COMUNICACIÓN SOCIAL
TEOLOGÍA MORAL

SUMARIO

I. Naturaleza de la comunicación.

II. Dinámica de la comunicación:
1. Actividades
de comunicación;
2.
Comunicación y persuasión;
3.
¿El medio es el mensaje?

III. Los instrumentos de la comunicación:
1.
"Mass media" e instrumentos de la comunicación social;
2.
El sistema de comunicaciones y la cultura de masas;
3. La cultura de lo imaginario;
4.
Apocalípticos e integrados.

IV. Comunicación de masas y evangelización:
1.
"Conversión" a los "media";
2.
Tentaciones "electrónicas";
3.
Salvar los "media";

V. Orientaciones éticas:
1.
"Communio et progressio";
2.
Fundamento teológico;
3.
Libertad
de comunicación y sociedad;
4.
Opinión pública en la Iglesia;
5.
Exigencias morales de la comunicación.

 

I. Naturaleza de la comunicación

El fenómeno de la comunicación (=c.) se perfila en las principales áreas del saber que se ocupan de él (la lingüística, la semiótica, la sociología) bajo un doble aspecto descriptivo: la c. como transmisión de datos (Roman Jakobson) y como interacción entre actores sociales, el emisor y el destinatario del mensaje (Austin, Benveniste, Greimas). Los dos paradigmas son complementarios en relación con una definición lo más exhaustiva posible de la compleja actividad mediante la cual un dato es comunicado (puesto en común).

El dato es el mensaje: el contenido de conciencia (idea, emoción, noticia, información) trasmitido por un emisor (individuo, institución, grupo) a un destinatario (individuo o grupo). La transmisión se efectúa mediante un conducto físico (canal, contacto), que es el medio, entendido como puro medio técnico de emisión, y no en las señales de que es portador; por ejemplo, el periódico es medio en cuanto papel impreso, pero no por una determinada forma de paginación del texto. El mensaje se presenta bajo dos aspectos inseparables "como las dos caras de un único folio" (De Saussure): el significante, la forma expresiva (una acción tomada en plano de secuencia, la paginación de un periódico, el primer plano de un rostro), y el significado, el contenido, la emoción, la persuasión expresada. Previo a todo acto de comunicación es el código: un conjunto de signos sensibles a los que emisor y destinatario atribuyen idéntico significado; es el repertorio al que el emisor hace referencia para dar forma al contenido de conciencia y convertirlo en una información que el destinatario sea capaz de descifrar. Finalmente, el mensaje se sitúa en un contexto que con frecuencia condiciona el impacto real; su extensión es bastante variada: va de la "circunstancia" tiempo, lugar, espacio, estado de ánimo, modalidad técnica del acto de c. hasta la globalidad del discurso en que se inserta un mensaje (p.ej., la conclusión moral postiza desmentida por la trama del telefilme).

Esta "puesta en común de datos" es también interacción entre sujetos, emisor y destinatario. No se reduce a una transferencia de contenidos. Incluso cuando parece un simple paso de información comporta una elaboración de la realidad con vistas a una re-presentación a través de signos; tal representación pretende proponerla, bajo nueva apariencia, a la adhesión del receptor. Además, en muchas ocasiones la c. se presenta explícitamente como promesa, invitación, demostración, con lo cual provoca en el destinatario reacciones de aprobación, negación, duda, neutralidad. El proceso de c. es, pues, susceptible de ser presentado en términos de encuentro, enfrentamiento, desafío, cooperación: así lo que era propio y exclusivo de un individuo (o de un grupo) es transportado a la conciencia de otros, pero tejiendo y alimentando a.la vez una red de relaciones interpersonales.

En esta interacción reside la fuerza intrínseca de "socialidad" de la c. La sociedad nace por la c. y vive de c.; la crisis de la comunicación es inevitablemente crisis de la convivencia social, de cualquier dimensión o naturaleza (civil o religiosa). Como ha señalado G. Tinacci Mannelli, la misma etimología de la palabra confirma la estrecha interdependencia entre "comunicación" y "sociedad". C. proviene del latín communis, compuesta de cum (con) y munia (deberes, vínculos). Este vocablo (raíz ma=ceñir) da origen en el latín a una serie de términos con significados convergentes a partir del concepto base de "ponerse juntos": moenia, los muros que encierran a la ciudad, de aquí moenire, fortificar; munus, el obsequio signo de la unión entre donante y receptor. Otra característica consiguiente de la "socialidad" de la c. (señalada con énfasis por IM y CP) es la de ser protagonista de un "progresivo aumento de las relaciones de convivencia, con varias formas de vida y de actividad asociada" (CP 24; 73), creando relaciones entre grupos y personas a niveles potencialmente planetarios. Los mass media son los artífices de la transformación del mundo en una "aldea planetaria" (McLuhan).

II. Dinámica de la comunicación

1. ACTIVIDADES DE COMUNICACIóN. La emisión implica el empeño de dar forma al contenido de conciencia que se quiere comunicar'con la atenta referencia a un código en continua evolución y caracterizado por algunos aspectos específicos y diferenciaciones variables según los temas que se comunican y los grupos a los que se dirige. Las cualidades de claridad, originalidad, credibilidad (competencia, desinterés, sinceridad) son esenciales para otorgar al emisor (que el receptor tiende a personalizar) prestigio y capacidad de persuasión.

También la recepción es actividad. El receptor, debe, ante todo, decodificar el mensaje, "leer" el contenido de conciencia que le ha formulado el que emite. La operación se realiza en base al código común. El emisor puede, según los casos, facilitarla, complicarla y hacerla sugestiva, rompiendo o superando el código con los resortes de la creatividad expresiva (que va desde la invención de eslóganes hasta la elevación poética). Además, la subjetividad del receptor interviene por los menos como precomprensión, y hace que el significado del mensaje tal como es recibido por el destinatario no coincida nunca exactamente con el que ha enviado el que lo emite.

Con el fin de preservar el mensaje lo más posible de la influencia de las reinterpretaciones y malentendidos, el comunicador puede recurrir a la redundancia (explicitaciones y repeticiones destinadas a subrayar su idea), hacer el contenido lo más elemental y simple, potenciar la idoneidad de los signos, que es preciso comunicar teniendo en cuenta un público limitado y preciso a medida del mensaje' y ,adoptarido su lenguaje y mentalidad.

