INFORMACIÓN
TEOLOGÍA MORAL

SUMARIO

I. Términos y nociones.

II. Desarrollo en el tiempo.

III. La información hoy.

IV. La noticia: vehículos y fuentes.

V. La ética de la información:
1.
Derecho a la información;
2. Deberes en la información;
3. Calidad de la información.

VI. La información en la Iglesia.


 

I. Términos y nociones

El término información se usa en distintas acepciones. Para algunos, por ejemplo, significa la operación de "codificar" (el antiguo "dar forma'~ los hechos y los acontecimientos en "noticias" (periodísticas, radiofónicas, etc.); para otros es equivalente de la propia noticia (fuentes y servicios de información); hay quienes la equiparan a orden ("mensaje") consignada por dispositivos mecánicos, eléctricos, etc., para que pueda ser remitida a un transmisor ("memoria") o a un receptor ("terminal'; de ahí la "l informática" como "ciencia del tratamiento racional, por medio de aparatos, de la información"; etcétera. En el presente artículo tomamos el término en la acepción común y genérica (al igual que en el decreto conciliar Inter mirifica, 5) de "búsqueda y difusión, pública y oportuna, de noticias sobre acontecimientos y hechos de actualidad".

Entendida así, la información comporta tres momentos. En el primero, el promotor busca en el mismo lugar (los reporteros) o por intermediarios (agencias de información) los acontecimientos y los hechos; en el segundo, el promotor les da la forma de noticias (p.ej., el servicio periodístico); en el tercero, el promotor lanza al público la noticia mediante algún vehículo o instrumento (salida del periódico, puesta en onda en la radio y televisión...). De ordinario, a este tercer momento sigue, de hecho, la recepción-descodificación por el público [l Comunicación social II], con lo que la información se perfecciona.

En sentido sociológico moderno, la información se refiere a las noticias de actualidad (los "hechos del día' y las más de las veces de interés contingente para la comunidad (la denominada "información publicista'. Por esta razón, la información se encuadra en un contexto del todo diferente al de la enseñanza propiamente dicha, tradicional o moderna, y también al de la cultura-ciencia. El maestro-educador, en efecto, enseñaba) noticias perennes (no vinculadas a la actualidad), empleando técnicas mnemónicas y procesos lógicos de convicción, para fundamentar certezas racionales y actitudes profundas respecto a valores sobre los que los grupos sociales asentaban su propia estabilidad. Vehículo y símbolo privilegiado de todo esto es (era) el libro (no el periódico), considerado más como depósito del saber que como medio de difusión.

En la información actual desempeñan un papel primario los instrumentos de comunicación social: prensa, cine, radio, televisión, etc.; pero ni siquiera éstos se identifican con la información (desempeñan también otras funciones, p.ej., de formación y de entretenimiento) ni ésta se agota en ellos. Influyen también, en efecto, otros factores, como las cada vez más fáciles y rápidas vías de comunicación y los medios de transporte, con la consiguiente intensificación de las relaciones internacionales (viajes, turismo, etc.) y del comercio epistolar; el perfeccionamiento de otros medios de comunicación interpersonales, como el telégrafo, el teléfono (selección automática, telefoto, télex, etc.), en la actualidad potenciados también vía satélite.

II. Desarrollo en el tiempo

En la época de la comunicación hablada o escrita a mano la información era escasa, lenta, localmente limitada, deformada en proporción a la distancia de los acontecimientos (las leyendas, las voces, los "se dice'; era la que permitían los medios de comunicación entonces: tamtam, fuegos en los montes, los correos (Filípides en Maratón), los trovadores medievales, los pregoneros (aún existentes)... Fueron raros los pródromos del actual periodismo: epistolarios diplomáticos (de Plinio), Acta diurna en los foros (primero en la urbe y con posterioridad también en las grandes ciudades del imperio); Avisos y "Menantes"del renacimiento, con la periodicidad permitida por los servicios postales de entonces: correos (luego, palomas mensajeras), que perduraron hasta el siglo xvti, cuando ya funcionaba la imprenta de Gutenberg.

Ésta dio origen a las gacetas -primero mensuales, después con periodicidad más frecuente- de los siglos xvii-xviit y al periodismo moderno, que tuvo su eclosión en el siglo xix, dependiendo del telégrafo y del teléfono, pero también de la máquina tipográfica plana (KoenigBauer), de la rotativa (Worms-Philippe), de la linotipia (Mergenthaler) y de los procedimientos de fotoreproducción, que, integrados en los albores del siglo xx en los procedimientos del huecograbado y offset, causaron la inundación actual de revistas ilustradas, magazines, etc.

