Completas I
Oh Dueño de la noche
Al llegar la noche, el hombre se encuentra solo ante lo inmenso; solo, sí,
mas no desprotegido. Podemos elevar los ojos al Padre e invocarlo como
Dueño de la noche. El himno, todo él, es una plegaria abandonada,
confiada, al Padre, Dueño de la noche. Oh Dueño de la noche…, aquieta
nuestro sueño…, aleja todo miedo…, extiéndenos tu velo…
El hombre, al verse
solo, teme; no tiene luz que sea suya; se ve desnudo y esa desnudez es su
verdad.
Mas no temamos a la
hora de descansar, cuando al final del día, por un designio ordenado del
Padre de los tiempos, en el silencio, el cuerpo cede a su propio peso.
El pensamiento
puede sumergirse en la paz y en la contemplación del Padre. Él, que es el
eterno tú de nuestro diálogo, que colma toda apetencia: eterno Tú que
sacias amores y deseos.
La inmensidad se
ilumina por la Gloria. A esa Gloria va abocada nuestra vida y el mundo
entero…, oh Dios, oh Padre nuestro.
Oh Dueño de la noche,
oh Dueño de secretos
que dan temor al hombre,
al verse pasajero,
sin luz que sea suya,
desnudo y verdadero;
¡oh Dueño de la noche,
aquieta nuestro sueño!
Oh Dueño de la noche,
oh Padre de los tiempos,
que hiciste poderoso
la vida y el silencio,
y diste vuelo al alma
y peso a nuestros cuerpos;
¡oh Dueño de la noche,
aleja todo miedo!
Oh Dueño de la noche,
oh paz del pensamiento,
eterno Tú que sacias
amores y deseos,
oh mar donde se anegan
mortales sufrimientos;
¡oh Dueño de la noche,
extiéndenos tu velo!
Oh Dueño de la noche,
oh Padre del consuelo,
oh gloria incandescente,
oh Dios y dulce Dueño,
verdad donde termina
mi ser y el mundo entero,
¡a ti te bendecimos,
oh Dios, oh Padre bueno! Amén.
Belén, septiembre 1984.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA
(música), capuchinos, Himnario de las Horas. Editorial Regina, Barcelona
1990, pp. 145-148 - Con el título de "Himnos para Completas" están
publicados en: La alabanza de las Horas: Espiritualidad y pastoral.
Dossier CPL, 46 (1991) 137-142 (Previamente en la revista “Oración de las
Horas”).
|