HIMNARIO DE LA VIRGEN MARÍA
Ciclo anual de celebraciones de la Virgen
en la Liturgia de las Horas

 

Asunción de María III

 

En la Dormición de la Virgen María, Madre de Dios

 

Himno narrativo par cantar el misterio de la glorificación de María desde la teología de la Dormitio Mariae. Han abundado los apócrifos de la Dormición de la Virgen. Posiblemente, más allá de la variedad de los detalles, reflejados también en la iconografía oriental de la Dormición o Koimésis, arrancan de un tronco común, cuyo origen hay que retrotraer a la Iglesia judeo-cristiana de Jerusalén del siglo II.

Esta narración, en sus elementos escuetos, es lo que evocamos en el himno. Ha llegado la hora del tránsito mortal de María. Viene el Ángel de Dios, personificación del mismo Cristo (el Ángel, mi Señor), con la palma del Paraíso, palma de victoria que anuncia el triunfo celeste. Es el aviso de la muerte.

Milagrosamente se han congregado los Apóstoles en torno al lecho de María; acude Jesucristo. Muere la Virgen en un lecho de paz. Cristo toma el alma (representada en los iconos corpóreamente) y la pone en manos del arcángel Miguel, que la lleva al Paraíso celeste.

El cuerpo de María es depositado con sumo honor en una tumba al lado del torrente Cedrón, en el Huerto de los Olivos. Y ya sepultada, los ángeles tomaron el cuerpo y lo llevaron junto al Árbol de la Vida, gesto que simboliza la incorrupción y la glorificación de María.

 

(Para la música. La melodía es narrativa. Hágase de manera muy ligada en el fraseo y de forma fluida. Orar en el canto).

 

En Jerusalén.

 

El Ángel, mi Señor, trae la palma
de parte de quien puso el Paraíso:
Levántate, María, Virgen Madre,
recíbela en tus manos, que es mi signo. 

Llegaba el fin, el suave tránsito,
y vino a acompañarla el mismo Hijo;
ya juntos
la rodean los Apóstoles,
la Iglesia amante muestra su cariño. 

María está tendida sobre el lecho,
bendice al Creador que
la bendijo;
el alma entonces, pura, se desprende
y en manos de Miguel la pone Cristo.

Reposa el cuerpo santo, espera el tiempo
en una roca, cual Jesús, dormido,
tesoro preciosísimo yacente
al lado del Jardín de los Olivos. 

Los ángeles vinieron, adoraron,
tomaron aquel cuerpo, altar divino,
al Árbol de la Vida lo llevaron,
y el alma con el cuerpo allí están vivos.

¡Oh Dios de nuestros Padres, Dios clemente,
que hiciste con María el gran prodigio,
por causa de ella, Madre de salvados,
eternamente, oh Dios, te bendecimos! Amén.

 

Rufino María Grández, Himnario de la Virgen María. Ciclo anual de celebraciones de la Virgen en la Liturgia de las Horas. Burlada, Curia provincial de Capuchinos 1989. Música: Fidel Aizpurúa, pp. 120-123.

 

Nota. Para componer estos himnos en la Tierra Santa de Jerusalén, en el Convento de La Flagelación, muy cerca de La Tumba de María, me serví de B. Bagatti, Ricerche sulle tradizioni della morte della Vergine, en: Sacra Dottrina, Quaderno 69-70 (1973) 185-214.; B. Bagatti, Ricerche sull'iconografia della Koimesis o Dormitio Mariae, en: Liber Annuus 25 (1975) 225-233 (+ Tavole 68-70). Y lo mismo de las eruditas explicaciones del profesor franciscano P. Frédéric Manns