Tercera Jornada
Día 19
Raíz de Jesé
O Radix Jesse, qui stas in signum populorum,
super quem continebunt reges os suum,
quem Gentes deprecabuntur:
veni ad liberandum nos, jam noli tardare.
Oh Renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo para los pueblos;
ante quien los reyes enmudecen,
y cuyo auxilio imploran las naciones:
ven a librarnos, no tardes más.
“Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará”
(Is 11,1). Y “aquel día la raíz de Jesé estará enhiesta para estandarte de
pueblos; las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa (Is 11,10).
Jesé fue padre antecesor de David. Siglos
después Isaías ve lo invisible: que el sucesor en la dinastía de David
tendrá que ser un Rey consagrado por Dios mismo, por el Espíritu Santo.
Y así fue: Jesús era y es el Rey esperado.
Este Rey tiene un atributo que ningún Rey ha
tenido: Jesús es Rey de todas las gentes, de todas las razas, de todos los
pueblos, de todos los tiempos. Es el Rey de Navidad. La liturgia, en
Adviento, no se cansa de llamar a Jesús Rey, porque como a Rey lo
esperamos, aquel a quien que Isaías vio como siervo, pero Dios lo
glorifica: “ante él cerrarán los reyes la boca” (Is 52,12).
Y este Rey, anunciado por el ángel, va en el
seno de María. Los cristianos han llamado a la Virgen “la Reina del
cielo”. Sí, Reina del cielo, que va a dar a su Hijo, en el palacio que
Dios ha preparado: un cobijo de animales. ¡Tanto amor…! Así es el amor
divino.
Vayamos silenciosos, amorosos, junto a María
que va a Belén. El Rey está viniendo: ¡ven, no tardes más!
Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada…!
(Letrilla de San Juan de la Cruz, que sirve
de estribillo)
I
De la raíz de Jesé
un vástago ha germinado,
más bello, más vigoroso
que el Rey David coronado.
Este Rey de aquella estirpe
Hijo de Dios es nombrado:
es Jesús de Nazaret,
el Mesías anunciado.
II
Concebido para Rey,
un reinado ha predicado,
era el reinado de Dios
que el Padre se lo ha entregado.
Y de la Cuna a la Cruz,
Rey será, el más amado;
y ahora que va a nacer
Rey de amor lo proclamamos.
III
A su presencia los reyes
cerrarán, mudos, los labios,
y rendirán su corona
al verle crucificado.
Rey de sangre, Rey de Pascua
recúbrenos con tu manto;
si tú reinas, tú nos salvas,
Rey de amor, ensangrentado.
IV
La esclava lleva a su Rey,
en pollino caminando;
la esposa lleva a su esposo
y va rociando nardo.
Y Dios prepara a su Hijo
como palacio un establo:
¡qué dulce amor infinito,
que a mí se me da en regalo!
Puebla, diciembre 2009
|