. Jesús, por una parte, expresa su compasión por la situación por la que está pasando el pueblo que aguanta hambre por seguirlo. El grupo de discípulos, por su parte, expresa su imposibilidad de conseguir pan en un lugar desierto. Por eso el milagro lo que pretende es que el grupo de los discípulos supere las imposibilidades humanas que impiden la fraternidad y la solidaridad.

La Iglesia, las iglesias, las comunidades de cristianos hoy, también tenemos que hacer posible el milagro de la solidaridad en medio de nuestros pueblos gobernados por el egoísmo, por los intereses particulares, por las políticas de mercado que se han impuesto. Es tarea de los que somos bautizados, el hacer de esta sociedad, de este mundo, de esta historia humana, un espacio donde se pueda vivir de forma diferente, multiplicando experiencias alternativas que le hagan frente a la deshumanización en la que nos encontramos.

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. DOMINICOS 2003

Palabra de Dios en el jardín
Génesis 3, 9-24:
“El Señor, que paseaba por el jardín, llamó al hombre: ¿Dónde estás? Él contestó: Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.
El Señor añadió: ¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer? Adán replicó: La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto y comí.
El Señor dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Eva respondió: La serpiente me engañó y comí.
Entonces el Señor dijo a la serpiente: Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo...
Y a la mujer dijo: Te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará.
Y al hombre dijo:... Comerás de la tierra con fatiga... con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas al polvo...”
En el relato, delicioso sin duda, tenemos una explicación simbólica: imágenes sobre la presencia de Dios en su obra y sobre su solicitud por el hombre,con llamada a su conciencia; imágenes sobre la actitud de desobediencia-soberbia, fuente del mal; imágenes sobre el realismo de la vida entre peligros que nos asaltan. No somos ángeles
Evangelio según san Marcos 8, 1-10:
“Uno de aquellos días, había mucha gente con Jesús y no tenían qué comer. Él llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente...Los discípulos le dijeron: ¿Y de dónde se puede sacar pan aquí, en despoblado, para que coman todos?
Jesús preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Los discípulos dijeron: Siete. Entonces Él mandó que la gente se sentara en el suelo : tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran...
La gente comió hasta quedar satisfechos... y sobraron siete canastas...”
En la historia, Jesús no cambia la realidad del cosmos y la realidad del hombre con sus miserias. Pero actúa con amor y nos enseña a actuar desde actitudes que hablan de la ternura de Dios creador, de entrañas de misericordia para con el pecador.

Momento de reflexión
Leamos con atención el relato del Génesis.
Si lo hacemos, nos daremos cuenta de que el modo como en la escena bíblica se comportan los personajes (Dios, hombre, mujer, serpiente) es el mismo que con frecuencia se da en nuestra historia personal. .En efecto, muchas veces en vez de afrontar las dificultades, responsabilidades y problemas directamente de, tratamos de escondernos a la luz, como si la luz no fuera suficiente, y tratamos de disculparnos a nosotros mismos, aminorando responsabilidades, mientras cargamos sobre otros toda o parte de la responsabilidad: sobre el ambiente, educación, ímpetu de las pasiones, desengaños..
Seamos más sinceros.
Dios está todos los días en el jardín de nuestra vida. Como Adán y Eva, podemos encontrarlo de continuo en el paseo por la naturaleza desnuda, en el niño que nace, en el dolor del que sufre, en la caridad... si somos amigos que sentimos, apreciamos, celebramos sin rubor su presencia.
Si eso no se da, es que, por infidelidad, hemos deformado nuestra conciencia.
Y no vale el truco de que Adán acuse a Eva, y Eva a la serpiente. Si la serpiente hablara, seguiría acusando al lagarto... ¡Todos somos pecadores!
Vivamos de verdad en Dios. Tenemos vocación de hijos, y eso nos lo hace presente en el Jardín del Edén de nuestra vida. Él está a nuestro lado, en nuestro corazón, y nos ama, y nos perdona y nos busca. ¿Qué más podemos desear?


