EL AÑO LITÚRGICO
ADVIENTO

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

 Himnos de Adviento

Días feriales - 13


Tú eres salvación


"Tú eres salvación" es el mensaje de Isaías, vibrante de esperanza, en el tiempo de Adviento. Quisiéramos abrillantar esta palabra, gustarla, saborearla, porque en la salvación se esconde todo el amor divino, la historia invencible de Dios.
Ya al principio de Adviento, en domingo o en día ferial (lunes de la primera semana) resuena el oráculo-visión de Is 2,1-5: "Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor..., confluirán pueblos numerosos..., él nos instruirá en sus caminos..., no alzará la espada pueblo contra pueblo..., caminemos a la luz del Señor". Este oráculo da el tono a todo el mensaje de Isaías y también a nuestro Adviento.

¿Qué es la salvación? Es la maravilla de la acción de Dios; es la historia de Dios metida en la historia humana, en la mía. La salvación de Dios desemboca en la Encarnación del Hijo enviado.

La salvación es salud de toda herida, es magisterio al corazón para aquel que se abandona en Dios. Porque nosotros, creyentes, confesamos con Isaías que la salvación es pura y gratuita, y que nosotros no hacemos otra cosa sino abrir el corazón para acogerla.

La salvación, que se manifestó a nuestros Padres y queda abierta al mundo entero, sin cotos ni privilegios, se concreta en Pacto y Paz, porque es una Alianza de amor establecida en Jesús.

La salvación es sanación de cuerpo y alma, es luz, y trae la alegría que reina en Dios.

La salvación es el mensaje de Adviento.

Bien podemos decir al Padre, alzando los ojos por Jesucristo, nuestro Señor Resucitado: Tú eres salvación.

Cantémoslo con el corazón rociado por la gracia divina.


¡Oh Dios de la esperanza y la ternura,
salud de toda herida,
cayado de Israel en su camino,
maestro al corazón de quien confía,
Tú eres salvación!

¡Oh Dios de nuestros padres desde siempre,
oh Padre, historia mía,
caliente hogar de toda criatura,
oh Dios, que por amor al Hijo envías,
Tú eres salvación!

¡Oh Dios de intimidad y de portentos,
presencia que ilumina,
tú eres la espesura de los hombres,
abrazo terminal de nuestros días,
Tú eres salvación!

Levántate, Sión de nuestra fe,
hermosa y bendecida,
en ti reside el Dios de Pacto y Paz;
¡oh Dios de pura gracia y acogida,
Tú eres salvación!

Al Padre Creador y al Hijo amado,
ascienda nuestra vida,
cual llama en las entrañas del Espíritu
amor de todo amor, y luz divina
de nuestra salvación. Amén.


Año 2000