VIERNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

 

 Libro de la Sabiduría 2,1.12-22.

Ellos se dicen entre sí, razonando equivocadamente: "Breve y triste es nuestra vida, no hay remedio cuando el hombre llega a su fin ni se sabe de nadie que haya vuelto del Abismo. Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes. Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los justos y se jacta de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final. Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos. Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará". Así razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido. No conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran la recompensa de las almas puras.

Salmo 34,17-21.23.

pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos.
El cuida todos sus huesos, no se quebrará ni uno solo.
Pero el Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados.


Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30.

Después de esto, Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es". Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió". Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
 

 

LECTURAS 

1ª: Sb 2, 1a.12-22  (Sb 2, 17-20 = DOMINGO 25B)

2ª: Jn 7, 1-2.10.25-30 


1.

En la primera lectura, el profeta nos presenta cómo las fuerzas del mal, encarnadas en los impíos, quieren ahogar la fuerza de Dios que se manifiesta en la vida de los justos. Es el conflicto de siempre, que pasa por el mismo corazón del hombre. Este fragmento se dirige directamente a los judíos fieles de Alejandría que son perseguidos y despreciados por los judíos renegados y por los paganos. La Iglesia ve en este texto un anuncio de la pasión de Cristo, el hombre bueno por excelencia.

MISA DOMINICAL 1990/07


2.

Este pasaje del AT parece un análisis, por adelantado, de lo que pasará durante la Pasión.

A medida que va acercándose la Semana Santa sería conveniente que nos dedicáramos más a una contemplación de Cristo sufriente: lo que ha sufrido viendo estrecharse el cerco antes de su muerte.

La experiencia de estar rodeado de odio..., acorralado. Saber que hay gente que está en contra y que busca dañarnos.

"Si es Hijo de Dios..."

Al pie de la cruz se repetirán estas palabras: "Si eres Hijo de Dios..."

Y estas palabras nos siguen resonando continuamente: "si soy justo..., bueno..., honrado... ¿por qué Dios permite esto?

"Así discurren y se engañan. No conocen los secretos de Dios".

En medio de las burlas, este es el sentimiento sereno de Jesús. Descansa totalmente sobre el secreto de Dios. Se sabe comprendido y amado por el Padre.

Contemplar la paz de Jesús. Desear la paz de Jesús.

Que sepamos apoyarnos sobre los secretos de Dios.


3.

En el Evangelio de hoy, se siente estrecharse la conspiración alrededor de Jesús. Se concreta el complot que dentro de unos días llegará al desenlace.

-Los que meditan el mal se dicen en su interior «Tendamos un lazo al justo...

Este pasaje del Antiguo Testamento parece un análisis, por adelantado, de lo que pasará durante la Pasión.

A medida que va acercándose la Semana Santa, sería conveniente que yo tratara de entrar más en una contemplación de Cristo sufriente: lo que ha sufrido, El, que preveía todo, El, que sentía estrecharse el cerco, quince días antes de su muerte.

La experiencia de estar «rodeado de odio»... acorralado.

Saber que hay gente que está en contra y que busca dañaros.

-Se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos lleva la contraria, nos reprocha el desobedecer a la ley de Dios, se llama a sí mismo «Hijo de Dios». Es un reproche viviente de nuestros criterios.

Estas frases me ayudan a penetrar en uno de los muchos sufrimientos de Jesús. El, el muy puro, el muy santo, el todo amor, el fidelísimo al Padre vivía al contacto de esos pobres pecadores que somos todos nosotros... podría decirse en la espantosa promiscuidad de los pecadores.

Jesús «reproche viviente» por su sola conducta.

-Proclama dichosa la muerte de los justos, y se ufana de tener a Dios por Padre.

Sin embargo, ¡todo es verdad!

Y ¿cómo decir lo contrario, cuando se está seguro de que es verdad?

Si este Justo es Hijo de Dios, Dios le asistirá...

-Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza.

Condenémosle a una muerte infame, pues, según dijo, alguien cuidará de El.

¡Qué maldad atroz! Pobre humanidad.

De hecho, al pie de la cruz, tales propósitos se han mantenido: "Si eres hijo de Dios... baja de la cruz". «¡Deja! Veamos si Elías viene a salvarle.» No puedo meditar sobre esto quedándome «ajeno».

No tengo derecho a condenar como si yo estuviera totalmente indemne de esos propósitos llenos de desprecio y de hiel. De ningún modo puedo olvidar que mis propios pecados tienen algo que ver aquí. Por unos momentos, me pongo ante un crucifijo... y rezo...

-Así discurren; pero se equivocan: Les ciega su maldad. Desconocen los secretos de Dios.

En medio de los sarcasmos, éste es el sentimiento sereno de Jesús. Descansa totalmente sobre el secreto de Dios: se sabe comprendido y amado de El.

Contemplo tu paz, Señor Jesús.

¡Danos esta paz.

Que sepamos apoyarnos sobre "los secretos de Dios".

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 146 s.


4.

S. Juan, en el evangelio, nos dice que para creer en Jesús hay que creer en sus obras, pero sobre todo en su persona. A pesar de conocer su origen terrenal, se nos pide ir más allá y creer en Él como en el Enviado del Padre, el único que verdaderamente le conoce.

MISA DOMINICAL 1990/07


5.

Los "tests" están hoy de moda. Se somete a "tests" a los aparatos electrodomésticos para verificar la relación "calidad-precio". Se comprueban las posibilidades técnicas de los últimos descubrimientos. Se miden las facultades intelectuales de los estudiantes y la capacidad de adaptación de un empleado. Se acorrala a un candidato para comprobar su capacidad de resistencia y los medios de su política.

"Acechemos al justo, que nos resulta incómodo. Declara que conoce a Dios y se da el nombre de Hijo del Señor. Es un reproche para nuestras ideas, y se gloría de tener a Dios por padre". Desde hacía mucho tiempo, los jefes religiosos acorralaban a Jesús.

Comprobaron su voluntad midiendo la novedad de su palabra. Saben que no se volverá atrás y que sortea todas sus trampas.

Verdaderamente, los "tests" son claros, y su interpretación no tiene contestación posible. Jesús es peligroso, y es preferible que muera uno solo antes que todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes saben que Jesús no corresponde en absoluto a lo que se espera de él.

Saben demasiado bien de dónde viene. "Si este justo es hijo de Dios, Dios le asistirá y le librará de sus adversarios. Condenémosle a una muerte infame, ya que, según dice, alguien cuidará de él". Nos parece oir las burlas al pie de la cruz: "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: ¡pues que baje ahora y creeremos en él!".

Ultima prueba y último "test", pero Jesús no aprobará el examen de recuperación: morirá.

¿Habrá confirmado Dios la decisión de los hombres? Hasta los discípulos dudaron.

Someter a Dios a prueba... ¡Que nos dé garantías y aceptaremos (¿quizás?) comprometernos! ¡Que demuestre la rentabilidad de lo que propone, y respetaremos sus exigencias! Someter a Dios a prueba, conocer de dónde viene y adónde nos lleva, calcular y sopesar lo que él ofrece y lo que nosotros damos, en lugar de abandonarse y entregarse.

¡Pensáis conocerme y pretendéis saber de dónde soy! Sabedlo: ya me habéis perdido: nadie puede desvelar mi secreto. El único "test" que Dios soporta es el riesgo de una palabra que se da y la locura de una vida que se compromete. El amor no se mide; no conoce otro modo de probarse que su propia existencia.

Era la fiesta de las Tiendas, en la época de la vendimia. Jesús ya había aceptado la prueba. Irá al lagar de la cruz. El vino sólo existe para ser vertido... Pero mañana estallará el amor en unos nuevos esponsales, y será la fiesta de Dios, que habrá resucitado a aquel a quien habían tendido una trampa.

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989
.Pág. 90


6.

"A mi me conocéis -yo no vengo por mí". El dolor de no ser conocido por quien verdaderamente es. "Reconocedme de una vez. Yo no he venido de mí mismo".

En el mismo momento en que es acosado, odiado, aislado... Jesús se sabe amado. Las palabras faltan para describir ese misterio de relaciones. Jesús es un hombre lleno de paz aunque esté rodeado de hombres rencorosos, porque vive su relación con el Padre.

Si Jesús posee una ciencia que penetra más profundamente en el corazón del hombre que le de los escribas es porque ha sustituido el conocimiento técnico de las Escrituras por el conocimiento directo del Padre.

Para Cristo, la Palabra de Dios, no es ante todo la que se contiene en las Escrituras, sino la que escuche directamente en su vida.


7. D/TRASCENDENCIA:

Los judíos buscaban a Jesús para matarlo. En Galilea había fracasado; sus discípulos -muchos discípulos- lo habían abandonado a raíz de su discurso sobre el pan de vida (relato del cap. anterior que se leerá en una de la semanas de Pascua).

En el cuarto evangelio la amenaza de muerte sobre Jesús es constante. ¿Por qué no se realizó este deseo de sus enemigos en las distintas ocasiones en que lo intentaron?

Jesús resulta ser una realidad excesivamente complicada como para poder prescindir de ella o eliminarla radicalmente cuando a uno le venga en gana. Pasó entonces y sigue pasando ahora. La gente que lo escuchaba se sintió atraída por él y, al mismo tiempo, escandalizada. Así pasó entonces. Así siguió pasando después. Incluso la policía del templo se sintió impotente para detenerlo a pesar de las órdenes estrictas recibidas de sus autoridades. "Nadie habló nunca como habla este hombre". La rabia y el respeto constituyen como el armazón de las controversias sobre Jesús.

Jesús subió a la fiesta de los Tabernáculos. La fiesta judía de mayor concurrencia, que celebraba el final de la cosecha y preparaba la próxima sementera. Las solemnidades en el templo se prolongaban durante ocho días. "Cuando sus parientes habían subido ya a la fiesta subió también él; pero no mostrándose, sino privadamente" dice el v. 10. El no busca el conflicto por sí mismo . Pero el conflicto siempre viene porque Jesús permanece fiel a la misión recibida.

"Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: ¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente y no le dicen nada ¿será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene".