3-9. ACI DIGITAL 2003

1. Véase Mat. 15, 32 - 39: "Entonces, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de estas gentes, porque hace ya tres días que no se apartan de Mí, y ya no tienen qué comer. No quiero despedirlas en ayunas, no sea que les falten las fuerzas en el camino". Los discípulos le dijeron: "¿De dónde procurarnos en este desierto pan suficiente para saciar a una multitud como ésta?" Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?". Respondieron: "Siete, y algunos pececillos". Entonces mandó a la gente acomodarse en tierra. Luego tomó los siete panes y los peces, dió gracias, los partió y los dio a los discípulos, y los discípulos a la gente. Y todos comieron y se saciaron, y levantaron lo sobrante de los pedazos, siete canastos llenos. Y los que comieron eran como cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños. Después que despidió a la muchedumbre, se embarcó, y vino al territorio de Magadán".


3-10. DOMINICOS 2004

La luz de la Palabra de Dios
Primer Libro de los Reyes 12, 26‑32; 13, 33‑34.
" Jeroboam pensó para sus adentros que su reino podía volver a unirse al reino a la casa de David .

Se decía a sí mismo: Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sa­crificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá, y me matarán y volverán a unirse a él, rey de Judá.

Por eso, el rey Jeroboam, después de aconsejarse, hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: ¡Ea! ¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡En adelante este es tu Dios, Israel, este es el que te sacó de Egipto!".

Evangelio según san Marcos 8, 1-10:
"Un día Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: me da lástima de esta gente; lleva ya tres días conmigo y no tie­nen qué comer. Además algunos han venido desde lejos. Le replicaron sus discípulos: ¿ y de dónde podemos sacar pan estando en un despoblado? Él les preguntó: ¿cuántos panes tenéis? Ellos contestaron, siete. Jesús man­dó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias y les entregó los panes a los discípulos, para que se los dieran a la gente; e igualmente hizo con unos cuantos peces que tenían. La gente comió hasta quedar satisfecha; y aún sobró. Eran unos cuatro mil".


Reflexión para este día
La ambición divide, el amor congrega
Ante el relato de un mal pastor del pueblo, Jeroboam, y ante la triste realidad de un pueblo de Dios que sigue viviendo "como ovejas sin pastor", Jesús se nos presenta como el Buen Pastor: el que lejos de toda división, odio fratricida o rebeldía, siente una profunda pe­na por sus ovejas, por su pueblo amado : "me da lástima de esta gente"; y en su virtud rea­liza el gran milagro de la multiplicación de los panes y los peces, pa­ra saciar el hambre corporal de aquellas gentes. Roboam y Jeroboam seguirán en su división y lucha. Jesús da pan y paz.

Ante este hecho portentoso de Jesús nos vienen a la mente un par de comentarios.

El primero es el valor de la solidaridad, del compar­tir aún lo poco que tenemos: en un gesto que todavía hoy nos fal­ta a muchos que nos llamamos cristianos, bajo capa de que lo que noso­tros podemos aportar es tan insignificante que no merece la pena para cubrir las necesidades de tanta pobreza y miseria del mundo.

El segundo es eucarístico. En la Eucaristía Dios nos muestra su infinita solidaridad con todos los que sienten hambre de Él. En la Eucaristía Dios se nos entrega totalmente Jesucristo, como se entregó en la cruz, y nos pregunta: ¿Y tú no te entregas a los demás?


3-11.

Baudoin de Ford (hacia 1190) abad cisterciense
El Sacramento del altar; SC 93, I, pag. 131ss

“Tomó los siete panes, dio gracias, los partió...” (cf Mc 8,6)

Jesús partió el pan. Si no hubiese partido el pan ¿cómo habrían llegado las migajas hasta nosotros? Pero Jesús rompió el pan y lo distribuyó “da con largueza a los pobres” (Sal 111,9) Ha roto el pan para romper la cólera del Padre y la suya propia. Dios le había dicho: “Dios pensaba ya en aniquilarlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo ante él para apartar su furia destructora.” (Sal 105,23) Jesús se mantuvo ante él y lo apaciguó. Por su fuerza indefectible se mantuvo ante Dios sin romperse.

