P. EDUARDO SANZ DE MIGUEL, O.C.D.


Nací en 1966, en la Villa episcopal de Burgo de Osma (Soria). Soy el quinto y último de los hermanos de mi familia. Dicen que me parezco a mi madre, que es una mujer de fuerte personalidad, facilidad de palabra y voluntad férrea (sigue regentando su restaurante a los 75 años de edad). De mi padre no conservo casi ningún recuerdo, ya que falleció siendo yo muy niño. Crecí metiéndome en todos los fregados de mi población: lo mismo me apuntaba a hacer teatro en la escuela, que a aprender guitarra en una rondalla, que a tocar un instrumento en la banda municipal, que a ser monaguillo y catequista en la parroquia, colaborador en el Carmen, guía turístico en la Catedral, voluntario de Cruz Roja... era capaz de ilusionarme con todo.

Con 17 años me desplacé a Zaragoza para estudiar Derecho. El paso del pueblo a la universidad me desorientó, y me involucré en las distintas actividades que realizan los jóvenes a esa edad. Por entonces conocí también algunas personas que se reunían semanalmente para hacer oración. Siempre había sido creyente, aunque ahora se me abría un mundo totalmente nuevo y fascinante. Me atraía Dios y me atraía el mundo. En mi corazón se entabló una dura batalla, que duró poco tiempo. Recuerdo perfectamente el lugar, la fecha y el momento en que sentí la llamada del Señor a realizar una opción definitiva y cómo acepté, con lágrimas en los ojos, dejar todo para seguirle a Él.

El 5 de enero de 1985, con 18 años y tres meses, comencé el Postulantado en los Carmelitas Descalzos de Valencia. Cumplí los 19 a los pocos días de llegar a Úbeda, para iniciar el Noviciado y me consagré a Dios con los votos de castidad, pobreza y obediencia el mismo día que cumplía 20 años. Estudié Filosofía en Valencia. Por entonces tuve la primera úlcera sangrante, aunque los médicos no supieron determinar la causa. Con 22 años me enviaron a Roma para estudiar Teología. Al año tuve una segunda úlcera y un año después perdí la visión en un ojo. Me diagnosticaron uveitis causada por alguna inflamación reumática. Un año más tarde casi había perdido la movilidad de las articulaciones y me detectaron una espondiloartritis anquilopoiética con diversas complicaciones. Poco después se me manifestó una osteoporosis muy avanzada. Los médicos me aseguraban una progresión imparable y me daban una experanza de vida de pocos años. A pesar de todo, saqué la Teología en el Teresianum y un diploma de Arqueología Cristiana en el Pontificio Instituto de Arqueología. Al mismo tiempo, era consiliario de un grupo de Scouts, guiaba un grupo de oración, daba clases de Biblia y hasta formé un grupo de reflexión con el personal del hospital donde me ingresaban periódicamente.

En 1991-92 regresé a España. Viví una experiencia de pastoral en Zaragoza, hice la Profesión Solemne y me ordené de Sacerdote. Por entonces me detectaron el síndrome de Crohn. Casi no podía andar, pero tenía la ilusión de irme de misionero a África, por lo que ese año estudié francés. Cuando ya tenía todo preparado (hasta había hecho acopio de la medicación necesaria para varios meses), mis superiores fueron más sensatos que yo y me lo prohibieron. Me enviaron unos meses a Estados Unidos, para practicar inglés y ayudar en una casa nuestra de Oklahoma City, hasta que empezaran las clases en Roma. Los dos siguientes años me especialicé en Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana, mientras se me iban repitiendo las úlceras, uveitis, periodos de poca movilidad y nuevas enfermedades. Dedico tanto espacio al apartado clínico porque el sufrimiento fue domando mi carácter altivo y haciéndome sensible y compasivo. Creo que he aprendido de la enfermedad, por lo menos tanto como de los libros. Por otro lado, en los últimos años he mejorado notablemente y llevo una vida casi normal, con muy pequeñas limitaciones.

Con 27 años regresé a España. En mis distintos destinos he trabajado en la pastoral con niños, jóvenes, enfermos, ancianos, formación de aspirantes a la vida religiosa y sacerdotal... dedicando gran parte de mis energías a la docencia de Teologia y Espiritualidad en varios centros. Me he desplazado una docena de veces a Estados Unidos y en otras ocasiones a Francia, Italia, El Salvador, Costa Rica, Guatemala... para dar cursos de espiritualidad, charlas y ejercicios espirituales. En la actualidad estoy destinado en el convento de los Carmelitas Descalzos de Caravaca de la Cruz (Murcia).

He vivido en lugares tan distintos y he realizado tareas tan variadas, que he aprendido que es totalmente cierto lo que dice la carta a Diogneto: «los cristianos en todos los lugares encontramos nuestra patria y en todas las patrias nos sentimos extranjeros, porque ansiamos una patria mejor y definitiva, que es la del cielo». Soy consciente de que mi vida no me pertenece, por lo que vivo con intensidad cada momento, sin hacer planes de futuro. A mis 38 años, sigo abierto a marchar donde la gloria de Dios me llame y a ocuparme en aquellas actividades que me encargue la obediencia.

Las colaboraciones que aquí os ofrezco han nacido en los ambientes más variados. Hay esquemas de clases, artículos y textos de conferencias. Los hay totalmente originales y en otros podréis encontrar las huellas de numerosas lecturas y reflexiones de otros autores. Os los ofrezco con sencillez, por si pueden serviros para la reflexión personal o para el trabajo pastoral.