La controversia se centra en el Mesías y sus orígenes. La creencia popular tendía a envolver al Mesías totalmente en el misterio. Sería una persona de origen desconocido, que aparecería desde un lugar secreto del mundo en el momento oportuno para llevar a cabo su gran obra. Ahora bien, el conocimiento de la patria, y orígenes de Jesús contradecía esta creencia generalizable acerca del Mesías. Ante este conocimiento, los aspectos y pretensiones mesiánicos de Jesús se venían abajo. Este era el comentario por aquellos días en Jerusalén,.

"Entonces Jesús, mientras enseñaba en el Templo grito: A mí me conocéis y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz: a ése vosotros no le conocéis".

Ante aquellas creencias fantásticas que impiden a la gente reconocerlo por Mesías, reacciona enérgicamente para refutarlas. Aquellas opiniones acerca del Mesías que al principio eran intentos de entender y explicar el plan de Dios, han terminado por convertirse en verdades indiscutibles.

En nombre de una interpretación, de una tradición, dictan a Dios la manera de actuar, le planean el futuro.

Su acción tendrá que acomodarse a sus creencias, o no se reconocerá como acción de Dios.

Esto puede ocurrirnos también a nosotros, hermanos, porque siempre será para nosotros el mayor obstáculo para encontrar de nuevo a Dios la forma y el modo como lo encontramos anteriormente, si seguimos prefiriendo ese modo y manera el modo y la manera como él quiera presentarse.

Hay que apegarse a Dios pero no al camino que tenemos para ir hacia él. Si yo he tenido una experiencia de fe, si Dios se me ha revelado de una manera determinada, no puedo esclavizarme a esa manera como la única forma ponerme en relación con Dios, sino que tengo que estar a abierto a cualquier forma como Dios quiera presentarse.

El conocimiento que los judíos tiene de Jesús les impide profundizar en su conocimiento y descubrirlo como enviado del Padre.

El conocimiento que tenemos de Dios, si lo hemos fijado ya para siempre y nos satisfacemos con él, será siempre el mayor obstáculo para que lo sigamos descubriendo. Esto es precisamente lo que el autor del Libro de Job quiere inculcar al lector: que existe una noción de Dios más elevada que la de los sabios y que es una lamentable pretensión querer conocer siempre el proceder de Dios.

Dice ·Agustín-SAN: "Si dices "ya basta", estás perdido. Aumenta siempre, progresa siempre, avanza siempre, no te pares en el camino, no vuelvas atrás, no te desvíes..."


8.

Reconocer a Jesús por lo que El es: no quedarse en la superficie.

-Andaba Jesús por Galilea, pues no quería ir a Judea, porque los judíos le buscaban para darle muerte.

El evangelio de san Juan es el más contemplativo; pero es también el que ha notado que el conflicto iba creciendo y conducirá a Jesús a una muerte dramática. La Eucaristía se va acercando a su fin. Nosotros procuramos vivirla con Jesús. ¿Cómo vivió El sus últimas semanas? Acosado, odiado, detestado, buscado por la policía.

Jesús morirá rodeado de semblantes rencorosos.

En esta atmósfera densa de amenazas, ¿cuáles eran, Señor, tus pensamientos?

-Una vez que sus hermanos subieron a la fiesta, subió él también no manifiestamente, sino en secreto. Las gentes de Jerusalén decían: "¿No es Este al que buscan para hacerle morir?" Se cuchichea su nombre... "es él, el condenado que se busca".

Jesús gritó y dijo: "Sí, vosotros pensáis conocerme y saber de dónde soy, pero Yo no he venido de Mí mismo".

Este grito.

Un sufrimiento contenido que estalla.

El grito del que no es reconocido por el que verdaderamente es. Me imagino ese grito de Dios: ¡reconocedme de una vez!". "Yo no he venido de mí mismo." Humildad y amor profundos. Jesús está vuelto hacia el Padre, viene del Padre y va al Padre. Su personalidad entera es tributaria de ese otro misterioso del que está hablando siempre: Jesús se define entero por referencia... no tiene nada de Sí mismo.

-Pero el que me ha enviado es veraz, aunque vosotros no le conocéis, Yo le conozco.

Todavía un sufrimiento: Ver el amor desconocido.

Francisco de Asís se paseaba por las calles quejumbroso: "el amor no es amado... el amor no es amado... el amor no es amado..."

-Yo le conozco, porque procedo de El y El me ha enviado.

Intimidad. Comunión.

En el mismo momento en que es acosado, odiado, aislado...

Jesús se sabe amado. Las palabras faltan para describir ese misterio de relaciones. Jesús era un hombre apacible aun rodeado de semblantes rencorosos, aun en medio de angustias piensa en su relación con el Padre.

A su alrededor, sólo se habla de matarle; y Tú sólo hablas de este amor que te colma.

Ayúdanos, Señor, a vivir como Tú, en la intimidad del Padre.

Da a todos los que sufren esa paz que era la tuya.

Otorga a todos los que sienten la soledad, la gracia de ser reconfortados por la presencia del Padre.

-Buscaban, pues, prenderle..., pero nadie le ponía las manos, porque aún no había llegado su hora.

El complot se va estrechando. La Pasión se acerca.

¡Es "tu hora"! Sin ningún miedo, ciertamente. Todo sucederá según los insondables designios del Padre, a la hora por él fijada desde toda la eternidad.

Tener plena y total confianza en Dios. Ponerse en sus manos, es el secreto de la paz.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 150 s.


9.

1. Hoy es viernes. Dentro de dos semanas justas estaremos en el Viernes Santo, fijos los ojos en la Cruz de Cristo. Las lecturas de hoy parecen orientarnos ya a esa perspectiva.

Algunas frases las volveremos a escuchar aquel día: «ha puesto su confianza en Dios, que le salve ahora, si es que de verdad le quiere» (Mt 27,43).

En el Iibro de la Sabiduría, -el último del AT- aparece una dinámica que luego vemos cumplirse a lo largo de los siglos y también ahora: los justos resultan incómodos en medio de una sociedad no creyente, y por tanto hay que eliminarlos. «Nos resulta incómodo, se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados... es un reproche para nuestras ideas... Ileva una vida distinta de los demás». La decisión es: «lo condenaremos a muerte ignominiosa».

Pero Dios, como repite el salmo, «está cerca de los atribulados... el Señor se enfrenta con los malhechores... aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor».

2. «Los judíos trataban de matarlo». Jesús es el prototipo del justo que resulta incómodo y cuyo testimonio se quiere hacer silenciar.

Entre hoy y mañana leemos el capitulo 7 del evangelio de Juan. Sucede en la fiesta de las Tiendas o Tabernáculos, la fiesta del final de la cosecha, muy concurrida en Jerusalén, que duraba ocho días. La oposición de las clases dirigentes a Jesús se va enconando cada vez más, porque se presentaba como igual a Dios.

Las excusas son a cual más flojas: por ejemplo, que de Jesús saben de dónde viene, de Nazaret, mientras que el Mesías no se sabrá de dónde viene. Otras veces será porque le creen endemoniado. Lo importante es desacreditarle y no tener que aceptar su testimonio. Jesús afirma (grita) valientemente su identidad: «yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz: a ése vosotros no le conocéis; yo lo conozco porque procedo de él y él me ha enviado».

«Todavía no había llegado su hora» y, por tanto, todavía no es la hora de la cruz.

3. También en el mundo de hoy, junto a muchas personas que creen y aceptan a Cristo, hay otras muchas que han optado por ignorarlo, o incluso por perseguir toda idea suya. Sus seguidores corren igual suerte. Una sociedad que va perdiendo valores fundamentales, acusa el impacto del testimonio de los creyentes. Los verdaderos profetas son con frecuencia perseguidos. Los falsos, los que no se preocupan de transmitir lo que Dios dice, sino lo que gusta a la gente, ésos sí que prosperan.

Lo de perseguir al profeta le puede pasar al Papa, si lo que dice no gusta. A unos obispos o a unos misioneros, si su voz se levanta para denunciar injusticias o situaciones que afectan a intereses de poderosos. También nos puede pasar a cada uno de nosotros, si con nuestra vida damos un testimonio de valores diferentes, porque vivimos en sentido inverso de lo que es moda o de lo que dicen las estadísticas sociológicas. O sea, si damos testimonio del evangelio de Jesús, que no coincide con el del mundo.

Tal vez no llegaremos a ser perseguidos y amenazados de muerte, pero sí desacreditados o ridiculizáis o simplemente ignorados. No deberíamos asustarnos demasiado. Todos estamos comprometidos en la batalla entre el bien y el mal. Jesús fue signo de contradicción, como les anunció el anciano Simeón a María y a José. Los cristianos, si somos luz y sal, podemos también resultar molestos en el ambiente en que nos movemos. Lo triste seria que no diéramos ninguna clase de testimonio, que fuéramos insípidos, incapaces de iluminar o interpelar a nadie.

Ante el Triduo Pascual, ya cercano, nuestra opción por Cristo debe movernos también a la aceptación de su cruz y de su testimonio radical, si queremos en verdad celebrar la Pascua con él.

«Concédenos recibir con alegría la salvación que nos otorgas y manifestarla a los hombres con nuestra propia vida» (oración)

«Acechemos al justo, que nos resulta incómodo» (l a lectura)

«El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos» (salmo)

«Por la fuerza de la cruz, el mundo es juzgado como reo y el crucificado, exaltado como juez poderoso» (prefacio I de la Pasión)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 2
La Cuaresma día tras día
Barcelona 1997. Pág. 88-90


10.

Primera lectura : Sabiduría 2, 1a. 12-22 Acechemos al justo que nos resulta incómodo
Salmo responsorial : 33, 17-18.19-20.21.23 El Señor está cerca de los atribulados
Evangelio : Juan 7, 1-2.10.25-30 Yo no vengo por mi cuenta.

En Jerusalén se prepara la fiesta de "las Enramadas", memoria del gozo y del sufrimiento de la libertad. Los antepasados debieron habitar en chozas, cuando caminaban hacia la libertad. Jesús no quiere ir a Judea, porque allí los judíos quieren matarlo. Sin embargo, se arriesga y va a Jerusalén. En medio de la fiesta entra en el templo y comienza a enseñar, originando la discusión de si es o no el Mesías, y si tiene o no autoridad para hablar como habla. El pueblo está a la espera de un Mesías poderoso, y Jesús lo desconcierta, pues de él conocen hasta su origen humilde, de la Galilea, región periférica, alejada del poder central. Se descubre la peligrosa mentalidad de la época: del pueblo no puede salir algo bueno», no puede salir la liberación y si sale algo parecido, debe ser una liberación sospechosa.

