P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM


 


JULIO

Domingo tercero



San Charbel Majluf (1828-1898)
Monje ermitaño libanés


Dedicado en especial a los cristianos maronitas de México

El nombre de San Charbel (que otros prefieren San Chárbel) no es conocido en España; en México sí, y no solo entre los católicos de rito maronita, sino en otros muchos que veneran la imagen de este santo gran taumaturgo, cada vez más venerado. Su imagen es ésta: túnica negra, capucha calada, ojos entornados en contemplación. Sobre su imagen colocan cintas o “listones” con exvotos, testigos de favores concedidos.

Nace el 8 de mayo de 1828 en Biqa-Kafra, al norte del Líbano, en el seno de una familia profundamente cristiana. Pablo VI, al elevarlo como santo a los altares (9 de octubre de 1970, fin del Sínodo sobre la catequesis), nos presenta estos rasgos de su personalidad espiritual.

“La vocación conlleva siempre una decisión muy personal del elegido. La llamada irresistible de la gracia implica también la respuesta constante y tenaz de llegar a ser un santo.

A los 23 años, nuestro futuro santo deja su casa de Biqa-Kafra y su familia, para no regresar nunca allí. En el noviciado, el hermano Charbel comienza una formación monástica rigurosa, según la regla de la Orden Libanesa Maronita de san Antonio en el monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk. Después de la profesión solemne, se dedica al estudio de la teología en San Cipriano de Kfifane. Allí recibe la ordenación sacerdotal en 1859. Pasará seis años de vida comunitaria con los monjes de Annaya y 23 de vida completamente solitaria en la ermita de los santos Pedro y Pablo, dependiente del monasterio de Annaya. A los 70 años entrega su alma al Creador en la víspera de Navidad de 1898”

“Hay que admirar en Charbel Maklouf los aspectos positivos que la austeridad, la mortificación, la obediencia, la castidad, la soledad han hecho posible llegar en él a un nivel raramente alcanzado. Pensemos en su libertad soberana ante las dificultades o las pasiones de toda clase, en la calidad de su vida interior, en la elevación de su oración, en su espíritu de adoración en el corazón de la naturaleza y, sobre todo, en la presencia del Santísimo Sacramento, en su ternura filial a la Virgen María y en todas aquellas maravillosas promesas de las bienaventuranzas, realizadas al pie de la letra en nuestro santo: amabilidad, humildad, misericordia, paz, gozo, participación, desde esta vida en el poder de curación y de conversión de Jesucristo. La austeridad le ha colocado a nuestro santo en el camino de la serenidad perfecta y de la verdadera bondad. La austeridad ha dejado todo el espacio amplio al Espíritu Santo”.


Estribillo

¡Gloria a Dios por san Charbel,
la flor del Líbano pura,
hecho oración y ternura,
amado del pueblo fiel!

Estrofas

1. La vida ardía callada
al pie de la Eucaristía;
su corazón era amor,
ofrenda que se ofrecía
con Jesús en el Espíritu
al Padre como hostia viva.

2. Miraban sus ojos fijos,
adorando de rodillas;
María, Madre de Dios,
era su madre y su guía,
y, al verse pobre y pequeño,
la Virgen le enternecía.

3. Oraba y el mundo entero
dentro del pecho latía;
los cristianos desunidos
en su corazón se unían;
por todo dolor humano
oraba e intercedía.

4. Para orar bastaba un libro:
la Escritura, Pan de vida;
día y noche iba rumiando
lo que Dios le sugería;
y su vida era unidad:
Palabra y Eucaristía.

5. Evangelio de silencio,
fuego ardiente en una ermita,
san Charbel, querido hermano,
junto a la nieve purísima;
ahora, junto a Jesús,
abre tus ojos y mira.


Nota. Himno publicado en: MARTÍN IRURE (capuchino), Novena y coronilla a San Charbel. Ediciones Dabar, México D.F. 2005. 69 pp., al final.