Himno a la Divina Providencia
(Mateo 6,32-33)


Tu suave providencia se derrama


“JACINTO ALEGRE PUJALS S.I. (Tarrasa 24-XII-1874 / 10-XII-1930). Apóstol de la caridad. Entro en la Compañía de Jesús en 1892. Frecuentaba los hospitales de Barcelona y sentía preferencia por los más pobres que no tenían a nadie. Conoció la obra de San José Benito Cottolengo en Turín, le impresionó la confianza en Dios como único apoyo de aquella Institución y pensó que era lo que él buscaba para los enfermos pobres que visitaba. Sembró la semilla pero no vio fundado el Cottolengo. En los últimos momentos de su vida tenía cerca a su superior el P. Guim y al Sr. Rómulo Zaragoza, un laico dirigido espiritual suyo, ambos se comprometieron a llevar adelante sus deseos de fundar un Cottolengo apoyados por el Obispo Dr. Irurita.

El P. Alegre moría en 1930 y dos años después de su muerte, D. Rómulo Zaragoza comenzó la obra del Cottolengo del P. Alegre que él, desde el cielo, alentaba.

El 23 de octubre de 1939, festividad de Cristo Rey, nace, en Barcelona, la Congregación religiosa de Hermanas Servidoras de Jesús. Dolores Permanyer i Volart, su fundadora, secundando la acción divina, hizo germinar la semilla del carisma fundacional legada por el Padre Jacinto Alegre, bajo la dirección espiritual del P. Juan Guim, cofundador. El fin específico es entregar la vida al servicio de Jesucristo en el hermano pobre y enfermo más necesitado, formando con él una familia que quiere vivir total y filialmente confiada en el amor de Dios, Padre Providente, y en adoración constante a Cristo, el Señor, en el Misterio de la Eucaristía.

Las Servidoras de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre y sus acogidos forman una sola Familia: el Cottolengo del Padre Alegre.

El Cottolengo del Padre Alegre, es una forma de vivir y de ver en cristiano la vida. Su misión, como la de otras instituciones de la Iglesia, es la de ser testigos del amor de Dios presente en el mundo. El Cottolengo es una familia.

Muchas veces nos preguntan qué requisitos ha de tener una persona para ser aceptada en nuestra familia. Las dos condiciones son: que la enfermedad que tenga sea incurable y que sean pobres, que por sus posibilidades económicas no puedan ser atendidos en otros centros. Cada enfermo en nuestra casa es diferente y con una personalidad marcada. Personas felices que nos enseñan a valorar lo que tenemos y que nos muestran que por encima del tener o el poder está el ser.
¿Cómo vivimos? ¿De quién recibimos ayudas? Vivimos, aunque pueda parecer utópico, de la Divina Providencia. No tenemos subvenciones y no pedimos ni aceptamos nada que sea fruto de petición. Queremos vivir colgados de Dios, al amparo de su Providencia. Él sabe lo que necesitamos. Por eso nuestra casa es casa de oración.

Y recibimos todo tipo de ayudas: económicas, ropa, alimentos, libros... y sobre todo la ayuda de todas esas personas que quieren integrarse en nuestra familia para hacer realidad el ideal de nuestro fundador: "Amar a Dios y a los pobrecitos por amor de Dios, pero amor de obras no de palabras". (Sitio oficial del Cottolengo del Padre Alegre).

Noticia. Conocí el Cottolengo del Padre Alegre en Barcelona. Comprendí lo que significa para estas Servidoras de Jesús la palabra del Señor: “Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobe todo el reino de Dios y su justicia; y todo eso se os dará por añadidura”. Un enfermo que llevaba en silla de ruedas 40 años – Joselito – talló, una a una con obra de marquetería las más de 700 letras del poema; las apegó en un panel, formando las seis estrofas, y este cuadro ha ido visitando las casas…, casi como himno de la Congregación…


Tu suave providencia se derrama,
oh Padre, desde el cielo hacia tus hijos
y llena el universo de hermosura,
y en ella respiramos y vivimos.

Tu suave providencia, Padre amado,
se hizo historia y carne en Jesucristo;
cayó en tus brazos cuando en cruz moría
y en ti se despertó, salvado y vivo.

Tu suave providencia nos envuelve
y en fe del corazón es nuestro signo,
oh Dios viviente, que habla a quien lo escucha,
oh Padre de milagros escondidos.

Tu suave providencia nos invita
a ir a tu regazo como el Hijo
y en paz y en abandono allí quedarnos,
juntando pena y gozo en un latido.

Tu suave providencia nos envía
a hacer una familia con cariño
y a ver tu rostro amable en los hermanos
y ser por ellos, oh Padre, bendecidos.

¡Oh Santa Trinidad, oh Providencia,
amor entre personas infinito,
la gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu
ahora y por los siglos de los siglos! Amén.


La Castanyera (Barcelona), 12 de junio de 1999