Frente a la c., el receptor no es la tabla rasa que se ofrece pasivamente, disponible a todo tipo de influencia. Selecciona el material de la comunicación, tiende a evitar exponerse a las formas de c. que contrastan con las propias convicciones y los propios intereses y prefiere relacionarse con aquellas que están de acuerdo con él. Podríamos decir que el que compra un periódico no busca noticias; sirio algún tipo de gratificación en la lectura de noticias y opiniones presentadas según criterios selectivos e interpretativos idénticos a los suyos. Además, el receptor recuerda en lo que ha visto y leído el material que sostiene su propio punto de vista o está en sintonía con sus propios gustós. Lo vuelve a exponer a su vez a otros, generalmente enfatizado por la asimilación subjetiva a que lo ha sometido. La percepción y la interpretación del mensaje es sobre todo selectiva, en el sentido de que tiende a "desnaturalizar" el contenido tratando de encontrar elementos que apoyen las convicciones que le animan, de forma que el mensaje es más un factor de consolidación que de cambio de las opiniones ya mantenidas.

El demócrata lee periódicos democráticos, y si lee un periódico republicano se hace más demócrata todavía: es el ejemplo ya proverbial de la llamada ley de la "exposición-memorización- percepción selectiva" -en la que J. Mapper, E. Katz y P. Lazarsfeld formulan los efectos de la comunicación de masas-, antes expuesta en sus elementos más fundamentales. Con relación a nuestro interés ético es importante subrayar tres datos: Primero: es una ley estadística; se basa en las grandes cifras, por lo que el comportamiento de un receptor puede ser distinto. Segundo: se da por supuesto que el usuario posee convicciones y/o información sobre el tema al que aluden los mensajes comunicados. Cuanto más dubitativo, inseguro y desinformado, tanto menos activo y selectivo es ante la c., y por lo tanto más influenciable y vulnerable. Tercero: los mass media pueden suplir la propia incapacidad para modificar las convicciones con un efecto más sutil: imponen al público el argumento o el hecho sobre el que pensar con carácter prioritario; y, además, a través de una elaboración fascinante y espectacular, influyen de forma gradual e insensible hasta sobre las actitudes ideológicas (E: Katz).

El receptor, por su parte, ante la afluencia masiva de las c. no es un individuo aislado o disperso entre un público fragmentado e indiferenciado, como si fuera empujado por un tifón o un aluvión. Forma parte de un grupo social, y los medios le llegan con la. mediación de los líderes de opinión. Estos "guías de opinión" pueden ser periodistas, animadores de transmisión (anchor man, el hombre ancla o el personaje principal de un telediario o de un show), políticos, exponentes de la cultura o del espectáculo, etc. La comunicación fluye, pues, por dos niveles (Two Steps Flow of Communication): entre el que la emite y el que la recibe actúa de forma esencial la función de filtro ejercida por los líderes de opinión. Los estudiosos (Lazarsfeld, Berelson, Gaudet, Katz) se muestran divididos al señalar uno de los dos posibles niveles en el recorrido: el flujo de comunicación llega a los líderes de opinión, y de éstos al público; el flujo de la comunicación llega inmediatamente al público, y los líderes condicionan la respuesta de la mayoría de los receptores reforzando o modificando el contenido de la comunicación. Generalmente, los líderes de opinión están integrados en el sistema de c. dominante. Son líderes precisamente porque, al ser más sensibles a los fenómenos de aprobación o reprobación de lo que el mensaje es capaz de suscitar, están dotados también de las cualidades comunicativas indispensables para determinar el refuerzo de la aceptación y la comprensión de quienes desaprueban (A. Belloto).

El hecho de que el público, blanco de la comunicación, reaccione de un modo y pueda rechazar el mensaje invirtiendo su sentido induce a la fuente de la comunicación a una constante y puntual verificación del éxito de su actividad. Punto fundamental de este análisis autocrítico es el intento por superar la unidireccionalidad de su flujo (del que emite a su destino) mediante un procedimiento que provoque una respuesta (feed back). Se trata de estimular al receptor a que explicite en los términos más claros, exactos y amplios su reacción al mensaje. El medio principal para tal reconocimiento es el sondeo de opinión; pero también los "índices de aceptación y escucha" aportan datos cuantitativos sobre la audiencia o uso. Los resultados así obtenidos se convertirán en criterios base de una eventual renovación de la c. en lo que a contenidos y expresiones se refiere. De ahí la importancia de la fiabilidad de los datos del sondeo, que es proporcional al carácter científico con que se ha realizado. El método más serio (aunque mal usado en los falsos sondeos tan de moda en programas de televisión, periódicos y semanarios) es el que recurre al panel analysis: son tests de contenido idéntico o semejante propuestos en distintos momentos, en términos diferentes, a muestras de público distintas, pero de representatividad análoga. Es necesario que la muestra sea verdaderamente representativa del tipo de receptor al que la c. se dirige; las preguntas deben ser comprensibles y que no condicionen una respuesta determinada, sino que susciten respuestas objetivas; el coloquio debe desarrollarse de forma que no excluya las ventajas o los inconvenientes de las respuestas que se dan; la elaboración estadística de la información debe ser correcta,, etc.

2. COMUNICACIóN Y PERSUASIóN. Persuadir, llevar a alguien a pensar o actuar de una determinada manera, es el objetivo último de la c. Los factores más importantes que concurren a imprimir capacidad persuasiva al mensaje son:

- La importancia de lafuente, que depende sobre todo de la credibilidad de que goza la fuente ante la audiencia. Sus bases son: la "pericia", cuyos indicios son la competencia específica, la posición social y las dotes personales de expresión; la sinceridad, que elimina cualquier sospecha de facciosidad propagandística y de servilismo a intereses ajenos o propios; es notable también la importancia del medio del que dispone la fuente (el prestigio del periódico da crédito incluso a la firma más modesta).

- La articulación del mensaje. La influencia de las motivaciones emocionales es mayor que la de las racionales: de ahí la creciente espectaculandad de todo tipo de información (la paginación del periódico es un reflejo del montaje cinematográfico; el lenguaje y la presencia de los políticos en la pequeña pantalla cada vez va más unida a los mecanismos de cierto divismo menor). Es muy importante la observación de Joubert: "Se puede convencer a los demás con las propias razones, pero no se les puede persuadir sino se recurre a sus (de ellos) propias razones". Es preferible insistir sobre lo que el público "siente" a provocar el choque con la novedad, con lo que le es ajeno. ¿Es más persuasiva una presentación unilateral (exponiendo sólo los motivos favorables) o bilateral (también con las razones contrarias, pero, naturalmente, rebatiéndolas) del mensaje? A1 debatir este tema aparecen algunas convergencias sobre algunas constataciones: Primera: la presentación bilateral potencia la credibilidad de la fuente: manifiesta la competencia, la seguridad y la estima en que tiene a su público receptor. Segunda: si la audiencia es de escaso nivel cultural o mal dispuesta hacia el mensaje de la c., la presentación bilateral es un riesgo: si las motivaciones contrarias son presentadas con ecuanimidad, pueden salir reforzadas; en cambio, si son expuestas de modo sumario o polémico, su emisión así se descalifica, en detrimento absolutamente de las propias razones. Entre las vías propuestas para inducir nuevas persuasiones en el público superando las defensas señaladas en la ley "exposición, memorización, percepción selectiva" parece tener más interés la de señalar "aspectos intermedios" o "aspectos secundarios" del convencimiento en cuestión (es más fácil demostrar la existencia de Dios insistiendo en que su existencia es la garantía absoluta de los derechos del hombre que partir del principio de causalidad eficiente).