Pero Jesús, voluntariamente ha ofrecido su carne rota por el sufrimiento...”quebraste las cabezas de los monstruos marinos” (sal 73,13) y todos sus enemigos, con tu cólera. Jesús, de alguna manera, ha roto las tablas de la primer alianza, para que ya no estemos bajo la Ley. Ha roto el yugo de nuestra cautividad . Ha roto todo lo que nos aplastaba para reparar en nosotros todo aquello que estaba roto, para hacer volver a la libertad los que estaban cautivos...

Buen Jesús, a pesar de haber partido el pan por nosotros, pobres mendigos, seguimos con hambre... ¡Parte cada día este pan para los que tienen hambre! Hoy, como todos los días, recogemos algunas migajas, y cada día volvemos a tener hambre de nuestro pan de cada día. ¿Si tú no nos lo das, quien nos lo va a dar? Somos menesterosos y desprovistos de todo, no tenemos a nadie que nos parta el pan, nadie que nos alimente, nadie que nos restablezca las fuerzas, nadie más que tú, Dios nuestro. En cualquier consuelo que nos envíes, recogemos las migajas de aquel pan que tú nos partes.


3-12. 2004. Servicio Bíblico Latinoamericano

La expresión “en aquellos días” permite pensar que esta nueva multiplicación de los panes se hace en territorio pagano, lugar del ministerio de Jesús en los últimos días. De entrada el evangelista nos prepara para el milagro al hablar de una multitud que no tiene nada que comer. También cabe destacar dentro de este primer versículo el adverbio “de nuevo”, que indica un acontecimiento similar en el pasado, es decir una primera multiplicación de los panes narrada en Mc 6,30-44. Mientras en la primera multiplicación son los discípulos los que plantean a Jesús su preocupación por la situación de la gente, aquí es Jesús mismo quien llama a los discípulos para expresarles su preocupación y compasión por una multitud que llevan tres días con él y no tienen nada para comer.

Tres días significa que la situación es bastante crítica y que a diferencia del primer relato de multiplicación, no hay aldeas cercanas donde pueda ser despedida la gente para procurarse alimentos. Pero también, tres días indica en la Biblia el plazo máximo que se da Dios para intervenir con su ayuda (Jos 1,11; Gén 40,13; Os 6,2). Pasados los tres días, es tiempo para la intervención salvífica de Dios. La preocupación de Jesús de que puedan desfallecer por hambre al regresar a sus lejanas casas, es una buena manera de introducir el milagro.

El hecho que vengan “desde lejos” ratifica el contexto pagano del relato, pues era común entre las primeras comunidades cristianas considerar a los paganos como los lejanos, en cuanto lejanía de Dios y de la salvación (Ef 2,13.17; Hch 2,39; 22,21). La actitud de los discípulos refleja el máximo de la incomprensión y falta de fe, si suponemos que ya había presenciado un milagro similar. Con razón se afirma en Mc 6,52 “pues no habían entendido lo que había pasado con los panes, tenían la mente cerrada”. También podría pensarse que estamos ante una pregunta retórica, recurso literario utilizado por Marcos, para responder que solo hay uno, Jesús de Nazaret, que puede saciar el hambre de la multitud. Como en la primera multiplicación, Jesús pregunta por la existencia de pan.

Los discípulos sin tener que indagar entre la gente le contestan de inmediato que hay siete panes, número que indica plenitud. Los paganos están invitados a participar de la plenitud del banquete eucarístico. Cabe anotar que en la primera multiplicación el número siete se forma de los cinco panes y los dos peces, con el mismo carácter simbólico. Las palabras de Jesús: “tomando”... “dio gracias”... “los partió”, son típicas de la fórmula utilizada en las diferentes comunidades cristianas en la comida eucarística (Lc 22,19; 24,30; 1 Cor11,24). El papel de los discípulos es el de intermediarios entre Jesús y la multitud. La compasión de Jesús pone en acción la inactividad e incomprensión de los discípulos en favor de los hambrientos. Aunque los discípulos son lentos para entender son rápidos para ejecutar las iniciativas de Jesús, esto les permite continuar el camino del discipulado. Cuando todo parecía estar listo, el evangelista añade la presencia de unos “pescaditos”, sin precisar siquiera el número. La bendición a los pescados es extraña, en cuanto en el judaísmo no se bendecían los alimentos como tal sino a Dios que los procuraba. Otra pista para pensar que es un relato cuya procedencia es de ambientes no judíos.