Después de la primera guerra mundial, la información periodística (prensa escrita) perdió el monopolio de la novedad, al quedar emparejada y superada por la radiofónica y (tras la segunda guerra mundial) también por la televisiva (prensa radio-tele-difundida), de suerte que el moderno esquema de información es el siguiente: el receptor conoce a través de la radio, ve en la televisión y comprende y juzga mediante la prensa. Pero el desarrollo tecnológico en acto hace prever como inminente no sólo la integración del periodismo convencional con el de la radio-televisión (distribución del periódico a domicilio vía televisor), sino también la información continua y permanente mediante terminales domésticos, conectados con "memorias" locales, centrales, espaciales...

La tecnología actual ha permitido un gran desarrollo de los medios de información. En la teleconferencia, por medio de una llamada telefónica se puede desarrollar una conferencia, acordada previamente con el emisor de la misma, que sería difícilmente asequible de otra forma.

Variantes de la teleconferencia son la videoconferencia, que une imagen y sonido en su transmisión. Se trata de un sistema bidireccional interactivo. Su principal dificultad es el elevado costo del sistema por los recursos tecnológicos que emplea. La teleconferencia por ordenador utiliza terminales de ordenador unidos por línea telefónica. Los usuarios mecanografían sus mensajes en su terminal y cada uno de los participantes recibe la comunicación en su monitor.

III. La información hoy

La información constituye hoy la conexión del mundo moderno, condicionando con su cantidad, calidad y rapidez todos sus aspectos típicos y valores, el primero de todos el de la socialización, "entendida como un progresivo multiplicarse de las relaciones de convivencia, con diversas formas de vida y de actividad asociada, e institucionalización jurídica" (JUAN XXIII, Mater et magistra, 58). En virtud de la socialización, el mundo cerrado, lento y estático está convirtiéndose en abierto y dinámico, caracterizándose por la movilidad longitudinal de los grupos sociales (aparición y crecimiento de una sociedad pluralista respecto a la cultura, la religión, las ideologías políticas) y por la movilidad vertical (democracia, menor diferenciación y distancia entre sexos, edades, clases culturales y sociales, órdenes profesionales, autoridad de los líderes y pueblo). En virtud de la socialización se va reduciendo rápidamente el ámbito de la vida privada: ya sea porque todo, apenas reviste el aspecto de "noticia", ve la luz pública; ya sea porque ha dejado de existir, puede decirse así, un comportamiento privado que, conocido, no asuma valor de modelo para la comunidad. En virtud de la socialización, por último, se va potenciando cada vez más el fenómeno de la opinión pública y se va reduciendo día a día el espacio de la educación autónoma por parte de las instituciones tradicionales de educación: familia, Iglesia y escuela.

IV. La noticia: vehículos y fuentes

Según su periodicidad, la prensa se divide en periódica (o diario) propiamente dicho (según la UNESCO, al menos cuatro números por semana), semanario, mensual, etc. Según su contenido: prensa de interésinformativo general (la actualidad) y prensa especializada (política, económica, religiosa, profesional...; para jóvenes, de moda...). Por último, la prensa de información (también la radio-televisión) se divide en independiente (que da las noticias con objetividad [?!]) y de opinión (que elige e interpreta los hechos y los acontecimientos en función de opiniones o de ideologías, p.ej., políticas). Esta última distinción, sin embargo, es más bien teórica, porque -aparte de la discutible objetividad de toda noticia (véase más abajo)-, de hecho todo periódico (y toda radio-televisión) depende de algún poder, al menos económico, y en consecuencia también ideológico, especialmente cuando, para hacer cuadrar el balance, la prensa "independiente", antes de vender noticias a los lectores, debe poder vender espacio (o tiempo-antena) a la l publicidad.

La materia prima (los hechos y los acontecimientos) de la información la recogen los periodistas (o publicistas) bien de fuentes propias de cada uno de los instrumentos, bien de fuentes comunes, externas a ellos. Entre las fuentes propias lejanas, caben señalarse: los corresponsales (fijos), los enviados especiales (para servicios ocasionales), los reporteros...; entre las fuentes propias en el lugar: los cronistas y redactores de sección, que adquieren las noticias en fuentes, externas: "oficinas de prensa" de autoridades (cámaras, gobierno, ministerios, jefaturas, ayuntamientos...), de instituciones locales, nacionales o internacionales (entidades culturales, "Iglesias", partidos políticos, sindicatos, grandes complejos industriales y económicos, comisarías de policía, hospitales...); pero, sobre todo, las adquieren en las agencias de información, es decir, las empresas -privadas o más o menos públicas-, especializadas en la recogida, selección y transmisión rápida (teletipos, telefoto...) de noticias de toda clase, especialmente al servicio de órganos de prensa.