Hoy nuestra sociedad, sometida a cambios acelerados, convulsivos y a la vez globales», vive una situación que lleva a la desesperanza. El desánimo, la falta de utopías y de líderes, el consumismo chato y sin idealismos nos hacen sentir lejos de una vida que merezca verdaderamente la pena. Asistimos como espectadores impotentes a unas transformaciones que dejan sin piso valores e instituciones que antes eran considerados fundamento de nuestra cultura: la familia, la solidaridad, el respeto por la vida del otro y de la otra. ¿De dónde vendrá la salvación?

A pesar de que creemos en Jesús, estamos tentados de quedar a la espera de un Mesías que llene el vacío de poder en que vivimos. Por eso, si Jesús volviera, correríamos el peligro de ser nosotros sus verdugos. Y la solución es volver a la enseñanza simple del Maestro: creer en la liberación que no parte del poder, sino de la conciencia que se apoya en la fraternidad porque cree en Dios Padre, practica la tolerancia porque cree en el evangelio de Jesús, y busca una igualdad que valora la diversidad porque cree en la fuerza del Espíritu. Se trata también de recuperar la confianza en nosotros y nosotras, como pueblo, para así descubrir esa capacidad de renovación cultural que nace de abajo, de la profundidad de nuestros pueblos mestizos, que tienen el mismo rostro sufriente de Cristo. Como en el tiempo de Jesús, necesitamos recuperar la autoestima y nuestra propia dignidad como pueblos de Dios.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


11. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

Un nuevo viaje de Jesús a Jerusalén. Esta vez se precisa el nombre de la fiesta: la de las tiendas (la que llamábamos en otro tiempo fiesta de los tabernáculos).

"Pero éste sabemos de dónde viene". He ahí el "pero", la dificultad que lo estropea todo y da al traste con un buen comienzo. Sí, el comentario había comenzado bien: "¿No es éste el que intentan matar?... ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías?". Es una pista de despegue todavía demasiado pequeña, pero real; parece esbozarse en ella la dinámica de una búsqueda; creemos adivinar bajo esos interrogantes el pálpito de una buena conjetura, de una intuición prometedora, de un barrunto fecundo. Sin embargo, sobreviene la helada de un "pero" que quema la belleza arrebatadora del almendro en flor. Ahí muere la fe en ciernes, abortada por una reserva que frena en seco el movimiento de acogida escoltado por dos tímidos interrogantes.

Las cosas podían haber sido al revés. Porque la fe conoce el obstáculo, los reparos, dificultades de distinto signo. Sólo que éstos estorbos son trascendidos: figuran como un "aunque", un "a pesar de": "aunque no haya vacas en el establo, aunque el olivo olvide su aceituna, aunque los campos no den cosechas, yo exultaré en el Señor, me alegraré en Dios mi salvador" (Habacuc); "creo en el sol, aunque no brilla; creo en el amor, aunque no lo siento; creo en Dios, aunque no lo veo" (pintada de un judío en el ghetto de Varsovia); "aunque pase por valle de tinieblas, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan" (Salmo 23). Es la fe que se crece en las dificultades y ante ellas; la fe que vence al mundo; la fe que tiene que pasar por la prueba para madurar. Nos lo indicaba san Agustín al comienzo de la Cuaresma: "nuestra vida en medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de enemigo y de tentaciones".

El "pero" de la apódosis, o el "aunque" en prótasis o en apódosis (tanto da), al comienzo o al medio o al final de la vida (tanto da): esa es la cuestión.

Vuestro amigo.

Pablo Largo (pldomizgil@hotmail.com)


12. CLARETIANOS 2003

Más de una vez habremos dicho: “yo, a fulano de tal, lo conozco como si lo hubiera parido”. Y quizá más de una vez nos habremos dado cuenta de lo infundado de nuestra presunción. De seguro que no llegará a tanto nuestro atrevimiento cuando se trata de Dios, o de Cristo. Al Padre, o a Cristo, les podemos confesar: “Tú me sondeas y me conoces, me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos... No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda... Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno... Conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos”. Y concluimos: “Tanto saber me sobrepasa, es sublime y no lo abarco... ¡Qué incomparables encuentro tus designios!”.

La apertura contemplativa a la inmensidad, variedad y belleza de las obras de Dios en la creación, la meditación sobre su actuación en la economía de la gracia, el permanente reconocimiento de su misterio que nos desborda y el sentimiento vivo de que, en esta vida, “estamos unidos a él como a un desconocido” (así se expresaba Santo Tomás de Aquino, aunque quizá sea más iluminadora la palabra de Juan de la Cruz: “que bien sé yo la fonte que mana y corre / aunque es de noche”) es el único camino para poder crecer en el conocimiento del Dios verdadero. Abiertos a la experiencia de su gracia y al testimonio de Jesús, podremos alcanzar un saber más vivo de este Dios al que nadie ha visto jamás, pero que se ha abajado hasta nosotros y se nos ha narrado en la esplendidez de su verdad y su amor en el Hijo Unigénito, el que procede de Él y está vuelto a su seno. Esa es la obra de la fe, como decía el propio Jesús: “la obra que Dios quiere que hagáis es que creáis en el Dios verdadero y en su enviado Jesucristo”.

Pablo Largo: pldomizgil@hotmail.com


13. 2001

COMENTARIO 1

Los dirigentes de Judea siguen considerando a Jesús un peli­gro para su sociedad y se proponen matarlo (v.1), idea que habían concebido a raíz de la curación del inválido (5,18). La situación en torno a Jesús es de crisis, escepticismo y persecución.

"Después que subió su gente a la fiesta, entonces subió Jesús también, no de modo manifiesto, sino clandestinamente", dice el evangelista Juan. Los vecinos de Jerusalén se extrañan ante la pasividad de las autoridades: "¿No es éste al que tratan de matar? 26Pues miradlo, habla públicamente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es éste el Mesías? 27Pero éste sabemos de dónde procede, mientras que, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde procede". (vv. 25-26). Pero desechan la posibilidad de que Jesús sea el Mesías (v. 27), pues éste, siendo de la casa de David, nacería en Belén, aparecería por sorpresa y nadie lo conocería antes de su manifestación triunfante.

Jesús reacciona enérgicamente: "Gritó entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo: ¿Conque sabéis quién soy y sabéis de dónde procedo? Y, sin embargo, no he venido por decisión propia, sino que hay realmente uno que me ha enviado, aunque vosotros no sabéis quién es. 29Yo sí sé quién es, porque procedo de él y él me ha enviado".

El grito recuerda el de la Sabiduría (Prov 1,21s); Juan presenta a Jesús como la Sabiduría que enseña. El ver­dadero Mesías no ha de ser reconocido por su lugar de procedencia, como ellos piensan; su autenticidad depende solamente de que sea enviado por Dios (no he venido por decisión propia), como lo ha demos­trado Jesús con sus obras (5,36). Si ellos no lo reconocen es por haber subordinado el plan y la acción de Dios a sus propios prejuicios. Ellos no conocen a Dios, se lo impide la ideología religiosa (2,6; 5,38); Jesús lo conoce (29), y ése es el fundamento de su misión y actividad (6,57).

Jesús ha invalidado el modo corriente de concebir al Mesías y ha acusado a los que lo profesan de no conocer a Dios. Una parte de los oyentes no toleran que sus convicciones sean puestas en tela de juicio: "Intentaron entonces prenderlo, pero nadie le puso la mano encima, porque todavía no había llegado su hora" (v. 30).


COMENTARIO 2

La persecución del justo por parte de los impíos anticipa la persecución de Jesús por parte de las "autoridades" de Israel. Los mismos que en los Evangelios de los días anteriores manipulaban la Escritura y la religión de acuerdo a sus intereses. Los mismos que en el Evangelio de mañana intentarán prenderlo.

El secreto de la llegada de Jesús a Jerusalén concuerda con los comentarios que ya corrían sobre su posible muerte, pero al mismo tiempo contrasta con el grito de su enseñanza. Hay que trabajar con discreción para pasar ignorados ante los impíos, pero también hay que tener el valor de gritar en el momento que estos planean y hacen sus proyectos de muerte. Por ejemplo, el modelo neoliberal viene persiguiendo a muerte el proyecto de Jesús para un mundo en justicia y en paz. Los cristianos necesitamos la profecía para denunciarlo y también la sabiduría para combatirlo con alternativas.

Jesús con sus palabras se ha vuelto un problema para su seguridad e intereses. Una voz anunciando la Buena Nueva de la liberación para los oprimidos es incómoda porque les hecha en cara su pecado.

En su grito, Jesús llama la atención a los que creen conocerlo porque saben de su origen galileo, pero desconocen que su origen es también de Dios. En la época se había difundido la creencia de que el Mesías tenía que tener un origen desconocido y que al manifestarse vendría de las nubes. Sin embargo, el mensaje de Jesús responde a esta creencia manifestando que su mesianidad debe ser reconocida no por su lugar de nacimiento sino por ser enviado del Padre. Somos cristianos no porque somos latinoamericanos, africanos o europeos, sino porque la hora del Reino ya ha llegado y nos sentimos enviados por Jesús para vivirlo y anunciarlo en medio de nuestro pueblo.

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


14. 2002

Jesús no puede subir abiertamente a Jerusalén, sino que lo hace inicialmente de incógnito; y no se presenta en la ciudad santa sino cuando ya la multi­tud de peregrinos, con motivo de la fiesta de las Tien­das o de los tabernáculos, le sirve de escudo protec­tor. Al identificarlo, la gente se pregunta si no será que al fin han reconocido que Él es el Mesías.

Esa es la gran cuestión: ¿quién es Jesús? ¿De dón­de viene? Los judíos esperaban ansiosos al Mesías, al ungido de Dios, al nuevo rey de Israel que como David o Salomón les devolviera la libertad perdida, expul­sando a los paganos invasores, a los romanos, y res­taurando el prestigio y el honor del pueblo elegido.