3. ¿EL MEDIO ES EL MENSAJE? The medium is the message (1960) es la tesis fundamental del sociólogo canadiense Marshall McLuhan. El afirma que todo instrumento tecnológico es la prolongación-potenciación de un sentido o de una capacidad del hombre: el martillo de la mano, la rueda del pie, el vestido de la piel, el tomavistas del ojo, etc. Por consiguiente, el primer efecto real (mensaje) de la comunicación no es tanto el contenido temático como la modificación inducida por el medio en la estructura sensorial-perceptiva humana. En 1967 McLuhan modifica su frase por otra que resulta llamativa: "el medio es el masaje". El discutido y genial autor de Los instrumentos del comunicar, con sus intuitivos eslóganes, tuvo el mérito de poner de relieve el hecho de que el medio no es un simple vehículo de contenidos; sometiéndole a masajes continuos, es decir, modificando su dinámica psíquica, genera en el hombre un nuevo modo de conocer y de expresarse.

III. Los instrumentos de la comunicación

La terminología adoptada por la publicidad para designar los canales de la c. es variada, fluctuante y no exenta de cierta ambigüedad. Actualmente parece que se impone el uso de términos como mass media, audiovisuales, mass communications. "Audiovisuales" tiene el inconveniente de no hacer referencia a la prensa. El.concepto de masa incluido en las otras dos expresiones, además de ser sociológicamente un tanto vago, está marcado por una connotacióq negativa: parece unir en el público lo heterogéneo, inestable y pasivo, como individuos anónimos sobre los que la c. ejercería su despotismo alienante, precisamente la masificación. "Media" (del latín medium, medio) no resalta suficientemente la dimensión técnica, mientras "communications"(comunicaciones) pecaría de abstracto. Este análisis crítico de los términos corrientes para designar los soportes técnicos de la comunicación tuvo especial importancia en los estudios y discusiones preparatorias del decreto conciliar, que terminaron con la adopción de la fórmula "instrumentos de comunicación social".

1. "MASS MEDIA" E INSTRUMENTOS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL. La expresión "instrumentos de la comunicación social" no es puramente descriptiva; implica una concepción ética del fenómeno. Aunque prevalece en el lenguaje del magisterio y de la teología católica, no parece abrirse paso en el sector. Tiene .ventajas de innegable valor, amplitud y precisión, a condición que se le dé el significado con que se usa en los documentos del magisterio a partir de la promulgación del Inter mirifica (1963). De esta manera la expresión "instrumentos de comunicación social" ha quedado como la forma habitual que en teología se usa para referirse al área de los medios de c. designados como mass media.

Son reconocidos como mass media los que reúnen simultáneamente tres condiciones fundamentales: acentuado tecnicismo, la enorme idoneidad para comunicar, el área de difusión potencialmente ilimitada por la capacidad indefinida de reproducir mecánicamente el producto-medio. Este (vídeo, filme, cinta...) cada vez más es denominado sofware (producto ligero), en contraposición a hardware (producto pesado, la maquinaria o instrumental que produce o capta mensajes, desde el emisor televisivo a la central de datos). De esta manera se consideran como mass media (y por lo tanto como instrumentos de comunicación social) de pleno derecho la prensa diaria y periódica, el tebeo, el cine, la tv, la radio, el disco, las cintas, el casete, la publicidad, la propaganda, las técnicas de l informática (de infor(mation)-(auto)matigue) y la telemática. No se considera como tal al libro (ya que contiene más que difunde cultura; en cambio, lo es el mass medium de bolsillo), el teatro, la pintura, la escultura, la música de concierto (considerados espacialmente), mientras sí que lo es su grabación mecánica (por aire o disco):

En qué medida pierde la obra de arte a nivel de expresión o de fruición cuando se la transforma en un producto de mass media -a través del cine, la tv o la difusión por radio, disco, cintas- raramente se advierte. La grabación, incluso la de mayor fidelidad, modifica la calidad del sonido y de la imagen. La experiencia directa de la obra es sustituida además por la escucha de una imagen de la música o por la visión de una imagen del cuadro o del espectáculo teatral (en definitiva, tomado en el ángulo y encuadre elegido por una tercera persona: el director) (E. Gilson).

Hay además otras características posibles en los medios (U. Eco). a) Son genealógicos: una invención en ellos suscita imitaciones en serie, es el principio de un lenguaje común. b) No tienen memoria: nadie recuerda cómo se ha producido la cadena de imitación, el último de los anillos es fácilmente confundido o preferido a la originalidad del primero. c) Los media tienden a multiplicarse: todo joven que lleva una camiseta, a través del dibujo que muestra en el pecho hace publicidad de la propia camiseta; en un programa-incluso cultural de televisión- aparecen en pantalla estos jóvenes con la camiseta etiquetada de esa manera; los espectadores jóvenes y mayores compran nuevas camisetas con ese dibujo porque eso hace joven... (es un simple ejemplo de cómo se entrecruzan por lo menos tres mensajes: el de la etiqueta de la camiseta por la calle, el de la etiqueta de la camiseta por la tv, el de lo que ocurre y se dice en la escena televisiva en que aparecen las personas con esa indumentaria...).

La expresión "instrumentos de comunicación social" tiene el mérito de resaltar otros factores importantes. -Primero: el instrumento hace referencia a una técnica concreta. Todos los instrumentos son medios, pero no todos los medios son instrumentos; es decir, no todos los medios están dotados de las cualidades necesarias para ser utilizados para conseguir un determinado efecto (causas instrumentales). Algunos medios pueden ser sólo la condición que permite o favorece la acción de la causa, como el catalizador en una reacción química, el éter para la transmisión de las ondas electromagnéticas del emisor de tv. -Segundo: la idea de instrumento comporta un agente primario, que siempre es al final un agente humano, con las consecuencias correspondientes sobre la responsabilidad moral y la constitución de mensaje como contenido de conciencia. -Tercero: la calificación "social" resalta el papel promotor de socialización inherente a la actividad de c. El código al que el emisor se refiere y que contribuye a enriquecer con la propia originalidad es patrimonio común. Toda comunicación desencadena una serie inextinguible e incontrolable de comunicaciones sucesivas. La comunicación es el factor principal de la convivencia social.

