LUNES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA

 

LECTURAS 

1ª: Hch 11, 1-18 

2ª: Jn 10, 1-10 = PASCUA 04A 

En el ciclo A, si se ha leído este evangelio, 
se sustituye por Jn 10, 11-18


1.

El bautismo del centurión Cornelio es el núcleo de los Hechos de los Apóstoles, un momento decisivo, en el cual el Espíritu de Dios empuja a su Iglesia a la "misión", obligando, por así decir, a los apóstoles a ir resueltamente a los gentiles.

-Los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían aceptado la Palabra de Dios.

Muy pronto el reclutamiento de los cristianos desbordó al pueblo judío. Muchos «gentiles» de distintas razas y naciones pedían ser bautizados. Tenían «Fe» aceptaban la Palabra de Dios, correspondían también ellos, como ciertos judíos, a la Palabra de Cristo. Ante Dios, todos los hombres son iguales. Todos hemos sido llamados.

¿Tengo yo esa apertura? o bien, me considero un privilegiado. Mi actitud ¿es «posesiva» respecto a la fe o es una actitud «oblativa»? Señor, te ruego por los «gentiles» de hoy... por los millares de paganos. Que los cristianos de las comunidades cristianas estén abiertos a esa perspectiva misionera, y que su vida «ofrezca» a todos la auténtica Palabra de Dios... sin guardarla celosamente para sí mismos y sin desnaturalizarla.

HOY, Señor, vas a hacer, quizá, que me encuentre con hombres, que son tus hijos y mis hermanos, pero que no te conocen. Que mi vida, totalmente impregnada de tu Palabra sea para ellos una interrogación incisiva... que les predisponga a «aceptar esa Palabra» por la fe.

-¿Por qué has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos?

La vida en comunidad de unos cristianos, de orígenes y costumbres diferentes, planteaban un grave problema a la Iglesia primitiva. Ciertos miembros de la comunidad, de mentalidad limitada, querían imponer a los demás sus propias costumbres. Acusan a Pedro de ser traidor a su patria por el hecho de ir donde los romanos, el asunto es grave.

Todo pueblo, todo cultura, toda raza, todo medio ambiente... podrá entrar en la Iglesia y en la Fe, sin renegar de sus propias riquezas, con sólo suprimir de sus mentalidades lo que, en ellas, es pecado.

Una sola condición para ello: no querer imponer a los demás su propia cultura... Los obispos de América latina han pedido a los cristianos que repitieran el gesto de Pedro invitando a su mesa a los que no piensan como ellos.

Ayúdame, Señor, a no encerrarme en el particularismo...

-«Estaba yo en oración, en la ciudad de Joppe, cuando tuve una visión: del cielo, algo así como un mantel...»

La intervención milagrosa de Dios hizo que Pedro, a pesar de todo el peso de su pasado y de su ambiente, se resolviera por fin a entrar en casa de los gentiles y comer con ellos. «Una oración...». «Una visión del cielo...». Es el Espíritu de Dios que empuja a la misión. ¡Dios ama a los gentiles!

-La visión del mantel lleno de toda clase de alimentos «¡Vamos, Pedro, come!.»

Hoy, todavía, los judíos tienen prohibidos muy estrictamente ciertos alimentos, que según la tradición de Moisés, eran considerados impuros. Lo que se le pide a Pedro es que supere su propia tradición, y sobre todo que no la imponga a los que no son de su raza. Apertura de espíritu.

Universalismo. Unidad que respeta las diversidades. Pluralismo. Comunión profunda en lo esencial, dejando a cada uno su libertad en lo secundario.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 210 s.


2. 

Este pasaje del libro de los Hechos, escogido para conmemorar la fiesta de la Cátedra de san Pedro, recoge un gesto eclesial muy relevante del Pedro histórico, que ilustra el papel del ministerio de Pedro en la vida de la Iglesia.

En el transcurso de un viaje misionero a través de algunas ciudades de la costa occidental de Palestina, Pedro, aleccionado por una serie de hechos sobrenaturales, se decide a anunciar el evangelio e incorporar a la Iglesia por el bautismo al centurión de la cohorte Itálica de Cesarea, Cornelio, y a su familia, todos ellos piadosos y temerosos de Dios, pero incircuncisos (10,1-47).

Este paso del primero de los apóstoles tomaba el aspecto de un cambio revolucionario en la misión cristiana: se inauguraba oficialmente la apertura de la Iglesia a los gentiles en igualdad de condiciones con los judíos y sin el requisito de sus prácticas religioso-cultuales.

Una vez de regreso a Jerusalén, Pedro es interpelado «por los partidarios de la circuncisión» (11,2-3) y da con decisión razón de su comportamiento, invocando los sucesos sobrenaturales con los cuales el Espíritu Santo se le anticipaba y le forzaba a actuar en aquella dirección: su misteriosa visión en Jope, la visión del mismo Cornelio y el llamado «Pentecostés de los gentiles» (4-15). «¿Quién era yo -exclama Pedro- para oponerme a Dios?» (17).

El resultado, muy positivo, fue que todos se sosegaron y glorificaron a Dios. Con eso protagonizaba Pedro, el primero de los apóstoles, una opción misionera, trascendental y aleccionadora en la vida de la Iglesia. Daba a la vez acogida a un nuevo signo de los tiempos y mantenía una cohesión dinámica y peregrinante de la comunidad cristiana. Es notorio que sobre este punto había en la Iglesia primitiva un amplio abanico de opciones teológicas patrocinadas por grupos diferentes: a) la visión estrecha de algunos jerosolimitanos, creyentes venidos de la circuncisión, enfrentados ahora con Pedro (2-3) y más tarde con Pablo (15,5); b) la actitud radical de Pablo, alérgico a los compromisos mixtificadores, y c) la actitud intermedia de Pedro, que Pablo en Gál 2,11-14 llega a censurar como escandalosamente vacilante.

Sea lo que sea de todo esto, la audaz toma de posición de Pedro en el caso de Cornelio se revela como una medida pastoral profética, que, mirando hacia el futuro, tiene éxito en conciliar los espíritus en aquella Iglesia tan polarizada. En nuestro mundo, marcado por cambios culturales acelerados, la Iglesia conciliar y posconciliar vive también transformaciones profundas y aun enfrentamientos crispados entre algunos grupos eclesiales.

Juan XXIII que convocó y dio la orientación básica al Concilio del aggiornamento eclesial, fue también una opción profética en la línea de la de Pedro.

F. CASAL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 832 s.


3.

Sí, en verdad os digo: El que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, éste es ladrón y salteador. El que entra por la puerta, es el Pastor de las ovejas.

Para comprender bien esta imagen de Jesús, conviene conocer las costumbres de los pastores de oriente; por la noche varios pastores se entienden entre sí para agrupar sus rebaños en un solo redil, vigilado por un solo portero. Los ladrones sólo pueden entrar saltando las empalizadas. Contrariamente, de madrugada los pastores retornan al redil y el portero les abre sin vacilación y pueden llamar a sus ovejas y Ilevarlas a los pastos.