Entre las agencias internacionales más conocidas se encuentran: las dos americanas Associated Press y United Press International, la inglesa Reuter, la francesa France Presse y la rusa Tass ( Telegrafnoie Agenstvo Sovietskavo Soiuza); en Italia, la Ansa (=Agenzia Nazionale Stampa Associata); en España, Efe, Cifra, Pyresa, Europa Press, Logos, Alfil. Hay que resaltar su no teórico oligopolio técnico-económico y políticoideológico y, por consiguiente, su no ficticio poder condicionante de la libertad y objetividad de información.

Los hechos y los acontecimientos, oportunamente manipulados en consonancia con la naturaleza de los instrumentos, se convierten en "noticias periodísticas", cuyas coordenadas esenciales vienen indicadas con las cinco W inglesas: Who (= Quién), Where (= Dónde), When (= Cuándo), What (= Qué), Why (= Por qué). En el periódico, con posterioridad, la noticia puede ser valorada, es decir, ordenada e interpretada (fórmula de Kayser, cf bibl.), aparte de por el comentario, también por la ubicación (página exterior o interior, arriba o abajo, a derecha o a izquierda), la cabecera (sólo título o también subtítulo y sumario) y la presentación (cliché-ilustración, cuerpo y estilo de los caracteres, ajuste, etc.).

V. La ética de la información

Puede resumirse en tres capítulos: derecho a la información, deber de la información y calidad de la misma.

1. DERECHO A LA INFORMACIÓN. Dos siglos después de Gutenberg, cuando la prensa se disponía a desempeñar la moderna función informativa de los medios de masa, la lucha entablada entre pensamiento laico y disciplina eclesiástica (y también con la civil) se centró sobre todo en el derecho del autor a la libre expresión de sus propias ideas.

El pensamiento laico se alineó, en general, en favor de la libertad: primero teorizando -en Inglaterra, en 1644, la Areopagítica de J. Milton contra el Licensing Act; y en 1689, la Epistula de tolerantia de J. Locke-; luego, consiguiendo también arrancar derechos legales -en Inglaterra una vez más, en 1695, la abolición del Licensing Act- e incluso constitucionales: al Virginia 's Bill of Right (1776, América) sigue en 1789, en Francia, la célebre Déclaration des droits de 1 homme et du citoyen, que, entre otras cosas, dice: "La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre: todo ciudadano puede, por consiguiente, hablar, escribir y publicar libremente, teniendo que responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley".

La Iglesia, en cambio, permaneció atenta, sobre todo, a los daños producidos, o temidos, por la libertad convertida en libertinaje, especialmente si estos daños redundaban en detrimento de los lectores desprovistos de defensas críticas (o sea, la casi totalidad). De ahí que prefiriera atrincherarse en el derecho y en la práctica de la censura, invocando, mientras las condiciones políticas se lo permitieron, el apoyo de los "príncipes cristianos". Esta conducta -que, si bien en consonancia con los tiempos, acabó siendo tachada de enemiga de las libertades modernas- perduró durante todo un siglo, en tanto que el periodismo se iba erigiendo día a día en el "cuarto poder". Por encontrarse apegada al ideal humanista -como, por lo demás, lo estaban grandes intelectuales "laicos" (Diderot, Rousseau...)-, la Iglesia continuó, ante todo, apostando por la (¡verdadera!) cultura-enseñanza para elites (del libro) y desconfiando de la prensa de información, manipuladora de opiniones (la opinionum levitas de León XIII) a nivel de masas.

Hoy el derecho de libre opiniónexpresión se va integrando cada vez más en el otro, socialmente también más relevante, de la libertad y de la información, reconocido ahora incluso en convenciones internacionales (cf Déclaration universelle des droits de 1 homme, de la ONU [París, 10 de diciembre de 1948], arts. 18 y 19; Convention de sauvegarde des droits de 1 homme et des libertés fondamentales, del Consejo de Europa [Roma, 4 de noviembre de 1950], arts. 9 y 10; y también el Proyecto de convenio sobre la libertad de información, ante la ONU, bloqueado desde hace años por la oposición de la URSS, y sólo en parte llevado adelante en el Acta final de Helsinki [1 de agosto de 1975] y de Madrid [9 de septiembre de 1983]).

También el magisterio eclesiástico se ha actualizado al respecto. En la Pacem in tenis (11), de Juan XXIII se dice que "todo ser humano tiene el derecho [...] a la libertad en la búsqueda de la verdad [...], a la objetividad de la información". De manera más explícita el concilio Vat. 11 afirma en la Gaudium et spes (26 y 59): "Es, pues, necesario que se facilite a las personas todo lo que éstas necesitan [...]; por tanto, también el derecho a la información necesaria [...]. Se exige que se informe alas personas verazmente acerca de los acontecimientos de carácter público". Pero más perentorio y completo resulta el decreto Inter mirifica (5): "Es evidente que, debido al progreso de la sociedad humana y a los vínculos más estrechos entre sus miembros, la información es hoy más útil que nunca y, por lo general, necesaria. La comunicación, en efecto, pública y puntual de los acontecimientos y de las realidades ofrece a las personas ese conocimiento más amplio y continuo que les pone en condiciones de contribuir eficazmente al bien común y de promover conjuntamente un progreso más rápido de toda la sociedad. Pertenece, pues, a la sociedad humana el derecho a la información acerca de todo lo que, según las respectivas condiciones, convenga a las personas, individuales o asociadas". En este texto fundamental (aplicado y ampliado en 1971 por la Communio et progressio = CP), hay que destacar los siguientes puntos:

