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Evoquemos esta gesta del Rey de los mártires. Había nacido en México en 1572, de padres llegados de España. Tuvo muy buena formación en el Colegio de la Compañía de Jesús. Tuvo una juventud un tanto alterada y rebelde. Con su padre, platero de oficio, fue por negocio a Filipinas; y allí le esperó el Señor en el convento franciscano (1592), donde profesó en 1594, a los 22 años. En julio de 1996, en la nao "San Felipe", embarca para venir a México, donde recibiría la ordenación sacerdotal. Pero los vientos dieron con la nave en Japón. Y aquí en el mes de enero de 1597 y primeros días de febrero aconteció aquella estremecedora historia de martirio, documentada por los escritos de esos mismos días. Los 26 sentenciados a muerte fueron conducidos a una colina fuera de Nagasaki. Eran 6 franciscanos; 17 terciarios de san Francisco (japoneses); 3 jesuitas (japoneses). Felipe de Jesús pudo haberse escapado de la muerte, dado que, no viviendo en Japón, no estaba en lista, pero aceptó generosamente la muerte en solidaridad fraterna. "No permita Dios que mis hermanos estén presos y yo en libertad: que sea de mí lo que fuere de ellos". Murió el primero, alzado en la cruz, en mitad del grupo de los 26, alzado en la cruz, y atravesado por tres lanzas a diestra y siniestra del pecho. Al morir, exhalaba un quejido: "Jesús, Jesús, Jesús".
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