Al final del pasaje que hemos leído hoy, Jesús pro­clama solemnemente, en pleno templo, que Él viene de Dios, del verdadero Dios a quien los judíos no co­nocen porque se han olvidado de sus favores, de su bondad y han abandonado sus mandatos por seguir mandatos puramente humanos.

Pero ante Jesús también es interpelada nuestra fe: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a testimo­niar el amor de Dios en el mundo? ¿Seremos capaces de enfrentar las dificultades y el rechazo por hacer el bien? ¿Estamos a la altura de los mártires que no vacilaron en dar la vida por el evangelio, la buena noticia del amor preferencial de Dios para con los pobres, los pequeños y los pecadores?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


15. DOMINICOS 2003

Educarnos a la luz de Cristo

En esta introducción a la liturgia de hoy vamos a apuntar tres referencias al ‘acecho’ al que se ve sometido el justo.

Primeramente reparemos cómo en el texto evangélico se percibe el estado de ánimo –triste, dolorido- de Jesús, a causa del desprecio que muchos sienten por su persona y su obra, no reconociendo que es el enviado del Padre. No entendemos el misterio de  Cristo, Hijo de Dios, pero sí nos damos cuenta de que tiene las mismas reacciones que tenemos los demás hombres. Hay gentes que viven ‘al acecho’ de Jesús, el hijo del carpintero, el maestro que enseña novedades de vida en fe y amor, el denunciador de injusticias, el liberador de las conciencias... Su palabra o hace amigos y discípulos o provoca reacciones de enemistad.

En segundo término, reparemos también que en la persona de Jesús se repite lo mismo que –en otra escala- dice el Libro de la Sabiduría que ocurre con el hombre “justo”, con el “hombre noble”, allí donde se encuentre; y esto porque quien es noble y justo es perseguido y maltratado por los que se comportan con infidelidad a la voluntad y mensaje del Señor Dios. El hombre honrado, como Jesús mismo, o es venerado por los que admiran su bondad, y lo aman, o es vituperado porque su palabra, signos y acciones de justicia, amor y paz, les hieren en lo más íntimo.

En tercer lugar, reparemos en lo que acontece en nuestro propio entorno, en nuestra sociedad, en este momento histórico. Todos cantamos nuestro tiempo de ‘libertad’, pero se está al acecho de quienes piden libertad con respeto, orden, dignidad, porque esto pone frenos en la vida. Todos cantamos la ‘formación’, pero se está al acecho de quienes exigen rigor, estudiosidad, disciplina, calidad, porque esto pone freno en la vida. Si no nos atrevemos a ser héroes, seamos al menos comprensivos y valoremos la grandeza de los “buenos” y del Bueno por antomasia, Jesús.

ORACIÓN:

Señor, Tú nos dijiste que el discípulo no tendrá mejor suerte que la de su Señor; que es la verdad quien nos hará libres; que tu Reino es de justicia, amor y paz. Danos fortaleza para ser testigos fieles de la Verdad y prudentes servidores de la misma en este mundo confuso en que vivimos. Amén.

 

Palabra de la verdad

Libro de la Sabiduría  2, 1. 12-22 :

“Dijeron los impíos, razonando equivocadamente: acechemos al justo, pues nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada, y, además, declara que conoce a Dios, y se da a sí mismo el nombre de Hijo del Señor.

Eso es un reproche a nuestras ideas. Solo verle, ya da grima, pues lleva una vida distinta de los demás y su conducta es diferente, y nos considera de mala ley... Así discurren los impíos; y se engañan, porque les ciega su maldad...”

En este consiste la reacción del insensato ante la declaración de la verdad y del compromiso: eliminar al mensajero para que no nos moleste. Con ese criterio de convivencia vamos a la ruina.

Evangelio según san Juan 7, 1-2.10.25-30 :

“En aquel tiempo recorría Jesús la Galilea. No quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Pero se acercaba la fiesta de los Campamentos y, cuando sus parientes subían a Jerusalén a la fiesta, subió también él... privadamente.

Al reconocerle algunos de Jerusalén, dijeron: ¿no es a éste al que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente... ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías?... Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora”

Jesús es la Verdad, muestra la Verdad, no se oculta a la Verdad y corre los riesgos del testigo de la verdad. Para eso vino al mundo: ‘Para ser testigo de la Verdad’.

 

Momento de reflexión

Difícil papel del “justo” en esta vida terrena.

Vale la pena repasar la descripción del “justo”, visto desde el rechazo y condena que sufre de muchos hombres, según leemos en el libro de la Sabiduría.

A los ojos del mundo, el hombre justo tiene una fisonomía especial, quiera él que se le reconozca o no. Sus sentimientos son nobles, y no comparte la iniquidad, el odio, la maledicencia, la marginación. ¿No nos molestan los santos, los héroes?

En función de su rectitud de criterio y de sus discernimiento de la verdad, el hombre justo tiene que mostrarse con frecuencia en actitud, palabras y gestos de desaprobación frente a situaciones y conductas que deshumanizan, dividen, guían a niños o mayores por caminos torcidos. Su denuncia no es actitud de inconformista progre o de retrógrado anquilosado, sino de santo y profeta.

De ahí se le siguen al justo, con excesiva frecuencia, rechazos, persecuciones, calumnias... El hombre bueno y noble molesta. Y en su contexto de limpia verdad, es frecuente que los hombres honestos no tengan un puesto en la política, en los negocios, en las empresas. Aunque puedan tener cierta clarividencia y estén llamados a cambiar el mundo según el espíritu, les les darán pocas oportunidades de hacerlo, pues los negocios sucios son –no pocas veces- más rentables que la bondad y honestidad.

También Jesús resultaba molesto a mucha gente

Si se aplica la lección  del párrafo precedente  a la vida de Jesús, salta a la vista que  quiénes lo criticaban, rechazaban, perseguían y condenaban, eran personas e instituciones a las cuales ofendía la verdad en sus labios, gestos, mensajes.

A juicios de los hombres, Jesús no murió víctima de la honestidad ajena sino de la propia honestidad; pero nosotros sabemos bien no le llevó a la cruz su propio pecado  sino el pecado de cuantos descargamos sobre él nuestras vergüenzas.

 ¿No es bochornoso que la Santidad, el Amor, la Justicia encarnada, la Misericordia... tengan que andar hurtándose a la vista de los impíos que les persiguen a muerte?

En este viernes de cuaresma hagamos examen de nuestra conducta y repitamos el Salmo: ‘Misericordia, Dios mío; he pecado; borra mi culpa’


16. ACI DIGITAL 2003

1. Este v. sigue probablemente a 5, 47. Véase 5, 1 y nota: "Después de esto llegó una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén". Según admiten muchos (Lagrange, Joüon, Olivier, Pirot, etc.), el cap. 5 debe ponerse después del cap. 6. Una fiesta: (varios mss., quizás de antes de la inversión de los capítulos, dice la fiesta): la Pascual, de la cual en 6, 4 se dice que está próxima. Sería la segunda Pascua de Jesús en Jerusalén. Para la primera, cf. 2, 13 y 23; para la tercera y última, cf. 12, 1.

2. La fiesta de los Tabernáculos celebrábase con gran alegría en otoño, con tiendas de ramas, para recordar al pueblo los cuarenta años que estuvo en el desierto. Cf. Lev. 23, 34.

27. Este, en tono despectivo. Los judíos esperaban que el Mesías, después de nacer en Belén, del linaje de David, aparecería con poder y majestad para tomar posesión de su reino (cf. Luc. 17, 20 y nota: "Interrogado por los fariseos acerca de cuándo vendrá el reino de Dios, les respondió y dijo: "El reino de Dios no viene con advertencia". Jesús se presentó en la humildad para probar la fe de Israel; pero las profecías, como también los milagros, mostraban que era el Mesías. Como observan el P. de la Briere y muchos otros, el sentido no puede ser que el reino está dentro de sus almas, pues Jesús está hablando con los fariseos.).

También creían erróneamente que Jesús era de Nazaret, y por lo tanto, no quisieron ver en El al Mesías. Mas, a pesar de las palabras y hechos con que El puso en evidencia que se cumplían en su persona todos los anuncios de los Profetas, nunca procuraron averiguar con exactitud dónde había nacido (v. 41 ss.; 8, 14), no obstante lo que se había hecho público en Mat. 2, 2 - 6.

28. Jesús insiste sobre la necesidad de conocer a Dios como Padre suyo (4, 34 y nota), pues Israel ignoraba entonces el misterio de la Trinidad, o sea que Dios tuviese un Hijo. Cf. 3, 16; 8, 54.

30. Los fariseos, y no el pueblo, pues muchos creyeron en Él, en contraste con los jefes. Véase v. 40 y 44: "Algunos del pueblo, oyendo estas palabras, decían: "A la verdad, Este es el profeta". "Algunos de entre ellos querían apoderarse de El, pero nadie puso sobre El la mano".


17.

Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.

Entrada: «Oh Dios, sálvame por tu Nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras» (Sal 53,3-4).

Colecta (del Veronense y Gelasiano): «Señor, Tú que en nuestra fragilidad nos ayudas con medios abundantes, concédenos recibir con alegría la salvación que nos otorgas, y manifestarla a los hombres con nuestra propia vida».

Comunión: «Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados; el tesoro de su gracia ha sido un derroche para con nosotros» (Ef 1,7).

Postcomunión: «Señor, así como en la vida humana nos renovamos sin cesar, haz que, abandonado el pecado que envejece nuestro espíritu, nos renovemos ahora por su gracia».

Sabiduría 2,1. 12-22: Lo condenaremos a muerte ignominiosa. La conjura de los impíos contra el justo se verifica en la Pasión de Cristo. En los labios de los enemigos de Cristo al pie de la Cruz se volverán a escuchar palabras semejantes. El impío detesta el reproche permanente que la vida del justo constituya para su vida depravada. El impío quisiera ver suprimido al justo y hace todo lo que puede para llevarlo a cabo.  Su furor satánico le lleva a intentar demostrar que es  vana la confianza filial que el justo tiene en Dios, puesto que ni siquiera Él podrá librarlo de sus manos homicidas. En el fondo es un alegato ateísta.