a) Base del derecho. Por las razones aducidas (el progreso de la sociedad moderna, las estrechas relaciones de interdependencia) y por los fines indicados (contribuir al bien común, promover el progreso de la sociedad), la afirmación del derecho se hace a nivel de ley natural. Consecuentemente, es válida para todas las personas y confirma las declaraciones "laicas" antes mencionadas. La CP parafrasea este punto (33-35): "Este derecho se fundamenta en una exigencia profunda de la persona y de la sociedad moderna [...]. El hombre de hoy debe ser informado [...]: para que pueda conocer, en medio de los continuos cambios actuales, el mundo en el que vive; para que pueda adaptarse al cambio de las situaciones, que le están pidiendo continuamente nuevos juicios y opciones; para que pueda participar activa y eficazmente en su ambiente social propio; por último, para que pueda insertarse vitalmente en las variadas actividades modernas: económicas y políticas, sociales, culturales y religiosas [...]. La sociedad misma, para funcionar adecuadamente, tiene necesidad de la información en todos sus niveles, lo mismo que tiene necesidad de ciudadanos bien informados. Por consiguiente, el derecho a la información se considera hoy no sólo un derecho individual, sino una exigencia del bien común".

b) Sujetos de este derecho son lo mismo los individuos que los grupos sociales. Pero, en contraste con la opinión corriente entre los publicistas, que -anclados todavía en la antigua libertad de prensa como libertad propia de opinión-expresión- reivindican preferentemente el derecho de los informadores, el decreto IM considera ante todo y preferentemente el derecho de los receptores, es decir, del público: el derecho a recibir (antes que el derecho de dar) información.

c) Ámbito del derecho. Los términos "acerca de todo lo que, según las respectivas condiciones, les convenga" asumen también un valor restrictivo, al que aluden las últimas palabras del número 5 del IM-INo toda ciencia aprovecha, `mientras que la caridad es constructiva' (ICor 8,1)"; pero asumen, sobre todo, un valor extensivo, significando que la amplitud del derecho cubre toda la amplia gama de los legítimos intereses".

Acerca de los límites del derecho a la información véase además CP 42 y 47 citados más adelante [l 3].

d) Deberes. De las mismas razones y fines de que deriva este derecho a la información derivan también sus respectivos deberes: por parte de los promotores, el de informar; por parte del público el de informarse. Una vez más sobre el particular la CP (34): "Estrechamente vinculado con el deber [a recibir información] está el deber de informarse. Este derecho no podrá satisfacerse si quien debe ser informado no colabora. Por lo cual es necesario que disponga de una adecuada variedad de medios y de fuentes, de forma que pueda elegir entre todos ellos los más conformes a las propias exigencias individuales y sociales. Sin esta variedad de fuentes, el ejercicio del derecho se reduciría a palabras huecas".

2. DEBERES EN LA INFORMACIÓN. Al margen, de momento, de sus cualidades, los deberes de justicia y de caridad en la información afectan a los tres momentos del proceso informativo: el de acceso a las fuentes por los informadores, el de la libre circulación de las noticias y el de la receptividad activa por el público.

a) Sobre el acceso a las fuentes por los informadores. La accesibilidad de las fuentes recae, sobre todo, en las autoridades e instituciones públicas (el Estado); pero también, en razón de los legítimos intereses de los propios miembros y del público, en otras instituciones que no sean meramente privadas. Hoy, en efecto, los asuntos públicos se desarrollan cada vez más como en una "campana de cristal", donde la información acerca de todo cuanto acontece y cuanto se prevé o está en gestación no se considera ya como un benévolo "favor del príncipe", sino como un obligado servicio social.