2. EL SISTEMA DE COMUNICACIONES Y LA CULTURA DE MASAS. A cualquier observador atento le parece evidente que en la sociedad actual la emisión de la comunicación social (= c. s.) va asumiendo estructuras cada vez más complejas. El individuo, qué -solo o en equipo- proyecta o realiza un determinado programa de mass media, acaba integrado en el ámbito de los aparatos tecnológico-organizativos, cada vez más articulados, extensos y sofisticados. La creación, la producción y la comercialización-distribución del mensaje corresponden a una mecánica estructurada con vistas a la máxima difusión. Las grandes c. toman así el aspecto de actividades industriales gestionadas por grupos de poder que las financian con la finalidad de sacar beneficio. Las c. de masa son, en definitiva, producto (cultural), y el público un mercado de consumidores. La transmisión de ideas, información y loisir debe estar, por consiguiente, en función de los intereses económicos e ideológicos de los grupos dominantes. Hay que notar también que con frecuencia la propiedad corresponde a holdings que están presentes en múltiples sectores del mundo económico además de la c. El impacto ideológico, político y económico de las grandes c. (en primer lugar la tv y la prensa) en la sociedad es de tal proporción que el poder estatal tiende a encuadrarlas en un status jurídico que es fiel reflejo del régimen social por el que se rige.

Se dan tres situaciones fundamentales, susceptibles de variantes secundarias. a) Sistema de monopolio: es típico de los Estados totalitarios. El Estado detenta el monopolio absoluto de todos los servicios de c.s.; son instrumentos de su exclusiva propiedad, destinados a manipular la información, alimentar el consenso y educar al pueblo. b) Sistema de competencia: la c. es el terreno en que interviene la iniciativa privada, que actúa en él según las leyes del mercado. Es•el caso de USA, donde el gobierno federal se limita a financiar una red televisiva dirigida exclusivamente a fines culturales y didácticos. Teóricamente es la situación ideal. En realidad, su funcionamiento está comprometido por la prepotencia de los trust, auténticos oligopolios, cuyo mayor peligro es el de cultivar un conformismo ideológico y cultural en el que la creatividad y el disentimiento tienen cada vez menos espacio. c) Finalmente, el sistema mixto entre una parte que gestiona el Estado y otra parte independiente y privada gestionada con criterios de mercado. Es el modelo que se va instaurando en los países de Europa occidental. El riesgo está en que los partidos gobernantes violen la autonomía del servicio público asumiendo su dirección y que grupos políticos ejerzan su propia influencia hasta en el sector llamado independiente mediante actuaciones financieras y adquisiciones de parte de la propiedad.

La consecuencia más preocupante del sistema de los mass media es que la c. se reduzca a "transacción económica" (G. Piana). Los mass media se convierten en el producto de una industria de la información regida en primer lugar por el principio del beneficio. El hombre al que se dirige es tratado como "algo cuantificable", y el público es un mercado evaluable en términos de consumo. Los datos económicos -como la difusión (el número de copias vendidas) de un periódico y los índices de aceptación (número de espectadores) de un programa de televisión- adquieren una importancia económica decisiva (p.ej., crecimiento en términos de valoración publicitaria) y cualitativa (la aceptación del público decide la validez del producto). Además, la búsqueda de la mayor audiencia posible (el mayor número de consumidores, lectores, espectadores) conduce a equilibrar la calidad del producto en los mínimos.

Precisamente por esto las connotaciones de la expresión cultura de masas instaurada por los mass media tienen un cierto sentido negativo: es evasiva, superficial, vulgar, interpreta y condiciona, además, el gusto del público hasta el punto de conseguir -utilizando bien los recursos económicos y técnicos- que prefiera los programas que se le han preparado para que elija.

3. LA CULTURA DE LO IMAGINARio. El tipo de cultura de masas que los mass media producen es una "cultura de lo imaginario" (E. Morin). Cada uno tiende a someterse a modelos uniformes de comportamiento que cree elaborar personalmente, cuando en realidad le son inspirados en "lúcidos paquetes" que le ocultan la fuerza de la homogeneización y la miseria social y existencial. 0 Imaginación es sinónimo de optimismo. A cada necesidad, problema o exigencia verdadera o ficticia pone al alcance de la mano una serie indefinida de posibilidades y soluciones: basta adquirir un determinado producto, dirigirse a la empresa adecuada, comenzar un crucero o recurrir al médico o al producto farmacéutico adecuado. Si hoy no se puede vivir todavía de una determinada manera, podemos hacernos la ilusión de conseguirlo algún día, como les ocurre a los personajes de las series de televisión o de dibujos animados. 0 Este tipo de producto imaginario realiza la masificación a través de los fines (un estilo de vida asentado en el materialismo) y en las formas (una credibilidad derivada de la sugestión espectacular y la neutralización del sentido crítico). O Tal masificación tiene sus diferencias y se da de modo articulado según los medios en que se realiza. Por ejemplo, existe el diario y la película de compromiso para el público de un cierto nivel; el rotativo, el tebeo y la telenovela pretenden la audiencia de calidad subalterna; no falta el documental de denuncia social o de análisis moral, pero relegado a horas de mínima audiencia; dentro de una misma cabecera aparece la publicidad adecuada al programa, publicidad elemental para productos de gran consumo y publicidad elitista para los productos refinados y costosos, hasta publicidad de cierto nivel cultural. Pero en esta calculada diferenciación abierta casi hasta el infinito "se puede decir con razón que cambiando los factores el producto no se cambia. Los contenidos de fondo tienden siempre a la integración, al conformismo" (M. Livolsi),

4. APOCALIPTICOS E INTEGRADOS. Esta tendencia a la que han dirigido sus funciones los mass media ha suscitado, y sigue suscitando, dos actitudes opuestas: la de los apocalípticos y la de los integrados (U. Eco). -Los apocalípticos condenan los mass media como fuerzas de homogeneización cultural: lo invaden todo y cada vez más, destruyen las subculturas locales específicas y hacen inútiles las opciones éticas personales: inculcan pasividad y sometimiento a la realidad; imponen mitos colectivos y lugares comunes destinados a reforzar la adecuación al status quo y al conformismo. Su integración en el sistema de producción consumista los convierte en instrumentos muy funcionales para cultivar nuevas necesidades que terminan por alienar al hombre más que promover su personalidad. -Del lado opuesto, los integrados defienden en los mass media el hecho de ser instrumentos de participación en la vida cultural, social y política. La abundancia de información que hacen llegar a todos los estratos de la población la consideran como promoción a una forma más consciente y digna de vivir y sentir. La uniformidad cultural que provocan la acogen como superación de barreras y diferencias de mentalidad y de clases y creación de una conciencia más adulta y universal.

