Himnos de Adviento
Días feriales - 13
Tú
eres salvación
"Tú eres salvación" es el mensaje de Isaías, vibrante de esperanza, en el
tiempo de Adviento. Quisiéramos abrillantar esta palabra, gustarla,
saborearla, porque en la salvación se esconde todo el amor divino, la
historia invencible de Dios.
Ya al principio de Adviento, en domingo o en día ferial (lunes de la
primera semana) resuena el oráculo-visión de Is 2,1-5: "Al final de los
días estará firme el monte de la casa del Señor..., confluirán pueblos
numerosos..., él nos instruirá en sus caminos..., no alzará la espada
pueblo contra pueblo..., caminemos a la luz del Señor". Este oráculo da el
tono a todo el mensaje de Isaías y también a nuestro Adviento.
¿Qué
es la salvación? Es la maravilla de la acción de Dios; es la historia de
Dios metida en la historia humana, en la mía. La salvación de Dios
desemboca en la Encarnación del Hijo enviado.
La
salvación es salud de toda herida, es magisterio al corazón para aquel que
se abandona en Dios. Porque nosotros, creyentes, confesamos con Isaías que
la salvación es pura y gratuita, y que nosotros no hacemos otra cosa sino
abrir el corazón para acogerla.
La
salvación, que se manifestó a nuestros Padres y queda abierta al mundo
entero, sin cotos ni privilegios, se concreta en Pacto y Paz, porque es
una Alianza de amor establecida en Jesús.
La
salvación es sanación de cuerpo y alma, es luz, y trae la alegría que
reina en Dios.
La
salvación es el mensaje de Adviento.
Bien
podemos decir al Padre, alzando los ojos por Jesucristo, nuestro Señor
Resucitado: Tú eres salvación.
Cantémoslo con el corazón rociado por la gracia divina.
¡Oh
Dios de la esperanza y la ternura,
salud de toda herida,
cayado de Israel en su camino,
maestro al corazón de quien confía,
Tú eres salvación!
¡Oh Dios de nuestros padres desde siempre,
oh Padre, historia mía,
caliente hogar de toda criatura,
oh Dios, que por amor al Hijo envías,
Tú eres salvación!
¡Oh Dios de intimidad y de portentos,
presencia que ilumina,
tú eres la espesura de los hombres,
abrazo terminal de nuestros días,
Tú eres salvación!
Levántate, Sión de nuestra fe,
hermosa y bendecida,
en ti reside el Dios de Pacto y Paz;
¡oh Dios de pura gracia y acogida,
Tú eres salvación!
Al Padre Creador y al Hijo amado,
ascienda nuestra vida,
cual llama en las entrañas del Espíritu
amor de todo amor, y luz divina
de nuestra salvación. Amén.
Año 2000
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