- Salvo, pues, el derecho-deber del l secreto "cuando éste venga exigido por la necesidad [...] o por la utilidad pública" (CP 42), irían contra la justicia las autoridades (y los responsables de las oficinas de prensa y de las agencias) que tuviesen como norma la política del secreto o la de la censura, degradando la información a propaganda o condicionándola a intereses de particulares o de grupos. - Constituye, además, un deber de las autoridades "tutelar la seguridad e incolumidad física de los corresponsales [...] que, mediante la adquisición de la noticia, garantizan e incrementan el ejercicio de este derecho humano" (CP 36).

b) Sobre la libre circulación de las noticias. Sobre este punto insiste la CP (44-47), poniendo de relieve su necesidad, incluso "para que la opinión pública se forme correctamente" (33), como requiere el decreto Inter mirifca (8). Este problema resulta particularmente complejo cuando la información se realiza mediante los medios de masas -en especial la prensa y la radio-televisión-, teniendo que salvarse el justo equilibrio entre programas informativos (por lo general no rentables) y programas de evasión (lucrativos); teniendo, además, que garantizarse la efectiva pluralidad de voces contra la invasión de monopolios (¿estatales?) o de oligopolios económico-ideológicas (en la prensa, trusts de cadenas; en el cine, distribución sin alternativas; en la radio-televisión, vínculos técnicos o jurídicos, redes...). También en este sector, la autoridad civil está llamada a conciliar armónicamente los intereses de particulares o de grupos con las exigencias del bien común. D Entre tanto, es ella la primera que no debe limitar la circulación de las noticias (p.ej., la censura en tiempo de guerra) más que en la medida estrictamente indispensable. He aquí lo que dice la Gaudium et spes (75) sobre el particular: "La complejidad de los problemas en nuestros días obliga a los poderes públicos a intervenir con más frecuencia [...] para crear condiciones más favorables, que ayuden con mayor eficacia a los ciudadanos y a los grupos en la búsqueda libre del bien completo de la persona [...]. No obstante esto, allí donde por razones de bien común se restrinja temporalmente el ejercicio de los derechos, restablézcase cuanto antes la libertad, una vez que hayan cambiado las circunstancias. Resulta en cualquier caso inhumano que la autoridad política adopte formas totalitarias [...] que lesionen los derechos de la persona y de los grupos sociales". - Ante todo compete a la autoridad intervenir promocionando y tutelando la libertad de comunicación, sin excluir a priori una gestión (subsidiaria) de la información como servicio público. Subraya el ínter mirifica (12): "Es deber de la autoridad [...] defender y proteger, en especial respecto a la prensa, la verdadera y justa libertad de información [...], asegurar a los receptores el libre uso de sus legítimos derechos". Y la CP (87) comenta: "Promúlguense leyes que tutelen la libertad de informar y de informarse y que protejan ambos derechos de las presiones y maniobras económicas, políticas e ideológicas tendentes a impedir su libre ejercicio. Las leyes deben también asegurar a los ciudadanos la plena libertad de enjuiciar públicamente la gestión de los instrumentos de comunicación social, sobre todo si su monopolio está en manos del Estado. Es indudable que hoy la actividad de estos instrumentos requiere intervenciones legislativas que tutelen su variedad y multiplicidad contra la exagerada concentración provocada por la competencia comercial y que al mismo tiempo, defiendan la dignidad de las personas y de los grupos y los valores de la cultura".

c) Sobre la exigencia de no sustraerse a la información por parte del público. Condición necesaria, sin la que el público permanecerá perjudicialmente sin información, es la de que éste no se margine de la misma por pereza mental o por falta de sentido social. 0 Por esto, el hombre de hoy tiene el normal deber civil y moral de dedicar el tiempo adecuado a la lectura de la prensa de información y de no limitarse, en el uso de la radio y la televisión, a la canción ligera o a las emisiones evasivas; O tiene, asimismo, el deber de no recibir las noticias siempre y sólo de una misma fuente (parcial, si no es incluso facciosa), sino de oír con atención crítica las diferentes "campanas", de modo que pueda formarse opiniones personales fundamentadas sobre personajes y programas, situaciones y sucesos, de casa y de fuera. 0 Este deber es tanto más grave cuanto más frecuentes e importantes son las opciones que en la práctica democrática, el hombre de hoy está obligado a hacer a todos los niveles y en todos los aspectos de la vida comunitaria. De ahí que, en la formación de los receptores para el uso de los medios de masas (CP 65ss), la tarea principal debiera consistir en sensibilizarlos a este deber social.

3. CALIDAD DE LA INFORMACIÓN. a) Veracidad e integridad. Referente al recto ejercicio del derecho a la información, el decreto Inter mirifica (5) precisa lo siguiente: "En su contenido, la comunicación deberá ser siempre verdadera y, salvadas la justicia y la caridad, también íntegra; en sus modalidades, deberá ser, además, honesta y conveniente, respetando escrupulosamente las normas morales y los legítimos intereses y dignidad de las personas, tanto en la búsqueda de la noticia como en su difusión".