Así se hizo con Cristo: «Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo, para que no perezca toda la nación». Así habló el sumo sacerdote Caifás. Desde ese día determinaron quitar la vida a Jesús. Sólo una breve semana y realizarán su plan nefando. Sobornarán al traidor Judas. Se apoderarán de Jesús en el Huerto de los Olivos y seguirán todos los pasos de la Pasión que meditaremos en días sucesivos, sobre todo en la Semana Santa.

–El justo ha de sufrir mucho a causa de los malos. En la lectura primera vemos el modo de pensar y de actuar de éstos. Pero es Dios el que vence y es su protección lo que cuenta. Vivamos con la confianza puesta en Dios. Así lo expresamos con el Salmo 33: «El Señor se enfrenta con los malhechores para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos los libra el Señor. Él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él».

Juan 7,1-2.10.25-30: Intentaban apresarlo, pero aún no había llegado su hora. Continúan las controversias judías contra Jesús que proclama en el templo, como Enviado del Padre, su mensaje profético. Jesús sabe muy todo lo que va a sucederle. Gracias a la visión continua de Dios, de que goza su alma, conoce exactamente, ve y palpa todo lo que le espera: la traición de Judas, la negación de Pedro, las  humillaciones y dolores indecibles...

También nos vio a nosotros. ¿No es cada pecado un desprecio de Jesús, de sus preceptos, de su doctrina, de sus bienes y promesas? ¡Con cuánta frecuencia se oponen a Cristo y a sus mandatos, las pasiones, los planes y miras humanas en la vida del hombre y del cristiano! Hemos de pedir luces de lo alto para examinar nuestra vida, hacer una auténtica revisión de vida, arrepentirnos de nuestros desvíos y pecados. De este modo nos prepararemos a las fiestas de Pascua con toda sinceridad de corazón y comenzaremos una vida nueva, llena de todas las virtudes.


18. DOMINICOS 2004

"El Señor está cerca de los atribulados"

La luz de la Palabra de Dios
1ª Lectura: Sabiduría 2,1a.12-22
Dicen entre sí, calculando falsamente: Acechemos al justo, pues nos fastidia; se opone a nuestras obras, nos echa en cara las infracciones de la ley y nos acusa de traicionar nuestra educación. Presume de tener el conocimiento de Dios y se tiene por hijo del Señor. Es un reproche para nuestros pensamientos, aun el verlo nos resulta molesto. Porque su vida no se parece en nada a la de los otros, y son muy distintos sus caminos. Somos para él como escoria, se aparta de nuestros caminos como si apestasen. Proclama feliz la suerte de los justos, se gloría de tener a Dios por padre.

Veamos la verdad de sus palabras y probemos cuál será su fin. Porque si el justo realmente es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus adversarios. Probémoslo con ultrajes y tormentos, veamos su dulzura y pongamos a prueba su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, pues, según dice, habrá quien vele por él». Así razonan, pero se engañan. Los ciega su maldad. No conocen los secretos de Dios, no esperan la recompensa de la santidad, ni creen en el premio de las almas intachables.

Evangelio: Juan 7,1-2.10.25-30
Después de esto Jesús andaba por Galilea y evitaba andar por Judea, porque los judíos intentaban matarlo. Estaba cerca la fiesta judía de los tabernáculos. En cuanto sus hermanos fueron a la fiesta, él también fue; pero no públicamente, sino en secreto.

Algunos de Jerusalén decían: «¿No es éste al que intentaban matar? Habla en público y nadie le dice una palabra. ¿Es que habrán reconocido los jefes que éste es verdaderamente el mesías? Pero éste sabemos de dónde es; en cambio, cuando venga el mesías, nadie sabrá de dónde es».

Jesús, enseñando en el templo, exclamó: «Me conocéis, sí, y sabéis de dónde soy; pero no he venido por mi propia cuenta, sino que me ha enviado el que es veraz, al que vosotros no conocéis. Yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».

Querían prenderlo, pero nadie puso en él las manos porque su hora no había llegado todavía.


Reflexión para este día
“Dijeron los impíos: Acechemos al justo, que nos resulta incómodo, nos echa en cara nuestros pecados, es un reproche para nuestras ideas”.

La Palabra de Dios, en este viernes de Cuaresma, nos resume la experiencia de persecución vivida por el pueblo de Israel. En el meollo de esta verdad histórica, se está apuntando al “sufrimiento del justo” ,sencillamente por defender la verdad y la justicia. En este contesto histórico y religioso, se apunta al Justo, prometido por Dios, para restablecer la justicia, la paz y “libertad de los hijos de Dios”. El Justo, que subyace en el mensaje del libro de la Sabiduría, hace referencia al Mesías prometido: Jesucristo.

En el texto evangélico de hoy se evidencia esa dolorosa y, a la vez, gozosa verdad:

“Jesús recorría la Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo”.
Sabemos que esta actitud de Jesús de, “no querer andar por Judea”, fue temporal. Su decisión de ser fiel al plan salvador del Padre era más fuerte que el miedo y la cobardía. Enseguida vemos que Jesús “decide subir a Jerusalén”. Esta presencia de Jesús en la ciudad santa extrañó y hasta sobresaltó a algunos, que dijeron: “¿No es éste el que intentan matar?. Pues mirad como habla abiertamente y no le dicen nada”.

Cuanto hacía y decía Jesús no resultaba agradable para el sector judío más representativo. El Señor, motivado por su fidelidad al Padre, les echaba en cara su traición al Dios de Israel y al pueblo. La conducta y la palabra de Jesús se oponía y desmontaba los planteamientos religiosos y sociales de los dirigentes judíos. Esa fue la razón de tramar su muerte y quitarle de en medio: “Les echaba en cara su mala conducta”.

Los cristianos del siglo XXI, estamos convocados para realizar hoy nuestra subida a Jerusalén, Es la lucha por la verdad, la justicia y la paz, que brotan del amor a Dios y al hermano. Nuestro criterio de vida, nuestro Guía es Jesucristo. Si le creemos y le somos fieles, es probable que “molestemos a muchos y que intentarán quitarnos de en medio”. Jesús nos dice que “no tengamos miedo, que no seamos cobardes, que le sigamos hasta Jerusalén”. Cierto que en Jerusalén fue crucificado. También en la ciudad santa venció a la muerte resucitando.


19. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

En la literatura sapiencial aparece el género humano dividido en dos grupos: frente a los justos y a los sabios, los impíos y los locos. El impío es el que deja rienda suelta a sus instintos: astucia, violencia, sensualidad, soberbia (Sal 5); desprecia a Dios (Sal 10, 3s); se encarniza contra los justos y los pobres, etc. Y a pesar de lo que nos desconcierta es la suerte del justo la que siempre aparece cuestionada, en cambio aparentemente al impío le va bien. Esto naturalmente alza muchas voces contra los impíos, deseándole todo tipo de males. Dios siempre aparece del lado del justo, pero no quiere la muerte del impío, sino que se convierta y viva.

En el NT, la locura consiste no sólo en la impiedad que rechaza el querer de Dios, sino también en una sabiduría que se cierra a su gracia. Jesús conoce el género del que estamos hechos. Y sabe muy bien que nadie puede llamarse a sí mismo justo. Todos necesitamos de una conversión radical para acoger su palabra y ponerla en práctica. Pensar que podemos prescindir de esta gracia, para vivir como verdaderos hijos e hijas, hermanos y hermanas, sería una insensatez (cf Mt 7,26).

Durante varias semanas hemos seguido de cerca a Jesús. Su modo de ser nos descoloca y apasiona. Pero hoy vemos que también ese mismo modo de actuar a otros los desconcierta. El justo, Jesús, resulta incómodo . ¿Cómo permanecer a tu lado Señor?

Vuestra hermana en la fe,
Ermina Herrera, javeriana (erminahv@yahoo.e


20. Que el Señor santifique nuestra voluntad

Que en este camino de Cuaresma aprendamos a descubrir esta purificación de nuestra voluntad. Cada uno en su ambiente, en su lugar, con sus circunstancias. Una purificación de la voluntad que supone el constante exigirse y llamarse a sí mismo al orden, para ver si en todo momento estamos viviendo según la hora de Dios o estamos viviendo según nuestra hora; según la voluntad de Dios o según nuestra voluntad

Autor: P. Cipriano Sánchez

Sb 2, 1. 12-22
Jn 7, 1-2; 10, 25-30

“Jesucristo —nos dice el Evangelio—, no es capturado porque todavía no había llegado su hora”. Es éste uno de los temas que más recurren en San Juan: la hora de Cristo como el momento de la redención, como el momento en el cual Él va a librarnos a todos de nuestros pecados. La hora de Cristo es una hora que no es suya, no está impuesta por Él, sino que es la hora que el Padre le ha impuesto, y mientras no llegue ese momento, Jesucristo va a vivir, por así decir, libre de sus enemigos; pero en el momento que esa hora llegue, Jesucristo va a ser entregado a sus enemigos.

Esto nos podría parecer una especie de determinismo o de falta de libertad, cuando realmente es un sumergirse en la orientación de nuestra libertad a la adhesión total a Dios. En el caso de Cristo, el hecho de tener que obedecer a Dios va a significar, en ese momento concreto, escaparse de sus enemigos: “Todavía no había llegado su hora”. Sin embargo, sabremos que después, cuando llegue su hora, Jesucristo será entregado. Es lo que Jesús dice a los soldados que van a aprenderlo en el Huerto de los Olivos: “Ésta es vuestra hora y la del Príncipe de las Tinieblas”.

Es una disposición interior que nosotros tenemos que llegar a tomar: la disposición interior de llegar a aceptar la hora de Dios sobre nuestra vida. Es decir, aceptar plenamente el camino, el designio de Dios sobre nuestra vida, lo cual requiere nuestra capacidad de purificar nuestra voluntad, nuestra capacidad de decir a nuestra voluntad que no es ella la que tiene que mandar, sino que es Dios nuestro Señor quien lo tiene que hacer.