Hay que hacer notar que el impacto imparable de los media (y en primer lugar de la tv) en el vivir de cada día está en la raíz de algunos tipos de comportamiento no investigados todavía suficientemente. Sobre todo en el campo de la información: un hecho, un personaje, un filme o un libro existe y es importante (para la gente) sólo si aparece en la pequeña pantalla. La multiplicación de noticias parciales, y con frecuencia contradictorias, sobre un mismo hecho expone al oyente desorientado al riesgo de no conseguir hacerse una idea de lo ocurrido (la pulverización de la información produce desinformación). El recurso a la.temporalización regular (p.ej., los interminables capítulos de las telenovelas), la ritualización (el horario del telediario) introduce poco a poco la sensación gozosa de disfrutar del medio como de algo esencial dentro de la normalidad de la vida. Mientras el clásico divismo del cine exaltaba en la estrella correspondiente la fascinación de lo inaccesible, el divismo de la televisión sublima lo cotidiano, al señor del piso de arriba. De esta manera posee un coeficiente de identificación mucho mayor por su agilidad y por su insensibilidad.

Y a propósito de los problemas de agresión que producen los mass media es digno de resaltar:

- La contraposición entre la denominación de los media (apocalípticos) y su sacralización (integrados) nos parece inaceptable. Los media, además de ser insustituibles en el desarrollo de la realidad social tal como de hecho es, son "por su propia naturaleza" instrumentos de valoración humana; se sitúan, efectivamente (es la afirmación del comienzo del decreto conciliar con el significativo título Inter mirifica), "entre las maravillosas invenciones técnicas que, sobre todo en nuestros días, el genio del hombre ha sabido sacar de entre lo creado, con la ayuda de Dios" (IM 1). Todo depende del uso que se le asigna. Entre otros, en el sistema de producción, junto a los "ejecutivos especializados" en aportar al comprador lo que se considera más vendible e ideológicamente rentable, actúan también los "productores de cultura": aquellos que conciben, interpretan y realizan las obras y que, por encima de las posibilidades que el ambiente les aconseja, tienen realizaciones y espacios de iniciativa y creatividad. De hecho hay un dato: la industria de la cultura multiplica las ediciones económicas de obras de valor cultural y artístico. Y no sólo eso: a veces por motivos de marketing esa misma industria se convierte en medio de difusión espectacular de ideas, denuncias morales, exigencias sociales presentes en la sociedad, pero de difícil difusión. Al mismo tiempo la gente accede a los mensajes (como ya hemos visto antes, > arriba, II, l), condicionada previamente con criterios de selección: habrá que tratar de profundizar en el sentido de seriedad y en el sentido crítico.

- La misma ingente difusión de los media tiende a desmitificarlos. El habituarse a las imágenes (mucho más si se manejan con mando a distancia) cierra cada vez más en los usuarios jóvenes el reflejo mágico que tiende a identificar imagen y realidad. El uso de los media por parte de uno mismo (tomavistas, vídeo, ordenadores domésticos, etc.) hace que la persona adquiera un sentido de superioridad y de independencia sobre ellos, condicionándolo positivamente cuando se hace receptor y consumidor de emisiones.

IV. Comunicación de masas y evangelización

1. "CONVERSIÓN" A LOS "MEDIA". El magisterio hace ya tiempo que superó la actitud de desconfianza que se le atribuye en sus relaciones con los media y que procede de algunas anécdotas y del retraso crónico que algunos sectores del mundo católico tienen con respecto a la enseñanza pontificia sobre esta materia. La exhortación de Pío XII a los obispos latinoamericanos para "utilizar con valentía las nuevas ayudas -como la prensa y la radio- para difundir e imprimir en las mentes la palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia (Car. Ad Ecclesiam Christi, 29 de junio de 1955) se desarrolló en el decreto conciliar Inter mirifica (n. 13), promulgado el 4 de diciembre de 1963, y todavía más en la instrucción pastoral Communio et progressio, del 23 de mayo de 1971 (nn. 126134), con la aceptación de los medios de c. de masas como instrumentos de evangelización: "(...) a ejemplo de los apóstoles, que recurrieron a los medios de comunicación de que disponían en su tiempo, hoy la misión apostólica debe completarla recurriendo también a los medios e instrumentos actuales. Así pues, hay que decir que no sería obediente al mandato de Cristo quien despreciase las enormes ventajas que estos instrumentos suponen y aportan para hacer llegar a gran número de personas la doctrina y los preceptos del evangelio" (n. 126). No sólo los mass media son aceptados y reconocidos como valiosos, incluyéndolos entre las "maravillosas invenciones técnicas" (IM 1), sino que sin prejuicios de ningún tipo hacia ellos se les declare como muy idóneos para comunicar el mensaje evangélico. Y para esta función -añade la CP 1415- no se les debe manipular, sino que sus características de expresión, técnicas y sociales, deben ser respetadas y potenciadas. En efecto -explica CP 14, citando la GS 36-, "en virtud de la creación, todas las cosas reciben una consistencia, verdad y bondad propias, al igual que sus leyes y ordenación, que el hombre debe respetar".

No se ha estudiado suficientemente el papel que, en este campo de la "conversión a los media" por parte de la comunidad eclesial, de cara a la evangelización, han desempeñado algunos pioneros carismáticos como, por ejemplo, el padre Santiago Alberione (1884-1971) con sus instituciones.

2. TENTACIONES "ELECTRÓNICAS". Esta valoración evangélica de la c. de masas ha despertado y despierta todavía algunas objeciones. Los mass media realizan una c. también en el sentido más negativo de la expresión: se dirigen a un público anónimo y pasivo, al que le dan todo a la medida de las ideologías y de los intereses de los grupos de poder de quienes son portavoces. Actúan sobre sus oyentes neutralizando su conciencia crítica y promoviendo la sugestión de lo espectacular. La evangelización, en cambio, es un tipo de c. que esencialmente interpela a la persona, es diálogo de conciencia entre el individuo y Cristo, pedagogía de fe para una decisión libre, es proclamación de una palabra que no acepta sometimiento, compromisos ni manipulaciones.