De nuevo los discípulos reparten lo que a su vez han recibido de Jesús. Todos comieron hasta saciarse. Es interesante constatar que el verbo “saciar” solo aparece tres veces en Marcos, en los dos relatos de la multiplicación de los panes y en el de la mujer sirofenicia. La petición de la mujer, que se conformaba con las migajas que caían de la mesa, es ahora escuchada hasta el punto de compartir la mesa y comer hasta saciarse. En el primer relato eran doce el número de canastos donde se recogieron los sobrantes, simbolizando probablemente las doce tribus de Israel y los doce apóstoles. Aquí, el número de canastos son siete, cifra que puede hacer referencia a los “siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu y sabiduría” (Hch 6,3) que reciben el encargo de “hacerse cargo de las mesas (Hch 6,2). También puede indicar los siete pueblos que habitaban la tierra prometida (Dt 7,1), es decir la totalidad del mundo pagano, anteriormente expulsados y hoy invitados a participar de la totalidad del banquete eucarístico.

El número de los que habían comido varía en los dos relatos. En el primero eran cinco mil hombres, en el segundo cuatro mil, un número que podría simbolizar los cuatro puntos cardinales de la tierra, de donde acudirán todos al banquete del Reino de Dios (Lc 13,19). Pasado el tercer día, con la manifestación salvífica de Dios a través de la consolación y la solución de una necesidad básica como la de la alimentación, Jesús puede despedir tranquilamente la gente para continuar su travesía misionera.


3-13. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Al escuchar este Evangelio, el del reparto de los panes y peces por parte de los discípulos de Jesús, no puedo dejar de pensar en cómo estamos repartiendo los alimentos que, gracias a Dios, hay en abundancia en el mundo. Parece inútil el milagro de Jesús: aunque Él siga multiplicando y regalándonos en abundancia alimento, nosotros aquí lo robamos a los que no lo tienen, nosotros dejamos que millones de personas mueran de hambre, nosotros permitimos que se derrochen alimentos en nuestra casa y un poco más allá haya gente que no tiene para comer.

¿Qué estamos haciendo con el don abundante de Jesús? La tierra produce mucho más de lo necesario, pero somos incapaces de repartir lo que se produce de forma justa. He dicho que somos incapaces, pero igual debería decir que no queremos, que no tenemos “voluntad política” de hacerlo.

Os dejo con un pequeño regalo: dicen que una imagen vale más de mil palabras…

Carlo Gallucci (galluccicarlo@hotmail.com)


3-14.

LECTURAS: 1RE 12, 26-32; 13, 33-34; SAL 105; MC 8, 1-10

1Re. 12, 26-32; 13, 33-34. ¿Apartarse del Dios verdadero no tendrá, acaso, como consecuencia la destrucción de quien se alejó del Señor? Dios nos quiere en torno a Él con un amor indiviso. La Religión no es cuestión política, sino de fe. Jesús nos dirá: mi Reino no es de este mundo. Y muchas veces las envidias, el ansia de poder, lleva a querer fundar nuevas iglesias o nuevas congregaciones religiosas. La Iglesia no puede convertirse realmente en una comunidad de fe mientras quienes la conformamos vivamos guiados por la envidia, o por el ansia de dominar a los demás. Por desgracia esto, en lugar de conducir hacia Cristo, podría convertirse en una práctica de dogmatismos que nos llevarían a despreciar a los demás, y a pensar que sólo nosotros tenemos la razón y que los demás son unos malditos. Vivamos firmemente afianzados en Cristo para que seamos constructores o restauradores de la unidad, muchas veces resquebrajada en la misma Iglesia por culpa nuestra. Dios es Dios de todos; y no podemos crearnos imágenes falsas de Él para asegurar nuestros intereses. Quien vaya hacia el Señor no puede ir encadenado, sino con la libertad de quien se siente hijos suyo.