Podríamos decir que es la vida la que nos va guiando, porque aunque nosotros podemos planear unas cosas u otras, a la hora de la hora, es la vida la que nos va diciendo por dónde tenemos que ir. Nosotros podríamos tener planes, pero cuántas veces esos planes se rompen, se quebrantan precisamente cuando nosotros pensaríamos que más falta nos hace que no se quebrantasen. Este aspecto de nuestra vida requiere que nosotros aprendamos a encontrar y aceptar, en nuestra voluntad, lo que Dios nos pide, y no como quien se resigna, sino como quien libremente se ofrece a Dios. La libertad y la voluntad son elementos que tienen que conectarnos con Dios.

El libro de la Sabiduría habla de “lo que los malvados dicen entre sí y discurren equivocadamente”. Nos dice todos los planes que tienen contra el hombre justo, cómo están dispuestos a atacarlo, cómo están dispuestos a romperlo, cómo están dispuestos a matarlo: “Condenémoslo a muerte ignominiosa, porque dice que hay quien mire por él”. Y termina diciendo: “Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega. No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de una vida intachable”.

No nos dice nada de que al justo se le vaya a librar de todos esos planes de los malvados, simplemente nos dice que estos hombres no conocen lo que Dios espera oír de ellos.

Nos podríamos preguntar: ¿Y el justo que tiene que enfrentarse con esa injusticia de parte de los malvados? ¿Y el justo que tiene que sufrir todo lo que ellos dicen? Este aspecto llama a nuestra voluntad a hacerse una pregunta: ¿Realmente mi voluntad está puesta en Dios, independientemente del «entrecruzarse» de las libertades humanas, de los ambientes, de las situaciones que nos acaecen? ¿Nuestra libertad, cada vez que se da cuenta de que Dios llega a la vida, ha aprendido a abrirse de tal manera al Señor que, en todo momento, acepte y se abrace libremente a ese misterio que es la presencia de Dios en nuestras vidas?

Quizá ése es el punto más difícil de llegar a entender. Podemos entender el abrazarnos a determinadas situaciones positivas, incluso algunas negativas, pero es difícil cuando el alma siente la impotencia, cuando sentimos que el alma se nos rompe o que nuestra voluntad no termina de obedecernos, no termina de ubicarnos y orientarnos hacia donde tendríamos nosotros que ir.

Es precisamente este designio el que tendríamos que controlar, y para lograrlo es necesario ver en qué lugar nuestra voluntad no está plenamente orientada hacia Dios.

Sabemos que no es fácil orientar en todo momento la voluntad hacia Dios, porque basta que algo no salga como nosotros querríamos y de nuevo volvemos a ser retados, y de nuevo nuestra voluntad vuelve a ser puesta en cuestionamiento para ver qué vamos a hacer con ella.

El camino de purificación de nuestra voluntad y de nuestra libertad es la constante sumisión libre a Dios; el constante abrazarnos al modo concreto en el cual Dios se nos va presentando en nuestra vida.“Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan”.

En el fondo, la purificación de nuestra voluntad tiene este objetivo: esperar en Dios, aunque pueda parecer que alrededor están las cosas muy difíciles; aunque pueda parecer que todo alrededor es obscuridad, es dificultad. “Muchas tribulaciones para el justo, pero de todas ellas Dios lo libra”.

Hay veces que nuestra inteligencia no ve más arriba, no sabe por dónde llevarnos y puede arrastrar a nuestra voluntad y alejarla de Dios. Nuestra voluntad, aun en medio de las dificultades, de las tribulaciones y de las pruebas, tiene que ser capaz de entender que solamente quien se abraza a Dios puede llegar a estar cerca de Él. “El Señor no está lejos de sus fieles”. La fidelidad es obra de nuestra voluntad purificada, puesta totalmente en manos de Dios nuestro Señor.

Que en este camino de Cuaresma aprendamos a descubrir esta purificación de nuestra voluntad. Cada uno en su ambiente, en su lugar, con sus circunstancias. Una purificación de la voluntad que supone el constante exigirse y llamarse a sí mismo al orden, para ver si en todo momento estamos viviendo según la hora de Dios o estamos viviendo según nuestra hora; según la voluntad de Dios o según nuestra voluntad.

Dejemos que el Señor santifique nuestra voluntad, de tal manera que podamos adherirnos a Él, que podamos ponernos totalmente en Él en este camino de conversión que es la Cuaresma, que reclama no solamente una serie de obras de penitencia interior, sino que reclama, sobre todo, la reestructuración y la reeducación de nuestra vida hacia Dios.


21. 2004 Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

Análisis
El texto del Evangelio de hoy presenta la introducción a una serie de acontecimientos de Jesús a partir de la fiesta “judía” de las Tiendas. Como la liturgia quiere aludir a una serie de discusiones, pero el texto de vv.25-30 podía quedar “en el aire”, para darle un marco se nos añaden los vv.1-2.10 donde podemos tener idea de lo que está ocurriendo. La causa de que Jesús tenga su vida amenazada parece tener que ver con el discurso del pan de vida (al menos narrativamente, aunque otros -que prefieren el orden de capítulos 1-4.6.5.7-12- lo relacionan con la curación del enfermo junto a la piscina y los discursos posteriores). En el fin del capítulo 6 se nos anticipa que Judas lo va a entregar (6,71), con lo que ya sabemos por qué no quiere subir para la fiesta. No sabemos con precisión por qué quieren matarlo, y en 11,53 parece haber una contradicción ya que “desde entonces”, es decir desde la resurrección de Lázaro, deciden darle muerte. En 5,18 se nos advierte que a los judíos les entran ganas de matarlo por hacerse igual a Dios. Parece que desde el comienzo “quieren” matarlo, pero a partir del signo de Lázaro la decisión se toma en firme. Lo cierto es que, por un lado tenemos un intento homicida, y por otro una fiesta “judía” que se acerca. El acento en que esta fiesta es “judía” parece tener que ver con la costumbre de Juan de mostrar cómo Jesús reemplaza en su propia persona las fiestas y símbolos judíos. Así, al no aceptar a Jesús, las fiestas son “de ellos”, cosa que es frecuente en el Cuarto Evangelio (2,6.13; 5,1; 6,4; 11,55; 19,42); los cristianos ya celebran a Jesús que ha reemplazado todo lo antiguo.

El v.10 nos muestra que, finalmente, Jesús va a Jerusalén (“subió”) aunque -precisamente por el intento de darle muerte- lo hace de incógnito (en v.1 Jesús “evita” andar por Judea). Otras veces en Juan vemos a Jesús escapando de la muerte, y yendo a donde no lo pueden encontrar (por ejemplo, 10,40, 11,54).

Los vv.25-30 presentan una discusión sobre “el mesías”. Al ver a Jesús muchos se sorprenden. Lo que llama la atención es que habla con toda libertad (parresía). El tema no es el sábado como en v.23 sino la persona de Jesús. ¿Por qué no intervienen las autoridades?

La frase que el Mesías no se sabrá de dónde viene parece aludir a una corriente que esperaba un “mesías oculto”, alguien que ya habría venido pero todavía debe esperar que aparezca primero Elías para manifestarse a Israel (aunque recién en el diálogo de Justino con Trifón [8,4; 110,1] nos consta de tales expectativas, aquí parece que -al menos en parte- estaban ya insinuadas).

El tema del origen de Jesús es algo a lo que Jn da importancia (7,27.28; 9,29.30; 19,9), pero no parece que esté aludiendo a la ignorancia de que hubiera nacido en Belén y no en Nazareth (de lo que parece ocuparse en 7,41-42) sino a la ignorancia principal, lo que pone en juego -una vez más- la clásica ironía de Juan, creen conocer de dónde viene Jesús y no pueden reconocer que “viene de Dios” (“ustedes me conocen bien” debe entenderse irónicamente). También es curioso que en 9,29 los judíos dirán “este no sabemos de dónde es” lo que refuerza la ironía, ¿saben o no? Este es el tema central del párrafo: Jesús, que afirma que viene del Padre y conoce al Padre (que lo envió) afirma expresamente cual es su misión: porque lo conoce es que es enviado a hacerlo conocer. Su papel es de revelador, como ha quedado claro desde el principio (1,18) hasta el final (15,15). Así se entienden más claramente los contrastes entre conocer e ignorar en este párrafo (y también “creer conocer”, por cierto). Jesús, que conoce al Padre, lo revela, y podrán conocerlo quienes a su vez reconozcan a Jesús como enviado y revelador.

La referencia final a la hora que todavía no ha llegado (algo que ya había sido dicho en Caná, 2,4) revela que sólo cuando llegue la hora (13,1), que es la de la Pasión, hora “marcada” por Dios (12,23; 17,1) y cuando Jesús mismo lo consienta, podrán capturarlo (18,6-8).

Comentario
Una característica curiosa del Evangelio de Juan es su ironía. Es frecuente que los adversarios digan o hagan una cosa que los pone en contradicción consigo mismos. Hoy se presenta como característico del mesías futuro, que no se sabrá de dónde proviene. La prueba de que Jesús no es ese mesías es que “sabemos de dónde viene”. Sin embargo, aquí la ironía, los de Jerusalén en verdad no saben que Jesús viene del Padre. Siguiendo esa lógica podríamos concluir: “por lo tanto sí es el Mesías”.

La estrecha relación entre Jesús y el Padre empieza a quedar cada vez más de manifiesto en los párrafos que siguen y en las lecturas de los próximos días. La relación es tan íntima y personal que es eso lo que le permite a Jesús ser “el” revelador del Padre, el único verdaderamente autorizado para hacerlo conocer.

Pero esta relación (“vengo de él”, “él me ha enviado”), que revela su misión, no sólo no es comprendida sino que además es la causa cada vez más evidente del deseo de darle muerte. Ya la habíamos visto: antes “se hace igual a Dios”, ahora “viene de él”, luego... Sin embargo, todavía no pueden darle muerte porque esto sólo ocurrirá cuando sea la hora, es decir el tiempo de donación voluntaria de Jesús y aceptación del Padre.