Como prueba de la inadecuación de los media se puede aducir la imagen del mensaje que se presenta, por ejemplo, en las pantallas de televisión. Algunos datos saltan a la vista: la colocación y duración de los programas religiosos en la distribución diaria o semanal muestran claramente cómo se pretende subordinar estos programas a cuestiones de imagen de la red; la prioridad absoluta que se da a los índices de aceptación inducen fácilmente a promover un tipo de religiosidad gratificante, de cierto sabor sentimental, ajenos a cualquier tema que suponga destapar problemas o denuncias; la naturaleza del medio lleva a promover lo sensacionalista (polémicas, condenas, ceremonias, personajes famosos, repercusiones políticas) y a convertir el rito sagrado en un espectáculo.

A propósito de la relación mass media-liturgia, sigue abierta la cuestión de la posibilidad de una participación real en la celebración de la eucaristía transmitida por radio o tv. Actualmente la autoridad eclesiástica, al no reconocer validez a la asistencia a la misa por radio o tv a efectos del precepto festivo, se mantiene en una postura negativa, que una declaración del Secretariado de Liturgia de la diócesis de Turín. explica así: "La c. radiotelevisiva no permite realizar una verdadera comunión eucarística, donde concretamente, reuniéndose en el nombre del Señor y alimentándose del mismo pan, se entra en comunión con Cristo sacramerltalmente presente para constituir junto con los hermanos y comensales un solo cuerpo con él. En la misa por radio y televisión falta un elemento fundamental en los sacramentos cristianos: falta la realidad concreta de la Iglesia reunida en asamblea, en la acción litúrgica común y ante la presencia eucarística de Cristo bajo los signos del pan y el vino" (en Liturgia e instrumentos de c.s., Roma 1974, 8). Algunos auttirés (Enrico Baragli, Raimondo Spiazi, Tulio Goffi) creen posible un cambio en este tema. Es digno de mención que la facultad de obtener la indulgencia plenaria unida a la bendición papal a través de la radio y la televisión, en un escrito de la Sagrada Penitenciaría Apostólica de 14 de diciembre de 1985, ha sido ampliada también a la bendición impartida por los obispos, aunque se les limita a tres veces al año.

Las exigencias de "hacer espectáculo"tienen el riesgo de hacer identificas en la práctica mensaje e Iglesia corporalmente visible en sus líderes, jerarquías, organizaciones e iniciativas oficiales o en sus exponentes de excepción. Está también el fenómeno americano de la "Iglesia electrónica". Algunas emisiones religiosas, recurriendo a las más sofisticadas técnicas publicitarias, constituyen auténticas redes de c, entre un público de oyentes-fieles y la predicación de un personaje o los fines de un movimiento de opinión "cristiano" Así, saltando todo tipo de medio institucional eclesial, se calcula que millones de americanos expresan -siempre con donativos y a veces con declaraciones de conversión- su adhesión a una "Iglesia" que en absoluto es tal, sino una emisora dé televisión.

3. SALVAR LOS "MEDIA". El dossier de las críticas sobre el uso de los media en la evangelización nos parece que debe tener en cuenta dos consideraciones. Primera: cualquier tipo de c. humana, y no sólo la de los mass media, está por sí misma condicionada por las limitaciones y la inautenticidad, que la exponen al riesgo de objetivar, manipular y traicionar el mensaje. Como lo demuestra la misma revelación bíblica, Dios se ha revelado en sistemas culturales humanos imperfectos, continuamente tentados de alterar e instrumentalizar la palabra. En otras palabras: que los mass media planteen, en su línea teórica y práctica, orientaciones contrarias a la c. evangélica no es una malévola y singular excepción; lo mismo ocurre con los otros medios orales, escritos, visuales de la revelación; es propio de la naturaleza de las cosas y de la realidad histórica. Segunda: es cuestión de bajar a niveles profesionales concretos la reflexión teológica sobre el dinamismo de la revelación. Ésta actúa en sus canales de c. noética (en cuanto manifestación) y operativa (en cuanto que realiza la salvación que proclama) a dos niveles: salva al medio en el que se introduce, restituyéndolo a su autenticidad comunicativa (primer nivel), para llegar al hombre e interpelarlo y salvarlo (segundo nivel). Esto significa que hay que actuar para que los canales audiovisuales de la c. evangélica adquieran un nivel de valores que los liberen de las connotaciones negativas que aparecen en la expresión "mass media" (/ arriba, III, 1-2).

- Sobre todo hay que actuar con independencia de las estructuras de producción. A ser posible, con autonomía económica en la propiedad de los medios y en los balances de programación; desde luego, que la transmisión religiosa esté libre de presiones ideológicas o de sometimientos a maniobras de política general de la red gestionada por el sentido de la rentabilidad: el significado del mensaje recibe influencias también del contexto en el que se sitúa. - La calidad de la emisión exige superar lo espectacular que tiende a captar por lo emotivo, a buscar el asentimiento, a edulcorar los aspectos problemáticos y controvertidos. La forma de proponer el mensaje adecuado para estimular una conciencia crítica y adulta es mucho más fecunda que cualquier conmoción emotiva (frecuentemente identificada con alguna manipulación de nuevo cuño o como efervescencia efímera) para plantear a la persona la llamada de la fe. 0 Con este fin, por ejemplo, resulta muy funcional potenciar el feed-back es decir, la estructura dialogal de la c., en el sentido más amplio posible: favoreciendo el derecho de acceso y participación, la ubicación y descentralización de las emisoras la libertad de expresión y/o de objeción, el recurso a temas y personajes ajenos a cualquier tipo de oficialidad y más bien tomados de la calle... 0 Evidentemente, toda intervención debe atenerse al género televisivo profano, con el que guarda correspondencia (la discusión, el talk show, el documental, la revista de actualidad, etc.), teniendo en cuenta que a cada género corresponde en principio una forma específica de c. evangélica: por ejemplo, el talk show se adapta muy bien para discutir un problema de actualidad teológica, pero no para hacer una predicación del evangelio, que es más propio para una charla o una conversación. Finalmente hay que tener en cuenta la situación "poscristiana" en la que se encuentran amplias capas de la población en las sociedades contemporáneas según el parecer de sociólogos y agentes de pastoral. En este Contexto la evangelización; más que "educación en la fe" de la que el hombre está en posesión; tiende cada vez más como "invitación a la fe": es decir, antes que desarrolló de una conciencia doctrinal y exhortación a una praxis moral, se presenta como estímulo a abrirse a la propuesta de salvación y cómo predisposición a acoger la palabra que la comunidad eclesial testimonia. Esta pre-evangelización está muy acorde con el modo especifico que los mass media tienen de presentarse en la vida del hombre de hoy: desde la interpretación cristiana de los hechos y de las opiniones expuestas con la mayor objetividad, integridad y libertad posible en la prensa católica, hasta la presentación de la Iglesia que resalte su misión trascendente y su naturaleza "distinta" respecto a los poderes políticos y las ideologías terrenas, evitando siempre simplificaciones y divinizaciones espectaculares. El mismo "cristianismo difuso" (G. Girardet) divulgado por los media -una religiosidad humana y de buenas intenciones, un Jesús humano y una Iglesia fuente de seguridades- puede desempeñar una función positiva, a pesar de su parcialidad, de apertura al mensaje, despertando esperanzas y eliminando prejuicios.

