V. Religión popular

1. EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN POPULAR. a) La investigación, el análisis y la interpretación del fenómeno religioso despierta un amplio interés en el campo de las ciencias humanas, preocupadas por la problemática cultural o social, íntimamente ligada al hecho religioso. Así, de la religión y de la fenomenología de la religiosidad popular se ocupan intensamente la antropología cultural y la etnología religiosa, la psicología y sociología de la religión y la historia de las instituciones y prácticas religiosas, la fenomenología y filosofía de la religión y la teología de las religiones, la teoría de la misión y la teología pastoral. El campo de observación y análisis es vasto y diversificado: el folclore religioso y las tradiciones populares, las prácticas mágicas o supersticiosas, las fiestas y cultos populares, los elementos de sincretismo religioso y de mestizaje cultural presentes en las diversas manifestaciones de la vivencia social de lo religioso, particularmente en las clases populares, en especial entre los campesinos, en sus ritos y celebraciones, en sus leyendas y mitos, en sus proverbios y refranes, en su ethos vital y social.

Tanto la metodología específica como los criterios de interpretación de las prácticas religiosas divergen notablemente. Así, los hechos real o supuestamente religiosos pueden ser observados con un interés meramente antropológico y cultural, o pueden ser objeto de una investigación comparativa, sea de carácter histórico y evolutivo, sea de carácter morfológico y estructural. Finalmente, tales fenómenos, característicos de la religiosidad humana, pueden ser interpretados en la perspectiva de determinados postulados naturalistas o positivistas, espiritualistas o materialistas, ideológicos o teológicos. De este modo, la fenomenología de la religión popular puede ser considerada meramente como expresión de la búsqueda de seguridad existencial por parte de las clases populares ante una situación cultural o social de miseria y atraso, de opresión o de especial fragilidad; otras veces el hecho religioso es interpretado meramente como una búsqueda de mayor poder, consenso o legitimación social e histórica; otras, en fin, el hecho religioso es justamente interpretado como la expresión de la fe popular.

b) A la divergencia de presupuestos metodológicos y de criterios hermenéuticos se añade una diversidad conceptual en el modo de entender lo popular. Unas veces lo popular es entendido como lo típico de la idiosincrasia nacional de un pueblo, pensado como sujeto colectivo de una historia y de una cultura, de una sociedad y de un Estado, en relación con la vivencia de su religiosidad; otras veces, lo popular es comprendido como lo propio de los estratos populares, clases, razas o culturas, en cuanto subalternas y oprimidas por otras culturas, clases o razas; o, finalmente, puede considerarse lo popular como opuesto a lo oficial. En tal caso, la religiosidad popular significa la vivencia religiosa y las creencias de determinados grupos humanos, prevalentemente en los estratos subalternos de la sociedad, que persisten en una cierta resistencia o divergencia a las formas ortodoxas oficiales. De este modo puede hablarse, de forma muy diversificada, de la religiosidad del pueblo argentino, de la devoción mariana del pueblo mejicano o del pueblo andaluz, de las leyendas o culto a los muertos en la religiosidad popular gallega o centroamericana o de diversos fenómenos de la religiosidad popular amerindia o afroamericana.

c) La forma popular de vivir la religión está particularmente condicionada por la cultura, tanto de la clase dominante cuanto de las clases subalternas. La relación entre fe popular y cultura popular puede considerarse un caso particular de la relación entre religión y cultura, en su mutua interacción dialéctica (I Inculturación): En todas las culturas donde se vive una situación teónoma, es decir, donde la irrupción de lo sagrado adquiere una particular intensidad, la religión ofrece a la cultura su dimensión de profundidad vital. Tal sucede en las grandes áreas culturales inspiradas por las grandes religiones del Oriente, por el hinduismo o por el budismo, por la religión de Israel o por la del islam.. Tal sucede también en las naciones marcadas por el contacto profundo con el cristianismo. A su vez, la cultura ofrece las formas expresivas que hacen presente en la vida familiar y social los grandes ideales y'valores religiosos: la verdad absoluta, la belleza sublime, la justicia incondicionada, la bondad misericordiosa.

También la cultura popular o las subculturas de las clases o razas subalternas en un determinado espacio pueden ofrecer formas expresivas de la fe o de la esperanza religiosa, del ethos de solidaridad y fraternidad, de la búsqueda de reconciliación y paz a la misma religiosidad o piedad. De este modo han coexistido siempre con la vida de la comunidad eclesial como institución múltiples expresiones de la fe y de la vivencia religiosa popular, dotadas muchas veces de gran sinceridad religiosa y autenticidad humana en su expresión de. la confianza creyente Vides qua), así como de contenidos objetivos de la fe Vides quae). Frecuentemente, la vivencia religiosa se ha mezclado íntimamente con las realidades culturales o sociales, coloreando el lenguaje y el arte popular, la vida familiar y comunitaria.

