ROMANCE DEL DIOS DESNUDO

 

Los ángeles hacen fiesta,

una fiesta de disfraces,

porque el Niño Dios se marcha

a vivir con los mortales.

 

Se han disfrazado de niños

para ser a Dios iguales.

Quieren marchar con Jesús

y compartir avatares.

 

Unos visten de europeos,

bien nutridos y elegantes.

Otros visten de mendigos,

vagabundos o emigrantes.

Otros no visten de nada.

Desnudos van por la calle,

que el desnudo de los pobres

ya no escandaliza a nadie.

 

Se perdieron de Jesús,

y pululan por las calles.

Y no hay nadie que los busque...

¡Es que no interesa a nadie!

 

Jesús marchó desnudito

como un niño de la calle.

Al verlo, algunos dudaron

si debían ayudarle.

¡Era el mismo del pesebre,

Dios nacido entre animales!

 

Otros pensaron que Dios

era rey y era honorable,

vivía en familia unida,

respetada y respetable.

Su padre era el buen José,

María su santa madre.

El Niño Dios del pesebre

no era el de la puta calle.

 

Hicieron una cunita

para este Niño adorable.

Era el retrato de Dios,

puesto allí... para rezarle.

 “¡Qué encanto tiene este Niño!

decían mañana y tarde;

fíjate qué ojitos tiene,

los mismitos que su madre.

Es Dios que viene a servirnos.

¡Es Dios que viene a salvarme!”

 

Así se pasan las horas

y todas las Navidades,

entre rezos y piropos,

regalos y mazapanes,

pastores, reyes y estrellas,

doce uvas y champanes.

 

Jesús se muere de frío

deambulando por las calles,

frío en el cuerpo y el alma,

y en el alma y cuerpo... ¡hambre!

 

“Limpiemos esta basura,

dicen ediles y alcaldes,

que los niños que andan sueltos

son amenaza constante”.

 

Gloria a Dios en las alturas...

y en la tierra a cada ángel,

que disfrazado de niño,

merodea por la calle.

 

Gloria a Dios en las alturas,

gloria a quien sus puertas abre

al Dios que llama a su puerta,

con disfraz de impresentable.

 

El mendigo que me pide

es el que puede salvarme,

librarme de las riquezas

que me hacen tan miserable.

 

Gloria al Dios de las alturas.

Gloria al Dios que niño se hace.

Gloria al Dios de las basuras

de los niños de la calle.

 

ALFONSO FRANCIA

ECLESALIA, 05/01/06