No son pocas las veces que creemos conocer “perfectamente” las cosas de Dios, “Dios es”, “Dios quiere”, “Dios no...” El Evangelio, para empezar, nos propone un acto de humildad que es dejarnos enseñar por Dios, dejar que sea él quien marque el camino y no nuestra “sabiduría” o “esquemas”. Pero también nos invita a la disponibilidad a que Dios actúe por caminos insospechados, y saber que estamos llamados a reconocerlo en ellos. Caminos y esquemas en los que todavía hoy Dios se sigue revelando.


22.

Reflexión

Uno de los elementos que podemos destacar de este evangelio es el hecho de que Jesús quería pasar desapercibido, pues decía: que llegó no abiertamente sino en secreto, como de incógnito. Sin embargo el resultado es que todo el pueblo se dio cuenta de que él ahí estaba. A pesar de que su idea era no ser visto, el celo por la predicación lo lleva al templo, y todos lo reconocen. Esta es una de las características naturales del cristiano: no puede pasar desapercibido… todo el mundo se da cuenta. Decía el P. Esquerda: “Quien lo tiene no lo puede ocultar y quien no lo tiene no lo puede fingir”. Y es que la vida, el pensamiento, las actitudes, en fin todo el ser del cristiano lo descubre como un seguidor del Maestro. Su ansia de comunicar el evangelio, lo hace ponerse al descubierto aun en circunstancias que pudieran considerarse peligrosas. ¿Qué tanto transparentas a Cristo en tu vida diaria?

Que el Señor sea luz y lámpara para tu camino.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


23. Origen divino del Mesías

Fuente: Catholic.net
Autor: P . Clemente González

Juan 7, 1-2.10.25-30

Reflexión:

“Los judíos trataban de matarlo”. Jesús es el prototipo del justo que resulta incómodo y cuyo testimonio se quiere silenciar. Sin embargo, todas las acusaciones que le hacen son “viscerales”, nacidas del odio. Por ejemplo, dicen que saben de donde viene Jesús; el Mesías, en cambio no, por lo tanto Jesús no es el Mesías porque saben de dónde viene Jesús. Otras veces le creen endemoniado, otras le critican porque por encima de la ley da más preferencia a la vida de las personas. Lo que los fariseos buscan es desacreditarle y huir para no tener que aceptar su testimonio.

No obstante, Jesús “grita” valientemente su identidad: “yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz, a Ése vosotros no le conocéis; yo le conozco porque procedo de Él y Él me ha enviado.” Pero como aún no había llegado su hora, la hora de la cruz en donde los fariseos entonces empezarán a creer más en él. Y aunque se esforzarán por acabar completamente con sus enseñanzas, se darán cuenta de que efectivamente Jesús era el Mesías.

También en el mundo de hoy, junto a muchas personas que creen y aceptan a Cristo, hay otras muchas que han optado por ignorarlo, o incluso, por perseguir toda idea suya. Por esto sus seguidores corren igual suerte. En una sociedad que va perdiendo los valores fundamentales como el respeto a la vida, la caridad, el perdón, debería llevarnos a luchar y trabajar por extender el reino de Cristo y no sólo a lamentarnos por la situación. Nosotros somos los que cambiaremos el corazón de las personas con nuestro testimonio de cristianos.

Tal vez no lleguemos a ser perseguidos físicamente, pero sí desacreditados y criticados por buscar la coherencia de vida con nuestra fe. No temamos ser fieles a Cristo, porque si Él está con nosotros, ¿quién contra nosotros?


24.

I. Jesús, los jefes judíos te están buscando para matarte. Es ya algo conocido en Jerusalén, hasta el punto de que hay quienes se extrañan al verte predicar con toda libertad. Tu vida corre peligro pero no te escondes, sino que continúas con tu misión de enseñar el Evangelio a todas las gentes.

En cambio yo, Jesús, cuánta cobardía tengo a veces. Veo que debería decide algo a este amigo, o cortar una conversación impura, o defender a la Iglesia ante esa crítica satírica. Pero me quedo allí arrinconado, escondido en mi silencio, y pierdo una oportunidad inmensa de dar buena doctrina.

Juan Pablo I, en su primer mensaje como Papa, urgía a los cristianos a cambiar de actitud: Queremos recordar a toda la Iglesia que la evangelización sigue siendo su principal deber... Animada por la fe, alimentada por la caridad y sostenida por el alimento celestial de la Eucaristía, la Iglesia debe estudiar todos los caminos, procurarse todos los medios, oportuna e inoportunamente (2 Tim 4, 2), para sembrar la palabra, proclamar el mensaje, anunciar la salvación que infunde en el alma la inquietud de la búsqueda de la ver-dad y la sostiene con la ayuda de lo alto en esta búsqueda. Si todos los hijos de la Iglesia fueran misioneros incansables del Evangelio brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad (Juan Pablo I, 27-VIII-1978).

Sabemos de dónde es éste. Jesús, cuántos creen conocerte pero, en el fondo, no te conocen. Dicen que te siguen, pero no siguen a tu Iglesia; dicen que te entienden, pero no entienden tu Cruz; dicen que te aman, pero no aman la Eucaristía. Yo, a veces, también te sigo poco, te entiendo poco, te amo poco. Ayúdame a seguirte más de cerca, a entenderte mejor, a amarte de verdad.

II. Urge difundir la luz de la doctrina de Cristo.

Atesora formación, llénate de claridad de ideas, de plenitud del mensaje cristiano, para poder después transmitirlo a los demás.

-No esperes unas iluminaciones de Dios, que no tiene por qué darte, cuando dispones de medios humanos concretos: el estudio, el trabajo (Forja, 841).

Jesús, ante la situación de confusión actual, donde hay quien se cree con el derecho de interpretar tu doctrina a su antojo, urge difundir la luz de la doctrina de Cristo, tener las ideas claras: entender por qué la señal del cristiano es la Cruz; por qué la Eucaristía es el sacramento de nuestra fe; por qué el mandamiento nuevo sigue siendo tan nuevo; qué es pecado y por qué; cuáles son los mandamientos de la Iglesia, y qué dice el Magisterio sobre los temas de actualidad.

Jesús, quiero enterarme bien: primero por mí, para tener esa plenitud del mensaje cristiano; y luego, para poder transmitido a los demás. Y cuando no entienda algo, que no me quede con la duda: que lo pregunte en la dirección espiritual o que pregunte una referencia o un libro donde se explique. Porque Tú necesitas apóstoles con claridad de ideas, que sepan explicar de modo actual las ideas de siempre.

Jesús, que te conozca de verdad; que ponga los medios humanos concretos que necesite: el estudio de tu doctrina; la asistencia a cursos de formación espiritual; la lectura de libros sobre temas morales, doctrinales o espirituales. Así podré ser, entre los que me rodean, un mensajero del Evangelio. Y podré decir de Ti lo que Tú dijiste de tu Padre: Yo le conozco, porque de Él vengo y Él mismo me ha enviado.

Comentario realizado por Pablo Cardona.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo I, EUNSA


25.

Comentario: Rev. D. Josep Vall i Mundó (Barcelona, España)

«Nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora»

Hoy, el evangelista Juan nos dice que a Jesús «no [le] había llegado su hora» (Jn 7,30). Se refiere a la hora de la Cruz, al preciso y precioso tiempo de darse por los pecados de la entera Humanidad. Todavía no ha llegado la hora, pero ya se encuentra muy cerca. Será el Viernes Santo cuando el Señor llevará hasta el fin la voluntad del padre Celestial y sentirá —como escribía el Cardenal Wojtyla— todo «el peso de aquella hora, en la que el Siervo de Yahvé ha de cumplir la profecía de Isaías, pronunciado su “sí».

Cristo —en su constante anhelo sacerdotal— habla muchísimas veces de esta hora definitiva y determinante (Mt 26,45; Mc 14,35; Lc 22,53; Jn 7,30; 12,27; 17,1). Toda la vida del Señor se verá dominada por la hora suprema y la deseará con todo el corazón: «Con un bautismo he de ser bautizado, y ¡cómo me siento urgido hasta que se realice!» (Lc 12,50). Y «la víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). Aquel viernes, nuestro Redentor entregará su espíritu a las manos del Padre, y desde aquel momento su misión ya cumplida pasará a ser la misión de la Iglesia y de todos sus miembros, animados por el Espíritu Santo.

A partir de la hora de Getsemaní, de la muerte en la Cruz y la Resurrección, la vida empezada por Jesús «guía toda la Historia» (Catecismo de la Iglesia n. 1165). La vida, el trabajo, la oración, la entrega de Cristo se hace presente ahora en su Iglesia: es también la hora del Cuerpo del Señor; su hora deviene nuestra hora, la de acompañarlo en la oración de Getsemaní, «siempre despiertos —como afirmaba Pascal— apoyándole en su agonía, hasta el final de los tiempos». Es la hora de actuar como miembros vivos de Cristo. Por esto, «al igual que la Pascua de Jesús, sucedida “una vez por todas” permanece siempre actual, de la misma manera la oración de la Hora de Jesús sigue presente en la Liturgia de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia n. 2746).


26. 2004

LECTURAS: SAB 2, 1. 12-22; SAL 33; JN 7, 1-2. 10. 25-30

Sab. 2, 1. 12-22. Los impíos razonan equivocadamente que no hay vida más allá de la que disfrutamos en este mundo. Por eso tratan de aprovecharla como si fuera su único paraíso; no importa que, para ser felices, tengan que pisotear los derechos de los demás. No faltará el justo fastidioso que quiera envolverlos con sus razonamientos y con una vida cuya esperanza está en la posesión de una paz y una felicidad más allá de esta vida. Jesucristo nos ha venido a manifestar el amor de Dios que nos espera como un Padre amoroso, para recibirnos en las moradas eternas, después de haber caminado por esta vida haciendo el bien a todos. A pesar de que quisieron acabar con Él, Dios lo resucitó de entre los muertos, dándole así una razón a nuestra vida; pues, efectivamente, desde Cristo podemos creer que la muerte no tiene la última palabra, sino la vida; y que nuestro paso por este mundo nos conduce a la posesión de los bienes definitivos en la medida en que dejemos a un lado nuestros egoísmos, y amemos con lealtad a nuestro prójimo en la misma forma en que nosotros hemos sido amados por Dios.