2. LA CUESTIóN DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR. a) Suele hablarse de religiosidad popular cuando la forma y modo de vivir la religión asume un carácter más directo y sencillo en su vivencia, buscando una mayor funcionalidad y una modalidad más accesible al individuo o al grupo concreto. De este modo, la religiosidad popular puede fácilmente superar la barrera representada por la forma erudita y conceptual, dogmática y abstracta, de vivir la piedad o de pensar la fe. Adoptando formas más espontáneas de vivir el sentimiento religioso, o al menos más accesibles al nivel cultural de los interesados, la religiosidad popular tiende a esquivar la mediación de la figura sacerdotal, sentida como ausente o distante, o incluso como obstáculo a la comunicación religiosa. En la religiosidad popular se cultiva una forma de oración frecuentemente por intercesión de un santo protector, sentida como más eficaz para conseguir el objeto deseado en la súplica religiosa por las urgentes o angustiantes necesidades humanas, particularmente aquellas que afectan a los estratos más pobres y menos protegidos de la sociedad.

No es fácil dilucidar la cuestión de la relación existente entre una forma popular y una forma oficial de vivir la religión. En muchos casos puede constatarse una cierta prioridad de lo popular y espbntáneo sobre lo erudito y elaborado. En numerosas situaciones y circunstancias suelen coexistir históricamente ambas formas de vivir la religiosidad, dándose entre ellas una relación dialéctica: la forma normativa y erudita de vivir la religión suele nutrirse de la vivencia popular del sentimiento religioso, al cual procura encuadrar en un sistema teológico y normativo. A veces la fe popular se limita a divulgar los conceptos teológicos en una forma más próxima a la cultura popular de las clases subalternas. En el lenguaje o en el gesto, en la piedad o en la devoción, la religiosidad popular frecuentemente se caracteriza por diversas notas, como una cierta espontaneidad y riqueza de comunicación desde el punto de vista de lo intuitivo y simbólico, así como de lo emotivo y fantástico, de lo vivencial y festivo, de lo celebrativo y de lo teatral.

b) La religiosidad popular cubre una amplia gama de fenómenos vitales y sociales, culturales y religiosos. A nivel popular, la religión es vivida no raramente en contacto con el ciclo vital o con la realidad social. Así encontramos una celebración religiosa del nacimiento o de la salida de la adolescencia, del noviazgo o del matrimonio, de la enfermedad o de la muerte. Encontramos también una consagración festiva o celebrativa del trabajo agrícola o industrial, particularmente en las fiestas patronales o regionales. El cristianismo, como religión universal, asume la dialéctica fundamental de la religión bíblica, como religión de la creación y de la alianza, que consagra, critica o bendice la naturaleza y la historia. Cuando la l evangelización ha asumido positivamente la vida humana e histórica de un pueblo en su camino hacia Cristo, señor de la creación y mediador de la alianza, surgen formas nuevas de cristianismo popular.

Con todo, la fenomenología de la religiosidad cubre un espectro tan amplio, que no está exenta de un alto grado de equivocidad, dado que por religiosidad popular se entiende, aun en el caso del cristianismo o del catolicismo popular, desde formas mágicas o supersticiosas de piedad arcaica precristiana vividas en sincretismo con devociones típicas de la fe del medio rural hasta otras formas de reviviscencia de tradiciones del catolicismo popular, que sirven para mantener la conciencia de una identidad religiosa y social. Así puede hablarse de influencias amerindias o afroamericanas en determinados rasgos del catolicismo latinoamericano en su vivencia popular; o pueden analizarse también cultos populares, como peregrinaciones u otras fiestas y devociones, típicas de la veneración popular de los santos cristianos o representativas de la devoción mariana.

c) En la religiosidad popular cobran nueva importancia los movimientos de renovación en la pastoral popular y laical, como los círculos bíblicos y las comunidades eclesiales de base, los grupos neo-catecumenales o neopentecostales, que frecuentemente asumen la función de educar y alimentar una sana religiosidad popular, vivida plenamente en la comunión eclesial. En su relación con los grupos populares y su característico modo de vivirla fe y la piedad, la autoridad eclesial ha oscilado entre diversos tipos de reacción, en parte debido a la naturaleza de los mismos fenómenos religiosos, en parte condicionada por circunstancias históricas. Desde el rechazo de formas juzgadas supersticiosas o mágicas hasta la rehabilitación de formas de legítima devoción; desde la tolerancia de 'formas imperfectas de vivencia creyente hasta la proposición de prácticas admisibles y conciliables con la ortodoxia y con la liturgia canónica. A su vez, también los grupos populares han oscilado en su relación con las instancias autoritarias y oficiales en las diversas comunidades religiosas, sea aceptando sinceramente las orientaciones de la autoridad, sea rechazándolas o incluso camuflando su reacción bajo formas diferentes de sincretismo religioso. Con todo, las formas de la religiosidad popular no deben ser juzgadas necesariamente como negativas; a veces constituyen manifestaciones espléndidas de inculturación de la fe y de adaptación de una religión universal a ambientes nacionales, sociales o culturales, caracterizados por una enorme diversidad.

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F.A. Pastor