A propósito de verdad, además de lo que se dirá en general en l verdad y veracidad III, el l periodista debe tener en cuenta que se puede pecar contra ella refiriendo los hechos fuera de contexto, desviando así los juicios y opciones de interés social de los receptores (CP 16 y 75). En lo concerniente a la integridad de la noticia y demás circunstancias de la información (extensión y calidad de los receptores, tiempo, etc.), el periodista ha de recordar que "el derecho a la información tiene sus límites precisos cuando su ejercicio choca con otros derechos, como son: el derecho a la verdad, que tutela el buen nombre de los particulares y de la colectividad; el derecho a la vida privada, que defiende la intimidad familiar e individual; el derecho al secreto, si lo exigen las necesidades, el deber profesional o la utilidad pública", y que "una libertad de información que, en su ejercicio, no tuviera en cuenta las condiciones y los límites propios del derecho a la información, favorecería los intereses del difusor o del informador en lugar de servir a la verdadera utilidad del público" (CP 42 y 47).

b) Dificultades de la información correcta. Se trata de normas éticomorales obvias, pero cuya aplicación en la práctica cotidiana de los periodistas no siempre resulta fácil. He aquí cómo la Communio et progressio describe sus dificultades: -"Teniendo que comunicar siempre `novedades los periodistas se encuentran casi obligados a tener que destacar sólo los aspectos, como suele decirse, de `viva actualidad'. Además, de entre la gran cantidad de noticias, el informador tiene que escoger aquellas que, a su juicio, sean más relevantes e interesen más al público [...]" (37). -Pero esto no basta. Obligados a improvisar servicios que sean comprensibles a todos, los promotores buscan cada vez más entrevistas con especialistas [...]; pero a menudo éstos, sobre todo si se encuentraní en puestos de mando o de responsabilidad, rehúyen con razón describir o comentar un acontecimiento sobre la marcha [...]. De ahí que tomen frecuentemente la delantera los escritores más superficiales, dispuestos a cualquier cosa [...]" (38). -"Hay aún otra dificultad, y es que las noticias, para conservar actualidad y lograr la atención del público, han de difundirse con la máxima celeridad; a esto hay que añadir las prisas competitivas por exigencias comerciales: todo esto, ciertamente, no favorece la exactitud de la información. Además, los informadores han de tener en cuenta al público, sus gustos y su nivel cultural y, al mismo tiempo, sus expectativas [...]"(39). -"Además de las dificultades provenientes de la dinámica misma de la información y de los instrumentos de comunicación, los informadores se encuentran ante otro problema: el de tener que explicar los hechos a un público a menudo apresurado y distraído, debiendo, consiguientemente, atraer y captar su atención con la viveza de la presentación y con otros medios apropiados, pero sin caer en la ilicitud de estimular en demasía o de conmover exageradamente a ese público a base de aislar, amplificar y dramatizar los hechos, hasta el punto de falsear la información" (40).

Estas dificultades objetivas si, por una parte, reclaman del público que no exija imposibles (o gestas heroicas diarias) de los periodistas, por otra reclaman en éstos una sensibilidad socio-moral pareja a la competencia profesional, eventualmente apoyadas la una y la otra en códigos deontológicos adecuados.

VI. La información en la Iglesia

Este aspecto se corresponde estrechamente con la temática de la opinión pública en la Iglesia. El decreto conciliar Inter mirifica no se ocupa de él, porque -según lo dicho l antes, V, 1, a- trata la cuestión de la información a nivel de derecho natural, en relación con todos los hombres en general.

Con todo, las razones aducidas en IM 5 -teniendo, obviamente, en cuenta las características de la Iglesia respecto a las demás sociedadesfundamentan también el derecho a la información de los fieles en la Iglesia. Consiguientemente, justifican asimismo el paso actualmente en curso en la Iglesia de una política del secreto, en la que la información era hecho excepcional, a una práctica en la que la regla es la información y el secreto, la excepción. Veamos, en concreto, lo que afirma la CP: "[...] cada fiel tiene la facultad y el derecho a ser informado de todo lo que sucede, a fin de tomar parte activa en la vida eclesial. Esto supone que los fieles deben disponer de instrumentos de comunicación, no sólo variados y ampliamente difundidos, sino, si fuera necesario, también católicos, siempre que se adapten de verdad a la tarea que les es propia" (119). -"El ritmo natural y el desarrollo normal de las tareas en la Iglesia exige que entre las autoridades eclesiásticas a todos los niveles, las instituciones católicas y los propios fieles discurra un continuo flujo y reflujo de noticias [...]. Para conseguir este objetivo son necesarias las pertinentes instituciones (portavoces oficiales, salas de prensa, consejos pastorales...), suficientemente dotadas de medios" (120). -"En prácticas y asuntos que requieran el secreto, también en la Iglesia deberá observarse la normativa que regula esta materia en las instituciones civiles. Sin embargo, la riqueza espiritual de la que la Iglesia es signo exige que la información relativa a sus programas y a su múltiple actividad sea lo más exacta, verdadera y clara que imaginarse pueda. Por ello, cuando las autoridades religiosas no quieren o no pueden dar esas noticias, surge fácilmente el rumor, cuya circulación va más en detrimento que en favor de la verdad. Por tanto, el secreto se debe limitar a lo estrictamente necesario requerido por el buen nombre ajeno o por otros derechos, personales o de grupos" (121).