Jesús, aquí, responde a una pregunta de los fariseos, durante la discusión que siguió al milagro de la curación del ciego de nacimiento: ¡Pues qué!, ¿nosotros seríamos también ciegos?" (Juan, 9, 40). Notemos también la correspondencia con un pasaje de los sinópticos: "Dejadlos, ellos son ciegos que guían a otros ciegos (Mt 15, 14; Lc6, 39). Jesús opone los "falsos pastores" -ladrones y salteadores- que pretenden guiar a los demás sin tener para ello mandato... al "verdadero pastor" que es introducido, a plena luz, por la puerta...

-A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz, y llama a sus ovejas por su nombre y las saca fuera; y cuando las ha sacado todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz, pero no seguirán al extraño, antes huirán de él. Los tres evangelios sinópticos han notado a menudo ese tema del "pastor".

Sobre cada frase yo puedo detenerme y llevarla a la oración.

-"Las hace salir..." hasta los verdes pastos.

Jesús nos conduce hacia la felicidad, hacia la verdadera expansión, hacia los verdaderos alimentos.

-"Llama a cada una por su nombre..."

Jesús me conoce, por mi nombre, en el detalle. ¿No debo yo imitar a Jesús y desarrollar a mi alrededor toda una red de lazos de amistad..., luchar contra el "anonimato"? "Anónimo" = "lo que no tiene nombre, que no se le puede llamar por su nombre"

-"Va delante de ellas..." Toda mi vida humana y cristiana no es otra cosa: tratar de seguir a Jesús, hacer todo como El, imitarle. En este momento preciso de mi vida, ¿qué aspecto de la vida de Jesús debo seguir?

-"Las ovejas conocen su voz..." Esto es también una característica esencial de la vida cristiana: escuchar la voz... meditar con amor la palabra... de Jesús.

Hacer oración. Pasar un poco de tiempo a no hacer otra cosa que escuchar a Jesús.

-Ellos no comprendieron

Sin embargo, ¡estaba muy claro! Pero, a veces, no se quiere comprender.

-Jesús tomó la palabra de nuevo: "Sí, en verdad os digo, Yo soy la puerta de las ovejas".

Como todo oriental, Jesús utiliza las comparaciones en abundancia. Encontramos nuevamente aquí el estilo de las parábolas de los sinópticos. "Yo soy la puerta..." Jesús es aquel que abre a la humanidad un nuevo "espacio".

Fuera de El, la humanidad está encerrada en sí misma: ninguna ideología, ninguna teoría, ninguna religión no nos libera de la fatalidad de "no ser más que hombre, y por lo tanto, de morir". Pero Jesús nos saca de nuestra impotencia y nos introduce en el dominio divino... un "espacio infinito, eterno se abre a nosotros, por esta Puerta".

El que por mí entrare, se salvará y hallará pasto... Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia...

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 214 s.


4.

1. Hechos 11,1-18

a) Lucas da mucha importancia al episodio de Cornelio en su libro de los Hechos: le dedica los capítulos 10 y 11 enteros. Hoy leemos el 11, en que Pedro, al dar cuentas a la comunidad de Jerusalén, repite todo el episodio.

Se trataba de un asunto de capital importancia para aquella comunidad: admitir o no a los paganos a la fe, y con qué condiciones (por ejemplo, ¿siguen vigentes las prescripciones judías respecto a la comida?). La conversión de Cornelio y su familia a la fe cristiana es el prototipo para otros casos, como lo había sido en un tono menor el episodio del Eunuco con el diácono Felipe.

Es claro el proceso de cambio que se da en Pedro: por su formación judía, no podía admitir tan fácilmente la apertura universal de la Iglesia, simbolizada en la visión del lienzo y los alimentos que no se podían comer: «ni pensarlo, Señor: jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro». Recordamos la negativa de Pedro a que Jesús le lavara los pies: «no me lavarás los pies jamás». Ahora llega el cambio. El argumento que a él le convence -y luego también a la comunidad- es que Dios ha tomado la iniciativa: «lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano» (referente a las comidas); «si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, ¿quién era yo para oponerme a Dios?» (esta vez referido a la admisión de los paganos). El Espíritu va guiando a Pedro hacia la universalidad de la fe cristiana: ya que los apóstoles no se decidían, fue el mismo Espíritu el que bautizó a la familia de Cornelio, con el «nuevo Pentecostés», que ahora sucede en casa de un pagano.

Otro dato admirable: Pedro, máxima autoridad, acepta la interpelación crítica de algunos de la comunidad, que le tachan de precipitado en su decisión. Da las explicaciones oportunas. Y la comunidad las acepta, reconociendo que «también a los gentiles les ha otorgado la conversión que lleva a la vida». El diálogo sincero resuelve un momento de tensión que podría haber sido más grave.

b) La lección de apertura de la comunidad apostólica, superando las dificultades que surgían por su formación anterior, es siempre actual para la Iglesia. Entonces se trataba de no establecer diferencias entre judíos y paganos, a la hora de recibir la salvación de Cristo. Ahora pueden ser otros los ambientes más actuales de cerrazón y discriminación por nuestra parte.

¿Somos dóciles a los signos con los que el Espíritu nos quiere conducir también a nosotros a fronteras siempre más de acuerdo con el plan misionero y universal de Dios? Ciertamente estos últimos años se están dando evoluciones positivas de apertura más sincera a los laicos, al puesto de la mujer en la Iglesia, a las culturas y lenguas de los varios países (¿cuántos siglos hemos impuesto la aduana del latín a pueblos que no lo entendían?), a la inculturación teológica y litúrgica, etc. Pero ¿es suficiente esta voluntad de cambio y de liberación? ¿o todavía somos víctimas de las ataduras que podamos tener, por formación o pereza mental? ¿o seguimos teniendo discriminaciones contrarias al amor universal de Dios y a la voluntad ecuménica de su Espíritu?

Esto puede pasar en el nivel eclesial, y también en el más cercano y doméstico, en nuestras relaciones con las demás personas. ¿Cómo resolvemos las tensiones inevitables que se crean en una comunidad, ante situaciones nuevas y pareceres diferentes? ¿sabemos dialogar? ¿estamos dispuestos a ver con honradez la parte de razón de los demás? ¿nos buscamos a nosotros mismos o la voluntad de Dios y el bien de la comunidad?

2 A. Juan 10,1-10 (ciclos B y C)

a) El capítulo 10 de san Juan, el dedicado al Buen Pastor, que leemos hoy y mañana, tiene diversas perspectivas: el pasaje de hoy no habla tanto del pastor, sino de la puerta. Un redil es un recinto vallado que recoge y protege a las ovejas, y tiene una puerta, que se supone que está custodiada. Ahora bien, el pastor legítimo es el que «entra por la puerta», mientras que el ladrón no será admitido por el guarda y tendrá que saltar la valla a escondidas para entrar a donde están las ovejas.

