P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM





17 de noviembre

Santa Isabel de Hungría


Sirvienta de Jesús entre los pobres


Unidos los ministros de la familia franciscana, hermanas y hermanos, escribieron una bella carta para abrir el Año Jubilar del nacimiento de Santa Isabel (17 de noviembre de 2006 - 17 de noviembre de 2007). “HEMOS CREÍDO EN EL AMOR: Carta con motivo del VIII Centenario del Nacimiento de Santa Isabel, Princesa de Hungría, Gran Condesa de Turingia, Penitente franciscana”. Al respiro de esta carta ha sido escrito el presente himno, pensando en la liturgia de las Horas.

¿Quién es Isabel (1207-1231), joven esposa, madre, volcada a la caridad con los pobres, viuda con tres hijos, que muere a los 24 años, y a los cuatro años es canonizada? Léase - con emoción, con deleite de familia - la carta de los ministros. “Hay un malentendido arraigado entre en pueblo cristiano, debido a las leyendas y biografías populares poco rigurosas, que sostienen que Isabel fue reina de Hungría. Pues bien, jamás fue reina ni de Hungría ni de Turingia, sino princesa de Hungría y gran condesa o landgrave de Turingia, en Alemania”. “Isabel de Hungría es la figura femenina que más genuinamente encarna el espíritu penitencial de Francisco”. “El Viernes Santo, 24 de marzo de 1228, puestas las manos sobre el altar desnudo, hizo profesión pública en la capilla franciscana. Asumió el hábito gris de penitente como signo externo. Las cuatro sirvientas, interrogadas en el proceso de canonización, también tomaron este hábito gris. Esta túnica vil, con la que Isabel quiso ser sepultada, expresaba la profesión religiosa que le había conferido una nueva identidad”.

“La ardiente fuerza interior de Isabel brotaba de su contacto con Dios. Su oración era intensa, continua, a veces, hasta el arrobamiento. La conciencia constante de la presencia del Señor era la fuente de su fortaleza y alegría, y de su compromiso con los pobres. Pero también el encuentro de Cristo en los pobres estimulaba su fe y su plegaria. Su peregrinación hacia Dios está jalonada por pasos decididos de desprendimiento hasta llegar al despojo total como Cristo en la cruz. Al final no le quedó nada más que la túnica gris y pobre de penitencia que quiso conservar como símbolo y mortaja. Isabel irradiaba gozo y serenidad. El fondo de su alma era el reino de la paz. Hizo realidad la perfecta alegría enseñada por Francisco en la tribulación, en la soledad y en el dolor. Hemos de hacer los hombres felices, les decía a sus sirvientas hermanas”.


Sirvienta de Jesús entre los pobres,
esposa y madre, toda despojada,
intrépida Isabel, y penitente,
tu vida es Evangelio que nos habla

Tu hermoso corazón era el milagro,
mujer que sabe amar y ser amada,
y del tesoro puro que escondías
tu vida en puro amor se derramaba.

Mujer contemplativa que aprendía
misericordia en noches desveladas;
tu amado confidente te decía
que amor es pan y cálida palabra.

La veste gris cubría humildemente
tu penitencia y alma franciscana,
y al suave y fresco aroma de tu huerto
en busca de hermandad tuviste hermanas.

Honor de Hungría y tierras de Turingia,
Princesa y Gran Condesa, y fiel Cristiana,
ser toda de Jesús fue tu corona,
la joya que en herencia nos regalas.

¡Jesús bendito, hermano universal
que alientas a tu Iglesia inmaculada,
a ti, oh gloria bella de los pobres,
a ti, el amor, riqueza que nos guardas! Amén.


17 de noviembre de 2006