Respecto a la conveniencia y necesidad de que la Iglesia informe sobre sí misma al mundo exterior, son suficientes las siguientes consideraciones: -la Iglesia es una sociedad pública por su naturaleza, y sus acontecimientos, instituciones y personas son, por lo general, de interés público. En la información, pues, existe una prestación social; -en el mundo de hoy, la noticia frecuente de los hechos acredita como valores a los asuntos, mientras que el hablar poco o nada de ellos los acantona entre los no-valores. Esta realidad sociológica puede incluso no agradar, pero también puede estar en consonancia con el videant opera vestra bona (vean el bien que hacéis, Mt 5,16) de Jesús; -si los informadores no son los primeros en recibir información, se quedarán en los aspectos más externos, anecdóticos y folclóricos de la vida de la Iglesia, que son los más acordes con los "instrumentos" y con su eventual deformación profesional; -hoy día resulta prácticamente imposible mantener el secreto. Es preferible, por tanto, informar correctamente, a tiempo y en la medida más amplia posible, antes que tener que recurrir a rectificaciones tardías y escasamente eficaces.

En la práctica, la recta información a los fieles y al mundo exterior sobre hechos de la Iglesia requiere especiales prestaciones, tanto por parte de los publicistas (católicos) como por parte de las autoridades eclesiásticas. En relación con los primeros, la CP señala lo siguiente (103): "Los responsables católicos de los instrumentos de comunicación [...], además del testimonio valioso que prestan como técnicos y colaboradores en los ambientes de trabajo y en organizaciones aconfesionales, deben tratar de dar a conocer el pensamiento católico acerca de todas las cuestiones de interés para la sociedad humana. Asimismo pueden servir de ayuda a escritores e informadores a no pasar por alto acontecimientos religiosos de interés público y a exponer en su justo punto los factores y los aspectos religiosos de los acontecimientos [...]".

Y la misma instrucción pastoral señala a propósito de las autoridades que tienen acceso a las fuentes de la información: "Los que ocupan puestos de autoridad en la Iglesia, al usar los instrumentos de comunicación social deben anunciar siempre y plenamente la verdad y deberán procurar que se presente una imagen fidedigna de la Iglesia y de su vida. Y como estos instrumentos son muchas veces los únicos canales y fuentes de información entre la Iglesia y el mundo, descuidarlos sería ocultar realmente los talentos confiados por Dios. Si la Iglesia confía y espera que las agencias de información y los propios instrumentos se interesen también de cuestiones religiosas y las traten con esmero, por su parte debe suministrar y ofrecer a estas instituciones información no reticente, precisa y verdadera, de modo que puedan desarrollar plenamente su cometido" (123). "Cada obispo, las conferencias y las comisiones episcopales y también la Sede Apostólica deberían tener su propio portavoz e informador oficial permanente, autorizado para comunicar noticias e informaciones y para presentar documentos eclesiásticos de inminente publicación, para facilitar y precisar la comprensión del contenido. En la medida de su mandato, estos informadores comunicarán las novedades de la vida y de la actividad de la Iglesia a tiempo y con precisión. Es de desear que también las diócesis y los principales organismos católicos dispongan de estos informadores permanentes con tareas similares.

Todos estos encargados, como todos los demás que, de aluna manera, son representantes oficiales de la Iglesia, deberán tener siempre en cuenta lo que enseñan al respecto la ciencia y la disciplina de las `relaciones públicas'. Deberán conocerla composición del público al que se dirigen y mantener relaciones cordiales con todos sus componentes, basadas en la confianza y comprensión mutuas, virtudes que sólo pueden darse y crecer allí donde las personas se estimen y se respeten mutuamente, en el culto perenne a la verdad" (174). "Para que el diálogo auténtico de la Iglesia, interno y externo, acerca del aspecto religioso de los acontecimientos de actualidad pueda desarrollarse con abundancia y continuidad, es necesaria la publicación de comunicados oficiales exhaustivos y precisos, con las explicaciones requeridas por la naturaleza de los asuntos y de las noticias, presentados a los lectores con los medios apropiados, como boletines, teletipos, telefoto [..]" (176).

[l Comunicación social; l Informática; l Periodista; l Publicidad y propaganda; l Verdad y veracidad].