Los oyentes de Jesús no entienden la comparación: por eso él mismo se la explica. «Yo soy la puerta». Jesús, a lo largo del evangelio, trata de que entiendan el misterio de su persona con múltiples comparaciones tomadas de la vida: él es el agua, el pan, el camino, el pastor, la luz, la piedra angular... Aquí dice que es la puerta. A través de él «entramos y salimos» legítimamente, sobre todo los pastores. Sólo por él tienen acceso las ovejas a la seguridad del redil. Sólo por él pueden salir a los pastos buenos. Jesús es el único Mediador, por el que la gracia y la palabra de Dios alcanzan a todos, y por el que nuestra respuesta de fe llega al Padre. «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). No hay salvación ni perdón ni luz fuera de él. Sólo el que pasa por él, el que cree en él, entra en la vida. Esto vale para los pastores y para los fieles. Los fariseos -a ellos va dirigido el discurso- son acusados por Jesús de no haber entrado por la puerta, de no ser pastores verdaderos, sino como los que criticaba el profeta Ezequiel (Ez 34). De los pastores se describen ya en este pasaje las cualidades que deben tener para poder decir que son buenos: entran por la puerta, conocen a sus ovejas, van delante de ellas... Son cualidades que en seguida afirmará que él cumple en plenitud, porque es el Buen Pastor.

b) La metáfora de Cristo como puerta nos sitúa ante el siempre actual dilema de aceptar o no a Cristo como el camino y el único Mediador que da sentido a nuestra vida. Cuando buscamos seguridad y felicidad, o tratamos de legitimar nuestras actuaciones: ¿es él en quien pensamos y creemos? Él ya dijo que la puerta que conduce a la vida es estrecha: ¿tratamos nosotros de buscar otras puertas más cómodas, otros caminos más llanos y agradables, o aceptamos plenamente a Jesús como la única puerta a la vida? Si tenemos algún encargo «pastoral», ¿nos sentimos unidos a él, entramos por la puerta que es él, o somos como ladrones que saquean, más que ayudan, a las ovejas?

2 B. Jn 10, 11-18

a) En el ciclo A, por haberse leído el pasaje anterior en domingo, se lee hoy el siguiente (los vv. 11-18), que enfoca en directo la metáfora del Buen Pastor.

El nombre de pastor es muy expresivo. En el AT se aplica a Dios con relación a su pueblo, y también a los reyes como David, o a los sacerdotes, y ahora en el evangelio a Cristo Jesús, y más tarde al ministerio de Pedro («apacienta mis ovejas»). A veces se trata de pastores malos (Ez 34). Otras, del auténtico pastor: Yahvé en el AT, Jesús en el NT. Jesús enumera las cualidades del buen pastor: se preocupa por sus ovejas, las defiende, las conoce y es conocido por ellas, da la vida por ellas, quiere que también otras ovejas vengan y formen un solo redil. Mientras que el pastor mercenario se busca a sí mismo y no se preocupa de las ovejas. Nadie como Jesús puede decir: «yo soy el Buen Pastor». Él puede hablar de estas cualidades porque las cumple perfectamente en su vida. Un pastor, normalmente, no tiene por qué dar la vida por sus ovejas, ni conocer a todas, ni querer reunir a otras: pero Jesús lleva su condición de Pastor de la humanidad, que le ha encomendado Dios, hasta las últimas consecuencias. Él conoce a sus ovejas de igual manera que el Padre le conoce a él y él conoce al Padre. El mejor modelo de unión.

b) Jesús, Buen Pastor, es el espejo en que tendríamos que mirarnos todos los que de alguna manera somos «pastores», o sea, tenemos encargos de autoridad o de ministerio con relación a otros: en la Iglesia, en la parroquia, en la comunidad religiosa, en la familia, en cualquier agrupación cristiana o humana.

Es bueno que hoy hagamos examen de conciencia, pensando ante todo si en verdad somos nosotros mismos ovejas de Cristo: si le conocemos, obedecemos su voz y le seguimos. Pero también, en cuanto estamos revestidos de mayor o menor autoridad para con los demás, mirando a las cualidades que Jesús describe y cumple: ¿somos buenos pastores? ¿nos preocupamos de los demás? ¿buscamos su interés, o el nuestro? ¿nos sacrificamos por aquellos de los que somos encargados, hasta dar la vida por ellos? ¿les dedicamos gratuitamente nuestro tiempo? En medio de un mundo en que las personas viven aisladas, encerradas en sí mismas, ¿nos conocemos mutuamente? ¿conocemos a las personas que encontramos, que viven con nosotros, en la familia o en el grupo? ¿o vivimos en la incomunicación y el aislamiento, ignorando o permaneciendo indiferentes ante la persona de los demás?

Cristo es nuestro Pastor. En la Eucaristía nos da su Palabra -se nos da él mismo como la Palabra que ilumina y alimenta- y sobre todo nos da su Cuerpo y su Sangre para que tengamos fuerzas a lo largo de la jornada. Mostrémosle nuestro agradecimiento. Pidámosle que nos ayude a ser buenos seguidores suyos, imitando también su entrega al servicio de los demás.

«Concede a tus fieles la verdadera alegría» (oración)

«Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» (salmo)

«Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen» (salmo)

«Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará» (evangelio)

«Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 82-86


5.

Primera lectura : Hechos 11, 1-18

Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos.

Salmo responsorial : 41, 2-3; 42,3-4 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.

Evangelio : Juan 10, 1-10 Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

En estos versículos se nos relata la parábola del buen pastor. El pastor que no entra por la puerta es considerado ladrón, y las ovejas no le seguirán. La labor es grata para el que entra por la puerta, porque es reconocido por las ovejas y es bien recibido. Jesús se compara con la puerta por donde debe pasar el buen pastor. Y una vez más se les revela como quien vino a dar vida en abundancia».

Para dar con el verdadero significado de esta parábola debemos entender a quién se refiere el Antiguo Testamento cuando usa la palabra pastor», significado que le da también Jesús. Pastores para el Antiguo Testamento son los gobernantes o dirigentes políticos que están al frente de una comunidad.

Jesús demuestra su rechazo a los pastores que han pervertido su misión, utilizan a las ovejas para explotarlas, para ejercer poder y dominación sobre ellas. Estos no son verdaderos pastores, son ladrones, no han entendido su misión. Cuando una comunidad escoge sus líderes deposita en ellos su confianza, tiene la esperanza que serán guías, una luz para alcanzar la liberación de una historia de opresión. Servicio y entrega son cualidades del buen gobernante que busca el bienestar de la comunidad que dirige, y no su propio lucro y satisfacción personal.

Jesús con su vida es modelo de una sociedad en la que el único interés de los pastores (en el sentido que antes aludido) debe ser dar vida a sus ovejas, sacrificando la suya propia si fuera preciso por el bienestar de los demás.

Para entrar al redil de las ovejas, ser reconocido y seguido por ellas se debe pasar la puerta. Jesús se compara con la puerta misma. Su vida es la norma por la que se debe pasar -la puerta- para ser realmente un buen pastor y no convertirse en explotador y tirano de las ovejas. Para nosotros él es la puerta que nos conduce a la plena hominización.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


6

Hch 11, 1-18: No llames tú profano a lo que Dios ha declarado puro

Sal 41, 2-3; 42, 3-4

Jn 10, 1-10: He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia

La apertura al mundo pagano fue obra del Espíritu del Resucitado. La comunidad apostólica encabezada por Pedro se mostraba renuente a aceptar a los creyentes de otras nacionalidades. Su férrea división entre lo puro y lo impuro les cierra los ojos ante las nuevas realidades que les abre el Espíritu.

