ADVIENTO
Común de Adviento
Oh Dios de amor, festín de mis
deseos
Este poema trata de penetrar en el Adviento de Dios que vivió Jesús. No
es adecuado para un himno litúrgico, porque mucha insolencia sería – de
nuestra parte –dar voz a la Iglesia poniendo en el corazón de Cristo lo
que nosotros imaginamos que fueron sus sentimientos. Pero es un acto
piadoso acercarse a él también de esta manera.
Según esta perspectiva de fe queremos sondear el corazón de Cristo, y
tratamos de percibir que el sueño santo de su vida fue el triunfo del
Padre, la gloria del Padre que se ha de manifestar a la humanidad,
cuando en la consumación de los siglos las naciones sabrá que “Yo soy el
Señor” (Ezequiel). Jesucristo se vivió asociado a esa gloria, y esa
configuración radical con el Padre es su ardiente identidad.
Oh Dios de amor, festín de mis deseos,
sutil cadena de mis pensamientos,
oh Padre de mi origen, gloria mía,
realidad fontal, mi tierra y cielo.
Tus brazos son la cuna que me acuna,
la santa sepultura de mi entierro,
tu voz con tu palabra es mi palabra
tu ser es dulcemente mi silencio.
Confío en ti, me arrojo a lo infinito,
y cual Señor del tiempo te confieso;
tu triunfo yo proclamo, tu gloria toda,
que se ha de hacer visible al universo.
Tu Reino, Santidad y Voluntad
es esa la oración que al mundo enseño,
tu Vida es mi delicia y esperanza,
la nueva creación de Padre bueno.
Mas yo de ti, mi Dios, jamás me escindo,
que en ti yo existo, en ti me siento y veo,
en ti y en el Espíritu amoroso,
que somos unidad y eterno beso.
De ti, mi Dios, Señor omnipotente,
el día del amor será mi Adviento,
de ti he venido, oh Dios, de ti vendré,
tu Reino y esplendor será mi Reino.
Puebla, primer domingo de Adviento 2011
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