Sal. 33. Confiar en Dios. Confiar en Él aún en los momentos más difíciles. Saber levantar la mirada hacia el Señor y decirle: en tus manos encomiendo mi espíritu, hará que nuestro Dios leal nos libre de todas nuestras angustias y dolores. Dios siempre está cercano de aquellos que le aman y le viven fieles. Y a quienes se alejaron a causa del pecado, Él no los ha abandonado, sino que ha salido, por medio de su propio Hijo, a buscarlos para llevarlos amorosamente de vuelta a Casa, para que todos vivamos como hijos en el Hijo. A pesar de que muchos nos persigan y quieran acabar con nosotros, pongamos nuestra vida totalmente en manos de Dios. Él velará por nosotros y nos llevará sanos y salvos a su Reino celestial.

Jn. 7, 1-2. 10. 25-30. Aceptar a Jesús es aceptar a Aquel que lo envió. Su origen, humanamente, es terreno. Como Hijo de Dios, viene de lo alto. Dios está con nosotros; ha plantado tu tienda de campaña en medio de la nuestra mientras nos encaminamos hacia la posesión de los bienes definitivos. Ojalá y no lo expulsemos de entre nosotros; ojalá y no sólo esté cercano a nosotros, sino que habite en nuestros corazones. Que sus palabras encuentren en nosotros un terreno fértil, capaz de producir frutos abundantes de buenas obras. Quienes en verdad unamos nuestra vida a Él proclamaremos su Nombre, no como quien va en nombre propio, sino como Aquel que ha conocido el amor de Dios, que escucha y vive conforme a su Palabra y que se convierte no en transmisor de fábulas, sino en testigo de la Verdad, enviado por aquel que le llamó para que le conociera y experimentara su amor compasivo y misericordioso.

¿En verdad conocemos y reconocemos a Cristo como salvación nuestra? Hoy venimos a su presencia ante el llamado que, de una u otra forma, Él nos ha hecho. Su Palabra ha sido pronunciada sobre nosotros para que se convierta en nuestra salvación. No sólo hemos de amoldar nuestra vida a la Palabra de Dios; esa Palabra debe tomar cuerpo en nosotros y debe transformarnos para que nos convirtamos en testigos de la misma en el mundo. Al entrar en comunión de vida con Jesucristo en la Eucaristía es porque queremos entregar todo nuestro ser para el bien, para la salvación de todos. La Iglesia, efectivamente, continúa la obra de salvación de Cristo en el mundo a través del tiempo. Por eso hemos venido a la presencia de Dios no tanto a cumplir con un deber cuanto a aceptar una misión: ser portadores, con la vida y con las palabras, de la Buena Nueva de salvación de la que aquí estamos siendo testigos.

Trabajemos intensamente por el Reino de Dios. No busquemos nuestra gloria, sino la gloria de Dios. Es verdad que tal vez muchos se burlen de nosotros y hasta nos persigan y acaben con nosotros, pero ese es el riesgo del auténtico profeta. Ciertamente nosotros no buscamos intencionadamente la muerte por el Reino de los cielos, pero sí estamos dispuestos a sufrirla por Él, si eso está dentro de los planes de Dios. Ante el testimonio de fe, comprometidos en nuestra totalidad, vamos cargando nuestra cruz de cada día siguiendo las huellas de Cristo. Ahí en la familia, en el trabajo, en lo banal de cada día, damos testimonio de que en verdad el Señor habita en nuestros corazones. Desde un corazón recto, justo, alegre, responsable, amoroso, fraterno, el mundo debe conocer que Dios nos ha enviado como portadores de sus dones para todos los hombres.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, que nos conceda la gracia de saber amar a todos, de no causar mal a nadie. De que teniendo a Cristo con nosotros, lo demos a conocer a los demás a través de una vida íntegra. Entonces, por medio de la Iglesia, el mundo conocerá y experimentará el amor que Dios nos tiene a todos. Amén.

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27. ARCHIMADRID 2004

LO QUE DA GRIMA

Heidi –así no se llama, pero como es chinita y su nombre es impronunciable para nosotros y podríamos decir una blasfemia en lenguaje mandarín la conocemos así y responde- entró en el bar con su cargamento de Cds y DVDs perfectamente pirateados (hasta que intentas verlos) mientras mi coadjutor y yo nos tomábamos un cafecito. En una mesa cercana un chavalote de los que presumen de “machotes” (gafas de sol sobre la cabeza, camiseta sin mangas marcando pectorales y enseñando bíceps de gimnasio, moreno de horas de rayos uva) y rodeado de tres chicas que le escuchaban con cara de escepticismo o aburrimiento, pues me imagino que la conversación que acaparaba el “gachó” era monotema: él mismo. Heidi se acerca a la mesa de estos jóvenes llevando en primer lugar de los DVDs la película de la Pasión de Mel Gibson que se vende muy bien y los chinitos tienen muy buen ojo para estas cosas. Mientras una de las chicas ojeaba el resto de las películas nuestro machote particular coge “La Pasión” y comenta en voz bien alta: “¿Quién puede querer ver esto?. Da grima, todo lleno de sangre y para ver a un tío sufrir, es una salvajada. Hay que ser un fanático para que a alguien le guste tanta sangre y bestialidad”. Se quedo él tan satisfecho de su bravuconería y Heidi se quedó con su película aunque no entendió nada, pues en castellano sólo sabe contar hasta diez (lo que rebaja bastante los precios).

Esa tarde vi “Master & Commander”, preciosos barquitos, encantadores animalillos, idílicos paisajes, música encantadora, vísceras al aire, miembros amputados, heridas de todos los tamaños y variedad de formas, cuellos segados, plomo atravesando los cuerpos, en definitiva una “aventura épica”.

“Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; (…) es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima.” Ahora comprendo la reacción del chavalote del bar, seguramente él no lo sepa pero conoce en el fondo de su corazón que la muerte de Cristo no es fruto de una reyerta, de una pelea, de una maldita casualidad; sabe que la muerte de Cristo es por él, por sus pecados, sabe que a Cristo lo recibió con alegría en su Primera Comunión, que el sacerdote cuando depositaba en su boca la Sagrada Forma era ese cuerpo al que veía deshecho en la carátula, que le había perdonado sus travesuras infantiles cuando recibió la absolución y escuchaba: “Yo te absuelvo” y era ese que veía destrozado ahora en un dibujo de la portada quien se lo había dicho. A veces el Señor se acerca “no abiertamente, sino a escondidas” y le descubrimos donde menos esperamos y, aunque nunca nos acostumbremos a encontrarnos la cruz (eso sí que sería una blasfemia) tenemos, como María, que ir conociendo los “secretos de Dios”, su amor que es inconmensurable, que nos “desarma” completamente.

Ese Cristo que ves en la cruz no es un desconocido, no es un recuadro de la sección de sucesos, no es “una cifra más”, es aquél que tanto conoces y que tanto te conoce, que tanto te quiere, que tanto ha hecho y hace por ti. ¿Lo despreciarás indiferente?


28. Fray Nelson Viernes 11 de Marzo de 2005

Temas de las lecturas: Condenemos al justo a una muerte humillante * Trataban de capturar a Jesús, pero aún no había llegado su hora.

1. El Fastidio que causa el bien
1.1 ¿No debería ser al contrario? ¿No debería ser el mal lo que causara fastidio y fuera repelido, mientras el bien es acogido y justamente alabado? Sin embargo, las lecturas de hoy nos invitan a encarar una dura realidad: el bien y los buenos resultan fastidiosos para un mundo lleno de pactos y alianzas con la maldad. Una vez que el mal se ha vuelto un buen negocio y una forma de vida que reporta los dividendos del placer y el lucro, la bondad sólo tiene un nombre: estorbo.

1.2 Es tan grande la ilusión de fortaleza que crean las alianzas del mal que los malvados miran con cínico escepticismo los esfuerzos del que quiere ser bueno, y por ello disfrutan del morboso placer de preguntarse en qué parará toda esa virtud si es puesta a prueba. Su mente burlona y cruel necesita asegurarse de que no hay otra posibilidad ni otro camino que aliarse con el mal y por eso les parece imperioso aplastar al que no va por el camino que ellos juzgan único posible.

1.3 Y así brotan, en borbotones de sevicia, sus palabras: "Veamos si es verdad lo que dice, comprobemos cómo le va al final. Porque si el justo es hijo de Dios, él lo asistirá y lo librará de las manos de sus adversarios. Probémoslo con ofensas y tortura: así veremos hasta dónde llega su paciencia y comprobaremos su resistencia. Condenémoslo a una muerte deshonrosa, pues, según dice, Dios lo librará". ¡Dios! Cómo quisiéramos que estas palabras existieran sólo en los libros de terror y no que fueran, como son, el duro crisol por el que tantas almas buenas han de pasar!

2. Jesús perseguido
2.1 Jesucristo es el alma buena por excelencia. Él es la expresión misma de la bondad. Según lo dicho más arriba, esto sólo puede traer una consecuencia: para los ojos aviesos del mundo nadie tan fastidioso como Cristo, nadie que "merezca" tanto ser perseguido, torturado, excluido, asesinado.

2.2 Los enemigos del Señor creen que conocen y entienden todo sobre Él: "éste sabemos de dónde es...", leemos en el texto de hoy. ¡Oh, qué peligro y fatal trampa envuelven estas expresiones de vano orgullo! Cristo no dejó sin corregirlas: "¿De manera que me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por el que dice la verdad, y a quien ustedes no conocen". Corrigió la mentira por guardar el honor debido a la verdad, por una parte, y por salvar al mentiroso de su propio engaño, por otra.

2.3 Ante estas horas oscuras, que ya nos dejan sentir el escalofrío de la traición y el vocerío de la muerte, ¿qué diremos?, ¿qué podemos aprender? Podemos aprender que hubo y hay Uno que entró en los dominios cenagosos de la muerte para rescatar a los que estábamos muertos. Podemos aprender que su amor no fue detenido ni por el miedo, ni por la traición, ni por la crueldad, ni por la burla, ni por la muerte misma. Podemos aprender que hemos sido amados sin merecerlo, pero amados hasta el extremo. Y podemos aprender a dar gracias y bendecir al que nos ha salvado pagando tan alto precio, mientras le suplicamos la gracia de resistir cuando llegue la hora de la prueba.