La visión del mantel en el que hay diversos animales es una representación de la totalidad del mundo. El mantel con cuatro puntas coincide con los puntos cardinales. Los animales de diferentes especies sobre un único mantel representan la totalidad de la creación participando del mismo plano, de la misma dignidad. Por esta razón, la sensibilidad judía se convertía en un obstáculo para la misión que Dios les encomendaba.

Pedro supera, por un momento, su reticencia frente al mundo gentil. La apertura de la comunidad apostólica es posible gracias a la labor de los seis diáconos y al testimonio de Esteban. Luego, se enfrenta al grupo ortodoxo de Jerusalén para poner en evidencia que el Espíritu no está restringido al antiguo Israel. Un segundo "Pentecostés" ha ocurrido entre los creyentes no paganos. Ante estas evidencias, Pedro afirma la misión a los gentiles como el objetivo de Dios, al cual nadie puede oponerse.

En el Evangelio, Jesús continúa enfrentando dificultades. La multitud no lo acepta como "Mesías" debido a su origen humilde, al lugar de procedencia (Galilea), a la falta de estudios superiores y a su condición de proscrito por la ley. A raíz de la curación del ciego de nacimiento, se desata una controversia. Jesús critica a sus opositores la falta de visión. La ortodoxia judía se empeña en negar la propuesta de Jesús, contraponiéndola a sus tradiciones y leyes. Para ellos, la única realidad posible es su propia interpretación del mundo.

Jesús recurre a la tradición profética que compara a Dios con un pastor y al pueblo con las ovejas. Por medio de ella ilustra cómo los falsos pastores intentan engañar a las ovejas. Sin embargo, éstas descubren al verdadero pastor. El buen pastor es únicamente el que da la vida por sus ovejas. La vida en abundancia es el signo de la verdadera preocupación pastoral.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


7. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

Hay palabras que pueden habitarse como se habita una ciudad. ¡Ah, pero no las puede pronunciar cualquiera! Dicha "Granada" por Federico García Lorca, es como sumergirse en la ciudad. Del mismo modo acontece cuando habla Jesús. No puede pronunciar una palabra sin revelar un mundo: el mundo de Dios. Un día se le ocurrió hablar de sí mismo como de un Pastor y las gentes se abismaron en su alma. Se apercibe enseguida de que este Pastor no es como los demás. Que conoce perfectamente a sus ovejas. Que es alguien que conoce a los hombres, que sabe de ellos en general y en particular. Que cuando se dirige a alguien sus palabras alcanzan la intimidad y el corazón de la persona. Y conoce perfectamente, no para humillar, ni para condenar, ni para aniquilar, sino para elevar, para recrear, para salvar. Dio la vida por nosotros. Se insertó en las entrañas mismas -miserables- de la existencia humana, excepto en el pecado, para hacerlas estallar de gloria.

Un ser que vive y que vive plenamente y abundantemente es un ser a quien todos quisiéramos tener a nuestro lado, pues un ser así contagia vida. Pues bien, el Señor glorioso no es solo un ser que está a nuestro lado sino que vive en nuestro interior.

En este día sólo queremos que nos hable, que nos diga algunas palabras al corazón. Una persona, una sociedad debería tener a gala saber escuchar a los hombres mejores. Su pecado mayor será cerrar los oídos a ellos. No hay tal silencio de Dios, sino que no hay hombres que le escuchen.

Vuestro amigo.

Patricio García, cmf (patgaba@hotline.com)


8. CLARETIANOS 2003

Ha pasado una semana desde el final de la visita del Papa Juan Pablo II a España. Ahora, con un poco de distancia, puedo poner nombre a algunos hechos relacionados con esta visita que bullen dentro de mí:

Más allá de las estadísticas, existe una iglesia viva, que muestra su fe en el día a día y que necesita, de vez en cuando, expresarla como pueblo en marcha.

Los creyentes respiramos celebrando juntos la fe. Esta visita del Papa ha sido una fiesta.

El Papa anciano, enfermo y débil, es una mediación del evangelio más transparente que la que pudo ofrecer Karol Wojtyla cuando era un Papa joven, sano y fuerte, cuando era llamado el “atleta de Dios”.

Muchas personas se sienten a gusto viviendo su fe como “peregrinos” y no tanto como “practicantes” o como “militantes”.

Jesucristo y su evangelio sintonizan con las deseos más hondos de las personas.

Aunque de entrada no siempre se entiendan, al final, lo que queda y se agradece son las propuestas de una vida valiosa.
Sería fácil hacer una lista con todos los “peros” que una visita como esta entraña. Sin embargo, pasan a un segundo plano frente al fruto de una fe que ha cobrado alegría, sentido popular, inserción social, capacidad propositiva.

Comparto con todos vosotros estas reflexiones porque me parece que enlazan con el mensaje de los Hechos de los Apóstoles. Con el episodio de Cesarea, la iglesia primitiva experimenta algo esencial para su vida: la apertura. Supera los límites de la pureza ritual y, sobre todo, supera los límites étnicos. El Espíritu Santo no es patrimonio del grupo judío. Como había profetizado Joel, se derrama sobre toda carne. Por eso, la comunidad, después de escuchar el relato de Pedro, prorrumpe en una alabanza: También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida.

Durante la semana pasada he prestado particular atención al eco de la visita del Papa en diferentes medios de comunicación. No han faltado críticas, pero lo que más me ha sorprendido es que muchas personas (algunas declaradamente agnósticas) se han sentido “tocadas” por un testimonio de autenticidad. Han percibido alegría, convicciones profundas, espíritu de sacrificio, aire popular, esperanza, deseo de caminar. ¿No son todas estas aspiraciones humanas en este comienzo del siglo XXI? Es como si, con nuestra presencia en las calles o ante el televisor, nos hubiéramos unido todos en la recitación del salmo 41: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Los evangelios de esta semana podrían ser denominados “evangelios Yo soy”. A lo largo de los próximos días, el evangelio de Juan nos va a proponer una catequesis sistemática sobre la identidad de Jesús, usando varios símbolos precedidos por la fórmula enfática “Yo soy”, que es una manera de aludir a la condición divina de Jesús.

Si tuviéramos que explicarnos a nosotros mismos quién es el Jesús en el que creemos, o si tuviéramos que proponérselo a otros, ¿qué podríamos decir? El fragmento de este lunes nos ofrece una respuesta muy comprensible hoy: Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará. Imaginemos un aprisco donde están reunidas las ovejas. Imaginemos al pastor que se echa a dormir atravesado en la puerta, de manera que hace al mismo tiempo las funciones de pastor que guarda y de puerta que protege. Jesús-puerta es una manera de hablar de Jesús como “camino de salvación”, como verdadero acceso a Dios.

