21 de noviembre
La Presentación de la
Santísima Virgen María
Jerusalén la amó
desde el principio
El 20 de noviembre del año 453, bajo el emperador Justiniano, fue dedicada
en Jerusalén la iglesia llamada Santa María la Nueva, la Nea (excavaciones
arqueológicas en 1969-1971), espléndida iglesia descrita por el
contemporáneo Procopius. Asociada a esta dedicación se celebra la fiesta
de la Presentación de María. La iglesia está cercana al área del Templo.
La Theotókos antigua era la iglesia constantiniana, emplazada donde hoy
está la de Santa Ana (entre la Via Dolorosa y la Puerta de San Esteban).
Pero el culto a María estaba asociado en Jerusalén desde tiempos
anteriores a la tumba, hoy llamada Tumba de la Virgen, en la zona del
Monte de los Olivos, en un terreno que era zona sepulcral en el siglo I.
María está profundamente
enraizada en la Iglesia judeo-cristiana, y en concreto en la Iglesia Madre
de Jerusalén. El Protoevangelio de Santiago (siglo II), que habla de María
en el Templo, es fantasía. No obstante, hay que saber leer ese lenguaje;
por ejemplo, la defensa invicta que hace de la virginidad de María. Si
María en el Templo es alimentada por los ángeles, es porque el pío
escritor piensa en la inocencia paradisíaca de antes de la caída.
La Virgen toda santa, consagrada al Señor, es la Virgen pensada por la
Iglesia de Jerusalén. Con este trasfondo de Iglesia Madre jerosolimitana
cantamos a la Virgen un himno compuesto precisamente en Jerusalén y en la
fiesta de la Presentación de María.
Jerusalén la amó desde
el principio
y santa la pensó, Eva sin mancha,
María siempre Virgen, bendecida,
por gracia de Jesús santificada.
Jerusalén guardó entre sus olivos
la huella de una tumba iluminada;
no cae en el torrente de la muerte
quien va a María, senda de esperanza.
Jerusalén la amaba y bendecía,
porque era suya y en ella se gozaba;
¡oh santa Iglesia, madre de las gentes,
que miras a María y ves tu alma!
Jerusalén por ella, toda hermosa,
un templo y otro templo dedicaba;
¡oh templo santo tú, Virgen humilde,
en ti por fe y amor tu Dios descansa!
Jerusalén recuerda eternamente
y sabe de ella que es la consagrada;
¡oh Madre del Señor, santa María,
por ti, por tu oración, venga su gracia!
¡Oh Cristo del Calvario y del Jardín,
al Padre consagrado en las entrañas,
la gloria tuya brille con los tuyos
y sea él la gloria de su casa! Amén.
Jerusalén, Presentación de la Virgen María, 1984.
Rufino María Grández,
Himnario de la Virgen María. Ciclo anual de celebraciones de la Virgen en
la Liturgia de las Horas. Burlada, Curia provincial de Capuchinos 1989.
Música: Fidel Aizpurúa, pp. 144-147.
(Nota arqueológica. Para componer himnos marianos en relación con la
tradición de los lugares que veneran a la Virgen María es necesario acudir
a lo que ha escrito el P. Bellarmino Bagatti, OFM [1905-1990] en el curso
de sus excavaciones. Muy importante todo lo que se refiere a Nazaret y a
la Tumba de la Virgen. Cuando compuse el himno de la Presentación hablé
con el P. Bagatti para informarme sobre las excavaciones de la Nea.
Después he podido ver por mí mismo el lugar y situarme mejor tras la
explicación que el P. Stanislao Loffreda, OFM, arqueólogo, nos dio sobre
el Cardo máximus - Nota del 3 abril 1985).
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