V. Orientaciones éticas

1. "COMMUNIO ET PROGRESSIO". Bastantes años después de su publicación -23 de mayo de 1971-, la instrucción pastoral Communio et progressio sigue siendo la fuente principal para una reflexión ética cristiana sobre los mass media. Esta "magna charta catholica" sobre la c.s. constituye la culminación de una historia doctrinal cuyas etapas más sobresalientes fueron: la encíclica de Pío XI Vigilanti cura (1934), toda ella dedicada al cine; los dos discursos sobre la película ideal de Pío XII (1955); la encíclica Miranda prorsus (1957), que, además del cine, toma en cuenta también la radio y la tv (pero no la prensa todavía); el decreto conciliar Inter mirifica (promulgado el 4 de diciembre de 1963), donde ya estaba previsto (n. 23) un texto profesional y pastoralmente más operativo, orgánico y concreto, como lo serla luego la CP.

La elaboración de este documento fue larga (siete años) y laboriosa (cuatro redacciones); después de la segunda redacción, el equipo inicial fue sustituido por un reducido grupo de trabajo: cuatro peritos (Patrick Sullivan, USA; Lucien Labelle, Canadá; Alberto Ancisar, Venezuela; Karl H. Hoffman, Alemania Federal) asistidos por tres especialistas, de los que fue fundamental la colaboración de Joseph Folliet. La CP no se limita a hacer aplicaciones concretas del decreto conciliar ni a corregir sus carencias rápidamente señaladas por una vasta opinión católica (poca profundidad teológica, filosófica y sociológica; moralismo y clericalismo). Sensible a las sugerencias más originales del Vat. II (especialmente a la constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneoyy conocedora del status de los media en la sociedad de los años setenta, presenta una plataforma teórico-práctica que se distingue por sus cualidades poco comunes de rigor y concreción. Se ocupa de todos los media, dando la preferencia al periodismo y descuidando la l informática, entonces en sus comienzos. Asume la visión optimista que de los media tenía la IM, incluyéndolos dentro de la visión global que reconoce el valor del progreso humano (GS 33).

Hasta entonces el intento más serio de reflexión cristiana sobre los media se inspiraba en una "teología de la imagen". Podemos recordara A. Ayfre, influenciado por la visión espiritualista del cine de André Bazin. El carácter central de la imagen estaba motivado: entre los media dominaba el cine, la sociología ponía el énfasis en la "civilización de la imagen", la referencia al dato revelado (Cristo imagen del Padre, el simbolismo bíblico) era inmediata y esclarecedora. Además, la imagen en la elaboración espiritualista favorece una visión unitaria entre estética, ética y sacralidad. Efectivamente, la imagen, más que "presencia" parcial e imaginaria de una realidad, remite a alguien que es superación de sí misma y estímulo para imaginar, es decir, creatividad. Por consiguiente, cuanto más una imagen es tal (o sea, es estéticamente válida), mejor es, eventualmente, superación catártica de la realidad concreta representada (sentido ético) y remite a alguien como dimensión de "trascendencia" inherente en la transparencia representada (sentido sagrado).

La CP, en cambio, se centra en la c. como esencia de los mass media. A la luz de la reflexión filosófica, del análisis sociológico y de la experiencia de goce resulta evidente que los media son sobre todo y fundamentalmente c., y que la imagen (audiovisual o no) es su medio. La CP construye toda su reflexión sobre los medios como c., y más en concreto sobre la c. como "factor de socialización" (n. 6). Los mass media no pueden ser considerados sólo como la obra en la que un autor se expresa, y por lo tanto evaluables con los esquemas artísticos y morales (54-58). Aparecen también como productos de un complejo sistema técnico, económico y social regido por las leyes de la rentabilidad y/ o por imperativos ideológicos y políticos. Por eso la CP señala los peligros que pueden significar las condiciones reales de monopolio para la libertad de expresión y los derechos de las minorías (n. 76), y el deber de los propietarios financieros de actuar "no sólo con criterios de rentabilidad y lucro, sino de intereses humanos auténticos" (n. 80), respetando las libertades de quienes trabajan en las estructuras de emisión y del público.

2. FUNDAMENTO TEOLÓGICO. Cristo es el perfecto comunicador (CP 11). Él en la encarnación realiza en sí mismo la más íntima unión entre Dios y la humanidad. En la eucaristía se verifica una comunión existencial entre Jesús y los hombres y entre los hombres que se alimentan de él entre sí. Su palabra se adecua íntegramente a la mentalidad de aquellos a quienes se dirige; pero, a la vez; está llena de significados universales que les dan esa cualidad suya de poder interpelar a los hombres de cualquier época y cultura. En Cristo, perfecto comunicador, la c.s. adquiere significado, valor y sentido. Para Cristo la acción de comunicar es fundamentalmente comunión; los mass media en cuanto "factores de socialización" están des tinados a ser instrumentos de "fraternidad universal" (98) en la "comunión entre los hombres que constituye el objetivo último de toda c." (8). La c.s. será lo que su nombre indica en proporción a los vínculos de solidaridad social, económica y cultural con los que, sobre todo a través del ejercicio lo más intenso y libre posible del derecho-deber de informar y de ser informados (33-35; 44-47), consiga unir a los hombres superando cualquier tipo de barrera (19). La comunión en Cristo se realiza con la valoración-elevación de la persona (la "divinización", theiopoiesis). La c.s. debería distinguirse, por lo tanto, por el respeto, la liberación y la promoción de la persona humana en todas sus dimensiones (salud, cultura, derechos políticos...). No existe comunión auténtica si no es entre personas que son dueñas de sí mismas: éste es el sentido profundo del progreso (11-18), del que la c.s. debe ser motor, más que expresión, especialmente en los países en vías de desarrollo (92-95).