¿Cómo podríamos dar testimonio de que esto es verdad, de que, cuando todo nos parece cerrado, de que cuando sentimos que “no hay futuro”, Jesús abre caminos, es el “acceso directo” al disco duro de Dios?

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


9. 2002

COMENTARIO 1

vv. 11-13: 11Yo soy el modelo de pastor. El pastor modelo se en­trega él mismo por las ovejas; 12e1 asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; 13porque a un asalariado no le importan las ovejas.

Con la palabra pastor se describe la actividad de Jesús. No un pastor más, sino el pastor modelo: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos.

Frente a éste, modelo de pastor está el anti-modelo, el asalariado, el que mira a su ganancia.

vv. 14-15: 14Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí, 15igual que el Padre me conoce a mi y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas. 16Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escu­charán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.

Ahora expresa cómo la relación de Jesús con los suyos se basa en el mutuo conocimiento. Antes afirmaba un conoci­miento personal de cada uno, ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre él y el Padre, basada tam­bién en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento / amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.



Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. "atrio", alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institu­ción nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las ex­presiones adecuadas a la realidad que viven.



vv.17-18a: 17Por eso el Padre me demuestra su amor, porque yo entrego mi vida y así la recobro. 18Nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia. Está en mi mano entregarla y está en mi mano recobrarla. Jesús se entrega a sí mismo, su vida, y así la recobra, porque darse a sí mismo significa adquirir la plenitud del propio ser. Se recobra la vida con la plena identidad de Hijo, al que el Padre demuestra su amor.

Y esto lo hace con absoluta libertad.

v. 18b: Este es el mandamiento que recibí de mi Padre.

Juan utiliza el término mandamiento para oponer este encargo del Padre a los mandamientos de la antigua Ley; la relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino de amor que identifica; el encargo del Padre expresa la unidad de designio que nace de la sintonía en el Espíritu (5,30). Moisés recibió muchos; Jesús, uno solo.


COMENTARIO 2

La liturgia ha omitido el relato del bautismo de Cornelio y de toda su familia, que el libro de los Hechos trae en el capítulo 10, porque Pedro hace un resumen muy completo y una interpretación inspirada del acontecimiento narrado allí, en los versículos del capítulo 11 que hoy leímos.

Habíamos dejado a Pedro en la ciudad de Jafa (suburbio de la moderna Tel-Aviv) en donde había resucitado a la benefactora Tabita. Hasta allí llegaron los emisarios de un centurión romano llamado Cornelio que lo requerían para que marchara con ellos a Cesarea a visitar a su señor. El tal Cornelio era pagano de nacimiento, además de centurión, es decir, oficial del ejército romano, era “temeroso de Dios”, simpatizante del judaísmo que adoraba al único Dios verdadero y cumplía algunos de los mandamientos de la ley, pero que todavía no había dado el paso definitivo de la circuncisión por el cual se incorporaría plenamente al pueblo de Dios. Cesarea marítima era la capital administrativa de la provincia de Palestina, allí residía el procurador con sus tropas. Era una ciudad moderna, pues la había fundado Herodes el Grande en el año 20 AC. Su puerto artificial y las imponentes ruinas de sus edificios, templos y acueductos, todavía impresionan a los visitantes.

Ambos protagonistas del relato habían tenido respectivas visiones: Cornelio había visto a un hombre en oración en la terraza de una casa en Jafa, al cual se le ordenaba llamar para que le dijera lo que tenía que hacer. Pedro había visto, durante la oración, el famoso mantel lleno de animales de toda especie mientras se le ordenaba que sacrificase alguno y comiese de su carne. El se negaba a hacerlo alegando la obligación judía de no comer carne de animales considerados impuros. Apenas terminada la oración llegaban los emisarios de Cornelio para acompañarlo a Cesarea.

Bastó que Pedro proclamara ante la familia reunida del centurión los elementos esenciales de la fe, el famoso kerygma, para que el Espíritu santo descendiera sobre los presentes. Pedro comprendió el sentido de lo que había visto: también a los paganos se les otorgaba el Espíritu, se les llamaba a la fe en Jesucristo y, por lo tanto se les admitía en la comunidad escatológica de salvación. Por eso no vaciló en bautizar a Cornelio junto con toda su casa, es decir, su familia, incluso, seguramente los niños menores de edad y hasta los esclavos. Porque la religión del Padre era la de toda la familia, según la costumbre de la época.

Vuelto a Jerusalén, luego de su correría por la costa palestinense, Pedro es rechazado por la comunidad judeocristiana pues se ha manchado tratándose con paganos, según han sido informados. El discurso de Pedro les hace caer en la cuenta de que no ha sido decisión suya personal, sino orden de Dios, la de bautizar a esta familia pagana. El episodio anticipa y prepara la gran polémica a la que asistiremos dentro de poco: ¿puede predicarse el evangelio también a los paganos? ¿Puede admitírseles en la Iglesia? ¿Qué condiciones deben imponérseles en caso afirmativo? Si queda superada la arcaica norma de considerar puros e impuros ciertos alimentos, norma que la mayoría de los judíos se tomaban a pecho, quiere decir que, con mayor razón, queda superada la exclusión de los paganos de los bienes de la salvación, en este caso el evangelio, el bautismo, la vida en comunidad. Este paso fue trascendental para el naciente cristianismo. Dándolo, estaba proclamando su independencia del judaísmo tradicional, se estaba conformando una nueva religión fundada en el valor universal de la obra de Cristo. Pablo fue uno de los clarividentes que comprendieron bien las cosas.

El mensaje de la lectura es de universalismo. Dios no rechaza a nadie, a todos ofrece su amor en Jesucristo. ¿Quiénes somos nosotros para oponernos a Dios? Por eso en nuestra comunidad debemos acoger a quien quiera incorporarse a ella, sin hacer diferencias de raza o nacionalidad; de sexo, cultura, lengua, o estatus social; de oficio o dignidad alguna. Para Dios todos somos iguales: sus hijos e hijas muy amados.

En la lectura evangélica continuamos escuchando el discurso del Buen Pastor que ayer domingo habíamos empezado. Dos temas muy sugerentes podemos destacar. En primer lugar el del conocimiento mutuo: el pastor conoce a sus ovejas y las ovejas reconocen la voz del pastor, no la de los asalariado. Cristo nos conoce. Conoce nuestra naturaleza frágil de seres pecadores que Él quiso compartir hasta la tentación. Conoce los sufrimientos de nuestra vida de trabajo, esfuerzo, lucha contra la pobreza, la discriminación y la injusticia del mundo. El también padeció los males de los gobiernos tiránicos y las consecuencias de la desigualdad de oportunidades. En fin, El fue un ser humano como cualquiera de nosotros. Pero nos conoce además con el conocimiento divino del amor creador y misericordioso del Padre pues, El conoce al Padre y el Padre lo conoce a El. Se trata de un conocimiento amoroso, no el que dan las frías estadísticas, ni los extensos tratados científicos o filosóficos. Es el conocimiento de la convivencia y del amor, como el del pastor por las ovejas.