BIBL. -Sobre la información en general:

AA.VV. Il concetto d mjormazione pella scienza contemporanea, De Donato, Bar¡ 1971; AA.VV., Guida ai problemi dellFnformazione, Marsilio, Venecia 1976; AA.VV., LSnformazione e i diritti dellapersona, Iovene, Nápoles 1983; AA. V V., L Snformazione e lo sviluppo dei popo/i, N. Rezzara, Venecia 1974; AA.VV. La libertó d5nformazione, Utet, Turín 1979; AA.VV., II problema dell'informazione pella societá moderna, Olschki, Florencia 1968; AA.VV., Razionalitá sociale e tecnología dell mformazione, Comunitá, Milán 1973; AREAL M. E, El derecho a la información, Juventud, Barcelona 1971; BENITO JAÉN, A., Fundamentos de teoría general de la información, Pirámide, Madrid 1982; In, Teoría general de la información, Guadiana, Madrid 1973; ELORRIAGA G., Información y política, Nacional, Madrid 1966; FOLLIET J., La información hoy y el derecho a la información, Sal Terrae, Santander 1972 (fundamental también para el aspecto ético-religioso); GneEL E., L énjeu des média, Mame, París 1971 (especialmente para el aspecto información-opinión en la Iglesia); HABERMAS J., Historia y crítica de la opinión pública, Gustavo Gil¡, Barcelona 1982; LEPRI S., Le macchine dell informazione, EtasLibri, Milán 1982; ID, Medium e messaggio, Gutenberg 2000, Turín 1986; LIPPMANN W., L ópinione pubblica, Comunitá, Milán 1963; MONTERO A., La moral informática en los Estados democráticos, PPC, Madrid 1985; PESCAROLO M., La circolazione internazionale della notizia, Angel¡, Milán 1985; PINTO DE OLIVEIRA C.J., Information et propagande, Cerf, París 1968 (especialmente respecto a la Iglesia, con amplia bibliografía); ID, Vers un ordre humain de 1 information dans le monde, Ed. Universitaires, Friburgo de Suiza 1987; SCHRAMM W., L information et le développement national, Unesco, París (con amplia bibliografía); VALBUENA F., Información, en Diccionario de ciencias y técnicas de la comunicación, Paulinas, Madrid 1991, 754-764; ID, La comunicación y sus clases, Edelvives, Zaragoza 1971.

-Sobre el periodismo en particular: AA. V V., Il giornalismo comeprofessione, Saggiatore,Milán 1980; AA. VV., Ilpotere delle parole, Cittá del Sole, Roma 1983; ALBERT P. y TERRou F. Histoire de la presse, Puf, París 1970; BENEYTD A., Teoría y técnica de la opinión pública, Tecnos, Madrid 1961 ; ID El saber periodístico, Ed. Nacional, Madrid 19747; BIANUCCI P., La veritá confezionata, Paravia, Turín 1974; LOPEz-ESCOLAR E., La constelación Marconi y su creador McLuhan, Eunsa, Pamplona 1978; ID, Análisis del "nuevo orden internacional de la información", Eunsa, Pamplona 1978; MARTINEz ALBERTOS, J. L., Periodismo especializado, en Gran Enciclopedia Rfalp, t. XVIII, Rialp, Madrid 1974 ORIVE RIVA P. y FAGOAGA BARTOLOME C., La especialización en el periodismo, DOSsat, Madrid 1974; PERIER DAVILLE D., La liberté de presse n ést pas á vendre, Seuil, París 1978; RUFFOLO S., Vestire i giornali, Gutenberg 2000, Turín 1986; WOLFE T., El nuevo periodismo, Anagrama, Barcelona 1977; ZUCCONI G., La macchina della veritá, Vita e pensiero, Milán 1980.

-Magisterio católico y deontología: AA.VV., Periodismo y ética, Segundo Encuentro Internacional de PGLA, Viña del Mar, Chile 1985; BARAGLI E., Comunicazione, comunione e Chiesa, Srcs, Roma 1973 (en el índice alfabético); BARROSO ASENJOP., Códigos deontológicos de los medios de comunicación, Paulinas, Madrid 1984; ID, Deontología del emisor, en Diccionario dé ciencias y técnicas de la comunicación, Paulinas, Madrid 1990, 316-337; BLÁZQUEZ F., Cuestiones deontológicas del periodismo, en "Studium" 26 (1986) 179-249; BRAJNOVIC L., Deontología periodística, Universidad de Navarra, Pamplona 1969; DE ANDRÉS, R., Vat. II. Instrumentos de la comunicación social, Razón y Fe, Madrid 1966 87; DESANTES J. M., La verdad en la información, Diputación Provincial de Valladolid, 1976; IRIBARREN J., El derecho a la verdad, BAC, Madrid 1968; MERRIL J.C. y BARNEY R., La prensa y la ética, Ed. Universitaria de Bs. Aires, 1981; SWAIN, Ética periodística, Tres tiempos, Bs. Aires 1983.

E. Baragli