3. LIBERTAD DE COMUNICACIóN y SOCIEDAD. El criterio fundamental de moralidad en el uso de los media se desprende con claridad de lo anterior: "Un juicio global sobre lo que se hace con los instrumentos de c. en un determinado lugar y tiempo debe tener en cuenta su contribución al bien común" (CP 16), definido éste (nota 11) en los términos de Juan-XXIII (Mater et magistra, 53) como "el conjunto (...) de las condiciones de la vida social que permite a los hombres alcanzar la propia perfección de un modo más completo y mejor". En esta visión, a los mass media les corresponde contribuir a la construcción de una convivencia social sin fronteras, animada por la libertad de los conocimientos y de las opciones. Una reflexión de libertad cuyas líneas de fuerza corresponden a la opinión pública (24-32), al derecho a la información y de información (33-47) y a la opinión pública en la Iglesia (114-121).

La opinión pública encuentra su raíz en la naturaleza del hombre hecho capaz de pensar (opiniones) y de manifestar a los demás los propios pensamientos (opinión pública) con el fin de contrastarlos y, eventualmente, hacerlos aceptar en una convivencia social en la que el punto de vista de la mayoría se convierte en norma común (25). Los mass media son precisamente medio de exposición y contraste de opiniones (24); su función es la de estimular la libre circulación y discusión de ideas para contribuir a la formación de una "opinión pública equilibrada" (27). La norma moral del "creador de opinión pública" consiste en no considerar al receptor como un objeto pasivo a quien se puede manipular, sino como a un partnercan quien se hace una búsqueda común (29) y al que debe aportar los datos necesarios para entender y decidir responsablemente. Éste es el camino óptimo para resolver el gran compromiso de hacer que la opinión pública coincida con la opinión justa (31) y se alcance el consenso en torno a lo que de verdad ea lo mejor para el bien común.

La libertad de información es indispensable para la formación de una opinión pública libre y documentada. Mucho más que sobre la función del informador (36-40) -merece 1a pena señalarlo-, la CP insiste sobre el derecho-deber del público a ser informado de un modo exhaustivo. Que los usuarios sean educados para hacer una lectura crítica de los media (65-70), que se asocien para defender su derecho a conocer (81-83) y para denunciar las distorsiones y manipulaciones que puedan hacerse con las noticias (41). Evidentemente, la libertad de información supone entre otras cosas el derecho de acceso a las fuentes, la variedad en las fuentes y el desmantelamiento de las concentraciones monopolizadoras de los media (62; 76).

4. OPINIóN PÚBLICA EN LA IGLESIA.,Láopinión pública en la Iglesia entendida como un "conversar" entre los miembros de un cuerpo vivo es indispensable "para vivir crecer como comunidad" (CP 114 e integrarse en una relación cordial con el mundo en el que vive (114-115). Se trata de una "libertad de pensamiento y de expresión" de la que los fieles deben tomar plena conciencia y que las competentes autoridades deben favorecer y regular (116-117). Tiene un fundamento doble: el sentido de la fe, "suscitado y alimentado por el Espíritu de la verdad, de manera que el pueblo de Dios, bajo la guía del magisterio sagrado y respetando sus enseñanzas..., se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida (...), con recto juicio penetra en ella más a fondo y más plenamente la aplica a su vida": la caridad que sublima nuestra libertad en comunión con la libertad de Cristo y nos hace así "capaces de juzgar libremente según su voluntad" (116). Evidentemente se trata de una opinión pública distinta, en sentido sólo análogo, ya que la Iglesia es sociedad distinta de la sociedad civil. Ni siquiera se toma en cuenta una concepción "democrática" que convertiría en norma común la opinión de la mayoría. La insistencia en el magisterio como guía de opinión parece excluir una visión eclesial de madurez en el creyente de un pensamiento suscitado por el Espíritu, que luego, ya en clave de expresión, el magisterio tendrá que discernir.

Finalmente merecen subrayarse dos líneas operativas importantes: D Es necesario distinguir entre la investigación científica y la instrucción de los fieles. En el primer campo los estudiosos deben tener la libertad necesaria para su trabajo. En el segundo, en cambio, "deben proponerse como doctrina de la Iglesia lo que como tal se propone por el magisterio auténtico y las sentencias teológicas que tengan un suficiente nivel de certeza" (118). 0 Sobre los hechos e ideas de la Iglesia la norma debería ser la información exacta "con verdad y sinceridad", y la excepción el secreto (119;121), que se adopta para proteger la fama de alguien o los derechos de personas y grupos.

5. EXIGENCIAS MORALES DE LA COMUNICACIÓN (CP 17). La bondad del contenido y la rectitud de intención son cualidades positivas, pero parciales, del trabajo de la comunicación. Las condiciones fundamentales de moralidad son: 0 La sinceridad. La c. debe reflejar el auténtico modo de pensar del que realiza la emisión; de otra forma se viola la naturaleza profunda de la c., que es transmisión de contenidos de conciencia. 11 La honestidad, que es sobre todo sinónimo de profesionalidad y competencia. La c. debe ser auténticamente tal, es decir, funcionar como c. a nivel técnico formal y artístico. Deberá hacerse en un lenguaje que sea transparenciapersuasiva del mensaje. O La veracidad. La c. debe tener como consigna el atenerse a la realidad de los hechos, hombres e ideas situados en el contexto humano integral. Compromiso por la verdad que va desde la información completa hasta situar en la realidad de la vida el sentido último de una ficción literaria o cinematográfica (56).

La función de la autoridad civil es realizar funciones de promoción. No es tarea del Estado el controlar, reprimir; su actuación de censura debería limitarse a los "casos extremos" (86), que la vigilancia sea competencia de comités profesionales de autocontrol (85). Respetando plenamente el principio de subsidiaridad, el Estado debería dejar a los grupos e individuos las iniciativas de c. que sean capaces de desarrollar "tan bien o mejor que él" (86). Debe promover estas iniciativas, protegiendo su gestión con leyes adecuadas para que sea plural y libre, garantizando al usuario su derecho a la "crítica pública", sobre todo si se está en régimen de monopolio estatal (87). Finalmente se invita a los "países ricos" y a "fundaciones internacionales a participar con la financiación y su experiencia en el establecimiento de sistemas de c. de decisivo potencial de elevación social en los países en vías de desarrollo (95), pero evitando (91) cualquier tipo de colonialismo cultural, favoreciendo la aparición de centros autónomos de producción local y promoviendo acuerdos internacionales, para la utilización de satélites artificiales abierta a todos los pueblos para que todos tengan un puesto en el diálogo con todo el mundo (91).

(/Corporeidad IV, 2; /Información; /Publicidad y propaganda; /Verdad y veracidad).

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L. Bini