Y nosotros ¿conocemos a Cristo, al Buen Pastor de nuestras vidas? Tal vez sabemos mucho de los evangelios y hasta habremos hecho cursos de Biblia. Pero no se trata solamente de saber datos acerca de Jesús. Hemos de conocerlo como El nos conoce a nosotros, con un conocimiento amoroso que sea el fruto de la intimidad y de la entrega, del compromiso y del seguimiento solícito. Para que podamos darlo a conocer con fervor a quienes lo buscan entre tinieblas.

El segundo tema a resaltar en la lectura es el de las ovejas de Cristo que no son de este redil, de nuestro círculo inmediato, nuestra comunidad, nuestra iglesia. Son los hermanos separados, los hombres y mujeres de buena voluntad, de cualquier religión que sean, o de ninguna. Cristo quiere ser el Pastor de todos aquellos por quienes, libre y conscientemente, como dice hoy el final del discurso, ha dado la vida. Para que no haya sino un solo rebaño conducido por un solo pastor.

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


10. DOMINICOS 2003

Espíritu de verdad y discernimiento

Hoy vamos a hacer, en el inicio de nuestra celebración, un ejercicio de discernimiento colocándonos al lado de san Pedro, apóstol de la fe y de la comunión.

Sintámonos en un momento germinal, un momento en que la primitiva comunidad cristiana sufre de confusión e incertidumbre, formando Pedro forma parte de ella. Todos quiere la luz del Espíritu para actuar con acierto, pero esa luz no siempre los ilumina con claridad suficiente.

El mismo apóstol, Pedro, revestido de autoridad entre los hermanos, llama una y otra vez al Señor, preocupado por la actitud que la Iglesia debe tomar con respecto a la evangelización.

Un interrogante está flotando en el ambiente: La evangelización ¿debe dirigirse solamente a los judíos, pueblo elegido, o también a los paganos? ¿Cuál es el designio de Dios revelado en Cristo?

Hoy ese interrogante puede parecer trasnochado: Unos dirán que es evidente el , pues para todos vino Dios al mundo, pero otros pensarán que en materia de religión es mejor dejar siempre a cada pueblo y cultura como están, con sus tradiciones y buena fe. ¿Para qué acudir a ellos? ¿para qué alterar su conciencia acuciándola con la Buena Noticia de Cristo? 

Ante esos interrogantes, hagamos discernimiento. En primer lugar, apreciemos que todos los extremismos pueden ser viciosos, y estimemos, como norma, que hemos de respetar la “libertad” de conciencia en cada uno, en cada pueblo, pues todos merecemos el respeto de los demás. Pero, al mismo tiempo, no olvidemos que, si tenemos un tesoro que comunicar, nosotros, “en nombre de la libertad de espíritu”, hemos de sentirnos movidos por el Espíritu para comunicarlo a “todos”, por si quieren acogerlo. Nuestro tesoro es el misterio de Cristo, y el buen rostro de Dios en Cristo.

Mas, en segundo término, hemos de mirar a los primeros cristianos y ponernos en su piel y en su corazón, pues son discípulos de Jesús, venidos del judaísmo. No fueron ellos los únicos discípulos, pero sí los primeros, y en ellos pesaba la tradición de ‘pueblo elegido’ que recibe con predilección mensajes y profetas.

Saboreemos en las lecturas de hoy la forma en que actúa y discierne el Espíritu Santo revelando a Pedro, judío de tradición, por medio de símbolos y gestos que la voluntad de Dios, salvación de los judíos, es también salvación y amor universal de todos los hombres.

ORACIÓN:

Gracias, Señor, porque hasta nosotros llegó la luz de tu Espíritu en la palabra de los apóstoles y misioneros; y gracias porque para todos habló tu Espíritu. Gracias, Señor, por el mensaje de amor y salvación; y gracias porque nadie queda excluido de tu Reino. Gracias, Señor, porque la fe y el amor nos hacen cada día más hermanos y amigos a todos los hombres. Amén

 

Palabra limpia de niño y Ángel

Hechos de los apóstoles 11, 1-18:

“Los apóstoles y los hermanos que vivían en Judea comenzaron a oír que también los paganos habían aceptado la palabra de Dios...

Por eso, cuando Pedro subió a Jerusalén..., tuvo que exponer los hechos por su orden, y les dijo: ‘Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: un objeto, como un lienzo grande, cogido por sus cuatro puntas, se descolgaba desde el cielo y llegaba hasta mí. Miré y vi dentro cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro, mata y come’.

Yo respondí: ‘ni pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro’. La voz habló de nuevo: ‘lo que Dios ha declarado puro no lo llames profano’. Esto se repitió tres veces...

En aquel preciso momento, tres hombres se presentaron en la casa donde estábamos, y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin más. Venían de Cesarea... En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio...”

La sabiduría de Dios se acomoda a la condición humana y le comunica su mensaje de verdad mediante ‘signos’ a su alcance: los que parecen animales impuros no lo son tanto, pues Dios cuenta con ellos; y los paganos no son animales impuros sino objeto de bendición, llamados a la fe.

Evangelio según san Juan 10, 1-10:

“Un día Jesús dijo a los fariseos: Os aseguro, quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, es ladrón y bandido; en cambio, el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él las va llevando...

Pues os dijo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, y las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta. Quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y  salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: en cambio yo he venido para que las ovejas  tengan vida y la tengan abundante”.

Hoy este texto hemos de leerlo en relación con el anterior: en la providencia divina, Jesús es el camino, la puerta, la palabra, la bendición que a todos quiere llegar, para salvarlos. Si para ello, requiere contar con nosotros, bendito sea.

 

Momento de reflexión

Jesús, Mesías, Salvador de todos.

En la primera lectura se hace patente una verdad fundamental del cristianismo: que Jesús vino como Mesías, enviado del Padre, para salvar a toda la humanidad, para hacernos o invitar a hacernos todos amigos e hijos del Padre.

A todos nos amó Jesús, por todos murió en la cruz, y para todos resucitó.

Nuestra lectura es clara. Pero esta verdad evidente no fue bien comprendida por la tradición judía, o al menos por gran parte de la misma. Esa tradición esperaba un Salvador suyo, Liberador del pueblo elegido, que fuera dominador de los demás pueblos. A éstos sólo les corresponderían las migajas que cayeran de la mesa del Señor, según el lenguaje metafórico de Jesús.

Herederos de esa idea, a algunos discípulos de Jesús, procedentes del judaísmo, judeocristianos, les resultaba difícil entender que, desde el primer momento, los paganos entraran en la comunidad cristiana. De ahí le necesidad de una intervención especial del Espíritu, revelando a Pedro simbólicamente, en el inmenso lienzo, que en la Iglesia de Cristo había lugar y acogida para todos.

  Nuestra visión universalista de la misión de Jesús.

La vocación de universalidad del cristianismo estaba en la entraña misma del mensaje salvífico de Jesús.

Sin ella, Jesús, el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, hubiera seguido teniendo un minúsculo rebaño que cuidar en la tierra: el pueblo de Israel, bastante desagradecido, como los demás.

Nosotros hoy, en nuestra espiritualidad, en nuestra convivencia, no podemos ni debemos olvidar esta lección del Espíritu.