Sal. 105. Quien se olvida del Dios que nos salvó es fácil presa de otros dioses, que ni son dioses sino fabricaciones del hombre. Finalmente todos estamos necesitando de un punto de referencia para la realización plena de nuestra vida. No vamos en medio del mar a la deriva. Sólo quien no tiene ilusiones, sólo quien no tiene un punto final bien definido es presa de cualquier viento, y se convierte en la persona más inmadura, movida por el viento hacia cualquier lado como las ojas de los árboles. Seamos muy conscientes de a quién o a qué entregamos nuestra vida. Si es el Señor, entonces aprendamos a escucharlo y a serle fieles. Si es a otra cosa distinta de Él entonces pensemos si eso realmente será capaz de salvarnos y de dar la respuesta definitiva a lo que buscamos como nuestro punto de llegada al final de nuestra existencia para lograr nuestra realización plena y nuestra felicidad sin ocaso.

Mc. 8, 1-10. El anuncio de la Palabra de Dios no puede quedarse sin inserirnos en el compromiso de un trabajo eficaz para que, quienes reciben el anuncio del Evangelio, reciban también el consuelo en sus necesidades temporales. A la Iglesia de Cristo se le ha confiado el anuncio del Evangelio que nos salva. Quienes tratamos de unir vida y Palabra podemos correr el riezgo de quedarnos sólo en la promoción humana de nuestras comunidades. Sin embargo el compromiso del auténtico hombre de fe nace de la meditación humilde de la Palabra de Dios, que viene a transformanos desde dentro, y que nos impulsa, que nos envía para que proclamemos lo que hemos vivido. Sólo entonces seremos un signo vivo de Cristo, y podremos compadecernos de las multitudes hambrientas de pan, de justicia, de perdón, de paz, de amor, de comprensión y de tantas otras cosas de las que adolece la humanidad actual. Vamos al mundo no conforme a los criterios del mismo, buscando tal vez nuestra gloria; sino con los criterios de Cristo, como siervos al servicio del Evangelio que pasan haciendo el bien a todos.

El Señor nos ha convocado a esta Eucaristía; y nosotros hemos respondido a su llamado. El Señor toma el pan, pronuncia sobre él la acción de gracias, lo parte y lo distribuye entre nosotros. Es Cristo, no que pasa, sino que entra a nuestra propia vida para hacernos uno con Él. Entramos en comunión de vida con Él para ser, día a día, transformados en un signo cada vez más claro de su amor salvador para todos los hombres. Por eso no podemos venir sólo a ver; venimos a sentarnos a la mesa del Señor para gozar de su Vida y de su Espíritu. No podremos, tampoco, alejarnos de Él como si hubiésemos venido sólo a participar en un rito sagrado. El Señor irá con nosotros y hará que nuestra Eucaristía se prolongue en la vida diaria, pues Él, por medio nuestro, se hará encontradizo a todo hombre de buena voluntad que le busque, y se hará cercano a todos aquellos que necesitan de quien vele por ellos en medio de sus pobrezas, sufrimientos y dolores.

La vida que hemos recibido del Señor, así como los bienes, incluso materiales, de los que nos permite disfrutar, los pone en nuestras manos para que los distribuyamos entre los que nada tienen. Dios no nos quiere egoístas; Él no quiere que lo busquemos sólo para que nos llene las manos y para que acumulemos bienes que, al final de nuestra vida, no podremos llevar con nosotros. No nos quire esclavos de los ídolos que nosotros mismos nos hemos creado. Quienes somos hijos de Dios tenemos como única esperanza final la posesión del Señor, donde viviremos eternamente unidos a Él, como el único y perfecto don que Dios hará a quienes le amaron y sirvieron en los demás. Vivamos comprometidos en una auténtica caridad fraterna para que, viviendo todos con dignidad ya desde esta vida, podamos, fraternalmente unidos por el amor, disfrutar eternamente del Banquete Eterno en la Casa de nuestro Padre Dios.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir como verdaderos hijos de Dios amándonos como hermanos, de tal forma que seamos capaces de velar por el bien de todos, especialmente de los más desprotegidos. Amén.

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3-15.