TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 


Epifanía del Señor
7


La fe del santo bautismo
(Tiempo después de Epifanía)


Noticia. San Pedro Crisólogo (palabra de oro), fue obispo en la Ciudad Imperial de Ravena; murió sobre el año 450 (treinta años después de San Agustín). Esta lectura que transcribimos, para el lunes después de la Epifanía, que pertenece al sermón 160 del santo, tiene algo de deslumbrante: esas antítesis teológicas para explicar el misterio el orador y el teólogo; ese “hoy”, que es clave como “hoy mistérico” de la liturgia. En fin, la conjunción de los tres misterios de revelación – Epifanía, Jordán, Caná – trilogía que aparece en varios textos de la Epifanía, y que en forma de “icono” ha quedado dibujada en la edición del Missale Romanum (2002).

Félix María Arocena (Sentir con los Padres, I, 153) indica: “Lectura como la de hoy justifica que se haya dicho con razón que la calidad del Leccionario de la Liturgia de las Horas alcanza en el tiempo de Adviento y Navidad una de sus cimas”.

Al aire de esta lectura está compuesto, en sentido místico, este himno que acaso pueda servir para los días que siguen a la Epifanía.
 

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De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo

Aunque en el misterio mismo de la encarnación del Señor no faltaron claros indicios de su divinidad, la solemnidad que hoy celebramos nos descubre y revela de diversas maneras que Dios tomó naturaleza humana, para que nuestra condición mortal, siempre envuelta por las tinieblas de la ignorancia, no pierda por ignorancia lo que ha alcanzado tener y poseer sólo por gracia.

Pues aquel que quiso nacer para nosotros no quiso ser ignorado por nosotros, y por eso se nos revela, para que este gran misterio de amor no se convierta en ocasión de gran error.

Hoy los magos encuentran llorando en la cuna al que buscaban resplandeciente en las estrellas. Hoy los magos contemplan claramente entre pañales al que larga y resignadamente buscaban en los astros, en la oscuridad de las señales.

Hoy los magos revuelven en su mente con profundo estupor lo que allí han visto: el cielo en la tierra, la tierra en el cielo, el hombre en Dios, Dios en el hombre, y a aquel a quien no puede contener el universo encerrado en un pequeño cuerpecillo. Y, al verlo, lo aceptan sin discusión, como lo demuestran sus dones simbólicos: el incienso, con el que profesan su divinidad; el oro, expresión de la fe en su realeza; la mirra, como signo de su condición mortal.

Así los gentiles, que eran los últimos, llegan a ser los primeros, ya que la fe de los magos inaugura la creencia de toda la gentilidad.

Hoy entra Cristo en las aguas del Jordán, para lavar los pecados del mundo: así lo atestigua Juan con aquellas palabras: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Hoy el siervo prevalece sobre el Señor, el hombre sobre Dios, Juan sobre Cristo; pero prevalece en vista a obtener el perdón, no a darlo.

Hoy, como dice el salmista, la voz del Señor sobre las aguas. ¿Qué voz? Éste es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias.

Hoy el Espíritu Santo se cierne sobre las aguas en forma de paloma, para que así como aquella otra paloma anunció a Noé que el diluvio había cesado en el mundo, así ahora ésta fuera el indicio por el que los hombres conocieran que había terminado el naufragio del mundo; y no lleva, como aquélla, una pequeña rama del viejo olivo, sino que derrama sobre la cabeza del nuevo progenitor la plenitud del crisma, para que se cumpla lo profetizado en el salmo: Por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

Hoy Cristo comienza la serie de sus signos celestiales al convertir el agua en vino. Más tarde, el agua se convertirá en el sacramento de su sangre, con lo que Cristo dará, a los que beban del vaso de su cuerpo, la auténtica bebida, dando así cumplimiento a las palabras del salmista: Y mi copa rebosa.


1. La fe del santo bautismo
es la secreta Posada
donde su Divinidad
se ocultaba y revelaba.

2. Hoy luce la Epifanía
del cielo en la tierra santa,
y la tierra se hace cielo
con el Dios que la habitaba.

3. Mi corazón pobrecillo
es su divina morada,
mi corazón está lleno
de la Palabra increada.

4. Hoy Cristo abraza a su Iglesia
en aguas de Dios bañada,
y los gentiles hoy somos
la esposa purificada.

5. Hoy la luz que a todos une
ilumina nuestra casa,
y el Verbo, que es nuestro hermano,
tiene mesa preparada.

6. ¡Suba por santa María,
la Madre de esta Jornada,
a Dios la gloria sublime
en el Hijo presentada! Amén.


Puebla, 11/01/2008