El diálogo con otras religiones es obligado y gratificante en el proceso de evangelización. Con todos cuenta Dios.


11.

Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.

Entrada: «Cristo, una vez resucitado de entre los muertos ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Aleluya» (Rom 6,9).

Colecta (del Misal anterior y ha sido retocada con textos del Gelasiano y del Gregoriano): «Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la Humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen la felicidad eterna».

Ofertorio: «Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo, y pues en la resurrección de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegría, concédenos participar de este gozo eterno».

Comunión: «Jesús se puso en medio de sus discípulos y les dijo: “Paz a vosotros”. Aleluya» (Jn 20,19).

Postcomunión: «Mira, Señor, con bondad a tu pueblo, y, ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concédele también la resurrección gloriosa».

Hechos 11,1-18: También a los gentiles les ha concedido Dios la salvación que lleva a la vida. Después de la milagrosa efusión del Espíritu Santo sobre los convertidos no judíos de Cesarea, Pedro los bautizó. Seguidamente sube a Jerusalén, donde cuenta su modo de proceder y convence a todos, que glorifican a Dios por la llegada de los paganos a la Iglesia. La acción del Espíritu Santo es expuesta por los Santos Padres de modo diverso. Oigamos a San Cirilo de Jerusalén:

 «Su actuación en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y placentera y su yugo es levísimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar la mente del que lo recibe y después, por las obras de éste, la mente de los demás. Y del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al sentir el sol, recibe su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veía, así también al que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le ilumina el alma y, levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes ignoraba»  (Catequesis 16, sobre el Espíritu Santo).

Algo semejante sucedió a aquellos no judíos de Cesarea y que fue tan eficiente para la expansión de la Iglesia y mentalización de los primeros cristianos judíos.

–Convertirse a Dios es abrirse a la vida. Con el Salmo 41 cantamos y subrayamos nuestro carácter de peregrinos gozosos por caminar hacia el que es Luz, Verdad y Vida: «Como busca la sierva corriente de agua, así mi alma te busca a Ti, Dios mío. Mi alma tiene sed del Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío».

Juan 10,1-10.11-18: Yo soy la puerta de las ovejas. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. Ante los malos pastores Jesús se presenta a sí mismo como el Pastor legítimo, que conoce a cada una de sus ovejas y camina delante de ellas. Seguidamente aparece una segunda imagen: Jesús es la puerta del aprisco, la única vía de acceso al Padre. Él es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas; más aún, tiene el poder para entregar su vida y recuperarla. Hay en este evangelio una alusión a la pasión y resurrección. Pero también nos enseña la intimidad entre el Padre y el Hijo y entre el Hijo y sus seguidores, así como el de la unidad de su rebaño. San Agustín comenta:

«Aunque camine en medio de la sombra de la muerte; aun cuando camine en medio de esta vida, la cual es sombra de muerte no temeré los males, porque Tú, oh Señor, habitas en mi corazón por la fe, y ahora estás conmigo a fin de que, después de morir, también yo esté contigo. Tu vara y tu cayado me consolaron; tu doctrina, como vara que guía el rebaño de ovejas y como cayado que conduce a los hijos mayores que pasan de la vida animal a la espiritual, más bien me consoló que me afligió, porque te acordaste de mí» (Comentario al Salmo 22,4).


12. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

1ª Lectura
He 11,1-18
1 Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea supieron que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. 2 Cuando Pedro llegó a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le echaron en cara: 3 «¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos y has comido con ellos?». 4 Entonces Pedro comenzó a explicarles por orden, diciendo: 5 «Estaba yo en la ciudad de Jafa orando, cuando tuve en éxtasis una visión: un objeto descendía a modo de un gran lienzo, colgado por las cuatro puntas desde el cielo, y llegó hasta mí. 6 Yo lo miré fijamente, lo examiné y vi cuadrúpedos, bestias, reptiles y aves. 7 Oí también una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. 8 Pero yo dije: De ninguna manera, Señor; porque nada profano o impuro ha entrado jamás en mi boca. 9 Pero la voz del cielo dijo por segunda vez: Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro. 10 Esto se repitió por tres veces, y todo fue arrebatado de nuevo al cielo. 11 Entonces mismo se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres que me habían enviado desde Cesarea. 12 Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos vinieron también conmigo y entramos en la casa del hombre en cuestión, 13 el cual nos contó que se le había aparecido un ángel y que le había dicho: Manda a Jafa a llamar a Simón Pedro, 14 el cual, con sus palabras, te traerá la salvación a ti y a tu familia. 15 Y al comenzar yo a hablar, descendió el Espíritu Santo sobre ellos, como al principio sobre nosotros. 16 Recordé estas palabras del Señor: Juan bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo. 17 Pues si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?». 18 Al oír esto callaron y glorificaron a Dios, diciendo: «Así que también a los paganos Dios ha concedido el arrepentimiento para alcanzar la vida».

Salmo Responsorial
Sal 42,2-3
2 Como la cierva busca corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; 3 mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente: ¿cuándo podré ir a ver el rostro del Señor?

Sal 43,3-4
3 Envía tu luz y tu verdad; ellas me guiarán, me conducirán a tu montaña santa, a tus moradas. 4 Yo llegaré hasta el altar de Dios, del Dios que es mi gozo y mi alegría; te alabaré al son de la cítara, Señor, Dios mío.

Evangelio
Jn 10,1-10
1 «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino saltando por otra parte, es un ladrón y un salteador. 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3 El guarda le abre la puerta y las ovejas reconocen su voz; él llama a sus ovejas por sus nombres y las saca fuera. 4 Y cuando ha sacado todas sus ovejas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. 5 Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». 6 Jesús les puso esta semejanza, pero ellos no entendieron qué quería decir.

JESÚS, LA PUERTA
7 Por eso Jesús se lo explicó así: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. 9 Yo soy la puerta; el que entra por mí se salvará; entrará y saldrá y encontrará pastos. 10 El ladrón sólo entra para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

* * *

En los "Hechos de Pedro" se nos narra con muchos detalles la conversión de Cornelio, un centurión romano temeroso de Dios. Ya vimos el discurso de Pedro en casa de Cornelio (11 de Abril). Este hecho fue decisivo en los comienzos de la misión a los gentiles. Lucas nos presenta la conversión de Cornelio, pero al mismo tiempo la conversión del mismo Pedro en su misión a casa de Cornelio. Pedro ahora está convencido de la misión a los gentiles, pero la Iglesia judeo-cristiana de Jerusalén no lo está. Por eso este texto donde Pedro debe "convertir" a la Iglesia madre de Jerusalén. La misión a los gentiles exige este conversión.

Pedro justifica su conducta en Jerusalén: 11, 1-18: El v.1 expresa alegría: "Los apóstoles y los hermanos que había por Judea oyeron que también los gentiles habían aceptado la Palabra de Dios". Pero en el v. 2 tenemos un reproche de parte de "los de la circuncisión". Pareciera que fuera un grupo diferente de "los apóstoles y hermanos" del v.1. Posiblemente ya en la Iglesia de Jerusalén había un grupo judeo-cristiano moderado y otro más radical (como aparecerá más adelante en la asamblea de Jerusalén).

Los primeros están por Judea, los segundos son ubicados "en Ierousalem" (nombre sacro: expresa que están dentro de la institucionalidad judía). El reproche de los de la circuncisión no es por haber Pedro bautizado a los gentiles, sino por haber entrado en su casa y comer con ellos. La apología de Pedro vuelve a contar todos los hechos, cosa que no es necesaria para el lector, pero sí para los de Jerusalén. La apología acentúa la iniciativa divina en toda la historia.

Por eso Pedro termina diciendo: "quién era yo para poner obstáculos a Dios". Todo lo que ha sucedido con los gentiles ha sido preparado y actuado, en todos y cada uno de sus detalles, por Dios mismo y su Santo Espíritu. El relato termina con el testimonio de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén: "Así, pues, también a los gentiles les ha dado Dios la conversión que lleva a la vida".


13.

Reflexión

En el pasaje de hoy, Jesús nos dice que él conoce a sus ovejas y que sus ovejas lo conocen a él. Me pregunto, ¿es que realmente conozco a Jesús? ¿qué es en realidad lo que conozco de él? La triste realidad de muchos de nuestros hermanos es que no conocen a Jesús porque no leen la Sagrada Escritura. Por eso decía san Jerónimo, que desconocer la Escritura es desconocer a Jesús. Este conocimiento nos va llevando de la mano hasta llegar a tener la experiencia profunda e interior de Jesús, el conocimiento íntimo, que nos lleva a conocer y a gustar interiormente, como decía san Ignacio de Loyola, el amor de Dios. Si todavía la lectura del Evangelio no es una habitud en tu vida, inicia hoy mismo un programa de estudio sistemático (ordenado) que te lleve a conocer a Jesús. Si no tiene tu Biblia personal, una buena idea sería el comprarla. Conoce a Jesús, y verás, como dice el salmo: que bueno es el Señor.

Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


14.

El pastor y el rebaño

Fuente: Catholic.net
Autor: Juan Guillermo Delgado

El pastor y el rebaño
Juan 10, 1-10

En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Reflexión

En tan sólo cinco palabras se manifiesta claramente el sentido profundo de la relación del alma con Cristo: escuchar la voz del Señor.

La intimidad con Cristo, la oración, no consiste en elaborar ingeniosos y elegantes discursos o en hacer elevadas reflexiones espirituales. Ni siquiera se trata de enunciar muchos ruegos o peticiones. Se trata más bien de hacer silencio en lo íntimo del alma. Recoger el alma dentro de sí...

Escuchar la voz del Señor. He aquí la mejor parte. Aquel tesoro escondido por el cual bien valdría la pena sacrificar todos los halagos y vanidades del mundo. Pero para alcanzar este tesoro es preciso aprender a huir de todas las voces que no sean las del Buen Pastor. Saber escapar, (como un ladrón), de la frivolidad de la imaginación, de la disipación de los sentidos, de la irreflexión y la charlatenería.

Amar el silencio y la soledad como el precioso santuario de nuestra unión con Dios, el lugar de la paz y la serenidad del alma y del encuentro profundo con nosotros mismos.

Ya en una ocasión, durante la Transfiguración, la voz del Padre desde la luminosa nube nos decía: “Este es mi Hijo Amado, en quien me complazco. Escuchadle”. Ahora es Cristo mismo, nuestro pastor, quien nos invita a sentarnos junto a sus pies, con la docilidad y mansedumbre de un cordero y escuchar su palabra.


15. Fray Nelson Lunes 18 de Abril de 2005

Temas de las lecturas: También a los paganos les ha concedido Dios la conversión que lleva a la vida * El buen pastor da la vida por sus ovejas.

1. Ondas en el agua
1.1 Podemos mirar la obra de la evangelización con una imagen muy sencilla. Es como cuando arrojamos una piedra a un lago o estanque de aguas tranquilas y se van formando ondas desde el lugar donde la piedra hirió la superficie del lago, en círculos cada vez más amplios. Al final alguna de las ondas alcanza la orilla.

1.2 Ese lago de aparente tranquilidad es el mundo. Su paz es aparente porque por dentro se mueven muchas cosas y falta mucha luz. La piedra que cae al lago es aquella "piedra que desecharon los arquitectos", es decir, Cristo mismo, que hundiéndose en el misterio del mundo ha asumido a través de su encarnación y de su humillación en la cruz todo lo que somos y lo que escondíamos bajo la superficie.

1.3 Las ondas que ha producida esa piedra en el lago son la noticia de su humillación por amor, es decir, la obra del Evangelio. Parten del lugar donde se humilló la piedra, es decir, de Jerusalén, y se van abriendo en círculos más y más amplios, porque a partir de Jerusalén la noticia del amor que se abajó hasta la muerte va abriéndose paso hacia nuevos lugares, nuevas culturas y nuevas lenguas y naciones.

1.4 Finalmente, las ondas alcanzan la orilla. La orilla, el lugar habitable y de suelo firme, es el cielo. El Evangelio atraviesa todo el lago, es decir, toda la inestabilidad de las cosas de este mundo, hasta llegar a la gloria que no acaba y la firmeza que no engaña, o sea, hasta la patria celestial.

2. Pedro en casa de paganos
2.1 Esta imagen de las ondas en el lago sirve como clave de lectura para leer y disfrutar ese libro que cuenta los inicios de la evangelización, es decir, los Hechos de los Apóstoles.

2.2 En efecto, ¿qué son los apóstoles sino el "Grito el Verbo", como los llama un himno de la liturgia de las horas? Ellos, con Pedro a la cabeza, son la expresión viva del misterio del Crucificado y Resucitado: son esas ondas que van abriéndose paso a través de este mundo y que nos llevarán en su ritmo y su fuerza hasta el cielo.

2.3 Hoy, por ejemplo, hemos asistido a un episodio de esa obra de difusión de la Palabra de Salvación. Pedro es iluminado con la acción poderosa del Espíritu Santo y descubre que hay una nueva frontera a atravesar y un nuevo obstáculo por vencer. Ya no debe subsistir esa separación entre judíos y no judíos. ¡Todos somos herederos de la triste herencia, que es el pecado, y llamados a la hermosa herencia, que es la gracia! ¡Todos necesitamos amor, todos necesitamos perdón, para todos es el anuncio de la vida nueva en Cristo Jesús!

3. Amar el sueldo o amar las ovejas
3.1 La palabra luminosa de Jesús nos deja ver la calidad de su propio amor a través de la comparación entre el pastor y el jornalero.

3.2 El amor que nos ha redimido, el amor que tiende un arco de luz desde la Cruz hasta la Pascua, es el amor del Pastor Bueno, el que no es jornalero. Y el Pastor Bueno es el que ha amado más a las ovejas que lo que de ellas recibe, es decir: ha preferido las ovejas a su jornal.

3.3 Una frase nos llama mucho la atención en el texto de hoy: "el Padre me ama porque yo doy mi vida para recuperarla de nuevo" (Jn 10,17).


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